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audiencia general

Mié 23 Feb 2022

Francisco: Los ancianos son el “nuevo pueblo” condenado al descarte

Durante la Audiencia General de este miércoles 23 de febrero, el Papa Francisco inició una serie de catequesis sobre el sentido y el valor de la vejez asegurando que “es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo”. Recordó que es urgente dedicarle tiempo a esta reflexión, sobre todo en un mundo donde los ancianos son ignorados y relegados a una "inercia de supervivencia", cuando son indispensables para que los jóvenes puedan ensanchar sus horizontes y abrir caminos hacia el futuro. La exaltación de la juventud ha sido un icono de los totalitarismos dominantes del siglo XX. Esta contundente afirmación del Papa Francisco en su catequesis de este miércoles revela como la cultura dominante, hoy, tiene un único modelo en el joven-adulto, ensimismado en su propia juventud, mientras el “nuevo pueblo” de los ancianos es descartado como “un peso" por la sociedad. “Junto a las migraciones, la vejez es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo. No se trata solo de un cambio cuantitativo; está en juego la unidad de las edades de la vida: es decir, el real punto de referencia para la compresión y el aprecio de la vida humana en su totalidad”, advirtió el Pontífice. En la pandemia ni siquiera los vimos morir En su Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre inicia así un nuevo ciclo de catequesis dedicadas al sentido y el valor de la vejez, inspirado en el pasaje bíblico del profeta Joel (Jl 3,1-2.5), que exalta en los sueños de los ancianos la visión de futuro para los jóvenes. En su reflexión, Francisco constata que nunca antes en la historia de la humanidad la población anciana había sido tan numerosa y que la longevidad se ha masificado en amplias regiones del mundo, al punto de sobrepasar el equilibrio entre la infancia distribuida en pequeñas dosis, por un invierno demográfico, y la vejez. Sin embargo, el riesgo de ser descartados es aún más acuciante porque los ancianos son vistos a menudo como “un peso”. “En la dramática primera fase de la pandemia fueron ellos los que pagaron el precio más alto. Ya eran la parte más débil y descuidada: no los mirábamos demasiado en vida, ni siquiera los vimos morir”, lamentó el Pontífice. La vejez no es la pérdida del sentido de la vida Este desequilibro entre las nuevas y viejas generaciones proviene, a decir de Papa, de “la cultura dominante que tiene como modelo único al joven-adulto, es decir, un individuo hecho a sí mismo que permanece siempre joven”, mientras que la vejez es considerada simplemente como el “vaciamiento y pérdida” del sentido de la vida. “La exaltación de la juventud como única edad digna de encarnar el ideal humano, unida al desprecio de la vejez vista como fragilidad, degradación, discapacidad, ha sido el icono dominante de los totalitarismos del siglo XX”, enfatizó el Pontífice. No obstante, al recordar que la prolongación de la vida incide de forma estructural en la historia de los individuos, de las familias y de las sociedades, Francisco se preguntó cómo en las culturas llamadas “desarrolladas”, la vejez tiene poca incidencia, no es reconocida y su cuidado se limita a planes de asistencia y no a proyectos de vida en un período que abarca casi un tercio de la existencia humana. “Esto es un vacío de pensamiento, imaginación, creatividad. La juventud es hermosa, pero la eterna juventud es una alucinación muy peligrosa. Ser ancianos es tan importante – y hermoso – como ser jóvenes”, agregó el Papa. La melancolía del anciano vs la pantalla de un smartphone “La alianza entre las generaciones, que devuelve al ser humano todas las edades de la vida, es nuestro don perdido”, continuó diciendo el Santo Padre al explicar que la profecía de Joel vincula a jóvenes y ancianos, pues si estos últimos no se dejan inspirar por el Espíritu Santo y entierran su pasado y sus sueños, los jóvenes no lograrán vivir el presente y tener una visión de futuro. “Si los abuelos se repliegan en sus melancolías, los jóvenes se encorvarán aún más en su smartphone. La pantalla puede también permanecer encendida, pero la vida se apaga antes de tiempo”, advirtió Francisco, sin dejar de señalar que durante la pandemia esta dependencia se ha agudizado. No abandonarse a la inercia de la supervivencia El Santo Padre concluyó su catequesis alentando a los ancianos a vivir la vejez como un “don de sentido de la vida” y no que se consuman como en una “inercia de su supervivencia". “La vejez, si no es restituida a la dignidad de una vida humanamente digna, está destinada a cerrarse en un abatimiento que quita amor a todos”. Y este, añadió el Pontífice, es el desafío de humanidad y de civilización requiere nuestro compromiso y la ayuda de Dios. Fuente: Vatican News Video: Rome Reports ✅ ATENCIÓN | Durante la Audiencia General de este miércoles 23 de febrero, el Papa Francisco inició una serie de catequesis sobre el sentido y el valor de la vejez + Inf. AQUÍ ➡️ https://acortar.link/UUlYtA

Mié 10 Abr 2019

De todos los pecados, “la soberbia es la actitud más negativa para la vida cristiana”

Así lo advirtió el Papa Francisco durante la Audiencia General celebrada este miércoles 10 de abril en la Plaza de San Pedro del Vaticano. En su catequesis, el Santo Padre llamó la atención sobre “la primera verdad de toda oración: aunque fuésemos personas perfectas, santos cristalinos que no se desvían nunca de una vida de bien, siempre seremos hijos que se lo deben todo al padre”. En ese sentido, explicó el Papa, se debe interpretar la petición que se realiza en el Padre Nuestro: “Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Las deudas, es decir, “los pecados, las cosas malas que hace”, destacó. Por ese motivo, “la actitud más peligrosa de toda vida cristiana es el orgullo. Es la actitud de quien se pone delante de Dios pensando siempre que tiene en orden todas las cuentas con Él. El orgulloso piensa que todo está bien”. “La gente que se cree perfecta, la gente que critica a los demás, es gente orgullosa. Ninguno de nosotros es perfecto, ninguno”. Por el contrario, “hay pecados que se ven y pecados que no se ven. Hay pecados enormes que hacen mucho ruido, pero también hay pecados sutiles que anidan en el corazón sin que ni siquiera nos demos cuentas”. El peor de esos pecados es la soberbia, “que incluso puede contagiar a aquellas personas que viven una intensa vida religiosa”. La soberbia “es el pecado que divide la fraternidad, que nos hace presumir de ser mejores que los demás, que nos hace creer que somos parecidos a Dios”. Y, sin embargo, “delante de Dios todos somos pecadores”. Pero, sobre todo, “somos deudores porque, en esta vida, hemos recibido mucho: la existencia, un padre y una madre, la amistad, las maravillas de la creación… Incluso si todos pasásemos por días difíciles, siempre debemos recordar que la vida es una gracia”. En segundo lugar, “somos deudores también porque, incluso si conseguimos amar, ninguno de nosotros es capaz de hacerlo únicamente con sus fuerzas. Ninguno de nosotros brilla con luz propia”. “Si amas es porque alguien, alguien externo a ti, te ha sonreído cuando eras un niño, enseñándote a responder con una sonrisa. Si amas es porque alguien a tu lado te ha despertado al amor, haciéndote comprender cómo reside en ella el sentido de la existencia”. El Papa concluyó: “Amamos, sobre todo, porque hemos sido amados; perdonamos, porque hemos sido perdonados. Y si alguno no ha sido iluminado por la luz del sol, se vuelve gélido como la tierra en invierno”.

Mié 13 Feb 2019

"No hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios”

Así lo recordó el Papa Francisco durante la Audiencia General, este miércoles 13 de febrero, en la que reflexionó sobre el Padrenuestro y el diálogo con Dios. En el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre enfatizó en que el diálogo con Dios debe estar libre de todo individualismo, y recordó que en la oración del Padrenuestro no está presente el “yo” y sí el “tú” y el “nosotros”. “¿Por qué? Porque no hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios. No hay ostentación de los problemas personales como si fuéramos los únicos en el mundo que sufrieran. No hay oración elevada a Dios que no sea la oración de una comunidad de hermanos y hermanas, el nosotros: estamos en comunidad, somos hermanos y hermanas, somos un pueblo que reza”. De otra parte, recordó que en el camino para aprender a “rezar como Jesús nos enseñó” es fundamental reconocer que “la verdadera oración es la que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable, visible solo para Dios. Dios y yo. Esa oración huye de la falsedad: ante Dios es imposible fingir”. Sin embargo, agregó: “aunque la oración del discípulo sea confidencial, nunca cae en el intimismo”. A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa Francisco: Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Continuamos nuestro itinerario para aprender cada vez mejor a rezar como Jesús nos enseñó. Tenemos que rezar como Él nos enseñó a hacerlo. Él dijo: cuando reces, entra en el silencio de tu habitación, retírate del mundo y dirígete a Dios llamándolo "¡Padre!". Jesús quiere que sus discípulos no sean como los hipócritas que rezan de pie en las calles para que los admire la gente (cf. Mt 6, 5). Jesús no quiere hipocresía. La verdadera oración es la que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable, visible solo para Dios. Dios y yo. Esa oración huye de la falsedad: ante Dios es imposible fingir. Es imposible, ante Dios no hay truco que valga, Dios nos conoce así, desnudos en la conciencia y no se puede fingir. En la raíz del diálogo con Dios hay un diálogo silencioso, como el cruce de miradas entre dos personas que se aman: el hombre y Dios cruzan la mirada, y esta es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios: esto es rezar. “Pero, padre, yo no digo palabras…” Mira a Dios y déjate mirar por Él: es una oración, ¡una hermosa oración! Sin embargo, aunque la oración del discípulo sea confidencial, nunca cae en el intimismo. En el secreto de la conciencia, el cristiano no deja el mundo fuera de la puerta de su habitación, sino que lleva en su corazón personas y situaciones, los problemas, tantas cosas, todas las llevo en la oración. Hay una ausencia impresionante en el texto de "Nuestro Padre". ¿Si yo preguntase a vosotros cual es la ausencia impresionante en el texto del Padre nuestro? No será fácil responder. Falta una palabra. Pensadlo todos: ¿qué falta en el Padre nuestro? Pensad, ¿qué falta? Una palabra. Una palabra por la que en nuestros tiempos, -pero quizás siempre-, todos tienen una gran estima. ¿Cuál es la palabra que falta en el Padre nuestro que rezamos todos los días? Para ahorrar tiempo os la digo: Falta la palabra "yo". “Yo” no se dice nunca. Jesús nos enseña a rezar, teniendo en nuestros labios sobre todo el "Tú", porque la oración cristiana es diálogo: "santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad". No mi nombre, mi reino, mi voluntad. Yo no, no va. Y luego pasa al "nosotros". Toda la segunda parte del "Padre Nuestro" se declina en la primera persona plural: "Danos nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal". Incluso las peticiones humanas más básicas, como la de tener comida para satisfacer el hambre, son todas en plural. En la oración cristiana, nadie pide el pan para sí mismo: dame el pan de cada día, no, danos, lo suplica para todos, para todos los pobres del mundo. No hay que olvidarlo, falta la palabra “yo”. Se reza con el tú y con el nosotros. Es una buena enseñanza de Jesús. No os olvidéis. ¿Por qué? Porque no hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios. No hay ostentación de los problemas personales como si fuéramos los únicos en el mundo que sufrieran. No hay oración elevada a Dios que no sea la oración de una comunidad de hermanos y hermanas, el nosotros: estamos en comunidad, somos hermanos y hermanas, somos un pueblo que reza, “nosotros”. Una vez el capellán de una cárcel me preguntó: “Dígame, padre, ¿Cuál es la palabra contraria a yo? Y yo, ingenuo, dije: “Tú”. “Este es el principio de la guerra. La palabra opuesta a “yo” es “nosotros”, donde está la paz, todos juntos”. Es una hermosa enseñanza la que me dio aquel cura. Un cristiano lleva a la oración todas las dificultades de las personas que están a su lado: cuando cae la noche, le cuenta a Dios los dolores con que se ha cruzado ese día; pone ante Él tantos rostros, amigos e incluso hostiles; no los aleja como distracciones peligrosas. Si uno no se da cuenta de que a su alrededor hay tanta gente que sufre, si no se compadece de las lágrimas de los pobres, si está acostumbrado a todo, significa que su corazón es ¿cómo es? ¿Marchito? No, peor: es de piedra. En este caso, es bueno suplicar al Señor que nos toque con su Espíritu y ablande nuestro corazón. “Ablanda, Señor, mi corazón”. Es una oración hermosa: “Señor, ablanda mi corazón, para que entienda y se haga cargo de todos los problemas, de todos los dolores de los demás”. Cristo no pasó inmune al lado de las miserias del mundo: cada vez que percibía una soledad, un dolor del cuerpo o del espíritu, sentía una fuerte compasión, como las entrañas de una madre. Este "sentir compasión" –no olvidemos esta palabra tan cristiana: sentir compasión- es uno de los verbos clave del Evangelio: es lo que empuja al buen samaritano a acercarse al hombre herido al borde del camino, a diferencia de otros que tienen un corazón duro. Podemos preguntarnos: cuando rezo, ¿me abro al llanto de tantas personas cercanas y lejanas?, ¿O pienso en la oración como un tipo de anestesia, para estar más tranquilo? Dejo caer la pregunta, que cada uno conteste. En este caso caería víctima de un terrible malentendido. Por supuesto, la mía ya no sería una oración cristiana. Porque ese "nosotros" que Jesús nos enseñó me impide estar solo tranquilamente y me hace sentir responsable de mis hermanos y hermanas. Hay hombres que aparentemente no buscan a Dios, pero Jesús nos hace rezar también por ellos, porque Dios busca a estas personas más que a nadie. Jesús no vino por los sanos, sino por los enfermos, por los pecadores (cf. Lc 5, 31), es decir, por todos, porque el que piensa que está sano, en realidad no lo está. Si trabajamos por la justicia, no nos sintamos mejor que los demás: el Padre hace que su sol salga sobre los buenos y sobre los malos (cf. Mt 5:45). ¡El Padre ama a todos! Aprendamos de Dios que siempre es bueno con todos, a diferencia de nosotros que solo podemos ser buenos con alguno, con alguno que me gusta. Hermanos y hermanas, santos y pecadores, todos somos hermanos amados por el mismo Padre. Y, en el ocaso de la vida, seremos juzgados por el amor, por cómo hemos amado. No solo el amor sentimental, sino también compasivo y concreto, de acuerdo con la regla evangélica -¡no la olvidéis!- "Todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos, más pequeños a mí lo hicisteis". Así dice el Señor. Gracias.

Mié 12 Dic 2018

Catequesis: “Que Jesús nos dé la gracia de una total confianza en Dios”

“La oración del Padre nuestro nos hace pedir lo que es esencial para nosotros”, tema de la catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 12 de diciembre de 2018. “Continuamos con nuestra reflexión sobre el Padrenuestro. Jesús enseña esta oración a sus discípulos, es una oración breve, con siete peticiones, número que en la Biblia significa plenitud. Es también una oración audaz, porque Jesús invita a sus discípulos a dejar atrás el miedo y a acercarse a Dios con confianza filial, llamándolo familiarmente «Padre»”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del segundo miércoles de diciembre de 2018, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a la oración del Padre Nuestro. La palabra ‘Padre’, expresa confianza filial El Santo Padre dijo que, Jesús invita a sus discípulos a acercarse a Dios y a dirigirle con confianza algunas peticiones: sobre todo en relación a Él y luego en relación a nosotros. “No hay preámbulos en el Padre Nuestro. Miren esto – subrayó el Pontífice – no hay preámbulos. Jesús no enseña fórmulas para congraciarse con el Señor; al contrario, nos invita a orar a Él, derribando las barreras de la dependencia y del miedo. No dice que se dirijan a Dios llamándolo ‘Todopoderoso’, o ‘Altísimo’, Tú que estas tan lejos de nosotros, yo soy un miserable. No, no. No dice así, sino simplemente «Padre», con toda simplicidad, como los niños se dirigen al papá. Y esta palabra ‘Padre, expresa confidencia y confianza filial”. El Padre Nuestro nos hace pedir lo que es esencial “El Padrenuestro – señaló el Papa Francisco – hunde sus raíces en la realidad concreta del hombre. Nos hace pedir lo que es esencial, como el ‘pan de cada día’, porque como nos enseña Jesús, la oración no es algo separado de la vida, sino que comienza con el primer llanto de nuestra existencia humana. Está presente donde quiera que haya un hombre que tiene hambre, que llora, que lucha, que sufre y anhela una respuesta que le explique su destino”. Jesús, en la oración, afirmó el Pontífice, no quiere apagar al ser humano, no quiere anestesiarlo. No quiere que nos deshagamos de preguntas y demandas aprendiendo a soportar todo. En cambio, quiere que todo sufrimiento, toda inquietud, se eleve al cielo y se convierta en diálogo. “Tener fe, decía una persona, es un hábito de gritar” ¡Tu fe te ha salvado! Recordando el pasaje del Evangelio que habla sobre el ciego Bartimeo, el Papa Francisco dijo que, todos debemos ser como él, como este hombre ciego que mendigaba en las puertas de Jericó. “A su alrededor había mucha gente buena que le decía que se callara: ¡quédate callado! Pasa el Señor. Cállate. No molestes. El Maestro tiene muchas cosas que hacer; no lo molestes. Tú eres fastidioso con tus gritos. No molestes. Pero él – precisó el Papa – no escuchaba esos consejos: con santa insistencia, pretendía que su condición miserable pudiera finalmente encontrar a Jesús”. Este ciego, subrayó el Santo Padre, gritaba fuerte, quería ser curado, quería ver. “Y Jesús le devuelve la vista y le dice: Tu fe te ha salvado, como para explicar que lo decisivo para su sanación fue esa oración, esa invocación gritada con fe, más fuerte que el sentido común de tanta gente que quería callarlo”. “La oración no sólo precede a la salvación, sino que de alguna manera ya la contiene, porque libera de la desesperación de aquellos que no creen en una vía de salida de muchas situaciones insoportables” La oración de petición, un acto de fe en Dios Padre Finalmente el Papa Francisco dijo que, ninguno de nosotros está obligado a abrazar la teoría que alguien en el pasado ha hecho, que la oración de petición es una forma débil de la fe, mientras que la oración más auténtica sería la de alabanza pura, la que busca a Dios sin el peso de ninguna petición. “No, esto no es verdad. La oración de petición es auténtica, es espontanea, es un acto de fe en Dios que es Padre, que es bueno, que es omnipotente. Es un acto de fe en mí, que soy pequeño, pecador, necesitado. Y por esto la oración, para pedir algo, es muy noble. Dios es el Padre que tiene una inmensa compasión por nosotros, y quiere que sus hijos le hablen sin temor”.

Mié 21 Nov 2018

Atención a nuestro corazón, allí nacen los deseos malvados. Catequesis del Papa

Todos los pecados nacen de un deseo malvado. Allí comienza a ‘moverse’ el corazón, y uno entra en esa onda y termina en una transgresión. Pero no es una trasgresión formal, legal, es una trasgresión que hiere a sí mismo y hiere a los demás: fue ésta la advertencia del Papa Francisco, en el miércoles 21 de noviembre, reflexionando sobre el último de los mandamientos del decálogo: «No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo». A simple vista – dijo el Papa hablando en español - parece coincidir con los mandamientos: «No cometerás adulterio» o «no robarás». Sin embargo, hay una diferencia. En este epílogo el Señor nos propone llegar al fondo del sentido del decálogo y evitar que pensemos que basta un cumplimiento nominal y farisaico para conseguir la salvación. La diferencia estriba en el verbo empleado: “no codiciarás”; con este verbo se subraya que, en el corazón del hombre —como dice Jesús en el Evangelio—, nace la impureza y los deseos malvados que rompen nuestra relación con Dios y con los hombres. Necesitamos de Dios para corregirnos El Papa invitó a tener presente que todos los mandamientos tienen la tarea de indicar "el límite de la vida", más allá del cual "el hombre destruye a sí mismo y a los demás", y arruina su relación con Dios. Y hablando en italiano fue más allá con la explicación, recordando detalladamente las palabras del Señor Jesús en el Evangelio según san Marcos: «es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino... Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre» Mc. 7,21-23. En este sentido, precisó que es en vano pensar que uno se puede corregir a uno mismo sin el don del Espíritu Santo: hay que abrirse a la relación con Dios, en la verdad y en la libertad, -dijo - porque Él es el único capaz de renovar nuestro corazón. “Nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que nuestra debilidad se supera sólo con nuestras fuerzas, en virtud de una observancia externa. Debemos suplicar, como mendigos, la humildad y la verdad que nos pone frente a nuestra pobreza, para poder aceptar que sólo el Espíritu Santo puede corregirnos, dando a nuestros esfuerzos el fruto deseado. Esa verdad es apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios que nos transforma y renueva”, aseguró en español. Felices los que se abandonan en Dios Ya concluyendo su catequesis resonó en la boca del Pontífice la bienaventuranza, como para grabar en el corazón de los fieles la importancia de la propia relación con Dios: “Bienaventurados los pobres de espíritu; aquellos que, no fiándose de sus propias fuerzas, se abandonan en Dios, que con su misericordia cura sus faltas y les da una vida nueva”. En sus saludos a los peregrinos de lengua española, recordando la celebración de la Presentación de la Virgen María en el Templo, animó a que “ siguiendo su ejemplo, sean testigos de la misericordia de Dios en medio del mundo, comunicando la ternura y la compasión que han experimentado en sus propias vidas”.

Mié 14 Nov 2018

Las habladurías matan y quien las dice es un terrorista, advierte el Papa

“Las habladurías matan”, porque la lengua “mata como un cuchillo”. Y quien las dice “es un terrorista” porque con su lengua tira una bomba “que destruye la fama de los demás” y él – o ella- “se va tranquilo”. “Decir habladurías es matar”. Así Francisco en su catequesis del miércoles 14 de noviembre sobre el Octavo Mandamiento del decálogo que reza “No dirás falso testimonio ni mentirás”, habló de la gravedad de vivir de comunicaciones “no auténticas”: Es grave vivir de “comunicaciones” no auténticas, porque impide las relaciones recíprocas y el amor al prójimo. La “comunicación” entre las personas no es solo con palabras, sino también con gestos, con actitudes, y hasta con silencios y ausencias; se comunica con todo lo que uno hace y dice. No falsear la verdad en las relaciones con los demás “¿Qué significa decir la verdad? ¿Significa ser sinceros? O bien, ¿ser exactos?” Hablando en italiano Francisco planteó estas preguntas para la reflexión de los fieles, asegurando que en realidad, nada de esto es suficiente porque se puede estar “sinceramente” en error, o se puede ser exactos en los detalles pero no “captar” el sentido del todo. En efecto, el Papa señaló que cuando hablamos de la comunicación entre las personas entendemos que no son sólo las palabras, sino también los gestos, las actitudes, hasta los silencios y las ausencias. Esto porque una persona “habla” con todo lo que es y hace. Nosotros, dijo, “vivimos comunicando” y estamos continuamente al borde "entre la verdad y la mentira". Francisco observó, pues, que a veces nos justificamos diciendo “¡dije lo que escuché!”, o bien “¡he dicho sólo la verdad!” pero en realidad, uno ha "absolutizado" el propio punto de vista o ha revelado hechos personales o reservados: “Entonces, ¿qué es la verdad?- preguntó en español -. Y explicó: “Esta fue la pregunta que hizo Pilatos a Jesús en el proceso que lo llevaría a morir en la cruz. Jesús había afirmado: «Para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad». Con su pasión y su muerte, demuestra que él mismo es la realización plena de la Verdad, pues su vida fue un reflejo de la relación con el Padre. En su manera de vivir y morir, cada acto humano, por pequeño o grande que sea, afirma o niega esta verdad”. En las pequeñas y grandes situaciones "no mentir" Para reafirmar este concepto, en su catequesis impartida en italiano el Papa señaló la lógica que nos guía sea ante las pequeñas situaciones como en las elecciones más comprometedoras, que es la que "los padres y abuelos nos enseñan cuando nos dicen de no decir mentiras”. Los cristianos no son hombres y mujeres excepcionales, pero sí son “hijos del Padre celestial”, que “es bueno y no los desilusiona”, y esta verdad, añadió Francisco, “no se dice tanto con los discursos”, sino que “es un modo de existir y se ve en cada acto particular”. “ No dar falso testimonio, ni mentir, implica vivir como hijos de Dios, dejando que en cada acto se refleje que él es nuestro Padre ”. En la conclusión de la Audiencia, al saludar a los fieles de lengua española, los animó a “a vivir como hijos que saben que Dios los ama, y que con esa conciencia puedan construir cada vez más una sociedad fundamentada en la sinceridad y en la verdad”.

Mié 31 Oct 2018

Catequesis del Papa: “Llamados a amar y ser amados, del yo al nosotros”

“Completamos hoy la catequesis sobre el 6º mandamiento: «No cometerás adulterio», resaltando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Por más que es un mandamiento referido a los esposos, su llamada a la fidelidad está destinada a todos”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del último miércoles de octubre de 2018, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a los Mandamientos. La dimensión afectiva: una llamada al amor De hecho, afirma el Pontífice, nuestra dimensión afectiva es una llamada al amor, que se manifiesta en la fidelidad, la acogida y la misericordia. “No hay que olvidar, sin embargo – precisa el Papa – que este mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial, por lo que es bueno reflexionar más a fondo sobre su significado nupcial. ¡Este pasaje de la Escritura, este pasaje de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la antropología de la época, que el marido debe amar a su mujer como Cristo ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Tal vez, en ese momento, fue lo más revolucionario que se dijo sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandamiento de fidelidad, ¿a quién va dirigido? ¿Sólo a los esposos? En realidad, este mandamiento es para todos, es una Palabra paterna de Dios dirigida a todo hombre y mujer”. La madurez humana: es el camino del amor Por ello, es bueno recordar, señala el Papa Francisco, que el camino de la madurez humana es el camino mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de ofrecer cuidados, de recibir vida a la capacidad de dar vida. “Convertirse en hombres y mujeres adultos – subraya el Obispo de Roma – significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal, que se manifiesta en diversas situaciones de la vida como la capacidad de tomar sobre sí el peso de otro y amarlo sin ambigüedades. Es, por tanto, una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y sabe entrar en una relación profunda con los demás”. El adultero: una persona inmadura En este sentido, el Sucesor de Pedro se pregunta: ¿Quién es el adúltero, el lujurioso, el infiel? “Es una persona inmadura, que mantiene su vida para sí mismo e interpreta las situaciones de acuerdo a su propio bienestar y satisfacción. Así que, ¡para casarse, no basta con celebrar la boda! – advierte el Santo Padre – es necesario hacer un camino del yo al nosotros, de pensar solo a pensar en ambos, de vivir solo a vivir en dos: es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentrarnos, es entonces que cada acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, nos encontramos con los demás con una actitud acogedora y oblativa”. Toda vocación cristiana, es nupcial Es por ello que, toda vocación cristiana, en este sentido, es nupcial, porque se vive con esta actitud acogedora y oblativa. “El sacerdocio lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, sino hombres a los que el Espíritu Santo toca el corazón con un amor sin reservas por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. De la misma manera, la virginidad consagrada en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación nupcial y fecunda de maternidad y paternidad”. “Toda vocación cristiana es nupcial, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos somos regenerados, el vínculo de amor con Cristo. A partir de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a toda vocación, y comprendemos el sentido pleno de la sexualidad” La persona humana, destinada a amar y ser amada Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco dijo que, la creatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. “El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra vocación al amor, y en el amor auténtico – subraya el Pontífice – no hay lugar para la lujuria y para su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen algo mejor! Por eso, la Palabra ‘No cometas adulterio’, aunque sea en forma negativa, nos orienta a nuestra llamada originaria, es decir, al amor nupcial pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y donado”. Vivan su vocación con plenitud y fidelidad Finalmente, el Santo Padre, saludó cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. “Los animo a que, siguiendo el ejemplo de los santos, cuya solemnidad celebramos mañana – alentó el Papa – sean capaces de vivir su vocación con plenitud y fidelidad, en sintonía con ese amor nupcial que Jesucristo nos ha revelado y entregado como don”. Fuente: Vatican News

Mié 10 Oct 2018

Catequesis del Papa: “No valoremos la vida con parámetros erróneos del mundo”

“La catequesis de hoy está dedicada a la Quinta Palabra, es decir,no matar. El Quinto mandamiento:no matar. Estamos ya en la segunda parte del Decálogo, la que se refiere a las relaciones con el prójimo; y este mandamiento, con su formulación concisa y categórica, se erige como un muro en defensa del valor fundamental de las relaciones humanas. ¿Y cuál es el valor fundamental de las relaciones humanas? El valor de la vida”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del segundo miércoles de octubre de 2018, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a los Mandamientos. El mal, desprecio por la vida Se podría decir que todo el mal que se hace en el mundo, afirma el Santo Padre, se resume en esto: desprecio por la vida. “La vida es atacada por las guerras, por las organizaciones que explotan al hombre, por las especulaciones sobre la creación y la cultura del descarte, y por todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un número escandaloso de personas viven en un estado indigno del hombre. Esto es el desprecio por la vida, es decir: matar, de alguna forma”. Un enfoque contradictorio Un enfoque contradictorio también permite la supresión de la vida humana en el útero materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos. Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su nacimiento? Y yo les pregunto – agrega el Pontífice – ¿Es justo quitar una vida humana para resolver un problema? ¿Qué cosa piensan ustedes? ¿Es justo? ¿Es justo pagar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo quitar la vida a un ser humano, incluso pequeño, para resolver un problema. Es como pagar a un sicario para resolver un problema. La violencia y el rechazo de la vida nacen del miedo Para el Papa Francisco, estos enfoques y este modo de actuar, la violencia y el rechazo de la vida nacen del miedo. “La aceptación del otro, de hecho, es un desafío al individualismo. Pensemos, por ejemplo – precisa el Papa – cuando se descubre que una vida que está por nacer, es portadora de una discapacidad, incluso de una discapacidad grave. Los padres, en estos casos dramáticos, necesitan una verdadera cercanía, una verdadera solidaridad, para afrontar la realidad superando temores comprensibles. En cambio, a menudo reciben consejos apresurados para interrumpir el embarazo, es decir, esto es un modo de decir: interrumpir el embarazo significa quitar la vida a uno, directamente”. “Un niño enfermo es como toda persona necesitada en la tierra, como un anciano que necesita ayuda, como tantas personas pobres que tienen dificultades para vivir: él, ella que se presenta como un problema, es en realidad un don de Dios que puede sacarme del egoísmo y hacerme crecer en el amor” Parámetros erróneos para valorar la vida Lo que lleva al hombre a rechazar la vida, señala el Papa Francisco, son los ídolos de este mundo: el dinero, el poder, el éxito. Estos son parámetros erróneos para evaluar la vida. La única medida auténtica de la vida es el amor, el amor con el que Dios la ama, el amor con el cual Dios ama toda vida humana. “De hecho, el sentido positivo del mandamiento ‘No matar’, es que Dios es amante de la vida, como acabamos de escuchar en la lectura bíblica. El secreto de la vida se nos revela por la manera en que el Hijo de Dios la ha traído, que se hizo hombre hasta el punto de asumir, en la cruz, el rechazo, la debilidad, la pobreza y el dolor. En cada niño enfermo, en cada anciano débil, en cada emigrante desesperado, en cada vida frágil y amenazada, Cristo nos busca, busca nuestro corazón, para abrirnos la alegría del amor”. ¡No desprecien la vida! Debemos decir a los hombres y mujeres del mundo, alentó el Santo Padre: ¡no desprecien la vida! La vida de los demás, pero también la suya propia, porque incluso para ella vale el mandamiento: “No matar”. Hay que decirles a tantos jóvenes: ¡No desprecien su existencia! ¡Deja de rechazar la obra de Dios! ¡Tú eres obra de Dios! “Que nadie mida la vida según los engaños de este mundo – advierte el Pontífice – sino que cada uno se acepte a sí mismo y a los demás en el nombre del Padre que nos creó. Él es amante de la vida y todos somos tan queridos por Él que envió a su Hijo por nosotros”. Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco expresó sus saludos a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. “Los animo a que siguiendo el ejemplo de Jesús, que vino a dar su vida por nosotros, sepamos acoger y proteger la propia vida y la de los demás en el nombre de Dios Padre. Muchas gracias”.