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pascua 2016

Dom 2 Oct 2016

Del miedo a la esperanza transformadora

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil - Ahora se abre para Colombia una oportunidad de construir propuestas de paz cuando uno de los actores, entre tantos conflictos, ha decidido con el gobierno de turno terminar su escalada terrorista y guerrera que tanto daño le ha hecho a Colombia. Se comienza a desatar uno de los nudos del conflicto. Y todos los colombianos como artesanos de la paz tenemos la obligación moral de colaborar desde nuestros propios ámbitos a esta construcción. Pienso que es una oportunidad que no debemos dejar pasar. No le estamos apostando a ningún político y a ninguna organización guerrerista como lamentablemente las redes lo están haciendo. Por lo menos mucha gente se ha pellizcado para saber con mayor objetividad que es lo que está pasando. Le apostamos solo a Colombia para que no se siga desangrando entre hermanos. Le apostamos a recuperar conciencia de humanidad más sensible a la grandeza de la dignidad de la persona, de sus derechos y deberes, que por tantos años de guerra se ha revestido de un caparazón que nos ha vuelto más guerreros que personas. En la construcción de una nueva Colombia escuchamos la exhortación del salmista: “Ojalá escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón” Como discípulos misioneros de Jesús renovamos nuestro compromiso de seguir trabajando por la paz de Colombia. Seguimos con mayor énfasis construyendo procesos de evangelización para que Jesucristo sea conocido y amado. “él es nuestra paz y ha derribado el muro que nos separaba, el odio. (Efesios 2,4). No permitimos que nos siembren miedos apocalípticos porque nos encerramos en nosotros mismos y el mundo se sigue dividiendo. Somos seguidores de Jesús que nos invita a ser hombres y mujeres de esperanza transformadora, trabajadores por la justicia y la equidad, abiertos e incluyentes a las nuevas culturas, capaces de amar, perdonar y tener misericordia con los que han sido enemigos, tejedores de fraternidad y respetuoso de las personas aunque piensen distinto. En este momento nos caen muy bien las palabras de Pablo a 2Timoteo 1, 7 “Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza” para ayudar a nuestro querido pueblo Colombiano al perdón, la reconciliación y la solidaridad. Finalmente no podemos ser ingenuos para desconocer los riesgos de toda negociación entre personas. Sabemos que los acuerdos no son perfectos. Pero que se acabe la guerra fratricida con uno de los principales actores del conflicto en Colombia es ganancia para todos. Por eso nosotros seguidores de Jesús, príncipe de la paz, oramos para que el Espíritu Santo nos ilumine a todos y podamos, tomados de las manos, sacar adelante este ejercicio de reconstrucción de un país que no quiere de ninguna manera repetir la absurda historia de guerras en el pasado. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Mié 30 Mar 2016

Paz con “S” de pascua

¿Será cierto aquello de que “en Colombia todos queremos la paz..! ¡Quién no la va a querer!”? O ¿Será uno de esos auto-engaños a que nos acostumbran y nos acostumbramos para que cada quien siga con lo suyo y nunca nos comprometamos a participar de lleno en lo que tiene que ver con todos? Al convocar al pueblo cristiano y a quienes han estado alejados del encuentro espiritual y eclesial con Jesucristo, especialmente en estos DIAS SANTOS que muchos dedican a otros fines, pongo de presente la necesidad de tomar una decisión histórica, personal y comunitaria, social y política, que es la de la responsabilidad moral de cada persona con su País, con el sentido de Nación, más allá de cualquier diferencia. Es una oportunidad para el acercamiento entre quienes estamos distanciados de diversas maneras. Es una oportunidad para la escucha y para expresar a través de la palabra y no de la mera pasión, los derechos que hemos negado o nos han negado, los deberes que hemos incumplido, las ofensas que nos hemos hecho, los daños que tenemos que reparar, las heridas que necesitamos sanar y cicatrizar, los pasos que podemos dar para escribir una historia distinta. Es una oportunidad para reencontrarnos con la belleza, la dignidad y grandeza de toda vida humana, con la posibilidad del amor como motor interior de la vida personal y social, con el trabajo honrado y constructivo de un futuro mejor, con la familia y la vecindad, con la naturaleza y entorno ambiental que claman por nuestro cuidado común, en fin, con ese “principio esperanza” que es el medio vital para que sobrevivamos y tengamos propósitos con futuro. Hay oportunidades que no se dan todos los días. La paz de Colombia es una de ellas. “No podemos darnos el lujo de fracasar nuevamente en el intento”, nos ha dicho el Papa Francisco, cuando visitó Cuba. La Pascua cristiana, centrada en el “morir ahora y nacer para siempre” con Cristo, celebrando su pasión, muerte y resurrección como un acontecimiento que recrea el ser de cada uno y la historia de todos, es, sin duda alguna, la más cierta manera de vivir la paz que nos da el Resucitado, superando miedos y prevenciones, encierros y violencias, como lo hace al presentar sus estigmas de Crucificado a los dispersos y cobardes discípulos que lo abandonaron. “Les traigo la Paz”, es el grito del Domingo de Pascua. Es la “Paz” con “S” de Pascua. Es la paz que surge de un espíritu humano que se sumerge en la gracia del Resucitado, gracia bautismal de morir al mal y al pecado, a la mentira y al “padre de la mentira”, y se integra a ese tronco de vida nueva que es Cristo Jesús, que es la Iglesia de sus discípulos, de pecadores perdonados, capaces de perdonar y en proceso permanente de conversión y crecimiento (Vigilia Pascual del Sábado Santo). Te invito a ver más allá de tus posiciones estáticas y negativas y a aportar tu oración, tu presencia, tu voluntad de cambio, al pueblo creyente y a la sociedad colombiana. Los invito y convoco a la Semana Santa 2016 en Cali y en cada territorio del País. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali.