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cuarto domingo adviento

Mar 29 Dic 2020

'María guardaba todo en su corazón'

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS Enero 1° de 2021 Primera Lectura: Nm 6,22-27 Salmo: 67(66) ,2-3.5.6+8 Segunda Lectura: Ga 4,4-7 Evangelio: Lc 2,16-21 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La solemnidad de Santa María, Madre de Dios, nos ofrece varios espacios para nuestra reflexión: • María Madre de Dios y Madre Nuestra • Año nuevo, un nuevo tiempo para Dios • Jornada mundial de oración por la paz 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La celebración de este día tiene varios matices significativos, para la vida de la Iglesia y de la sociedad; en primer lugar, celebramos la solemnidad de María Madre de Dios, en la que honramos la maternidad virginal de María en el contexto de la celebración del nacimiento de nuestro salvador; además, la Iglesia nos invita, este día, a unirnos a la jornada mundial de oración por la paz, como todos los años, el mensaje del Papa Francisco, en efecto, nos alienta a ser instrumentos de la paz y la reconciliación; Igualmente, hoy empezamos un nuevo año, con nuevas expectativas e ilusiones, pero principalmente con la esperanza de tiempos mejores, con trabajo y el bienestar deseado, después del año tan difícil que ha vivido la humanidad entera a causa de la pandemia del COVID 19. La Palabra de Dios acompaña la vida de nuestras familias y de nuestras comunidades al inicio del año 2021, iluminados por su mensaje y acompañados por la maternal intercesión de la Virgen María, acerquémonos al mensaje que el Señor quiere dejar hoy a nuestros corazones. En la primera lectura, tomada del libro de los Números 6,22-27, se resalta la consecuencia de la invocación del nombre de Dios sobre el pueblo de Israel, ella es la “Bendición de Dios”. La historia del pueblo de la alianza, está marcada por duros acontecimientos: esclavitud, un largo camino en el desierto, hambre y sed antes de llegar a la tierra prometida; en esta misma historia, el pueblo israelita ha contemplado los prodigios que Dios ha hecho a su favor, ha percibido poco a poco la grandeza de su nombre y ha comprendido que cundo se glorifica a Dios y se implora su nombre, Dios bendice. “invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré” Cfr. Nm 6,27. En el salmo 67 (66) el salmista suplica piedad y bendición, “El Señor tenga piedad y nos Bendiga” Cfr. Sal 67,2 pide que el rostro de Dios nos ilumine; esta plegaria se eleva a Dios en nombre de todos los pueblos, llamados también a alabar a Dios “hasta los confines del orbe” Cfr. 67,8. En Jesús recién nacido, podemos contemplar el cumplimiento de esta plegaria. El apóstol Pablo en la carta a los Gálatas 4,4-7 exalta el misterio de la encarnación, y lo hace reseñando un detalle muy humano, cunado dice “envió Dios a su Hijo, nacido de mujer” Cfr. Ga 4,4, la intención del apóstol no es resaltar la figura de la mujer, sino exaltar la figura de Jesús, puesto que, luego de una larga espera “cuando se cumplió el tiempo” Cfr. Ga 4,4 los hombres pasaron de la antigua ley a la nueva, dejaron de ser esclavos para ser hijos. San Pablo nos invita a contemplar en el misterio del nacimiento de Jesús, el tiempo en el que Dios viene a liberar y a salvar al hombre haciéndolo hijo, de ahí la gracia de que podemos llamar a Dios “Padre querido” ¡Abba! Cfr. Ga 4,6. El Evangelio de Lucas 2,16-21 narra una escena llena de ternura, describe como los pastores encontraron a Jesús envuelto en pañales y junto a Él a María su Madre y a José. Los pastores les contaron todo lo que se decía del niño y de regreso a sus aldeas y hogares llenos de gozo, comunicaron todo lo que habían oído y habían visto. El Evangelio nos da un detalle muy especial de María cuando dice que ella “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” Cfr. Lc 2,19, además de recordar que a los ocho días del nacimiento del Señor fue circuncidado y nombrado como se les había revelado, Jesús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Me parece importante resaltar que el centro de la celebración litúrgica es Cristo, en Él, cada vez que celebramos la Eucaristía y escuchamos su Palabra, encontramos la luz necesaria que nos conduce a la vida eterna. Sin embargo, en este primer día del año, la Iglesia nos permite contemplar la figura maternal de la Virgen María, en ella también encontramos una valiosa ayuda, su intercesión como Madre de Dios y Madre nuestra. El título de “Santa María, Madre de Dios” es el primero y más importante, entre muchos otros, que la Iglesia otorga a la Madre del Salvador. En esta navidad hemos podido contemplar todas las dificultades y limitaciones que tuvieron que enfrentar José y María; a pesar de todos estos sufrimientos, también hemos podido descubrir el gozo y la alegría de la humilde familia de Nazaret, de los pastores, de la creación entera que celebra el nacimiento del Señor Jesús; esa alegría hoy adquiere un significado más profundo, al contemplar a la Madre que veía y oía decir cosas tan bellas del niño, que ahora tiene entre sus brazos; el Evangelio nos recuerda que María meditaba todo esto en su corazón, su silencio y su ternura de madre nos hace comprender la profunda obediencia y la fidelidad inquebrantable de aquella mujer que hoy honramos con el título de María, Madre de Dios. Por el sí de María, podemos contemplar a Jesús, luz del mundo, al Hijo de Dios que ha venido a iluminar nuestras vidas, a salvarnos y a traernos la bendición; su rostro brilla sobre nosotros, y cuando lo invocamos, Él nos trae la bendición, así lo hacemos al empezar este nuevo año “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; El Señor se fije en ti y te conceda la paz” Cfr. Nm 6,23-26. Con San Pablo, contemplando a Jesús nacido de mujer, hoy percibimos la obra del Padre que, al llegar la plenitud de los tiempos nos envió a su Hijo, quien comparte con nosotros la condición humana, nace de una mujer, de María, exaltada hoy como la Madre de Dios; su Hijo es ahora la nueva ley, Él está puesto en medio de nosotros para hacernos pasar de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios; este misterio nos compromete a ser instrumentos del plan de salvación de Dios, puesto que, los que creemos en Cristo, plenitud de la revelación, sabemos que estamos llamados a seguir edificando su Reino de Paz y de justicia. Los pastores son testigos privilegiados de la maternidad de María, del cumplimiento fiel de las tradiciones judías, lo que nos describe el Evangelio con tanta alegría, es el comienzo de la historia de aquel a quien pusieron por nombre Jesús, el Emanuel, Dios con nosotros, que se hace presente en la historia de los hombres, para anunciar la Buena Noticia de la salvación, curando a toda la humanidad de las heridas causadas por el pecado; junto a esta historia se desarrollaran muchas más, las escucharemos cada domingo de este nuevo año, en la proclamación de la Palabra de Dios; de modo especial, aquellas que se refieren a María, Madre de Dios, en breves escenas la veremos como una mujer contemplativa, silenciosa, orante, amorosa, ofrecida por su Hijo a Juan como Madre y en él como Madre de toda la humanidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Todos estamos llamados a invocar a Dios y su bendición que hoy tiene un especial significado ya que empezamos un nuevo año. Nuestras familias, amigos y las personas que encontramos a diario en nuestra vida, necesitamos de la Bendición de Dios, hoy ponemos junto al altar nuestros buenos propósitos, puesto que esperamos un nuevo tiempo, un año en el que deseamos encontrarnos para fortalecer la amistad y celebrar la vida. Lo fundamental de esta navidad es reconocer que Dios se ha hecho presente definitivamente en la historia de cada familia, de cada persona, ha venido a salvarnos, su presencia entre nosotros es la de un hermano mayor que señala el camino, que va adelante y con su ejemplo nos enseña a discernir la voluntad de aquel a quien llamamos Padre. Sabemos que en el mundo no abunda la alegría, las consecuencias de la pandemia del COVID 19, los diferentes conflictos armados en muchos lugares del mundo, la destrucción de la casa común, la pobreza y la injusticia, nos llenan de tristeza, pero también sabemos que en medio de todas estas tragedias humanas, siempre hay esperanza, la alegría de los pastores, la felicidad de María y de José, que contemplan al salvador del mundo, son el mejor testimonio de aquella buena noticia que nos trae ilusión, ternura y perdón; no podemos olvidar que Dios nos sigue amando y que Él nos ha dado a María, la Madre de Dios, como madre amorosa y primera intercesora de las necesidades de toda la humanidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos hemos reunido este primer día del año para escuchar la Palabra de Dios y participar de la fracción del pan. Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios y, en el contexto de esta celebración de las fiestas de navidad, el Papa Francisco nos invita a unirnos a la jornada mundial de oración por la paz. Coloquemos aquí junto al altar la vida de nuestras familias, la de nuestra comunidad e imploremos de Dios su bendición, para iniciar este nuevo tiempo con la esperanza cierta de la paz y la reconciliación. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios es lámpara que alumbra nuestros pasos, permitamos que su luz nos guie y acompañe durante este nuevo año 2021, abramos el corazón y dejemos que su mensaje transforme nuestra propia vida y la de nuestras familias. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al comenzar este nuevo año y seguros de que cuando invocamos la ayuda de Dios, Él acude para concedernos su bendición, elevemos al Padre nuestras súplicas diciendo: R. Padre de bondad concédenos la paz 1. Por el Papa Francisco, nuestro obispo NN y por todos los pastores de la Iglesia para que, durante este nuevo año, con la gracia de Dios sean mensajeros de la paz y la reconciliación. Oremos. 2. Por los gobernantes de las naciones y los que tienen responsabilidades políticas, educativas y sociales, para que con sus acciones promuevan la justicia y la paz verdadera. Oremos. 3. Por las familias del mundo entero y por nuestros hogares, para que unidos y trabajando juntos en los valores del buen trato y el respeto a los demás, superemos las discordias y lleguemos al perdón. Oremos. 4. Por la humanidad entera que ha sufrido las consecuencias de la pandemia del COVID 19, para que con la esperanza y solidaridad propia de los que creemos en Cristo, superemos las diferencias y construyamos una sociedad más equitativa. Oremos. 5. Por las familias que lloran a sus seres queridos que han muerto, para que, confortados por la esperanza cristiana, sigan trabajando por un mundo mejor. Oremos. En un momento de silencio presentemos nuestras súplicas y oraciones Oración conclusiva Dios y Padre nuestro, al comenzar este nuevo año, con la abundancia de tus bendiciones, atiende estas súplicas que te hemos pedido con fe. Por Jesucristo nuestro Señor R. Amén.

Sáb 26 Dic 2020

'Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz'

LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ Diciembre 27 de 2020 Primera Lectura: Sir 3,2-6.12-14 Salmo: 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a) Segunda Lectura: Col 3,12-21 Evangelio: Lc 2,22-40 (forma larga) o Lc 2,22.39-40 (forma breve) I.Orientaciones para la Predicación Introducción De nuestro encuentro con la Palabra podemos resaltar algunas ideas centrales: • El amor a Dios pasa por el amor y el respeto vivido en la familia. • El amor de Dios vivido en la familia es vínculo de perfección y de progreso. • Cristo en medio de la familia trae la bendición y la salvación para la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Eclesiástico nos recuerda que el amor a Dios pasa a través del respeto y el amor que los hijos dan a sus padres, ya que para el judío el buen trato para los padres y la sumisión a ellos, redunda en beneficio de los hijos, así se va explicando el sentido del cuarto mandamiento que asegura la vivencia de la piedad y el respeto dentro del clan familiar, por eso hay tres beneficios importantes para el hijo que respeta la autoridad de sus padres: el perdón de los pecados, la escucha de las plegarias y la bendición divina manifestada en la prolongación de la vida sobre la tierra. Igualmente, en el libro del Eclesiástico se habla de varias formas de obtener el perdón de los pecados y una de ellas es la manifestación del amor y el respeto hacia los padres, en 1 Pe 4, 8 se dice que el amor cubre la multitud de los pecados y el primer lugar donde se aprende a vivir ese amor es en la familia, de ahí la importancia de manifestar el respeto hacia los padres para que el amor hacia ellos nos ayude a obtener el perdón de los pecados. El segundo beneficio es, la certeza de que Dios escucha las plegarias, ya que a Dios le agrada más el amor al prójimo que muchos sacrificios y ofrendas, pues según 1 Sm 15, 22 la obediencia vale mucho más que el sacrificio; y el tercer beneficio es prolongar los días sobre la tierra, vivir una larga vida, sabiendo que se tiene la bendición de Dios, así se afirmaba desde el Ex 20,12. El apóstol san Pablo en su carta a los Colosenses nos exhorta a vivir el amor en medio de la familia, ya que el amor es un vínculo de perfección. Ese amor es el que debe primar en todas las relaciones familiares, ya que el vínculo conyugal solo se entiende desde el amor que los esposos se manifiestan al vivir el uno para el otro, y como prolongación del amor vienen los hijos, por eso el apóstol después de enumerar varias virtudes que deben estar presentes en cada cristiano, se detiene a señalar que el amor es la mayor de todas y este amor empieza vivirse en la familia, de ahí se desprende el sometimiento de las mujeres a sus maridos, que no significa esclavitud sino más bien el reconocer que la mujer y el hombre son una sola carne y este vínculo los lleva a estar el uno para el otro, de modo que el respeto es la primera consecuencia de ese amor, y este se extiende hacia los hijos, por eso el apóstol le recuerda a los padres, la importancia de tratar bien a sus hijos demostrando el amor que se les tiene. El Evangelio de san Lucas nos presenta la presencia de Jesús en medio de una familia humana cumpliendo con todos los deberes propios de la época, pero sabiendo que la persona de Jesús es motivo de gozo y bendición para todos aquellos que se encuentran con Él. La sagrada familia se presenta cumpliendo con el amor a Dios manifestado en la obediencia a la ley mosaica y por eso, según Lv 12, 28, después de los cuarenta días del nacimiento del hijo la madre debía presentarse al templo para ofrecer un ritual de purificación de acuerdo a lo que establecía la ley. En el capítulo 13 del libro del Éxodo se mandaba que todo primogénito debía consagrarse al Señor, por eso encontramos a María y a José que van a templo para cumplir con la ley y de este modo demuestran el amor a Dios y el deseo de agradarle en todo, con la conciencia de que el hijo que ha nacido es un don que Dios le ha concedido. La presencia de Jesús es motivo de esperanza y de consuelo para el pueblo de Israel y por eso, la sagrada familia es la primera en acoger con alegría esta bendición de parte de Dios, de ahí que no importa la pobreza, el sufrimiento o el dolor, porque con Jesús presente en la familia todo puede sobrellevarse desde la unión profunda con Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La familia nace y se gesta a partir del amor de la pareja humana y este amor que proviene de Dios se prolonga en los hijos, por ello, el libro del Eclesiástico nos recuerda el deber de los hijos para honrar y respetar a los padres, esta es una consecuencia lógica del amor y el buen trato que los hijos han recibido de los padres, de modo que los respetan y permanecen sumisos a ellos, así reciben de parte de Dios sus bendiciones manifestadas en el perdón de los pecados, pues el que ama a Dios y al prójimo, lo busca en todo momento y recibe el perdón por sus faltas, de igual modo, los hijos que viven el cuarto mandamiento son bendecidos por Dios con largos días sobre la tierra, fruto del amor, el cariño y el respeto tributado a los padres. De otra parte, el buen hijo tiene la certeza de que Dios lo escucha siempre, pues “amor se paga con amor”, Dios como Padre bueno que ama sabe dar cosas buenas a sus hijos que se acercan con fe y por eso los trata con amor. Hoy debemos preguntarnos: ¿Cómo está la educación de los hijos?, cuando en nuestra sociedad se está perdiendo la educación cristiana, necesitamos recuperar la vivencia de los valores fundamentales en el seno de la familia. La segunda lectura nos recuerda la importancia de la vivencia del amor en medio de la familia, pues la primera manifestación se concreta en el florecimiento de los valores en la comunidad familiar, de ahí que el apóstol destaca que por encima de todo está el amor. En nuestro tiempo debemos reconocer la necesidad de vivir el amor a Dios, recordemos las palabras del Concilio en Gaudium et Spes 52 “La familia es escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión se requieren un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos. La activa presencia del padre contribuye sobremanera a la formación de los hijos; pero también debe asegurarse el cuidado de la madre en el hogar, que necesitan principalmente los niños menores, sin dejar por eso a un lado la legítima promoción social de la mujer. La educación de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la responsabilidad, seguir la vocación, aun la sagrada, y escoger estado de vida; y si éste es el matrimonio, puedan fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y económicas adecuadas. Es propio de los padres o de los tutores guiar a los jóvenes con prudentes consejos, que ellos deben oír con gusto, al tratar de fundar una familia, evitando, sin embargo, toda coacción directa o indirecta que los lleve a casarse o a elegir determinada persona”. Hoy más que nunca necesitamos recuperar el sentido del amor en la familia, la crisis generada por el covid19 es la oportunidad para volver a vivir en el seno de la familia y recuperar lo fundamental del amor alimentado desde el encuentro con Cristo que le da sentido y plenitud a la vida de la familia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En esta solemnidad de la Sagrada Familia de Nazareth volvemos nuestra mirada al seno del pesebre para implorar de Dios la necesidad de acoger la presencia de Cristo en medio de nuestras familias, pues solo Él puede dar sentido a todo que viven las familias en este tiempo; las pruebas, el sufrimiento, la enfermedad, la pobreza, el rechazo, el dolor y todas las situaciones humanas que experimentan nuestros seres queridos en el hogar no son ajenas a Cristo, ya que con su Encarnación viene para dar plenitud a nuestra vida. Es la oportunidad para unirnos en familia en torno al pesebre y repensar la misión de familia como base fundamental de la sociedad, ya que nada ni nadie puede sustituir la educación en los valores humanos y cristianos que es propia de cada una de las familias. En este sentido, el Papa Francisco en el Ángelus del 29 de diciembre de 2019 recordó que “la familia es un tesoro precioso. Hay que sostenerla y protegerla siempre”, que esta sea la ocasión para recuperar ese tesoro que Dios ha puesto en nuestras manos: la familia. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy volvemos nuestra mirada al pesebre para contemplar a la Sagrada Familia como modelo de todas las familias, en ella contemplamos la escuela del más rico humanismo, por eso, en la Eucaristía damos gracias por cada una de nuestras familias, con el deseo de que Cristo sea el centro y el sentido de cada una de las vivencias de nuestra familia: el dolor, la prueba o la alegría son recibidos por Cristo que, con su Encarnación, nació y vivió en la familia de Nazaret. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos hace poner nuestra mirada en el amor que debe vivir nuestras familias: la lectura del libro del Eclesiástico nos recuerda que el primer deber de los hijos es el respeto y la sumisión a los padres, y Dios los premiará con su bendición; en la segunda lectura, san Pablo nos recuerda que el amor debe estar por encima de todo lo que vive la familia y el Evangelio de san Lucas nos presenta a la Sagrada Familia que permanece unida para cumplir con el amor a Dios y al hermano, manifestados en el respeto por los mandatos de Dios. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre lleno de amor que nos ha entregado a su Hijo Jesús nacido en el seno de una familia, elevemos nuestra plegaria confiada diciendo: R. Por medio de la Sagrada Familia, escúchanos Padre 1. Oremos por el papa Francisco y por toda la Iglesia, para que con su predicación ilumine y oriente la vida espiritual de todas nuestras familias. Roguemos al Señor 2. Oremos por los gobernantes de las naciones para que trabajen por la defensa de la vida y la familia. Roguemos al Señor 3. Oremos por las familias que en medio de la pandemia sufren por la pérdida o la enfermedad de sus seres queridos. Roguemos al Señor 4. Oremos por las familias donde hay conflictos o se ha perdido el amor y el respeto, para que renueven el amor desde el encuentro con Cristo. Roguemos al Señor 5. Oremos por todas las familias que viven sin esperanza, para que descubran la presencia de Cristo que da sentido y plenitud a la vida del hombre, roguemos al Señor Presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Escucha oh Dios, la oración de pueblo reunido en asamblea litúrgica para celebrar el misterio de la navidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Mar 22 Dic 2020

'Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros'

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2020 (Misa del día) Primera Lectura: Is 52,7-10 Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4. 5-6 (R. cf. 3c) Segunda Lectura: Hb 1,1-6 Evangelio: Jn 1,1-18 (forma larga) o Jn 1,1-5.9-14 (forma breve) I. Orientaciones para la Predicación Introducción Desde las lecturas que se nos ofrecen, en esta solemnidad del nacimiento del Señor, se puede resaltar: • Isaías lleno de alegría anuncia la llegada del mensajero que trae la buena noticia de la paz y la salvación para Israel. • Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, la Palabra hecha carne y nosotros somos testigos de este acontecimiento salvador. • La Palabra trae la vida y la luz nueva para toda la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje del profeta Isaías que escuchamos en este día hace parte del llamado libro de la consolación que comprende los capítulos 40 al 55, y es necesario que comprendamos el significado de la consolación que nos habla el profeta, ya que para nosotros el consuelo es un alivio o una ayuda momentánea o pasajera en un momento determinado ante una situación de duelo o de sufrimiento, en cambio, en la mentalidad hebrea, la consolación es la curación definitiva y la restauración total que Dios le da a su pueblo que ha experimentado el sufrimiento y ha pasado por diversidad de pruebas. Isaías anuncia la llegada de una buena noticia traída por un mensajero que viene como pregonero de la paz y la salvación, esa noticia es salvación y consolación para el pueblo. En la antigüedad era muy común que a la entrada de los pueblos se construyeran las torres de vigilancia o atalayas desde donde los pregoneros anunciaban noticias para todo el pueblo; aquí, en el texto de Isaías escrito en la mitad del siglo VI antes de Cristo, el profeta contempla al mensajero que viene para traer la buena noticia de la consolación y salvación definitiva para el pueblo de Israel, ese mensajero es Cristo que viene para quedarse con nosotros y Él mismo es la Palabra que consuela y salva a la humanidad. El autor de la carta a los Hebreos, nos habla de revelación o manifestación de Dios al hombre para darse a conocer; dicha revelación se da por etapas, en la antigüedad Dios se fue mostrando a su pueblo a través de diferentes signos y acontecimientos que iban mostrando al Dios creador y dueño de la historia que se hace cercano al hombre. El autor de la carta nos hace caer en cuenta que la revelación ya ha terminado y se da definitivamente en Cristo que en las etapas anteriores había sido anunciado y esperado con anhelo por parte del pueblo. Ahora Cristo se ha dado a conocer definitivamente como la Palabra definitiva que salva a los hombres y les trae la buena nueva. Nosotros somos afortunados de vivir en esta etapa final de la historia para ser testigos de la presencia de Cristo en medio de la humanidad. El evangelista san Juan inicia su Evangelio sintetizando toda la historia desde los orígenes hasta nuestra época y lo hace de modo sencillo pero profundo, y por eso describe a Cristo como la Palabra que tiene poder para crear y dar vida de modo que puede destruir la oscuridad y las tinieblas. Si nos remontamos al libro del Génesis podemos ver que Dios crea por medio de su Palabra, “y dijo Dios” (Gn 1,3), e inmediatamente a la orden de su Palabra se crean las cosas. En los orígenes de la humanidad, la tierra era caos, tinieblas y confusión, pero Dios por medio de su Palabra cambió esa situación para poner orden, dar luz y traer armonía a todo lo que iba creando. San Juan nos remite a los inicios para decir que la Palabra ya existía desde el principio y esa misma Palabra que ha permanecido desde siempre, ahora, en esta etapa se ha hecho carne y ha puesto su morada entre nosotros, ha venido para traernos la vida del mismo Dios y se ha quedado con nosotros en la persona de Cristo que se ha hecho hombre y ha nacido de María y de José en el pesebre de Belén. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Cristo es el mensajero que viene para pregonar la buena noticia de la salvación, esa noticia es la salvación definitiva de Dios, es la consolación para restaurar al pueblo que ha caminado en medio de dificultades y de pruebas. La humanidad está sufriendo las consecuencias de la pandemia ocasionada por el covid19, el hombre se siente débil y frágil y necesita la restauración, la consolación definitiva y la salud que solo Dios le puede otorgar, es el momento para recibir la presencia de Cristo que consuela a sus hijos que experimentan la enfermedad y la fragilidad. Los sistemas de salud muestran su vulnerabilidad, los sistemas económicos muestran su incapacidad de solucionar todas las situaciones del hombre, los programas de gobierno son insuficientes para remediar las necesidades más apremiantes de la población, pero Cristo llega para traer la Palabra que consuela, una Palabra que levanta al hombre caído y le da la curación en medio de las situaciones de enfermedad, es una Palabra que se compromete y hace alianza con la humanidad. Hoy la humanidad recibe la mejor de las noticias, por eso cada vez que felicitamos a alguien al decirle feliz navidad, feliz nacimiento, manifestamos la alegría por la llegada de la buena noticia de la salvación que se ha hecho presente en medio de nosotros. Los hombres y mujeres que vivimos en esta etapa de la historia tenemos un privilegio que no lo tuvieron las generaciones anteriores, ellos esperaban la llegada de la salvación, nosotros podemos contemplarla y ser testigos de ella. La humanidad está atravesando momentos difíciles, pero en Cristo tenemos la esperanza de vivir un nuevo tiempo, por eso durante estos días estamos invitados a contemplarlo hecho carne en el pesebre, dejemos que entre a nuestra vida y comparta nuestra historia personal, ya que Él no es ajeno a los sufrimientos y dificultades que vive la humanidad. El experimentó la pobreza, el desprecio y el dolor y se solidarizó con nosotros, por eso debemos poner en él nuestra confianza sabiendo que su presencia se ha quedado de modo definitivo con nosotros. La humanidad ha vivido momentos de oscuridad y de muerte, la pandemia que estamos atravesando nos ha dejado en medio de situaciones difíciles que manifiestan la impotencia del hombre frente a la enfermedad, el dolor y la muerte. Cristo con su Palabra nos trae la vida definitiva, pues el mismo es capaz de darla y ofrecerla a la humanidad, es lo que necesitamos en estos momentos, es una Palabra que no falla y que posee la capacidad de sacarnos de las situaciones de oscuridad que causan muerte al hombre. Necesitamos salir de tantas tinieblas y sombras de muerte y solo Cristo puede darnos la luz que necesita la humanidad, pero depende de nosotros acoger o rechazar a Cristo, la Palabra que se ha hecho carne. El hombre en el uso de su libertad tiene esa opción, hoy nosotros podemos preguntarnos, ¿Cuál ha sido mi respuesta a la presencia de Cristo en esta navidad? ¿He aceptado a Cristo y lo recibo con alegría dejándome transformar por su Palabra o, por el contrario, soy de aquellos que lo siguen rechazando y no acogen la buena noticia que él nos trae? Es el momento para recordar que la presencia de Cristo nos saca de las situaciones de muerte y nos eleva a la verdadera vida que reside en el seno del Padre. Aquí hacemos eco de las palabras de san Ambrosio a propósito de la navidad: “¡OH Maravilloso intercambio! Él, niño de pecho, para que tú puedas ser un hombre perfecto; Él, envuelto en pañales, para que tú quedes libre del lazo de la muerte; Él, en el pesebre, para que tú puedas estar cerca del altar; en la tierra para que tú puedas vivir sobre las estrellas. Él, un esclavo, para que nosotros seamos hijos de Dios. ¡Qué increíble valor debe tener nuestra vida para que Dios venga a vivirla de tal manera! Pero ¡qué increíble amor para quererlo hacer! Hoy, cerca de la cueva de Belén, no es día de decir: «Dios mío, te quiero» Es el día de asombrarse diciendo: Dios mío, ¡cómo me quieres Tú, a mí!»” Hoy al celebrar la navidad, acerquémonos al pesebre con una actitud de humildad para dejar que la vida que nos ha sido dada por la Palabra de Dios sea acogida en nuestro corazón y nos saque de las oscuridades y situaciones de muerte que vive la humanidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre de Bondad, en un designio de tu amor a la humanidad nos has enviado a tu Hijo Jesucristo, Palabra hecha carne, que ha puesto su morada en nosotros. Te agradecemos por hacerte presente en medio de nosotros y te pedimos que nos concedas capacidad de asombrarnos frente a este misterio sublime para acogerlo con alegría y apertura de corazón, queremos que él se quede con nosotros como el Dios hecho hombre que ha venido para sacarnos de las situaciones de muerte y de oscuridad y devolvernos la vida con una luz nueva que transforma nuestro momento presente y nos ayuda a seguir caminando firmes en la esperanza y solícitos en la caridad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con el corazón lleno de esperanza hemos caminado durante el adviento en la espera del día feliz de la navidad, hoy nos acercamos al altar para contemplar al Dios hecho carne que se ha hecho presente en medio de nosotros y en la eucaristía se nos da como alimento de vida nueva. Participemos con gozo de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La liturgia de la palabra de este día de navidad nos anuncia con gozo la llegada del Mesías Salvador al que el profeta Isaías nos presenta como el mensajero que trae la paz y la buena noticia de la Salvación, en la segunda lectura de la carta a los Hebreos se nos recuerda que en esta última etapa de la historia, Dios nos ha hablado por medio de su Hijo Jesucristo, el cual es presentado por el Evangelio de san Juan como la Palabra hecha carne, que ha venido para traer la luz y la vida definitiva para toda la humanidad. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre de Bondad, que en su gran amor a la humanidad nos ha dado a su Hijo Jesucristo nacido de María Virgen para nuestra salvación, elevemos pues nuestra súplica confiada diciendo: R. Dios de Amor, escúchanos 1. Oremos por el Papa y por todos los ministros ordenados, para que con fidelidad y entrega anuncien a Cristo que es la Palabra hecha carne. Roguemos al Señor. 2. Oremos por los gobernantes, para que con su trabajo busquen la justicia y el bien común para todos los pueblos. Roguemos al Señor. 3. Oremos por los enfermos y los que en este tiempo se encuentran en dificultades, para que en Cristo encuentren la salud y el consuelo que nos trae su nacimiento. Roguemos al Señor. 4. Oremos por los más pobres y desfavorecidos, para que el nacimiento de Cristo les conceda fortaleza y a nosotros nos mueva a la caridad fraterna. Roguemos al Señor. 5. Oremos por las familias, para que la celebración de la navidad las mueva a la unidad y el respeto. Roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Padre Bueno, por el misterio de tu Hijo nacido en el pesebre, acoge todas las súplicas que te presentamos con fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 19 Dic 2020

Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor"

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2020 (Misa de medianoche) Primera Lectura: Is 9,1-6 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda Lectura: Tt 2,11-14 Evangelio: Lc 2,1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitan en tierra de sombras de muerte, les ha brillado una luz” (Is 9,1). El milagro de la luz que nos presenta el profeta Isaías está unido al Mesías porque, según la tradición judía, su luz resplandecerá en los días de crisis y de mayor fracaso. Todo esto vale con mayor razón para los cristianos, porque la cruz de Cristo ha brillado en los momentos de mayor crisis y oscuridad y se ha convertido en gloriosa. En Navidad, fiesta de la encarnación, fiesta de la luz, Dios se hace carne y pone su morada entre los hombres, disipando toda tiniebla y oscuridad. “Y cuando ellos se encontraban allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó a un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento” (Lc 2, 6-7). El evangelista Lucas nos presenta la difícil realidad de no encontrar un sitio para ellos en la posada. El evangelista Juan, en su prólogo nos ha expresado la misma realidad: “vino a su casa y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11). Para el Salvador del mundo, para aquel en vista del cual todo fue creado (Col 1,16), no hay sitio. Esto debe hacernos pensar y remitirnos al cambio de valores que hay en la figura de Jesucristo, en su mensaje. Ya desde su nacimiento, él no pertenece a ese ambiente que según el mundo es importante y poderoso. Y, sin embargo, este hombre irrelevante y sin poder se revela como el realmente Poderoso, como aquel de quien todo depende. Así pues, el ser cristiano implica salir del ámbito de lo que todos piensan y quieren, de los grandes dominantes y poderosos de este mundo, para entrar en la luz de la verdad, que resplandece desde lo más alto del cielo y de la tierra en la persona de Jesucristo. “Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y para purificar para sí un pueblo escogido, celoso por hacer el bien” (Tt 2,14). En la carta a Tito se invita a centrar la atención en Jesús, nuestro Salvador, y en el cambio de vida y actitudes que exige la fe cristiana. El cristiano está llamado a comportarse rectamente porque Cristo lo ha librado de toda iniquidad; ha de practicar obras buenas, porque ha creído en Dios, porque se sabe redimido por Cristo y porque la gracia lo fortalece para hacer el bien. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Podemos centrar nuestra mirada en la escena maravillosa de cómo “María envolvió al niño en pañales y lo recostó en un pesebre” (Lc 2,7). Con cuanto amor esperaba María su hora y preparaba el nacimiento de su hijo, algo similar a la Iglesia que ha preparado con el tiempo litúrgico del adviento este momento maravilloso de la Encarnación del Hijo de Dios. La tradición de los iconos, basándose en la teología de los padres, ha interpretado teológicamente el pesebre y los pañales. El niño envuelto y bien ceñido en pañales aparece como una referencia anticipada a la hora de su muerte: es desde el principio inmolado y el pesebre se representaba como una especie de altar. De allí que navidad y Pascua tengan una estrecha relación. San Agustín ha interpretado el pesebre haciendo la siguiente reflexión: El pesebre es el lugar donde los animales encuentran su alimento. Sin embargo, ahora encontramos en el pesebre quien se ha indicado a sí mismo como el verdadero Pan bajado del cielo (Jn 6), como el verdadero alimento que el hombre necesita para ser un auténtico cristiano. Es el alimento que da al hombre la vida verdadera, la vida eterna. El pesebre se convierte de este modo en una referencia a la mesa de Dios, a la que estamos invitados como buenos comensales a participar. Las palabras de los ángeles: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres en los que Él se complace” (Lc 2,14), indican el significado del nacimiento de Jesús. Él no es un niño cualquiera, sino el Salvador, el Mesías, el Señor (Lc 2,11). La divinidad de Jesús niño no es manifiesta. Por eso, debía ser enseñada por medio de los ángeles, que son ministros de Dios; por eso apareció el ángel rodeado de claridad, para que quedase patente que el recién nacido era “el esplendor de la gloria del Padre” (Hb 1,3). Los pastores vivieron de cerca el acontecimiento salvador, no sólo exteriormente, sino también interiormente; más que los ciudadanos, que dormían tranquilamente. Y tampoco estaban interiormente lejos del Dios que se hace niño. Esto concuerda con el hecho de que formaban parte de los pobres, de las almas sencillas, a los que Jesús bendeciría, porque a ellos está reservado el misterio de Dios (Lc 10,21). Ellos representan a los pobres de Israel, a los pobres en general: ellos son los predilectos del amor de Dios. Las palabras de los ángeles indican también que la llegada del Salvador al mundo trae consigo los dones más excelentes: el reconocimiento de la gloria de Dios y la paz a los hombres (Lc 2,14). De ahí el sentido profundo de la adoración de los pastores: la salvación que Cristo traía estaba destinada a hombres de toda raza y situación, y por eso eligió manifestarse a personas de distinta condición. Los pastores eran israelitas; los magos, gentiles; aquellos vinieron de cerca; éstos, de lejos, pero unos y otros coincidieron en la cercanía de un niño. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Belén, «casa del pan», es la santa Iglesia, en la cual se distribuye el cuerpo de Cristo, a saber, el pan verdadero. El pesebre de Belén se ha convertido en el altar de la Iglesia. En él se alimentan los cristianos. De esta mesa se ha escrito: Preparas una mesa ante mí. En este pesebre está Jesús envuelto en pañales. La envoltura de los pañales es la cobertura de los sacramentos. En este pesebre y bajo las especies de pan y vino está el verdadero cuerpo y la sangre de Cristo. En este sacramento creemos que está el mismo Cristo; pero está envuelto en pañales, es decir, invisible bajo los signos sacramentales. No tenemos señal más grande y más evidente del nacimiento de Cristo como el hecho de que cada día sumimos en el altar santo su cuerpo y su sangre; como el comprobar que a diario se inmola por nosotros, el que por nosotros nació una vez de la Virgen. Apresurémonos, hermanos, al pesebre del Señor; pero antes y en la medida de lo posible, preparémonos con su gracia para este encuentro para que asociados a los ángeles, con corazón limpio, con una conciencia honrada y con una fe sentida, cantemos al Señor con toda nuestra vida y toda nuestra conducta: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para la mayor parte del mundo, la Navidad es una época especial que interpela a las personas de uno u otra forma. Un nacimiento es la realización de una esperanza, es la manifestación concreta del amor, es el inicio de un camino. El nacimiento de Jesús es el cumplimiento de una promesa de Dios al hombre como signo de su amor, de su Alianza. Celebrar la Navidad implica necesariamente pensar y orar en el otro, de manera especial en aquellos que sufren. El Papa Francisco en la encíclica “Fratelli Tutti”, sobre la fraternidad y la amistad social, nos describe la situación actual y nos invita a orar y a practicar la caridad: “Es verdad que una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos. Por eso dije que «la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. […] Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos»”. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos hemos reunido como pueblo Dios para celebrar con alegría la llegada del Salvador, quien es Luz y Esperanza para el mundo; Cristo nos guía y nos libra de las tinieblas; por eso llenos de felicidad porque vendrá de nuevo a cada uno de los hogares de esta comunidad, nos disponemos a renovar nuestra existencia y adorar a quien nos vivifica con su amor. Con estas intenciones y las que hemos traído a la Mesa del Altar iniciemos con fe nuestra celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra El Evangelio de hoy nos presenta el acontecimiento trascendental que sucedió en Belén. El nacimiento de Jesús es el signo de la vida, la esperanza, pero lo más importante es el resultado del verdadero amor que rebosa de Dios y llega a nuestros hogares de manera definitiva. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, presentemos con amor, en esta gran noche, todas nuestras súplicas y nuestros propósitos; para que, la Palabra cumplida del Padre, se realice en su Hijo y de esta manera sirva para alcanzar la salvación y la unión de los hogares en nuestra comunidad. Llenos de confianza, decimos todos: R. Salvador del mudo, renueva nuestras vidas 1. Oremos por la Iglesia y por todos sus ministros; para que, Cristo recién nacido sea quien les proteja e ilumine con amor cada uno de sus trabajos y entrega decidida. Oremos. 2. Oremos por nuestros gobernantes; para que, al celebrar el misterio del amor hecho carne y cercano a nosotros, puedan, en Cristo recién nacido, administrar los bienes y los gozos prometidos por el Padre. Oremos. 3. Oremos por los enfermos, especialmente por aquellos que han padecido por el Covid-19; para que, Cristo transforme sus vidas de tinieblas en bondad, sus odios en perdón, y sus dificultades en alegrías. Oremos. 4. Por nosotros aquí reunido; para que, el amor de nuestra Madre, la Virgen María, se convierta en la defensa de la vida y el rescate de los valores familiares. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Padre Bueno, mira a tu pueblo que vuelve los ojos a Belén, y atiende cuanto con fe te hemos suplicado. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 19 Dic 2020

¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO Diciembre 20 de 2020 Primera Lectura: 2Sam 7,1-5.8b-12. 14a.16 Salmo: 89(88),2-3. 4-5.27+29 (R. cf. 2a) Segunda Lectura: Rm 16,25-27 Evangelio: Lc 1,26-38 I. Orientaciones para la Predicación Introducción “Dijo el rey al profeta Natán: Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras la casa del Señor habita en una tienda de lona” (2S 7,2). La profecía de Natán es elaborada a base de una contraposición: no será David quien edifique una casa (templo) a Yahvé, sino que será Yahvé quien levante una casa (una dinastía) a David. La promesa concierne esencialmente a la permanencia del linaje davídico sobre el trono de Israel. “El ángel le respondió: el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y le llamarán Hijo de Dios” (Lc 1,35). La representación de este acontecimiento se inspira en varios pasajes veterotestamentarios, en particular en la aparición del ángel a Gedeón (Jc 6,11-24), al anuncio del nacimiento de Sansón (Jc 13, 2-7), la dignidad del niño evoca claramente las alusiones a las promesas, sobre todo a las hechas de David y su linaje (2S, 7,2). María dará a luz un niño, a quien el ángel le atribuye los títulos “Hijo del Altísimo” e “Hijo de Dios”. Se promete además que Dios, el Señor, le dará el trono de David, su Padre. Reinará por siempre en la casa de Jacob y su reino no tendrá fin. “La Revelación del misterio oculto por los siglos eternos, pero ahora manifestado a través de las Escrituras proféticas” (Rm 16, 26). A diferencia de otras cartas, San Pablo termina ésta con una doxología a Dios omnipotente y sabio por medio de Jesucristo. El apóstol quiere dejar claro que la “justicia de Dios”, tema central en la Carta a los Romanos, es una gracia divina, un don, que no depende del cumplimiento de las obras prescritas por la ley de Moisés; más aún, es imposible cumplir todas las obras de la ley sino interviene la gracia divina. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El misterio de la Encarnación comporta diversas realidades: que María es virgen, que concibe sin intervención de varón, y que el Niño, verdadero hombre por ser hijo de María, es al mismo tiempo Hijo de Dios en el sentido más fuerte de la expresión. Este pasaje de la anunciación es profundamente diciente a la Iglesia que lo revive cada día al recitar la oración del ángelus. El pasaje de la anunciación se desarrolla en Nazaret, una aldea de Galilea que ni si quiera es mencionada en el Antiguo Testamento. Estamos ante una virgen que no pide ningún hijo, es más, pregunta cómo podrá llevarse a cabo lo que el ángel le dice (Lc 1,34). Por eso, las palabras del ángel Gabriel expresan una acción singular, soberana y omnipotente de Dios (Lc 1,35) que evoca la de la creación (Gn 1,2), cuando el Espíritu descendió sobre las aguas para dar vida; y la del desierto, cuando creo al pueblo de Israel y hacía notar su presencia con una nube que cubría el Arca de la Alianza (Ex 40, 34-36). Para los hombres, María es “una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David” (Lc 1,27); en cambio, para Dios, es la “llena de gracia” (Lc 1,28), la criatura más singular que hasta ahora ha venido al mundo; y sin embargo ella se tiene a sí misma como “la esclava del Señor” (Lc 1, 38). El pasaje contiene asimismo una revelación de Jesús. En las primeras palabras (Lc 1,30-33), el ángel afirma que el Niño será el cumplimiento de las promesas. Las fórmulas que se utilizan son veterotestamentarias, tales como: “el trono de David, su padre” (Is 9,6), “reinará sobre la casa de Jacob” (Nm 24,17), y su reino no tendrá fin (2S 7,16; Dn 7,14; Mi 4,7), representan expresiones conectadas con la promesa divina de Israel-Jacob, con los oráculos acerca del Mesías descendiente de David y con los anuncios proféticos del Reinado de Dios. Todo lo que el Espíritu hace en María está en función de Jesús: el Mesías entra en la historia humana por medio de la acción del Espíritu Santo creador de Dios en María. De esta manera el relato de la anunciación ilumina nuestra comprensión del misterio del Hijo que se hace carne. Todo se hace posible por la gracia de Dios y al “Sí” de María. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El concilio vaticano II presenta a María, Madre de Jesucristo, como “prototipo y modelo para la Iglesia”, y la describe como mujer humilde que escucha a Dios con confianza y alegría. Desde esa misma actitud hemos de escuchar a Dios en la Iglesia actual. «Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Entre nosotros falta alegría. Con frecuencia nos dejamos contagiar por la tristeza. Cuando falta la alegría, la fe pierde frescura, la cordialidad desaparece, la amistad entre los creyentes se enfría. Todo se hace más difícil. Es urgente despertar la alegría en nuestras comunidades y recuperar la paz que Jesús nos ha dejado en herencia. «El Señor está contigo». No es fácil la alegría en la Iglesia de nuestros días. Sólo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano. Esta Iglesia, a veces tan desconcertada y perdida, que no acierta a volver al Evangelio, no está sola. Jesús, el Buen Pastor, nos está buscando. Su Espíritu nos está atrayendo. Contamos con su aliento y comprensión. Jesús no nos ha abandonado. Con él todo es posible. «No temas». Son muchos los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a la secularización. Miedo a un futuro incierto. Miedo a nuestra debilidad. Miedo a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza. Nos encierra en la conservación estéril del pasado. Crecen nuestros fantasmas. Desaparece el realismo sano y la sensatez cristiana. Es urgente construir una Iglesia de la confianza. La fortaleza de Dios no se revela en una Iglesia poderosa sino humilde. «Darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús». También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar. Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hoy contemplamos en oración, guiados por la Palabra del Evangelio, el misterio del anuncio de la Encarnación que cambio la historia, al mundo. La palabra en este momento suscita en nosotros una gran acción de gracias y al mismo tiempo la conciencia profunda de que cada uno de nosotros tiene un llamado para participar activamente en la obra de la salvación. Se esperaría que nuestra respuesta sea tan clara y decidida como la de María. La salvación no se compra, no se vende: se regala. Nosotros no podemos salvarnos por nosotros mismos: la salvación es un regalo, totalmente gratuito. No se compra con la sangre ni de toros ni de cabras: no se puede comprar. Solamente, para que esta salvación entre en nosotros pide un corazón humilde, un corazón dócil, un corazón obediente. Como el de María. Y el modelo de este camino de salvación es el mismo Dios, su Hijo, que no estimó un bien irrenunciable, ser igual a Dios. El “camino de la humildad, de la humillación” significa sencillamente decir: yo soy hombre, yo soy mujer y Tú eres Dios, e ir adelante, a la presencia de Dios, en la obediencia, en la docilidad del corazón. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, nos reunimos como Iglesia peregrina para celebrar esta Eucaristía, y en ella, agradecer a Dios por todas las bendiciones que ha derramado sobre nuestra comunidad y, también, para poner en sus manos cada una de nuestras vidas. Con estos sentimientos, continuemos con fe esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La Liturgia de la Palabra nos presenta a la Virgen María, como la bienaventurada de Dios, pues ha sido escogida como morada; para que, su Hijo, nazca entre nosotros. Ella nos enseña, a aceptar con generosidad los designios de Dios cuando dice: “yo soy la esclava del Señor: ¡Que se cumplan en mí tus palabras!”. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos, hermanos, al Todopoderoso para que venga en nuestra ayuda y nos conduzca al Reino de su luz y de su paz. Digamos: R. Ven, Salvador nuestro 1. Por la Iglesia y todos sus pastores; para que, hagan de su ministerio un auténtico servicio humilde y sincero. Oremos al Señor. 2. Por los gobernantes de las naciones, quienes velan por el bienestar de los ciudadanos; para que, también sean ellos sembradores de justicia, fraternidad y desarrollo. Oremos al Señor. 3. Por la paz en el mundo; para que, sepamos construir una convivencia fundamentada en la verdad, la libertad, la justicia y el amor. Oremos al Señor. 4. Por los niños que se han quedado sin padres y sin familia; para que, siempre se sientan acogidos y queridos por las personas que están cercanas a ellos. Oremos al Señor. 5. Por todos nosotros; para que, sepamos dar gracias a Dios por los beneficios que nos ha concedido y, para que compartamos generosamente con los demás. Oremos al Señor. En un momento de silencio se pueden añadir nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Dios de bondad, recibe estas súplicas que te presentamos firmes en la fe, constantes en la esperanza y gozosos en el amor. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.