Por el Pbro. Raúl Ortiz Toro - Tomemos aire después de estos días de agitación social y política y concentrémonos en nuestra tarea específica: evangelizar y como fruto de la evangelización vendrá lo mejor para Colombia. Entramos en la recta final del Jubileo Extraordinario de la Misericordia que concluirá el 20 de noviembre; pienso que ya debemos ir haciendo una evaluación de este Año Jubilar que nos ha traído muchas oportunidades de probarnos en el ejercicio de la misericordia. La invitación para este año fue la de tomar las obras de misericordia corporales y espirituales para hacer con ellas una especie de escuela. Algunos dicen que las obras de misericordia corporales pueden llegar a ser más “fáciles” pues se trata simplemente de dar, mientras que las espirituales ahondan más en el darse. Pero es una conclusión muy superficial; de todos modos, no podemos negar que una mala interpretación de: dar de comer, dar de beber, vestir, hospedar, visitar, enterrar, puede hacernos concluir que se trata simplemente de acciones que no comprometen mucho sino que se pueden despachar con un poco de dinero. Pero el cristiano que sabe entender estas obras corporales de misericordia, sabiendo que en el necesitado se sirve a Cristo, sabrá que no es solamente dar algo sino servir a Alguien.
Desde un horizonte más alegórico y espiritual, quiero compartir con ustedes una genuina interpretación patrística de estas obras de misericordia corporales desde la perspectiva de Nueva Evangelización. Un Anónimo del siglo IV, escribiendo sobre el evangelio de San Mateo (capítulo 25) anota con respecto a dar de comer y dar de beber: “Los doctores dieron a los hambrientos de justicia el alimento de la doctrina con qué nutrirse y engordar para la realización de buenas obras, y administraron a los sedientos del conocimiento de Dios la bebida de la Verdad”. Orígenes de Alejandría (siglo III) sobre vestir al desnudo dice: “Igualmente vestimos a Cristo desnudo cuando recibimos de Dios el vestido de la sabiduría, para enseñar a otros con la doctrina y vestirlos de entrañas de misericordia, de bondad, humildad y mansedumbre”; de nuevo el escritor Anónimo: “Quien visita a los enfermos y a los afectados por la enfermedad de los vicios carnales, y les aplica la medicina de la doctrina, cura a Cristo en ellos… quien visita a los presos que están bajo la custodia del pecado, puede sacarlos de esa cárcel infernal por medio de la Palabra”.
Esta interpretación nos invita a ver la misericordia en perspectiva misionera; por ello el afiche Domund 2016 tiene como lema: “La Misión: compendio de todas las obras de Misericordia” y el mensaje del Santo Padre se titula: “Iglesia misionera, testigo de misericordia” ya que el discípulo misionero en salida evangelizadora se convierte en agente de misericordia. Anuncia la Palabra y con ella llega Cristo al corazón del que tiene hambre de justicia, sed de Verdad, y necesidad de vestido de sabiduría, visita de medicina curativa y doctrina liberadora para el cautivo. La obra de misericordia que compendia todas las obras de misericordia se llama así: Evangelización. De modo que ya terminando este Jubileo debemos hacer el examen sobre qué tanto nos empeñamos en el apostolado de la misericordia, qué tanto evangelizamos y dimos a conocer a Jesucristo. Nos serviría mucho que nuestros grupos apostólicos y todos los agentes de pastoral nos examinemos desde esta perspectiva.
P. Raúl Ortiz Toro
Docente del Seminario Mayor San José de Popayán
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