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lecturas dominicales

Vie 29 Mayo 2020

Domingo de Pentecostés

Primera Lectura: Hch 2,1-11 Salmo: Sal 104(103),1ab+24ac. 29bc-30.31+34 (R. cf. 30) Segunda Lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 Evangelio: Jn 20,19-23 Introducción Los cincuenta días que ha conmemorado la Iglesia en la pascua, culminan con una fiesta de origen campesino, en la cultura judía, llamada Pentecostés; esta celebración, es adoptada por el cristianismo y va a simbolizar, la forma en que, el Señor, aviva las fuerzas de una comunidad eclesial que, camina inspirada por la fuerza y el poder del Espíritu Santo, el mismo que se hace presente en la fundación de las primeras comunidades cristianas. El mismo que hasta nuestros días, sigue prolongando la experiencia de un Dios que se queda con su pueblo y, en él vierte todo su amor de Padre, por medio de su Hijo y con la potencia trasformadora de amor que inflama el Espíritu Santo en sus dones, ministerios, carismas y acciones. Es de esta manera como en la liturgia de la palabra, en esta solemnidad que llena de alegría y esperanza a la comunidad: • En este pasaje lucano, en oración, se hace visible el relato del Pentecostés, no deja elementos sueltos, todo aquello que narra tiene coherencia y fundamento. • El salmista pone su confianza en el poder de su único Dios y Señor y, por ello, alaba a Dios con todas sus fuerzas, mente y ser. • San Pablo, por su parte, en su relato, hace énfasis en la unicidad que aporta la fuerza del Espíritu Santo en la comunidad. • San Juan, en este pasaje del evangelio, centra el foco de atención en la vida de una comunidad apostólica, la cual, recibe el soplo del Espíritu Santo de parte de su maestro y Señor. Razón por la cual los apóstoles se dispondrán a perdonar pecados y en esa liberación, recibirán el envío a evangelizar. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El relato lucano del Pentecostés es una exaltación de la acción del Espíritu Santo, en la conformación del ideal de la Iglesia desde su comprensión en las primeras comunidades cristianas. El pueblo reunido a la espera de la efusión del Espíritu Santo era diverso en su nivel cultural y múltiple, por ende, en la manera de hablar, pensar y vivir. De allí que Lucas señale la participación de doce nacionalidades diversas, dejando ver la complejidad que podía significar la comunicación de aquellos coprotagonistas de la acción. El mismo texto de los Hechos, presenta a los apóstoles reunidos en el cenáculo, aclarando que ellos estaban “sentados”, queriendo expresar, que el fuego del amor del cual quedará inflamada la comunidad, pondrá a los seguidores del Señor en acción, por ello, el relato tiene dos escenarios, al interior y al exterior del recinto en donde se da el gesto de la manifestación paráclita, en una escena rodeada de fuego y diversidad. La perícopa usa una forma de comparar algunos signos presentes en el relato, por ello subraya que el Espíritu Santo descendió -como- ráfagas de viento. Es así como la presencia en Jerusalén de “hombres piadosos”, que residían allí, provenientes de distintas partes del mundo, le dan al Pentecostés, un matiz universal y multicultural. Por ello, no en vano, Lucas alistará en el texto la presencia de partos, medos, elamitas, cretenses y árabes, al igual que nombrará residentes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, Cirene y Roma; todos ellos, le darán una fuerte connotación de la diversidad y, al tiempo, universalidad de la salvación que ha venido a traer Cristo. La catolicidad en la fiesta del Pentecostés, está reflejada en la muy rica y prolifera participación cultural que, el narrador, de los Hechos, plasma en la descripción que hace de aquellos que fueron testigos directos de la acción abrazadora del fuego del Espíritu Santo. Continuando con la mirada en los textos de esta liturgia, el salmo 104 está cargado de figuras y representaciones de Dios como luz o esplendor. Por ello, la presencia glorificada de Dios en el texto, es una evocación de la fuerza que emana un Dios que da vida y genera confianza con su eterno poder. Por esta razón, la aclamación del salmista, es una invitación a alabar la bondad y fuerza de ese Dios que se hace presente e ilumina la vida e historia de su pueblo. En la segunda lectura, la figura con la que el apóstol Pablo representa a la Iglesia en la primera carta a los Corintios, es la del cuerpo, de allí que concentre su reflexión sobre la manera en cómo se manifiesta la Iglesia unida en la diversidad de órganos que tiene el cuerpo. Pero, la evocación y similitud que quiere establecer, el apóstol, se centrará en la diversidad, conexión directa con el relato del Pentecostés. La representación de la unidad está escenificada en el bautismo, pues por medio de él, el Espíritu Santo, purifica y santifica a los miembros del cuerpo místico de Cristo, es decir, de la Iglesia. Por esto en el marco de la solemnidad del Pentecostés, el texto del evangelio de Juan, comienza con una precisión de carácter cronológico: “la tarde del primer día de la semana”, si se tiene en cuenta el momento en que surgen los relatos joánicos, se puede constatar, que ya hay una vasta experiencia por parte de las comunidades cristianas, que tenían la asamblea de los domingos como una evocación de la resurrección de Jesús. Pero, en el texto no todo es festivo, el miedo ha invadido el corazón de los apóstoles, que se encuentran encerrados por miedo a los judíos, por tal razón, la presencia del resucitado, como portador de paz, es un preludio del fuego que abrazará la vida e invadirá los corazones de los creyentes. Así, la presencia de Jesús en la comunidad como el portador de paz, “paz a ustedes”, se convierte en una manera clara de descubrir que la paz que porta Jesús no es la misma que los apóstoles reclamaban de su maestro (Lc 12, 51). Por tanto, la paz que porta el Señor, es la presencia viva y ardiente del Espíritu de amor del Padre. El Resucitado soplará sobre su comunidad como signo de vida y al tiempo envío misionero. Por esta razón, la figura de Jesús soplando en el texto, nos remonta al Génesis en donde Dios mismo, insufla sobre el hombre y de allí recibirá vida el ser humano. De esta manera, el soplo es la vivencia creadora de Dios, el mismo que encargará a su comunidad la concomitante tarea de perdonar y retener los pecados, como signo de liberación y sanación al tiempo, de esta forma, el texto del evangelio les recordará a los creyentes, su vocación de bautizados y portadores, por ende, de la fuerza y los dones del Espíritu Santo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Pentecostés es el cumplimiento de la promesa de amor del creador, que insufla vida sobre todo aquello que alienta vida; de la misma manera que el Hijo, en la figura de Cristo, porta la paz y sopla su Espíritu, renovando todo aquello que vibra con la fuerza del Creador. Por tanto, la Iglesia que se reúne en el primer día de la semana, está invitada a reavivar su fe bautismal por medio de: • Una contemplación de la figura del Espíritu Santo, que, para el cristiano, es el amor del Padre que se derrama por la humanidad, en el irresistible amor de Dios por su creatura más amada. • En Pentecostés, se celebra, la fuerza del Espíritu Santo presente en los ojos y oídos del creyente. • Si en el texto Veterotestamentario, en Pentecostés, Dios renovaba su alianza con el pueblo, en el Nuevo testamento, Dios renueva su pacto de amor con la Iglesia y la santifica con el fuego ardiente de su Santo Espíritu. Es así como en la celebración del Pentecostés se actualiza, el deseo de una Iglesia que vive por el bautismo de la fuerza del Espíritu Santo y que se hace don que santifica, protege e impulsa a anunciar con la Palabra y el testimonio la Buena Noticia del evangelio, el cual renueva y, al mismo tiempo, libera del pecado entendido este -como llevar la vida por mal camino-. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la celebración de la fiesta del envío de la Iglesia a evangelizar, con la fuerza del Espíritu Santo, se hace propicio renovar las promesas del bautismo como signo de unión con el deseo de Cristo de enviar a su Iglesia a contagiar con la fuerza de su Espíritu, a todos aquellos que quieran vivir del amor misericordioso del Padre; pues en esta celebración, la Iglesia de nuevo se siente animada e impulsada a proclamar el amor de Dios presente en el Hijo y derramado con su Espíritu de amor. Por ello, como lo menciona el papa Francisco en diversas ocasiones: “en medio del frenesí de la sociedad actual, es el Espíritu Santo quien pone orden en medio de los afanes de la vida”, por ello no se puede dejar pasar la ocasión para que la comunidad de fe, pida la gracia del amor que proviene del Padre para poder discernir en medio de las turbulencias de la vida, qué es lo que proviene de Dios y qué es aquello que aleja al creyente del reconocimiento del amor de Dios presente en la vida. Es así como Pentecostés es la oportunidad de renovar el llamado a la santidad, pues, el Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, tal y como lo menciona el papa Francisco diciendo en Gaudate et exsultate: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo”. Por ello, celebrar esta fiesta al cierre de la pascua, se convierte en una manera de recordar la vocación a la santidad, a la cual la Iglesia ha sido y seguirá siendo llamada. Recomendaciones prácticas: 1. Puede ambientarse el lugar con un candelabro de siete velas representando los siete dones del Espíritu Santo. 2. Puede ponerse esta frase en la cartelera comunitaria: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. 3. Tener presente que esta Solemnidad tiene formulario propio para la Misa de la Vigilia y la Misa del día, pp. 279-287 del Misal. Es conveniente seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con el “Reunidos en comunión” propio. 4. Misa Vespertina de la Vigilia: Esta Misa de la vigilia puede celebrarse de forma más extensa o más abreviada

Jue 7 Mayo 2020

Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida

Primera Lectura: Hch 6,1-7 Salmo: Sal 33(32),1-2.4-5.18-19 (R. cf. 22) Segunda Lectura: 1P 2,4-9 Evangelio: Jn 14,1-12 Introducción En nuestro itinerario pascual, al contemplar la grandeza de la Resurrección de Cristo, nosotros como bautizados, nos vemos reflejados y proyectados como nuevas creaturas; veamos cómo la Palabra de Dios nos ilumina y nos desafía: • Así como los bautizados en Cristo crecen en número (signo elocuente de la acción fecunda del Espíritu), al mismo tiempo genera nuevas tareas que desafían la propia pastoral, exigiendo cuidado y atención hacia todos, especialmente hacia los más desfavorecidos (Conversión Pastoral). • Los bautizados, somos hombres y mujeres, que, por la fuerza renovadora de Cristo Resucitado, ofrecemos un culto también renovado por el Espíritu: nuestra vida ofrecida a Dios Padre por la salvación y el bien de nuestros hermanos (Fe bautismal y compromiso cristiano). • A través del bautismo nos hemos unido a Cristo Jesús (Rom. 6, 3-4), por tanto, gracias a este misterio de comunión pascual, las palabras y las obras del Señor se reflejan en nosotros, para que los hombres y mujeres de nuestro mundo, vean y experimenten que Dios está vivo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En estas lecturas pascuales, es significativo ver cómo la presencia y la acción del Resucitado obra maravillosamente en la vida de los Apóstoles, pues al ser impulsados por la fuerza del Evangelio, se lanzan a proclamar que Jesucristo es “el Camino, la Verdad y la Vida”, siendo capaces, así, de afrontar cualquier dificultad o persecución. De este modo “la Palabra iba cundiendo y en Jerusalén crecía el número de discípulos”, pero cuando una organización crece rápidamente, surgen todo tipo de problemas, la mayoría de ellos giran alrededor de cómo manejar y estructurar ese crecimiento. En la primitiva comunidad cristiana, encontramos, por un lado, a los judíos nacidos y criados en Palestina que hablaban el arameo; y, por otro, a los judíos griegos o helenistas que habían adoptado la cultura griega. La raíz del problema, que hoy se menciona, se encuentra, en que los judíos hebreos, a quienes se les había enseñado que era legítimo el rechazo y el desprecio hacia cualquier aspecto religioso-cultural no-judío, sin embargo, aunque habían abrazado la fe, todavía albergaban algún resentimiento contra los helenistas, tal vez creían que los judíos griegos no merecían o no tenían derecho a tanta atención como a ellos. De tal división surgieron murmuraciones, quejas y lamentaciones. ¿Porqué? Todo parece indicar que había cierto favoritismo. La mayoría de los alimentos que se distribuía a los necesitados, si no todo, era administrado por los judíos hebreos y los judíos griegos sentían que sus necesitados estaban siendo rechazados, y se evidenciaba cierto favoritismo hacia los que tenían necesidad entre ellos. Ante tal situación, los Apóstoles reconocen que no pueden estar presentes en todos los campos de acción de la tarea evangelizadora, en ello el ejercicio de la caridad. Debido a esto, eligen a siete colaboradores idóneos para que les ayudasen en el arte de servir (diakonein), atendiendo de manera imparcial a los necesitados (las viudas). En la segunda lectura, el Apóstol Pedro nos recuerda que todos, sin excluir a nadie, por el bautismo “somos una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios” y todos “entramos en la construcción del Templo del Espíritu”. La carta, escrita de manera exhortativa, posiblemente enmarcada en alguna celebración litúrgica pascual, nos señala los rasgos esenciales de nuestra fe bautismal. En los versículos propuestos para este Domingo; el Apóstol nos describe el nuevo culto, inaugurado por la Pascua de Cristo, que ya es no puramente externo, sino que exige la entrega total del bautizado; esto es, el cristiano ofrece “sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo”, esto es la vivencia continua de la Pascua de Cristo, que es pasar de la muerte a la vida, salir de las tinieblas para entrar en su luz maravillosa. El Evangelio se ubica dentro de los discursos de despedida que Jesús dirige a sus discípulos en el marco de la Última Cena. El capítulo 14 está precedido, por la siguiente situación: tras los anuncios que Jesús hace sobre la traición y negación, de parte de algunos de los discípulos, y su partida inmanente; un estado de angustia, confusión y tristeza caen en el corazón de los discípulos. Es por eso, que al comienzo del capítulo encontramos el llamado de Jesús a no angustiarse, sino a creer en Dios y en Él. Sus palabras, más que consoladoras son prometedoras, y es por eso que el Señor les invita creer, a esperar y confiar. Los versículos 2 y 3 van muy juntos; está la promesa de muchas moradas para los discípulos en la Casa del Padre; y al final, el anuncio de Jesús que volverá para llevarse consigo a los suyos a estas moradas. Se trata aquí de alentar; los discípulos deben estar seguros de que a la larga no serían separados de su Maestro, sino que se encontrarán allí donde también Él estuviese. Temáticamente se anuncia una nueva manera de comunión entre Cristo y los suyos, y el mismo Jesús es el camino que conduce hacia aquel lugar prometido (ver el anhelo del hombre por ver la Morada de Dios: Salmo 42,3). Los versículos siguientes (5-7), se distingue por un diálogo entre Jesús y los discípulos. En medio de la preocupación ante la partida del Señor, Tomás inicia el inquietante diálogo, preguntando sobre el camino hacia el lugar donde va su Maestro; a lo que el Señor le responde que Él es camino en la medida en que es la “verdad” que anuncia la revelación procedente de Dios, que lleva a la vida. La estructura del v.6 corresponde a la de otras “palabras revelatorias” en el Evangelio de san Juan (las palabras: “Yo Soy”). Los últimos versículos que el texto nos ofrece, son una continuación de las inquietudes de los discípulos, ahora el turno es para Felipe. Esto sirve de ocasión para desarrollar el tema de la “visión de Dios” en la “visión” de Jesús, tal certeza reside en la unidad de Padre e Hijo en su recíproco “estar-en-el-otro”. En el v.10 se muestra tal unidad, tanto en el hablar como en el obrar. Esta unidad de “palabras” y “obras” de Jesús se manifiesta también en Jn 15, 22.24, donde se expresa una estrecha relación de ambos elementos, como base de la fe. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Durante el tiempo de Pascua, vamos leyendo y meditando en los Hechos de los Apóstoles las distintas experiencias que vivieron la primitiva comunidad cristiana. Ellos, como modelo paradigmático, nos ayudarán a ver, juzgar y actuar sobre nuestras experiencias pastorales, impulsándonos a una conversión pastoral, tanto de los agentes, como de las mismas estructuras. Por tanto, las dificultades que vivieron los primeros cristianos (salvaguardando la diferencia espacio-temporal) son nuestras mismas dificultades, y los desafíos a los cuales ellos se enfrentaron, son los mismos que hoy nos interpelan. El texto de este domingo nos ayudará a iluminar cómo una mentalidad cerrada y “clericalista” nos llevará a la prevalencia de la institución sobre la persona, a la exclusión, y a “esterilización” de la fuerza de la caridad, desfigurando la belleza transformante de la Pascua. Sin embargo, en muchas ocasiones, los problemas y dificultades de la vida cotidiana, pueden llegar a interpelar y desafiar nuestra fe y nuestra esperanza, exigiendo certezas que iluminen y den una respuesta adecuada. En el evangelio encontramos ideas interesantes que el Señor da a los discípulos, cuando llega la ansiedad, la angustia y la incertidumbre: confianza en su palabra ante la dificultad que se atisba o se vive, esperanza en las promesas porque el Señor es fiel y veraz a su Palabra, comunión en el obrar porque el “Yo” reclama un “Tú” derivando en un “nosotros”, necesario en el progreso personal y comunitario; es por eso, que el misterio de la Trinidad, en la comunión y misión de las divinas personas, es la fuente y el fin de la renovación misionera de la Iglesia. No olvidemos que la Iglesia, en cuanto estructura humana, encuentra en Cristo, su fundamento absoluto (camino, verdad y vida), esto es, que, transformada por la Pascua, comunica la Vida verdadera que se encuentra en Cristo; para que, a través de la Palabra que se predica y avalada por la caridad, indique el Camino, que lleve a encontrar la auténtica Verdad que tanto inquieta y atrae el corazón del hombre de hoy. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Con sinceridad, descubrir que a nivel personal todavía encontramos resistencias, las cuales repercuten negativamente en el desarrollo de la pastoral y en el ejercicio de la caridad. Si Cristo Resucitado y el Espíritu Santo dan a cada bautizado la gracia que transforma, ¿qué es aquello que la está obstaculizando? Si la realidad de nuestro mundo nos está desafiando ¿cómo estamos respondiendo ante tal desafío? ¿será que nuestras estructuras eclesiales (diócesis, parroquia o grupos pastorales) tienden a encerrarse y a excluir? RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Se pueden resaltar y colocar en cartelera la frase. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” e insistir en las palabras: Jesús, Camino, Verdad, Vida, Iglesia, Comunidad. 2. Sería oportuno hacer hoy el rito para la bendición y la aspersión del agua, en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058. 3. Podría seguirse la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias III: «Jesús, camino hacia el Padre», Misal, p. 524, por hacer clara mención de Jesús como el camino, la verdad y la vida. 4. Puede usarse la fórmula de bendición solemne, durante el tiempo pascual, (Misal, p. 473). 5. Este domingo coincide en Colombia con el día de la Madre. Sería conveniente presentar el carácter maternal de la Iglesia, de esta manera se podrá enriquecer aún más, el mensaje renovador del tiempo pascual (ver Catecismo de la Iglesia, 2030-2051). 6. Tener presente que en esta semana de mayo: • El miércoles13, es la memoria libre de la Bienaventurada Virgen María de Fátima, oportunidad para evitar a la comunidad a continuar en el ambiente pascual en compañía de María, motivando el rezo del santo Rosario en familia. • El jueves 14, es la fiesta de san Matías, apóstol. • Este mismo día tendrá lugar el evento mundial convocado por el Papa Francisco: “Reconstruir el pacto educativo global”, “Necesitamos un pacto educativo global que nos eduque en la solidaridad universal, en un nuevo humanismo “. Oremos con fe y acompañemos al Papa. (https://bit.ly/2mHMu9E) • El viernes 15, es el día del Educador. Puede celebrarse la Misa votiva en honor a san Juan Bautista de la Salle, patrono de los educadores.

Jue 23 Ene 2020

El ser humano llega a creer en Jesús, no nace creyendo

Primera Lectura: Is 8,23b - 9,3 Salmo: Sal 27(26),1.4.13-14 (R. 1a) Segunda Lectura: 1Co 1,10-13.17 Evangelio: Mt 4,12-23 (forma larga) o Mt 4,12-17 (forma breve) Introducción En la Liturgia de la Palabra de este Domingo podemos encontrar tres temas propuestos para la reflexión: • En la Galilea de los gentiles el pueblo de Israel vio una gran Luz; • La unidad de los creyentes; • Jesús predica el Evangelio en Galilea y nacen las primeras vocaciones. Aunque abordaremos el primero, vale decir que necesariamente tiene relación con las otras dos temáticas. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la Galilea de los gentiles el pueblo de Israel vio una gran Luz. Para la comprensión de este versículo (9,1), es necesario ir a 8,23b porque es el versículo que une y esclarece el anuncio dado en esta Palabra. Tal versículo alude a las campañas realizadas por Tiglat-Pilezer III, prominente rey de Asiria, en el siglo VIII antes de Cristo, quien gobernó entre el 745 y 727 a.C. Fue el fundador del imperio Neo-asirio y evoca principalmente la primera deportación israelita en el año 732, de Samaría a Asiria. Tal deportación viene narrada en 2 Re 15,29: “En tiempo de Pecaj, rey de Israel llegó Teglatfalasar, rey de Asiria, que tomó lyón, Abel Bet Maacá, Yanoaj, Cades, Jasor, Galaad, Galilea y todo el País de Neftalí”, ciudades conquistadas por este rey en su campaña contra Filistea el 734. La mención de Galaad y Galilea engloba con estas conquistas las de la campaña del 733-732, principalmente dirigida contra Damasco. La experiencia de esta deportación fue extremadamente dolorosa: “Ultrajó a los países de Zabulón y Nefatlí”; “país abatido y hambriento, y la gente enfurecida por el hambre, maldecirá a su rey y a su Dios. Volverá su rostro hacia lo alto, luego mirará a la tierra y sólo habrá aflicción y tinieblas, angustiosa oscuridad” (Is 8,21-22). En el versículo 23, el tono cambia intempestivamente y de una desolación terrible comienza un anuncio de esperanza: vendrá un “Día del Señor” que traerá la liberación a los deportados, porque llegará el reinado pacífico de un hijo de linaje real, el Emmanuel anunciado ya en el capítulo 7: “El Señor mismo les va a dar una señal: Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo y lo llamará con el nombre de Emmanuel, es decir: “Dios con nosotros” (14). Este versículo 23 hace cambiar el rostro de la tristeza a la alegría: “Ya no habrá oscuridad allí donde reinaba la angustia”. La aparición del Mesías en Galilea, dará a esta profecía su plena realización; Galilea designa el distrito de los gentiles: “Jesús dejó Nazaret y fue a residir a Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y tierra de Nefatlí, camino del mar, allende al Jordán, Galilea de los paganos” (Mt 4,13-15). Así se comprende entonces Isaías 9,1: “El pueblo que andaba en tinieblas percibió una luz cegadora”. La imagen es como la de un reflector que encandila la vista y así como la luz de la estrella que sólo resplandece en la noche, “a los que vivían en tierra de sombras una luz brillante los cubrió”. Adquiere sentido las palabras de Zacarías que oramos diariamente en el Benedictus: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte” (Luc 1,78-79). Jesucristo es esta gran Luz que nace de lo alto y que ha comenzado su ministerio en la tierra de Zabulón y Neftalí, la Galilea de los gentiles, la región semipagana odiada por los judíos desde la devastación del año 734. Cuando veremos a los sacerdotes despreciar a los discípulos de Jesús por el hecho que eran galileos, nuestro pensamiento vuelve necesariamente a este momento de lucidez profética. Jesucristo ha venido para disipar las tinieblas en el ser humano y dar claridad a su existencia, porque “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El evangelista Mateo está de acuerdo con Marcos cuando afirma que Jesús comenzó su actividad en Galilea, después que el Bautista había sido puesto en prisión. Es el Mesías de la Palabra, el predicador que recorre toda la Galilea, enseñando en las Sinagogas y predicando: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir conviértanse porque el Reino de los Cielos ha llegado”. Aparece como Luz esplendorosa: “Yo soy la Luz del mundo, la persona que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la Luz de la vida” (Jn 8,12). Como en aquel momento histórico del año 734 a. C. Israel vivió la devastación por la guerra con Asiria, podemos ver nosotros también la tremenda desolación, tristeza y muerte que ha producido en nuestro País el narcoterrorismo, la corrupción, la violencia intrafamiliar, el aborto, la eutanasia, la ideología de género, la manipulación genética, el robo, los desplazamientos forzados, el crimen organizado, el feminicidio, la venganza, el odio, el trabajo explotado de los niños, la pésima atención en muchos de los establecimientos de salud, la esclavitud con las Eps, el aumento de personas marginadas, la migración venezolana, la interrupción de los diálogos de paz, la mentira, la infidelidad, los negocios torcidos, los préstamos gota a gota, el aumento de divorcio, el miedo a tener hijos, la creciente idolatría a las mascotas; el miedo al sufrimiento, la inseguridad, la depresión, la pérdida del sentido de la vida, el aumento de suicidios, la deplorable situación donde los hijos son tiranos y los padres obedientes, la pérdida de la autoridad en la guía de la familia y de la educación general, el matoneo o bullying a todo nivel, el abandono de los ancianos y tantas otras realidades que descuidan al ser humano atacando su dignidad y causando la pérdida de la paz. En esta situación desértica, podemos decir que también nosotros vivimos en tinieblas y sombras de muerte, en una soledad poblada de aullidos, en una oscuridad densa que impide ver el camino el cual aparece ante nuestros ojos incierto, hostil y amenazante. Pero la Palabra de Dios hoy nos hace cambiar el rostro: “Ya no habrá oscuridad allí donde reinaba la angustia” (Is 8,23) porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, viene de una virgen en cinta, es el Emmanuel, es decir, Dios con nosotros. Llega con poder y sabiduría, es el príncipe de la paz. Él es el Mesías de la Palabra y la Luz que ilumina a todo hombre; Él ha destruido la muerte y ha despedazado el muro que nos separaba: el odio. Como cordero manso llevado al matadero no abrió la boca, maltratado, varón de dolores, ha padecido la cruz para devolvernos la imagen perdida a causa del pecado, ha resucitado para que todo el que crea en Él tenga la vida en abundancia. Y en este pueblo que habitaba en tinieblas una luz enceguecedora ha brillado: Jesucristo el Señor. Él es el cordero degollado, digno de abrir los sellos; siendo de condición divina no alardeó el ser Hijo de Dios, sino que se anonadó y se hizo como el más esclavo padeciendo la muerte y una muerte de cruz. Es ´por esto por lo que ante Él toda rodilla se dobla en el cielo y en la tierra y toda lengua proclama que Jesús es el Señor para la Gloria de Dios Padre (Cfr. Filp 2,6-11). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Pidamos al Señor que fortalezca en todos los bautizados el ardor evangelizador. En esta nueva Galilea en medio de un neo paganismo, la Iglesia, cuerpo de Cristo, anuncia con gozo el Evangelio recorriendo todos los lugares para transformarlos desde dentro: “La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia”; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar con el ejemplo, los actos y la predicación, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa” (San Pablo VI, Evangelii Nuntiandi 14) El ser humano llega a creer en Jesús, no nace creyendo. Es necesario realizar procesos evangelizadores que, empeñando esfuerzos en itinerarios serios de iniciación cristiana, hagan madurar la fe de los bautizados, haciendo que cada uno de ellos llegue a experimentar en su existencia la victoria sobre el miedo y la muerte. Por la fe, lo que antes causaba desesperación, ahora se convierte en una oportunidad para transformar la vida; el dolor adquiere sentido porque encuentra una clara finalidad; los acontecimientos adversos llegan a ser camino de vida y esperanza. Es necesaria la escucha de la Palabra porque de ella viene la fe (Rom 10,17), y “cerca de ti está la Palabra en tus labios y en tu corazón” (Dt 30,14); en efecto, “cuando se cree con el corazón actúa la fuerza salvadora de Dios y cuando se proclama con la boca se obtiene la salvación” (Rom 10,10). Bien vale aplicar este texto de romanos en nuestra época actual: “¿cómo van a invocar a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo van a creer si no han escuchado hablar de Él? ¿Y cómo van a escuchar hablar de Él si nadie les predica? ¿Y quién va a predicar si ninguno es enviado?” (Rom 10,14-15). Es por esto por lo que la Escritura proclama: “Qué hermosos son los pies de quien trae la buena noticia a los hermanos” (Is 52,7). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. En este 3er Domingo del Tiempo Ordinario, del Ciclo A, inicia la lectura continua del Evangelio, según el evangelista Mateo. Al respecto nos dice el Directorio Homilético: …Existe un esquema común que siguen los tres ciclos: las primeras semanas afrontan el inicio de la misión pública de Cristo, las últimas poseen un tema escatológico y las semanas que se encuentran entre ellas presentan, de manera continua, diversos acontecimientos y enseñanzas de la vida de nuestro Señor, 141 “Cada año está bien definido, ya que revela las enseñanzas propias de cada Evangelio sinóptico. El homileta, tendría que resistir la tentación de 74 considerar los pasajes evangélicos dominicales como una entidad independiente; el conocimiento de la estructura global y de los elementos característicos de cada Evangelio puede ayudarle a profundizar su comprensión del texto, 142. Mateo presenta, de manera muy bien organizada, el ministerio público de Jesús. Los discursos son cinco, cada uno los cuales está precedido de un material narrativo. El leccionario es fiel a tal estructura: 1. El discurso de la montaña (del IV al IX domingo) precedido por la llamada de los primeros discípulos (III domingo). 2. El discurso misionero (del XI al XIII domingo) precedido por la llamada de Mateo. 3. El discurso en parábolas (del XV al XVII domingo) precedido por el anuncio de la Buena Noticia revelada a los sencillos. 4. El discurso sobre la vida en la Iglesia (del XXIII al XXIV domingo) precedido por la narración de los milagros, de la confesión de Pedro y del anuncio de la Pasión. 5. El discurso escatológico (del XXXII al XXXIV domingo) precedido por las narraciones de las parábolas y de los acontecimientos que implican la aceptación o el rechazo del Reino. El conocimiento de esta estructura hace que el homileta sea capaz de relacionar cuanto dice a lo largo de las diversas semanas y, además, de ayudar a los fieles a apreciar la relación absoluta entre la vida y las enseñanzas de Jesús, tal como explica el primer Evangelio a través de su esquema de narraciones y discursos, 143. 2. Domingo de la Palabra del Señor: • Se sugiere exaltar el anuncio de la Palabra de Dios con el Evangeliario, inicialmente, llevado con solemnidad en la procesión de entrada y, luego, al momento de la proclamación del Evangelio, tomándolo del altar y llevándolo, precedido por el incensario y los ciriales, al ambón: La finalidad de esta solemnidad es que durante la celebración eucarística los fieles perciban la necesidad insustituible de la escucha y vivencia de la Palabra de Dios para el fortalecimiento de sus vidas (Cfr. OGMR 120,172 y 175). • También se podría “entregar la Biblia, o uno de sus libros, a toda la asamblea, para resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina” (cfr. Aperuit Illis 3) 3. Se puede resaltar y colocar en cartelera la frase: “En la Galilea de los gentiles el pueblo de Israel vio una gran Luz” o “El Señor es mi luz y mi salvación” u otra apropiada para este domingo de la Palabra del Señor. 4. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 5. Se sugiere el Prefacio Dominical I, Misterio Pascual y pueblo de Dios, Misal, p. 383, por hacer mención a Cristo que llama a salir de las tinieblas para entrar en su luz admirable. 6. Conviene favorecer un momento de sagrado silencio después de la comunión para alabar a Dios en el corazón y darle gracias (Cfr. OGMR 45). 7. Tener presente que el próximo domingo, 2 de febrero, se celebra la fiesta de la Presentación del Señor y por tanto la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Preparar todo lo necesario para la bendición de los cirios, la procesión hacia el templo y la celebración de este evento de la vida de Jesús en la Eucaristía, así como los demás aspectos celebrativos de esta fiesta, de modo que sea ocasión para que el pueblo se acerque más a Dios y se comprometa a ser luz de Cristo en el ambiente en que desarrolla su acontecer.

Jue 9 Ene 2020

El bautismo de Jesús ilumina la realidad de nuestro propio bautismo

Primera Lectura: Is 42,1-4.6-7 Salmo: Sal 29(28), 1a+2.3ac-4. 3b+9b-10 Segunda Lectura: Hch 10,34-38 Evangelio: Mt 3,13-17 Introducción Del encuentro con Cristo en la Palabra, surgen estás ideas para nuestra reflexión: • Cristo es el siervo paciente profetizado por Isaías para ser el salvador de todas las naciones. • El pueblo de Dios debe alejarse del ambiente pagano para vivir la santidad. • Cristo es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo y nos da la nueva vida. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La profecía de Isaías se aplica a Cristo, el siervo paciente que se manifiesta como el enviado de Dios para reconstruir su pueblo santo y redimir a todas las naciones. Esta profecía de Isaías se cumple plenamente en el bautismo de Cristo que asume la condición de siervo y nos representa ante el Padre, por eso se pone en la fila de los pecadores para asumir nuestro pecado sin ser pecador, otorgándonos, de este modo, la vida nueva que nos trae el sacramento del bautismo. En el Antiguo Testamento los judíos tenían el privilegio de invocar el nombre de Yahveh; ahora en esta etapa de la historia somos los cristianos los que podemos acercarnos con libertad delante del misterio de Cristo, pues él ha derribado todos los muros que nos separaban y nos ha dado la plena libertad. Jesús es el siervo de Dios y una vez bautizado se dedica al anuncio de la salvación a todos los hombres. La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos recuerda uno de los discursos misioneros dirigidos a los judíos, donde se muestra que Dios no hace distinción de personas, porque para él todos hemos sido llamados a la salvación que se nos ha otorgado en Cristo Jesús, hecho que nos hace libres con su muerte y resurrección; todo esto ha sido posible gracias al bautismo que nos hace hijos de Dios. En el texto del Evangelio que nos narra el bautismo de Jesús, él aparece como el elegido, al igual que el siervo de Yahveh, para realizar una misión entre los hombres, la cual se cumple con su presencia firme y humilde, ya que ha sido ungido por el Espíritu Santo para manifestarse como el enviado del Padre. El texto bíblico nos va guiando y nos muestra que al abrirse los cielos se da inicio a una nueva etapa de la historia de la salvación, ya que Jesús viene a realizar una misión trascendente en medio de la humanidad renovada como una nueva creación. De ahora en adelante Jesús se presenta como el Hijo amado del Padre, enviado a proclamar la buena noticia que libera al mundo de los yugos que la oprimen y esclavizan. La paloma es un símbolo de la nueva creación, ya que al igual que en el diluvio, en el libro del Génesis, nos recuerda la nueva creación que Dios viene a realizar mediante el bautismo de Jesús, en donde el Espíritu Santo es portador de esa nueva vida que todos recibimos mediante el baño bautismal que nos regenera y nos hace vivir como hijos amados de Dios. La presencia del Espíritu Santo en el bautismo de Jesús es la plena garantía y la confirmación de que el Padre acompaña al Hijo en su misión y en la obra redentora que le ha confiado y por eso la voz envía a Jesucristo para que cumpla con la misión de salvar a la humanidad. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El bautismo de Jesús ilumina la realidad de nuestro propio bautismo, donde Cristo se hace siervo para expiar nuestros pecados, asume la condición de vicario o embajador nuestro ante el Padre para pagar la deuda que habíamos adquirido con el pecado de Adán. Cristo se pone en la fila de los pecadores sin ser pecador y así asume nuestro pecado y nos otorga la entrada al reino de Dios, por eso, en nuestro bautismo, se abre el cielo para nosotros y el Espíritu Santo desciende y nos hace templos de su presencia, de modo que también se nos garantiza la presencia del Padre que nos acompaña en el cumplimiento de la misión que se nos encomienda de anunciar su Palabra y ser testigos de su misericordia. Desde ese día somos introducidos en la vida nueva y como nuevas creaturas somos parte de la nueva creación que ha obrado en nosotros la fuerza del Espíritu en virtud del sacramento del bautismo que recibimos. Cada día, en el lugar donde nos encontremos debemos manifestar la alegría del evangelio con nuestro propio testimonio de vida y, como Jesús, debemos pasar haciendo el bien a nuestros hermanos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El sacramento del Bautismo nos compromete a vivir la vida nueva de la gracia que hemos recibido desde aquel momento. Por eso el catecismo de la Iglesia Católica 1253 nos recuerda que “el Bautismo es el sacramento de la fe (cf Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de creyentes. Sólo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los fieles. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. Al catecúmeno o a su padrino se le pregunta: «¿Qué pides a la Iglesia de Dios?» y él responde: ¡La fe!”. De este modo, nosotros que recibimos la fe nos comprometemos a custodiarla, defenderla y difundirla en medio de la humanidad dando testimonio de la nueva vida que recibimos. Renovemos hoy nuestro propio bautismo: un día fuimos sumergidos en Cristo y nos llenamos de la presencia de su Espíritu. Nuestra misión, entonces, debe ser la misma que Él llevó a cabo: “pasar por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal”. Sólo así será posible hablar de buenos propósitos como artesanos de la paz. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Es importante en este día decorar y resaltar más el bautisterio 2. Sería conveniente administrar el sacramento del bautismo en ese día. 3. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 4. Si no hay bautismos, se recomienda utilizar una de las fórmulas del rito para la bendición y aspersión del agua, en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, Formulario II, del Misal, p. 1056. 5. Esta fiesta presenta esquema propio de celebración, incluido el Prefacio. 6. Propiciar un momento de silencio, después de la oración comunión, para dar gracias a Dios Padre por la presencia de Jesús en la eucaristía y en nuestras vidas. 7. Hoy finaliza el tiempo de Navidad y desde mañana lunes, comienza la primera parte del Tiempo Ordinario, que se prolonga hasta el martes 25 de febrero. 8. Se sigue el formulario de la Misa para la semana I del Tiempo Ordinario, Misal, p. 29. Liturgia de las Horas Tomo III, Salterio 1ª semana.

Lun 30 Dic 2019

Un año nuevo, trae esperanzas, expectativas y nada mejor que empezarlo con la bendición

Primera Lectura: Nm 6,22-27 Salmo: Sal 67(66) ,2-3.5.6+8 Segunda Lectura: Ga 4,4-7 Evangelio: Lc 2,16-21. Introducción • Con esta celebración iniciamos un nuevo año civil, y nada mejor que bendecir y ser bendecidos. • Quien mejor bendice a sus hijos es la Madre, por ello quiso el Papa san Pablo VI, colocar en este día la jornada mundial por la paz • El niño que nos ha nacido es Dios, Jesús (Dios Salva), luego su Madre es la Madre de Dios. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Un año nuevo, trae esperanzas, expectativas y nada mejor que empezarlo con la bendición que el pueblo de Israel tenía para dicha ocasión, el año nuevo, Dios mismo lo pide para que dicha bendición la haga el rey o el sacerdote; bendecir, es decir bien de otro, es desear lo mejor a otro, decir buenas palabras para otros, desear lo mejor para los otros. Lo mejor es desear ver el rostro de Dios sin temor alguno, obtener la paz que viene de Dios, la alegría, la justicia y todo ello se extienda a toda la tierra. El nacimiento del Hijo de Dios de una mujer, nos pone en el cara a cara de la humanidad con el creador, que en el Hijo convierte a todos los hombres en sus hijos, el Abba de cara a la Madre del Hijo, dignifica en Ella a la humanidad y por ello el Hijo asume toda la condición bajo la ley. Y la gran bendición la encontramos en la madre que muestra a los pastores el Hijo que le ha nacido, ellos no llegaron allí como curiosos, sino como testigos, y así se lo cuenta a la madre que guarda todo lo dicho en su corazón de discípula que creyó desde el primer momento de la anunciación lo que el ángel le decía del plan de Dios en ella. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Dios está en toda la historia y el tiempo presente acompañado y bendiciendo a la humanidad, puso su rostro frente al nuestro en la Encarnación del Hijo, para lo cual tuvo que contar la misma condición humana en María, Virgen, y en ella depositó la gran bendición de su presencia en el Hijo amado, al cual hay que buscar, escuchar y seguir. Si Dios como Padre, es capaz de darnos tan gran bendición con su Hijo, cuánto más también una buena madre sabe bendecir a sus hijos. El Hijo que la madre mostró a los pastores es el príncipe de la paz, y ella es elevada a Madre de Dios por la Encarnación del Hijo de Dios en su vientre, como verdadero Dios y verdadero hombre, para traer a Dios a los hombres y llevar a hombres a Dios, y en este encuentro está la paz; cuyos pilares son la verdad, la justicia y la libertad que tanto necesita la humanidad, para avivar la reconciliación, los valores humanos y políticos, como ya lo manifestaba san Juan XXIII en la Pacem in Terris. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor y Dios nuestro al iniciar este año nuevo, deseamos de vivo corazón que tu Madre y Madre nuestra, venga con nosotros a caminar durante este espacio de tiempo que nos regalas, porque en su compañía sabemos que tenemos todas tu bendiciones más grande de ella, después de habernos dado a tu Hijo Jesucristo, que es la paz, que está en el corazón del hombre y que solo brota de éste, cuando el hombre se convierte de sus rencores, odios, sed de venganza, cuando se despoja de sus pretensiones e idolatrías de cualquier orden. Porque solo la paz llega cuando el hombre se convierte de corazón a las palabras y exigencias de Jesucristo, que son para el bien de la humanidad. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. La solemnidad del 1° de enero, de Santa María, Madre De Dios, ofrece un espacio propicio para el encuentro entre la piedad litúrgica y la piedad popular, ya que litúrgicamente se celebra con las formas que le son propias, y popularmente, expresiones que motivan la alabanza y felicitaciones a la Virgen por el nacimiento de su Hijo divino (Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 115). 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. Prepara y disponer convenientemente una imagen de la Virgen María con el niño en brazos. 4. Con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la paz, se puede colocar el debido lema en un cartel, que sea de fácil visibilidad y lectura para los fieles e invitar a orar por la paz. 5. La solemnidad de Santa María, Madre de Dios, tiene esquema propio de celebración. 6. Al finalizar la oración después de la comunión, y antes de impartir el sacerdote la bendición, pedir que entre los presentes se expresen palabras de bendición con motivo del año nuevo. Seguidamente, utilizar la bendición propia para la ocasión: En el primer día del año, Misal, p.471. 7. Es conveniente, preparar y ofrecer, en la hora más indicada, la exposición y bendición con el Santísimo Sacramento para orar por la paz y reflexionar el respectivo mensaje del Papa.

Jue 26 Dic 2019

La honra a los padres trae grandes bendiciones a los hijos

Primera Lectura: Sir 3,2-6.12-14 Salmo: Sal 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a) Segunda Lectura: Col 3,12-21 Evangelio: Mt 2,13-15.19-23 Introducción • EL honrar al padre y a la madre, cuidarlos y respetarlos es obedecer a Dios, hacer lo contrario es estar en contra de la voluntad del Señor. • Mantener el respeto, el amor, la obediencia y la buena educación de los hijos, en los auténticos valores, es hacer la voluntad del Señor, que desea que todo sea hecho en su nombre. • Para los cristianos solo existe el modelo de familia de Jesús, María y José, que es único e irrepetible, por eso en nuestras familias es necesario e importante estar atentos a la voluntad de Dios en defender su integridad y en salvaguardar la vida de sus miembros. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Encontramos en esta Palabra del Señor en el Sir 3,2-6.12-14, que se encuentra ilustrado en el cuarto mandamiento de la ley de Moisés, Ex 20,12 “honra a tu padre y a tu madre”, y ello pone en claro el respeto a Dios mismo; se encuentra, entonces, aquí el verdadero valor de la autoridad del padre y de la madre, la cual tiene la respuesta de los hijos en el respeto y acatamiento de los padres, los cuales deben ser cuidados en la vejez, eso es honrar a Dios. La honra a los padres trae grandes bendiciones a los hijos, como dones, larga vida, perdón de los pecados, escuchados en la oración y gozo de la misma presencia de Dios en la eternidad. El israelita que teme a Dios, es decir, que le respeta, recibe, igualmente, unas bendiciones: primero, en sus labores; segundo, en su hogar digna esposa y fecundidad en su relación; tercero, en su vida paz y abundancia de bienes. Todo lo deseado a un fiel creyente en el Dios de Israel. San Pablo le propone a los colosense construir la comunidad familiar mediante un código de comportamiento, el cual tiene su fundamento en Jesucristo, entonces los valores familiares, tales como el respeto, la obediencia, el amor conyugal, la educación de los hijos, se viven a la luz del Evangelio. San Mateo presenta la familia consagrada a Dios, por eso es de Nazaret (Nazir = consagrado a Dios), ella es el modelo por excelencia que, consagrada a la voluntad del Padre, realiza su plan en todo su acontecer histórico; Así, ya en su tiempo, los hijos de Jacob vivieron el éxodo al huir de su tierra a Egipto por el hambre que padecieron y, pasados cuatro siglos, de allí salieron a la tierra prometida; ya en su momento, es la familia de Jesús, María y José, a quien, una vez revelado en sueños al padre, correspondió huir hacia Egipto para proteger la vida del hijo, y, de igual forma, por un sueño, regresará a Israel, pero en esta ocasión a Nazareth, con la intención de seguir protegiendo la vida del hijo de la maldad de los poderosos. Todo ello mira hacía una lectura atenta de la historia de la salvación, según Mateo, para que se cumplieran las Escrituras. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Estamos en un tiempo propicio para compartir en familia, pero bien sabemos que la institución fundamental de la sociedad y de la Iglesia, está en crisis; al interior de ella surgen problemas, dificultades, anti valores copiados, algunos de estos, del medio social que hoy rodea a este núcleo, seria largo de enumerar todo lo que hoy ataca el seno familiar: las uniones libres, el aborto, las separaciones …. y otros. La iglesia es consciente y conocedora de la horrible situación a la que hoy está expuesta la familia, por ello su tarea incansable es llamar a las familias a vivir según el evangelio; tampoco, la sagrada familia de Nazaret no estuvo excepta de vivir circunstancias difíciles en su contexto histórico, pero, desde su fe, lograron superar dichas dificultades. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre celestial la Iglesia y la familia necesitan ser permanentemente restauradas en su armonía y unidad, se hace necesario, por tanto, que una y otra creen espacios vitales desde donde se destierren el egoísmo, el odio, el orgullo y demás antivalores, que afectan la unidad familiar. Roguemos al Señor de la unidad y del amor, se fortalezcan espacios para vivir en un hogar donde se comparta la mesa y el pan familiar, en la alegría y la comunión plena de padres e hijos, todo ello nacido de la fe del niño que ha nacido en Belén. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Se pueden resaltar los temas: • Amor entre esposos, amor de padres a hijos, amor de hijos a padres y amor entre hermanos. • Los deberes de los miembros de la familia (Catecismo de la Iglesia Católica 2214-2233). 2. Puede elaborarse una cartelera de felicitaciones a la familia, proponiendo algunos valores para motivar su vivencia en la noche de año nuevo. 3. Para que favorezca la meditación de la Palabra de Dios, conviene que haya breves momentos de silencio, antes de que inicie la Liturgia de la Palabra, después de la primera y, si hay, segunda lectura, y una vez terminada la homilía. La finalidad de estos silencios es que, con la ayuda del Espíritu Santo, la asamblea medite brevemente lo que escuchó, saboree la Palabra de Dios y se prepare la respuesta más conveniente (Cfr. OGMR 45 y 56). 4. La fiesta de la Sagrada Familia tiene esquema propio de celebración, Misal p, 40. 5. Ténganse cantos alusivos a la familia, para la entrada a la celebración y para el momento de la comunión. 6. Es recomendable hacer en este día la bendición especial de las familias según está prescrita en el Bendicional, p. 37, # 63 - 64 ss. 7. Puede también preparar la parroquia, con su equipo pastoral, una oración de la familia en una estampa de la sagrada familia, para que sea recitada en la noche del año nuevo. 8. Es muy conveniente programar, como más convengan, jornadas de oración y acción de gracias con motivo del final del año e inicio del nuevo. 9. Tener presente que: • El martes es 31 de diciembre, y en torno a este día es tradicional organizar, en muchas parroquias y comunidades, una celebración en la que se reflexiona. a la luz de Cristo. sobre la acción de gracias por el año que termina y la esperanza de frente al nuevo que inicia. Por tanto, es aconsejable elegir y preparar la que pastoralmente convenga más, según las orientaciones dadas por la Iglesia: “40 Horas de exposición y adoración”, el triduo, la hora santa, el trisagio, una liturgia de la Palabra o una oración preparada y recomendada por el Párroco para realizarla en familia. • 1° de enero de 2020, es la solemnidad de Santa María, Madre de Dios: día de precepto y Jornada Mundial de Oración por la Paz.

Mar 24 Dic 2019

La Iglesia celebra con gozo el nacimiento del Señor

Primera Lectura: Is 9,1-6 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda Lectura: Tito 2,11-14 Evangelio: Lucas 2,1-14 Introducción La liturgia de la Palabra de la misa de media noche, de la natividad del Señor, nos permite conmemorar: • El nacimiento del Señor Jesús, que viene a iluminar a todo hombre. • El nacimiento del Señor, que nos ayudará a fortalecernos como pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. • Rememorar el mensaje de los ángeles a los pastores y, a la vez, a nosotros a proclamar la Gloria de Dios en el cielo y la paz a los hombres, que el Señor ama. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Isaías que hemos escuchado frecuentemente durante el adviento, nos anuncia también la buena noticia de la navidad, anuncia con gran alegría “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz”. Esta manera de describir lo que significa la presencia de Dios entre los hombres es muy expresiva, en ella se quiere significar lo que va a pasar al pueblo elegido cuando se termine su destierro, esa liberación ocasionará gran alegría, “acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín”. El profeta también anuncia que se acaba la tiranía de los opresores y el motivo es el nacimiento de un niño recién nacido, un rey, príncipe de la paz. El salmo a través de un canto de victoria, prolonga la alegría, la esperanza que hoy, más que en otros días, resplandece por el nacimiento del que viene a gobernar con justicia y verdad. El apóstol Pablo al dirigirse a Tito, quiere hacerle notar cómo en Cristo, se nos ha dado la gracia de Dios a todo el género humano y, a la vez, le da una serie de consignas sobre cómo deben vivir los cristianos: “con sobriedad, justicia y piedad”. San Lucas proclama que hoy ha nacido el salvador del mundo. El Evangelio de Lucas cuenta el gran acontecimiento de Dios hecho hombre, su narración es descrita en un ambiente de sencillez y humildad: “le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada”. En medio de tanta sencillez, Dios cumple su promesa, nos revela a su Hijo, nacido de mujer, del linaje de David. En la última parte de su Evangelio, Lucas refiere la aparición de ángeles que anuncian a los pastores que cuidan los rebaños esa noche, “hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”. Los pastores, sencillos y humildes, son los primeros en recibir la Buena Noticia del nacimiento del príncipe de la paz. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Iglesia celebra con gozo el nacimiento del Señor, es la noche más reconfortante de todo el año litúrgico, para la humanidad entera, hoy celebramos con gozo el cumplimiento de las promesas hechas desde antiguo al pueblo de la alianza y toda la humanidad. Impacta en nuestra memoria y en el corazón la solemne liturgia que se celebra esta noche, que se llena de luz y en la que volvemos a sorprendernos, como los pastores de aquel campo, cerca de Belén, cuando escucharon a los ángeles decir: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”. La Iglesia debe rescatar el sentido más auténtico de la navidad, referenciada por colores, luces, regalos, comidas, reuniones familiares, etc., que le dan una nota de fiesta y de alegría, pero que a veces se desvirtúa cuando no se tiene la claridad de lo que celebramos. La Palabra nos ayuda a recordar que José y María van a Belén a empadronarse. Durante el viaje María da a luz, el nacimiento se desarrolla en un humilde escenario, el niño nace en un pesebre, en condiciones de pobreza y humildad, esta escena produce siempre en nosotros una inmensa gratitud por el amor que Dios nos ha tenido al darnos a su Hijo en nuestra carne. El gozo de esta noche tiene un mensaje único y profundo que la liturgia de la Palabra ha querido resaltar como un gran acontecimiento de luz, “el pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz”. Esta promesa se cumple en el acontecimiento que hoy actualizamos, con las imágenes llenas de ternura “… lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”. En esta navidad, en la que celebramos a Dios hecho hombre, reconocemos el designio amoroso de Dios, en donde entendemos que nuestra salvación no está ni en las riquezas de este mundo, ni en la actitud soberbia, violenta o desigual, sino en la humildad y sencillez de los que aman al Señor. El Señor Jesús nace en una familia trabajadora y humilde, nace como un niño indefenso que, sabemos, viene a amarnos, a mostrarnos el camino que da vida eterna, él viene a alumbrar los rincones más oscuros de nuestra existencia, él es la luz sin ocaso que reconocemos como nuestro Dios y Señor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Al revivir este misterio del nacimiento de nuestra salvación, acudimos a las bellas imágenes que nos regala el evangelio y que representamos en el templo y en nuestras casas, en el “Belén Navideño” que nos ayudan a contemplar este inmenso acontecimiento que cambió la historia del mundo. Esta contemplación nos debe llevar también a cambiar nuestra historia, que, al contemplar la gloria de Dios en su Hijo recién nacido, seamos capaces de comprender cuánto nos ama Dios y, a la vez, poder dirigir nuestra mirada, como lo hicieron los pastores, a la imagen humilde y pobre de aquel que es luz del mundo. En el plan divino de salvación Dios, en su infinito amor, ha querido darnos la luz de su Hijo, que viene a romper la oscuridad del mal, del pecado, nos envuelve con su claridad llena de bondad, de amor y ternura. El Señor Jesús es llamado “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”, él trae para cada hombre, para cada familia la felicidad verdadera, hoy todos debemos compartir esta alegría, por eso nos reunimos en familia, traemos a la memoria los buenos recuerdos y hacemos de la navidad la oportunidad para creer más en Dios y salir de la oscuridad a la que tendemos por el pecado. Que esta noche en la que nos deseamos la paz, pensemos en todos los colombianos, en la necesidad urgente de la reconciliación y pidámosle al príncipe de la paz, inunde los corazones de todos los colombianos, de los sentimientos más sinceros de paz y alegría. En esta noche, llena de la luz de Jesús recién nacido, hacemos el compromiso de vivir en paz, de hacer de nuestra vida y de la vida de nuestras familias, un verdadero ejemplo de santidad, de solidaridad, de servicio y ayuda a los demás, de sencillez y humildad, de buen trato y aprecio por la vida propia y la de los demás, esta es la mejor manera de reflejar lo que celebramos en la natividad de nuestro Señor. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de Navidad, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Ver Liturgia de las Horas I, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 1349 ss. 2. Un elemento para solemnizar la fiesta de la Navidad es la proclamación, en todas las misas (de la noche y del día), del Pregón de Navidad que proviene de la antigua liturgia romana. Ver subsidio de las Moniciones, Nacimiento del Señor, Misa de media noche. 3. Recordar que esta solemnidad es de precepto; se debe entonar el “Gloria” de la Misa de manera más solemne; en el Credo se debe hacer genuflexión cuando se dicen las palabras «se encarnó…»; en la Plegaria Eucarística I, o Canon Romano, el «Reunidos en comunión…» es propio de Navidad. 4. Se puede organizar la procesión para que algunos niños y niñas lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre o la coloquen en una mesa auxiliar dispuesta para ello, de modo que, después de la celebración de la Eucaristía, tenga lugar el beso de la imagen por parte de los fieles (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 110). 5. Se puede organizar la presentación procesional de los dones, resaltando la ofrenda para los pobres.

Mié 18 Dic 2019

No mundanicemos la celebración de la Navidad

Primera Lectura: Is 7,10-14 Salmo: Sal 24(23),1-2.3-4ab. 5-6 Segunda Lectura: Rm 1,1-7 Evangelio: Mt 1,18-24. Introducción • El acontecimiento más grande y definitivo de la historia es la Encarnación y el Nacimiento del Hijo de Dios • Navidad es el tiempo en que tomamos especial conciencia de que Dios está con nosotros • Estamos invitados a anunciar y a testimoniar la buena noticia de la salvación en Cristo 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El oráculo del profeta Isaías, en su contexto original, es una respuesta al rey Ajaz de Judá que debe decidir sobre la amenaza de ataque a Jerusalén por parte de los reyes de Israel y Siria. El profeta invita a Ajaz a no temer y a descartar una respuesta armada, confiando en la fidelidad del Señor a sus promesas, pues él no permitirá que la descendencia de David pierda el trono de Judá. El signo de la acción de Dios es que “la virgen está encinta, y da a luz un hijo”. Si bien ligadas en su sentido literal a un contexto histórico preciso, esta profecía abre el horizonte y anuncia el nacimiento del Mesías de las entrañas purísimas de la Santísima Virgen. Escribiendo a los Romanos, san Pablo recuerda que el centro y el culmen de la revelación divina es justamente el nacimiento del Hijo, acontecimiento que fue anunciado por los profetas y que, llegada la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), tiene lugar en un espacio y tiempo concretos. El énfasis de esta introducción de la carta está el reconocimiento de Cristo como Mesías Salvador y de la gracia del apostolado que los discípulos reciben del mismo Señor. El relato del Evangelio, que nos introduce espiritualmente en la contem- plación del acontecimiento más grande y definitivo de la historia, subraya el origen divino del niño que nacerá de María, el cual viene del Espíritu Santo, en el que se cumplen todas las promesas de Dios, al que se ha de recibir en la fe y que salvará al pueblo de sus pecados. El recuerdo de la profecía de Isaías certifica, por así decirlo, que el Hijo que nace de maría es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Modelo de cómo acoger el plan de Dios, su amor revelado en el nacimiento del Hijo eterno, son María y José, obedientes y fieles, generosos y humildes. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? A pocos días de la celebración del nacimiento del Niño Dios, la Palabra de este domingo último de Adviento nos invita a entrar totalmente en la contemplación del misterio más grande de nuestra fe: el Hijo de Dios se ha hecho Hombre, es la prueba más grande del amor del Padre Dios, es el acontecimiento que nos llena de alegría y de esperanza. ¿Cómo recibir, entonces, al señor que llega pronto? No mundanicemos la celebración de la Navidad El Evangelio nos advierte claramente que no debemos permitir que se nos embote la mente (cf. Lc 21,34), esto que, que las preocupaciones del mundo, la distracción del dinero, el ruido, los vicios nos hagan perder la dimensión sobrenatural de cuanto estamos celebrando. Se trata de una situación que lamentablemente se ha vuelto común: que olvidemos a Jesús en la navidad y le demos más importancia a los regalos, a las comidas y a las fiestas. El Papa Francisco nos ha dicho que “la Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre ‘mi tiempo’, de Dios sobre mi ‘yo’4. Catequesis del 19 de diciembre de 2018. Vayamos hasta el pesebre y contemplemos el amor infinito de Dios La navidad nos pide una actitud contemplativa. El Papa Francisco ha subrayado en diversas intervenciones que el silencio interior es una condición necesaria para ir con provecho hasta el pesebre y descubrir que realmente Dios está con nosotros, está de nuestra parte, viene para salvarnos, para darnos la libertad verdadera. Con la humildad, generosidad y obediencia de María y de José El modelo de José y María nos indica las actitudes positivas que nos conducen al encuentro del Niño Dios: la humildad, para reconocer en el pequeño del pesebre al Mesías; la generosidad, que es la disponibilidad, frente al plan de salvación de Dios; la obediencia, que es la docilidad y voluntad de servir completamente a lo que el Señor quiere. Vivamos la gracia del apostolado También, ya desde este momento, nos debemos sentir enviados, “comunicadores” de la Buena Nueva del nacimiento. Lo podemos hacer en nuestras familias, en nuestros círculos sociales, en nuestros conjuntos residenciales, en los barrios, en las veredas, en nuestras comunidades. En este tiempo, podemos convertir la feliz navidad que nos deseamos en un apostolado, en un anuncio, pues es decir que Cristo nazca en tu corazón y te llene del verdadero amor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La oración y contemplación de este día, una vez escuchada y meditada la Palabra, podría convertirse en una peregrinación espiritual al pesebre, para recibir con las mismas disposiciones de José y María al Niño Dios. El Papa Francisco nos invitó a orar de esta manera: “Le pedimos a la Virgen María que nos ayude a contemplar en silencio el misterio del Nacimiento de su Hijo, para que hagamos realidad en nuestras vidas su ejemplo de humildad, pobreza y amor”5. 5 Ibíd. Conviene formular propósitos concretos para concluir bien la preparación para la fiesta de la Navidad. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Después del saludo puede encenderse la cuarta luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración. 2. Hacer un esfuerzo por elegir los cantos que vayan en sintonía con las oraciones y los textos bíblicos del día. 3. Conviene hacer un momento de sagrado silencio en el acto penitencial y después de la invitación a orar: “Oremos” (Cfr. OGMR 45). 4. Este domingo resalta la figura de María y se celebra como una verdadera fiesta mariana 5. Se sugiere el Prefacio de Adviento IV: María, nueva Eva, por resaltar la acción de la Virgen María. 6. Proponer a los fieles la visita a los más necesitados de la comunidad, llevándoles una voz de esperanza y algún presente. 7. Insistir en la necesidad de prepararnos para celebrar bien el sacramento de la reconciliación, con un corazón lleno de sincera conversión. 8. Tener presente que: • Este miércoles, 25 de diciembre, se celebra la solemnidad del Nacimiento del Señor; tiene Misa de la Vigilia, de media noche y del día. Los sacerdotes puedan concelebrar tres Misas, con tal que se celebr4n en las horas indicadas. • El viernes 27 de diciembre, es la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista. • El sábado 28 de diciembre, es la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. • El domingo 29 de diciembre, es la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. • El miércoles 1 de enero de 2014, es la solemnidad de Santa María, Madre de Dios; día de precepto y Jornada Mundial de Oración por la Paz.