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darío monsalve

Vie 3 Ago 2018

Agenda eclesial de paz

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - En la Colombia actual, el bien de la paz no puede reducirse a lo que hagan o dejen de hacer los gobiernos. Hoy no tenemos un estado de paz, ni una paz de Estado, como lo manda la constitución nacional, pues carecemos, tristemente, de esos consensos entre ciudadanos y gobernantes que, por múltiples factores de vieja data y conceptos divergentes del poder y de la justicia, han generado, no solamente desequilibrio sino verdadero daño a la convivencia pacífica, a la inclusión del Estado en la totalidad del territorio y de la población en la totalidad de derechos y oportunidades. Pululan las economías y los “poderes paralelos”, en el barrio o en el campo, en la lejanía y la selva. Situación que se agrava mucho más con el auge del narcotráfico, su producción y mercado, para no hablar de otros fenómenos concomitantes a la criminalidad. Sin duda alguna, estos serán días de incertidumbre y expectativas, de balance sobre un proceso de paz, apenas iniciándose, pero ya con hechos, procesos y planes que deberán ser responsablemente asumidos por el pueblo colombiano y por el nuevo gobierno, más allá de visiones partidistas. En materia de ahorrar vidas humanas, y la paz sí que lo es, no se puede mantener el criterio de derecho a desandar el trecho recorrido, sino de garantizar la meta anhelada: paz con verdad, democracia plena y mayor justicia social. La Iglesia Católica en Colombia, ojalá en un contexto de ecumenismo desde la verdad de Dios, del hombre y de la creación, debe alentar siempre, sin miedo, el Evangelio de la paz, la buena nueva del perdón y la utopía de la unidad en la diversidad. Para una población en diáspora cultural y desarraigada de sus pertenencias, de bienes y sentido, ahogada por el libre mercado y el insaciable consumo, sometida a la ley de la fuerza y de un aberrante desprecio por la vida del semejante, se vuelve indispensable esa “Iglesia de puertas abiertas”, comunidad en salida al encuentro del difícil prójimo de estos tiempos, “hospital de campaña” en medio de personas, familias y masas heridas. Esta Iglesia, “espacio alternativo” a sociedades y Estados, independiente de partidos gobernantes y opositores, deberá emerger, con fuerza y sabor de Evangelio, también en Colombia. Evangelizar y pastorear la sociedad (fe y doctrina social de la Iglesia), resultan inseparables. Bien vale la pena retomarlo con el ímpetu de hace 50 años, con el “Documento de Medellín”, conclusiones de la 2a. Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, celebrada en Medellín del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1968. Allí, la justicia y el cambio social, la paz, la opción por los pobres y por los jóvenes, marcaron la pauta. Propongámonos, como mínimo, volver a ese texto y releerlo hoy, guiados por el mensaje del Papa Francisco. El Documento de Medellín, actualizado por el magisterio del Papa, bien podría inspirarnos una agenda eclesial de paz para nuestro compromiso. Esta agenda podría ser construida entre todos. Me atrevo a sugerir, como hechos y palabras “generadores” de aprendizajes “alfabetizadores”, para una conciencia social de paz como Iglesia, al menos tres conjuntos de lenguaje: 1. Conjunto de la “V”: *VIDA, VÍCTIMAS, VERDAD. 2. Conjunto de las “P”: *PALABRA, PACTO, PERDÓN. 3. Conjunto de las “D”: *DIGNIDAD, DERECHOS, DEMOCRACIA. Sobre estos hechos-palabra, podríamos empezar a generar una conducta de Iglesia, que nos permita visibilizar a las víctimas de violencias y violentos, para cuestionar a sus perpetradores y a los indiferentes comportamos estos sencillos aportes. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Vie 3 Ago 2018

Iglesia en Cali brinda albergue a 250 migrantes venezolanos

La Arquidiócesis de Cali, a través de la Pastoral Social, brinda albergue a 250 ciudadanos venezolanos, mientras la Organización Internacional para las Migraciones - OIM opera su traslado a la frontera con Venezuela y Ecuador. Así se informa en un boletín de prensa. Con la autorización del arzobispo, Monseñor Darío Monsalve Mejía, los migrantes se albergan en los antiguos talleres del Colegio Arquidioocesano San Pedro Claver. Esta misión humanitaria es coordinada por el padre Francisco Leudo, Director de la Pastoral Social de Cali. “Entre estas personas se encuentran mujeres embarazadas, menores de edad y adultos mayores, razones que hicieron que la Pastoral Social moviera a todo su personal e hiciera diferentes gestiones para poderles dar a estas personas una mejor calidad de vida”, señala el boletín. Este plan de intervención de ayuda humanitaria se realizó para poder brindar mejores condiciones a los ciudadanos venezolanos, que ocupaban un terreno cerca de la Terminal de transporte de esta ciudad. En el boletín se informa que “Gracias a la gestión de la OIM se ayudó al traslado de los migrantes, todo bajo la supervisión de Migración Colombia y el ICBF. También se les aseguró 3 comidas diarias y lo más importante un albergue temporal donde podrán estar de una manera segura, cómoda y con buenas atenciones”. El servicio a esta intervención humanitaria está siendo apoyado por la Pastoral de Migrantes, las secretarias de Seguridad y Justicia, Bienestar Social, y Salud de la Alcaldía de Santiago de Cali; la Personería, Migración Colombia, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, el ICBF, la Policía Nacional y la Cruz Roja Internacional. Así mismo, el arzobispo ha pedido la ayuda de personas o empresas que puedan dar empleo a estas mujeres y hombres, brindar alimentos para cubrir las necesidades diarias o en su efecto, a través de la pastoral social de esta jurisdicción ofrecer un aporte económico.

Lun 23 Jul 2018

Concluyó en Colombia el XIV EPA Continental

El 19 de julio, último día del Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña (EPA) se concluyó con la peregrinación y celebración eucarística en la Basílica de Buga. También se eligió el nuevo grupo coordinador del Secretariado de Pastoral Afroamericana y Caribena (SEPAC) y se asignó a México como sede del XV EPA. Los 390 participantes fueron en peregrinación de Cali a Buga, “Ciudad Señora de Colombia” para el último día del XIV EPA. La primera actividad fue orientada por el P. Alberto Vivanco Sotelo, misionero claretiano, donde los participantes realizaron la Lectura Orante de la Palabra desde el pasaje del de la curación de la suegra de Pedro (Lc 4,38-44), como muestra de liberación y reconocimiento de la mujer. El P. Venanzio Mwangi, imc, realizó un recuento del trabajo del equipo saliente del SEPAC en los últimos 3 años. El equipo conceptual entregó la síntesis general de la semana de trabajo, resaltando la importancia del Decenio para los Afrodescendientes, la relación del Magisterio de la Iglesia con la Pastoral Afro, el diálogo interreligioso y las vivencias y los elementos constitutivos de las religiones afroamericanas y caribeñas. Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía, arzobispo de Cali, mons. Luis Fernando Rodríguez, obispo auxiliar, y mons. Juan Espinosa, secretario general del CELAM, agradecieron al equipo organizador, a las instituciones y personas que hicieron posible la realización del XIV EPA, y celebraron la presencia del pueblo afro en la Iglesia y pidieron la ayuda del Señor para el nuevo equipo coordinador. Se asignó a México como país donde se celebrará el XV EPA y se eligió el nuevo equipo coordinador del SEPAC: Juan Carlos Rosero, de la delegación de Ecuador, fue elegido el secretario general y coordinará la Región Andina; Hna. María Suyapa Cayo, de Honduras, coordinará Centroamérica; P. Flaviano Cisneros, de México, representará al país anfitrión; P. Hugues Louis, de Haití, coordinará la Región Caribe; P. José Enes, de Brasil, coordinará la Región Cono-Sur. El nuevo equipo quedará completo con el sacerdote que determine el arzobispo de Cali, en representación del país saliente. Se dio paso a la Eucaristía de clausura del XIV EPA Continental, celebrada en la Basílica Menor del Señor de los Milagros de Buga. El “Negro” más querido del suroccidente colombiano recibió las delegaciones de México, Brasil, Colombia, Perú, Panamá, Paraguay, Estados Unidos, Honduras, Haití, Nicaragua, Venezuela, Kenia y Ecuador. Mons. José Roberto Ospina León, obispo de Buga, resaltó en su homilía la fraternidad y la alegría del pueblo afro e invitó a los participantes a vivir en comunión de frente a la evangelización por los afrodescendientes, rescatando sus valores y creencias. El XIV EPA finalizó con la cena especial, donde los participantes le rindieron un especial y sentido homenaje a Mons. Uriah Ashley, obispo de Panamá, el único obispo que ha estado prácticamente en todos los EPAs, representando un modelo de compromiso con el pueblo afro en su país y en toda América. Así se concluyó el XIV Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña, realizado en Cali (Colombia), del 15 al 19 de julio de 2018. A seguir, puedes leer el Mensaje Final del encuentro. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar MENSAJE FINAL DEL XIV EPA[/icon] Tomado: Revista Dimensión Misionera

Lun 16 Jul 2018

Así avanza XIV Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña en Cali

Con la participación de más de un centenar de personas, el pasado 15 de julio en la ciudad de Cali se dio inicio al XIV Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña (EPA). El evento estuvo maracado al son de salsa y presentaciones culturales. PROCESIÓN Y MISA INCULTURADA En la mañana, recorriendo las calles de Cali los participantes entonaron canciones y deleitaron a los asistentes con bailes típicos de sus regiones con temas alusivos a la espiritualidad afro de diversos países de América y del Caribe: Colombia, Haití, Venezuela, Nicaragua, Panamá, Ecuador, República Dominicana, Kenya, Brasil, entre otros. En la Catedral Metropolitana de Cali se celebró la eucaristía que fue presidida por el arzobispo de esta ciudad, monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, concelebrada por más de 10 obispos y decenas de sacerdotes provenientes de los diferentes países invitados. Danzas y bailes típicos de las regiones del continente mostraron la espiritualidad que vive y se expresa en la alegría y en el colorido de sus pueblos. Durante su homilía, Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, dio un saludo de bienvenida a todos los presentes e invitó a continuar construyendo el camino de la paz: “¡Bienvenidos todos al XIV EPA! ¡Esta será su casa, su familia, su Iglesia de rostro negro! De cada 100 habitantes en esta ciudad, al menos 52 son negros y negras. Y como Arquidiócesis de Cali nos declaramos agradecidos de ser, en estos días, la casa continental de las poblaciones negras. ¡Aquí los acogemos con el amor de Cristo y la maternidad de Maria! Vivamos juntos este Pentecostés del lenguaje de Dios en clave de guasá, marimba, cununo, sonajeros y tamboras, de alabaos y arrullos, de danzas y ritmos, levantando los pañuelos como signo de hermandad, revisando los procesos de nuestra espiritualidad, como reza el himno del XIV EPA”, afirmó. ACTO INAUGURAL La mesa principal del acto inaugural estuvo presidido por Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía y le acompañaron además Mons. Juan Espinoza Jiménez, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Fray Francisco Lotero Matiz, OFM, Vice Rector de la Universidad San Buenaventura (USB), P. Wiston Mosquera Mosquera, vicario general de la Arquidiócesis de Cali, P. Venanzio Mwangi Munyiri, IMC, delegado para la pastoral afro de la Arquidiócesis de Cali y coordinador del Secretariado de Pastoral Afroamericana y Caribeña (SEPAC), Hna. Ayda Orobio Granja, MML, encargada de la Vida Religiosa Afro, Licenia Salazar Ibarguen, investigadora independiente de Asuntos Afrocolombianos y agente de Pastoral Afro, Teodomira Luna Obregón, secretaria de Asuntos Étnicos de la Gobernación del Valle, y Guillermo Alfonso Gómez Trujillo, economista y fundador de Ciudad Sin Fronteras. Se realizó un homenaje a los países participantes con un desfile de banderas y, luego, intervinieron el padre Venanzio Mwangi, Mons. Juan Espinoza y Mons. Darío de Jesús Monsalve, contextualizando al público sobre los encuentros de pastoral afro y su importancia dentro de los procesos pastorales que se vienen desarrollando en el continente. El primer día culminó con varias presentaciones artísticas-culturales del estudiante Heriberto Bonilla, de la escuela Bellas Artes, y de los grupos de salsa Sabor Latino y Bomba Salsera. El evento se extenderá hasta el próximo 19 de julio. Galería fotográfica: Dimensión Misionera Tomado: Revista Dimensión Misionera

Lun 2 Abr 2018

La ruta de la Cruz para resucitar y vivir

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Nuestra mayor certeza es ésta: “Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre” (Hebreos13, 8). “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo28, 20). Bendiga Dios a quienes santifican estos días con la vivencia intensa del Misterio de su Hijo hecho hombre, muerto en la cruz y resucitado de entre los muertos. Bendiga Dios a la Iglesia que se hace memoria de Cristo Jesús y celebra su memorial en la Eucaristía, en la Palabra del Evangelio que nos trae al presente su pasión, y en el testimonio de muchedumbres que se congregan, aún en tiempos de marcada confusión y crudo individualismo, para decir que Él está vivo y es vida nuestra, vida para el mundo entero, “vida escondida, con Cristo, en Dios”. Bendiga Dios a la humanidad entera de estos tiempos y salve de la tragedia al planeta tierra que habitamos y que corre el riesgo de ser destruido por la inconciencia de la maldad, el desorden de las codicias y la barbarie de las guerras. Bendiga Dios a los más débiles y pequeños, a quienes son excluidos y expulsados, obligados a emigrar y mendigar la supervivencia. Su compasión divina suscite la solidaridad humana con todas las víctimas de los conflictos, especialmente con los niños por nacer y criarse, por los ancianos y enfermos, por los desvalidos y diversamente capacitados. Bendiga Dios, en esta Pascua, a nuestra patria Colombia, cuya población, dispersa por los males de la violencia, la mentira, la corrupción y el narcotráfico, aún no sabe cómo salir de las encrucijadas en que se encuentra, entre la vuelta constante al pasado y el miedo a construir un futuro distinto. Fortalezca Dios los esfuerzos por abrirle paso a la convivencia pacífica, a la memoria de la verdad y a la unidad en la diversidad. Recuperemos todos, con la bendición de la Pascua 2018, “la ruta de la cruz”, que nos conduce a morir a nosotros mismos, estando aún vivos; a resucitar con Cristo desde ahora, sin habernos muerto aún; y a consolidar juntos el don y bien de la vida humana, de la vida en nuestros entornos y territorios, del futuro con vida y oportunidades para todos. Esa ruta es la gracia del Resucitado en cinco palabras: Amor hasta el dolor, transformar el dolor en perdón, hacer del perdón el camino para un cambio de vida y cambiar juntos ante la vida, buscar el cambio a través de la participación y la autogestión ciudadana en cada población. ¡Felices Pascuas de Resurrección! +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Lun 2 Abr 2018

La ruta de la Cruz para resucitar y vivir

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Nuestra mayor certeza es ésta: “Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre” (Hebreos13, 8). “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo28, 20). Bendiga Dios a quienes santifican estos días con la vivencia intensa del Misterio de su Hijo hecho hombre, muerto en la cruz y resucitado de entre los muertos. Bendiga Dios a la Iglesia que se hace memoria de Cristo Jesús y celebra su memorial en la Eucaristía, en la Palabra del Evangelio que nos trae al presente su pasión, y en el testimonio de muchedumbres que se congregan, aún en tiempos de marcada confusión y crudo individualismo, para decir que Él está vivo y es vida nuestra, vida para el mundo entero, “vida escondida, con Cristo, en Dios”. Bendiga Dios a la humanidad entera de estos tiempos y salve de la tragedia al planeta tierra que habitamos y que corre el riesgo de ser destruido por la inconciencia de la maldad, el desorden de las codicias y la barbarie de las guerras. Bendiga Dios a los más débiles y pequeños, a quienes son excluidos y expulsados, obligados a emigrar y mendigar la supervivencia. Su compasión divina suscite la solidaridad humana con todas las víctimas de los conflictos, especialmente con los niños por nacer y criarse, por los ancianos y enfermos, por los desvalidos y diversamente capacitados. Bendiga Dios, en esta Pascua, a nuestra patria Colombia, cuya población, dispersa por los males de la violencia, la mentira, la corrupción y el narcotráfico, aún no sabe cómo salir de las encrucijadas en que se encuentra, entre la vuelta constante al pasado y el miedo a construir un futuro distinto. Fortalezca Dios los esfuerzos por abrirle paso a la convivencia pacífica, a la memoria de la verdad y a la unidad en la diversidad. Recuperemos todos, con la bendición de la Pascua 2018, “la ruta de la cruz”, que nos conduce a morir a nosotros mismos, estando aún vivos; a resucitar con Cristo desde ahora, sin habernos muerto aún; y a consolidar juntos el don y bien de la vida humana, de la vida en nuestros entornos y territorios, del futuro con vida y oportunidades para todos. Esa ruta es la gracia del Resucitado en cinco palabras: Amor hasta el dolor, transformar el dolor en perdón, hacer del perdón el camino para un cambio de vida y cambiar juntos ante la vida, buscar el cambio a través de la participación y la autogestión ciudadana en cada población. ¡Felices Pascuas de Resurrección! +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mar 27 Mar 2018

Pascua: salir del matadero.

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Estamos dejando volver un “matadero” a nuestra amada ciudad de Cali. De lejos, pasa de 50 asesinatos por cada 100 mil habitantes, mientras que Bogotá registra menos de 14. Fines de semana con cifras de 18 o más asesinatos, como el del pasado puente de marzo, ponen a Cali como la primera entre las ciudades violentas de Colombia y la segunda en el Continente. La cadena de homicidios sistemáticos es la más grave degradación de nuestra relación y convivencia, sin una reacción de la razón colectiva, ante la bofetada que es para todos cada muerto o muerta, porque, en muchos de los casos, las víctimas son mujeres. Calificar el hecho del asesinato de una u otra manera, o dar explicaciones que son ya lugares comunes, es mantener el esquema de “dejar pasar”, “dejar hacer”, que se replicará una y otra vez, de manera infinita, sin que se conozca la verdad del hecho, de los responsables, de los cómplices, de los móviles y causas, de los investigadores que se hacen cargo, de la garantía de información sobre el proceso, limitada en el tiempo, sobre los casos. Investigar, actuar, crear mecanismos de justicia apropiados y eficaces para asumir estos casos, prevenir al máximo la reproducción o continuación de la conducta violenta, sería lo primero, junto al tratamiento de situaciones o “caldos de cultivo” de la misma, con acción conjunta de Estado, Sociedad y población vulnerable, víctimas y victimarios potenciales. Todo esto, ciertamente, reclama una transformación del sistema de justicia y verdad, de prevención y rehabilitación, de cárceles y post-penados. El Estado no puede mantener conceptos clasistas y elitistas de “seguridad privada” y de protección oficial; mucho menos generar falsas modalidades de alianza entre fuerza y justicia estatal con la población civil, involucrándola mediante el falso concepto de derecho a la auto-defensa: civiles armados, organizaciones para-militares, redes de informantes. O también, en el peor de los casos, la corrupción de personal al servicio del Estado, de autoridad civil, judicial, policial o militar, comprometidos con delincuentes, en suministro de armas, en acciones delictivas, en ejecuciones sumarias. Esto es lo más grave que puede ocurrirnos a quienes tenemos el servicio del bien, de la dignidad humana, o de la autoridad oficial: el abuso de la potestad para hacer el mal. Dolorosamente, esta quiebra moral de las instituciones, incluida la misma Iglesia en otros casos, es parte de la grave crisis y degradación de nuestra sociedad. Todos tenemos mucho que ver con esta degradación y, muchísimo más qué hacer para aportar a un cambio, hacia una restauración de la persona humana, del tejido social, de la vida civilizada y pacífica, de un reordenamiento ético, espiritual y legal. Pero, sin duda alguna, tenemos que dar un paso colectivo, de voluntad popular y política estatal, que le garantice a Colombia salir del matadero en el que vivimos aún. Mucho se ha logrado con los pasos de estos años, hacia una salida concertada de la confrontación subversiva, aún en difícil curso, y ahora, con la normativa que se lleva al legislativo, con carácter de urgencia, para un posible desmonte de las BACRIMs y las disidencias subversivas, mediante un sometimiento o acogimiento a la justicia, con garantías y estímulos. Este cuadro hacia un desarme social y una ocupación legal del Estado en los territorios urbanos y rurales, no dejándolos más a merced de los armados ilegales, será fundamental. El primer paso que debemos dar todos es la decisión y la elección política de salir del matadero, sacar a Colombia del matadero. Valga decirlo en esta época de elecciones: no podemos permitirnos seguir siendo una sociedad fracasada por el monstruo de las violencias. Fin a los asesinatos y violencias. Fin a la economía ilegal y criminal. Fin a la corrupción. Protección al trabajo y autoabastecimiento. Fortaleza a la justicia con verdad, a la educación con principios, a la familia y a la vida por nacer, a la salud y muerte natural, a la ciudadanía democrática. Son, entre otros, postulados de fondo para garantizar la convivencia pacífica y evitar la catástrofe y el colapso social. Postulados a tener en cuenta a la hora de dar el voto, sin miedos ni coacciones, por la opción más identificada con un inmediato futuro pacífico, digno, laborioso y próspero, de un país como el nuestro, con enormes posibilidades de serlo. La Pascua, que se inicia con el mes de abril 2018, nos convoca a mirar juntos la Cruz sin el Crucificado, y la tumba vacía sin el cadáver asesinado. Salir del Calvario y del sepulcro, deshacer todo el entramado y la urdimbre de mentiras, abusos, torturas, dignidad pisoteada, corrupción del poder y abuso del débil, que recordamos cada año en La Pasión y Muerte de Cristo, esa es la Pascua. Que en este año 2018 la asumamos como empeño de todos para salir y sacar a Cali y a Colombia del matadero. Que retomemos la propuesta y campaña Arquidiocesana de LUCHA: ¡Luchemos Unidos Contra el Homicidio y las Armas! Que hagamos del 2 de mayo, aniversario de la masacre de Bojayá, el Día Nacional del Perdón y la memoria nacional del Cristo Negro de Bojayá, con la oración que le compuso el Papa Francisco y que todos debemos memorizar: “Oh Cristo Negro de Bojayá, que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus brazos y pies, te han arrancado a tus hijos, que buscaron refugio en ti. Oh Cristo Negro de Bojayá, que nos miras con ternura y en tu rostro hay serenidad: palpita también tu corazón para acogernos en tu amor. Oh Cristo Negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo: Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad. Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia. Amén.” + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Jue 1 Feb 2018

En medio de la desinformación

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Resultan muy oportunas las recientes palabras del Papa Francisco, pronunciadas con motivo del la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, denunciando la alteración de la verdad y la lógica de la desinformación, que llamó, bíblicamente, “la lógica de la serpiente”, citando el pasaje del Génesis 3,1-15. Se trata de la estrategia de la serpiente astuta, capaz de camuflarse en todas partes y morder. La primera “falsificación de la verdad” o “falsas noticias” (fake news), en los albores de la humanidad bíblica, fue la distorsión de la verdad que hizo la serpiente ante Eva, induciéndola al drama de la desinformación: “desacreditar al otro, presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos”. Esta estrategia de falsear la verdad y, a partir de ahí, manipular al otro con la mentira “disfrazada de verdad”, llevó a las trágicas consecuencias del pecado, que se concretizaron luego en el primer fratricidio (Génesis 4), y en otras innumerables formas de mal contra Dios, el prójimo, la sociedad y la creación. La primera tergiversación de la verdad, la de la “lógica de la serpiente”, debe ponernos en guardia ante la oleada de la desinformación, sutilmente engañosa y con mecanismos refinados, que ahora cuenta con un potente elemento detonador: el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. “De modo que los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal, que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen”. “Ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas”. Por ello, “NADIE PUEDE EXIMIRSE DE LA RESPONSABILIDAD DE HACER FRENTE A ESTAS FALSEDADES”, añade Francisco. Su llamado adquiere un inmenso valor para esta humanidad de la globalización y de las redes de difusión más sofisticadas, afectada por la ya, comúnmente denominada, “época de la posverdad”. El Papa nos invita a identificar estas estrategias, a desenmascararlas y a prevenirlas, a “no convertirnos en actores involuntarios de la difusión de opiniones sectarias e infundadas”. Pero, sobre todo, a contar con “el mejor antídoto contra las falsedades”, que no son las estrategias, sino las personas que viven una relación personalizada, en la que no es el eco a las redes, chismes y calumnias del “se dice de ti”, sino lo que realmente se sabe por trato personal, por la experiencia y el testimonio compartido entre quienes tratan a la persona o saben de los hechos. “Por sus frutos se conocerá a las personas”, por el cimiento en la roca y su solidez inconmovible ante las pruebas, por su capacidad de servir y guiar a otros a la luz, de asumir la autocrítica, de practicar la corrección y sanar a otros. “Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca” o, como señala San Pablo, “en lo que uno peca, de eso murmura sobre los otros”. Son criterios evangélicos para poner en práctica el discernimiento. (Leer Lucas 6,39-49). “La verdad no se alcanza, realmente, cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca”, añade el Santo Padre. Con estas reflexiones, apoyadas en la enseñanza pontificia, invito a todos a afrontar también el clima de falsedad, calumnia y difamación que pretenden crear algunos, en redes sociales y medios manipulados, con el maligno interés de hacer daño a personas concretas o a las instituciones. Al mismo tiempo, nos sirvan para afrontar la coyuntura pre-electoral y adversa a la paz con verdad, justicia social y justicia reconciliadora. La desinformación y la mentira abierta, o disfrazada de verdad, están a la orden del día y se han tomado redes e invadido muchas mentes y voluntades desprevenidas. + Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali