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sínodo de la familia

Jue 16 Mayo 2019

¡Día de la madre!

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - Necesario reconocer, por decirlo así, a dos madres inseparables: nuestra madre terrenal, la de cada uno de nosotros y a María, Madre de la Iglesia y de la humanidad. En el mes de mayo, es costumbre resaltar esta doble maternidad en ambientes civiles y culturales, así como también, eclesiales. Y es muy loable que suceda, pues el reconocimiento de la maternidad, va asociado necesariamente al valor del respeto, cuidado y transmisión de la vida humana y su dignidad inalienable, valor sin el cual no podría existir equilibrada y coherentemente, incluso la misma sociedad. En términos tan positivos, en relación con la maternidad hay abundante pensamiento a nivel universal, pero sin duda existe una atalaya permanente en su valoración, entre otras expresiones religiosas, en la tradición judeocristiana. Y no podemos olvidar que este pensamiento va asociado por consecuencia, al reconocimiento de la dignidad de la mujer, sus derechos y deberes y del lugar propio que ha de ocupar en la construcción social, cultural y eclesial. Quisiera simplemente, por confirmar esta apreciación, citar textualmente al papa Francisco con ocasión de la Audiencia General del 7 de enero de 2015, año del Sínodo de la Familia, cuando se refirió especialmente al significado y situación de las madres: “Toda persona humana debe la vida a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual. Pero la madre, aun siendo muy exaltada desde el punto de vista simbólico - tantas poesías, tantas cosas bellas que se dicen poéticamente de la madre – es poco escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco considerada en su rol central en la sociedad”. Sin duda es una descripción realista de la maternidad en nuestros días en la que la comunidad cristiana, en primer lugar, “las madres, dispuestas a tantos sacrificios por los propios hijos y a menudo también por aquellos de los otros, deberían ser más escuchadas. Sería necesario – continúa Francisco – comprender más su lucha cotidiana para ser eficientes en el trabajo y atentas y afectuosas en familia; sería necesario entender mejor a qué aspiran para expresar los frutos mejores y auténticos de su emancipación”. Hasta aquí la cita. La celebración cada año del Día de la Madre, sería la mejor ocasión entre otras, para rendir el debido homenaje de amor, reconocimiento y valoración de nuestras madres, hecho en ambiente de verdadera paz, fraternidad y espíritu de genuina integración familiar. Así sería lo mejor y de hecho en el ambiente general se procura hacerlo de esta manera. Sin embargo, y es lo que quisiera resaltar en esta reflexión, es vergonzoso por lo menos en lo que se registra de Colombia, el resultado tan lamentable en homicidios por altercados, multiplicación exponencial de riñas, conflictos de pareja etc. registrados por el Instituto de Medicina Legal que considera este día como ¡el más violento del año!!! ¿No es ello signo patente de una sociedad que así se ha des-compuesto? Las cifras no dejan mentir: en 2017, fueron reportados 121 homicidios, 1.159 situaciones de violencia interpersonal, 518 de violencia de pareja, 2.012 de violencia intrafamiliar y 186 casos de violencia sexual. En 2018 aumentaron los homicidios y nos faltan los reportes de la fiesta de la madre de este año 2019. No es este resultado, motivo para pensar con preocupación y sacar conclusiones? + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Dom 1 Nov 2015

El abrazo de la Iglesia a las familias

El pasado 24 de octubre concluyó en Roma el Sínodo sobre la familia. Fueron numerosas las conjeturas e interpretaciones de diversos medios de comunicación, que desde la búsqueda de sensacionalismo o desde sus intereses ideológicos, conducían el agua a su propio molino. De modo particular, se quiso reducir la reflexión de esta asamblea episcopal al tema de la comunión eucarística para los divorciados vueltos a casar. Infortunadamente, no pocas personas se quedaron con la visión recortada o con las suposiciones de dichos medios de comunicación. El contenido real de la reflexión sinodal quedó consignado en las 94 proposiciones, llenas de sugerencias y de esperanza, que, aprobadas por la mayoría, le fueron consignadas al Papa para la elaboración de un documento conclusivo. Pero no le corresponde, ahora, sólo al Papa hacer una reflexión más, sino a toda la comunidad eclesial seguir caminando con las familias, desafiadas por muchas pruebas y a la vez sostenidas por la fuerza de Dios, para ayudarlas a vivir su profunda identidad y a realizar su indispensable misión en la Iglesia y en el mundo. La primera conclusión que podemos sacar de estos dos años de reflexión de la Iglesia es la necesidad de contemplar y agradecer el don de Dios que es la familia. Tenemos que hacer hincapié en la belleza de la familia: iglesia doméstica basada en el matrimonio entre varón y mujer, célula fundamental de la sociedad, puerto seguro de los sentimientos más profundos, único punto de conexión en una época fragmentada, parte integral de la ecología humana. Debemos incluso hacer más significativo el lenguaje de la Iglesia, para que el anuncio del Evangelio de la familia responda realmente a las aspiraciones más grandes del ser humano. Luego, urge sentir el deber de acompañar las situaciones familiares complejas y la realidad de las familias heridas o en situación irregular. Esto requiere un especial discernimiento de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia y con la experiencia de la gracia de Dios. Entre las ''sombras'' que se proyectan hoy sobre la familia el Sínodo cita el fanatismo político-religioso hostil al cristianismo, el creciente individualismo, la ideología de género, los conflictos, la pobreza, la inseguridad laboral, la coerción económica que excluye a la familia de la educación y la cultura, la globalización de la indiferencia que pone al dinero y no al ser humano en el centro de la sociedad, la pornografía y el descenso de la natalidad. Tiene en cuenta a los inmigrantes, a los refugiados, a los perseguidos, cuyas familias se disgregan y son víctimas que debemos acoger. No se olvida de las viudas y los viudos, de los discapacitados, de los ancianos y de los célibes por su compromiso en la Iglesia y la sociedad. Habla de la necesidad de valorizar la identidad y el papel del varón y de la mujer. De otra parte, dice que las personas con tendencia homosexual no pueden ser discriminadas. Frente a las dificultades de la familia no se trata solamente de decir que todo está bien o presentar una normativa, sino de tener el coraje de escuchar, acoger con ternura y buscar maneras de curar las heridas. La reflexión sinodal insiste en la necesidad de reforzar la preparación para el matrimonio, que no puede quedarse en cuatro o cinco clases antes de la boda. Es necesario formar la personalidad y la afectividad de los jóvenes para que aprendan a ser felices entregándose mutuamente. Hace un llamamiento a las instituciones, a las autoridades y a los católicos que participan en la política para que promuevan y protejan la familia y la vida, porque una sociedad que las descuida pierde su apertura al futuro. Es difícil sintetizar tantos temas; lo fundamental es acoger la invitación del Sínodo a trabajar seriamente porque cada familia sienta el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 27 Oct 2015

Conclusiones del Sínodo de la Familia

El resultado del Sínodo de la Familia es este documento de 94 puntos en el que hay decenas de propuestas. No hay condenas sino un mensaje de esperanza para quienes se deciden a formar una familia, y quienes están afrontando los obstáculos de ese camino. MIRAR DE OTRO MODO El documento presenta las dificultades de las familias. Lo hace sin miedo y las ve como una oportunidad. Por eso, los obispos piden a los cristianos que cultiven una mirada de comprensión y de esperanza ante realidades tan dolorosas, como la soledad o el fracaso matrimonial. Para el sínodo, ayudar a estas personas no significa decir que todo está bien. Significa tener el coraje de escuchar su dolor, acogerlas con ternura y buscar maneras de curar sus heridas. PREPARACIÓN AL MATRIMONIO Una de las ideas recurrentes del Documento es que se mejore la preparación al matrimonio. Hay acuerdo en que no es eficaz dar sólo cinco o seis clases antes de la boda. Aquí deben involucrarse mucho más las familias veteranas porque, si actúan con discreción y cariño, pueden ayudar a resolver los problemas normales de los primeros años de matrimonio. El Documento propone que las familias se impliquen más en la ayuda de otras familias, y no sólo en situaciones especiales sino también por ejemplo en el cuidado de los hijos, en su educación o en la atención de enfermos. APERTURA A LA VIDA Y EDUCACIÓN SEXUAL Los obispos proponen que los padres se impliquen realmente en la educación sexual de sus hijos. Esa educación es vital para sus vidas: una afectividad estable es la clave de la felicidad y de la duración de un futuro matrimonio. Además, enseñar a entregarse y a amar es imprescindible para entender que cada hijo es fruto del amor. PAREJAS QUE CONVIVEN El texto se fija también en los jóvenes que no están casados pero conviven establemente. Dice que muchos de ellos viven la fidelidad y la apertura a la vida, que son elementos propios del matrimonio. Por eso proponen una atención específica para ellos, para que se encaminen hacia la boda. Así aprenderán cómo la gracia del sacramento les puede ayudar a afrontar los desafíos de ese proyecto juntos. FORMAR LA CONCIENCIA Miren lo que dijo el Papa en el discurso de clausura del Sínodo: FRANCISCO "El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, llamar a la conversión y conducir a todos los hombres a la salvación del Señor". En el caso de las personas divorciadas que se han vuelto a casar civilmente y que quieren volver a recibir los sacramentos, el sínodo propone que un sacerdote les ayude a formar la conciencia y a descubrir en qué situación están ante Dios. En concreto dice que "la conversación con un sacerdote, en el foro interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre lo que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena a la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer". El documento del Sínodo recuerda que Juan Pablo II dijo que no es lo mismo una persona que ha sido abandonada injustamente, o quien ha destruido un matrimonio. PERSONAS HOMOSEXUALES En cuanto a las personas homosexuales, el Sínodo recuerda que Cristo "amó y murió por cada persona, sin excepciones", por lo que "cada persona, independientemente de su tendencia sexual, debe ser respetada en su dignidad, y acogida con respeto, evitando 'cualquier marca de injusta discriminación'". También dice que "no se pueden establecer analogías entre las uniones entre personas homosexuales y el proyecto de Dios sobre matrimonio y familia". FAMILIAS EMIGRANTES El sínodo no cierra los ojos al drama de quienes escapan de la guerra o la pobreza y habla de estas personas que se han visto forzadas a dejar su país para empezar una nueva vida. Los obispos piden que las diócesis y parroquias trabajen para que se respete la dignidad de estas las personas. Dice que deben ayudarlas y atenderlas teniendo en cuenta su cultura, sus creencias y sus tradiciones. En definitiva, los 94 puntos del rico documento tienen propuestas muy optimistas y sobre muchos otros temas. Por ejemplo, pide que se cuente con las mujeres en los procesos decisionales de la Iglesia; que los padres de familia no renuncien a proteger a su familia; que se cuente más con los abuelos y que las asociaciones trabajen para que se armonice el tiempo dedicado al trabajo y el que se dedica a la familia

Lun 19 Oct 2015

Que las familias ayuden a los pastores para llegar a los que están lejos

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Oscar Urbina Ortega, afirmó que es una gran riqueza lo visto en el Sínodo y dijo que a su regreso al país entrará con todo el ánimo para implementar lo aprendido. "Ha sido una riqueza muy grande el encontrarme con tantos padres sinodales de toda la tierra y entonces ver cómo las familias en cada uno de los lugares donde estamos tienen diversas preguntas, viven diversas situaciones, pero en el fondo este designio amoroso de Dios es para todas ellas. He aprendido mucho, me he enriquecido, voy muy contento porque en mi diócesis quiero hacer un trabajo sobre la renovación de la parroquia y un trabajo de acompañamiento pastoral a las familias", afirmó el jerarca. Monseñor Urbina Ortega en diálogo con Radio Vaticana, hizo un breve recuento de la situación de pobreza y violencia que se vive en el territorio llanero, hecho que según el prelado ha sido causa de una desintegración en la familia. "La familia ha perdido como su rostro porque el ser desplazado significa eso perder el rostro propio y poder sanar, poder recuperar ese es un gran desafío que yo en este momento tengo (...) La guerra también nos ha destruido en ese sentido y es a partir de una ética cristiana donde se pueden reconstruir las relaciones, primero en la familia para que se evite la violencia intrafamiliar y hacia afuera para que sean historias de paz, de perdón, de reconciliación y de amor", aseveró. El jerarca se mostró optimista de saber que los aportes que saldrán de este Sínodo serán muy comprensibles y de fácil aplicación para el desarrollo de una pastoral de la familia, que permitan buscar nuevos caminos para proteger los valores de la familia. "Yo pienso que el instrumento que saldrá de este Sínodo se está buscando que sea muy comprensible entonces la difusión y sobre todo la aplicación de él y el desatar en mi diócesis un compromiso muy grande de las familias que están más cercanas sean una mano, sean los pies, sean el corazón, sean los ojos que alargan nuestra presencia de pastores para llegar a los que están lejos, a los que sufren, a los que tienen necesidad de nuestro apoyo", aseguró. La XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos inició el 4 de octubre y sesionará hasta el próximo 25 del mismo mes, ha sido un espacio donde se ha debatido sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo.

Jue 15 Oct 2015

"No hemos sido capaces de acompañar a las familias rotas"

Así lo aseguró el cardenal colombiano Rubén Salazar Gómez en una entrevista que le realizó ROMEREPORTS. El purpuradobrindó algunas luces de cómo acompañar a las familias de una forma eficaz. CARD. RUBÉN SALAZAR Arzobispo de Bogotá (Colombia) "Yo me atrevería a decir que buena parte de los problemas que nosotros estamos viviendo en este momento en cuanto a familias disfuncionales, en cuanto a familias, -podemos llamarlas así-, heridas, con problemas, separaciones, etcétera, se debe en buena parte en que nosotros no hemos sido capaces de acompañarles suficientemente". En Colombia se repite la situación de muchos países: cada vez menos parejas se casan y las uniones son más inestables. Además, 8 de cada 10 niños nacen fuera del matrimonio. CARD. RUBÉN SALAZAR Arzobispo de Bogotá (Colombia) "Hay mucho embarazo de adolescentes. Hay como una cierta irresponsabilidad general frente al hecho de traer niños al mundo pero, al mismo tiempo, hay también como una poca conciencia de lo que necesitamos nosotros como una relación sólida y firme para construir familias también sólidas y firmes". Reconoce que no siempre se han encontrado los métodos apropiados para acercarse a estas familias pero que deben estar en el centro de las nuevas fórmulas pastorales. CARD. RUBÉN SALAZAR Arzobispo de Bogotá (Colombia) "Tenemos que trabajar con esas familias. No solamente con las familias clásicas bien construidas, con matrimonio católico, donde se vive una fe fuerte sino con estas familias, que son la inmensa mayoría de nuestra gente. Pienso que en Colombia ya hemos dado ese paso de tomar una pastoral familiar mucho más amplia que se dirija a todos". Durante la primera semana, el Sínodo se centró en el análisis de los desafíos para la familia, después los participantes reflexionaron sobre cómo la doctrina y el Evangelio ayudan a las familias. En los próximos días, se pondrán sobre la mesa propuestas concretas de acompañamiento para cada situación.

Jue 8 Oct 2015

El abrazo de la Iglesia a las familias

El pasado 24 de octubre concluyó en Roma el Sínodo sobre la familia. Fueron numerosas las conjeturas e interpretaciones de diversos medios de comunicación, que desde la búsqueda de sensacionalismo o desde sus intereses ideológicos, conducían el agua a su propio molino. De modo particular, se quiso reducir la reflexión de esta asamblea episcopal al tema de la comunión eucarística para los divorciados vueltos a casar. Infortunadamente, no pocas personas se quedaron con la visión recortada o con las suposiciones de dichos medios de comunicación. El contenido real de la reflexión sinodal quedó consignado en las 94 proposiciones, llenas de sugerencias y de esperanza, que, aprobadas por la mayoría, le fueron consignadas al Papa para la elaboración de un documento conclusivo. Pero no le corresponde, ahora, sólo al Papa hacer una reflexión más, sino a toda la comunidad eclesial seguir caminando con las familias, desafiadas por muchas pruebas y a la vez sostenidas por la fuerza de Dios, para ayudarlas a vivir su profunda identidad y a realizar su indispensable misión en la Iglesia y en el mundo. La primera conclusión que podemos sacar de estos dos años de reflexión de la Iglesia es la necesidad de contemplar y agradecer el don de Dios que es la familia. Tenemos que hacer hincapié en la belleza de la familia: iglesia doméstica basada en el matrimonio entre varón y mujer, célula fundamental de la sociedad, puerto seguro de los sentimientos más profundos, único punto de conexión en una época fragmentada, parte integral de la ecología humana. Debemos incluso hacer más significativo el lenguaje de la Iglesia, para que el anuncio del Evangelio de la familia responda realmente a las aspiraciones más grandes del ser humano. Luego, urge sentir el deber de acompañar las situaciones familiares complejas y la realidad de las familias heridas o en situación irregular. Esto requiere un especial discernimiento de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia y con la experiencia de la gracia de Dios. Entre las ''sombras'' que se proyectan hoy sobre la familia el Sínodo cita el fanatismo político-religioso hostil al cristianismo, el creciente individualismo, la ideología de género, los conflictos, la pobreza, la inseguridad laboral, la coerción económica que excluye a la familia de la educación y la cultura, la globalización de la indiferencia que pone al dinero y no al ser humano en el centro de la sociedad, la pornografía y el descenso de la natalidad. Tiene en cuenta a los inmigrantes, a los refugiados, a los perseguidos, cuyas familias se disgregan y son víctimas que debemos acoger. No se olvida de las viudas y los viudos, de los discapacitados, de los ancianos y de los célibes por su compromiso en la Iglesia y la sociedad. Habla de la necesidad de valorizar la identidad y el papel del varón y de la mujer. De otra parte, dice que las personas con tendencia homosexual no pueden ser discriminadas. Frente a las dificultades de la familia no se trata solamente de decir que todo está bien o presentar una normativa, sino de tener el coraje de escuchar, acoger con ternura y buscar maneras de curar las heridas. La reflexión sinodal insiste en la necesidad de reforzar la preparación para el matrimonio, que no puede quedarse en cuatro o cinco clases antes de la boda. Es necesario formar la personalidad y la afectividad de los jóvenes para que aprendan a ser felices entregándose mutuamente. Hace un llamamiento a las instituciones, a las autoridades y a los católicos que participan en la política para que promuevan y protejan la familia y la vida, porque una sociedad que las descuida pierde su apertura al futuro. Es difícil sintetizar tantos temas; lo fundamental es acoger la invitación del Sínodo a trabajar seriamente porque cada familia sienta el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mié 7 Oct 2015

La familia es y será siempre la “carta magna” de la Iglesia

La familia puede ser y debe ser la familia de Dios por lo que "se podría decir que el 'espíritu familiar' es la carta magna de la Iglesia". Además, el mundo necesita una "robusta inyección" de este espíritu puesto que en la sociedad no se le da el debido "peso, reconocimiento y apoyo". Es lo que afirmó el Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro, cuando en el Vaticano se realiza hasta el 25 de octubre el Sínodo de los Obispos sobre la Familia. En su catequesis, el Santo Padre recordó que "la familia que camina en la vía del Señor es fundamental en el testimonio del amor de Dios y merece por ello toda la dedicación de la que la Iglesia es capaz". Por eso, "el Sínodo está llamado a interpretar, para el hoy, esta solicitud y este cuidado de la Iglesia". Francisco afirmó que "un vistazo atento a la vida diaria de los hombres y mujeres de hoy muestra inmediatamente la necesidad que hay en todas partes de una robusta inyección de espíritu familiar". El Santo Padre señaló que "el estilo de las relaciones parece muy racional, formal, organizado, pero también muy 'deshidratado', árido, anónimo". "Se convierte a veces en insoportable" y "en la realidad abandona a la soledad y al descarte a un número cada vez más grande de personas". El Pontífice manifestó la razón de por qué la familia abre a toda la sociedad una perspectiva más humana: "abre los ojos de los hijos a la vida –y no solo la vista, sino también todos los otros sentidos– representando una visión de la relación humana edificada sobre la libre alienación del amor". "La familia introduce la necesidad de lazos de fidelidad, sinceridad, confianza, cooperación, respeto; anima a proyectar un mundo habitable y a creer en relaciones de confianza, también en condiciones difíciles". Pero además, "enseña a honrar la palabra dada, el respeto de las personas, el compartir los límites personales y los de los demás". "Todos somos conscientes de lo insustituible de la atención familiar de los miembros más pequeños, más vulnerables, más heridos, e incluso más desastrosos en las conductas de su vida". "En la sociedad –agregó el Papa– quien practica estas actitudes, las ha asimilado del espíritu familiar, no de la competición y del deseo de autorrealización. El Pontífice aseguró también que a pesar de todo esto "no se le da a la familia el debido peso, reconocimiento y apoyo". "La familia no solo no tiene el reconocimiento adecuado, sino que no genera aprendizaje", dijo Francisco. "A veces diría que, con toda su ciencia y su técnica, la sociedad moderna no está todavía en grado de traducir estos conocimientos en mejores formas de convivencia civil". Francisco también subrayó que "no solo la organización de la vida común se encalla en una burocracia del todo extraña en los lazos humanos fundamentales, sino que además la costumbre social y política muestra a menudo señales de degradación –agresividad, vulgaridad, desprecio– que están muy por debajo del umbral de una educación familiar mínima". Por ello, "los extremos opuestos de esta 'brutalización' de las relaciones se conjugan y se alimentan el uno al otro", lo que resulta "una paradoja". "La Iglesia individualiza hoy, en este punto exacto, el sentido histórico de su misión respecto a la familia y del auténtico espíritu familiar: comenzando por una atenta revisión de vida que mira a sí misma". El Papa manifestó que "se podría decir que el 'espíritu familiar' es la carta magna de la Iglesia: así el cristianismo debe aparecer y así debe ser". "Jesús, cuando llamó a Pedro a seguirlo le dijo que lo haría convertirse en 'pescador de hombres' y por eso nos quiere un nuevo tipo de redes". "Podemos decir que hoy las familias son una de las redes más importantes para la misión de Pedro y de la Iglesia", y "no es una red que haga prisioneros". Al contrario, "libera de las aguas maliciosas del abandono y de la indiferencia, que ahogan a muchos seres humanos en el mar de la soledad y de la indiferencia". "Las familias saben bien qué es la dignidad de sentirse hijos y no esclavos, o extranjeros, o solo un número del carné de identidad". "De aquí, de la familia, Jesús retoma su paso entre los seres humanos para persuadirlos de que Dios no los ha olvidado". Francisco añadió que también "de aquí Pedro toma vigor para su ministerio" y "de aquí la Iglesia, obedeciendo a la Palabra del Maestro, sale a pescar al lago, con la certeza de que, si esto sucede, la pesca será milagrosa". Al terminar, el Pontífice pidió oraciones por los Padres Sinodales para que "animados por el Espíritu Santo fomenten el impulso de una Iglesia que abandona las viejas redes y se pone a pescar confiando en la Palabra de su Señor". Fuente: Agencia ACIPRENSA

Lun 5 Oct 2015

El Sínodo de la familia no es un “congreso”: Papa Francisco

El Papa Francisco saludó hoy a los participantes del Sínodo de los Obispos sobre la Familia en la primera Congregación General. A primera hora de la mañana de este lunes, en el Aula Pablo VI, el Pontífice explicó que "el Sínodo no es un congreso o un parlamento, no es un parlamento o un senado donde nos ponemos de acuerdo" sino "una expresión eclesial es decir, la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios". A continuación, el texto completo del saludo del Santo Padre: Queridas Beatitudes, Eminencias, Excelencias, Hermanos y Hermanas: La Iglesia retoma hoy el diálogo iniciado con la proclamación del Sínodo Extraordinario sobre la familia para evaluar y reflexionar juntos sobre el Instrumentum Laboris (Documento de trabajo) elaborado de la Relatio Synodi (Documento final del Sínodo de 2014) y de las respuestas de las conferencias episcopales y de los organismos con derecho. El Sínodo es un caminar juntos con el espíritu de colegialidad y sinodalidad, adoptando valientemente la parresía, el celo pastoral y doctrinal, la sabiduría, la franqueza y poniendo siempre delante de nuestros ojos el bien de las familias y la suprema lex: la salus animarum (salud del alma). El Sínodo no es un congreso o un parlamento, no es un parlamento o un senado donde nos ponemos de acuerdo. El Sínodo es una expresión eclesial es decir, la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios. Es la Iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, que por ella no representa un Museo para mirar y menos salvaguardar, sino que es una fuente viva de la cual la Iglesia bebe para saciar e iluminar el depósito de la vida. El Sínodo se mueve necesariamente en el seno de la Iglesia y dentro el Santo Pueblo de Dios, del cual nosotros formamos parte en calidad de Pastores, es decir, servidores. El Sínodo es por otra parte un espacio protegido, donde la Iglesia experimenta la acción del Espíritu Santo. En el Sínodo, el Espíritu habla a través de la lengua de todas las personas que se dejan conducir por Dios que sorprende siempre, del Dios que revela a los pequeños aquellos que esconde a los sabios e inteligentes, del Dios que ha creado la ley y el sábado para el hombre y no viceversa, del Dios que deja las 99 ovejas para buscar la única oveja perdida, del Dios que es siempre más grande que nuestras lógicas y nuestros cálculos. El Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu Santo sólo si nosotros participantes nos revestimos de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada. El coraje apostólico que no se deja asustar frente a las seducciones del mundo que tienden a apagar en los corazones de los hombres la luz de la verdad sustituyéndola con pequeñas y temporáneas luces y de frente al endurecimiento de algunos corazones que, no obstante, las buenas intenciones, alejan a las personas de Dios (...). La humildad evangélica que sabe vaciarse de las propias convicciones y prejuicios para escuchar a los hermanos obispos y llenarse de Dios, que lleva a señalar con el dedo no contra los otros para juzgarlo, sino para tenderles la mano, para realzarlos, sin sentirse nunca superiores a ellos. La oración confiada es la acción del corazón cuando se abre a Dios, cuando se silencia todos nuestros estados de ánimo para escuchar la suave voz de Dios que habla en el silencio. Sin escuchar a Dios todas nuestras palabras serán solamente palabras que no sacian y no sirven. Sin dejarnos guiar por el Espíritu Santo, todas nuestras decisiones serán solamente decorativas, que en lugar de exaltar el Evangelio lo cubrirán y esconderán. Queridos hermanos, como he dicho, el Sínodo no es un parlamento donde para reunir un consenso o un acuerdo común acude al negocio o al compromiso. El único método del Sínodo es el de abrirse al Espíritu Santo, con coraje apostólico, con humildad evangélica y con oración confiada, para que sea Él el que nos guíe, ilumine y nos haga poner delante de los ojos con nuestros pareceres personales la fe en Dios, el bien de la Iglesia y la salus animarum. Quiero agradecer a Su Eminencia el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo; a su Excelencia Mons. Fabio Fabene, Subsecretario, y con ellos agradecer al Relator, su Eminencia el Cardenal Peter Erdo y al Secretario Especial, Su Excelencia Mons. Bruno Forte, a los presidentes delegados (...), a los traductores: gracias de corazón. Les agradezco igualmente a todos ustedes Padres Sinodales, Delegados Fraternos, Auditores, Auditoras y Asesores, por vuestra participación activa y fructífera. Un agradecimiento especial a los periodistas, gracias por vuestra apreciada participación. Iniciamos nuestro camino invocando la ayuda del Espíritu Santo y la intercesión de la Sagrada Familia, Jesús, María y San José. Fuente: Agencia ACIPRENSA