Pasar al contenido principal

Mons. Libardo

Mar 15 Mar 2016

Con la alegría del Evangelio

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - “En donde quiera que haya una persona, allí es llamada la Iglesia para llevarle la alegría del Evangelio y entregarle la misericordia y el perdón d Dios”. Así se expresó el Papa Francisco en homilía del 8-12-15, cuando entraba en vigor su memorable legislación para la atención más rápida y materna a las parejas cuyo matrimonio tiene visos de nulidad. En torno al tema fundamental de la familia, tratado con fe y sabiduría en las Asambleas de Sínodos de Obispos de los años 2014 y 2015, el Papa tuvo en cuenta a parejas en esa situación difícil. Manteniendo en firme la enseñanza de la indisolubilidad del matrimonio invita a los Pastores de la Iglesia, si llegan a tener “certeza moral”, declarar la nulidad del matrimonio a través de ponderado y ágil proceso, dando oportunidad a nuevas nupcias con otra pareja, bajo la bendición de Dios en nuevo y bien cimentado matrimonio. Lo importante de las determinaciones pontificias, no es que el Papa haya dado más flexibilidad a la indisolubilidad, ni porque haya hablado de “gratuidad” de los procesos matrimoniales, sino en el apremiante llamado a los Pastores dirigentes de la Iglesia a la conversión a especial preocupación por atender a las parejas católicas que afrontan esa grave emergencia en su vida familiar. Dijo el Papa: “la Iglesia es madre y lleva en su corazón buscar el bien de sus hijos, con espíritu de caridad y de misericordia. Ofrece cercanía desde las estructuras eclesiales, brindándoles acercamiento a la verdad de su pasado conyugal, que, al encontrar en él nulidad, da oportunidad de pasar a nuevas nupcias, para “restablecer, así, una recta conciencia, tutelando el matrimonio mismo y la dignidad de sus personas”. Colocada la Iglesia toda en su realidad de comunidad, se abre, en este caso de atender a las parejas inmersas en problema matrimonial, a ofrecerles sus maternos servicios, colocando la primera responsabilidad en el Obispo de la Diócesis, que es allí juez natural para remediar esas dolencias de sus fieles, tarea relacionada con el matrimonio que es la base de esa entidad, fundamental para la sociedad, la familia. Labor que ha de estar cimentada los pilares de la misericordia y la justicia. Para que llegue este servicio, a todas las parejas, se ha de tener presente el llamado a la “gratuidad”, sobre lo cual se ha precisado que es la comunidad eclesial la que debe proveer a él, teniendo en cuenta la justa y digna remuneración de quienes laboran en los Tribunales. Para atender ese deber de justicia, se han de conseguir recursos a través de distintos medios, con solicitud, en primer término, ha dicho el Papa, a las personas pudientes que soliciten ese proceso, quienes tienen “el deber moral de aportar generosamente”, a los gastos de él, que se preste mismo servicio a parejas sin recursos que necesitan ser atendidas. Se mantiene en la Iglesia la disciplina de no permitir acceder a la Comunión a quienes se han separado de matrimonio ante ella, y viven establemente con otra pareja, pues esta relación es ilícita, y, en sí, pecaminosa. Es disciplina apoyada en fundamentos teológicos, escrituristicos y de tradición. Hay qué salir de esa situación, y, como solución seria y estable, está el estudio de la nulidad o no de su precedente matrimonio, para lo cual se han tomado las solícitas determinaciones cimentadas. Cuando se ha conseguido esa solución, a la búsqueda de la cual se deben hacer los esfuerzos y sacrificios del caso, y se ha logrado, los buenos hijos de la Iglesia experimentan gran alegría, que está bien compartan a quienes han sufrido con ellos por la situación anterior. Qué bien hacer, como el gran Presidente Rafael Núñez, quien enviara a sus amigos y a la comunidad este mensaje: “Rafael Núñez y Soledad Román, participan de la exaltación de su unión marital a la dignidad de Sacramento”. + Libardo Ramírez Gómez Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Mié 9 Mar 2016

Cien emisiones de luz

Por Mons. Libardo Ramírez Gómez. Se han completado, en estos días, cien Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal de Colombia, Fue del 14 de septiembre 1908 cuando se inició la primera Asamblea de esta gran organización que ha dado tanta luz a Colombia. Fue el Arzobispo de Bogotá Bernardo Herrera Restrepo (1891-1928), quien la convocó y presidió. Los nombres de los 15 participantes en esa primera Asamblea, 4 Arzobispos, 9 Obispos y 2 Vicarios Capitulares, son recordados con gran aprecio en las distintas regiones de Colombia. Al lado de Mons. Herrera, estuvieron los Arzobispos Manuel José Caicedo, de Medellín; Pedro Adán Brioschi, de Cartagena; Manuel Arboleda de Popayán. Entre los Obispos estuvieron dos grandes servidores de la Iglesia, oriundos del Huila, el Obispo de Garzón Mons. Esteban Rojas Tobar, formidable apóstol, e Ismael Perdomo Borrero, en ese momento Obispo de Ibagué, luego Arzobispo de Bogotá, de gran ciencia, piedad y entrega apostólica. Ha regalado Dios a la Iglesia en Colombia eminentes Prelados llegados a Presidentes de la Conferencia, 12 en total, todos de gran calidad eclesial y patriótica. De muy especial aprecio han sido Mons. Ismael Perdomo, los Cardenales Luis Concha Córdoba, Aníbal Muñoz Duque, Pedro Rubiano y Rubén Salazar, y el entonces Obispo de Garzón José de Jesús Pimiento, hoy Cardenal. Gracias a ellos, y a tantos Obispos de las distintas épocas y regiones del País ha sido trascendental lo actuado por la Conferencia. En este amplio periodo de más de cien años, tuvo lugar el Concilio Vaticano II, preparado con sus proféticas enseñanzas por el gran Pontífice Pio XII, convocado por S. Juan XXIII, llevando a culminación por el Beato Paulo VI, con impulso denodado de S. Juan Pablo II, y vivencial enseñanza de los Papas Benedicto XVI y Francisco. Los documentos de este Concilio tuvieron una magistral presentación en el documento del Episcopado Colombiano. “La Iglesia ante el cambio” de 1969. Fruto de ese Concilio fue avanzar en la elaboración de nuevo Código de Derecho Canónico, publicado en 1983, y la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica (1992), al cual se remite el Papa Francisco como punto de referencia doctrinal cuando frases suyas espontáneas las interpretan como salidas de tono. Desde sus cien Asambleas Plenarias nuestra Conferencia Episcopal ha emitido luces sobre gran número de temas. En muchas épocas se ha acogido esa voz de la Iglesia con entusiasmo y respeto, algo que ha mermado en estos últimos años cuando solo se quiere que el Papa y los Obispos secunden campañas contra el mismo derecho natural como el aborto, o el matrimonio de parejas del mismo sexo, o que, sin reparos, se acoliten programas oficiales nada claros en educación sexual, o en procesos de paz que abran paso a ideologías materialistas, con exaltación de la lucha armada, y sin arrepentimiento de los que han perpetrado crímenes atroces. A las profundas enseñanzas que va dando la Conferencia en materias de su real competencia poca o nula difusión se ofrece en la prensa o en cátedras. Se han tratado desde la Conferencia Episcopal, temas como la relación entre fe y razón, enseñanzas doctrinales, compromiso social y político del cristiano, campañas de paz iluminadas por el Evangelio y no por otras ideologías, lo dañino de la droga y del delito del narcotráfico, el cáncer de la corrupción en política y organismos gubernamentales, razón de ser de Concordato con la Iglesia de la gran mayoría de los colombianos. Innumeros han sido los servicios prestados al pueblo colombiano por pastores y fieles laicos que cumplen con su misión en cada una de las profesiones, realizados bajo el impulso permanente de esa Conferencia nuestra, con empeño entusiasta por los más de cien Obispos Residenciales y Eméritos, que estamos empeñados en colaborar hasta nuestro final terreno. Mons. Libardo Ramírez Gómez Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Vie 26 Feb 2016

Al servicio de la historia y de la juventud

Escrito por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - Qué oportuno el impulso al espíritu misionero al dar a conocer la Historia de la Iglesia y al promover la Pastoral Juvenil. Apóstoles consagrados a esas tan trascendentales tareas fueron Mons. Guillermo Agudelo Giraldo, (1932-2015) y el Padre Luis María Fernández Pulido, “Pafer” (1916-1985). Qué buen servicio el prestado por ellos a la evangelización en esos ambientes. Dedicar tiempo y desvelos, con denodado cariño, a servir a la “Maestra de la vida”, como se ha definido a la historia, y hacer labor similar con la juventud, son labores de invaluable servicio a los humanos. Gran tarea al servicio de la historia de Bogotá y de Colombia cumplió Mons. Guillermo Agudelo, nacido el 10-06-32, quien pasó a recibir la recompensa celeste el 15-12-15. Fue ordenado Sacerdote en Bogotá (17-02-58), en donde adelantó amplia labor pastoral hasta su muerte (15-01-16). Varias Parroquias regentó el P. Guillermo, destacándose su labor en San Ignacio de Loyola (1961-79) y Cristo Rey (1979-98), en donde impulsó esas feligresías y dio la mano a centenares de niños y jóvenes para sus estudios. Por sus méritos le concedió, el Papa, ser Protonotario Apostólico. Hermanado con esas proyecciones pastorales estuvo su cultivo intelectual, con cátedras docentes y más de 20 publicaciones sobre diversos temas. Se destaca su amplia obra “Los Arzobispos de Bogotá”, con múltiples datos de interés para esta Ciudad, y para toda Colombia. Difundir la obra de la Iglesia para fiel recuerdo y estímulo a las presentes y futuras generaciones, y, también, como precisión necesaria ante las voces de crítica y condena, más que injusta, fue importante labor. Para perpetuar su labor al servicio de la historia fue feliz iniciativa de Mons. Agudelo fundar (25-02-00) la Academia de Historia Eclesiástica de Bogotá. Esta creación han sido y seguirán siendo faro de luz en la que se difundan verdades iluminadoras y testimonios que hablan de cómo servir positivamente a la humanidad. Merito grande Mons. Agudelo fue, también el impulso que dio desde 1988 a la Campaña del Óbolo de San Pedro. Supo el Prelado poner de manifiesto que esa colecta se destina a tantas ayudas que para diversos puntos del mundo envía, luego, el Santo Padre, para a tantas personas desprotegidas y víctimas de destructoras catástrofes, y a las Obras Misionales en todas las latitudes del mundo. A la par de lo realizado por Mons. Agudelo está la entusiasmadora y oportuna tarea de evangelización de los jóvenes, para que se conviertan en evangelizadores, con su alegra vivencia de la verdad cristiana, a la que consagró su vida el Padre Luis María Fernández (1916-1985), desde su Ordenación sacerdotal (03-09-39). Iniciativa feliz al servicio de esa causa, culminó con algo que le ha dado estabilidad, al fundar la “Central de Juventudes” (03-09-53). En el año 1972, como Obispo recién consagrado, entraba a formar parte de la Conferencia Episcopal de Colombia. En mi labor sacerdotal como Vicario de Pastoral en mi diócesis de Garzón, había realizado algunas labores en promoción de jóvenes, al lado de otros frentes, con formación cristiana de ellos y proyección, desde la fe, hacia obras sociales. Esa experiencia me llevó a poner de presente que en la Conferencia Episcopal no había un organismo que promoviera esa labor entre los jóvenes. Recibí, entonces, el encargo de dar pasos necesarios para que surgiera esa reclamada entidad. Ante esa responsabilidad, busqué contacto con personas y movimientos que tuvieran ese empeño. Había tenido relación con la Central de Juventudes, que ya estaba enviando jóvenes, debidamente capacitados, a impulsar esas tareas en las distintas Diócesis del País. Fue punto de apoyo, acertado primer paso para seguir dando vida a la Pastoral Juvenil en toda Colombia. Al lado del Padre Fernández encontré otros grandes apóstoles de la juventud, en Bogotá, como el Padre Miguel Triana, y los Jesuitas Alejandro Londoño y Jesús Vela. En Medellín la valiosa labor del Padre Luis Gaviria, con influencia en Antioquia y en otras regiones de Colombia. Con esos Sacerdotes, y muchos más que ya llevaban adelante meritorios esfuerzos fuimos realizando encuentros a escala nacional hasta formar una gran red con la cual se impulsó, coordinadamente, gran labor. Punto culminante fue la realizado en 1985 “Año de la Juventud”, con importantes jornadas, que fueron el fruto de esos trece (13) años de intensa labor. Artífices de ese impulso inicial de la Pastoral Juvenil organizada en Colombia fueron los Secretarios del Departamento que con ese fin se creó en la CEC, y la han seguido echando adelante los de los años subsiguientes. El gran servicio a la juventud, impulsado por Pafer, y promotores desde Comunidades Religiosas como Eudistas, Salesianos, Franciscanos y Jesuitas, ha sido semillero de bien. Evocando palabras de Tertuliano podemos decir que la sangre y el sudor apostólico de testigos en esta Pastoral han sido y siguen siendo “semilla de cristianos”. Mons. Libardo Ramírez Gómez Obispo emérito de Garzón [email protected]