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adviento

Jue 7 Dic 2023

De la mano de la Virgen

Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “En el sexto mes, Dios envió al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen comprometida para casarse con un nombre llamado José, de la descendencia de David. El nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 26 -27).Iniciamos el año litúrgico 2023 – 2024 con el adviento, el domingo 3 de diciembre. Como bien se sabe, este es un tiempo especial dedicado a la preparación de la gran fiesta de la navidad. Confiados en Dios, disponemos alma, vida, cuerpo y corazón, para recibir nuevamente al Niño Dios. El adviento es el tiempo de la gozosa espera, donde a través de actos de penitencia, oración y limosna, abrimos las puertas de nuestras vidas para acoger la nueva noticia que los ángeles anunciaron a los pastores en Belén.Pero es necesario tener presente que el adviento no debe limitarse a estos días previos a la navidad. La vida del cristiano es y debe ser asumida en constante adviento. Es necesario tomar conciencia de que estamos de paso por este mundo, de que somos peregrinos y que el adviento, en la espera de la segunda venida del Señor, debe animar toda nuestra existencia. Para ello la palabra “preparación” es una constante. Tenemos que estar todos preparados porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor. Eso es también adviento. Podríamos decir, que la madurez del cristiano se manifiesta en lograr combinar el presente con el futuro; el ya pero todavía no que anima la fe a buscar en todo momento la verdad infinita del Hijo de Dios.El camino del adviento, de la mano de la Virgen, adquiere su pleno significado, pues ella, la llena de gracia, supo lo que era acoger en su corazón y en su seno al Hijo de Dios y vivir en carne propia la espera gozosa durante los nueve meses de su embarazo. De la mano de la Virgen María, los invito a recorrer el camino de sus vidas, en tónica de adviento.En el año 1223, en un pequeño poblado de Italia llamado Greccio, hace 800 años, San Francisco de Asís quiso escenificar el misterio del portal de Belén. San Francisco veía en esta escena la síntesis de todo el amor que Dios nos tiene. Ha sido esta una tradición que ha superado los tiempos y llega a nosotros con una invitación muy especial: la de que hagamos de nuestros corazones, de nuestras vidas, de nuestras familias, un nuevo pesebre, en donde nazca verdaderamente el Niño Dios. No puede ser el pesebre una simple decoración. Ha de ser también el testimonio de una fe que tenemos en que somos amados y salvados por el amor y la misericordia divinas.Como nos recuerda el Papa Francisco en la Carta Apostólica Admirabile signum del 2019, “el hermoso signo del pesebre, tan estimado, suscita siempre asombro y admiración”. Y también: “¡Cuánta emoción debería acompañarnos mientras colocamos en el belén las montañas, los riachuelos, las ovejas y los pastores! De esta manera recordamos, como lo habían anunciado los profetas, que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías. Los ángeles y las estrellas son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”.Aprovecho para motivar a todas las familias a que recen las novenas de adviento con fe, con esperanza, con recogimiento. Que los pesebres sean hechos con material no biológico, pensando en el cuidado de la casa común, y que, como dice el Papa, no pierdan nunca el asombro al reconocer que, de nuevo Dios Padre creador nos envía a su Hijo para salvarnos. Su nombre es Jesús.De la mano de la Virgen los invito a celebrar la Navidad, tiempo de gozo, tiempo de paz.De la mano de la Virgen María cumplo el primer año del inicio de mi arzobispado en Cali. La Virgen Inmaculada me acompañe hoy y siempre.A todos los lectores de la Voz Católica, a todos los fieles de la Arquidiócesis de Cali y a todos los hombres y mujeres que habitan estas hermosas tierras del Valle del Cauca, les deseo una feliz Navidad y un año 2024 lleno de las gracias y bendiciones del Altísimo. Reciban y vivan el nuevo año de la mano de la Virgen.

Jue 7 Dic 2023

La Voz del Pastor | 10 de diciembre de 2023

Reflexión del señor Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia:Lectura del Santo Evangelio según Marcos 1, 1-8

Mar 5 Dic 2023

Una mirada a La Inmaculada

Por Pbro. Gerardo Andrés Guayacán Cruz- En este tiempo de Adviento la Iglesia nos presenta para nuestra imitación a la Virgen María, en el misterio de su Concepción Inmaculada. María no está distante de la vida del cristiano. La vida de María no debe ser distante para el creyente. Ella representa para la historia de la salvación un lugar privilegiado por ser la elegida, la “llena de Gracia”. Es nuestro deber exaltar el misterio de la Concepción Inmaculada de María que se celebra anualmente en la Iglesia.La Virgen María desde su concepción, fue preservada por Dios de toda la mancha de pecado original. Ella es privilegiada entre todas las criaturas por singular gracia y privilegio para ser la Madre del Salvador, Jesucristo el Señor. Ella, la Virgen Madre, con su “Sí”, confirmó el proyecto trazado no solamente para Ella, sino también para todo el pueblo de Dios que peregrina en este mundo, la Santa Madre Iglesia.La Bula Ineffabilis Deus [Dios inefable] promulgada por Pio IX el 8 de diciembre de 1854 con la cual se declaró el dogma de la Inmaculada Concepción, enseña que “El Dios inefable eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios”.El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) recoge este magisterio en la siguiente enseñanza: “Para ser la madre del Salvador, María fue dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante. El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como “llena de Gracia”. En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios” (CEC n.490).El papa Benedicto XVI, con un lenguaje profundamente teológico-pastoral mencionó en el Ángelus del 8 de diciembre de 2012 que “María está libre del pecado porque es toda de Dios, totalmente expropiada para Él. Está llena de su Gracia, de su Amor”. El pueblo cristiano ha tenido conciencia de que María “colaboró de manera totalmente singular en la obra del Salvador, por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la gracia” (LG 61). Es Dios quien miró a María con amor; es Dios quien le habló y la eligió para llevar a cabo la obra más perfecta de todas; es Dios quien la consagró entera para su proyecto de salvación; es Dios quien en su seno dio a los hombres la manifestación más excepcional del amor, Cristo Nuestro Señor. Es Ella el modelo perfecto de santidad que todos estamos llamados a imitar, pero es indispensable, para imitar sus virtudes, conocerla, amarla, venerarla; actitudes de una devoción madura a la Santísima Virgen María.

Mar 20 Dic 2022

Navidad sinodal

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Durante el año 2022 hemos sido convocados por el Papa Francisco a apropiarnos de un estilo particular de vida que es la sinodalidad. Si partimos del significado de la palabra sínodo, que es “caminar juntos”, el tiempo de adviento y de navidad recogen buena parte de sus características, pues son días en los que la familia se reúne, los sectores en los barrios y comunidades territoriales se congregan, y en las parroquias se promueve el rezo de la novena de preparación para el nacimiento del Niño Dios en la que participan fieles de todas las edades. La sinodalidad implica estar juntos, caminar juntos, tener sentimientos comunes, mirar el futuro con esperanza, porque sabemos que está siempre en las manos de Dios. Pero este año estos tiempos litúrgicos llegan en contextos históricos muy complejos. A nivel mundial, incrementos de acciones bélicas, guerra entre Rusia y Ucrania que no termina, etc. A nivel local también estamos pasando por situaciones de aumento de la pobreza, de la violencia y de la incertidumbre en buena parte de la población. Esto puede hacer pensar que no hay motivos para celebrar el adviento y la navidad. Por el contrario, el adviento habla de esperanza. Para el que tiene fe, las situaciones de adversidad pasarán. Esperamos los cielos y tierra nuevos que se nos han prometido, por lo que no podemos dejar de vivir plenamente este tiempo, que finalmente, es tiempo de gracia. Y para vivir mejor el adviento, que nos prepara para la navidad, es necesario volver a casa, restablecer los vínculos rotos, ser solidarios con los pobres y acompañar a los que están o se sienten solos. Es la manera como la sinodalidad se vuelve acto concreto. Son los sentimientos de gozo que se comparten y hacen posible que los tristes recobren la alegría, y los que anidan en sus corazones la desesperanza reconozcan que Dios no ha abandonado a su pueblo. La invitación es clara: ¡a vivir en su auténtico significado el adviento y la navidad! Dios, que por amor asume nuestra condición humana, y nace en el portal de Belén, haga posible que los sueños y anhelos que tenemos se cumplan. Los invito a vivir el adviento y la navidad 2022 en clave de sinodalidad, para que escuchemos la voz de la Iglesia y para que escuchemos también lo que el Espíritu nos dice. Para ello, la Arquidiócesis publica el texto de las reflexiones para la novena de navidad de este año. Otra forma de vivir la sinodalidad es sentir que vale la apena dar gracias. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, él ser humano para darle poder?, dice el salmo 8. ¿Quiénes somos nosotros para que Dios se haga hijo de hombre, y se “abaje”, asumiendo nuestra condición humana? En realidad, no somos nada, no merecemos tan grande distinción. Dios, en su infinita misericordia, nos envió a su Hijo para que tuviéramos vida. Esa es la navidad. Por esto no nos queda sino dar gracias a Dios y con el coro de los ángeles, glorificar por siempre a Dios y suplicar de él su paz. Esos sentimientos de gratitud son los que tenemos en la Arquidiócesis por la vida y el ministerio de Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía, quien nos ha acompañado por más de doce años, poniendo al servicio de esta Iglesia particular de Cali toda su persona y todo su ser. Esta edición de la Voz católica quiere ser un signo más del aprecio y gratitud al arzobispo saliente. Baste solo con que cada uno de los lectores haga un recuento de las experiencias vividas con Mons. Darío, para descubrir como el Señor ha hecho grandes maravillas a través de su persona. Como su sucesor, me llena de satisfacción haber podido compartir con él más de ocho años de ministerio episcopal en Cali, por lo que puedo dar fe de sus desvelos, de su entrega, de su persistencia, de su amor de Iglesia y de la incansable búsqueda para hacer de Cali un pueblo que camine de la mano de Dios y que se comprometa a sanar heridas y vivir en paz. Ni las dificultades, ni las limitaciones propias del ministerio, ni los fracasos en algunos proyectos emprendidos, ni los inexorables años que llegan le quitaron la alegría de saberse servidor, pastor y guía. Con toda la comunidad arquidiocesana, damos gracias a Dios por su vida y la obra que realizó en medio de nosotros. Imploramos sobre él su abundante bendición. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Arzobispo de Cali

Mar 13 Dic 2022

Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO Diciembre 18 de 2022 Primera Lectura: Isaías 7, 10-14 Salmo: 24(23), 1-2.3-4ab. 5-6 Segunda Lectura: Romanos 1, 1-7 Evangelio: Mateo 1, 18-24 I. Orientaciones para la Predicación Introducción ¡Ya llega el Rey de la gloria!! Ya estamos en el cuarto domingo de Adviento que da inicio a la última semana de adviento, se enciende el cuarto cirio, ya estamos próximos a la Navidad. El Salmo 23 que proclamamos hoy, anuncia que “Va entrar el Señor”, va a poner su morada entre nosotros (Cfr. Jn 1, 14). Tanto la primera lectura como el evangelio anuncian como algo inminente el hecho de que “la virgen está encinta y da a luz un hijo” y este hijo será “el Emmanuel”, el Dios-con-nosotros, de tal manera que la llegada del Hijo de Dios es inminente, alegrémonos y gocemos, llenémonos de júbilo, pero al mismo tiempo preguntémonos con el salmista “¿Quién puede subir al monte del Señor?, ¿Quién puede estar en el recinto sacro?”. ¿Será que cada uno de nosotros está preparado para recibir al Señor?, pues solo “el hombre de manos inocentes y puro de corazón” puede entrar en esa presencia. “No tengas miedo de llevarte a María” (v. 20) Por otra parte, en el pesebre, junto al Señor que viene, encontramos también a José y María. Vale la pena resaltar un hecho que nos presenta el pasaje del Evangelio de hoy en la versión de Mateo. Se trata del hecho de que, al quedar María embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo, cosa que aún ignoraba José, ante las razonables dudas de él y su decisión de repudiarla en secreto, es el mismo Señor a través de su ángel quien reivindica, quien defiende a María y categóricamente le dice a José “No tengas miedo de llevarte a María, tu mujer porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. Es el mismo Dios quien disipa las dudas respecto a María. Ella confió en Dios como su humilde esclava y Dios no la guarda y conserva su integridad. Hoy que con frecuencia nos siembran dudas frente a María, que si tuvo uno o varios hijos, que solo Cristo basta y la presencia de María no es necesaria, que si tiene la potestad o no de interceder, etc. Ante estas dudas hoy estas palabras del evangelio son para nosotros: ¡No tengas miedo de llevarte a María! No tengas miedo de llevarla a tu casa, a tu lugar de trabajo, de hacerla parte de tu espiritualidad. “Llevar a María” es llevar bendiciones. Prueba de ello son las bodas de Caná, un matrimonio que comenzó mal, con poco vino y de mala calidad. Como se comienza se termina; para esos nuevos esposos improperados e imprevistos, es fácil concluir que las cosas no les irán muy bien, pero afortunadamente tuvieron un acierto, el acierto de invitar a María ya Jesús a sus bodas (Cfr. Jn 2, 1-2) y esto, ya sabemos la historia, cambio todo para bien. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El oráculo del profeta Isaías, en su contexto original, es una respuesta al rey Ajaz de Judá que debe decidir sobre la amenaza de ataque a Jerusalén por parte de los reyes de Israel y Siria. El profeta invita a Ajaz a no temer y a descartar una respuesta armada, confiando en la fidelidad del Señor a sus promesas, pues él no permitirá que la descendencia de David pierda el trono de Judá. El signo de la acción de Dios es que “la virgen está encinta, y da a luz un hijo”. Si bien ligadas en su sentido literal a un contexto histórico preciso, esta profecía abre el horizonte y anuncia el nacimiento del Mesías de las entrañas purísimas de la Santísima Virgen. Escribiendo a los Romanos, san Pablo recuerda que el centro y el culmen de la revelación divina es justamente el nacimiento del Hijo, acontecimiento que fue anunciado por los profetas y que, llegada la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), tiene lugar en un espacio y tiempo concretos. El énfasis de esta introducción de la carta está el reconocimiento de Cristo como Mesías Salvador y de la gracia del apostolado que los discípulos reciben del mismo Señor. El relato del Evangelio, que nos introduce espiritualmente en la contemplación del acontecimiento más grande y definitivo de la historia, subraya el origen divino del niño que nacerá de María, el cual viene del Espíritu Santo, en el que se cumplen todas las promesas de Dios, al que se ha de recibir en la fe y que salvará al pueblo de sus pecados. El recuerdo de la profecía de Isaías certifica, por así decirlo, que el Hijo que nace de maría es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Modelo de cómo acoger el plan de Dios, su amor revelado en el nacimiento del Hijo eterno, son María y José, obedientes y fieles, generosos y humildes. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? A pocos días de la celebración del nacimiento del Niño Dios, la Palabra de este domingo último de Adviento nos invita a entrar totalmente en la contemplación del misterio más grande de nuestra fe: el Hijo de Dios se ha hecho Hombre, es la prueba más grande del amor del Padre Dios, es el acontecimiento que nos llena de alegría y de esperanza. ¿Cómo recibir, entonces, al señor que llega pronto? No mundanicemos la celebración de la Navidad El Evangelio nos advierte claramente que no debemos permitir que se nos embote la mente (cf. Lc 21,34), esto que, que las preocupaciones del mundo, la distracción del dinero, el ruido, los vicios nos hagan perder la dimensión sobrenatural de cuanto estamos celebrando. Se trata de una situación que lamentablemente se ha vuelto común: que olvidemos a Jesús en la navidad y le demos más importancia a los regalos, a las comidas y a las fiestas. El Papa Francisco nos ha dicho que “la Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre ‘mi tiempo’, de Dios sobre mi ‘yo’ . Vayamos hasta el pesebre y contemplemos el amor infinito de Dios La navidad nos pide una actitud contemplativa. El Papa Francisco ha subrayado en diversas intervenciones que el silencio interior es una condición necesaria para ir con provecho hasta el pesebre y descubrir que realmente Dios está con nosotros, está de nuestra parte, viene para salvarnos, para darnos la libertad verdadera. Con la humildad, generosidad y obediencia de María y de José El modelo de José y María nos indica las actitudes positivas que nos conducen al encuentro del Niño Dios: la humildad, para reconocer en el pequeño del pesebre al Mesías; la generosidad, que es la disponibilidad, frente al plan de salvación de Dios; la obediencia, que es la docilidad y voluntad de servir completamente a lo que el Señor quiere. Vivamos la gracia del apostolado También, ya desde este momento, nos debemos sentir enviados, “comunicadores” de la Buena Nueva del nacimiento. Lo podemos hacer en nuestras familias, en nuestros círculos sociales, en nuestros conjuntos residenciales, en los barrios, en las veredas, en nuestras comunidades. En este tiempo, podemos convertir la feliz navidad que nos deseamos en un apostolado, en un anuncio, pues es decir que Cristo nazca en tu corazón y te llene del verdadero amor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? • Señor, que pueda palpar y sentir con fuerza tu presencia en el mundo, en cada hermano, en cada acontecimiento y que, sintiéndote, me goce en tu presencia. • Que la presencia de María y el experimentar su amor maternal, contribuyan a la vivencia de una sana y equilibrada espiritualidad que de frutos abundantes de santidad. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Después del saludo puede encenderse la cuarta luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración. • Este domingo resalta la figura de María y se celebra como una verdadera fiesta mariana. • Se sugiere el Prefacio de Adviento IV: María, nueva Eva, por resaltar la acción de la Virgen María. • Proponer a los fieles la visita a los más necesitados de la comunidad, llevándoles una voz de esperanza y algún presente. • Promover la cena familiar, después de la Misa de la Vigilia de Navidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con inmensa y creciente alegría por la certeza de la inminente llegada del Dios hecho hombre, que pone su morada entre nosotros, nos reunimos para la celebración de la Eucaristía en este cuarto y último domingo de Adviento. Que esta celebración nos ayude a completar adecuadamente este camino de preparación para la navidad que hemos venido recorriendo. Con ojos abiertos y corazón palpitante, participemos de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Tanto el Profeta Isaías en la primera lectura, como el salmo y el Evangelio de hoy, expresan con claridad que el cumplimiento de la profecía del mesías esperado es inminente. Ante la inminencia del Emmanuel, del Dios con nosotros, es necesario dar pruebas de que ya estamos preparados para estar en su presencia, en la certeza de que todos estamos llamados a formar parte de los santos, como dice San Pablo en la segunda lectura. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios Padre que cumple sus promesas y nos envía a su hijo para poner su morada entre nosotros, presentémosle confiados nuestras súplicas diciendo: R. Dios con nosotros, escúchanos. 1. Por los miembros de la Iglesia, para que continuando con fe, dedicación y compromiso de santidad este camino de adviento, podamos recibir a Jesús con manos inocentes y puro corazón. Oremos. 2. Por los gobernantes de las naciones, por los líderes de las comunidades, para que antepongan siempre el bien común al bien personal, perseveren en sus propósitos y su trabajo de fruto abundante para bien de todos. Oremos. 3. Por nuestras comunidades, por todos los que nos preparamos para celebrar la navidad, para que este tiempo de Adviento sea tiempo de gracia, de paz y de perdón. Oremos. 4. Por las personas que sufren a causa de enfermedad, pobreza, soledad, o en cárceles y hospitales, para que este tiempo de esperanza les traiga ilusión, entusiasmo y motivaciones para continuar con gozo en el camino de la vida. Oremos. 5. Por los alejados de Dios, para que este tiempo en que Dios viene a nuestro encuentro, sea una experiencia de conversión y de reencuentro gozoso con el Señor. Oremos. Oración conclusiva Escucha Padre estas súplicas que te hemos dirigido con fe, en el nombre de tu amado hijo Jesucristo que puso su morada entre nosotros, que bendice y salva y que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Jue 1 Dic 2022

Voz del Pastor | 04 de diciembre de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Mateo 3,1-12

Vie 25 Nov 2022

Con envío misionero concluye IX Congreso Nacional de Reconciliación

Al concluir la novena versión del Congreso Nacional de Reconciliación, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, les dijo a los más de 450 participantes, que este cierre era un signo de envío misionero, donde cada uno se iba con el compromiso de llevar a las distintas regiones que representan un mensaje de reconciliación, de paz y esperanza. Siguiendo las lecturas del domingo de Adviento, que ya se aproxima, el prelado observó que este es un tiempo que nos lleva a la esperanza y esta, debe estar en un constante fortalecimiento. “Esa misión de reconciliación que queremos asumir y renovar todos nosotros, debe ir acompañada por una alta dosis de esperanza y esta nos falta a nosotros, como servidores de nuestras comunidades, pero que también le falta a nuestras comunidades”. Durante su homilía, advirtió que fácilmente se puede perder la esperanza porque no se ven los frutos rápido, “se puede perder la esperanza porque a veces vemos más lo negativo que lo positivo, lo que está creciendo, lo que está empezando, lo que empieza a germinar y algunos podemos mirar hacia atrás y decir este es el noveno congreso, llevamos muchos años reflexionando, orando, trabajando, comprometiéndonos en el tema de la paz y de la reconciliación y como dice el salmista, cuando decimos paz, los demás gritan guerra. Pareciera que terminamos una fase de la guerra y empezáramos otra y no solo a nivel regional y nacional, sino internacional”. El directivo en tres puntos describió lo que significa el compromiso de un envío misionero. Primero. Una celebración de envío, es una celebración misionera que nos debe fortalecer, que debe enviarnos a nuestros territorios pensando en que hay un Adviento, en que hay una esperanza social de transformación. Segundo. A la luz de la segunda lectura, nosotros pensemos que hay un Adviento y hay una esperanza personal, cada uno de nosotros también va a ser revestido de Cristo y se va a poner a caminar con dignidad en el amanecer de nuestra vida personal. Tercero. Como iglesia debemos estar muy atentos, no sabemos cuándo será, no podemos atrevernos, ni aventurarnos a decir ni con catástrofe, ni con demasiado optimismo, llegará el Señor tal día, pero que eso haga parte de nuestro caminar diario. Que nada quebrante esa esperanza que debemos comunicar y cultivar en nuestras comunidades. «La higiene de la esperanza» Por su parte, el padre Rafael Castillo, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, al cierre del Congreso se refirió al tema de la «higiene de la esperanza», señalando que la esperanza no es una simple decisión de la voluntad personal, ni es tampoco un puro don de Dios ajeno enteramente a la responsabilidad personal, dijo que, es más bien una combinación de ambos aspectos. “Muchas veces lo que más influye en el tono de nuestra esperanza es el manejo adecuado o desacertado que demos a los factores que diariamente acosan nuestra esperanza. No basta decidir tener esperanza (voluntarismo) ni basta poner la confianza en Dios (espiritualismo). Es necesaria también la «higiene de la esperanza»”. Enumeró varios factores que amenazan hoy a los pobres: la recesión económica, la violencia, el desempleo, el creciente número de jóvenes que dejan las universidades, estos y otros aspectos agregó, son los que hacen que las personas pierdan las ‘utopías de referencia’ y disminuyan el sentido de sus vidas, haciendo con ello que muchos entren en crisis personales, como depresiones psicológicas y síntomas psicosomáticos. Frente a esta realidad, el directivo observó que es cuando más se requiere llevar una adecuada «higiene de la esperanza», por lo que formulo cuatro caminos para prevenirla. En primer lugar, no se debe echar más leña al fuego cultivando pensamientos negativos y cayendo en la polarización que ya es fragmentación. “Hoy se nos urge mirar y hacer un balance de lo positivo y bueno que ha sucedido y de las conquistas que se han logrado (…) El recorrido hecho hasta ahora es un llamado a subir al siguiente escalón. No son pocos los escalones que faltan”. En segundo lugar, es importante aprovechar cuanto la historia enseña. “Lo que nos está pasando es duro y no es poco. Es una de las tantas “horas bajas” en 200 años de Republica. No creo que sea la más baja pero sí, muy probablemente, la más esperanzadora. En Colombia cuando las cosas no han estado bien siempre hemos contado con hombres y mujeres en condición de componerlas. Hay huellas en el barro de nuestra historia como Nación”. En tercer lugar, "es importante fortalecerse con el recuerdo del testimonio de todos aquellos, gente del común como nosotros, que en situaciones semejantes a las que hoy vivimos, supieron aguardar con paciencia el paso de las inundaciones del invierno, sin renunciar a sus convicciones ni hurtarse al oprobio que por ellas tuvieron que soportar”. En cuarto lugar, "debemos tener y recordar el propio proyecto de Nación que los jóvenes nos están mostrando con los diferentes sectores sociales. “Si los motivos siguen ahí, intactos, o incluso incrementados, no hay razón válida para desistir. Al contrario: hoy tenemos nuevos motivos. No perdamos el ánimo, que ya empiezan a despuntar los signos de un nuevo amanecer”. Símbolo del envío misionero Al cierre de este Congreso que se celebró en la ciudad de Bogotá, del 22 al 24 de noviembre, sus organizadores: la Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS) y la Comisión de Conciliación Nacional, hicieron entrega a cada participantes de una manilla: “Los Artesanos de la Paz”, esta como signo del envío misionero. Con este signo se quiso exaltar la memoria de monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo emérito de Tunja y quien dedicó su servicio y entrega pastoral en favor de la paz y la reconciliación.

Vie 26 Nov 2021

Se acerca su liberación

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO Noviembre 28 de 2021 Primera lectura: Jeremías 33, 14-16 Salmo: 25(24), 4-5ab.8-9.10 y 14 (R. cf. 130[129],5) Segunda lectura: 1Tesalonicenses 3, 12 - 4,2 Evangelio: Lucas 21, 25-28.34-36 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios de este domingo nos presenta: * En medio de tantas incertidumbres que nos presenta nuestra época, se levanta la voz de Dios que anuncia el cumplimiento de todas sus promesas, especialmente, de estar siempre con nosotros. * La virtud de la esperanza debe ser siempre una bandera de vida en nuestro camino de fe, pues el Señor siempre nos levanta para seguir amando y sirviendo. * La presencia de Dios en cada persona, en la Palabra, en la Liturgia y en la caridad, son los espacios donde hoy el Señor regresa a nuestras vidas para darnos la liberación integral del poder de pecado y darnos la fuerza en la santificación. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios, en el profeta Jeremías, proclama la fuerza vital de la esperanza para el pueblo; es una determinación clara para aprender a vivir siempre en y de la confianza ilimitada en el poder de Dios, presente en todos los acontecimientos de la vida. Cuánto bien nos hace proclamar desde esta Palabra la esperanza como estilo de vida en medio de tantos y crueles anuncios proféticos de desventura. También, en el trasfondo de la Palabra aparece la confianza (salmo responsorial), como expresión que define nuestra relación don Dios mismo. La confianza es el comportamiento propio de quien se siente hijo del Padre Celestial y experimenta que en Él está todo, en Él se cumple siempre su promesa; que Él provee infaliblemente. De otro lado, cuando la segunda lectura anuncia que el amor debe ser como la medida propia de quien espera en el Señor, viviendo la comunión con los hermanos. No es posible vivir la relación plena con el Señor, aun proyectándonos hacia la eternidad, si no somos conscientes de nuestro deber de ser excelentes prójimos con nuestros hermanos. En el Evangelio, se percibe una clave de vida: vigilancia sin tregua. Cuando nos tomamos en serio la vida, ésta empieza a dar frutos y éstos son para el crecimiento integral de la comunidad, para el bien de la Iglesia del Señor. La vigilancia de la cual habla el Evangelio indica el permanente cuidado que hemos de tener en nuestro modo de vida; un descuido puede ser fatal, pues son muchos los distractores del mundo que aparecen para desviarnos del camino y robarse la semilla de la Palabra sembrada en nosotros gracias a la predicación del Evangelio del Señor. Jesús es claro para darnos a conocer lo peligroso que es estar dormidos sobre los laureles; esa distracción nos puede costar la integridad de la vida interior, nos puede llevar a renunciar a lo esencial de la vida de fe que es la santidad, nos puede ocultar el bien y deslumbrarnos con la falsedad de las “mieles del pecado”. No podemos distraernos en trivialidades que sólo causan profunda tristeza al alma… esto es el engaño terrible del pecado que se nos ofrece como una “sabrosa posibilidad”, pero que se vuelve amargo sabor en lo profundo del corazón. Dios nos libre de descuidarnos en el camino de la fe y de la búsqueda sincera de la alta meta de la vida bautismal: la santidad cristiana. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Empezamos el tiempo santo del Adviento y con éste nos adentramos a pensar muy seriamente en nuestra vida y en lo que en ella debemos hacer. Jesús nos indica claramente que, si nos descuidamos, podemos pasarnos el tiempo haciendo muchas cosas y distraídos en lo que no es fundamental y, nos puede llegar el momento de la muerte y encontrarnos con las manos vacías de las obras que se esperan de un cristiano. El Evangelio es muy claro al decirnos que es urgente estar vigilantes y despiertos, sabiendo que es preciso que todos orientemos nuestra vida hacia Aquél que es la meta última de nuestro camino: Dios mismo. El tiempo de Adviento ha de ser una oportunidad para preguntarnos por la manera cómo hemos vivido la vida y cómo ha sido nuestra respuesta, desde la fe, a esta época compleja que nos ofrece nuevas posibilidades para evangelizar y anunciar la salvación del Señor a muchos que han perdido la ilusión de vivir. Desde ya debemos presentarnos al Señor, suplicándole con ferviente oración que Adviento y Navidad sean tiempos propicios para renovar nuestro amor al Él a la Iglesia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La fuerza de la Palabra de Dios hecha oración nos pone en vigilancia para pensar en nuestra misión de fe, de ser signos de esperanza, especialmente de están más cerca de nosotros y sufren; que la fuerza de la oración nos mantenga a todos unidos en la confianza total en el poder infinito de Dios, proclamando con alegría que confiar en Él nunca nos defraudará. Es un momento privilegiado para descubrir cuán profunda es nuestra fe, cuán grande nuestra solidaridad y cuán seria nuestra responsabilidad. No es tiempo para descalificar, criticar, lanzar insultos o improperios… es tiempo de madurar. El Adviento es tiempo para estar más con el Señor y comprender que el camino de la iglesia en estas nuevas épocas, es un tiempo de testimonio cierto y creíble de la fe que anunciamos. Es tiempo para darnos cuenta que debemos tomarnos en serio la responsabilidad de ser los protagonistas de una vida que profundiza raíces en lo fundamental y comprender que, seguramente, muchas veces nos hemos olvidado de Dios o, sencillamente, le hemos dicho que “se quede allí afuera donde no nos incomode”, pues “queremos hacer vida sin Él”. No olvidemos que lo fundamental es invisible… lo demás… pasa. De allí, que nos recuerde la Escritura: “mantente en pie delante del Invisible como si lo vieras” (Cf. Hb 11,27). _______________________ Recomendaciones prácticas: • Para preparar una buena homilía, los sacerdotes, además de la Lectio Divina en un contexto de oración, pueden leer los numerales 93-96 de la Introducción del Leccionario de la Misa. • Bendecir la Corona de Adviento antecedida de una catequesis sobre su sentido litúrgico. Para esto, recurra al Bendicional, nn, 1235-1242. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa A tí, Señor levanto mi alma (Sal. 24, 1). Con esta aclamación introduce la Iglesia un nuevo ciclo litúrgico del misterio de Cristo, un tiempo que celebra su espera y manifestación, recordando su venida en medio de nosotros. El tiempo de adviento posee dos características: es el tiempo de preparación para la Navidad, solemnidad que conmemora la primera venida de Dios entre los hombres, y, a su vez, nos lleva a reflexionar sobre la segunda venida de Cristo, como juez y Señor de la Historia. Además de los momentos fascinantes y hermosos que tiene este tiempo que hoy estamos comenzando, el proceso sinodal en el que estamos inmersos desde el mes de octubre en nuestra Iglesia diocesana, nos llama a dejarnos educar por el espíritu entrando con audacia y libertad de corazón en un proceso de conversión. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios siempre es viva y eficaz; la escuchamos en actitud discipular, dejándonos tocar por su fuerza que transforma y nos renueva. Participemos en su proclamación y meditemos en el mensaje que el Señor nos anuncia hoy. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, dirijamos con confianza al Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Sumo Pastor de la Iglesia, nuestra oración y súplica, diciendo: R. Señor, escúchanos 1. Por una Iglesia que celebra, para que nuestro camino juntos en los próximos meses se base en la escucha conjunta de la Palabra de Dios y en la celebración de la Eucaristía en la comunión del Pueblo de Dios, oremos al Señor. 2. Por el Santo Padre Francisco, los obispos, los Sacerdotes y ministros de la Iglesia, para que la presencia del Espíritu Santo los renueve constantemente para ser signo de Jesucristo Salvador en las comunidades a ellos encomendadas, oremos al Señor. 3. Por todos los cristianos, para que, convencidos del triunfo de Cristo, puedan ser portadores del Evangelio de la vida a todos los hombres, oremos al Señor. 4. Por todos los que empezamos vivir esta experiencia de fe en el tiempo santo del Adviento, para que, vayamos adquiriendo la mente de Cristo y seamos dignos discípulos de Jesucristo, oremos al Señor. 5. Por los que sufren, los enfermos, los pobres y necesitados, para que la alegría del Espíritu que hace nuevas todas las cosas, los ilumine y sostenga, oremos al Señor. Oración conclusiva Padre de eterna misericordia, comparecemos ante tu trono de bondad, para presentarte nuestras necesidades. Danos las gracias que necesitamos para cumplir con nuestro deber. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.