Pasar al contenido principal

el bautismo

Vie 28 Feb 2020

Podríamos pasarnos la vida reflexionando, pero es hora de actuar

Primera Lectura: Gn 2,7-9; 3,1-7 Salmo: Sal 51(50),3-4.5-6a. 12-13.14+17 (R. cf. 3a) Segunda Lectura: Rm 5,12-19 (forma larga) o Rm 5,12.17-19 (forma breve) Evangelio: Mt 4,1-11 Introducción De la Palabra de Dios que se nos ofrece para este domingo presentamos algunos temas para nuestra reflexión: • El origen del pecado y sus consecuencias en la vida del ser humano; • La vivencia de la vida cristiana en el camino de la cuaresma, un itinerario de conversión, escucha de la Palabra de Dios, vivencia de la gracia divina; • Un tercer tema de predicación nace de la confrontación Adán – Cristo, es decir subrayar la superioridad de la gracia y la nueva condición del ser humano, hijo de Dios, para afrontar con altura las tentaciones y consecuencias del pecado. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En un lenguaje pintoresco y popular, el texto de la primera lectura presenta tres escenas: en la primera, se nos presenta a Dios como un artesano, que da origen a su máxima obra, el hombre, a quien hace partícipe de su vida, lo hace “un ser vivo” (v.7); en la segunda, Dios es un jardinero, y en medio de su jardín dos árboles significativos: el árbol de la vida y el árbol del bien y del mal; aquí en este ambiente coloca su obra máxima llena de vida (vv. 8-9). En estas dos escenas la presencia dominante es Dios. En la tercera escena, el personaje dominante es la figura del “astuto” en forma de serpiente quien, a punta de mentiras, seducirá la mujer, inicia cuestionándola con una mentira “¿Cómo es que Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín? (3,1). La mentira seductora conducirá al fracaso el plan original y se introduce en esta historia la muerte, de la cual Dios había prevenido, pero la serpiente engaña diciendo “de ninguna manera morirán… serán como dioses”. Una mentira que incita al orgullo. Fracaso total, el hombre, obra de Dios, se revela y desobedece a su Creador. Salmo penitencial, de gran alcance popular por su formulación y la historia de David pecador que recurre a la misericordia divina componiendo estas palabras. En sus dos partes refleja la situación del hombre: la oscura realidad del pecado, expresada en la confesión de pecado y suplica de purificación (vv. 1-11); que encuentra una esperanza de cambio gracias a la acción divina (vv. 12-19). Concluyendo con una especie de liturgia nacional (vv. 20-21). La segunda lectura está centrada en un paralelismo de superación entre el fracaso del primer Adán y la reparación sobreabundante del segundo Adán – Cristo. En su desarrollo se abordan diversos temas correlacionados entre sí, como la relación entre el pecado y la muerte en general, la obra de Adán y la obra de Cristo, entre las cuales no se da una proporción de igualdad, pues “no hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado” (v.15). La conclusión hace de exhortación parenética, por el delito de uno-Adán condena para todos, por la justicia de uno-Cristo la justificación para todos; “por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos” (Cf. vv. 18-19). El relato evangélico, está presente en la triple tradición sinóptica (Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13; Mt 4, 1-11), con variantes importantes. Así, Marcos solo refiere que Jesús permaneció allí “siendo tentado por Satanás”; los otros dos evangelis- tas narran las conocidas y clásicas tres tentaciones, pero cambiando el orden; Mateo las concluye con la tentación en el monte, que conecta mejor con el discurso de la montaña que aparece en el capítulo siguiente. Este pasaje se estructura en una introducción (1-2) y luego un relato trimembre, las tres tentaciones (vv. 3 - 11). La iniciativa siempre es del “tentador – del diablo”, quien se acerca (v.3) y “se lleva” a Jesús –sentido del verbo paralambanō en griego (vv. 5.8), lo saca del desierto para llevarlo al Templo y al monte; a las tentaciones Jesús responde siempre con lo que está escrito, es decir, con las Sagradas Escrituras, todas del Deuteronomio (Cf. a la primera: Dt 8, 3 y Sb 16,26; segunda Dt 6,16); a la tercera Dt 6,13). El texto posee los elementos mínimos de la narrativa, dejando que el peso se centre en estas citas bíblicas veterotestamentarias que soportan la argumentación. Por lo que algunos han visto que Jesús aparece reviviendo las tentaciones de Israel en su camino por el desierto durante cuarenta años. Se debe precisar que el texto permite una gran asociación de miradas desde los lectores, por lo que no es necesario polarizarlo solo desde una concepción. El inicio de la perícopa, “Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu…”, conecta con el relato del Bautismo y su teología (3, 13-17), en definitiva, la historia sigue siendo “empujada” por el Espíritu Santo. El diablo presenta sus tentaciones en un crecendo. El diablo no pone en duda la filiación divina de Jesús, él la sabe y la presupone; los endemoniados de Gadarenos le dicen: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? (Mt 8,9) y es más explícito en Lucas, el endemoniado en Cafarnaúm le dice: “Sé quién eres: el Santo de Dios” (Lc 4, 34). El diablo no desconoce la condición de Hijo de Dios de Jesús, él lo que hace, aquí en las tentaciones, es someter esa identidad a prueba, inducirlo a realizar un milagro espectacular innecesario para el mesianismo. Dos veces se refiere a ella, “si eres Hijo de Dios…” (vv. 3. 6). Las respuestas de Jesús serán una forma de acreditar esta su identidad o filiación divina que se ha puesto de manifiesto desde el Bautismo, “y vino una voz desde los cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mt 3,17). No logrando su deseo de meterlo a la duda, le plantea de manera directa la propuesta de la adoración del diablo, a la que Jesús responde con su rechazo definitivo. El diablo en su intento de seducción ha recurrido a diversas artimañas, como lo hizo en los orígenes de la humanidad, recurre a la mentira, se presenta como el dueño de todo, “le mostró los reinos del mundo”, que se contraponen con el mensaje que Jesús viene a anunciar “el reino de Dios, o el reino de los cielos”. Es un ser astuto, ha aprendió de la primera respuesta de Jesús a usar las Escrituras, las cuales cita de manera manipuladora para inducir al error y que se falte a la filiación divina, por ello cita de memoria las palabras del Salmo 91. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Adán – Cristo, superioridad de la Gracia La historia de la humanidad se ha jugado en dos creaciones. La primera, es la de los orígenes, con Adán, de donde se concluye el nefasto resultado, entró la muerte a causa del pecado; se da una ruptura en la relación con Dios que se califica como desobediencia, la mentira y el orgullo han reinado, el hombre quiso desconocer a Dios y ser dios; lo único que encontró fue la destrucción, el fracaso total. La segunda, es la de la nueva creación, iniciativa siempre de Dios, es la obrada en su Hijo Jesús, en quien el hombre recobra y recibe de manera mejorada su filiación divina, es nueva creatura, justificada y amada en Jesús. Esta Gracias, en todas sus dimensiones, manifiesta su superioridad respecto al pecado y sus consecuencias. Jesús se acredita en su relación con Dios y en obediencia a las Escrituras, Él es el Hijo de Dios, no un mago dispuesto a realizar “milagritos espectaculares” que desvirtúan la filiación divina. Si bien, las tentaciones de Jesús son de un corte específicamente mesiánico, es decir, se refieren directamente a él, podemos, de una manera parenética, referirlas a toda la humanidad, pero referidas principalmente a las dimensiones fundamentales de la mesianidad de Jesús, profética, sacerdotal y real. Es decir, las tentaciones de Jesús no son una narrativa que sirva de ejemplo para que los creyentes de hoy afronten las tentaciones de cada día. Estas tentaciones fueron directamente a la identidad de Jesús, Hijo de Dios, no porque el diablo la desconociera, sino porque quiso ponerla a prueba. La prueba de la filiación divina no solo se juega en una opción radicalmente opuesta, como la tercera tentación que invita a la adoración del diablo, sino que también se coloca entre dicho mediante aparentes practicas inofensivas que son innecesarias para la vivencia de la filiación divina; no es necesario andar usando el poder de la gracia bautismal como “aprendices de maguitos”. La gracia de la vida cristiana se sitúa en superioridad frente a estos “jueguitos”. Toda la vida Jesús la vivió en esta opción, siempre renunció a demostraciones innecesarias de poder divino, hasta el último momento. Él, como Hijo de Dios, se mostró siempre obediente, hasta en la cruz mediante la expresión de otros se le propuso hacer “milagritos espectaculares”, “si eres Hijo de Dios, baja de esa cruz y creeremos” (Cf. Mt 27, 40. 42), siempre en actitud de poner a prueba su filiación divina, su mesianismo. Jesús no cedió a la tentación de los reinos del mundo, por no haber perdido su filiación, recibe todo poder, Resucitado se aparece a sus discípulos, “Acercándose a ellos, Jesús les dijo: se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Podríamos pasarnos la vida reflexionando, pero es hora de actuar. ¡No nos limitemos a oír más, leer más, sino a vivir en verdad y sinceridad la superioridad de la gracia que hemos recibido en Jesús, Hijo de Dios! El bautismo, en el orden de la gracia, nos hace superiores al primer Adán, vivamos de corazón la llamada del Espíritu Santo “que nos conduce al desierto” para vivir la identidad de Hijos de Dios. No busquemos milagritos y poderes divinos, sigamos el camino de una autentica espiritualidad cristiana que supera las tentaciones del materialismo, del sensacionalismo, y de un poder sobre el mundo. Es el momento de cerrar los ojos, hacer silencio y contemplar con recogimiento el misterio de la gracia bautismal. Es hora de aprender a responder con la Palabra de Dios. Aceptarla con amor y creerla, porque aprenderla de memoria y rebatir con ella, solo nos hará parecer al diablo, que se la sabe de memoria, pero la usa de manera manipuladora para inducir al error. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Que en el Templo haya un signo que evidencie el tiempo de Cuaresma. 2. Resaltar en cartelera la frase: “Misericordia, Señor: hemos pecado”. 3. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 4. Este domingo presenta Prefacio propio: “Las Tentaciones del Señor”. 5. Palabras de este tiempo como camino de catecumenado: Oración, silencio, Jesús, gracia, bautismo, caridad, etc. 6. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo. 7. Aprovechar este tiempo de cuaresma para el ejercicio del Santo Vía Crucis (en especial los viernes) y de las prácticas de ayuno y abstinencia. 8. En estas cinco semanas de tiempo de cuaresma es, también, ocasión oportuna para motivar, preparar y desarrollar, en el día más oportuno, la jornada parroquial de los enfermos ya que, reuniéndolos en el templo para la celebración eucarística, se les puede ofrecer también los sacramentos de la Reconciliación y de la Unción de Enfermos. De este modo, no programando la llamada “Misa de enfermos” para el jueves santo, se da prelación al grandioso signo de la Sagrada Comunión llevada por el Sacerdote y ministros extraordinarios, dicho jueves, a cada uno de los enfermos de la comunidad parroquial.