Pasar al contenido principal

padre rafael castillo

Lun 1 Mayo 2023

Un llamado a la comprensión del trabajo desde el proyecto humanizador de Dios

A propósito de este lunes 1 de mayo, jornada en la cual el mundo entero conmemora el Día de los Trabajadores para hacer eco de la reivindicación de sus derechos laborales y sociales, y que, en consonancia con esto, desde su institución en 1955 por parte del Papa Pío XII, la Iglesia Católica celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, el padre Rafael Castillo Torres, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS), hace un llamado frente a la necesidad de trabajar cada vez más por la dignificación del trabajo en Colombia y a su comprensión desde el proyecto humanizador de Dios. Son tres aspectos concretos los que aborda el padre Castillo en su mensaje: Primero, insiste en la importancia de reconocer el interés que Dios tiene por el trabajo humano. “Recordemos cómo allá en el libro del Éxodo, el Señor fue consciente del sufrimiento y del dolor que estaba viviendo el pueblo de Israel. La aflicción, la explotación y el sufrimiento. Y por eso Él llama a Moisés que le dice: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo. Conozco en profundidad su dolor, por eso ha bajado. Y ahora yo te digo ve”. Y lo envía para que dé comienzo a una gesta de liberación y de dignificación del pueblo de Israel, que estaba sometido en la esclavitud”, afirma el presbítero. En segundo lugar, pide hacer un reconocimiento durante esta conmemoración “a todas las mujeres, a todos los hombres, a todos los jóvenes, a todas las personas que con su trabajo están contribuyendo a la construcción de un mundo más humano, más solidario, más decente y más digno”, por lo que asegura que es importante que los gobiernos y toda la sociedad, "muestren siempre al centro, en ese encuentro, el capital, el trabajo, la dignidad de la persona humana, que en el esfuerzo de nuestras manos, podamos reconocer la obra de Dios para perfeccionar la creación con nuestro trabajo”. Finalmente, envía palabras de ánimo y esperanza a todas aquellos hombres y mujeres que en Colombia se ven obligados a trabajar “en condiciones subnormales, que están siendo explotados, que están siendo humillados, que no están recibiendo un justo salario”. Los llama a la perseverancia y a que no decaigan en su ánimo, sabiendo esperar en Dios, que trabajó y que sigue trabajando por nosotros. Al tiempo, el director del SNPS recuerda que “el camino que nos ha mostrado el Papa Francisco es que todos tengamos techo, tierra y trabajo como expresión de nuestra dignidad y de nuestra esperanza”. Por ello, llama a que cada quien, desde su trabajo, dando lo mejor de sí, se sume al compromiso de construir una Colombia digna, reconciliada y en paz.

Jue 9 Mar 2023

Cambios urgentes y necesarios

Por: P. Rafael Castillo Torres - Una vez más, como cada año, hemos dado inicio al tiempo fuerte de la Cuaresma en el que la Palabra del Señor y el llamado de la Iglesia nos están gritando, a la manera de Juan Bautista en el desierto, la necesidad de una profunda conversión que nos permita volver a Dios con más verdad y amor. Por lo general no nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Sin embargo, cuando conocemos en el Evangelio la invitación de Jesús, nos damos cuenta de que su invitación a convertirnos es una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana. Cuando Dios se acerca a nosotros es porque quiere sanar nuestra vida. Para Jesús la conversión no es forzada. Es un cambio que crece en nosotros a medida que caemos en la cuenta de que Dios quiere hacer nuestra vida más humana y feliz, como sucedió con Zaqueo, quien después de su encuentro con Él, en su casa, pudo resarcir a sus víctimas cumpliendo con deberes de justicia que eran de estricto cumplimiento y los exigía la ley; pero también se va volcar en favor de los pobres de Jericó, cumpliendo con deberes de solidaridad, que los exige la conciencia y son de amplia obligación. Jesús, restaurador de vidas, en las victimas y en Zaqueo es también el restaurador de las relaciones comunitarias que hacen posible la reconciliación. Qué bueno que en el itinerario cuaresmal y a la luz del momento que vivimos como nación nos hiciéramos unas preguntas que puedan orientarnos en el cambio que todos necesitamos, pero del cual, particularmente está urgida nuestra nación: ¿Cuándo tiene futuro un pueblo? Cuando es capaz de reconocer sus errores; cuando sabe confesar su pecado y cuando abre caminos nuevos a una convivencia más humana como lo han propuesto recientemente nuestros pastores en el documento Líneas Orientadoras para una Pastoral para la Reconciliación y la Paz. ¿Cuál es nuestra mayor equivocación como Nación? Haber impedido que Dios reine aquí y ahora, entre nosotros, como verdadero Padre de todos. Cerrarnos con plena conciencia y plena advertencia al llamado que hay en el fondo de todo ser humano al respeto a la vida como nos lo recordó recientemente monseñor FadI Bou Chebl Abi Nassif, Exarca católico oriental del rito Maronita en Colombia perteneciente al Patriarcado Antioqueno: “¿Antes de hacer un aborto, por qué no le preguntamos a ese niño en gestación si quiere vivir o no? Dios es el dueño de la vida y nadie la puede tocar sino Dios. Respetamos la vida humana desde el inicio hasta el último momento. Jesús vino al mundo para humanizar nuestra humanidad. Un ser humano…si es verdaderamente humano… es incapaz de parar una vida humana”. Otra de nuestras grandes equivocaciones es cerrarnos al dialogo civilizado; a no acoger el llamado del Papa Francisco en Fratelli Tutti a dar los signos creíbles de la solidaridad y la fraternidad que hacen posible una amistad social; a seguir manteniendo la violencia, con obstinación, a pesar de los esfuerzos por hablar con todos y la búsqueda de caminos nuevos. Nos cuesta entender que la violencia ha traído siempre males mayores que aquellos que intenta resolver y nos impide avanzar hacia una convivencia más libre y justa. Será un gran día cuando reconozcamos como nación que este enfrentamiento sólo originará vencedores y vencidos, pero no hombres y mujeres libres que sepan dialogar. ¿Cuál es la tarea que sigue y en la cual, la Iglesia quiere ayudar? La Iglesia colombiana, desde sus tres instancias, la Relación Iglesia / Estado; la Comisión de Conciliación Nacional y el Secretariado Nacional de Pastoral Social/ Cáritas colombiana, es consciente de que debemos contribuir a que se abran nuevos caminos. No podemos seguir por el camino viejo de siempre porque esa ha sido nuestra mayor tragedia. En Colombia es notoria la fatiga de la guerra que sólo ha traído violencia, sangre y luto en tantas familias. Es una violencia que ha sido el resultado de viejas violencias e injusticias, cometidas durante largos años. Ello nos lleva a preguntarnos: ¿no es una grave equivocación responder con los mismos métodos? En toda su larga experiencia de acompañar comunidades y procesos, tanto en la conflictividad de las ciudades como en los confinamientos y atropellos que históricamente se han dado y se siguen dando en la Colombia olvidada, la Iglesia ha aprendido que la violencia sólo busca una solución rápida y eficaz a los graves problemas de nuestro pueblo. Pero lo hace sembrando nuevas violencias y enfrentamientos. No transforma las conciencias. No nos educa para construir una sociedad diferente, más respetuosa con los derechos de las personas y de los grupos. Ella siempre coje el atajo, y ya sabemos que coger atajos, es correr el riesgo de no llegar nunca a la verdadera meta. ¿Qué alternativas justas y humanas nos puede ofrecer la violencia? ¿Puede prepararnos para ser una sociedad donde la última palabra nazca del pueblo en ejercicio y rescate de una democracia deliberativa y profunda, antes que nacer de quienes ostentan el poder y el monopolio de las armas? No es posible una alternativa de paz y justicia para nuestro pueblo, si no reaccionamos todos frente a acciones, represiones y manipulaciones de diverso signo, que, sin respetar el valor absoluto de cada persona, la convierten en instrumento al servicio de unos intereses políticos cuestionables. No hay planteamientos políticos intocables. Ni la unidad actual del Estado Colombiano, ni la independencia que hoy puedan pensar y sentir que tienen los grupos alzados en armas y las estructuras criminales que hoy confinan y someten comunidades enteras. Nada justifica la destrucción de la vida que se está dando entre nosotros. Nuestra postura cristiana evangélica debe ser firme, aunque se tenga que enfrentar a organizaciones, partidos o grupos cuyas siglas o pensamientos sintamos que son muy cercanas al Evangelio y a la doctrina social de la Iglesia. Colombia necesita reconocer un camino cuaresmal lleno de gozo y esperanza. Avanzar es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Es la hora de liberar el corazón de esas angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de poder y posesión. Tengamos presente que nunca es tarde para convertirnos, porque nunca es tarde para amar. Nunca es tarde para ser más feliz y nunca es tarde para dejarnos perdonar y renovar por Dios. P. Rafael Castillo Torres Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social

Sáb 18 Feb 2023

Campaña de Solidaridad por los hermanos de la Provincia de Alepo, Siria

Hoy la Iglesia católica invita a movilizarse para apoyar a las víctimas del terremoto en Siria y Turquía, de manera particular a los cristianos de la Provincia de Alepo, por esta razón ha emprendido la campaña que lleva por lema: “Quien comparte lo que tiene, jamás le faltará lo que necesita”. Iniciativa que se promueve desde la Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Secretariado Nacional de Pastoral Social - Cáritas Colombiana, que preside el padre Rafael Castillo Torres, unidos al Exarcado Maronita en Colombia con monseñor Fadi Abou Chebel, ACN Colombia: Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre y la Arquidiócesis de Bogotá. El padre Rafael Castillo, ha enviado un mensaje en el que hace un llamado y exhorta para que en todas las Jurisdicciones Eclesiásticas del país, parroquias, zonas de pastoral, pequeñas comunidades y movimientos apostólicos, se anime a todos los fieles católicos a vincularse y participar de esta campaña de solidaridad. El sacerdote ha dicho que con este gesto se podrá acompañar, fortalecer y animar la esperanza de los cristianos de Alepo que han sido víctimas de este terremoto fuerte y cruento que ha acabado con tantas vidas. “En la iglesia siempre hemos sido conscientes de que cuando un miembro sufre, todo el cuerpo sufre. Y hoy al igual que Jesús en Galilea, la Iglesia tiene el ministerio de la compasión, calmando el dolor y el sufrimiento que hay en tantos pueblos que sufren”. Cómo apoyar la campaña Para hacer los aportes se ha dispuesto la Cuenta Corriente del Banco de Bogotá No. 081-688269 a nombre del Secretariado Nacional de Pastoral Social - Cáritas Colombiana

Lun 13 Feb 2023

Encuentro de Pastoral Social: “Nos vamos con el compromiso de seguir implementando estrategias para la paz”

Al concluir el Encuentro Nacional de Pastoral Social que se desarrolló en Bogotá del 1 al 3 de febrero, monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social ofreció un balance positivo del mismo. El prelado explicó que gracias a la dinámica del encuentro se logró estudiar y analizar de manera detallada el documento “Hacia una Pastoral para la Reconciliación y la Paz”, permitiendo plantear estrategias para que pueda ser luego socializado en otros ambientes eclesiales y sociales. El también obispo de Soacha, dijo que espera que los contenidos de este documento, sirvan de "insumo fundamental para que laicos, sacerdotes y comunidades religiosas, inspirados en la Palabra de Dios y las enseñanzas sociales de la Iglesia católica, se comprometan con criterios y acciones pedagógicas a en la construcción de paz junto a otras organizaciones e instituciones del país". Expuso además que, este documento tiene todos los contenidos para que en la práctica se implemente en las Jurisdicciones Eclesiásticas una Pastoral para la Reconciliación y la Paz, basado en la palabra de Dios y la enseñanza del Magisterio de la Iglesia. Cabe recordar que este documento “Hacia una Pastoral para la Reconciliación y la Paz” es fruto de un período de consulta realizado por la Conferencia Episcopal de Colombia, a diversos sectores eclesiales, donde se tuvieron presentes las opiniones y prácticas de algunos sectores de la sociedad civil y la comunidad internacional. En otro aspecto, destacó la riqueza del compartir de las experiencias presentadas por los diferentes delegados presentes en el encuentro, donde resaltaban sus logros, sus temores y planteaban sus interrogantes frente a la construcción de paz, al respecto afirmó el prelado “nos dedicamos a analizar cuáles eran los retos que se nos plantean como Iglesia en el actual contexto de la propuesta que hace el Gobierno Nacional hacia una ‘Paz Total’”. Por su parte, el padre Johnny Milton Córdoba Mosquera, director de la Pastoral Social de la Diócesis de Quibdó, quien participó de este espacio de diálogo, resaltó el compartir y las experiencias allí expuestas, resaltando como desde la Iglesia se continúa siendo constructores de paz en medio de las comunidades. “Las expectativas quedaron muy bien despejadas y es que todo esto que recibimos nosotros debe ser llevado y bajado a las comunidades, porque o sino no tiene ningún sentido que hayamos recibido todo esto que nos ha impartido el Secretariado Nacional de Pastoral Social -SNPS”. El religioso exhortó a no dejarse robar la esperanza, más en estos momentos en los que el país gesta un proceso de paz, que para su concepto será posible si va tomado de la mano de Dios, por lo que hizo un llamado a los incrédulos a que crean que la paz es posible y empieza por cada uno. Durante el evento se llevó a cabo un conversatorio con el Alto Comisionado para la Paz, Iván Danilo Rueda Rodríguez, sobre las posibilidades de articulación entre el Gobierno nacional y el acompañamiento de la Iglesia para el desarrollo de acciones de paz en las regiones. En su intervención, el Alto Comisionado para la Paz señaló concordancias profundas en relación a los principios propios del Evangelio y lo que se espera de la política de gobierno en relación con “la paz total”, reconociendo que la paz es sinónimo de justicia social y requiere de tres principios éticos para su desarrollo: 1. La ética del respeto a la vida; 2. la ética fundada en el diálogo y escucha, y, 3. la ética de la honestidad. El Comisionado Rueda, señaló que, para dar el primer paso, es necesario concertar ceses al fuego con los grupos a nivel territorial y “pactos por la vida”, que den apertura al diálogo entre comunidades e integrantes de los grupos de violencia urbana y rural desde un enfoque de justicia restaurativa. Luego de socializar el avance en los diálogos, señaló importantes retos que aún persisten, como poder generar procesos de comunicación de manera diferente donde la ética de la honestidad esté en el centro de la práctica de la construcción de la paz. Por esta razón, expresó la intención del Gobierno nacional de articularse con los señores Obispos y Directores de Pastoral Social, y extendió una invitación para aunar esfuerzos que permitan seguir construyendo escenarios dialógicos con los grupos armados que hacen presencia en los territorios, ya que se ha identificado que “cuando la Iglesia es mediadora o hace presencia en un espacio de diálogo, da confianza a los actores involucrados”, señaló el Alto Comisionado. Fuente: Of. comunicaciones SNPS

Vie 25 Nov 2022

Con envío misionero concluye IX Congreso Nacional de Reconciliación

Al concluir la novena versión del Congreso Nacional de Reconciliación, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, les dijo a los más de 450 participantes, que este cierre era un signo de envío misionero, donde cada uno se iba con el compromiso de llevar a las distintas regiones que representan un mensaje de reconciliación, de paz y esperanza. Siguiendo las lecturas del domingo de Adviento, que ya se aproxima, el prelado observó que este es un tiempo que nos lleva a la esperanza y esta, debe estar en un constante fortalecimiento. “Esa misión de reconciliación que queremos asumir y renovar todos nosotros, debe ir acompañada por una alta dosis de esperanza y esta nos falta a nosotros, como servidores de nuestras comunidades, pero que también le falta a nuestras comunidades”. Durante su homilía, advirtió que fácilmente se puede perder la esperanza porque no se ven los frutos rápido, “se puede perder la esperanza porque a veces vemos más lo negativo que lo positivo, lo que está creciendo, lo que está empezando, lo que empieza a germinar y algunos podemos mirar hacia atrás y decir este es el noveno congreso, llevamos muchos años reflexionando, orando, trabajando, comprometiéndonos en el tema de la paz y de la reconciliación y como dice el salmista, cuando decimos paz, los demás gritan guerra. Pareciera que terminamos una fase de la guerra y empezáramos otra y no solo a nivel regional y nacional, sino internacional”. El directivo en tres puntos describió lo que significa el compromiso de un envío misionero. Primero. Una celebración de envío, es una celebración misionera que nos debe fortalecer, que debe enviarnos a nuestros territorios pensando en que hay un Adviento, en que hay una esperanza social de transformación. Segundo. A la luz de la segunda lectura, nosotros pensemos que hay un Adviento y hay una esperanza personal, cada uno de nosotros también va a ser revestido de Cristo y se va a poner a caminar con dignidad en el amanecer de nuestra vida personal. Tercero. Como iglesia debemos estar muy atentos, no sabemos cuándo será, no podemos atrevernos, ni aventurarnos a decir ni con catástrofe, ni con demasiado optimismo, llegará el Señor tal día, pero que eso haga parte de nuestro caminar diario. Que nada quebrante esa esperanza que debemos comunicar y cultivar en nuestras comunidades. «La higiene de la esperanza» Por su parte, el padre Rafael Castillo, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, al cierre del Congreso se refirió al tema de la «higiene de la esperanza», señalando que la esperanza no es una simple decisión de la voluntad personal, ni es tampoco un puro don de Dios ajeno enteramente a la responsabilidad personal, dijo que, es más bien una combinación de ambos aspectos. “Muchas veces lo que más influye en el tono de nuestra esperanza es el manejo adecuado o desacertado que demos a los factores que diariamente acosan nuestra esperanza. No basta decidir tener esperanza (voluntarismo) ni basta poner la confianza en Dios (espiritualismo). Es necesaria también la «higiene de la esperanza»”. Enumeró varios factores que amenazan hoy a los pobres: la recesión económica, la violencia, el desempleo, el creciente número de jóvenes que dejan las universidades, estos y otros aspectos agregó, son los que hacen que las personas pierdan las ‘utopías de referencia’ y disminuyan el sentido de sus vidas, haciendo con ello que muchos entren en crisis personales, como depresiones psicológicas y síntomas psicosomáticos. Frente a esta realidad, el directivo observó que es cuando más se requiere llevar una adecuada «higiene de la esperanza», por lo que formulo cuatro caminos para prevenirla. En primer lugar, no se debe echar más leña al fuego cultivando pensamientos negativos y cayendo en la polarización que ya es fragmentación. “Hoy se nos urge mirar y hacer un balance de lo positivo y bueno que ha sucedido y de las conquistas que se han logrado (…) El recorrido hecho hasta ahora es un llamado a subir al siguiente escalón. No son pocos los escalones que faltan”. En segundo lugar, es importante aprovechar cuanto la historia enseña. “Lo que nos está pasando es duro y no es poco. Es una de las tantas “horas bajas” en 200 años de Republica. No creo que sea la más baja pero sí, muy probablemente, la más esperanzadora. En Colombia cuando las cosas no han estado bien siempre hemos contado con hombres y mujeres en condición de componerlas. Hay huellas en el barro de nuestra historia como Nación”. En tercer lugar, "es importante fortalecerse con el recuerdo del testimonio de todos aquellos, gente del común como nosotros, que en situaciones semejantes a las que hoy vivimos, supieron aguardar con paciencia el paso de las inundaciones del invierno, sin renunciar a sus convicciones ni hurtarse al oprobio que por ellas tuvieron que soportar”. En cuarto lugar, "debemos tener y recordar el propio proyecto de Nación que los jóvenes nos están mostrando con los diferentes sectores sociales. “Si los motivos siguen ahí, intactos, o incluso incrementados, no hay razón válida para desistir. Al contrario: hoy tenemos nuevos motivos. No perdamos el ánimo, que ya empiezan a despuntar los signos de un nuevo amanecer”. Símbolo del envío misionero Al cierre de este Congreso que se celebró en la ciudad de Bogotá, del 22 al 24 de noviembre, sus organizadores: la Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS) y la Comisión de Conciliación Nacional, hicieron entrega a cada participantes de una manilla: “Los Artesanos de la Paz”, esta como signo del envío misionero. Con este signo se quiso exaltar la memoria de monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo emérito de Tunja y quien dedicó su servicio y entrega pastoral en favor de la paz y la reconciliación.

Sáb 1 Oct 2022

¡El derecho a la vida, a todos nos convida!

Por: Padre Rafael Castillo Torres - Bajo el lema “No mataras, no desaparecerás”, nuestra Nación celebra este domingo, dos de octubre, una jornada por la vida y la reconciliación. Será una jornada que ha de contribuir a tres cosas muy concretas: desescalar el conflicto armado con todos los actores para que no se siga disparando y quienes tienen “piedras en sus manos, las suelten”; distensionar nuestras relaciones para propiciar el dialogo social desde la cultura del encuentro y proteger y preservar la vida de todos, especialmente de las víctimas y los más vulnerables. No obstante, este buen propósito, reconocemos que avanzamos en esta campaña constatando los esfuerzos de algunos por ocultar la indignación que siente la Nación frente a las ejecuciones extrajudiciales, la desaparición de las víctimas, la eliminación de pruebas, la intervención de fuerzas oscuras que son verdaderos escuadrones de la muerte, así como la “prohibición” de investigaciones verdaderamente imparciales. Por otra parte, el clima que se vive en algunas conversaciones está a menudo tejido de palabras injustas que reparten condenas y siembran sospechas. Palabras dichas sin amor y sin respeto, que envenenan la convivencia y hacen daño. Palabras nacidas casi siempre de la irritación, la mezquindad o la bajeza. Nos movemos en contextos en que lo corriente es la vulgaridad, el lenguaje desvergonzado y hasta procaz. Hemos constatado, en estos días, cómo no faltan quienes, desde la conquista de un mal llamada “libertad de expresión”, se expresan de forma irreverente frente lo sagrado, profanando lugares, violando derechos y utilizando una terminología grosera e indecente. Parece que el lenguaje amable o las palabras educadas han caído en la obsolescencia y a ello se le suma, en la “epilepsia de las redes sociales”, el mal gusto y la transgresión. Frente a todos estos desafíos se nos urge abrir caminos de reconciliación. La salud moral de la nación así lo exige. La reconciliación no nos puede quedar grande a nosotros. La paz, estable y duradera, que buscamos, tiene que ser una realidad operante y orientadora. Tenemos que producirla desde los procesos locales; crearla desde la casa, la parroquia y la calle, sin ser ingenuos sino ingeniosos para trascender los contrapunteos del cálculo político. Nos hace bien reconocer nuestros límites: “somos un país moralmente enfermo y con fracturas múltiples”. Cómo Iglesia que se siente llamada a ser instrumento de reconciliación y concordia, nos hacemos una pregunta: ¿Cuáles serían esas enfermedades que hoy nos aquejan y que debemos enfrentar para lograr ser una sociedad reconciliada y en paz? La primera enfermedad es nuestra memoria patológica. Hemos sembrado resentimientos y venganzas a causa de los odios vividos. Han sido cadenas de violencia y de muerte. La purificación de la memoria es terapia necesaria para reconocer los daños causados, repararlos y comenzar una nueva etapa sin mirar atrás. La segunda enfermad es haber sacrificado la verdad. En este sacrificio aparecen la guerra y la violencia como hijas nefastas de la corrupción. Aquí la terapia es que resplandezca la verdad. Tanto en la reconciliación como en la renovación le debemos obediencia a la verdad. La tercera enfermedad es el “eclipse de la vida”, tan patente entre nosotros ahora que se promulgan leyes injustas que atentan contra la vida inocente, como si fuera poco cuanto acontece en la Colombia de las bases y de las periferias existenciales. Urge parar el desprecio a la vida prohibiendo matar. La vida del más humilde campesino nuestro, vale mucho más que todo el patrimonio de la nación junto. Aquí la terapia es una movilización por la vida como un don sagrado, tal y como lo hicimos hace 25 años en el Viacrucis por la Vida. La cuarta enfermedad es la “cainización de la vida”: “Y dijo Dios a á Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé; ¿soy yo acaso guarda de mi hermano? Y Dios le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Cainizar la vida es lo mismo que “sálvese quien pueda”. La terapia es un ejercicio muy audaz de la de la solidaridad en la que todos nos preocupamos por todos. Sería hacer de la seguridad humana nuestro ethos cultural. Y la quinta enfermedad es la ideologización de la esperanza, la cual surge cuando cambian las perspectivas de un desarrollo humano integral por las salidas violentas y egoístas o por el facilismo, estilo propio del consumismo. La mejor terapia es cultivar la esperanza defendiendo la naturaleza, haciendo un trabajo laborioso y viviendo con austeridad para que no nos ahoguemos. Desde el secretariado Nacional de Pastoral Social/ Cáritas colombiana, los invitamos a participar de esta campaña que llena de sentido y esperanza el camino hacia la paz y la reconciliación, no sin antes reconocer que es una equivocación y una incoherencia condenar con toda clase de repulsas las muertes violentas y avivar, al mismo tiempo, entre nosotros, una agresividad tan estéril como peligrosa. Padre Rafael Castillo Torres Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Caritas colombiana

Sáb 24 Sep 2022

Jornada Mundial del Migrante y Refugiado: "Que ellos no caminen más de la cuenta..."

En el marco de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, que la Iglesia Católica anima este 25 de septiembre, monseñor Juan Carlos Barreto, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, hace un llamado a todo el pueblo colombiano, de manera especial a los cristianos católicos, para que este día, sea una ocasión para generar en la sociedad espacios de inclusión. “Es necesario como lo dice el Papa que miremos el futuro acogiendo a los refugiados y a los migrantes, no excluyéndolos de la sociedad, sino acogiéndolos, acompañándolos, integrándolos y brindándoles las oportunidades necesarias”. El también obispo de Soacha, invita para que esta fecha no pase desapercibida en el corazón de los colombianos, antes bien, sea aprovechada para la oración y la participación en las diferentes jornadas que se programen desde la Iglesia. “Que vivamos esta jornada unidos al sufrimiento de muchos, pero también a la esperanza que tienen los migrantes y los refugiados, de ser acogidos en diferentes contextos sociales”, señala el prelado. Testimonio de gratitud a las Cáritas Por su parte el padre Rafael Castillo Torres, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS), agradece e invita a interiorizar el mensaje enviado por el Papa Francisco titulado: “Construir el futuro con los migrantes y refugiados”, que exhorta a reconocer que el futuro de la humanidad pasa también por el reconocimiento y la acogida que se le debe dar a los migrantes y refugiados. En este contexto agradece el testimonio y permanente trabajo que desde las Cáritas latinoamericanas y bolivianas se viene desarrollando en favor de esta población vulnerable. “Allí estamos acompañando y resignificando la vida y la esperanza de nuestros pueblos como Cáritas hermanas, no solamente el grupo de trabajo por Colombia, sino también las Cáritas latinoamericanas y este grupo fuerte de las caritas bolivarianas”. Dos grandes desafíos para con los migrantes El directivo al recordar que somos un pueblo en marcha, un pueblo de esperanza, invita a agradecer a Dios y pedir de él la gracia para fortalecer la fe, la vida y el caminar juntos en la solidaridad como lo invita el Papa Francisco, siempre en favor de esta población que muchas veces es discriminada y aislada. Por lo anterior, propone avanzar en dos grandes desafíos que permitan el acercamiento y el apoyo a los migrantes y refugiados. Ellos son: “primero, reconocer que ellos no son unos extraños, son personas que no conocemos; y segundo, que ellos no caminen más de la cuenta y que al llegar hasta nosotros sientan que verdaderamente valió la pena”. Un llamado desde la Iglesia para “acoger, proteger, promover e integrar” Recordemos que el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado del año 2018, señalaba que “no podemos desconocer el drama de millones de personas que huyen de la violencia y las guerras, y también como una expresión de solidaridad y responsabilidad con todas las personas refugiadas”, por lo que propuso como respuesta común la de articular los esfuerzos entorno a cuatro verbos: “acoger, proteger, promover e integrar”. Atendiendo a este llamado, el directivo observa que desde la Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Secretariado Nacional de Pastoral Social - Cáritas colombiana, se hace la invitación a seguir atendiendo y acogiendo a esta población, resaltando de ellos, las potencialidades y las fortalezas que tienen, siendo esto un hecho positivo como aporte para el enriquecimiento de todos. Conozca la agenda de actividades programada por el SNPS DESCARGUE AQUÍ

Mié 31 Ago 2022

¡Abramos juntos Caminos de humanidad!

P. Rafael Castillo Torres - La paz no nacerá, ni nos llegará, espontáneamente de unas actitudes violentas. Una cosa es la paz que se firma… y otra son las paces territoriales. Ambas muy necesarias. Los desaciertos que hemos tenido hasta hoy, sólo han traído enormes retrocesos que han contribuido, en gran manera, al dominio territorial que hoy tienen las estructuras mafiosas y las organizaciones criminales. Organizaciones que nos han mostrado, con su accionar, que sí son capaces de paralizar y de controlar, tanto las pequeñas comunidades de la Colombia de bien adentro, como cualquiera de nuestras principales ciudades capitales. Verbigracia la ciudad de Barranquilla. La paz verdadera requiere un clima social, propicio. ¿Qué actitudes concretas deberíamos asumir en aras de poder superar “la torpeza de la pasionalidad política” que ha acompañado por décadas nuestra Nación? 1. Rechacemos, no solo interiormente, sino también de manera pública, los crímenes de los violentos. Nadie puede identificarse con sus objetivos que hoy golpean cobardemente la vida de soldados y policías. Nuestra conciencia antecede todo. Defendamos, unánimemente, nuestras instituciones, la vida y los derechos fundamentales de la persona. 2. Demostremos a los violentos y a los enemigos de la paz, cuál es la voluntad de esa Colombia profunda, sola y abandonada, que no solo vive en el purgatorio de su pobreza, sino también en el infierno de su miseria. Esos grupos creados para asesinar líderes sociales, al igual que todos los actores armados ilegales y quienes dentro del Estado, de manera equivocada, pretendan reactivar prácticas ignominiosas, deben entender que no pueden seguir actuando contra nuestra voluntad. 3. Tengamos claridad sobre la asignatura que está pendiente: Pasar de un acuerdo firmado, a una paz en permanente construcción. Esta paz es más importante que el gobierno de turno y que el saliente y que la polarización en el Congreso. Es una paz que está por encima de los intereses particulares y de las pretensiones partidistas de aquellos que no se ruborizan ni sienten vergüenza. No es justo impedir la paz, dificultarla o retrasarla. Aprovechemos como conviene los aires los buenos propósitos de dialogo y de reconciliación. 4. Aprendamos de San Oscar Arnulfo Romero, quien siempre buscó resolver los problemas de su pueblo por las vías dignas del ser humano, por caminos de humanidad. Dios no nos creó para vivir en la violencia y en el odio, sino para que nos entendiéramos buscando lo mejor para todos. 5. Apoyemos y defendamos los acercamientos y entendimientos que nos alejen del enfrentamiento destructor. Renunciemos a los extremismos faltos de realismo y que no ayudan. Dejemos de lado las reacciones viscerales y sus consignas de odio y venganza. 6. Persistamos en la búsqueda de la verdad. No la deformemos por intereses partidistas, ni la sacrifiquemos por ninguna estrategia. La mentira impide el entendimiento y la ceguera genera violencia. La paz la transitamos por caminos objetivos procurando esclarecer las razones enfrentadas, lo cual nos exige creer en la justicia transicional, que sí es justicia. 7. Introduzcamos, como nación, nuestra capacidad de perdonar. De la nobleza del perdón, nos llegarán las buenas energías para construir nuestro futuro de nación. Oremos al Dios de la Paz por estas intenciones. Padre Rafael Castillo Torres Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Caritas colombiana