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tecnocracia

Vie 18 Oct 2019

Una ecología integral (IV)

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro -El capítulo cuarto de la Encíclica propone abordar la cuestión ecológica desde muchas dimensiones, en el entendido de que todo está relacionado. En este sentido el problema ambiental no es un hecho aislado, cuyos efectos se queden sólo den del plano de la flora y la fauna. Así como el factor humano ha sido clave en muchos desequilibrios del medio ambiente, también su corrección implica el compromiso de las personas. Un ser humano en equilibrio es garantía de una armonía en la naturaleza y a revés. 1. Ecología ambiental, económica y social (nn. 138-142) Desde la perspectiva de la integralidad, el Papa Francisco insiste en que el estudio, la búsqueda de soluciones y el conocimiento del problema ecológico no debe hacerse de manera fragmentada, pues «todo está conectado… y también las especies vivas conforman una red que nunca terminamos de reconocer y comprender». Por ello, el tratamiento a los grandes problemas ambientales requieren fijar la atención en que el planeta es una permanente y vital relación de diversos ecosistemas que se sostienen mutuamente, y de esto no es una excepción la humanidad, en cuya atención a problemas como la pobreza y la exclusión, termina por beneficiar también a toda la naturaleza, en ello es contundente el Papa Francisco, citando al Papa Emérito Benedicto XVI: «Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales». 2. Ecología cultural (nn. 143-146) Y justamente en lo concerniente al “ecosistema humano”, el Papa Francisco asegura que «junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado». Así, continúa el Papa diciendo: «la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. La cultura […] no puede excluirse a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente». Cualquier iniciativa que busque la defensa del medio ambiente, en consecuencia, no puede avasallar la riqueza de las tradiciones culturales, pretendiendo uniformizarlo todo, sino que considerar esa diversidad cultural, tomando lo mejor de cada una para generar procesos que involucren a las personas y comunidades en sus saberes ancestrales. Particularmente el Santo Padre llama la atención en la necesidad de «prestar atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales […] para quienes «la tierra no es un bien económico, sino un don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores». Esas comunidades histórica y culturalmente arraigadas con sus territorios son el mejor patrimonio para cuidar de la creación. 3. Ecología de la vida cotidiana (nn. 147-155) Frente a los ambientes deteriorados y caóticos, el Papa resulta aquellas comunidades que sacan lo mejor de ellos y las adaptan para tener una mejor condición de vida. Cita como ejemplo «algunos lugares, donde las fachadas de los edificios están muy deterioradas, hay personas que cuidan con mucha dignidad del interior… o se sienten cómodas por la cordialidad y la amistad de la gente», por lo que concluye que «la vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente aparentemente desfavorable». Sin embargo, el Sumo Pontífice advierte cómo este tipo de ambientes deteriorados «facilita la aparición de comportamientos inhumanos y la manipulación de las personas por parte de organizaciones criminales. De ello, el Papa colige que el desarrollo urbanístico debe tener en cuenta el potencial humano para que salga a flote lo mejor: «hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales, los hitos urbanos… que las diferentes partes de una ciudad estén bien integradas y que los habitantes puedan tener una visión de conjunto». El trabajo por la ecología integral se fundamenta en el principio del bien común y el valor de la justicia. Comunidades donde se reconoce estos dos elementos éticos, no sólo serán comunidades que se consolidan en armonía, tolerancia y sana convivencia social, sino que también se relacionarán constructiva y respetuosamente con la creación. +Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM Preparemos el sínodo estudiando ‘Laudato si’ (I) Preparemos el sínodo estudiando ‘Laudato si’ (II) Preparemos el sínodo estudiando ‘Laudato si’ (III)

Lun 12 Ago 2019

Preparemos el sínodo estudiando ‘Laudato si’ (III)

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - Raíz humana de la crisis ecológica, es el título del capítulo tercero de la Carta Encíclica Laudato Si. En esta parte del documento pontificio el Papa Francisco establece sin ambigüedades que en el centro de los problemas ambientales está el ser humano. De este modo, el Santo Padre plantea las siguientes causas: 1. La tecnocracia: creatividad y poder (nn. 102-105) El Papa advierte de la doble faceta que representa para el hombre y para la creación, los progresos que se han registrado en los dos últimos siglos: desde la revolución industrial hasta la revolución tecnológica, con avances enormes en robótica, biotecnología y nanotecnología. Si bien por un lado estos progresos generan entusiasmo «frente a las amplias posibilidades que nos abren» en diversos campos, encaminados a superar tantos males que dañan y limitan al ser humano, por otro lado estos progresos, sin unos referentes éticos y claros marcos legales, amenazan con convertirse en un instrumento de dominio para las comunidades humanas más vulnerables. En efecto, señala el Santo Padre: «Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vayan a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo». Y concluye el Romano Pontífice que el hombre «puede disponer de mecanismos superficiales, pero… le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación». 2. Globalización del paradigma tecnocrático (nn. 106-114) El Papa plantea que más adentro de la problemática ambiental está «el modo como la humanidad… ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional». Es decir, que «ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma que tiene delante, pues la naturaleza es vista como “recursos disponibles incondicionalmente para ser manipulados a placer”. Y esto conduce a una falsa concepción: la ilimitada disponibilidad de los bienes del planeta, lo cual lleva a empujar al plantea incluso más allá de sus límites. A medida que el paradigma tecnocrático avanza sin control, se constituye en un instrumento de dominio ideológico, económico y político (Cf. nn. 108-109), lo cual el Papa constata cuando «tenemos un superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora». Ante el dominio de la tecnocracia, el Santo Padre tiene claro que es urgente «avanzar en una valiente revolución cultural»; y sin que se trate de un retroceso en los logros que ha obtenido la ciencia y la tecnología, «es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano. 3. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno (nn. 115-136) Desde que el hombre se ha autoproclamado como el centro de todo, se ha terminado por “colocar la razón técnica sobre la realidad”. Desde esta perspectiva, el Sucesor de Pedro sostiene que «ha llegado el momento de volver a prestar atención a la realidad con los límites que ella impone, que a su vez son la posibilidad de un desarrollo humano y social más sano y fecundo». Esto implica pasar de la desfigurada concepción del ser humano como “señor” de la creación a la de “administrador responsable”. Y para analizar cuidadosamente las concepciones equivocadas del hombre y su lugar en el mundo, el Papa señala algunos aspectos que es importante considerar: El relativismo práctico: Esto significa que cuando el ser humano se coloca en el centro de todo, termina por dar prioridad absoluta a lo que le conviene, volviendo todo lo demás relativo. Esto lleva a lo que el Santo Padre llama la patología de aprovecharse incluso de los demás tratándolos como meros objetos. Necesidad de preservar el trabajo: en su más pura esencia, el trabajo es constructivo, responsable y nunca debe ser deshumanizado ni depredador. Así, el Papa afirma: «la intervención humana que procura el prudente desarrollo de lo creado es la forma más adecuada de cuidarlo, porque implica situarse como instrumento de Dios para ayudar a brotar las potencialidades que Él mismo colocó en las cosas». Y recuerda la naturaleza humana del trabajo, señalando que «es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal». Innovación biológica a partir de la investigación: por último, el Papa Francisco hace memoria del potencial que Dios le ha participado al ser humano de ser capaz de razonar y de hacer investigar, desentrañando así el misterio de las cosas. Pero recuerda también que, si bien con ello ese hombre puede investigarlo todo, este poder «tiene límites y… es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas». Igualmente refrenda los límites éticos de la manipulación genética, de cualquier ser creado, incluido el mismo ser humano. Y para concluir, sentencia: «cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítimo cualquier práctica». +Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano - CELAM [icon class='fa fa-download fa-2x'] Preparemos el sínodo estudiando ‘Laudato si’ (I)[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x'] Preparemos el sínodo estudiando ‘Laudato si’ (II)[/icon]