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Mons. Edgar García

Sáb 10 Mar 2018

Voto responsable, libre y consciente

Por Monseñor Edgar de Jesús García Gil - La democracia bien manejada y vivida es obrar con la verdad, es decir con la luz que nos lleva por los caminos del bien común. Esta dimensión también es un compromiso cristiano. “Construir un país que sea patria y casa para todos es la consigna de nosotros los obispos para los comicios que tendrán lugar en este primer semestre del año 2018. Hoy 11 de marzo elección del congreso de la república: senado y cámara de representantes. Todos estamos comprometidos a cumplir con nuestro derecho democrático de votar para que entre todos miremos el futuro con esperanza. El voto es un derecho inalienable y un deber fundamental. Es inmoral e ilegal comprar y vender votos por dinero, regalos o puestos, pues esta práctica no solo vicia el mismo proceso democrático, sino que atenta contra la dignidad de la persona humana. Las campañas políticas que se sustentan en intereses particulares, que se financian ilícitamente o que derrochan injustamente el dinero atenta contra la democracia y genera confusión en el electorado. Para dar nuestro voto responsable, tenemos que llegar a la convicción moral de que la persona, el proyecto político y el equipo de trabajo que se elige aportaran realmente al bienestar de todos los colombianos. Pensemos en las necesidades más urgentes de nuestra nación. No nos dejemos llevar simplemente por propuestas populistas, por simpatías y antipatías o por intereses particulares. Debemos elegir a quienes quieran afrontar las situaciones de injusticia, enfermedad, drogadicción, desempleo y falta de oportunidades que está padeciendo el país en las ciudades y en los campos. No a la colonización ideológica de opciones políticas y legislativas (la eutanasia para niños y adolescentes) que contradicen los valores fundamentales y los principios éticos de la persona humana. Apoyemos, siguiendo la enseñanza de la Iglesia, a quienes defienden la dignidad de la persona humana, el matrimonio entre un varón papa y una mujer mamá, el derecho primario de los padres en la educación de sus hijos, la libertad religiosa y las instituciones democráticas”. Criterios y fundamentos para un voto responsable. Conferencia episcopal de Colombia. 2018. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Dom 2 Oct 2016

Del miedo a la esperanza transformadora

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil - Ahora se abre para Colombia una oportunidad de construir propuestas de paz cuando uno de los actores, entre tantos conflictos, ha decidido con el gobierno de turno terminar su escalada terrorista y guerrera que tanto daño le ha hecho a Colombia. Se comienza a desatar uno de los nudos del conflicto. Y todos los colombianos como artesanos de la paz tenemos la obligación moral de colaborar desde nuestros propios ámbitos a esta construcción. Pienso que es una oportunidad que no debemos dejar pasar. No le estamos apostando a ningún político y a ninguna organización guerrerista como lamentablemente las redes lo están haciendo. Por lo menos mucha gente se ha pellizcado para saber con mayor objetividad que es lo que está pasando. Le apostamos solo a Colombia para que no se siga desangrando entre hermanos. Le apostamos a recuperar conciencia de humanidad más sensible a la grandeza de la dignidad de la persona, de sus derechos y deberes, que por tantos años de guerra se ha revestido de un caparazón que nos ha vuelto más guerreros que personas. En la construcción de una nueva Colombia escuchamos la exhortación del salmista: “Ojalá escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón” Como discípulos misioneros de Jesús renovamos nuestro compromiso de seguir trabajando por la paz de Colombia. Seguimos con mayor énfasis construyendo procesos de evangelización para que Jesucristo sea conocido y amado. “él es nuestra paz y ha derribado el muro que nos separaba, el odio. (Efesios 2,4). No permitimos que nos siembren miedos apocalípticos porque nos encerramos en nosotros mismos y el mundo se sigue dividiendo. Somos seguidores de Jesús que nos invita a ser hombres y mujeres de esperanza transformadora, trabajadores por la justicia y la equidad, abiertos e incluyentes a las nuevas culturas, capaces de amar, perdonar y tener misericordia con los que han sido enemigos, tejedores de fraternidad y respetuoso de las personas aunque piensen distinto. En este momento nos caen muy bien las palabras de Pablo a 2Timoteo 1, 7 “Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza” para ayudar a nuestro querido pueblo Colombiano al perdón, la reconciliación y la solidaridad. Finalmente no podemos ser ingenuos para desconocer los riesgos de toda negociación entre personas. Sabemos que los acuerdos no son perfectos. Pero que se acabe la guerra fratricida con uno de los principales actores del conflicto en Colombia es ganancia para todos. Por eso nosotros seguidores de Jesús, príncipe de la paz, oramos para que el Espíritu Santo nos ilumine a todos y podamos, tomados de las manos, sacar adelante este ejercicio de reconstrucción de un país que no quiere de ninguna manera repetir la absurda historia de guerras en el pasado. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira