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elecciones

Vie 18 Feb 2022

Cuarto día. Informativo: ‘ASÍ VA LA ASAMBLEA’

Los siguientes fueron algunos de los momentos más destacados de la agenda desarrollada por los obispos, durante su cuarto día cesión en la CXII Asamblea Plenaria de Episcopado. Ofrecemos otra entrega más del informativo ‘ASÍ VA LA ASAMBLEA’. Estos fueron los principales temas: - En el marco de esta Asamblea, los obispos de las jurisdicciones eclesiásticas del departamento del chocó, concretamente de las diócesis de Quibdó, Istmina–Tadó y Apartadó se pronunciaron, frente a la grave situación humanitaria y social que viven sus comunidades. - En este contexto, se adelantó una rueda de prensa, presidida por Mons. Luis José Rueda, presidente de la Conferencia Episcopal, donde estuvieron presentes 13 de los obispos que están en territorios donde el conflicto no da tregua. Algunos de los prelados manifestaron sus preocupaciones y expresaron su respaldo a los obispos de las Diócesis de Quibdó, Apartadó e Istmina. - Avanzando con el proceso de escucha sinodal, los obispos recibieron y escucharon los aportes de algunas organizaciones y representantes de carácter educativo y social, entre los que se destacó la participación de Byte Ruth Consuelo Chaparro, lideresa social y etnoeducadora comunitaria. - Como es costumbre cada año, para esta fecha, se presentó a los señores obispos la propuesta de la campaña Dona Nobis, que busca reunir fondos para la obra evangelizadora de la Iglesia Católica en nuestro país. Conózca los detalles AQUÍ.

Jue 17 Feb 2022

Mensaje de la Iglesia católica en Colombia a propósito del año electoral

En el marco de la 112 Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, desarrollada en un momento de profundos desafíos para la nación, permeada por “la inequidad, la corrupción, la devastadora acción del narcotráfico y del microtráfico, la pobreza y la violencia”, los obispos católicos del país insistieron en la urgencia de “fortalecer el sistema democrático” y comprometerse con el desarrollo integral de la población. A los ciudadanos, les pidieron ejercer el “voto libre y responsable, fruto de una decisión informada y tomada en conciencia”. Conocer la trayectoria y propuestas de campaña de los candidatos, que deben ser “honestos y competentes”, comprometidos con el desarrollo de las comunidades, en los distintos territorios. A los líderes políticos, los exhortaron a “encontrar en el bien común la mayor motivación para su servicio (…) e incluir a todos en un proyecto de nación que cuide la paz, acreciente la confianza en las instituciones y en el prójimo”. Finalmente, alzaron su voz en defensa de la vida, la sana convivencia, la reconciliación y el cuidado del ambiente. Encomendaron a Nuestra Señora de Chiquinquirá el país: “Ella interceda por todos nosotros para que el Señor “nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo y la vida de los pobres” (Evangelii Gaudium, n. 205). [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar MENSAJE[/icon]

Lun 14 Feb 2022

Volvernos territorios democráticos

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - En este año electoral nos sentimos desbordados por las realidades que se vienen dando en el mundo y en el país. La crisis sanitaria La crisis sanitaria, por el desencadenamiento sistemático de virosis y pandemias cuyas causas reales y colectivas no se desvelan con objetividad ni se afrontan aún, afecta todas las áreas de la vida humana. Los efectos y el control sobre el contagio requirieron un esfuerzo gigantesco y rápido para producir vacunas, que ya van hacia una cuarta dosis. Esfuerzos que aún deben ser correspondidos, sin falta, por toda la población, accediendo a vacunarnos y manteniendo medidas de bioseguridad. Por crisis sanitaria entendemos no sólo la producida por el COVID y sus mutantes. Hay muchos aspectos de nuestra realidad en acceso a la salud y manejo del sistema en Colombia, que pone en evidencia la pérdida del control público y privado del bien de la salud, su cobertura, su calidad y seguridad, la crisis por corrupción en la gestión de EPS, que generan la inviabilidad de “los hospitales de los pobres”, como el San Juan de Dios de Cali. Cuidar la salud humana y cuidar la salud del ecosistema son también esfuerzos que requieren articularse en contenidos y formas. El cambio climático Como un tsunami, el calentamiento global, causado por las actividades humanas que elevan la temperatura de la atmósfera y de los océanos, provocando el efecto invernadero, obliga a toda la humanidad y a los países mayormente responsables a una carrera contrarreloj por el cambio climático. En pocos años tendremos que pasar de los hidrocarburos a limpias y renovables fuentes de energía. Toda nuestra movilidad, nuestro hábitat y modos de producción se someten a calendarios de transformaciones precisas, si queremos recuperar el planeta, sus ecosistemas y su biosfera. El “cuidado de la casa común”, de los recursos naturales y de todo el medio ambiente y los entornos en que habitamos y actuamos, es tarea que obliga a cada persona, desde el niño hasta el anciano, exigiendo educarnos y disciplinarnos en esta materia. Como individuos, como ciudad y país, como Iglesia educadora, tenemos que conocer los pasos a dar en cada campo, desde el uso de energía solar hasta carros eléctricos, desde limpieza colectiva de canales y vías, hasta suspensión y cambio de productos y empaques no biodegradables. Una pastoral de la tierra y del territorio, un compromiso cristiano y comunitario, permanente, con este propósito, exige empeño y voluntariado de feligresías y de sectores socio ambientales, en la jurisdicción geográfica de nuestras parroquias. Armas, armados y violencia creciente Hace más grave aún la situación, y acongoja el alma de todos, la pobreza que se vuelve miseria y la violencia que se convierte en armamentismo y reclutamiento, en rebatiña de cuerpos armados por el control territorial, perdiendo la fuerza de la razón, del derecho y de la palabra. La tragedia que viven nuestras regiones, los indígenas y poblaciones negras, los campesinos y fronteras, las zonas periféricas urbanas, los torrentes migratorios que deambulan por Colombia, es horripilante. Una pastoral que anuncie la No Violencia de la Cruz de Cristo, que proclame y cultive el respeto por toda vida humana y por la vida humana toda, desde el óvulo fecundado hasta las cenizas del cuerpo y la soberanía del espíritu sobre la materia, es prioritaria en esta cultura de fuerza y eliminación genocida de seres humanos. La vida humana como propiedad de Dios y responsabilidad de los progenitores, de las sociedades y de todos los estados del mundo, debe ser la inspiración de toda ley y de todo proceso educativo. ¿Cómo hacerla lucha y causa de cada creyente y de toda comunidad eclesial? En nuestra realidad nacional, este panorama de violencia y de pobreza que se vuelve miseria se hace más dramático aún con las economías ilícitas y el narcotráfico, lo mismo que con la corrupción y abusos del poder público para enriquecerse. Sistema político clasista A ello se le suman el centralismo autoritario y la incertidumbre de vivir atrapados por un sistema político que se cierra, de modo intransigente y represivo, a toda transformación estructural por la inclusión masiva de población en tierra, trabajo y empleo, vivienda digna, ingreso garantizado, oportunidades universales y ciertas, protección a la vida humana, a la célula familiar, a la paz y convivencia civil como tarea de la fuerza pública en vez del fomento a la guerra interna y armamentismo por supuestas amenazas externas. Esto convierte al modelo colombiano en un blindado poder plutocrático, del dinero y lo financiero, de acumulación ilimitada y feroz de bienes y capitales, recurriendo a despojos y muertes, a la “compra venta” del estado por maquinarias burocráticas y contratantes. Como Iglesia católica, no podemos anclarnos en conveniencias políticas o diplomáticas, sin un claro profetismo de evidenciar la realidad y proponer alternativas de inspiración en el Evangelio y en la Soberanía del Amor, entendido como “Amor de la Cruz”, no exento de rechazo y persecución, incluso de martirio. Un país donde el mismo DANE (Departamento Nacional de Estadísticas), señala que más de 22 millones de personas tienen que pasar el día con menos de 10 mil pesos, y en donde las cifras de violencia, corrupción, informalidad y criminalidad son tan espantosas, no pueden “domesticar” el cristianismo como mera religiosidad popular o mero pulular de Iglesias biblicistas, algunas como partidos electorales y adheridas a las fuerzas intransigentes de nuestra sociedad. Año de elecciones y nuevo Gobierno No es un contexto alentador el nuestro, enmarcado en procesos geopolíticos de vecindad continental que presionan a que la vía electoral sea en Colombia una trasparente posibilidad de cambio pacífico y democrático. En este marco proceloso entramos en el año electoral 2022. Y vivimos la realidad urbana, regional y nacional, que aún resuena con los dolorosos enfrentamientos y muertos entre civiles y policías, los ataques a militares y de ellos a cuerpos armados ilegales, los bloqueos y daños graves a bienes sociales y públicos. Duelen, a más no poder las violencias y masacres agudizadas en territorios como Arauca y toda la gran frontera con Venezuela, el Pacífico y Suroccidente, Bajo Cauca y otras regiones. Violencias que denuncian un gigantesco poder armado que muta sus apariencias y actúa con planes de exterminio sistemático y acciones terroristas de miedo y amenaza. En este contexto es más importante el votante que el voto, la voluntad de cooperar en propósitos colectivos de supervivencia, solidaridad y paz, que las afiliaciones y los carnets partidistas. La democracia se vuelve más asamblearia y horizontal que meras filas ante las urnas y espera de resultados, más por nombres y pactos “históricos” entre aspirantes al poder, que pactos sociales y populares entre quienes deben concertar cambios y transformaciones territoriales. Asistimos más al sainete de peleas y ofensas que a la escucha de las poblaciones en los territorios, las propuestas sociales de cambio y los programas de gobierno propuestos. “Veo un gran bosque de candidatos y un enorme desierto de propuestas”, decía al respecto el Arzobispo de Bogotá, monseñor Rueda Aparicio. Cambiar de camino Cuando arrecian crisis como las que viven nuestras comunidades y Consejos Comunitarios del Bajo Calima y Cuencas de los ríos sobre el Pacífico, sólo queda esta certeza de que la masa social popular, ajena a armados, a plataformas ideológicas y a partidos políticos de confrontación, fortalezcan sus vínculos para la supervivencia colectiva. Hay que unir hacia dentro de los territorios y hacia afuera de las autonomías, una verdadera red de salvamento y resistencia comunitaria, fortaleciendo vínculos comunicacionales, solidarios y fraternos con las otras comunidades, tejiendo solidaridades regionales y nacionales. entre las poblaciones urbanas y las periféricas. En otras palabras, llega la hora en que más que electorado tradicional vamos a tener que volvernos un sujeto colectivo en cada territorio y ciudad, un pueblo que rehace sus discursos y actitudes sociales y se reorganiza para no recurrir ni al desplazamiento forzoso, ni a huir del país, ni a caer en la trampa de matarnos unos a otros, dejando empoderar de los territorios a hordas armadas e intereses oportunistas sobre ellos. A este propósito es indispensable la unión de ejes sociales e institucionales, de gobiernos locales, Iglesia o Iglesias, empresarios, Academia y Comunidad Internacional, que conciten al encuentro, a la confianza en la vía del diálogo y la concertación, del acuerdo y el consenso, al reconocimiento del otro, la interlocución y el consenso. Muchas poblaciones indígenas, negras y campesinas tienen bases y experiencia, capacidad instalada, saberes y conocimientos acumulados que los han hecho y harán fuertes ante esta oleada de nuevas violencias y multiplicación estratégica de actores armados para desestabilizarlos y debilitarlos. Requerirán del apoyo humanitario y la mano tendida de gobiernos y sociedades locales y regionales, así como del invaluable acompañamiento y el aporte de recursos que ha venido haciendo la Comunidad Internacional. Que esta “campaña electoral” no sea capitalizada por las violencias que quieren el caos, supuestamente para derribarlo todo y comenzar de nuevo, como predicaron los falsos idearios de la “lucha armada”, ni por las violencias intransigentes y sangrienta a de quienes están dispuestos a todo y al “todo vale”, con tal de que nada les cambie y se mantengan sus intereses, sus modelos, sus abusos. Ni mucho menos por las violencias y bombazos de los capos del narcotráfico, ajenos a toda consideración humana y social, que quieren volver el mundo un gran supermercado de sus alucinógenos y alucinadas idolatrías del dinero. Llamado a una nueva democracia Los llamamos a unirnos en aras de que sobrevivamos todos y sobreviva nuestra nación como patria digna, civilizada y con futuro. Dios no nos habla ahora tanto por medio de discursos. En esta Torre de Babel de estos tiempos, en estos “diluvios universales” nos habla por medio de las realidades. Ellas son los “profetas” y “los signos de los tiempos” que necesitamos escuchar todos. Es a ellas a las que hay que escuchar, para que así estemos dispuestos a escucharnos unos a otros, a recoger todas las propuestas pacíficas, a llegar pronto a los propósitos comunes y a definir los proyectos colectivos y prioritarios en cada territorio y ciudad. Una democracia de realidades asumidas y de unidad en las diversidades, de igualdad en la común dignidad humana y de consensos en el bien común, el desarme social, la paz y el desarrollo armónico, será la que ponga al centro el derecho y el respeto por toda vida y por la vida toda. Es la “democracia horizontal “más que la vertical y centralista. Que se centra en el ejercicio territorial, de calles, veredas e instituciones, más que en conceptos de derechas, centros e izquierdas. Que nos preparemos y estemos listos para acompañar al pueblo colombiano en estos trances históricos y para convocar a todos los armados legales e ilegales, a toda la sociedad y el nuevo Gobierno, a la comunidad internacional y los pueblos vecinos del continente, a un nuevo y completo proceso popular de paz en Colombia. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Jue 25 Nov 2021

Iglesia anima a seguir construyendo un proyecto de Nación basado en el bien común

En vísperas del inicio del tiempo litúrgico de Adviento, con el que la Iglesia se prepara espiritualmente para la celebración de la Navidad, los obispos envían un mensaje al pueblo colombiano en el que recuerdan algunos aspectos que han marcado la vida de los ciudadanos durante este año y hacen recomendaciones frente a lo que se avecina para el país, en materia de política y democrática. En su misiva enumeran los tiempos de luces y sombras que los colombianos han tenido que enfrentar como: pandemia, reaparición de formas de violencia armada, marchas, protesta social, reactivación económica, gestos concretos de solidaridad, retorno a los trabajos y a las aulas, entre otros. “Estas situaciones, -agregan- dolorosas y esperanzadoras a la vez, nos han concedido vestirnos con el sayal del luto y los atavíos de fiesta”. Un diálogo social permanente, franco y persistente Afirman, que, mientras se prende la primera vela de la corona de Adviento, el pueblo de Dios se ve iluminado “por el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, que nos anima a despojarnos de los atuendos de aflicción y a vestirnos de galas festivas con la convicción de que, por la práctica de una buena política, la del servicio desinteresado y del diálogo social permanente, brotarán los frutos de paz y de justicia que necesitamos todos y cada uno de los colombianos”. Este diálogo agregan, debe ser franco y persistente, “fundado en la consciencia de que somos, como colombianos, un solo pueblo, en y desde nuestras diversidades, con una riqueza y un patrimonio natural y cultural”. Los obispos recuerdan lo ya manifestado por el Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti, 199: “Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y la de los medios de comunicación”. Un debate político que permita construir democracia Al referirse a los próximos comicios electorales que se avecinan para el año entrante, los prelados animan a los colombianos a asumir los desafíos de “un debate político que permita construir democracia al reconocer que tenemos una responsabilidad social de unos para con otros”. Finalmente, al desear un bendecido camino de Adviento, piden la intercesión de la Virgen María para que ella, ayude al pueblo colombiano a seguir construyendo un “proyecto de Nación basado en el bien común”. La misiva, es firmada por Mons. Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal; Mons. Omar Alberto Sánchez Cubillos, OP, arzobispo de Popayán y vicepresidente de la Conferencia Episcopal; y Mons. Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá y secretario general del episcopado. DESCARGAR MENSAJE DE ADVIENTO [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Vie 24 Sep 2021

"Los desafíos de la democracia: un diálogo para construir país"

Frente a la coyuntura que está viviendo actualmente el país, Caracol Radio y otras organizaciones desarrollaron en el día de ayer, jueves 23 de septiembre, un panel donde diferentes sectores de la sociedad, entre ellos la Iglesia, dieron su aporte frente al tema de los desafíos de la democracia en Colombia. Por la Iglesia Católica, estuvieron presentes: Monseñor Luis Mariano Montemayor, Nuncio Apostólico de Colombia, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y el padre Darío Echeverri, secretario general de la Comisión de Conciliación Nacional CCN. La siguiente fue la intervención del Nuncio Apostólico, quien responde a dos preguntas puntuales que le fueron planteadas por los organizadores del evento. P/: ¿Cuáles son los principales desafíos de la democracia colombiana? Nuncio: Primero diría que es la representatividad de las instituciones y por lo tanto alentar o impulsar la participación de la ciudadanía en las elecciones en el ejercicio del voto para disminuir la abstención electoral; Un segundo desafío es abrir el espacio de legitimidad de la discusión política para que haya de alguna manera una representación de todo el espectro del pensamiento político, sin deslegitimaciones o sospechas; y un tercero, es la corrección del proceso electoral, evitar violencia, evitar jugaditas, podríamos decir, evitar deslegitimación moral de los candidatos y de las fuerzas. P/: ¿Para usted cuál es la democracia? Nuncio:Habría que ir a hacer la historia de todo el pensamiento político occidental, pero diría dos cosas fundamentales: Primero la igualdad del ciudadano, sin privilegios, sin rangos; segundo la participación del ciudadano responsable de la cosa pública, a través del derecho de elegir y de ser elegido y eso es fundamental, sin esto no hay democracia.

Vie 11 Oct 2019

Vicario Apostólico de Mitú ora por las próximas elecciones

Desde el Vaticano, a los pies de la tumba de San Pedro y en los trabajos que se realizan en el Sínodo Amazónico, monseñor Medardo de Jesús Henao del Río MXJ, vicario apostólico de Mitú (Vaupés), envía una bendición a todos los colombianos ante las próximas elecciones a realizarse a finales de octubre. Él participa del Sínodo, juntamente con otros trece prelados colombianos y otras 250 personas, que se desarrolla hasta el próximo 27 de octubre, bajo el lema: “Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. Pbro. Julio Caldeira imc Comunicaciones REPAM

Vie 20 Sep 2019

Volvemos a las urnas

Por: Mons. César Balbín - Sí, volvemos a las urnas, otra vez, después de haberlo hecho en el primer semestre del año pasado, cuando fuimos a las urnas a elegir Presidente de la República y congresistas: senadores y representantes a la Cámara. Estas elecciones del próximo mes serán para la elección de mandatarios regionales: gobernadores y alcaldes, y para diputados y concejales. Por ello estas tienen unos ingredientes, que no tienen las presidenciales, como el hecho de concentrarse más en departamentos y municipios. Cuando fui párroco de una parroquia pequeña y muy rural, ubicada en un corregimiento, tuve conocimiento de que la promesa de asfaltar la carretera que llevaba hasta allí, había servido para elegir los últimos 5 o 6 alcaldes. Pues aún siendo pequeña la población, ponía un buen caudal de votos, y los candidatos lo sabían, y siempre con la promesa de asfaltar la carretera, obtenían los votos necesarios para acceder al primer cargo del municipio. Incumplido el compromiso, porque se necesitaba que la carretera sirviera para las próximas elecciones, volvía a ser promesa en la próxima campaña y así sucesivamente. Entonces el mejor consejo que se le podía dar a esta comunidad era que dieran el voto a quien no prometiera la obra en mención. Por estos días pasa lo mismo: los candidatos analizan las necesidades y carencias de los municipios y departamentos, y a partir de ahí elaboran su plan de gobierno. Carencias materiales, de infraestructura, escuelas, colegios y vías, urbanas y rurales; carencias en salud, hospitales y centros de salud, carencias en seguridad, entre muchas otras. Algunos logran marginarse un poco de las obras materiales, “como ustedes no ven obras, no creen”, decía Jesús, (cfr. Jn 4, 48), y apuntan a cambios de paradigma en la convivencia de los ciudadanos, a la seguridad, la familia, los niños, los jóvenes y los adultos mayores, tan vulnerables y abandonados en este país. La falta de formación política lleva a los electores a pensar en partidos y en puestos, sin un análisis imparcial de los candidatos: por el hecho de ser de mi corriente, de mi partido, ya es bueno y elegible. Es comprensible que, de ahí, de los partidos y los puestos, puede depender la gobernabilidad, cuando quienes están en las corporaciones (asambleas y concejos), les interesa más ubicar en puestos estratégicos a sus congéneres, pensando más en las próximas elecciones, que, en el bien común, que debe ser el motor de la buena política. Sin embargo, no toda la culpa es de los candidatos, pues ellos encuentran en la ignorancia de los electores el terreno abonado para obrar en consecuencia. La falta de formación política, la falta de interés, la opción por partidos herencia del pasado bipartidista, lleva a elegir siempre a los mismos, y a que una verdadera renovación siga siendo siempre una deuda pendiente, pues los concejos, las asambleas y el Congreso de la República no se reformarán si no se renuevan sus miembros. Si se elige a los mismos, ellos siguen lo mismo, o ¿a qué debe que las reformas políticas en este país no lleguen a nada? Si se eligen los mismos, entonces el adagio de «los mismos con las mismas» seguirá siendo la consigna. La formación política, y todos nos la debemos procurar, nos debe llevar a tener claridad a la hora de elegir a nuestros gobernantes. Dice el Papa Francisco: «"Un buen católico no se inmiscuye en política. Eso no es cierto. Este no es un buen camino. Un buen católico debe entrometerse en política, dando lo mejor de sí, para que el gobernante pueda gobernar. Y ¿qué es lo mejor que podemos ofrecer a los gobernantes? ¡La oración! Eso es lo que dice Pablo: ‘La oración para todos los hombres y para el rey y para todos los que están en el poder’. ‘Pero, Padre, aquella es una mala persona, debe ir al infierno...’. "Reza por él, reza por ella, para que pueda gobernar bien, para que ame a su pueblo, para que sirva a su pueblo, para que sea humilde"» … «Ninguno puede decir: "Yo no tengo nada que ver con esto, son ellos los que gobiernan... No, no, yo soy responsable de su gobierno y tengo que hacer lo mejor, para que ellos gobiernen bien y tengo que hacer lo mejor por participar en la política como pueda"». (Papa Francisco, misa en casa Santa Marta, 16 de septiembre de 2013). Abrigamos la esperanza de que las cosas vayan cambiando y podamos siempre elegir los mejores, y no los menos peores. + Cesar Alcides Balbín Tamayo Obispo de Caldas

Lun 16 Sep 2019

La paz no es un sueño

Estamos este año, de nuevo, celebrando la Semana por la Paz. Es una iniciativa que, por décadas, ha apoyado la Iglesia Católica en Colombia, con el fin de invitar a toda la sociedad a un mayor empeño para construir una convivencia armoniosa y fecunda entre todos los hijos de una misma patria. Infortunadamente, las noticias de estos días oscurecen este propósito: un grupo disidente de guerrilleros reanuda la lucha armada; crece el número de bandas y grupos que generan violencia en las ciudades; al parecer, existe el riesgo de una internacionalización del conflicto colombiano. Nosotros, sin embargo, no podemos desanimarnos frente al compromiso y a la esperanza de lograr la paz. La paz no es una utopía, no es un sueño. La paz es posible porque es un don con el que Dios bendice a su pueblo (Sal 29,11) y es una obra que brota de la decidida cooperación de todos. La persona humana está hecha para la paz y la paz es el ambiente en el que se debe desarrollar una sociedad. Sin embargo, a veces se presenta la paz como una realidad que se busca en sí misma y así nos equivocamos. Esa paz se vuelve un espejismo y no un compromiso serio de todos. La paz no se construye en el aire. Ella brota naturalmente cuando, en primer lugar, se valora y se defiende la familia y las demás instituciones que contribuyen a la recta y pacífica organización de la sociedad. Es en el hogar donde se aprende a vivir en paz, valorando la dignidad de cada persona humana, formando una conciencia recta que distingue entre el bien y el mal, procediendo en todo con un comportamiento justo, actuando con profundo respeto a los demás. La familia, aun siendo una sociedad tan pequeña, es el primer lugar donde se gana o se pierde la paz. Si queremos vivir en paz, más que muchos discursos y tratados teóricos, nos sirve defender la vida humana desde su concepción hasta su término natural. Cada vida humana es única y tiene un inmenso valor; pero la violencia en las diversas instituciones, en el ambiente social, en los medios de comunicación y en el corazón de cada uno de nosotros, nos ha llevado a no apreciar este gran don. Es preciso saber que si yo puedo hacerme dueño de la vida de otros, cualquiera también puede ser dueño de la vida mía. Si se legalizan el aborto y la eutanasia, finalmente todo asesinato puede ser justificado. La paz llega, no por hablar de ella y desearla, sino educándonos para actuar con la verdad, para trabajar con honestidad, para practicar la justicia, para respetar los derechos de otros, para vivir en solidaridad con los demás. La paz es fruto de una educación que lleve a acoger esos principios que están inscritos en la naturaleza humana, que son reconocibles con la razón y que son comunes a toda la humanidad. Sólo con una buena formación ética, que haga posible en todo momento un comportamiento recto de la persona y una actitud fraterna frente a los demás, se logra la paz interior y exterior. La paz verdadera, que no es mera ausencia de guerra sino la realización plena de la persona y de la sociedad, brota de acoger y vivir el Evangelio de Cristo, quien es nuestra paz y reconciliación (Ef 2,14) y quien tiene la clave para promover el desarrollo integral de los pueblos. Es con una evangelización a fondo y una sólida espiritualidad como la Iglesia puede dar el mejor aporte para que cada ser humano tenga la paz que el mundo no sabe dar y se haga obrero de la paz (cf Jn 14,27; Mt 5,9). Los conflictos más hondos de la persona y las confrontaciones violentas entre grupos humanos tienen su raíz, en último término, en no estar dentro del proyecto salvífico de Dios. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín