Pasar al contenido principal

puerta santa

Jue 10 Nov 2016

"La familia es una vocación; es un llamado de Dios"

Con el paso por la Puerta Santa de cientos de familias y la celebración de la Eucaristía presidida por monseñor Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín, esta iglesia particular celebró el último jubileo del año de la Misericordia, que esta vez convocó a las familias para que vivieran en la oración y la unidad, el amor misericordioso de Padre. En su homilía, monseñor Tobón Restrepo comentó que la familia está siendo blanco de los ataques de muchas ideologías y organizaciones que pretenden destruirla por ser el lugar donde se fundamenta el amor entre el hombre y la mujer, y por estar destinada a ser el santuario del ser humano. "La familia estorba para una visión secularista del mundo sin Dios; la familia estorba para el placer desmedido sin ningún criterio (...) la familia estorba para mantener el orden establecido que hace que la humanidad camine segura por el proyecto de Dios", aseguró el Prelado. "Hemos venido aquí a pedir la gracia de Dios para que nuestras familias vivan la misericordia y transmitan a todos el amor del Padre. No podemos entregarle el matrimonio ni la familia a los placeres, a lo que nos sirve y desechamos fácilmente. Sin la familia no se sostiene el ser humano... no se sostiene la sociedad", puntualizó. Por otra parte Sergio Guzmán Acosta, quien asistió con su esposa y sus dos hijos señaló que es fundamental celebrar en este jubileo en familia porque es sembrar en el corazón de los hijos el amor de Dios. En esta celebración eucarística también se oró en acción de gracias por la culminación de la jornada denominada "40 días por la vida", en la cual un colectivo de activistas provida realizaron oraciones al frente de diferentes centros donde se practica el aborto legal con el fin de concientizar el valor que tiene la vida desde el momento de la concepción evitando que las madres aborten a sus propios hijos. Cierre del año jubilar La misa de clausura del Año de la Misericordia se realizará este domingo, 13 de noviembre, a las 12:00 m. en la Catedral Metropolitana. Allí los feligreses que no asistido a ninguna de los jubileos de este año, podrán pasar por última vez por la Puerta Santa y alcanzar la indulgencia plenaria otorgada por el Santo Padre. Fuente: Of. comunicaciones Arq. de Medellín

Mié 9 Dic 2015

¿Por qué es necesario un Jubileo de la Misericordia?

El Papa Francisco dedicó la Audiencia General de este miércoles a explicar las razones que le han llevado a convocar el Jubileo de la Misericordia que inauguró ayer con la apertura de la Puerta Santa y que concluirá el 20 de noviembre de 2016, fiesta de Cristo Rey. En su Catequesis de este día reconoció además que la necesaria renovación de las instituciones y estructuras de la Iglesia son un medio para vivirla. “¿Por qué un Jubileo de la Misericordia? ¿Qué significa esto?”, preguntó. “La Iglesia tiene necesidad de este momento extraordinario. ¡No digo que es bueno, no!, digo: la Iglesia tiene necesidad”. “En nuestra época de profundos cambios, la Iglesia está llamada a ofrecer su particular contribución, haciendo visibles los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Y el Jubileo es un tiempo favorable para todos nosotros, porque contemplando la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del pecado, podemos ser testimonios más convincentes y eficaces”. El Papa explicó entonces que “dirigir la mirada a Dios, Padre misericordioso, y a los hermanos necesitados de misericordia, significa poner la atención sobre el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo, la Misericordia hecha carne, que hace visible a nuestros ojos el gran misterio del Amor trinitario de Dios”. Así, “celebrar un Jubileo de la Misericordia equivale a poner de nuevo en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades lo específico de la esperanza cristiana”. Francisco aseguró que el Año Santo “es ofrecido para experimentar en nuestra vida el toque dulce y suave del perdón de Dios, su presencia junto a nosotros y su cercanía sobre todo en los momentos de mayor necesidad”. El Papa subrayó que a Dios le gusta sobre todo “perdonar a sus hijos, tener misericordia con ellos, para que también puedan, al mismo tiempo, perdonar a los hermanos, resplandeciendo como antorchas de la misericordia de Dios en el mundo”. “San Ambrosio, en un libro de teología, toma la historia de la creación del mundo y dice que Dios cada día después de haber hecho una cosa, la luna, el sol o los animales… la Biblia dice: ‘y Dios vio que esto era bueno’, pero cuando hizo el hombre y la mujer la Biblia dice: ‘Dios vio que esto era muy bueno’. San Ambrosio se pregunta: ‘¿por qué dice muy bueno?, ¿por qué Dios está tan contento después del hombre y la mujer?’. ‘Porque al final tenía a alguien a quien perdonar’. La alegría de Dios es perdonar. El ser de Dios es misericordia, por eso este año debemos abrir el corazón”, improvisó el Papa. El Santo Padre afirmó después que “también la necesaria obra de renovación de las instituciones y de las estructuras de la Iglesia son un medio que debe conducirnos a tener la experiencia viva y vivificante de la misericordia de Dios que, sola, puede garantizar a la Iglesia ser esa ciudad puesta sobre un monte que no puede permanecer escondida”. El Papa aseguró que el objetivo de la Iglesia en este Año Santo es el encuentro con Jesús, “como Buen Pastor que ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos”. “Así reforzaremos en nosotros la certeza de que la misericordia puede contribuir realmente a la edificación de un mundo más humano, especialmente en nuestro tiempo en el que el perdón es un invitado raro en los ambientes de la vida humana”. En opinión del Papa, la Iglesia tiene mucho que hacer en este tiempo “y yo no me canso de recordarlo”. Pero “se necesita darse cuenta de que en la raíz del olvido de la misericordia está siempre el amor propio”. “En el mundo esto toma la forma de la búsqueda exclusiva de los propios intereses, de placeres y de honores unidos a querer acumular riquezas, mientras en la vida de los cristianos se viste a menudo de hipocresía y de mundanidad”. “Los movimientos del amor proprio, que hacen extranjera la misericordia en el mundo, son tan numerosas que a menudo no podemos ni siquiera reconocerlos como límites y como pecado”. Esto explica “porqué es necesario reconocerse pecadores, para reforzar en nosotros la certeza de la misericordia divina”, aseguró. “¿Es ingenuo creer que esto puede cambiar el mundo?”, se preguntó. “Sí, humanamente hablando es de locos, pero la locura de Dios es más sabia que los hombres, o lo que es igual, la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres”, dijo para terminar.