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samaniego

Jue 20 Ago 2020

Obispo de Ipiales pide mayor acción del Gobierno sobre comunidades

Frente al recrudecimiento de la violencia en el territorio nariñense, el obispo de la diócesis de Ipiales, José Saúl Grisales Grisales, ha dicho que es su deber como pastor expresar el repudio por las continuas violaciones de los derechos humanos que se cometen sobre la población. “Es misión propia del Pastor Diocesano hacer suyas las expresiones de repudio por las continuas violaciones a los derechos humanos, recrudecidos en los últimos días con las muertes de varias personas en Samaniego y ahora en el municipio de Ricaurte, en la zona que habita la comunidad indígena Awá”. A través de un comunicado, dejó ver la preocupación por los permanentes atentados que se presentan contra la vida humana y el deterioro de la convivencia social en esta región del país, lo que impide “vivir con alegría, seguridad y dignidad”, precisa. Subrayó que han sido varios los espacios donde la Iglesia y otras organizaciones han puesto de manifiesto estos atropellos contra la población, solicitando de las autoridades municipales y departamentales accionesque “permitan vivir en paz, en esta tierra que la Divina Providencia nos ha regalado”. Mayor atención a los territorios de los Awá En el pronunciamiento, también, pidió a las autoridades revisar lo que está pasando en este territorio ancestral Awá, donde cada día esta comunidad indígena se ve limitada al pleno desarrollo de sus proyectos de vida. “Es urgente se activen medidas de protección por parte de las autoridades nacionales y de los organismos humanitarios, en coordinación con las autoridades indígenas, para salvaguardar la vida y favorecer el cumplimiento de todos los derechos que como personas humanas y como indígenas tienen en la sociedad”. Jornada de oración por la paz del territorio Frente a esta preocupante realidad el obispo ha convocado a toda la comunidad cristiana para que el próximo domingo, 23 de agosto, se unan a una jornada de oración, donde se pida por la paz de esta región y del país. “El Señor nos llama la atención cuando en su Palabra Divina nos pregunta, “¿Dónde está tu hermano?“, porque es responsabilidad de cada uno hacerse prójimo de quien está a su lado y velar por su bienestar, alertando a las autoridades cuando tenemos conocimiento de situaciones que atenten contra la vida y la paz”. Finalmente, expresó a las familias de los fallecidos en el municipio de Samaniego, como a las autoridades de la organización indígena Camawari, su saludo de cercanía y manifestación de seguir trabajando como Iglesia por el bienestar de las comunidades. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mar 18 Ago 2020

"El horror de la guerra en distintas regiones sigue pisoteando la vida humana"

Con estas palabras el arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, se pronunció mediante un comunicado rechazando enfáticamente las masacres cometidas en los últimos días contra jóvenes en Cali y Samaniego (Nariño). Dijo que estos hechos ponen de manifiesto la guerra que se sigue librando en varias regiones del país. “podemos estar con ‘tapabocas’ pero no podemos callar ante la creciente violencia que se enseña contra nuestros pueblos, como un monstruo destructor que crece en nuestro País”. El prelado observó que es imposible callar ante el hostigamiento y la presión despiadada que cometen los grupos armados, atentando así contra las comunidades rurales y urbanas, coartando la libertad de los pueblos, estas acciones, dice el arzobispo, generan una anticultura de muerte y de miedo. “No podemos callar ante grupos que torturan a campesinos, indígenas, afrocolombianos, a hombres y mujeres. No podemos callar ante las amenazas y asesinatos de reincorporados en el proceso de paz, no podemos callar cuando fuerzas macabras pretenden destruir a sangre y fuego la esperanza de los colombianos”. En su declaración evocó un mensaje del papa Francisco de este año para la Jornada Mundial de Oración por la Paz “En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana. Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo”. (Papa Francisco, 1 de enero 2020). Frente a este llamado del Papa y al referirse al recrudecimiento de la violencia que azota al país, clamó de manera especial por el fin de la guerra que se libra en regiones como el Chocó, en el Valle del Cauca, en el Cauca, en Nariño, en el Putumayo y en toda la región Amazónica, en Arauca y en los llanos, en el Catatumbo, en el Magdalena Medio, en el Bajo Cauca Antioqueño, en Córdoba, en Urabá. Así también el llamado vehemente fue para pedir por la paz en las ciudades y en los campos. “En medio de la pandemia llamamos a un cese al fuego, llamamos a combatir unidos contra el narcotráfico, llamamos a la reconciliación social, política, económica y ecológica”. Por último, hizo una invitación a todos los líderes del país a trabajar unidos e implementar una cultura del diálogo veraz, responsable y fraterno. “No permitamos que crezca la perversión de nuestras relaciones sociales, no permitamos que crezca el miedo recíproco que nos obliga a vernos como enemigos, no nos encerremos en eternas polémicas estériles mientras los más pobres en nuestras regiones y en las periferias de nuestras ciudades quedan abandonados a la indiferencia total, a la muerte como noticia que llega y simplemente pasa. Necesitamos un pacto ciudadano por la paz, por la vida y la reconciliación”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]