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Mar 20 Sep 2022

¡Un país descuadernado!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Quizás muchos me tilden hoy de sectario o partidista; me llamen duquista, petrista, uribista, sin embargo, mi corazón está con la comunidad inspirando mi vida en el evangelio; como san Pablo estoy convencido de que soy de Cristo, aunque muchos se inclinen a pensar: ‘soy de Pablo, soy de Apolo, soy de Cefas’ (1 Cor 1,12). Por estas convicciones, desde el evangelio y mi compromiso social, no puedo callar ante tanto ruido y poca acción contundente que nos conduzca a la llamada ‘paz total’. Con razón decía San Vicente de Paúl: ‘el ruido no hace bien; el bien no hace ruido’. En lo que va corrido de este período presidencial, hemos visto a un gobierno que va de ‘tumbo en tumbo’, tomando decisiones que hoy se difunden y al día siguiente se cambian. No se asumen las responsabilidades sino, que siempre se está mirando al gobierno anterior, a quien se le endilga la debacle económica, las masacres, la corrupción, etc. Anunciar la creación de un ‘ejército del pueblo’, invitando a los jóvenes pertenecientes a las bandas criminales a que se desmovilicen y actúen ahora como si fueran los adalides de la paz, es incongruente. No es de justicia pensar en que, quienes han sido terroristas, criminales y antisociales se conviertan en los gestores de paz y quienes trabajan por la paz y la justicia, desde el anonimato o a través de acciones sociales contundentes, sean vistos como los enemigos de la paz. Es un exabrupto pensar que un dictador como el presidente Maduro, se convierta de la noche a la mañana en garante de un proceso de paz con el ELN, cuando su país está en crisis y no ha sido capaz de contener la delincuencia organizada, convirtiendo su casa en guarida de bandidos y guerrilleros. El panorama no es alentador: una seguridad urbana cada vez más frágil, un ESMAD que no puede actuar ante los atropellos de los maleantes; el freno de bombardeos que impide la garantía de una seguridad soberana; invasiones a predios privados como vía de hecho para debilitar la propiedad privada, una vía como la del Gaubio bloqueada. Y qué decir de las quince masacres perpetradas por grupos delincuenciales en lo que va corrido de este semestre. Es ilógico que un ministro de justicia salga a decir que ‘no hay relación de las masacres con la paz total’, que es necesario ‘mirar la naturaleza de las masacres’ trivializando y ocultando la responsabilidad que les compete al argumentar que en el gobierno anterior fueron más de sesenta masacres. No se puede gobernar evadiendo responsabilidades, lavándose las manos como Poncio Pilato y justificando los errores, endilgando a otros las crisis y flagelos sociales. Dónde quedan los buenos deseos de hacer frente a la corrupción, con un congreso que sigue enredado en polémicas y mermeladas; cómo fortalecer la inteligencia y apostarle a una prevención eficaz si no hay una ruta clara y lo que vemos son caminos tortuosos, trochas y derrumbes. La salida en falso de los ministros no hace bien, los anuncios del presidente generan más polarizaciones que tranquilidad, la reforma tributaria pone en riesgo el bolsillo de los colombianos, así como el costo de los combustibles, la reforma pensional y un anuncio, que duele profundamente, cuando se advierte que todo esto obstaculizará una inversión social justa y a tiempo, mientras crece el hambre, se recrudece la pobreza y las pobrezas y se genera una mayor violencia. Los plantones por el alza de tarifas de energía, el malestar en distintos departamentos por la ausencia del estado, el desplazamiento forzoso y la salida de cientos de hombres y mujeres del departamento de Chocó, es la radiografía de que las cosas no van bien. El país está descuadernado y se requiere la serenidad; indudablemente, es urgente apostarle a la unidad nacional y a la reconciliación, pero, solo será posible si hay una conciencia clara de que hay que apostarle a la verdad, a la libertad, a la justicia y a la sensatez. Hay signos evidentes de salidas en falso y empezamos a dividirnos y a enfrentarnos como enemigos. ¿De qué manera se puede construir una paz total si no hay decisiones que lleven a construir caminos de fraternidad? El populismo no es sano, aliarse con delincuentes y aprobar las acciones de dictadores no es aceptable. No podemos dividirnos en petristas y no petristas. El presidente de los colombianos debe gobernar para todos y hacerlo con responsabilidad, rodeándose de los mejores y tomando decisiones que revistan esta patria colombiana de seguridad, confianza, credibilidad y justicia. + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Mié 24 Ago 2022

Todos son iguales

Momentos muy difíciles está viviendo la Iglesia en Nicaragua. Y no solo la Iglesia, la prensa, las organizaciones no gubernamentales, la oposición política y todo aquel que no esté de acuerdo con el gobierno despótico de la pareja Ortega - Murillo. Cualquiera que levante la voz reclamando libertad, democracia, respeto por los derechos humanos, honestidad en el gobierno, es declarado enemigo del Estado. Y eso se paga con cárcel, destierro, tortura, atropellos de todo tipo. Este dúo que ejerce el poder en Nicaragua ha entrado en esa etapa de los tiranos en que la paranoia se apodera de ellos y ven enemigos por todas partes, tratando a todos como si en realidad lo fueran. La Iglesia, como pocas otras instituciones en Centroamérica, ha sido la vocera desde hace ya varias décadas de los que no tienen voz, de los pobres, de los marginados. Y esta labor profética ha costado la vida de muchos de sus miembros. La Iglesia en Nicaragua está ahora sumando dolor y sangre a esta misión tan difícil, pero tan necesaria. De lo contrario los países centroamericanos pasarían a ser parte de las naciones olvidadas de la humanidad, aunque sus poblaciones sufran toda clase de atropellos y violaciones a sus derechos. Por otra parte, cada vez se suman más voces de solidaridad con la Iglesia en Nicaragua. El Santo Padre ha llamado al diálogo y numerosas conferencias episcopales han expresado todo su apoyo a los obispos, a los sacerdotes y al pueblo nicaragüense. No falta quienes piden que el Papa o las iglesias de otras latitudes se manifiesten duramente contra el régimen totalitario, que lo condenen y lo bloqueen a nivel internacional. Aunque todo esto suena lógico, nunca hay que perder de vista que a quienes tiene a mano la dictadura no son ni al papa ni a los obispos de otros países, sino a los de Nicaragua y a los católicos de allí, sobre los cuales descargarían, como ya lo están haciendo, la furia de los dictadores. Todos los dictadores son iguales y entre más tiempo están en el poder suelen convertirse en seres más sanguinarios y crueles. La Iglesia siempre llamará a que las partes se reconcilien; a que la libertad sea protegida, incluso la libertad religiosa de todos; a que la democracia se conserve, pues la ve como un sistema de gobierno, si no perfecto, el que más ofrece posibilidades de realización de la justicia y la paz. La Iglesia, que ha conocido como pocos el terror de los dictadores y de las dictaduras, sabe que hay caminos para llevarlas a su fin, sin necesidad de acudir a la violencia ni a nada semejante. Con toda seguridad, desde el Vaticano, desde las iglesias de diferentes partes del mundo, se están haciendo gestiones para que Nicaragua pueda tener una luz de esperanza en medio de un momento histórico oscuro y complejo. Puede que la dictadura no caiga mañana, pero de todos modos caerá, como lo enseña la historia. P. D.: No ayudan a esta liberación de Nicaragua el silencio y la ausencia del canciller de Colombia en la sesión de la OEA que, por absoluta mayoría, lanzó una condena contra el régimen sandinista. ¡Estaba en Cuba! Fuente: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones de Bogotá

Mié 15 Jun 2022

Cuidado con la fatiga democrática

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Las grandes fallas que ha tenido el ejercicio de la política en nuestro país y que se originan en una conducción del Estado marcada, con frecuencia, por la falta de un eficiente y estable plan nacional, por la escasez de verdaderos estadistas en la clase dirigente y por el interés del lucro personal en lugar de la búsqueda del bien común, ha generado una escandalosa corrupción, una nefasta politización de las instituciones nacionales, una creciente impunidad, un desastroso recurso a la violencia y una permanente desigualdad social que golpea especialmente a las clases menos favorecidas. Por esto y por falta de una verdadera formación socio-política, algunos sectores de la ciudadanía aparecen “cansados” para ir a votar pues les parece que luego “la realidad sigue igual” y otros caen en la tentación de ver todo lo que tenemos como malo y creer que es necesario un “cambio” que debe comenzar por la demolición de cuanto hemos construido durante tantos años. Estos dos fenómenos aparecen en el irresponsable abstencionismo electoral y en las protestas y propuestas destructoras para presionar con la violencia que se acoja un determinado proyecto ideológico. La solución pasa por un verdadero compromiso ciudadano, que lleve a valorar y proteger la democracia como la posibilidad de una amplia participación de todos, a no permitir la manipulación con estrategias de proyectos planeados desde fuera del país, a escoger dentro de las posibilidades que tenemos el mejor candidato y a decidirnos a cooperar para que nuestra patria se encamine hacia lo que, finalmente, todos queremos alcanzar. Este es el camino para no caer en un fracaso, en una administración fallida, en otra cara de la corrupción y en nuevas formas de violencia que incluso se instauren en el poder. Después de estas elecciones, con cualquiera de los dos candidatos que se están presentando, Colombia no será igual. Hemos llegado a un límite que nos exige recomponer la unidad, encontrar un nuevo rumbo, asumir criterios éticos y llenarnos de fortaleza para construir juntos la nación. Si todo lo centramos en la riqueza, la tecnología, el entretenimiento y el poder, sin pensar en la dignidad humana, en una cultura de la solidaridad y en el justo y honesto aprovechamiento de los grandes recursos que tenemos en bien de todos, no saldremos nunca de un laberinto de descontento, corrupción e inequidad social. Ahora debemos votar todos; pero debemos entender que no se trata sólo de marcar el nombre de un candidato y seguir en la indiferencia, sino de asumir la responsabilidad de participar en la profunda renovación que requiere nuestra nación. Es necesario saber a dónde queremos ir para que todo no lo defina la tiranía del mercadeo, las decisiones de organismos financieros y las maniobras de la comunicación. Se requiere una madura participación política y una solidaridad activa, porque no será posible dirigir el país sin lograr el consenso en un proyecto colectivo que nos involucre a todos. Este es un momento en el que tenemos que desterrar el odio, la indolencia, la desconfianza, la impaciencia. No podemos quedarnos alimentando la furia contra la clase política, ni descalificándonos inhumanamente los unos a los otros, ni permanecer como anestesiados, ni tampoco lanzarnos desesperadamente a un abismo. Nos tenemos que unir, debemos reencontrar nuestros fines como sociedad, realizar un diálogo nacional y emprender una educación ciudadana. Hemos llegado a un punto en el que o todos estamos bien o ninguno estará bien. Pidamos la luz de Dios y votemos pensando en el bien del país que hemos venido construyendo con sufrimiento y esfuerzo. Cuidado con la fatiga democrática. Vamos todos a votar con responsabilidad y esperanza. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mié 20 Abr 2022

En Buenaventura aumenta violencia, confinamiento y desplazamiento

Insistente llamado al Gobierno hace el obispo de Buenaventura, monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, quien asegura que el incremento de la violencia y el desplazamiento en esta región del país sigue creciendo. El prelado en diálogo con el Departamento de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal, mostró una breve radiografía de lo que está sucediendo en esta región del país. Informó que el ELN reunió a la comunidad de la Vereda San Isidro y “les dijeron que era mejor que se fueran porque iba a ver muchos combates y que peligraban sus vidas, entonces la gente comenzó a salir”, por esta razón, y desde una semana antes del Domingo de Ramos han llegado al Coliseo Cubierto El Cristal de Buenaventura alrededor 200 personas desplazadas. A esta población que se encuentra en unas condiciones difíciles, la Pastoral Social de la Diócesis les ha venido ofreciendo alimentación y artículos de primera necesidad. Así también, está acompañando a los líderes, quienes reclaman la presencia del Estado. También aseguró que la Armada Nacional ha estado llegando hacia ese territorio, pero su presencia no es permanente, ellos solo van de paso. “Pero ellos dicen (habitantes) cuando está la Armada y se quedan no me pasa nada, pero cuando se van al otro día llegan los otros grupos a amenazar y a estigmatizar”. Agregó que en las comunidades del Bajo Calima la gente está cansada, viven en una zozobra y en un miedo permanente por los constantes enfrentamientos que se presentan. Pero también dijo que hay “otras veredas que se están viniendo hacia el casco urbano, hay veredas prácticamente vacías, que tenían 400 o 500 habitantes y ya no queda nadie, otros están allí confinados”. A esta problemática, expuso el obispo, se suma también toda la violencia urbana en Buenaventura, que se genera “por la disputa de territorios entre un grupo llamado los Chotas y otros los Espartanos, que son grupos delincuenciales locales, que cuidan el transporte de la cocaína, hacen extorsión, robos y amedrantan a la comunidad”. Agregó que “todos los productos de la canasta familiar ellos la manejan, cobran un impuesto, nadie puede vender, sino los que paguen el impuesto, el resto no pueden comercializar ningún tipo de productos de la canasta familiar. Ellos todo lo dominan en la ciudad y lo que sale de la ciudad también para la zona rural”. Se requiere la presencia del Estado Frente a este difícil panorama monseñor Jaramillo Montoya reclamó la presencia del Estado, “no puede ser que estos territorios estén solamente al margen de todo el orden nacional y que la autoridad allá la ejerzan solamente los grupos al margen de la ley”. “Necesitamos una presencia del Estado. Primero, del Ejército Nacional, los necesitamos allá, que estén permanentemente en ese lugar; segundo, que junto con la fuerza pública llegue la inversión social, llegue el desarrollo, que mejoremos las escuelas, que haya mejor transporte, que haya ayuda a los campesinos que siembran arroz, siembran cacao y siembran otro tipo de cultivos lícitos, que se le apoye a ellos. Los narcotraficantes sí están apoyando con semilla, con asistencia técnica, con economía a los campesinos para que siembren la coca, no es justo que los narcotraficantes hagan ese papel también hecho y el Gobierno no lo esté haciendo en esos territorios”, concluyó el jerarca.

Mié 24 Nov 2021

¡Recuperar la autoridad!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Después del terremoto de 1999, el departamento del Quindío ha avanzado en materia económica, cultural, administrativa; se reconocen los espacios, la infraestructura y la belleza arquitectónica de muchas de las edificaciones. En este camino de progreso y desarrollo están plasmadas las ideas, los conceptos, las estrategias y la vocación de hombres y mujeres que han nacido en este terruño y de aquellos que han aportado, desde otras latitudes a que el Quindío se vaya erigiendo como un departamento próspero. Sin embargo, pese a las noticias buenas, hay otras noticias muy desalentadoras que nos deben interpelar y llevar a asumir compromisos serios. Me refiero, por dejemplo a la autoridad que se ha ido perdiendo en el escenario político, social, la ausencia de líderes y, por ende, la confusión ante la pregunta: ¿hacia dónde vamos? No hay duda que me responderán: ‘tenemos un programa de gobierno’, ‘se tienen políticas públicas para diversos grupos humanos, minorías, etc.’, ‘los informes de gestión revelan los grandes avances’; no desconocemos el desarrollo, el compromiso de los entes gubernamentales, las asociaciones, las agremiaciones, los entes no gubernamentales, el aporte de la Iglesia católica, de las diversas denominaciones religiosas, pero hay verdades que no podemos ocultar: por ejemplo, la inseguridad sigue creciendo, el sistema judicial cada vez más débil, una reforma de la justicia que sigue en cuidados intensivos, una fractura visible entre las políticas de la policía nacional y su batalla contra el crimen y las políticas de la fiscalía y nuestros jueces, que hace más vulnerable la convivencia pacífica y el cumplimento de la ley. Otro ejemplo, la movilidad vial, cada vez más compleja; en Armenia, por pensar en solo un ejemplo, la vía Centenario se ha convertido en un parqueadero de motos y de carros; y qué decir de la visibilidad vial para llegar a los municipios, por la invasión de las malezas sin que realice el debido desbroce de la zona, que corresponde a cada una de las administraciones locales. A lo anterior sumemos los niveles de pobreza que siguen en aumento, los terrenos ilegales o subnormales, zonas de alto riesgo en donde se construyen viviendas, sin ningún control. En este sentido, permítanme contarles que la diócesis de Armenia tiene un programa denominado “los rostros que nos interpelan”, en el que contemplamos los rostros de cientos de habitantes en situación de calle; semanalmente se realizan las denominadas ‘rutas’, que consiste en salir a recorrer algunas zonas deprimidas y vulnerables en las que nos encontramos con los habitantes, muchos de ellos consumidores activos, nos topamos con familias y naturalmente con niños, adolescentes y jóvenes viviendo en zonas muy confusas en medio de factores de riesgo inminentes. Recorrer espacios como los de la cueva del humo, toda la zona que comprende la vieja carrilera, detrás de la estación o la carrera 20, o la misma calle 26, debajo del puente ‘La Cejita’, por nombrar algunos referentes, impactan por la situación de pobreza, salud mental, higiene, servicios públicos, seguridad, niveles educativos, acceso a la canasta básica familiar. Estos deberían ser sectores intervenidos permanentemente no con acciones coercitivas, sino con trabajos de prevención, atención y mitigación. Seguiremos haciendo este recorrido con amor, reconociendo en cada rostro el rostro de Jesús sufriente, pero sigo pensando ¿qué pasa con la autoridad? y ¿las políticas públicas? ¿y los recursos de la llamada inversión social? Indudablemente si no nos ponemos las pilas, si no unimos esfuerzos y articulamos estrategias institucionales, si cada cual sigue trabajando como una isla, nuestra ciudad y nuestro departamento seguirá robusteciendo sus niveles de pobreza y, por ende, de violencia, drogadicción, crecimiento del micro-tráfico y del narcotráfico, mientras veremos con dolor, como se truncan los sueños de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Hay que recuperar la autoridad que no solo implica hacer cumplir la ley, sino promover una auténtica coherencia moral y la responsabilidad social de todos. + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Jue 16 Sep 2021

Iglesia solidaria con las víctimas del Medio y Bajo San Juan (Chocó)

En un comunicado los obispos de la Costa Pacífica y Suroccidente de Colombia expresaron su solidaridad con la Iglesia de Istmina-Tadó y sus comunidades, víctimas del conflicto armado y la crisis humanitaria que habita en esta región del Chocó. “Nos unimos a las preocupaciones y los llamados que la Iglesia y las organizaciones etnicoterritoriales han emitido en diversos momentos. La realidad dramática que hoy viven comunidades indígenas y afrodescendientes ubicadas en la cuenca del río San Juan, es similar a la que experimentan miles de personas en todo el departamento del Chocó y los departamentos del Cauca, Nariño y Valle”. Los prelados observan que han sido varias las denuncias que tanto la Iglesia como organizaciones de Derechos Humanos han realizado, sin tener respuesta alguna por parte de los organismos competentes. “hemos puesto de manifiesto lo que sucede en el territorio a causa del abandono estatal y el accionar de los grupos armados. Lamentablemente, el clamor de las comunidades no ha sido escuchado y, en consecuencia, las violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, en lugar de disminuir, se intensifican”. Frente a esta realidad, hacen un nuevo llamado al Estado colombiano para que se tomen acciones pertinentes e integrales que garanticen la vida y dignidad de la población afectada. Así también, exhortan a los actores armados para que respeten la población civil y frenen las acciones que perturban la tranquilidad de las comunidades. Finalmente, piden al pueblo católico orar por la paz de Colombia y “obrar con sensibilidad solidaria con los hermanos que sufren la guerra, el hambre y el abandono”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon] Audio: Lectura del comunicado por Mons. Juan Carlos Barreto, obispo de Quibdó

Mié 21 Jul 2021

El valor de ser auténticamente pueblo

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - Reflexiones desde el pensamiento del Papa Francisco - Hoy, tomo del libro Soñemos juntos del Papa Francisco, apartes de su reflexión sobre la categoría “pueblo”. El Papa aborda la necesidad de «recuperar nuestro sentido de pertenencia, de sabernos parte de un pueblo. Como primera medida, su punto de partida, en cuanto creyente, es que los discípulos de Jesús, la Iglesia, no somos una institución: fundamentalmente somos pueblo de Dios, lo que nos llama a estar unidos». Qué significa ser “un pueblo” Esta pregunta implica para el contexto actual, una oportunidad de ir a lo que debe ser el fondo de todas las inquietudes y aspiraciones de determinada comunidad humana. Advirtiendo los riesgos que conlleva hablar de pueblo desde perspectivas populistas, el Santo Padre aclara que pueblo no es lo mismo que país, nación o Estado. Nos dice: «El pueblo es siempre el fruto de una síntesis, de un encuentro, de una fusión de elementos dispares que genera un todo superior a sus partes. Aun si tiene profundos desacuerdos y diferencias, un pueblo puede caminar inspirado por metas compartidas, y así crear futuro» (págs. 104-105). Un pueblo «es más que la suma de los individuos […] es una realidad viva, fruto de un principio integrador compartido». Al pueblo no se le puede mirar solo desde la ciencia, sociología o análisis; sólo es posible, según el Sumo Pontífice, «aproximarnos a él desde la intuición, entrando en su espíritu, su corazón, su historia y su tradición». Tentaciones que hieren la identidad de pueblo Una tentación que señala el Papa es el elitismo, que «reduce y restringe las riquezas que el Señor puso en la tierra, convirtiéndolas en posesiones para ser explotadas por algunos en vez de dones para ser compartidos». Puede haber élites intelectuales, morales, religiosas, políticas, económicas o culturales. Esta tentación se supera apelando a la unidad en la diversidad. La lógica de élite genera exclusiones (y no pensemos en la “lucha de clases”); quien reivindica derechos de algún colectivo, puede terminar siendo excluyente con los demás. Otra es la del individualismo. Según el Papa, es “autodestructiva”, pues genera asilamientos. Por ello invita como superación «a salir de mi “lagunita personal” y volcarme al ancho cauce del río de la realidad y del destino del que soy parte, pero que también va más allá de mí». Dios y la dignidad de un pueblo No hay que equivocarse, Dios no obstruye o anula al ser humano. El Papa recuerda la historia de la salvación: «Jesús le restaura la dignidad al pueblo con hechos y palabras que manifiestan la cercanía de Dios». Una fe auténtica convoca a la solidaridad y a la fraternidad: a la acogida. + Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Diócesis de Pasto

Mié 30 Jun 2021

Atención pastoral para indígenas de la frontera Colombia-Perú

En respuesta al Sínodo de la Amazonía, de superar fronteras y generar redes de apoyo entre iglesias vecinas, los Vicariatos Apostólicos de Puerto Leguízamo-Solano, en Colombia, y San José del Amazonas, en Perú, firmaron un decreto en el que se constituyó de manera oficial “una estación misional o centro pastoral” para acompañar a las comunidades indígenas de estos territorios de frontera. Así lo confirmó monseñor Joaquín Humberto Pinzón Güiza, vicariato apostólico de Puerto Leguízamo-Solano, durante una entrevista concedida al Departamento de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, donde explicó en qué consiste esta iniciativa bipartita que asumen estas Iglesias de la frontera. El prelado expuso que más allá de las barreras fronterizas que unen a estos pueblos, la Iglesia desea seguir los caminos que sugiere el Sínodo de Obispos, que consisten en crear nuevas estructuras eclesiales que permitan responder a la realidad de estos territorios indígenas. “Nosotros compartimos un territorio con San José del Amazonas en Perú, con muchas comunidades indígenas dispersas en la ladera del río Putumayo por la orilla de Colombia y Perú. Nos preguntamos cómo llegarle a estas comunidades con una presencia un poco más constante y cercana (…) Pensamos en cómo unirnos como Iglesia y crear un equipo misionero que responda a la realidad del territorio, superando lo que son las fronteras”, detalló el prelado. En este contexto, estas dos Iglesias hermanas se dieron a la tarea de constituir la estación misional, animada por un equipo intervicarial que será el encargado de la función pastoral en estos territorios. Son ellos quienes tendrán a su cargo la tarea de mantener un análisis actual de la realidad de las comunidades y sus territorios y, de acuerdo a las líneas pastorales sugeridas desde los vicariatos apostólicos de ambos países, poder dar respuesta y atención a las necesidades y los desafíos que se planteen en estos pueblos indígenas. Estos territorios adolecen de propuestas estatales Monseñor Pinzón Güiza aseguró que tanto en el territorio peruano como colombiano se comparten realidades difíciles muy concretas como son la pobreza y la violencia; ello, fruto del abandono por parte del Estado. Precisó que no hay propuestas estatales que satisfagan las necesidades de las comunidades. “En los dos países la presencia del Estado es frágil, lo que hace que se convierta en un escenario propicio para el accionar de grupos armados al margen de la ley. En estos territorios están presentes diferentes grupos auspiciados por el narcotráfico. Son todas estas problemáticas las que generan violencia y desplazamiento de las comunidades”, apuntó. Acciones concretas a cumplir en este caminar misionero El prelado aseguró que, a través del centro pastoral, la Iglesia se propone trabajar en tres metas concretas que permitirán acompañar a las comunidades. Son ellas: 1. Estar presentes. La Iglesia desea acompañar a las comunidades para ir fortaleciendo los procesos que allí se van dando. 2. Ser artífices de esperanza. En medio de un panorama sombrío donde no se vislumbra caminos amplios, entonces queremos llevar sentimientos de esperanza. 3. Juntos hacer posible ese rostro amazónico. Ir dibujando ese rostro amazónico que pide el Sínodo para estos territorios, conocer su riqueza cultural, apoyar los procesos que están viviendo y ver cómo acompañar esa dinámica de fe que existe en algunas comunidades y en otras hay que proponerlas. Un decreto que da validez a este trabajo misionero Aseguró que, con el propósito de no quedar en una propuesta de solo hechos de “buena voluntad”, la estación misional se validó desde la parte jurídica. Fue así como desde el Vicariato de Puerto Legúizamo-Solano, se constituyó un nuevo puesto de misión, lo propio hizo el Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, en Perú. “Ambos Vicariatos firmamos un decreto de creación de la conformación de este centro pastoral o estación misional, que a su vez estará bajo la responsabilidad de un equipo que se conformó, con el fin de propender por el cuidado pastoral y territorial de las dos orillas”. Invitación a vivir una experiencia de misión Por último, el vicario apostólico explicó que al ser este un equipo abierto, se tiene la posibilidad para que sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos o laicos comprometidos, que deseen vivir una experiencia de misión lo puedan realizar. Observó, además, que existen diferentes formas de apoyar esta iniciativa que redundará en beneficio de las comunidades indígenas. “Si alguien se quiere animar en hacer un recorrido o realizar alguna ayuda económica para esta tarea pastoral lo puede hacer; hay la posibilidad de apoyar de diferentes maneras. Es una invitación muy bonita para cualquiera que quiera vivir una experiencia en esta Iglesia y quien quiera contribuir para que otros vengan también hay esa posibilidad”, puntualizó.