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navidad

Jue 17 Dic 2015

Visita el especial Web para Navidad

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) pone a disposición de los fieles el sitio web Navidad 2015. Un espacio virtual donde se podrá hallar información relacionada al tiempo de la Navidad. INGRESA AL ESPECIAL Como ya es costumbre, se ofrece al visitante reflexiones de los obispos del país relacionados a la Sagrada familia, Santos inocentes, Madre de Dios, Jornada de la Paz, Epifanía y Bautismo del Señor. Así también, se cuenta con los saludos del presidente del episcopado, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga y del Arzobispo de Bogotá y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, cardenal Rubén Salazar Gómez.

Mié 16 Dic 2015

Descarga Homilías para Navidad

El departamento de Liturgia del episcopado colombiano, gracias a la colaboración del padre Diego Uribe Castrillón, integrante de la Comisión Nacional de Liturgia, ponen a disposición de los fieles las Homilías para el tiempo de Navidad. [icon class='fa fa-download' link='']DESCARGA HOMILÍAS NAVIDAD[/icon]

Mié 16 Dic 2015

Vivir la Navidad

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – La sociedad de consumo y la superficialidad de nuestra vida han venido cambiando el sentido cristiano de la Navidad por un tiempo de compras y de bulliciosa diversión. Para muchos la Navidad es una fiesta vacía, amnésica, porque no son conscientes de la celebración del misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Tantas veces, todo se reduce a pólvora, regalos, comidas, licor y ruido. En muchos ambientes se ha vuelto una fiesta completamente pagana que ya no da sentido a la vida, ni alegría verdadera, ni profunda esperanza. Más aún, la propuesta secularista trata de borrar todo sentido cristiano de la Navidad. En algunos países desean felices fiestas y decoran el árbol de vacaciones. En Oxford se prohibió usar la palabra Navidad para no ofender a las minorías y se cambió por “Festival de invierno”. En no pocos lugares no aparece el niño Jesús, sino el Papá Noel que reparte regalos; las decoraciones no tienen ningún contenido religioso. La actual celebración de la Navidad ya no les habla, a buena parte de las nuevas generaciones, del acontecimiento trascendente que le dio origen. Nosotros, los que nos sentimos discípulos de Jesús, debemos vivir y enseñar a vivir la Navidad como un tiempo en el que aprendemos a leer el Evangelio, a conocer a Jesús no simplemente como el Niño del pesebre, sino como aquel en quien Dios nos ha revelado su ser y su misericordia. Es en el Evangelio donde los cristianos debemos encontrar inspiración para nuestro comportamiento frente a todas las realidades del mundo. La humildad, la pobreza y el amor que entrañan el nacimiento de Cristo nos llevan a repensar nuestras opciones, nuestros valores, el sentido mismo de la vida. Los cristianos combatimos todo atentado contra la vida porque reconocemos la dignidad inviolable de todo ser humano y su destino eterno, que refulgen en la encarnación del Verbo de Dios. Los cristianos nos oponemos a la inequidad porque sabemos que en la administración del mundo que se nos ha confiado todos tenemos los mismo derechos y se deben privilegiar las necesidades de los pobres. Los cristianos promovemos la justicia, la verdad, la libertad y la solidaridad porque sabemos que estos valores esenciales enseñados por Jesús son el camino que conduce a la plenitud de la vida. La fe cristiana, que encuentra en la Navidad un tiempo oportuno para madurar y manifestarse, debe impedirnos ser esclavos de ídolos y costumbres paganas, para entrar en el nuevo mundo que se inaugura con el nacimiento del Señor. El nos trae una nueva forma de vivir que no se establece a partir de la fuerza de las armas, ni de la comodidad que ofrecen las riquezas, ni de los triunfos aparentes del poder, ni de las sensaciones efímeras del placer, sino del gozo, de la seguridad y de la paz que brotan en el corazón humano y en la sociedad cuando permitimos que Dios reine; es decir, que sea en verdad Padre de todos. Cristo es la novedad eterna y universal, es la verdadera alegría de la humanidad, es la fuente del amor para el mundo. El nos llama a todos, y especialmente a los que viven al margen de la sociedad o están lastimados por el sufrimiento y la soledad, a la esperanza. La invitación a comprender de esta manera la Navidad y a celebrarla como una amorosa acogida de Cristo, es la mejor posibilidad que tengo para agradecer a los obispos auxiliares, a los vicarios, a los presbíteros, a los diáconos, a las personas consagradas y a los fieles laicos su valiosa participación en la vida y misión de nuestra Arquidiócesis y desearles todas las bendiciones divinas en el Año de la Misericordia. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 7 Dic 2015

Navidad: Muchas luces, poca luz

Por: P. Raúl Ortiz Toro - Discúlpenme el pesimismo pero creo que la celebración de la Navidad se nos salió de las manos. La Navidad, para muchos en el mundo contemporáneo, se llama “fiestas de fin de año” y no tiene sabor a Cristo. La mayoría de la gente, incluso aquellos que se dicen católicos, arregla la casa, pone luces en cada rincón, prepara suculentas cenas, hace el brindis, comparte en familia o con amigos pero sin ningún sentido religioso. Estoy viendo las estadísticas de la línea 123 de la Policía en la Navidad del año pasado, 2014, entregadas a un medio de comunicación nacional: Solo en el caso de Bogotá, que viene siendo una radiografía nacional, en la noche del 24-25 de diciembre “se recibieron 497 casos de uso y manipulación indebida de pólvora, hubo 1157 riñas atendidas por las autoridades, también se presentaron 415 accidentes de tránsito”. Y ese es un pálido informe que refleja solo el número de quienes fueron atendidos por esta línea de emergencias, habría que multiplicar estas cifras por algunos dígitos para ajustarnos a la realidad. ¿Qué traduce esto? Que la Navidad se ha venido desfigurando paulatinamente; pero, en verdad, no es la Navidad sino la sociedad misma la que se ha ido desfigurando; cada vez más desarraigados de la identidad cristiana en esa cultura de la modernidad líquida de la cual ha hablado el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Pero no es solamente lamentable por el hecho de que los niños ahora crezcan sin saber quién es Jesús porque la familia ya no habla de Dios sino también porque en nombre de la laicidad se cae en el ridículo de una sutil campaña para borrar lo religioso de la escena pública. El año pasado, en la católica Italia, en una escuela de Florencia llamada Cadorna, las profesoras decidieron hacer el “pesebre” pero sustituyeron las imágenes sagradas de Jesús, María y José, por la representación de Caperucita Roja con sus personajes: La niña, el lobo, la abuelita y el cazador. La explicación que dieron es que “se trata de representar una fábula como la de Jesús, pero que tenga una validez más acorde con nuestros tiempos”. Un caso de este año es que en Barcelona (España) el Ayuntamiento no celebrará Navidad sino el Solsticio de Invierno. “Feliz Navidad” se ha convertido en “¡Ven y disfruta del solsticio de invierno!”. Por estos lados creo que no hemos llegado a ese punto pero ya una Representante a la Cámara, colombiana, en días pasados añoraba que siguiéramos la postura de México donde no hay “crucifijo, pesebre, capilla en escenarios públicos o colegios” (Angélica Lozano). Sin embargo, comercialmente ya estamos entrando en esa tónica: el comercio norteamericano ha ido imponiendo Papá Noel como alternativa al Niño Dios y el secularismo ha aplaudido la decisión insistiendo en que la figura del Niño Dios coarta la libertad de cultos; para ellos, una figura más pluralista es un Santa Claus pero ¡vaya sorpresa!, en últimas, se trata también de un personaje cristiano pues es la pobre desfiguración de san Nicolás, obispo de Bari (Italia) en el siglo IV. Ni siquiera allí se libra el laicismo de las raíces cristianas de la cultura. ¿Qué podemos hacer? Se trata de un verdadero reto. En la noche de Navidad se llenan las iglesias pero una parroquia promedio, de 10.000 habitantes, no acoge esa noche a más del 20 por ciento de sus fieles. Los demás estarán en sus cosas, como lo hemos leído en el evangelio del primer domingo de adviento: embotada la mente en los vicios, la bebida y los agobios de la vida (cf. Lucas 21, 34). Vuelve a estar la respuesta en la familia. Tiene que ser nuestro tema recurrente: es en la familia donde el niño aprende que no hay Navidad sin Cristo. Por eso mi pesimismo deja paso al optimismo de saber que la Iglesia se viene comprometiendo cada vez más con ese tema; es compromiso de todos. No dejemos que en esta Navidad haya muchas luces pero ignorando a quien es la verdadera y única Luz: Cristo Jesús. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]