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obispo auxiliar cali

Lun 27 Ago 2018

De la doctrina a la vida. “Salvaguardar el medio ambiente” (2da. Parte)

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - Continuemos abordando el pensamiento de la Iglesia acerca de la cuestión ambiental. En esta ocasión, la relación y la responsabilidad que el ser humano debe tener con la “casa común”. Cuidadores, no depredadores Si algo ha enseñado siempre con claridad la Iglesia es que el bíblico «llenen la tierra y sométanla» (Cf. Génesis 1, 28-30), para nada significa hacer de toda la naturaleza simple recurso para usar de modo irracional. Sobre el particular, citando a san Juan Pablo II en la encíclica Centessimus annus, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia afirma que el ser humano «no debe “disponer arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a su voluntad, como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar”» . Esto implica que el hombre tiene un papel éticamente responsable en su relación con los demás seres creados. Y de esto debemos ser especialmente conscientes los discípulos de Jesús: ejerciendo esta responsabilidad en el trato y relación con la naturaleza, pero también siendo “guardianes” de ello con nuestros semejantes, inspirados en revelación de Dios en las enseñanzas de la Iglesia, cultivando en ellos esta actitud. Es evidente, pues, que no hay nada más coherente con nuestra fe cristiana que relacionarse reverentemente con este “santuario sagrado” que con tanto amor Dios ha preparado, como es el universo entero, del cual nuestro planeta y nosotros mismos somos una pequeñísima parte. Aunque para el momento de la publicación del CDSI, el tema del cambio climático no era algo tan fuerte como en nuestro tiempo, para la Iglesia no hay duda de que el frágil equilibrio de la creación está amenazado seriamente si el hombre actúa sin la debida delicadeza hacia ella. Si en lugar de cuidador, el hombre se vuelve un depredador, el hombre termina “suplantando” «a Dios y con ello provoca la rebelión de la naturaleza, más bien tiranizada que gobernada por él» . Progreso científico con la naturaleza, no contra ella Constata el CDSI que la ciencia y la técnica humana extienden cada vez más su conocimiento y dominio sobre “casi toda la naturaleza”. En principio, estos avances se consideran positivos y son el reflejo de la capacidad creativa con que Dios hizo al ser humano, pues lo creó a “su imagen y semejanza”. Pero el progreso científico, técnico y tecnológico no pueden conducir a que el hombre se considere todopoderoso y sin límites en el uso de su facultad de conocer y transformar el entorno; el cumplimiento de este rol debe también ampliar el sentido de la responsabilidad individual y colectiva y, por supuesto, ética y moral. Citando al Concilio Vaticano II, el CDSI, sostiene que «toda la actividad humana debe encaminarse, según el designio de Dios y su voluntad, al bien de la humanidad» . Son buenas, pues, la ciencia, la técnica y la tecnología, pero siempre y cuando, al desentrañar los misterios de la creación, se sirvan de ella con respeto, cuidando de no romper su vulnerable equilibrio y poniendo también por delante el bien de la humanidad antes que el primado del lucro. No es ambiguo el magisterio de la Iglesia en este punto: «Los científicos, pues, deben “utilizar verdaderamente su investigación y su capacidad técnica para el servicio de la humanidad”, sabiendo subordinarlas “a los principios morales que respetan y realizan en su plenitud la dignidad del hombre” . Hoy, cuando apreciamos todos los días los efectos devastadores que ocasionan al planeta las acciones irresponsables del ser humano, es valioso y muy loable que las actividades científicas se concentren en resolver los graves problemas que aquejan a la humanidad: «el hambre y la enfermedad, mediante la producción de variedades de plantas más avanzadas y resistentes y de muy útiles medicamentos» .Se trata de ser prudentes y aplicar con rectitud estos principios. Es muy útil que esto lo tengan en cuenta en la academia y los espacios de investigación. Particular atención merece la investigación genética. Al respecto, el CDSI señala que «conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado»; y en este sentido advierte sobre el grave riesgo de las alteraciones que puede provocar en la naturaleza «una indiscriminada manipulación genética» y «el desarrollo irreflexivo de nuevas especies de plantas y formas de vida animal», incluso en el campo de la vida humana misma . Conviene concluir esta segunda parte, recordando el origen de todo: la tierra con toda su exuberancia vital, y el universo entero son obra de Dios, un don, una bendición. En todos ellos, en nosotros mismos hay una ley propia que Él dispuso y que el ser humano debe respetar cuando se trate de hacer uso de cualquiera de los seres con los que tenemos contacto. El hombre no debe disponer de la creación «sometiéndola sin reservas a su voluntad, como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios» . + Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar editorial[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x']De la doctrina a la vida. “Salvaguardar el medio ambiente” (1ra Parte)[/icon]

Lun 16 Abr 2018

Elecciones 2018

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - El mes de mayo es un mes en el que Colombia vivirá un momento histórico al elegir el Presidente que regirá los destinos políticos en el período 2018 - 2022. La Conferencia Episcopal Colombiana publicó un mensaje intitulado CONSTRUIR JUNTOS UN PAÍS QUE SEA PATRIA Y CASA PARA TODOS, con ocasión de los procesos electorales. Pastoralmente, puesto que la fe hunde sus raíces en el mundo y la mayoría de los electores profesamos la fe católica, considero de suma importancia recordar los puntos que debemos tener en cuenta cuando se trata de elegir al Presidente de la República y con él, indirectamente, a quienes haciendo parte de su gabinete, realizarán el trabajo, que debería ser siempre motivado por el bien común de la sociedad colombiana y mundial. Transcribo algunos apartes del Mensaje de la Conferencia: “Los obispos católicos de Colombia, como ciudadanos y como pastores, consideramos que los comicios que se llevarán a cabo … (sic) son una oportunidad para dar juntos “un nuevo paso” hacia la construcción de un país que sea patria y casa para todos, recordando que Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza, como lo afirmó el papa Francisco en el Discurso a las autoridades colombianas, en Bogotá, el 7 de septiembre de 2017. Proponemos a los fieles católicos y a todas las personas de buena voluntad algunos criterios y fundamentos para un voto responsable, libre y consciente. 1. Involucrémonos en el proceso electoral, derrotemos la indiferencia y comprometámonos. El voto es un derecho inalienable y un deber fundamental… La Iglesia católica no tiene ni avala un partido político o un determinado candidato, pero sí invita a sus fieles y, en general, a todos los ciudadanos, a involucrarse en la política con la participación en el debate democrático con seriedad y responsabilidad. 2. Reforcemos con el voto el comportamiento ético de nuestra sociedad y acabemos con la corrupción. Es inmoral e ilegal comprar y vender votos por dinero, regalos o puestos. 3. Exijamos campañas transparentes y que favorezcan la unidad. Tenemos que lograr que las próximas elecciones y el debate que las precede no generen mayor polarización, y en cambio promuevan el respeto, el diálogo y la creatividad política que necesita el país en este momento. 4. Analicemos cuidadosamente la trayectoria y las propuestas de los candidatos. Para dar nuestro voto responsablemente, tenemos que llegar a la convicción moral de que la persona, el proyecto político y el equipo de trabajo que se eligen aportarán realmente al bienestar de todos los colombianos. 5. Pensemos en las necesidades más urgentes de nuestra nación. Consideremos bien las problemáticas y las posibilidades que tiene el país, para poder examinar y elegir adecuadamente a los candidatos que logren poner en marcha soluciones de fondo. No nos dejemos llevar simplemente por propuestas populistas, por simpatías y antipatías o por intereses particulares. 6. Elijamos a quienes les duela la realidad de los colombianos. Colombia necesita ser gobernada por personas íntegras, honestas, dignas, competentes, capaces de vencer la corrupción y la violencia, que se preocupen por la salvaguarda de la casa común. Debemos elegir a quienes quieran afrontar las situaciones de injusticia, enfermedad, drogadicción, desempleo y falta de oportunidades que está padeciendo el país en las ciudades y en los campos; a quienes estén decididos a comprometerse con los más pobres y puedan poner su mirada en todos aquellos que son excluidos y marginados. 7. Aseguremos el país sobre valores fundamentales y protejamos su institucionalidad. Debemos afrontar, con claridad y determinación, la colonización ideológica de opciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano. Valoramos el servicio de quienes están dispuestos a asumir los cargos públicos animados por el anhelo de hacer el bien a todos. Conscientes de que la dimensión espiritual es necesaria para la construcción integral de una nación, oremos todos a Dios para que nos dé la lucidez y la responsabilidad para elegir a nuestros próximos gobernantes”. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Jue 16 Nov 2017

El magisterio del Papa

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Con ocasión de la visita del Papa Francisco a Colombia y los escritos, homilías y mensajes del Romano Pontífice, es importante valorar la posición que los católicos debemos tener ante cada uno de ellos. Existen dos textos claves en la vida de la Iglesia: la “Profesión de Fe y el Juramento de fidelidad al asumir un oficio que se ha de ejercer en nombre de la Iglesia”, publicados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 9 de enero de 1989. Lastimosamente el pueblo en general no los conoce ampliamente, sino que conoce el texto litúrgico de la profesión de fe. En general, la profesión de fe ampliada y el juramento, se hacen cuando un clérigo, religioso o laico asume un oficio de especial responsabilidad en la Iglesia. Entre estos oficios destaco: el episcopado, el párroco, rector de una institución educativa católica, docente en una facultad de filosofía o teología, docente en un seminario, oficios de la Curia, etc. Al final de la profesión de fe, se afirma: “Me adhiero, además, con religioso obsequio de voluntad y entendimiento a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo”. Esta adhesión al magisterio del Papa, es la más clara manifestación de una fe sincera, humilde y abierta a la verdad. Una fe confiada en que el Sucesor de Pedro, que nos confirma en la fe, es fiel a la misión que le ha sido encomendada y nos guía por el camino correcto. Por eso, estamos siendo invitados para leer con atención, todas y cada una de las homilías, mensajes y exhortaciones que el Papa nos hizo en Colombia. Todos tienen su raíz en la Sagrada escritura, en el Concilio Vaticano II, en el magisterio de los Obispos de América Latina y en el magisterio en general de los Papas, especialmente Pablo VI y Juan Pablo II quienes también nos visitaron. Al respecto dice el Papa Francisco: “No soy el primer Papa que les habla acá en casa. Dos de mis más grandes predecesores han sido huéspedes aquí: el beato Pablo VI y san Juan Pablo II. Las palabras de ambos son un recurso permanente. Quisiera que cuanto les diga sea recibido en continuidad con lo que ellos han enseñado” (Discurso a los Obispos Colombianos, septiembre 7). Es que en la Iglesia existe la llamada “Tradición”, que recoge lo antiguo y lo nuevo, para ayudarnos a discernir lo que desea Dios de cada uno en el tiempo en que le ha tocado vivir. De esta manera, los mensajes del Papa Francisco en Colombia hacen parte del Magisterio de la Iglesia católica que acogemos con fe y esperanza. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Lun 5 Dic 2016

Adviento 2016

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - En medio de la encrucijada por la que está atravesando nuestro país, con las incertidumbres que están generando las controversias entorno de la aprobación e implementación del acuerdo de paz con las FARC, así como las inquietudes relacionadas con el inicio de los diálogos con el ELN y la posibilidad de entablar acercamientos con otros grupos armados, esto sin contar la aprobación y entrada en vigor de la reforma tributaria y la sensación del incremento de la pobreza y la inseguridad en tantos lugares, por mencionar sólo algunos aspectos de la vida ordinaria de los colombianos, puede darse la impresión de que para muchos se esté perdiendo la esperanza y de que la mirada hacia el futuro se esté nublando. En la Iglesia comenzamos el tiempo de Adviento. Es por excelencia el tiempo de la espera, de la llegada del Salvador, del “cielo nuevo y de la tierra nueva” como lo afirma el libro del Apocalipsis (21,1). En el año jubilar que acabamos de terminar, el Papa Francisco afirmó que la “Misericordia: es la vía que une a Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado” (MV, 2). Por eso, “la Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios… Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo” (MV, 25). Ante la suma de incertidumbres, no nos queda sino tener la certeza de la misericordia divina para no perder el sentido de la vida futura, para seguir confiando, para seguir creyendo, para seguir amando. En este sentido, el Adviento que comenzamos litúrgicamente, ha de marcar la vida de todos, pues el nacimiento del Salvador y el cumplimiento de sus promesas, nos alientan a seguir caminando con la mirada puesta en Jesús, dador de todo bien. La fe en Cristo, cuando está arraigada y es madura, hace que la esperanza no se derrumbe. De allí el deber que tenemos los bautizados en la Iglesia católica, de ser los testigos de la esperanza, pues “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mac. 12, 27) y nuestro Dios, por su infinita misericordia, nunca nos abandona. La Iglesia colombiana, en este tiempo de la gozosa espera, ratifica el mensaje del Cristo Jesús: “no tengan miedo, yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 29). Esto hace pensar, además, en que el Adviento es también el tiempo de la confianza filial y del abandono en los brazos del Padre del cielo. Esta es la mejor forma de hacer frente a lo que estamos viviendo y de preparar los corazones para la llegada de la Navidad, para hacer posible que Niño Dios de Belén nazca realmente en los corazones de cada uno y pueda así darse cumplimiento al anuncio del profeta: “Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva… habrá gozo y regocijo por siempre jamás por lo que voy a crear… No habrá allí jamás niño que viva pocos días, o viejo que no llene sus días, pues morir joven será morir a los cien años… Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto… El lobo y el cordero pacerán juntos, el león comerá paja como el buey, y la serpiente se alimentará de polvo, no harán daño ni perjuicio en todo mi monte santo” (Isaías 65, 17.20.25). Que estos sentimientos animen este tiempo de gracia y de bendición, de espera y de confianza en Dios pidiendo en todo momento el don de la paz para nuestros corazones y para nuestros pueblos. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali