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evangelio

Vie 15 Nov 2019

Mantener viva la confianza en el Señor, es no sucumbir ante los embates del pecado

Primera lectura: Ml 3,19-20a Salmo: Sal 98(97),5-6.7-8.9 (R. cf. 9) Segunda lectura: 2Ts 3,7-12 Evangelio: Lc 21,5-19 Introducción Cada vez que se termina un ciclo en la vida social, en los procesos humanos, en la vida cotidiana; se buscan espacios de evaluación y revisión. Así también, en la vida espiritual, se necesita de un tiempo, donde se pueda examinar la relación que se tiene con el Señor, por medio de la vida en comunidad. En este domingo, la liturgia se presenta como ese espacio para tomar conciencia de nuestro camino en el amor a Dios. Por ello, tres son las pautas que la Palabra de Dios nos invita a revisar: • Teniendo presente el temor de Dios, ¿cada uno ha dejado conducir su vida por el Señor? • ¿Cómo ha sido la vida de cada uno en la construcción de la comunidad? • ¿Cómo ser portadores de esperanza, en medio de un mundo regido por el engaño, la falsedad y la mentira? 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La palabra del Señor en este domingo expresa un mensaje de esperanza y perseverancia en la construcción de nuestra vida espiritual. De esta manera, la profecía de Malaquías, propone un itinerario de cambio profundo y de reflexión sobre la forma en que el pueblo, debe disponerse a vivir las actitudes del temor a Dios. Temer, en este contexto, no es otra cosa que la fidelidad a un Dios que recompensa las virtudes del justo y que cuida de aquellos que lo buscan y aman con corazón sincero. Disponer la vida al día del Señor se convierte en una manera de permanecer en la justicia Divina. Es así, como el salmo 98, se presenta como una aclamación directa al nombre del Señor. Por ello, la comunidad está invitada a preparar el camino de su llegada, pues los que están con él y lo alaban, serán recompensados. Las armas que presenta el salmista, son distintivos de la bondad y misericordia de los que bendicen con su vida al Señor. Por su parte, Pablo, en la segunda lectura, retoma de nuevo una premisa propia del Antiguo Testamento escrita en el libro del Génesis (3, 19), en donde Dios sentencia al hombre diciendo: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Como buen conocedor de las escrituras, el apóstol de los gentiles, exhorta a la comunidad a permanecer en fidelidad a los principios comunitarios. Vivir en fraternidad, es respetar los acuerdos de convivencia fraterna. Así, aquellos que respetan y se acogen a la comunidad, reciben como recompensa el permanecer abrazados por sus hermanos. De esta manera, el evangelio de Lucas es un preludio de la conspiración de los falsos profetas que en las comunidades llegaban a confundir con miedos infundados a los creyentes. Recordemos que el evangelio de Lucas, ha sido escrito en contexto griego, y para ellos, abrazar la fe en Cristo, no era sencillo. Es por esta razón, que se presentaban algunos, que abusando de la buena fe y el razonar de los miembros de la comunidad, engañaban con falsas propuestas, argucias y miedos infundados, un amor a Dios inmisericorde, alejando así a la comunidad del amor y la fidelidad al maestro. Sin embargo, el médico y estudioso Lucas, conociendo el mundo griego y el pensamiento hebreo, le propone a la comunidad un camino, el de la perseverancia, que no es otra cosa que mantenerse fieles hasta el final. Para ello va a plantearle a los miembros de las comunidades el permanecer unidos en la verdad; “«Procuren que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayan tras ellos”. Es así como Lucas alerta a los creyentes del riesgo de seguir ideologías o profecías falsas. En cambio, le recuerda a toda la promesa del Señor, “Porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ninguno de sus adversarios”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? Dejar que la palabra de Dios cuestione o interpele la vida, en este Domingo, no es otra cosa más que “buscar dar razón de nuestra esperanza” como lo decía san Juan Pablo II. Pero al tiempo, es permitirle al Señor que sea él quien inspire un cambio en la vida de los creyentes. Por tal razón, invitar a las comunidades a no tener miedo a cuestionarse la fe, es fomentar la madures plena en el Señor. Así, el disponer la vida a reconocer, qué tan cerca se está del Señor, como lo decía Pablo, es buscar arroparse en la comunidad por medio de la reciprocidad hacia ella y por ende a sus miembros. Por tanto, los signos que usa Lucas para describir las dificultades, son una manera de mantener un espíritu lleno de esperanza. Ante las adversidades de la vida, frente las inclemencias de los falsos profetas que anuncian la destrucción, la comunidad se fortalece en la esperanza. Es así como los que perseveran, no tendrán en su corazón los signos de amargura y destrucción, propios de los que no depositan su amor en Dios. Es por eso que, el cristiano está invitado a mantener firme y viva la esperanza en el día del Señor, en donde conservar el corazón lleno de amor y la misericordia, fortalece los vínculos de fraternidad en la comunidad. La clave, la está anunciando Pablo invitando a la comunidad para que fortalezca los lazos de fraternidad. Dejando a un lado todo aquello que les quita a los integrantes de ella, la esperanza y los aleja de ser constructores de justicia y equidad. Por ello, el fruto de la meditación de la palabra, nos deja tres caminos para crecer en el amor al Señor. El primero es, mantener viva la confianza en el Señor, es no sucumbir ante los embates del pecado, que alejan la vida espiritual de la construcción de la comunidad. El segundo es, vivir en comunidad, es aprender a cumplir con equidad los valores del reconocimiento del esfuerzo de los otros y del compromiso personal por amar más, sin esperar nada a cambio. El tercer camino es, discernir entre las profecías que confunden y nos alejan de la comunidad y las alternativas por fortalecer la vida comunitaria en el amor a Dios; es aprender a tomar el camino, que nos da la consolación de haber escogido la mejor parte, aquella que está cargada de misericordia y amor. En palabras del mismo papa Francisco: “el mejor modo de discernir si nuestro camino de oración es auténtico será mirar en qué medida nuestra vida se va transformando a la luz de la misericordia” (GE l05). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El sentido profundo de la fe en el Nuevo Testamento está centrado en la perseverancia. Por ello, aprender a superar las vicisitudes y desviaciones de la fe, es posible solo en la medida en que se tenga por meta el hacer que Cristo sea el centro y razón de la existencia. Por ello, buscar permanecer en el amor a Cristo, es derrotar la desesperanza. Por tal razón, en un mundo donde los miedos infundados, las mentiras propagandísticas y los engaños ideológicos atentan contra la verdad; la vida cristiana se convierte en contracorriente de esas tendencias sociales. Por ello para alcanzar el propósito de servir al Señor en medio de la pérdida de la esperanza. El mismo evangelista Lucas, va a presentar en el relato de los discípulos de Emaús, a dos hombres que ante la pérdida huyen por miedo a la persecución. Pero solo en la medida en que ellos, reconocen al maestro en medio de su desesperanza regresan a Jerusalén y anuncian aquello que han experimentado y cómo reconocieron al maestro en la fracción del pan, es decir en el ser y hacer comunidad. Por tanto, pedir al Señor, en este domingo, la gracia de vivir en comunidad, se convierte en la manera de contrarrestar, la fuerza de los profetas falsos y sus artimañas para destruir y acabar con los ideales del evangelio. Valores que hacen que en la perseverancia y la esperanza forjadas ellas en la verdad, se construya una sociedad renovada en el amor y en las acciones por los demás. “En el atardecer de esta vida me presentaré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos”, decía Santa Teresa de Lisieux. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Resaltar las expresiones: “El Señor llega para regir los pueblos con rectitud” o “Con su perseverancia, salvarán sus almas.” 2. Convendría seguir: - Seguir toda la Plegaria Eucarística para diversas circunstancias III: Jesús, camino hacia el Padre, Misal p. 524, por hacer énfasis en Jesús que, comunicando las palabras del Padre, nos llama para que lo sigamos. - Si se desea acentuar, en este domingo, la celebración de la Jornada de los Pobres, puede elegirse la Plegaria Eucarística para diversas circunstancias IV: “Jesús, que pasó haciendo el bien”, Misal, p. 524, ya que hace referencia a Jesucristo manifestó un amor preferencial por los pobres y necesitados. 3. Al estar cerca el fin de un nuevo ciclo litúrgico, la liturgia nos invita a evaluar nuestra vida espiritual en el domingo víspera de la fiesta de Jesucristo rey de universo. Por ello, la comunidad se dispone a escuchar la palabra y a evaluar su vida con los ojos del Señor. 4. En este domingo de la Jornada Mundial de los Pobres, es la oportunidad para preparar algunas actividades comunitarias en favor de los pobres de la comunidad parroquias, tales como un desayuno, almuerzo, cena, donde participen en la preparación los diversos grupos e instituciones parroquiales. 5. En el momento de las ofrendas se podría presentar también algunos mercados para compartir con hermanos más vulnerables de la comunidad parroquial. 6. Preguntas que pueden ayudar en la reflexión profunda y contextualizada de la palabra dominical: - ¿Qué tanto cada creyente ha podido superar las vicisitudes de la vida? - ¿Hasta dónde como comunidad, hay una disposición a dejar que el Señor toque la vida y disponga los medios para superar las adversidades? - ¿Qué tipo de creyente se forma en la comunidad? - ¿Cómo la comunidad da las herramientas para seguir el camino del Señor superando las falsa profecías y por ende los falsos profetas de la política y la economía mundial? - ¿Cómo la relación con el Señor se debilita en los momentos de desolación? - ¿Sigue siendo la fe interesada en las comunidades? - ¿Cómo se está anunciando, desde la palabra, la esperanza de cambio y transformación propios de un cristianismo comprometido y fiel al Señor presente en la historia del pueblo? 7. Tener presente que, el próximo domingo 20 de noviembre, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, es el último domingo del Tiempo Ordinario, por lo mismo del Año litúrgico 2018-2019.

Vie 15 Nov 2019

La voz del Pastor | Noviembre 17 de 2019

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19

Vie 8 Nov 2019

La voz del Pastor | Noviembre 10 de 2019

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 20, 27-38

Vie 1 Nov 2019

La voz del Pastor | Noviembre 03 de 2019

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas19, 1-10

Vie 18 Oct 2019

La voz del Pastor | Octubre 20 de 2019

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas18, 1-8

Jue 12 Sep 2019

“Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”

Primera lectura: Éx 32,7-11.13-14 Salmo: Sal 51(50),3-4. 12-13.17+19 Segunda lectura: 1Tm 1,12-17 Evangelio: Lc 15, 1-32 Introducción • Se presenta, en la palabra de Dios para este Domingo, la inmensa misericordia de Dios Padre ofrece y la resistencia del ser humano para acogerla. • El perdón, abre la puerta para liberar a alguien, y permite darnos cuenta que somos los primeros, en ser prisioneros y necesitados de perdón. Se presenta una oportunidad para pedirle al Señor Jesús, nos llene de bondad y de misericordia. • Ninguno puede sentirse extraño frente al Evangelio del Padre Misericordioso, ninguno que no pueda ser tocado de la misericordia del Señor. Parece que Jesús lo hace a posta, presenta un Padre que no respeta las reglas, un padre de amor desmesurado; un Padre que sobrepasa cualquier padre existente en la tierra. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Hoy se lee la parábola llamada “del hijo prodigo”, un inmortal recuento, que, a pesar de la brevedad, delinea en modo inolvidable la misericordia de Dios, y la dureza del corazón humano para acogerla. Como bien se describe, la historia presenta un padre con dos hijos adultos y una hacienda agrícola por gestionar. El hijo mayor no da problemas, se presenta como un trabajador serio, respetuoso de su padre. El menor en cambio es inquieto, insatisfecho con la monotonía cuotidiana, quiere ver el mundo, darse a la vida. Por eso pide y obtiene la parte de su herencia y se va lejos, allá donde puede gozar de los placeres de un futuro incierto; despilfarra su herencia y se reduce, en breve tiempo, a la miseria; obligado a trabajar, en un trabajo tan “sucio” que ni los hebreos podían realiza, cuidar los cerdos, y además de esto recordaba cómo en su casa también los trabajadores tenían comida en abundancia. Esta realidad lo lleva a decidir: “me levantaré, iré donde mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Trátame como uno de tus jornaleros”. Dicho esto, desecho y hambriento, se pone en camino hacia casa. El padre, aunque habiendo respetado su libertad de equivocarse, no ha jamás dejado de esperar su regreso, por eso al verlo de nuevo “tiene compasión, corre a su encuentro, se le cuelga al cuello y lo besa”. El hijo le presenta el discurso que había preparado, pero el padre no deja ni siquiera terminarlo, y en cambio da órdenes a los siervos de casa de acogerlo con honores, poniéndole el vestido más hermoso, las sandalias y el anillo en el dedo, como a los señores, y sacrificarle el cordero cebado, tenido para grandes ocasiones: “comamos y hagamos fiesta porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? El sentido de la historia es claro. Jesús presenta en aquel padre “El” Padre suyo y nuestro, “Padre nuestro que está en los cielos”. Aquel hijo desenfrenado somos, de algún modo u otro, todos nosotros, así como podríamos ser, poco o mucho, también el hijo mayor; el cual, como resalta la parábola, no acepta el comportamiento del primogénito: “tú sabes cuantos años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para tener una comida con mis amigos. En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas el becerro más gordo”. En vano el padre se dirige a él con ternura: “hijo mío, tu estas siempre conmigo, y todo lo que tengo es tuyo...” y hace referencia a la importancia de los afectos, recordándole que el otro es su hermano: “había que celebrar con un banquete y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto ha vuelto a vivir, se había perdido y lo hemos encontrado”. Sobre los dos hermanos emerge todavía la sublime figura del padre, que corre al encuentro del hijo extraviado y al otro le recuerda de no haberlo jamás dejado de amar. Y El, el padre, es el verdadero protagonista de la historia, a la cual sería más oportuno cambiar el titulo tradicional, sustituyéndolo por “La parábola del padre misericordioso”. Esta expresión manifestaría mejor las tantas definiciones del amor de Dios por nosotros. Y en cuanto a nosotros, la parábola nos llama a regresar al Padre, estamos lejanos de reconocer su amor; nos invita a aprender de El a perdonarnos mutuamente las faltas, verdaderas o supuestas, para renovar las relaciones interpersonales basadas en el amor, así como El hace con nosotros. El verdadero protagonista es el Padre. Nos podríamos preguntar hoy ¿Cómo vivir esta parábola?; sin lugar a duda, es ésta, una de las más bellas y desconcertantes parábolas del Evangelio; nos propone de nuevo el reto de ser buenos de verdad. Aunque, es de tener presente, que no es sólo el cumplimiento de comportamientos correctos e impecables lo que nos asegura tener un corazón convertido. El hermano mayor de la parábola era fiel, obediente a su padre, trabajador incansable, capaz de renunciar a sus propias diversiones en nombre del deber; pero era amargado, celoso, mezquino calculador, preocupado, sobre todo, de quién tiene de más o de menos. No reconoce la grandeza de su hermano que, de la degeneración en la que había caído, había tenido el valor de regresar y hacerse acoger, y experimentar el perdón de su padre. Para El, estar bien se limitaba a no hacer enojar a su padre, a no irritarlo. No sabe qué cosa quiera decir ser perdonado, no sabe perdonar. En definitiva, no conoce el amor. El Papa Francisco, en su visita a Marruecos. el 31 de marzo del 2019, tomando el versículo 20 de este capítulo, dijo: «Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó», señaló que, así el evangelio nos pone en el corazón de la parábola que transparenta la actitud del padre al ver volver a su hijo: tocado en las entrañas no lo deja llegar a casa cuando lo sorprende corriendo a su encuentro. Un hijo esperado y añorado. Un padre conmovido al verlo regresar. Pero no fue el único momento en que el padre corrió. Su alegría sería incompleta sin la presencia de su otro hijo. Por eso también sale a su encuentro para invitarlo a participar de la fiesta (v. 28). Pero, al hijo mayor parece que no le gustaban las fiestas de bienvenida, le costaba soportar la alegría del padre, no reconoce el regreso de su hermano: «ese hijo tuyo» afirmó (v. 30). Para él su hermano sigue perdido, porque lo había perdido ya en su corazón. Y termina afirmando el Papa que, en su incapacidad de participar de la fiesta, no sólo no reconoce a su hermano, sino que tampoco reconoce a su padre. Prefiere la orfandad a la fraternidad, el aislamiento al encuentro, la amargura a la fiesta. No sólo le cuesta entender y perdonar a su hermano, tampoco puede aceptar tener un padre capaz de perdonar, dispuesto a esperar y velar para que ninguno quede afuera, en definitiva, un padre capaz de sentir compasión. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Perdonar significa abrir la puerta para liberar a alguien y darse cuenta que uno mismo es el primer prisionero”. Hoy podemos pedirle al Señor, que Él que perdona todas nuestras culpas, sana todas nuestras enfermedades, salva de la tumba nuestra vida, nos llene de bondad y de misericordia. La liturgia de la palabra de este domingo nos permite contemplar que Dios es, ante todo, misericordioso, como lo muestra, también, la primera lectura de hoy tomada del libro del éxodo. Dios ve la terquedad de su pueblo: “me he fijado en esta gente y me he dado cuenta que son muy tercos”, un pueblo que se ha apartado del camino mostrado por Moisés, ofreciendo un becerro de oro fundido para adorarlo y presentarle ofrendas. Y, aun así, Dios Padre misericordioso “renuncia a la idea que había expresado de hacerle daño a su pueblo” y espera su conversión. La liberación de la esclavitud de Egipto es la mayor prueba de amor de Dios Padre para con su pueblo, la cual el pueblo no había valorado y, por lo tanto, renegado de este amor. Similar a lo que pasa con el hijo prodigo. En la segunda lectura, de San Pablo a Timoteo, también, se muestra cómo Dios manifiesta su misericordia y perdón con Pablo, quien reconoce que antes de su conversión, decía cosas ofensivas contra Jesús, lo rechazaba, lo perseguía e insultaba: “Dios tuvo misericordia de mi para que Jesucristo mostrara en mi toda su paciencia”. San pablo, como el hijo prodigo del Evangelio, con una afirmación contundente, de quien se siente acogido y restaurado, afirma: “Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”. Esta invitación es también para nosotros hoy. Cada uno está necesitado de volver a la plenitud de vida que ofrece Dios, aunque si por culpa del pecado hemos, tantas veces, olvidado el camino que conduce a la casa del Padre. Ninguno puede sentirse extraño con este evangelio, ninguno que no pueda ser tocado de la misericordia del Señor. Parece que Jesús lo hace a posta; nos mete delante de un padre que no respeta las reglas, un padre de amor desmesurado. Un padre que sobrepasa cualquier padre existente en la tierra. Así se deja ver a lo largo de la parábola del hijo prodigo; un padre que divide la herencia cuando aún está vivo, un padre que no detiene a quien quiere irse lejos, un padre que respeta toda libertad, también aquella de un hijo desenfrenado. Lo has hecho aposta Jesús, este padre es realmente extraño. ¿Quién lo haría como Él?, ¿Quién correría al encuentro, conmovido, por un hijo que ha despilfarrado la mitad del patrimonio?, ¿Quién pensaría sólo en manifestarle su alegría, su afecto y su ternura?, ¿quién llegaría a revestirlo súbito con los signos de su dignidad después que se fue, azotando la puerta de casa? Lo has hecho aposta Jesús, para que todos entendamos que Dios no es como lo imaginamos nosotros; su corazón no está en nuestras categorías, viejas y rígidas; su corazón palpita de un amor ilimitado. Sentimos una necesidad urgente Jesús, de convertirnos al amor de Tu Padre, a su gracia. Danos, Jesús, esta gracia de la alegría de vivir como hijos amados y perdonados, danos un corazón similar al tuyo, un corazón que tiene de las razones que ni la razón entiende. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Resaltar y poner en cartelera una de las frases: “Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre”, “Cristo vino para salvar a los pecadores”, o “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta”. 2. Se pude emplear la Plegaria Eucarística: De la Reconciliación I, Misal p. 501, ya que en ella la Iglesia ora al Padre rico en misericordia que siempre ofrece su perdón al pecador arrepentido. 3. Se recomienda hacer procesión de ofrendas con la presentación, también, de mercados para los pobres, como medio para acoger y dispensar la misericordia a los demás. 4. Insistir en la importancia y necesidad de celebrar, con fe y humildad, el sacramento de la reconciliación, como espacio de encuentro con la misericordia de Dios. Se puede motivar la preparación y realización de celebración penitencial con confesión y absolución individual. 5. En este domingo se celebra el día del migrante. Convendría poner de relieve la situación de tantas personas que han tenido que desplazarse de sus lugares de origen motivados por múltiples causas. Es oportuno orar en comunidad por todos ellos, y, si es del caso, promover algunas ayudas para los que están necesitados. 6. Recordar que, el sábado 21, es la fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista.

Vie 16 Ago 2019

La voz del Pastor | Agosto 18 de 2019

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12, 49-53

Vie 16 Ago 2019

La Sagrada Escritura nos pide: escuchar atentos al Señor

Primera lectura: Jr 38,4-6.8-10 Salmo: Sal 40(39),2-3ab. 3cd-4ab.4cd-5ab.18 (R. 62[61],2) Segunda lectura: Hb 12,1-4 Evangelio: Lc 12,49-53. Introducción Algunas ideas temáticas que ofrecen las lecturas en consideración: • Confía en el Señor. Dios es nuestro protector y siempre está pronto a dar la mano a su pueblo, por medio de sus elegidos, profetas y personas de fe, hasta los últimos tiempos, cuando nos envía a su Ungido, Jesucristo. • Camina tras la salvación. El medio para alcanzar la felicidad que anhelamos y la salvación que se nos ofrece es la misericordia de Dios. El testimonio de quienes, con fe y valor, han luchado para vencer el mal y seguir al Señor, nos muestra que es indispensable la confianza y la fidelidad. • Vive como discípulo misionero que anuncia y se compromete. Estamos en este mundo para hacer historia de salvación, como discípulos misioneros de Jesús, quien nos pide anunciar y vivir el dinamismo del Reino, con entrega decidida y servicio generoso, para vencer las pasividades, adormecimientos y conformismos que experimentamos en nuestro diario vivir. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra nos lleva a ver los acontecimientos y testimonios de personas, como los profetas, que nos muestran cómo Dios es nuestro auxilio y nuestra fortaleza en el camino de nuestra liberación. Nos motiva a sentir cómo la acción de Dios en nuestras personas y en nuestra historia nos debe dar la seguridad que Él siempre está de nuestra parte, que podemos contar con Él y superar toda adversidad y todo mal; y, que, aunque, muchas veces, los sufrimientos y dificultades nos hagan sentir doblegados, con Dios nunca estaremos vencidos. El identificarnos como discípulos misioneros en el seguimiento al Señor Jesús, nuestro Salvador, nos exige firmeza en la fe, imitando a muchos creyentes, para así tenerlo como nuestro paradigma como la persona a quien nos debemos incorporar por ser el apoyo indispensable, ya que con su ayuda sabremos despojarnos de toda clase de maldad y soportar como Él los miedos, dudas, humillaciones y sufrimientos de nuestro diario vivir; además, tendremos la fortaleza para asumir con Él la cruz y soportar con valor las contradicciones de quienes nos hacen daño o de las realidades hostiles que nos rodean, superarlas y lograr la dicha de estar ahora y siempre junto a Dios. La Palabra nos reconforta con esta voz de ánimo que nos manifiesta que el Señor nos escucha y nos da la mano para continuar firmes en la fe y confiados en medio de la lucha contra toda clase de mal. Así mismo, nos insiste en que al decidir ser discípulos misioneros comprometidos en la construcción del Reino, por nada podemos desistir en nuestro seguimiento claro y firme y en nuestra lucha y nuestra guerra contra todo lo negativo que vaya contra la voluntad de Dios y la propia realización integral, histórica y trascendente. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? La palabra de Dios nos invita a saber reconocer, confiar, esperar y servir en el anuncio y construcción de la obra del Reino de Dios, que para lograrlo necesitamos cambiar de mentalidad. Y para eso la Sagrada Escritura nos pide: escuchar atentos al Señor, que se nos manifiesta en muchos aspectos de nuestra vida y de diversas formas; y dejarnos animar por el testimonio de muchas personas de fe que han perseverado hasta el fin y han dejado huellas de vida y salvación. Este mensaje de la palabra, escuchar y ver el testimonio, nos advierte también que la vida de las personas fieles al Señor, es vida de sacrificio, riesgo y decisión; que ni la tranquilidad pasiva, ni el alma conformista, ni la indiferencia están en sintonía con este lenguaje profético y mesiánico. Desde esta Palabra interpretamos que una vida instalada en ideas o conceptos, en pastorales de sostenimiento o en costumbres, normas, formas o modos de vida familiar, resignaciones y desánimos, es contraria a la novedad del Reino y al proyecto del Padre misericordioso, a quien hacemos eco en la Secretariado Permanente del Episcopado, con el lema de este año: como Jesús, “ve y haz tú lo mismo”. Dar lo mejor, aunque cueste y sin importar quién es el necesitado. Por eso, la metáfora del fuego, que nos presenta el Señor Jesús, nos recuerda el horno y la antorcha humeante de la alianza con Abraham (Gen. 15,17), la zarza ardiente en el Horeb, cuando Dios le pide a Moisés volver a Egipto a liberar a su pueblo (Ex. 3,1-13), y la brasa encendida con la que Dios purifica los labios de Isaías (Is. 6,6-9 ), entre otros muchos pasajes de la Sagrada Escritura, que nos invitan a percibir cómo Dios se comunica, purifica, fortalece y motiva al discípulo para que se prepare, acepte y asuma la invitación a seguirle de la mejor forma, a costa de todos los miedos y peligros. Es el mismo Señor Jesús quien nos invita y nos propone dejarnos llenar de su presencia para que así seamos capaces de abrir nuestras puertas personales, familiares, sociales y espirituales, y tomar el camino con audacia y decisión; de colocar nuestra mirada en los horizontes de luz que nos dan seguridad y nos permiten ser verdaderos discípulos bautizados con fuego y Espíritu, según lo anunciado por Juan en su predicación (Lc. 3,16), y nos preparemos constantemente para llevar una vida impregnada del Espíritu Santo que nos ayuda a asumir el estilo de vida nueva y el modelo transformador del Señor Jesús. En este sentido el Papa nos advierte que “aunque las palabras de Jesús pueden parecernos poéticas, sin embargo, van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida.” Papa Francisco, la Exhortación Apostólica, Gaudete et Exsultate, No. 65. Por eso para vivir nuestra vocación bautismal y misionera, como bautizados y enviados, con autenticidad y coherencia, necesitamos decisión clara y opciones que nos lleven a dar testimonio de fe por encima de las dificultades, a reconocer el sentido de la vida guiada por el Señor Jesús y a enrutarnos por el camino de la santidad, atendiendo a las exigencias de la fidelidad, del amor puro, de la autenticidad en las actitudes y de ecuanimidad en las relaciones; sabiendo que este enfoque y vivencia nos va a acarrear críticas y contradicciones, que sin ser polémicas ni enfrentamientos, sí nos exige mantener la perseverancia y romper con algunos modos de ser y con prácticas materialistas, individualistas y de conveniencia social. Este pasaje que nos presenta el Señor Jesús, nos recuerda también que desde el Sinaí (Ex. 19,18), en el horizonte del desierto, el fuego es signo y símbolo de santidad, que nos coloca en la doble manifestación del mismo hecho: atractivo y temeroso, alentador y desafiante; pero esta realidad del fuego, que es natural, como la del agua, nos anima a seguir con confianza al reconocer que es acción divina, un gran don del cielo. Realidad en la que podemos encontrar y entender el sentido del proyecto del Señor Jesús, que pide ser aceptado y asumido como un don bajado de lo alto y, por lo mismo, como el tesoro más grande que podemos encontrar y disfrutar en la vida. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? • Señor, necesitamos el fuego de tu amor, para que encienda nuestro espíritu, nuestra mente, corazón y todo nuestro ser, y nos ayude a superar con fortaleza la pusilanimidad, frialdad y el alma dormida, para decidirnos a ser sus testigos con tenacidad, intrepidez y audacia. • Señor, ante el mundo en el que vivimos y en el que muchos se creen con derechos de arriesgar sus vidas y de sacrificar la de los demás, danos la sabiduría para denunciar los abusos, atropellos, corrupciones y todas las injusticias que a diario se comenten, en nuestra sociedad, e inspira las palabras que necesitamos para aconsejar y orientar a los niños, jóvenes, familias y a muchos bautizados por el camino de la Verdad y la Vida. • Señor, queremos mantenernos fieles como sus discípulos misioneros, pero “tú lo sabes todo Señor” y nosotros sabemos que la lucha es para valientes, danos los dones de tu Santo Espíritu y las virtudes cristianas que necesitamos para mantenernos fieles y perseverar firmes hasta el fin. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Podría resaltarse como signo en la eucaristía la ofrenda para los pobres, como signo de comunión fraterna. 2. Se puede seguir el Prefacio y Plegaria Eucarística II, “El misterio de nuestra salvación en Cristo”, Misal p. 439. 3. Escoger los cantos que vayan en sintonía con las oraciones y los textos bíblicos de este día. 4. Motivar y realizarla colecta de la Dona Nobis, que se realizará el próximo domingo, y que tiene como objetivo sostener la obra evangelizadora de la Iglesia en Colombia. 5. Recordar que: El viernes 23 es la fiesta de Santa Rosa de Lima, Patrona de América Latina, y el sábado 24 la de San Bartolomé, apóstol.