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navidad

Sáb 8 Ene 2022

BAUTISMO DEL SEÑOR: Dos consejos para seguir a Jesús

La Iglesia anima la fiesta del Bautismo del Señor, que cierra el periodo de la Navidad y da inicio el tiempo ordinario que nos lleva a hacer un recorrido por la vida de nuestro Señor Jesucristo. Esta celebración es el grito potente, magnífico del Padre que presenta a su Hijo Jesús. Este grito queda como un eco en los creyentes: Este es mi hijo amado, el predilecto. El padre Ramiro Antonio López, director del Departamento de Animación Misionera de la Conferencia Episcopal de Colombia, quien nos explica el sentido de esta fiesta, también nos recuerda que son dos los momentos que nos deben marcar a los cristianos, como enseñanza para seguir a Jesús. Estas son: Primero. Jesús se manifiesta como el ungido del Padre, el Mesías, que es ungido por el Espíritu Santo y que ahora viene a manifestarse como el Salvador, él se pone en la cola de los pecadores, se solidariza con la humanidad para enseñarnos a nosotros la necesidad de bautizarnos para recibir el Espíritu Santo, de esta manera nosotros recibimos la filiación. Segundo. Nos invita a nosotros a renovar nuestro propio bautismo, recordemos la fecha en la cual nacimos a la vida sobrenatural en la fuente del bautismo, que importante que hoy recordemos cuál fue esa fecha y acontecimiento tan importante para nuestra vida espiritual. Finalmente, el sacerdote observa la invitación que el Papa Francisco hace a todos los bautizados, con motivo del sínodo y consiste en “caminar juntos siguiendo al Señor en la escucha del Espíritu Santo”.

Sáb 25 Dic 2021

El Papa: En esta Navidad pidamos a Jesús la gracia de la pequeñez

En la Misa de Nochebuena, el Santo Padre habló de la pequeñez como el camino elegido por Dios para llegar a nosotros. Y así nosotros debemos acoger y abrazar a Jesús en los pequeños, pobres y últimos. Un llamado también a una dignidad del trabajo que no haga esclavos ni provoque muertes, un llamado a una Iglesia unida, en camino y sinodal. “Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez”. Esta frase del Papa Francisco en su homilía de la Misa de Nochebuena, celebrada este viernes, 24 de diciembre, en la Basílica de San Pedro, está en el corazón de su mensaje para esta Navidad: pedir a Jesús la gracia de la pequeñez y honrarlo con la acogida y el abrazo a los más pobres y últimos. Una reflexión la del Santo Padre que, partiendo del anuncio del nacimiento del Mesías, “un niño en la dura pobreza de un pesebre”, pone de relieve el contraste entre la grandeza del emperador César Augusto y el Salvador que nace “donde no hay nada grande”, en pañales y rodeado de pastores: “Allí está Dios, en la pequeñez” – dijo el Papa. “La pequeñez es el camino que eligió para llegar a nosotros, para tocarnos el corazón, para salvarnos y reconducirnos hacia lo que es realmente importante”. Y esta es la primera invitación del Pontífice, la de contemplar ante el pesebre, “más allá de las luces y los adornos”, al Niño Dios, a “Aquel que abraza al universo” pero necesita ser cargado, mimado, arropado. "El Amor infinito tiene un corazón minúsculo, que emite ligeros latidos. La Palabra eterna es infante, es decir, incapaz de hablar. El Pan de vida debe ser alimentado. El Creador del mundo no tiene hogar”. Jesús nació para servir El desafío, subrayó el Papa, es saber acoger a ese Dios que viene al mundo pequeño y cuya grandeza se ofrece en la pequeñez. “Dios se revela, pero los hombres no lo entienden”, afirmó el Pontífice, porque “seguimos buscando la grandeza según el mundo” y mientras “Dios se abaja, nosotros queremos subir al pedestal”, mientras pide “humildad, nosotros pretendemos brillar”. Mientras “nosotros pasamos los años persiguiendo el éxito, Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior”, aseguró el Papa, porque “Jesús nació para servir". “Esto es lo que podemos pedir a Jesús para Navidad: la gracia de la pequeñez". “Señor, enséñanos a amar la pequeñez. Ayúdanos a comprender que es el camino para la verdadera grandeza” “Me hice pequeño por ti” El Santo Padre explicó que acoger la pequeñez es creer que Dios quiere estar en las pequeñas cosas de nuestra vida, habitar las realidades cotidianas, en la casa, la familia, la escuela, el trabajo: “Quiere realizar, en nuestra vida ordinaria, cosas extraordinarias”, afirmó Francisco. Pero además quiere llegar hasta nuestra propia pequeñez, allí donde somos débiles, frágiles, incapaces o fracasados. “Hermana, hermano, si como en Belén, la oscuridad de la noche te rodea, si adviertes a tu alrededor una fría indiferencia, si las heridas que llevas dentro te gritan: Cuentas poco, no vales nada, nunca serás amado como anhelas”, esta noche Dios responde. Esta noche te dice: “Te amo tal como eres. Tu pequeñez no me asusta, tus fragilidades no me inquietan. Me hice pequeño por ti. Para ser tu Dios me convertí en tu hermano”. Jesús cerca de los olvidados de las periferias Acoger la pequeñez en nuestras vidas significa también, como dijo el Pontífice, “abrazar a Jesús en los pequeños de hoy; es decir, amarlo en los últimos, servirlo en los pobres”, no herir a Dios despreciando a los pobres con la indiferencia: “Cuidemos a Jesús ahora, acariciándolo en los necesitados”. Además, Jesús no solo se identificó con los más pobres y humildes, sino que nació rodeado de ellos, pastores entregados a su trabajo y a su grey. “Jesús nace allí, cerca de ellos, cerca de los olvidados de las periferias”, dijo el Papa al aclarar que Jesús “viene a ennoblecer a los excluidos y se revela sobre todo a ellos; no a personajes cultos e importantes, sino a gente pobre que trabaja”. Un llamado entonces a dar dignidad al trabajo del hombre. “Esta noche, Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo” Iglesia sinodal, en camino, vayamos a Belén Por último, en su homilía, el Santo Padre hizo notar que cuando contemplamos a Jesús “todo vuelve a la unidad”, pues en Belén los ricos, los pobres, los pastores, eruditos y magos estaban unidos, porque “todo se recompone cuando en el centro está Jesús”, y eso es lo esencial, volver a Belén, a los orígenes, “a lo esencial de la fe, al primer amor, a la adoración y a la caridad”. “Contemplemos a los magos que peregrinan y como Iglesia sinodal, en camino, vayamos a Belén, donde Dios está en el hombre y el hombre en Dios; donde el Señor está al centro y es adorado; donde los últimos ocupan el lugar más cercano a Él; donde los pastores y los magos están juntos en una fraternidad más fuerte que cualquier clasificación. Que Dios nos conceda ser una Iglesia adoradora, pobre y fraterna. Esto es lo esencial. Volvamos a Belén”. Fuente: Vatican News Fotos: Internet

Vie 24 Dic 2021

Feliz Navidad en Cristo Jesús, María y San José para todas las familias

Ante el anuncio gozoso del nacimiento del Salvador y el pregón de la Navidad, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, presenta un mensaje a las familias colombianas, recordándoles a cada uno de sus miembros que todos están llamados a contemplar los pies hermosos de Dios que anuncia la paz, la fraternidad y el amor a sus hermanos. “En este mensaje de Navidad quiero llegar hasta su familia para unirme con usted con esos signos de gozo que hay en su hogar junto a su pesebre, junto al corazón de toda su familia, para decirles que como Iglesia nosotros estamos llamados a contemplar los pies hermosos del Dios que anuncia la paz a sus hermanos” Afirma que son esos pies de niño tierno, que todavía no pueden caminar entre los valles y montañas, los que luego avanzarán, para enseñarnos a encontrar la verdadera paz y fraternidad. Observa que es Dios la verdadera paz, por ello las familias en esta época celebran la Navidad compartiendo la palabra de Dios, la eucaristía, la cena, el rezo de la novena, el canto de los villancicos, y es así, -agrega el prelado- “que estos detalles nos hacen pensar en que usted y yo si queremos celebrar la Navidad, debemos ser hombres y mujeres de pies hermosos que le anunciamos la paz a nuestros hermanos”. Finalmente, el arzobispo extiende un saludo de Feliz Navidad en Cristo Jesús, en María y San José a todas las familias colombianas. <iframe width="820" height="410" src="https://www.youtube.com/embed/_qIpXwdM5lo" title="YouTube video player" frameborder="0" allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen></iframe>

Jue 23 Dic 2021

¡El mejor regalo!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Cuenta una historia que ‘una chiquilla, trataba de envolver una caja de cartón con papel de regalo dorado; su padre enfureció, por considerar que se estaba desperdiciando el papel. El papá mandó a la niña a su cuarto; ella se retiró triste. A la mañana siguiente, la niña llevó el regalo a su padre, quien volvió a disgustarse cuando se percató que la caja estaba vacía. La niña miraba sorprendida a su progenitor, por su reacción y le dijo: -papito, no está vacía. Anoche antes de envolver la caja, yo soplé muchísimos besos dentro de la caja y todos son para ti. El papá solo atinó a mirarla, caer a sus pies y abrazarla, pidiéndole perdón’. Así, que la pregunta de hoy debería ser: ¿Cuál es el mejor regalo? Por estas fiestas decembrinas, muchos aprovechan para intercambiar aguinaldos y compartir en familia. Cuántos de nosotros necesitamos obsequiar o recibir hoy, estas cajas llenas de besos, máxime cuando en esta pandemia todo cambió; nuestros hábitos afectivos saludables quedaron aplazados. En medio del temor y de la estampida de este virus, tuvimos que tomar distancia y, aunque algunos vínculos se han roto, muchos más han permanecido incólumes por una sencilla razón: porque no fue desidia ni negligencia, no fue indolencia ni insensibilidad, fueron hábitos transformados ‘temporalmente’ para cuidarnos y cuidar a nuestros seres amados. Sin embargo, los afectos han seguido intactos y a Dios gracias, se ha ido recobrando la normalidad, lo que evidencia que la humanidad no puede vivir aislada, en confinamiento, sin afectos y sin los hábitos propios de los seres humanos: los abrazos, los besos, las caricias, las palabras, el encuentro, las miradas, los silencios, las pausas, los guiños de ojo, la sonrisa, los piropos, los gestos, las expresiones de ternura, etc. Ni siquiera por decreto se puede aniquilar esta riqueza afectiva; se dieron normas de autocuidado y se siguen recordando, pero, jamás se han dado y creo, ni se darán decretos, que impidan la cercanía y el encuentro con el otro. En esta navidad, queridos lectores, estoy convencido que el mejor regalo, eres tú, soy yo, somos todos; el mejor regalo es nuestra vida, lo que somos y tenemos al servicio de los hermanos, incluso de los más vulnerables, de los marginados y descartados socialmente. Desde niños, nos enseñaron a pedir al niño Dios, bienes materiales y espirituales; hoy les propongo, además que le ofrezcamos algo a Jesús que nace. ¿Qué le puedes y quieres ofrecer al Niño Dios? ¿A qué estás dispuesto(a)? Qué tal si pensamos por un instante: ¿Qué empaque de regalo me gustaría y qué pondría en esa caja llena de besos? Pienso en estas figuras: algunos, vienen en empaque de ternura, los niños recién nacidos, que van creciendo, junto a la hoguera del amor de sus papás y de sus amigos; muchos, vienen en empaques deteriorados por el peso de los años, por su situación de calle, por su inmersión en las drogas, por la cruda realidad del alcoholismo. Cientos de personas prefieren los empaques ecológicos o en material reciclable, por su compromiso con el medio ambiente, por el amor profesado a los animales; hay quienes prefieren los empaques clásicos, por su forma de pensar, por su rigor en sus principios y dogmas; hay quienes optan por los empaques de color brillante o multicolores, para expresar creatividad y originalidad; algunos se decidirán por empaques simples y sin muchos adornos, bolsas o una sencilla envoltura, para manifestar su simplicidad o el acelere de la vida. Otros, vienen en empaque dorado, son los años de la experiencia, las canas, el desacelere de la vida, la sabiduría y la serenidad. Pero, algo nos une a todos: esperamos una ‘lluvia de bendiciones’, porque el niño Dios viene como el Príncipe de la Paz, a sanar nuestros corazones de odios, envidias, celos, desconfianzas, inseguridades; viene a dar sentido a nuestras vidas y a encender en todos, la llama de la esperanza. No olvides por lo mismo, que el mejor regalo, en esta navidad, eres tú mismo(a). + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Jue 23 Dic 2021

Nacimiento del Niño Jesús: Tres actitudes para vivir en Navidad

“El centro de la Navidad lo constituye el alumbramiento de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, en Belén de Judá. Es el insondable misterio de un Dios nacido en la carne”, así nos lo recuerda el padre Jairo de Jesús Ramírez Ramírez, director del Departamento de Liturgia, de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC). “La Navidad es un anuncio gozoso, un grito de alegría que debe contagiar a todos, sobre todo a los hombres de buena voluntad. La salvación ha llegado, la salvación viene de nuestro Dios: nos ha nacido el salvador”, asevera. El sacerdote observa que la Navidad debe ser mucho más que “un tiempo ingenuo o explotado por la sociedad de consumo. Es el tiempo de Dios y el tiempo del hombre”. Agrega que, la liturgia para esta celebración busca “provocar la fe en la manifestación divina, la apertura a la gracia, la necesidad del amor y del seguimiento a Jesucristo”. Finalmente, propone tres actitudes para vivirlas en este tiempo de la Navidad: Que el corazón se ensanche: Ensanchemos nuestra tienda para acoger al recién nacido. Él hace suya nuestra carne, se hace carne no para permanecer encerrado en los templos. El silencio: El niño de belén no se siente cómodo en el mundo del consumo porque ese mundo deshumaniza, cosifica y pierde el sentido del vivir. La fe: El don de la fe es creer que la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

Lun 20 Dic 2021

Navidad es perdón, reconciliación y paz

Por: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve - Se acerca la celebración del nacimiento de Nuestro Se­ñor Jesucristo, el cual cele­bramos el próximo 25 de diciem­bre: “La Palabra se hizo carne y puso su morada entre noso­tros” (Jn 1, 14), es lo que resuena en nuestros corazones en la ma­ñana de la Navidad, mensaje que nos invita a recibir al Salvador del mundo que viene a traernos el perdón y la paz. Este tiempo es un momento propicio para vivir perdonados y reconciliados, para dejar que Dios nazca en cada corazón y en cada familia. Dios no puede nacer de nuevo en un corazón que está lleno de odio, rencor, resentimiento y vengan­za, porque generan división y violencia. Dios viene a nacer y a darnos su perdón que llega a un corazón que se deja sanar por su gracia; el cual, a su vez, es capaz de ofrecer el perdón a quien nos ha ofendi­do, “perdónanos nuestras ofen­sas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofen­den” (Mt 6, 12). Repetimos con frecuencia en la oración del Pa­dre Nuestro, que tendrá que reso­nar en nuestro corazón de manera más real y efectiva en este tiempo santo de la Navidad. Al hablar de perdón y reconcilia­ción se está tocando un aspecto central de la fe cristiana. Muchas situaciones personales, familiares y sociales que generan conflicto, reclaman un proceso de perdón y reconciliación, pero no se logra cuando se quiere hacer sin Dios al centro de la vida. La fe en Dios es definitiva cuando se quiere ha­blar de perdón y reconciliación; y por eso, es que a las comuni­dades cristianas en Colombia, hay que pedirles como prime­ra obra en el trabajo de la re­conciliación, que se encuentren para rezar, como expresión de la fe en el Señor. La oración es el clamor de quien no se resigna a vivir en el odio, el resentimiento, la violencia y la guerra y preci­samente navidad es un momento propicio para reunirse a rezar y abrir el corazón a la gracia. El perdón y la re­conciliación son vir­tudes cristianas que brotan de un corazón que está en gracia de Dios, que nos permi­te ver la dimensión del don de Dios en nuestras vidas. Na­cen estas virtudes de la reconciliación con Dios, mediante el perdón de los peca­dos que recibimos, cuando arre­pentidos nos acercamos al sacra­mento de la penitencia a implorar la misericordia que viene del Pa­dre y que mediante el perdón nos deja reconciliados con Él. Estar en gracia de Dios, perdonados y reconciliados son características fundamentales de la fe cristiana, que se deben vivir con mayor fer­vor en el tiempo de la navidad. El perdón y la reconciliación son gracias de Dios, por eso no son fruto de un mero esfuerzo huma­no, sino que son dones gratuitos de Dios, a los que el creyente se abre, con la disposición de recibirlos, haciéndose el cristiano testigo de la misericordia del Pa­dre y convirtiéndose en instru­mento de la misma, frente a los hermanos. Un corazón en paz con Dios, que está en gracia, es capaz de transmitir este don a los demás, mediante el perdón y la reconciliación en la vivencia de las relaciones con los otros. Esto es Navidad. No hay reconciliación y paz sin perdón y todo tiene su origen en Dios Padre que envió a su Hijo Jesucristo, que se hizo carne, na­ció en un pesebre con la misión de perdonarnos y reconciliarnos y lo cumplió plenamente desde la Cruz cuando nos otorgó su per­dón y nos dejó el mandato de per­donar a los hermanos. El origen del perdón es la expe­riencia que Jesús tie­ne de lo que es la Mi­sericordia infinita del Padre y por eso desde la Cruz lanza esa pe­tición de perdón para toda la humanidad pecadora y necesita­da de reconciliación: “Padre Perdónales porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). Con Dios al centro de la vida, viviendo en su gracia y en ora­ción ferviente, aprovechemos un instrumento fundamental en el proceso del perdón y la recon­ciliación que es la escucha, tan añorada en estos tiempos de vio­lencia y dificultad, es en nuestra patria y en nuestras familias. La escucha ayuda a resolver con­flictos familiares, vecinales, so­ciales, políticos, etc. La escucha evita muchos enfrentamientos violentos en el hogar y en todos los sectores sociales.El Papa Francisco nos ha con­vocado a un sínodo con el títu­lo, Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión, que en la vida real de una familia invita a los esposos a que se escuchen mutuamente y entre los dos es­cuchen a los hijos y juntos como hogar cristiano escuchen al Es­píritu Santo. La escucha abre la posibilidad de discernir la verdad que nos trae Dios y abrirnos a la voluntad del Padre que consiste en que todos vivamos perdona­dos, reconciliados y en paz y eso es Navidad, esa es la celebración para la que nos preparamos en este tiempo y que estamos próxi­mos a celebrar en familia. Con la gracia de Dios al centro de nuestra vida, la escucha que lleva al perdón y a la reconciliación, se fortalece como un beneficio para el otro. Sin Dios al centro, se bus­ca el perdón y la reconciliación como un beneficio para sí mismo. La paz que nos trae el Señor, no como la que da el mundo sino Dios, implica una búsqueda con­tinua del bien del otro, que lleva finalmente a trabajar de manera incansable por el bien común. Esto es un aprendizaje que se hace desde la fe, dejándonos edu­car por Dios mismo, que quiere que seamos sus hijos y entre no­sotros verdaderos hermanos. A todos les auguro que el Niño Jesús los llene de perdón, recon­ciliación y paz en esta Navidad que vamos a celebrar y les de­seo un año nuevo 2022 lleno de muchas bendiciones del Señor, con el deseo de dejarnos perdo­nar por Dios que viene a quedar­se con nosotros, invitándonos a perdonar a nuestros hermanos, para vivir reconciliados, en paz y sigamos adelante abrazando la Cruz del Señor y fortalecidos por la gracia de Dios. En unión de oraciones, reciban mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Sáb 11 Dic 2021

Sinodalidad en Navidad

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Hemos insistido mucho en el significado de la palabra sínodo, descrita como caminar juntos. La Iglesia quiere que, en este tiempo tan especial, tomemos conciencia de la importancia de este caminar juntos. Por otra parte, es clave hacer caer en la cuenta, de que la dinámica de la sinodalidad no es exclusiva de la Iglesia, aunque se use más en ella, porque para que la familia, el barrio, la ciudad, el país puedan crecer y superar mejor las adversidades, se necesita aprender a caminar juntos, haciendo a un lado intereses personales, que a veces se vuelven mezquinos cuando afectan el bien común. Si el ejercicio sinodal, que estamos invitando a hacer en la Iglesia, deja como fruto que las familias y la sociedad civil en general entiendan la importancia de recuperar ese caminar juntos, buena parte de la tarea se ha hecho. Así las cosas, las parroquias, las familias católicas y las pequeñas comunidades en los sectores, salones sociales, urbanizaciones o centros comerciales, tienen en la realización de la Novena de Navidad la mejor de las oportunidades para hacer el ejercicio sinodal que tiene dos componentes importantes: la escucha de la palabra de Dios y la escucha de la palabra de los hermanos. Una escucha que hoy se vuelve tan necesaria para descubrir lo que Dios quiere de cada uno. Por tanto, sugiero que se acoja y aproveche la Novena de Navidad que la Arquidiócesis de Cali ha preparado, con reflexiones apropiadas a la sinodalidad, acercándonos al espíritu de lo que ella significa e invitándonos a poner la mirada en un grupo especial de personas, que no solo entendieron lo que era ese caminar juntos -sínodo-, sino que lo pusieron efectivamente en práctica. Me refiero a la Sagrada Familia de Nazaret. Primero los esposos José y María, estuvieron dispuestos a escuchar la palabra de Dios a través del ángel Gabriel; ambos fueron capaces de acoger su mensaje; ambos se pusieron en marcha, caminaron juntos a Belén, a Nazaret, a Egipto… Y luego, nacido Jesús, expresaron el fruto de la sinodalidad, en el servicio solidario al Hijo de Dios. Sugiero pues, que el esquema de la Novena de Navidad en Cali, sirva para el diálogo sinodal entre los que asistan, niños, jóvenes y adultos: ¿qué nos dice el mensaje?, ¿a qué nos comprometemos con dicho mensaje? Finalmente, ojalá seamos capaces de ponderar, en su justa medida, la realización de las novenas. Que el canto de los villancicos y las panderetas, las maracas y los gozos, no apoquen el momento del silencio, la escucha y el diálogo, de forma tal que de las celebraciones navideñas no queden solo los regalos, la natilla y los buñuelos, quede sobre todo el compromiso de ser mejores y de dejar que el Niño Dios nazca efectivamente en corazón de todos. Puede ser que celebremos Navidad y que Jesús nazca solo en los pesebres y no en los corazones de quienes lo invocamos cantando: “Ven, ven, no tardes tanto”. Feliz navidad y venturoso año 2022. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Lun 6 Dic 2021

Luces en la noche

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - En tiempos de incertidumbre, la noche extiende su oscuridad sobre el horizonte de nuestras consciencias. Vemos solo el instante en que vivimos. Y una inseguridad, tejida de temores apocalípticos, diezma el ímpetu emprendedor y la fuerza interior de la esperanza. Caminar a oscuras, sin horizonte y sin brújula, sin guía y sin metas, en las diásporas del “sálvese quien pueda”, es ser arrastrados por la vorágine de la autodestrucción, en la que estamos instalados hoy. Pandemias, guerras, economías ilícitas, cambio climático, torrentes migratorios, manipulación mediática, control político y policial, robo e inseguridad, escasez y carestía: todo un cuadro crítico que presiona la psiquis humana de esta generación. Depresión y fatiga, proyectos de muerte y pánico colectivo están al acecho. No es necesariamente el Apocalipsis del fin del mundo. Podría ser mejor el amanecer de una conciencia global, de casa común, de solidaridad interhumana, de convivencia pacífica y amistad social. Un amanecer que trasponga los meridianos entre las tinieblas y la luz; que suscite el bíblico “canto del gallo”, es decir, la frontera entre noche y día, la hora de recobrar la fidelidad perdida y de llorar la amargura de nuestras cobardías y traiciones: aquellas que disocian la libertad de la verdad, la vida del amor, haciéndonos incapaces del bien que labra un mundo mejor, un mañana que ilusione. En estos escenarios de contrastes, irrumpe la luz de Navidad, con las esperas del antes y del después de Cristo. Es la esperanza de la Encarnación de Dios que recorre las sendas de la vida, desde las entrañas de María hasta la “humanidad sin entrañas” de la Cruz y del Calvario, desde las entrañas de la noche de Navidad, hasta las entrañas mismas de la noche de Pascua y el amanecer definitivo de la vida en la resurrección. “¡El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz! A los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos” (Isaías 9,2). Centrar la vida y la historia en una persona, en la persona de Cristo Viviente, es la gracia de la encarnación de Dios, que adoramos en la noche y el día de Navidad, al recitar el Credo y doblar la rodilla en el “et incarnatus est” y el “et homo factus est” (se encarnó, se hizo hombre). Apresurar la llegada del Reino de Dios que Él consolidó sobre el trono de su cruz, sobre la humanidad que acepta crucificar manos y pies, actitudes y palabras, para poner el cimiento más radical, el de la no violencia del amor, es el secreto íntimo de la “cultura de la vida” en todo tiempo y circunstancia. Hay luces en la noche. No estamos solos en el devenir de la historia. Un devenir que Dios Encarnado, Jesús de Belén, de Nazareth y de Jerusalén, puso en positivo. No caminamos hacia el fin apocalíptico del mundo, sino hacia la segunda venida de Cristo como Señor que somete a los “enemigos del hombre” y a la muerte misma, al poder pacificador de su resurrección. ¿Cómo encender estas “luces en la noche” de la actual travesía humana? Desde el gesto personal de llamar e invocar a Jesús con el “Marana Tha” (“Ven, Señor Jesús”), convertido en plegaria de Adviento y gozo de la Novena de Navidad; hasta la adoración del misterio encarnado en la Noche Buena y fiesta del Nacimiento, el símbolo de la luz en las noches, de las velas encendidas y las alegrías compartidas en viandas, músicas, pesebres y regalos que se intercambian, sin la pólvora aguafiestas ni las estridencias paganas, ayudan a “socializar” la esperanza y a reintegrar familias y vecindades, generaciones y marginalidades. Y más allá de estas tradiciones, busquemos con ellas y entre todos ese caminar juntos, la disposición de ser sínodo, peregrinos y caminantes que hacemos parte de quienes procuran soluciones y no de quienes agravan los problemas y tienden a la destrucción apocalíptica de los desesperados. La coyuntura de desafíos globales y de época preelectoral y apremio de protesta social y de paro nacional en Colombia, exigen luz y lucidez de todos, hombres y mujeres, para avanzar unidos por la vida, la reconciliación, las garantías de derechos y de democracia, la convivencia entre diversos y los acuerdos de paz entre adversarios. Sin violencia alguna, con presencia colectiva de pueblo sin más armas que la dignidad, la voluntad y la palabra, sin más estrategia que la de la “unidad superior al conflicto”, con unidad espiritual y firmeza moral, podremos vencer toda tentación de destrucción y muerte, toda imposición de injusticia y engaño. Me uno en oración a todas nuestras comunidades y a todos los hogares. Y los bendigo como pastor y obispo de esta Iglesia que peregrina en Cali. ¡Navidad y Año Nuevo 2022 llenos de luz y esperanza! + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali