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laudato sí

Mar 26 Nov 2019

La Casa Común

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - Es una expresión cada vez más familiar, actualizada después de la encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco. Hablamos pues, de nuestra tierra, la “madre tierra”, con toda su riqueza de aguas y minerales, plantas y animales, en admirable diversidad, que hacen un conjunto armónico y un escenario para conservar, proteger y promover la vida. Así el medio ambiente se ha convertido en un imponderable que no puede ser ignorado y menos aún, deteriorado, como concurre en el discernimiento de ecologistas, políticos, científicos, de movimientos sociales y sin lugar a dudas, también en los argumentos religiosos o teológicos. En efecto, en la reflexión teológica podemos hablar del “orden de la creación” que juntamente con el “orden de la redención” y el “orden de la santificación”, se unen armónicamente para que acontezca el plan de Dios Creador, Redentor y Santificador, en favor nada menos que de la persona humana. Del hombre, afirma el Concilio Vaticano II, que es la “única criatura terrestre a quien Dios ha amado por sí misma” (G.S. 22), en razón de haber sido creado a imagen y semejanza suya, de donde deriva su original y esencial dignidad. Por tanto, las demás criaturas son “amadas” por el Creador, por su referencia y relación con el ser humano. Aparece entonces, por una parte, el “ambiente humano” y por otra, el “ambiente natural” (Casa Común), que son inseparables. Precisamente el papa Francisco, en la citada encíclica, afirma que “el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta” (L.S. 48). Precisa considerar, desde la reflexión y compromiso que la Iglesia o la antropología cristiana procura en relación con los problemas del medio ambiente o de la casa común, para ayudar en la campaña de su cuidado contra su despiadado deterioro, que “una correcta concepción del medio ambiente, si por una parte no puede reducir utilitariamente la naturaleza a un mero objeto de manipulación y explotación, tampoco debe absolutizarla y colocarla, en dignidad, por encima de la misma persona humana” (Compendio de Doctrina Social,# 463). Esta tendencia explica por qué algunas corrientes ecologistas hablan indistintamente de los derechos del hombre juntamente con los “derechos” de los animales o de los ríos o de los árboles. Es por tanto necesario hablar más bien en términos de “responsabilidad” grande y grave, intransferible, por parte del hombre, en relación con todos los bienes naturales, porque de su cuidado va a depender la misma suerte presente y futura de la vida humana. Para descender en nuestra reflexión a las situaciones concretas de las disputas ecológicas universales, regionales o locales - también inseparables - es necesario reiterar, por ejemplo, que cuando buscamos preservar las selvas o las montañas o nuestros páramos, como es el caso en los Santanderes del Páramo de Santurbán, es porque está en juego, además de clima y ecosistemas, fundamentalmente la producción y suministro de agua, cuya provisión forma parte del derecho a la vida. No es que se quiera por ello desconocer el papel propio que tiene el aprovechamiento de los recursos naturales aplicando la tecnología, así sea de avanzada o “de punta”, sino porque hay un requerimiento ético que precede a tal uso y es el bien primordial de la vida humana. En Santander por ejemplo se ha acuñado un slogan, en relación con los proyectos de extracción minera: “podemos vivir sin oro, pero no sin agua”. De modo que lo ético prima sobre lo técnico, o sea sobre el bien superior y primario, presente y futuro, de la persona humana y su vida, por encima de otros intereses. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Mié 26 Jun 2019

Preparemos el sínodo estudiando ‘Laudato si’ (I)

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - Los grandes problemas que golpean nuestra casa común.De camino hacia el próximo sínodo panamazónico que tendrá lugar en octubre, entremos al primer capítulo de la Encíclica Laudato Si (Alabado seas). Con el título “Lo que le está pasando a nuestra casa”, el Santo Padre aborda los factores principales que están complicando el frágil equilibrio de nuestro planeta. 1. Contaminación y cambio climático (nn. 17-26) En primer lugar, el Papa Francisco recuerda aquellas múltiples formas de contaminación que afectan todos los días al planeta, y consecuentemente a todos los seres vivos, afectando su salud y supervivencia, particularmente de los más vulnerables (entre los cuales debemos contar millones de seres humanos). El humo generado por los combustibles fósiles usados para la cocina, la calefacción, el transporte, la industria; las sustancias que hacen más ácido los suelos y las aguas; los fertilizantes y fungicidas; los residuos que diariamente producimos, son parte del inmenso impacto que está contribuyendo al deterioro progresivo de nuestro planeta. Para el Papa Francisco, «estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura» (LS, n. 22). Ante esto, invita a tener como ejemplo el funcionamiento de los ecosistemas, cuya cadena no deja nada al desperdicio, sino que todo es aprovechado por todos. En este punto se debería trabajar más para reducir el impacto de la contaminación en el rápido deterioro del clima. Y como el efecto de su cambio es global, el Papa afirma que este es un bien común que debe comprometer a todos. 2. La cuestión del agua (nn. 27-31) El segundo factor crítico que preocupa sobre la casa común es el del agua. Sobre el particular, el Papa afirma que «ahora en muchos lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves consecuencias a corto y largo tiempo»; en efecto, menciona las grandes ciudades que se ven sometidas a racionamientos como consecuencia de esto, al igual que la contradicción de países con abundante agua pero que padecen grave escasez. También llama el Papa la atención sobre problemas ligados al agua: «el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días»; las enfermedades relacionadas con el agua; la contaminación de fuentes hídricas por las actividades extractivas, agrícolas e industriales, así como los detergentes y productos químicos que usa la población. Resalta el hecho de que en algunos lugares se da la tendencia a privatizar el uso del agua. Ante esto, recuerda el Papa que «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal». 3. Pérdida de biodiversidad (nn. 32-42) Para el Santo Padre, la depredación de que están siendo objeto los recursos de la tierra, y la consecuente pérdida de selvas y bosques, así como de innumerables especies, es algo de urgente atención, pues además de la ya trágica realidad de la extinción que muchas de estas enfrentan, está comprometer seriamente hacia el futuro «recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios». El Papa llama la atención sobre la causa de la desaparición de tantas especies: la acción humana. Frente a este drama, el Papa Francisco es contundente: «No tenemos derecho». Y dice: «Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre». Ante esta tragedia, el Papa invita a ir «más allá de lo inmediato», por un afán meramente de lucro financiero y hace caer en la cuenta de que «el costo de los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener». Del mismo modo, convoca a prestar especial atención a algunos lugares del planeta, dada su enorme importancia para el ecosistema mundial, entre ellos la Amazonia, la cuenca fluvial del Congo, los grandes acuíferos y los glaciares, entre otros. 4. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social (nn. 43-47) Para el Papa Francisco, la degradación ambiental, el actual modelo de desarrollo y la cultura del descarte, están teniendo un impacto catastrófico para los seres humanos. Y menciona el crecimiento desmedido y ordenado de las ciudades; la privatización de espacios que restringe el acceso a zonas de particular belleza para disfrute de unos pocos, mientras se descuidan los espacios para la mayoría. Incluso las dinámicas del mundo digital se vuelven una amenaza, cuando desconectan a la gente, dificultando la construcción de relaciones interpersonales más profundas y duraderas. 5. Inequidad planetaria (nn. 48-52) En este punto, el Santo Padre deja clara la mutua dependencia entre el ambiente humano y el ambiente natural. Al respecto, afirma que «no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social». Y de esto, la inequidad, el olvido de las personas más vulnerables es un punto crítico, pues los más graves efectos de los problemas ambientales los sufre la gente más pobre. Llama el Papa a considerar que “los excluidos” son la mayor parte, miles de millones de personas. Por ello plantea la necesidad de «reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres». 6. La debilidad de las reacciones (nn. 53-59) Y si los problemas que afectan nuestra casa común son grandes y su impacto crece con rapidez, el Santo Padre pone de presente que otro factor crítico es justamente las reacciones débiles y que no van al mismo ritmo del progresivo deterioro ambiental. Ante esta debilidad de la reacción política internacional, el Papa, desde la convicción de que «estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que el soñó al crearlo», propone impulsar una cultura que sea capaz de enfrentar la crisis; construir liderazgos que marquen caminos y crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas. Además, reconoce que «hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para que no se vean afectados sus proyectos». 7. Diversidad de opiniones (nn. 60-61) El Papa Francisco evidencia, como último factor crítico en la problemática ambiental, las posiciones tan diversas, contrarias y contradictorias entre sí, que enrarecen cualquier diálogo o acuerdo para enfrentar las crisis. Mientras por un lado algunos se minimiza la situación ambiental, los cuales se podrán resolver con soluciones simples y no de fondo, además sin ningún referente ético, por otra parte, están quienes ven al hombre como una amenaza indefectible para el ecosistema, por lo cual la única solución es reducir la presencia humana en el planeta. Y aunque la solución no es unívoca, el Papa propone identificar posibles escenarios futuros. Además, recomienda tener actitud de apertura y de escucha para generar espacios de diálogo y entendimiento honesto que busque salidas al problema. Esto es urgente, pues «hay regiones que ya están especialmente en riesgo y, más allá de cualquier predicción catastrófica, lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista». + Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali

Jue 11 Oct 2018

Iglesia sale al rescate de la cuenca del río Bogotá

Con el objetivo de plantear el horizonte de lo que sería una red de acción social en favor del cuidado del agua, siete diócesis de la provincia eclesiástica de Bogotá, entre las que se encuentran las jurisdicciones de Zipaquirá, Facatativá, Girardot, Engativá y Soacha, que comparten la cuenca del río Bogotá, junto con la pastoral castrense, celebraron el tercer encuentro eclesial por el cuidado del agua el pasado 4 de octubre, a propósito de la fiesta de san Francisco de Asís. El sacerdote Jaime Mancera, coordinador del centro estratégico de la dimensión social de la evangelización –vinculado a la vicaría de evangelización de la arquidiócesis de Bogotá–, explicó a Vida Nueva que con este tercer encuentro buscan además “consolidar una acción conjunta para implementar todos los criterios de ecología integral y del cuidado de la casa común”. “Por eso hemos invitado a diversas organizaciones y se hablará de lo que la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) está haciendo y de cómo se ha conformado en torno al cuidado de toda la cuenca del río Amazonas”, añadió el presbítero. Cuidado del agua Mancera también dijo que “en sí mismo el río Bogotá ya es un desafío, pero nuestro objetivo por supuesto es todo el cuidado del agua, todo está conectado, pero el punto de entrada es el cuidado del agua”. A diferencia de los dos anteriores encuentros –en 2016 y 2017– donde el enfoque estuvo en lo formativo, este ha sido más expositivo, aunque “al final se contempló un pequeño trabajo para encontrar esos acuerdos y expectativas que seguimos teniendo, los cuales recogeremos con lo que han sido los resultados de los anteriores encuentros”, explicó Mancera. Se estima que para el primer semestre de 2019 se tenga otro espacio de encuentro, lo cual dependerá de la dinámica de cada una de las diócesis, aunque la arquidiócesis de Bogotá aseguró que tendrá otro espacio en el mes de febrero. Una dinámica sociocultural que interpela a la Iglesia “Es un encuentro histórico, estamos en un proceso regional que tiene una densidad de tipo global, ¿en qué sentido? Que la encíclica Laudato Si se está implementando básicamente en torno al agua, pues el primer capítulo le da un énfasis a la cuestión del agua”. Así lo expresó Alirio Cáceres, referente de ecología integral del Departamento de Justicia y Solidaridad (Dejusol) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y coordinador de promoción del cuidado de la creación de la arquidiócesis de Bogotá. A juicio del diácono, alrededor de la provincia eclesiástica de Bogotá “confluyen elementos biofísicos con una dinámica sociocultural que interpela a la Iglesia, con este tercer encuentro buscamos darnos cuenta de dónde estamos parados en esta porción de la casa común”. También señaló que “es la germinación de una pequeña REPAM en torno a la cuenca del rio bogota con unas características especiales”. El agua como tejido sagrado A propósito de este tercer encuentro, Cáceres destacó que “se han presentado experiencias pequeñas con pastoral ecológica, pero el gran sueño que tenemos desde el programa de ecología integral del Dejusol-CELAM es que toda la pastoral de ecología se implemente desde Laudato Si, pasando principalmente por el tema del agua”. “A lo largo del continente allí donde haya agua, una cuenca, un acuífero, como Iglesia debemos organizarnos para una pastoral de conjunto que genere la cultura del cuidado, esa ciudadanía ecológica y esa expresión de una conversión ecológica integral y radical que está muy clara y el Papa ha venido planteando, enfatizando que el agua es fundamental y nos vincula como tejido sagrado, nos enlaza”. Por: Portal Vida Nueva Digital

Mié 1 Ago 2018

De la doctrina a la vida. “Salvaguardar el medio ambiente” (1ra Parte)

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - El Papa Francisco ha puesto en el centro de la atención internacional su pensamiento acerca de la cuestión ambiental. La Encíclica “Laudato Si” (Alabado seas), es con seguridad el primer documento de ese peso magisterial en la historia de la Iglesia que se dedica por entero a llamar la atención sobre este tema que hoy interesa a tantos en el mundo, independientemente de sus creencias, posturas filosóficas o políticas. El Papa ha acuñado expresiones como casa común, cultura del descarte y ha hecho propia la preocupación que cada vez crece por el cambio climático. Pero también podemos afirmar con certeza que el Papa Francisco no es el primero en abordar la temática ambiental. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia dedica todo un capítulo (el X) al pensamiento cristiano relacionado con el ambiente. El medio ambiente un don de Dios que debemos cuidar Ya los textos del Antiguo Testamento (Cf. Gn 1,1-30) manifiestan cómo el pueblo de Israel desde siempre percibía el mundo, no como «un ambiente hostil o un mal del cual liberarse, sino como el don mismo de Dios, el lugar y el proyecto que Él confía a la guía responsable y al trabajo del hombre» (CDSI, n. 451). Si bien los israelitas entendían la creación de manera piramidal y al ser humano mismo en la cima de la jerarquía natural, esto no implicaba licencia para hacer con ella lo que quería, sino una responsabilidad: Dios mismo había confiado al ser humano cuidar, «tutelar su armonía y desarrollo». La Sagrada Escritura esta plena de cánticos, y verdaderos poemas en los cuales alaba a Dios, al contemplar la creación. De ello son claro ejemplo los salmos (Cf. Sal 104; Is 32,15-18; 65,17). Ya en el Nuevo Testamento, Jesús aparece siempre en una actitud armoniosa con el medio ambiente, y sus enseñanzas están llenas de figuras relacionadas con plantas, animales, el espacio. La acción salvadora de Jesús, que tiene como destinatario central al ser humano, tiene un impacto en toda la creación. Esto aparece en varios textos neotestamentarios (Cf. 2P 3,10.13; Ap 21,1). El mismísimo misterio Pascual de Cristo, su victoria sobre el pecado y la muerte, hace partícipe en sus efectos a toda la naturaleza. Con su Resurrección «Jesús inaugura un mundo nuevo en el que todo está sometido a Él (Cf. 1Co 15,20-28)… La conciencia de los desequilibrios entre el hombre y la naturaleza debe ir acompañada de la convicción que en Jesús se ha realizado la reconciliación del hombre y del mundo con Dios (Cf. 2Co 5,17; Col 1,15-20) (CDSI, n. 453). Es justamente con esta conciencia, apoyados en lo que revela Dios por medio de Su Palabra, que los cristianos nunca han sido ajenos a la misión de ser responsables con la creación, descubriendo en ella las “huellas del Creador” y glorificando a Dios a través de sus obras. + Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar

Vie 3 Nov 2017

Ecología con ética

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - Con sobrada razón, el Papa Francisco, sin dudas, se ha convertido en adalid de la defensa del medio ambiente. A partir de argumentos y convicciones con carga de profundidad, pues va más allá de cualquier interés ideológico, político o técnico, que no desconoce, ubica su llamado en una dimensión ética, respaldada en el humanismo cristiano, así como en una escala de valores que permite ubicar la cuestión ecológica en el lugar que corresponde, en cuanto favorable siempre a la dignidad humana y su desarrollo integral. Lo hace con humildad, sin querer “sentar cátedra” porque, como es su costumbre, escucha de buen grado, diferentes concepciones y enfoques en el manejo del medio ambiente, para llevar al discernimiento necesario en esta materia que cada vez toma mayor importancia en el mundo de hoy y que ya constituye fuente permanente de conflicto social y cultural. Su Carta Encíclica “Laudato Si” por su contenido sabio y pertinente, en una ruta que, para el honesto buscador de soluciones concretas a problemas de esta naturaleza, resulta ser luz para ver y criterio para actuar, en el momento de proponer o de tomar decisiones que afectan al medio ambiente sobre todo cuando se hace necesario conciliar lo técnico con lo ético. Este aporte del Santo Padre ayuda a crear una sólida cultura ecológica, pues de lo contrario, como él mismo lo manifiesta, ésta “no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, el agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación”. Y ella debe tomar la forma de “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (cf. L.S. #111). Basta fijarnos en el capítulo tercero de la encíclica, donde plantea la raíz humana de la crisis ecológica actual, más allá de los síntomas en los que se manifiesta, para concentrarse, como Él lo sugiere, en el modelo tecnocrático predominante y en el puesto que ocupa la persona humana y su acción en el mundo. Este ejercicio no desconoce los avances tecnológicos y científicos que han abierto enormes posibilidades en favor de la humanidad, en la medida en que éstos son producto de la creatividad humana, regalo de Dios, los cuales, bien aplicados, han contribuido a entregar alternativas favorables para un desarrollo sostenible. Pero el problema se sitúa en el mal uso de la libertad, utilizando el poder cada vez más creciente, con la ausencia de una ética sólida y una espiritualidad que regulen el recto ejercicio de decisiones que favorezcan la dignidad y el bien integral de las personas, con detrimento especialmente de los pobres y excluidos, que al final son quienes más sufren las consecuencias. Concluimos, de esta reflexión, que la ética debe predominar sobre la técnica a la hora de resolver los problemas que se derivan de la intervención en el medio ambiente, llámese de carácter minero, forestal, de expansión urbana o de cualquier otra índole. Sin olvidar que el agua es parte integrante del derecho a la vida. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Mié 11 Oct 2017

Problemáticas de la Amazonía en clave de la Encíclica Laudato Si'

En Bogotá se desarrolló un encuentro de sensibilización de la Encíclica Laudato Si' con delegados de la Red Eclecial Panamazónica - REPAM Colombia, la cual tuvo como objetivos aportar a la comprensión de esta encíclica, como voz profética desde la Amazonia para reconocerla, cuidarla, aprender y reconciliarnos con ella; y construir en conjunto herramientas pedagógicas que permitan hacer concreto el mensaje de la Laudato Si' desde los territorios de la Amazonía. Este encuentro contó con tres momentos claves: el primero, una contextualización del proposito de la REPAM, tomando como base las conclusiones del III Encuentro de REPAM Colombia que se realizó en Leticia del 19 al 24 de junio de 2017. Esto fue de la mano con una serie de herramientas y claves para la lectura de la encíclica desde el contexto de la fe y la reconciliación. En el segundo, se realizó un ejercicio de contraste de las problemáticas presentes en la Amazonía identificadas en el III Encuentro y en la encíclica del Laudato Si', que se plasmaron en un gran mural realizado por los asistentes a través del trabajo grupal. Finalmente, en el tercer momento se realizó una reflexión grupal a partir de lo que dejó el trabajo en el mural, enfatizando en el compromiso del bautizado de cara al cuidado de la casa común y la reconciliación. Posteriormente se abrió un espacio de sugerencias para que los asistentes puedan realizar sus propuestas para que en las jurisdicciones se pueda seguir poniendo en práctica el mensaje de la Laudato Si´ emitida por el Papa Francisco.

Vie 15 Sep 2017

Iglesia en Tolima se compromete con el Medio Ambiente y la Paz

En el marco de la Semana por la Paz, la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Ibagué, con el apoyo de la Comisión Regional de Conciliación y Paz del Tolima (CCR), realizaron el pasado 13 de septiembre, el Foro Regional sobre Medio Ambiente y Paz. Este evento, al que asistieron cerca de 200 personas de diferentes sectores de la sociedad civil, fue presidido por el arzobispo de esta ciudad Monseñor Flavio Calle Zapata, quien explicó a los asistentes el contenido de la ‘Laudato si’, encíclica presentada en junio de 2015 por el Papa Francisco y que hace referencia al cuidado del medio ambiente y de la casa en común. También intervino el Doctor Hernando Hernández, docente de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Ibagué, quien ofreció una conferencia sobre el contexto del posconflicto que se vive hoy en Colombia. El Foro fue además un escenario propicio para la puesta en común de experiencias de vida de un soldado, víctimas del conflicto armado colombiano y cinco excombatientes de las AUC y de las FARC reincorporados a la sociedad civil, quienes plantearon su percepción sobre el perdón y la reconciliación, hechos que causaron un impacto positivo entre los asistentes. Esta actividad se suma a otros esfuerzos que viene realizando la Comisión Regional de Conciliación y Paz del Tolima, con el acompañamiento de la Comisión de Conciliación Nacional, para la promoción y construcción de una cultura de reconciliación y paz en ese departamento.

Lun 10 Jul 2017

No sólo el páramo de Santurban

Por: Monseñor Ismael Rueda Sierra - El papa Francisco, a quien esperamos en su visita apostólica a Colombia en el mes de septiembre, nos ha entregado la carta encíclica “Laudato Si”, en continuidad con el magisterio pontificio del Beato Paulo VI y San Juan Pablo II, sobre el tema de la ecología. Pero indudablemente el papa Francisco va al fondo en su reflexión integral e interdisciplinar de lo que significa el cuidado de la casa común, como responsabilidad de todos. En los distintos foros mundiales y también los locales, estos temas ocupan primera línea, por cuanto está en juego la supervivencia misma de la humanidad y el adecuado tratamiento de la dignidad humana. Por tal razón, con base en una dimensión ética, entre otras, que debe estar necesariamente en la base del discernimiento, también existen unas consideraciones de tipo político, económico y cultural que afectan profundamente, por las competencias propias en materia de decisiones, conductas y vigencias culturales lo mismo que por los intereses de lucro y consumo, que en ocasionen se priorizan, como es usual en el mundo de hoy. Se ha vuelto recurrente, a la hora de conciliar el manejo adecuado del medio ambiente con las aplicaciones de tipo industrial, minero o urbanístico, etc. no dar la adecuada importancia a su componente ético y social, o brindar promesas ecológicas que francamente no convencen porque se sabe de antemano, del enorme impacto que producen sobre los bienes naturales. Quiere esto decir que para vender la idea de la explotación de los recursos, o la expansión urbana, a menudo los interesados se colocan un “traje ecológico” para obtener el visto bueno de la opinión pública especialmente. Quisiera hacer alusión sólo a algunos apartes de la encíclica papal aludida, que nos permiten ver el enorme reto que tenemos a la hora intervenir el medio ambiente, en favor del ser humano. Al referirse el Papa a una ecología integral afirma que “La ecología… También exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo. No estará de más insistir en que todo está conectado” (cf. L.S.138). Afirma además: “Cuando se analiza el impacto ambiental de algún emprendimiento, se suele atender a los efectos en el suelo, en el agua y en el aire, pero no siempre se incluye un estudio cuidadoso sobre el impacto en la biodiversidad, como si la pérdida de algunas especies o de grupos animales o vegetales fuera algo de poca relevancia” (cf.L.S.35). “El cuidado de los ecosistemas, afirma, supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación” (Id.36). En relación con la cuestión del agua, que sin duda es prioritaria a la hora de plantear los temas ecológicos, por cuanto su acceso, uso y consumo forma parte del derecho a la vida, el Santo Padre afirma que “En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (Id.30). De modo que, en el caso nuestro de la intervención en el páramo de Santurbán, al que ya me había referido en otro editorial, invocando la aplicación del principio de precaución, será necesario para su adecuado manejo y conservación, no ignorar las consideraciones éticas y de responsabilidad social, presentadas por el Santo Padre Francisco en la encíclica “Laudato Si”. Con mi fraterno saludo. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga