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Liturgia

Mié 7 Nov 2018

Jesús es el “pobre” por excelencia

La historia de salvación nos muestra la acción de Dios a favor de los más pobres; ésta es una línea teológica muy clara en la Sagrada Escritura. Del mismo modo, la Palabra nos deja ver cómo los humildes y los pobres nos enseñan el camino para reconocer, aceptar y vivir la misericordia y el amor del Señor. Jesús es el “pobre” por excelencia, en quien descubrimos de manera maravillosa el poder de Dios. Los pobres son el lugar indicado para tocar la carne de Cristo mismo. Primera lectura: 1R 17,10-16 Salmo Sal 146(145),7.8-9a.9bc-10 (R. 1) Segunda lectura: Hb 9,24-28 Evangelio: Mc 12,38-44 (forma larga) o Mc 12, 41-44 (forma breve) ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura corresponde a los textos del llamado “ciclo de Elías” (1R 17- 2R 1), a la sección de la gran sequía (cap. 17-18) y concretamente al milagro de la harina y el aceite. El profeta Elías por mandato divino, en la época de la gran sequía, va a instalarse en Sarepta (VV.8-10), ciudad de la costa Fenicia, situada entre Sidón y Tiro. Al entrar en la ciudad se encontró con una viuda en cuya casa se hospedó. Los vv. 10-11 relatan el encuentro del Profeta con la viuda y su pedido: agua y pan; el v.12 recuerda la respuesta de la viuda, lo que hay, es solo un poco de alimento que dará fuerzas a ella y su hijo para morir; vv. 13-14 traen el mandato y el anuncio profético; la viuda sigue la orden del Profeta y así se verifica el milagro (v.16), “la harina no se terminó, ni el aceite se agotó”. Todo el ciclo coloca en evidencia la poderosa palabra de Elías, en otros términos; La Palabra de YHWH, anunciada por Elías, se cumplió. El salmo, himno a Dios creador, presenta en los vv. 1-2 una introducción con sabor de alabanza; los vv. 3-4 evidencian el error de confiar o colocar la fe en el hombre; los vv. 5-10 exalta la excelencia de confiar en Dios; trae una serie de 12 bellos títulos divinos que reflejan una acción de Dios a favor de los pobres. La carta a los Hebreos, nos trae un texto que pertenece a la sección que plantea la superioridad del culto, del santuario y del sacerdocio de Cristo en la Nueva economía salvífica (Cap. 8-9). El capítulo 9 se centra especialmente en el nuevo Templo; los versículos 24 al 28 expresan la “entrada de Cristo en el templo celestial”. Él entra en el santuario autentico, en el original, en el cielo mismo y allí ejerce su sacerdocio “intercediendo por nosotros ante Dios”, y lo hace en la calidad de Sumo Sacerdote que con su sacrificio ha destruido el pecado de todos; finalmente la sección se cierra planteando la segunda venida de Cristo, venida “para salvar a los que esperan en Él”. En el Evangelio hay dos secciones fuertemente unidas por temas claves como la viudez, el templo, la enseñanza, las actitudes de los creyentes. La primera parte, vv. 38-40, es la enseñanza de Jesús, que se centra en guardarse de la manera e intenciones de los escribas, quienes gustan de actuar por interés propio y de reconocimiento social; incluso, sus oraciones muchas veces son pretexto para apropiarse del dinero de los indefensos. La segunda parte, vv. 41-44, trae la anécdota de Jesús frente al arca del Templo. Presenta, en contraposición con la de los “ricos”, la actitud sencilla y generosa de una viuda, cuya actuación es alabada por Jesús como la que más ha dado, porque ella dio “todo cuanto tenia para vivir”. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Las lecturas exhortan a vivir la vida con entrega generosa, total, como la de la viuda del Evangelio, a no perder el horizonte del bautismo, el cual pide la vivencia concreta de la caridad, pues las manos y los pies de Dios para manifestar su poder y acción en favor de los pobres hoy son las manos y pies de cada bautizado. Todo esto será posible si se tiene presente las enseñanzas de Jesús, evitar posturas de apariencia y ser capaces de donación total, recordando que, al final de la historia, Jesús vendrá para salvar a quienes hayan confiado en Él. De manera particular hay un llamado atento a los sacerdotes y consagrados para guardarse de actitudes como las de los escribas, que actúan por interés mezquino y personal, hay una exhortación a la entrega total de la vida. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Una invitación a reconocer el actuar de Dios en la historia: El pueblo santo de Dios debe aprender a reconocer la mano de Dios que actúa, ordinariamente, no de forma espectacular, sino que se hace presente en la sencillez de los más humildes: la atención de una viuda con su poco de harina y aceite, en la ofrenda de dos moneditas de quien no tiene más, en la misma palabra sencilla del profeta. Dios Padre se hace presente en la realidad humana y de manera especial en Jesús, su Hijo, enviado para salvar a la humanidad. No hay que esperar intervenciones “cinematográficas” de Dios, Él hoy sigue actuando en la sencillez y debilidad del ser humano, está ayudando en el joven o anciano sacerdote de cada parroquia, en la vida de los pobres: niños, ancianos, viudas, huérfanos, en ellos se vislumbra el misterio de Dios. Una invitación a la coherencia, a actuar movidos por la rectitud del corazón: Cada obra que realizamos está movida por una intención y esa intención le da color o sabor a la acción del creyente; si lo mueven intenciones sórdidas de ganancia, o puro interés personal, fácilmente encontrará como respuesta la advertencia de Jesús: “una sentencia rigurosa”, ya lo advertía el Papa, “el diablo entra por el bolsillo”, ciertamente no se trata de un rechazo absoluto al dinero como dinero sino a las intenciones y formas como buscamos o nos apropiamos del dinero. La rectitud de corazón y el esfuerzo de coherencia salvan. Ellos son en verdad obras de caridad, donde no falta ni la harina ni el aceite para responder a una solicitud motivada por la Palabra de Dios, por las verdaderas fuerzas espirituales. El cristiano católico no puede proceder de cualquier manera, es necesario un profundo discernimiento para mantenerse alejado de actitudes contrarias a la condición cristiana que se van adentrando casi de manera casi inconsciente. Todos estamos invitados a la caridad con los más pobres, ellos son un “lugar teológico”: No hay pretextos para no ir a su encuentro, porque lo importante es dar desde nuestra propia pobreza; finalmente se trata de darnos a nosotros mismos movidos por el amor a los hermanos. El Papa Francisco nos ha insistido que la opción por los pobres no debe ser un mero discurso, ya que generalmente los excluidos aparecen en los debates y en los discursos políticos, colocándolos simplemente como un apéndice, como un daño puramente colateral (Laudato Si, No. 49). Esta opción por los pobres es ante todo una categoría teológica antes que cultural, sociológica o política; porque Dios se ha fijado en ellos de manera especial. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Vivir la experiencia del actuar de Dios en los pobres y celebrar la Eucaristía, sacrificio de total entrega del Señor, nos debe impulsar a vivir el amor con los más necesitados. Hoy somos enviados a acoger y ayudar a los más pobres, pero también a aprender de ellos la confianza en Dios, la coherencia y la generosidad.

Mar 30 Oct 2018

Quien se acerca a Jesucristo, se salva definitivamente

Introducción En el contexto de los últimos domingos del año litúrgico, la Palabra de Dios nos pone en actitud de súplica al Señor para que no se quede lejos y no nos abandone, como bien lo expresa la antífona de entrada en el Misal Romano, pero de igual manera nos pone en camino para seguir esperando en los bienes que Dios nos promete. La liturgia se ve iluminada por la Palabra de Dios y de la riqueza de contenido ofrecemos tres para la reflexión: La fidelidad al Señor hace que el hombre se vea como un administrador de la heredad que Dios pone en sus manos y por eso reconoce que no puede buscar otras seguridades distintas al Señor, ya que es el único Señor. En Jesucristo vemos un sacerdocio diferente, porque es eterno y no pasajero y, sobre todo, porque puede salvar definitivamente a los que se acercan a Él. La parábola de los viñadores asesinos no sólo nos presenta al Jesús perseguido, sino que nos llama la atención sobre nuestra administración frente a los dones y carismas que el Padre nos ha concedido. Primera lectura: Dt 6,2-6 Salmo Sal 18(17),2-3a. 3bc-4. 47+51ab (R. Dt 6,4) Segunda lectura: Hb 7,23-28 Evangelio: Mc 12,28b-34 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Evangelista Marcos nos pone en contexto de evaluación y al presentar la parábola de los viñadores homicidas, nos regala la posibilidad de iniciar el balance el año litúrgico. Jesús ha entrado en Jerusalén y después de realizar el signo de la higuera y del templo, pronuncia esta parábola de los viñadores, que originalmente iba dirigida a los escribas y a los ancianos como autoridades del pueblo, pero leída en este contexto litúrgico debe ser interpretada para nuestra época. Esta parábola llama la atención sobre la fidelidad en la administración, porque se han apropiado lo que no les pertenece y actúan como si no existiera dueño legítimo que reclame su posesión. En todo su contexto, la liturgia de la Palabra de este domingo se podría identificar con el llamado a la fidelidad en medio de las circunstancias de la vida diaria y de la vida de discípulos. Fidelidad implica saber elegir una posibilidad entre muchas y jugársela todo por esa elección; esto es en pocas palabras lo que ha hecho Dios con su pueblo en la elección, pero no siempre el pueblo ha sabido responder en la misma tónica y se ha entretenido poniendo otras prioridades al lado de Dios, por eso se recordará en la primera lectura que el Señor es el único Señor. Un discípulo que ha hecho la opción de la cruz y ha decidido ponerse en camino, está llamado a ser fiel y perseverante, a producir frutos para no quedarse infecundo como la higuera, pero a producir esos frutos sabiendo que todo es para la mayor gloria de Dios y no el simple provecho personal o la vanagloria humana. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? En una sociedad cada vez más marcada por el individualismo y por la búsqueda del bienestar personal, viene esta liturgia de este domingo a hablarnos de un Dios que no abandona y que socorre (antífona de entrada), que posibilita correr sin tropiezos (oración colecta) para poder ser fieles administradores en la viña del Señor. La Iglesia está llamada a ser viña fecunda, que sabe producir a su tiempo y que genera miles de posibilidades en la sociedad, pero también está llamada a reconocer que la viña tiene dueño y que sólo el Señor es nuestro Dios y nuestro único Señor. Si la parábola habla del respeto al Hijo, nuestras comunidades parroquiales deben crecer en torno a la identidad de discípulos y no como estructuras administrativas y funcionales que ofrecen servicios. La parroquia es el lugar de experiencia de la salvación para una comunidad, es la pequeña porción de la viña que todos trabajamos y en la que todos somos trabajadores, para que nuestra existencia sea fructuosa y entregue a la sociedad resultados de buenas obras y de una elección acertada y coherente. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? El pueblo colombiano ha sufrido el flagelo de la corrupción como una característica que se ha ido generalizando en los funcionarios e instituciones, al menos como lo hemos sabido por los medios de comunicación y eso nos tiene que llamar la atención como cristianos que peregrinamos en esta porción del pueblo de Dios. El Papa Francisco en una de sus respuestas en la rueda de prensa de regreso del viaje apostólico en Colombia, decía al periodista: “Todos somos pecadores siempre y nosotros sabemos que el Señor está cerca de nosotros, que Él no se cansa de perdonar. Pero la diferencia es: Dios no se cansa nunca de perdonar, pero el pecador a veces encuentra la valentía y pide perdón. El problema es que el corrupto se cansa de pedir perdón y olvida cómo se pide perdón: este es el problema grave. Es un estado de insensibilidad frente a los valores, frente a la destrucción, a la explotación de las personas. No es capaz de pedir perdón. Es como una condena, por la que es muy difícil ayudar a un corrupto, muy difícil. Pero Dios puede hacerlo. Yo rezo por esto.” La parroquia, comunidad de comunidades, está hoy interpelada por estas palabras que nos iluminan la liturgia de este domingo, porque debe ser el lugar de la honestidad y de la fidelidad, cosas muy difíciles en una masa que se rige por los falsos valores que propugna la corrupción. Hoy más que nunca, la realidad colombiana escucha esta voz de alerta y debe saber que somos administradores y no capataces, somos parte de un engranaje en el que Dios nos ha puesto misiones diversas para la edificación de esta casa común y del reino, pero no podemos sentirnos dictadores en búsqueda del poder que fortalece el “yo” y destruye el “nosotros”. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Esta liturgia nos ha posibilitado un encuentro con el Señor, que nos ha hablado al corazón y nos ha recordado su alianza de amor, sin dejar de llamarnos la atención sobre aspectos no muy claros de nuestra respuesta discipular. Hay cosas muy concretas a las que estamos llamados a partir del encuentro y de la escucha de la Palabra: Reconocer que el primer paso lo ha dado Dios cuando ha preparado para nosotros este mundo inmenso y maravilloso. Aceptar que no somos dueños absolutos, pero que tenemos que empoderarnos de la misión que nos ha sido confiada. Siempre debemos estar listos a dar cuentas y razón de nuestra administración fiel y transparente de lo que Dios ha permitido administrar. Tenemos que ser misioneros de la esperanza, para que el mundo siga creyendo y construyendo un futuro mejor. No podemos quedarnos mudos frente a los gritos de la realidad que nos rodea. Ser misioneros de la unidad y del amor, que saben reconocer el valor y la necesidad del otro, para que juntos construyamos y no para que nos apropiemos de lo que no nos pertenece.

Mar 23 Oct 2018

Jesús cambia nuestra vida

Introducción La liturgia de este domingo nos habla del gozo y la alegría que trae la salvación de Dios y por eso desde la oración colecta se invita a conjugar la promesa con el mandato del Señor, cosa que se ve reflejada de manera muy clara en las lecturas de este día. Es fundamental tener en cuenta para nuestra reflexión estas tres ideas: La salvación de Dios se manifiesta en lo concreto de la vida y por eso la alegría nace del corazón de quien ha experimentado el encuentro con él, viéndose afectado en lo específico de su vida. El Sumo sacerdote debía sentir los dolores y fragilidades del pueblo para poder interceder por él, así nuestro Señor Jesucristo ha asumido nuestra carne y nos ha elevado para ser presentados también ante su Padre. El paso de Jesús por la vida de todo hombre genera un cambio y los efectos deben notarse. Quién realmente se hace discípulo aprende a ver más allá de lo aparente y descubre quién es Jesús en su vida para seguirlo en plenitud. Primera lectura: Jr 31,7-9 Salmo Sal 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6 Segunda lectura: Hb 5,1-6 Evangelio: Mc 10,46-52 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Evangelio de este domingo nos sirve de marco de lectura del mensaje de la liturgia, ya que descubrimos en Marcos el final de un camino que Jesús ha venido recorriendo desde Galilea hasta Jerusalén y que podríamos mirar como el proyecto de discipulado, entendido como seguimiento del Mesías crucificado. Lo curioso ha sido que los discípulos no han entendido quién es Jesús, pero los que se acercan en el camino si lo perciben. Este camino se enmarca en 2 ciegos: el de Betsaida y el de Jericó. Para ser discípulo es necesario meterse en el camino y no quedarse en el borde, es necesario pisar sobre las huellas del crucificado para poder experimentar la alegría de la salvación. El Evangelio de Marcos no podemos descontextualizarlo y se hace prioritario ubicarnos como discípulos en la escucha del Maestro, que nos habla en el camino y nos instruye para que podamos ponernos en camino, ya que las instrucciones que ha dado en la casa son para los que ya han empezado la experiencia de discípulos, pero que lastimosamente no han podido entender lo que significa. El ciego Bartimeo no es importante en sí mismo como relato, sino que nos lleva a la dinámica del discipulado: ser discípulo es saber meterse en contexto, saber pisar sobre las huellas de Jesús. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios habla al corazón de cada uno de nosotros y habla de manera directa al corazón de la comunidad cristiana. Hoy hay un llamado para que la comunidad experimente un proceso de fe muy concreto: Es necesario tener el encuentro personal y comunitario con Jesús. Vale la pena dar el salto de nuestra vida: hay que dejar los miedos y seguridades falsas, para arriesgarlo todo en la aventura de la fe que nos propone Jesús. Es necesario abrir los ojos para ver a Jesús en el rostro del otro, para poder callejear la fe, en palabras del Papa Francisco, y así ser coherentes. Por último, es necesario meterse en el camino, hacerse discípulo y no dejar enfriar la fuerza y la alegría del encuentro. Cuando el encuentro ha sido verdadero, los efectos deben notarse en el compromiso discipular. Quien se hace discípulo, debe abrir los ojos para no quedarse en las ilusiones que ofrece la sociedad, ni dejarse deslumbrar por los espejismos de la fama y del dinero. Hacerse discípulo es cargar la cruz y negarse para poder emprender el sendero del seguimiento. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? En la pasada visita del Papa Francisco a Colombia, cuando en Medellín hablaba a los sacerdotes y consagrados expresaba: “El llamado de Dios no es una carga pesada que nos roba la alegría, ¿es pesada? A veces sí, pero no nos roba la alegría. A través de ese peso también nos da la alegría. Dios no nos quiere sumidos en la tristeza —uno de los malos espíritus que se apoderaban del alma y que ya lo denunciaban los monjes del desierto—; Dios no nos quiere sumidos en el cansancio que viene de las actividades mal vividas, sin una espiritualidad que haga feliz nuestra vida y aun nuestras fatigas. Nuestra alegría contagiosa tiene que ser el primer testimonio de la cercanía y del amor de Dios. Somos verdaderos dispensadores de la gracia de Dios cuando trasparentamos la alegría del encuentro con Él.” Este mensaje del Papa, unido a lo que nos propone la Palabra de Dios y la liturgia, tiene que llevarme a ser portador de la alegría y de la luz que da el Señor. No podemos tener comunidades apagadas y ciegas si son verdaderamente cristianas. El gozo del Evangelio debe hacer de nuestras comunidades y parroquias un espacio concreto para vivir la luz, la visión y sobre todo la alegría del discipulado. Vivimos en una sociedad marcada por la indiferencia frente al que sufre, pero también por el rechazo a muchas acciones que tratan de acercarnos a Dios. Si la fe nos mueve y el ser discípulos está configurando nuestra vida, debemos dejarnos tocar por el Señor y aprender a luchar por la dignidad y la alegría, por la igualdad y las oportunidades. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Ya el Papa nos ha insistido que el seguimiento no es fácil, pero que debe ser alegre y por eso este camino de discípulos nos lleva a no quedarnos con la alegría que inunda el corazón sino a vivir la experiencia del encuentro con el otro para comunicarle nuestra alegría, que finalmente no es nuestra, es una noticia de salvación, es una persona que habita en nuestro ser. El Evangelio debería llevarnos a identificarnos con Cristo y no con Bartimeo, por eso estamos invitados a ser instrumentos de luz, iluminar la vida y abrir los ojos de aquellos que no han descubierto la felicidad verdadera, aquellos que caminan como ciegos en la vida y no se han dejado iluminar por el Señor. Este ejercicio de misión no es de muchas palabras, pero sí de mucho testimonio y perseverancia. Quien nos vea, debe ver el rostro de Jesús y la bondad del Señor, eso es una misión exigente y seria, pero con muchos frutos.

Jue 18 Oct 2018

Seamos una Iglesia en salida misionera

Introducción La Liturgia de la Palabra en el contexto de la Jornada Mundial de las Misiones permite plantear una pregunta: ¿cómo quiero que sea la Iglesia para poder responder al momento histórico que vivimos? La respuesta la encontramos en las enseñanzas del Papa Francisco: “una Iglesia en salida Misionera… una nueva etapa de evangelización marcada por la alegría…” (EG 1). Ideas temáticas que nos ofrece la Palabra de Dios: La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús, no es excluyente, es universal. Mantener vivo el espíritu misionero Fe y confianza en el servicio misionero Salmo Sal 66, 2-3.5.7-8 Segunda lectura: Ef 3 2-12 Evangelio: Mc 16, 15-20 Primera lectura: Is 56, 1.6-7 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto de Isaías 56, 1.7 se enmarca en la alegría de un pueblo que regresa del destierro de Babilonia y experimenta una nueva realidad socio cultural y religiosa que le plantea desafíos y una pregunta legal: ¿han cambiado las normas antiguas o permanecen? Por ejemplo, era una norma prohibir la participación en la asamblea cultual a los extranjeros y a los eunucos, y se generaba una cultura excluyente que es evidenciada por los autores sagrados en diversos textos (Dt 23, 2-9). El Tercer Isaías responde con la novedad de Dios que no excluye, que sale al encuentro del extranjero, que no juzga, que se hace cercano e invita a vivir y a perseverar en la Alianza, a practicar la justicia y el derecho y a tener un comportamiento cultual auténtico que en el texto está incluido en “guarden el sábado sin profanarlo” (Is 56,6). La gran invitación del texto es a practicar la equidad y la justicia. El Salmo 66, 2-3.5.7-8. El texto expresa un reconocimiento de la acción de Dios, no sólo sobre el pueblo elegido, sino que se abre a la universalidad de un Dios que actúa en la historia y en el cosmos y nada queda exento de su acción. Es una mirada contemplativa de la acción totalizante de Dios y el salmista exhorta a elevar una oración de alabanza, de reconocimiento al Dios que bendice (Num 6,24-27); y el salmista enfatiza que esa bendición incluye a aquellos a quienes la ley antigua excluía de la asamblea de Dios y todos son convocados a unir sus voces en una sola alabanza. Efesios 3, 2-12. La carta a los Efesios ofrece dos grandes temas: Cristo y la Iglesia. Dios tiene un “secreto divino” al que Pablo llama “Misterio de Cristo”. Dios no lo había revelado pero lo ha hecho visible, cercano, presencia viva en la persona adorable de Jesús y es un misterio que no excluye, sino que tiene identidad y fuerza de universalidad, de totalidad y Pablo que “tiene conocimiento” de ese misterio por la gracia de Dios, sabe y entiende que ese misterio se despliega en y por la Iglesia. El apóstol tiene conciencia de la misión que le ha sido confiada: anunciar el misterio de Dios, Cristo, a los paganos, más aún, el misterio de Dios trasciende e involucra al mismo cosmos, a la creación entera. De esta alegría brota la fuerza de la fe que se traduce en plena confianza en el Señor Jesús y da el ímpetu, el coraje para el anuncio misionero (2 Tim 1,12). Marcos 16,15-20. La comunidad apostólica ha experimentado, más aún, han hecho conciencia del sentido y significado que la Resurrección de Jesús ha traído a la vida personal y comunitaria: Ha disipado los sentimientos de frustración, de miedo, fracaso, desolación; el resucitado ha hecho presencia en ellos y han entendido que el mensaje de Jesús no puede quedarse en un pequeño grupo y el Señor, en el texto de hoy, les da una nueva misión: anunciar, predicar, despertar la fe, incorporar a todos en el misterio pascual de Cristo, por la gracia del Bautismo. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Este momento de la preparación de la homilía es privilegiado. Yo, sacerdote que voy a predicar la Palabra me confronto con ella y me dejo “herir” por la fuerza de la Palabra de Dios; experimento la gracia de ser misericordiado y con docilidad me dispongo a ser instrumento del Señor para los hermanos. a.- Sentirme el más pequeño, como Pablo, y hacer conciencia que el Señor me ha confiado el “misterio de Dios”: “…Dios manifiesta su cercanía y su elección donde quiere, en la tierra que quiere…Él cambia el curso de los acontecimientos al llamar a hombres y mujeres en la fragilidad de la propia historia, personal y comunitaria…” (Papa Francisco, la Macarena, Medellín, septiembre 9 de 2017). ¿Tengo conocimiento sublime (Flp 3,8) del misterio de Dios? ¿Hay en mi ser sacerdotal pasión por el anuncio del evangelio? b.- En la cultura posmoderna se evidencia el fenómeno de la “indiferencia religiosa” en muchos sectores de la sociedad. La alegría del encuentro con Cristo no está llegando a todas las personas. Es urgente una transformación misionera de la Iglesia y de manera especial de los sacerdotes ministros de la Palabra. ¿Hay desidia, pereza e indiferencia en mi ministerio sacerdotal para “salir” al encuentro de los hermanos con la luz del Evangelio? ¿Tu tiempo es de Dios y para Dios en el anuncio gozoso del Señor? c.- Hemos sido llamados y habilitados para hacer presente a Cristo en medio de las comunidades, para que los signos de muerte no se apoderen de los caminos de reconciliación que el Señor Jesús regó con su Sangre. Me pregunto: ¿he permitido que la gracia del Evangelio corte los factores de muerte que anidan en mi vida y distorsionan el llamado? Recordemos: “la intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión esencialmente se configura como comunión misionera” (EG 23). ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? a.- La mirada misericordiosa de Dios no excluye a nadie, su proyecto de salvación es dado en gratuidad para toda la humanidad en todos los lugares, culturas y circunstancias históricas que el ser humano debe enfrentar, no de cualquier manera, sino con la certeza que el Señor Dios nos ha llamado, ha revelado su misterio de amor en la persona de Jesucristo, acompaña y envía a los llamados a anunciar con alegría el misterio de Dios. b.- El espíritu misionero que habita en el cristiano por la gracia del sacramento del bautismo, se dinamiza, se mantiene vigente cuando se vive en acción contemplativa el accionar de Dios en la cotidianidad de la vida. Quien contempla la acción de Dios no se la pueda guardar para sí, sino que la fuerza de la fe le suscita el entusiasmo por la misión, se hace realidad que “la alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EG 23). El evangelio “misterio de Dios” revelado en Cristo es “una Buena Noticia, la eterna, la que él debía anunciar a los habitantes de la tierra, a toda nación, familia, lengua y pueblo” (Ap 14,6). c.- Si la alegría del Evangelio aviva mi espíritu misionero debo encarnar las acciones que caracterizan al discípulo misionero: primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar (EG 24). Una verdadera fe se acrisola en la misión. Somos responsables del anuncio del Evangelio y esta responsabilidad que es guiada por el Espíritu Santo requiere discernimiento y planteamiento de nuevos retos que no se pueden estancar en simples planes y tecnicismos que responden más a intereses estadísticos que a procesos de conversión pastoral. La alegría del Evangelio, el espíritu misionero, la fe y confianza en el Señor Resucitado son la garantía del ser y la misión de la Iglesia que se ha de plantear nuevos interrogantes: ¿cómo quiere Dios hacer presente en la cultura de la hiper-posmodernidad la buena nueva de Jesucristo? ¿Cuáles son los signos que nos da Dios para la conversión pastoral que nos permita dar el “segundo paso” al interior de la cultura e impregnarla de la acción de Dios que todo lo renueva y lo transforma? La fuerza del Evangelio nos exhorta a una Conversión Pastoral, a “profundizar en la conciencia de la Iglesia misma…a un anhelo generoso y casi impaciente de renovación que consiste en el aumento de la fidelidad a su vocación…” (EG 26). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Palabra de Dios nos enseña que la vida cristiana es exigente y que no puede ser vivida bajo el lema de la indiferencia misionera. Debo abrir los ojos del corazón a la alegría de ser llamado a la misión que brota del Misterio Pascual de Cristo que suscita coraje y pasión por el anuncio del Evangelio. La novedad de Cristo se siente en el impulso misionero que requiere discernimiento, purificación y reforma (EG 30).

Jue 11 Oct 2018

Dios ofrece el tesoro de la sabiduría

En un mundo en el que tantos buscan tesoros que se acaban, Dios nos ofrece el tesoro de su sabiduría. La revelación del amor de Dios está en su palabra que llega a lo más hondo de la vida para transformarla. Cuando se abre el corazón al tesoro del amor de Dios, todo lo demás sobra porque no llena la vida. Primera lectura: Sb 7,7-11 Salmo Sal 90(89),12-13.14-15.16-17 Segunda lectura: Hb 4,12-13 Evangelio: Mc 10,17-30 (forma larga) o Mc 10, 17-27 (forma breve) ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos muestra el único tesoro que ni se acaba ni se extingue: la Sabiduría Divina. El Salmo canta la misericordia porque es la acción de Dios en la propia vida. La Carta a los Hebreos nos desvela el valor de la Palabra que llena el corazón con la luz de la fe. El Evangelio nos recomienda buscar la verdadera riqueza que produce alegría y que nadie nos podrá arrebatar. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Hay en el mundo una sed insaciable de honores, de glorias efímeras, de cosas que satisfacen momentáneamente, pero que definitivamente no salvan. En el amor de Dios que se nos revela en esta Palabra, hay una invitación que nos ubica, nos aterriza, nos invita a arraigar la vida en lo que de verdad vale y significa. El personaje del Evangelio, apenas sintió que le “tocaban su bolsillo”, prefirió cerrarse al novedoso camino que Jesús le ofreció. Tantas veces nos puede pasar lo mismo. Las cosas nos absorben, nos fabricamos ídolos que son capaces de ocultar las buenas intenciones que pueden darse en nuestra vida, porque encierran a la persona en sus gustos, en sus placeres, en sus bienes, impidiendo que el amor verdadero fluya en la forma siempre nueva y creativa de la misericordia. Es por eso que hemos de recordar qué tesoros nos ofrece Dios, cómo nos muestra que el camino de la humanidad se ha desviado hacia intereses que no llenan, hacia bienes que no sacian, hacia caminos que tienen como destino la oscuridad total del que termina sin amar. Con el don de la Palabra, la que se encarna para hacerse cercana, Dios quiere llegar hasta lo más hondo de las personas, entrar al corazón en el que no faltan las heridas causadas por tantas cosas que rompen la unidad que Dios quiere en nuestras vidas y hace que el corazón humano se ahogue en sus propias vanidades. El remedio a esta cárcel de ilusiones en las que nos encierra el pecado es la libertad que nos ofrece el Evangelio cuando entendemos que todo desprendimiento será colmado luego por la paz infinita y por el gozo que realiza en el creyente el saberse libre para ir en pos de Jesús. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Como orientador de una familia creyente, debo enseñarle a todos, incluso a mí mismo, que “sólo Dios basta” como lo proclama la espiritualidad carmelitana, que “todo se muda” y Dios siempre permanece, invitándonos a no quedarnos en lo efímero sino a enraizarnos en lo que Es y en lo que da vida. Hay que centrarse, por lo tanto, sólo en Jesús, permaneciendo en Él, palpando su humanidad, como nos lo enseñó el Papa Francisco: Con la mirada y los sentimientos de Jesús, que contempla la realidad no como juez, sino como buen samaritano; que reconoce los valores del pueblo con el que camina, así como sus heridas y pecados; que descubre el sufrimiento callado y se conmueve ante las necesidades de las personas, sobre todo cuando estas se ven avasalladas por la injusticia, la pobreza indigna, la indiferencia, o por la perversa acción de la corrupción y la violencia. Con los gestos y las palabras de Jesús, que expresan amor a los cercanos y búsqueda de los alejados; ternura y firmeza en la denuncia del pecado y el anuncio del Evangelio; alegría y generosidad en la entrega y el servicio, sobre todo a los más pequeños, rechazando con fuerza la tentación de dar todo por perdido, de acomodarnos o de volvernos solamente administradores de desgracias. (Papa Francisco, Encuentro don los Consagrados. Medellín, septiembre 9 de 2017) ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Nos encontramos con Jesús que es la Sabiduría eterna del padre, la “sapiencia suma del Dios soberano” (gozos de la Novena de Navidad de Colombia) y que en su cercanía se desprendió de todo para asumirnos a todos, para congregarnos en una misma esperanza, para enseñarnos la poquedad de todo lo que no es eterno y de todo lo que perece. Liberados de las cosas, se abre en el corazón el espacio necesario para colmarlo con la experiencia de Jesús y con el gozo de después llevarlo a quien quiera vivir la vida con lo necesario para vivirla y con lo suficiente para compartirla.

Mié 3 Oct 2018

El matrimonio cristiano cumple al plan divino de la creación

La Palabra Divina hoy nos propone, en primer lugar, el relato de la creación de la mujer; luego, nos ofrece el Salmo en el que se recuerda la inmensa dignidad de la que comparte la existencia y le da sentido, gozo y alegría a la familia humana; por su parte, la Carta a los Hebreos nos “hermana” con el mismo Dios; y, finalmente, el Evangelio vuelve a recordarnos que el matrimonio cristiano une al hombre y la mujer como cumplimiento del plan divino de la creación. Primera lectura: Gn 2,18-24 Salmo Sal 126(127),1-2.3.4-5a.5b-6 (R. cf. 5) Segunda lectura: Hb 2,9-11 Evangelio: Mc 10,2-16 (forma larga) o Mc 10, 2-12 (forma breve) ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios expresa en toda su dignidad y plenitud la familia humana, le da origen divino, la eleva a la altísima categoría de generadora de la vida y la santifica con la gracia sacramental que encuentra su origen en la misma voluntad creadora. La institución familiar así consolidada genera la originalidad de la familia cristiana, procedente de la tradición hebraica, santificando la monogamia, proponiendo en la fidelidad conyugal un signo de la acción de Dios, santificando la unión de los esposos, dando sentido a la originalidad de una familia en la que un hombre y una mujer abiertos a la vida, son co-creadores y comparten con el Autor de la vida el honor de generarla, procrearla, dignificarla. La palabra hogar, no sólo identifica un fuego encendido en el que se encuentra motivación para el encuentro, define en su riqueza expresiva la familia como espacio propio para que la vida surja, para que los esposos den significado a su amor generando comunión de bienes y de esperanzas. La familia es el escenario de la primera formación humana para la vida, el espacio propio del perdón que reconcilia y del amor que genera vida. Superadas las ideas de una sociedad que dividía los roles de los géneros, nos propone una complementariedad que respeta su diversidad y la realiza en la comunión, en la unidad, en la complementariedad creativa y gozosa. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Más que citar un párrafo específico del magisterio del Papa Francisco en su visita, debemos recordar el gozo esperanzador que iluminó su corazón al ver que le acogían las familias, al ver el orgullo con el que los padres pedían para sus hijos una mirada y una bendición. En el camino de encuentro y reconciliación que se ha emprendido, ha de rescatarse la institución familiar tan amenazada por las tendencias sociales, por la imposición de una ideología de género que quiere sustituir la originalidad de la voluntad creadora. Hay que reiterar el llamado eclesial que reconoce en la mujer un signo irrefutable del amor de Dios y la pone delante del hombre no para que le sirva sino para que sea amada en su grandeza, en su altísima dignidad, en su misión generadora de vida, en su identidad como madre, en su misión de formadora de la vida, en su carácter de constructora y de determinante de los valores sociales. La invitación a valorarla, a darle su auténtico papel en la sociedad, fue expresada en el discurso del Papa Francisco al CELAM, en el que resaltó la dignidad de la mujer en la gesta evangelizadora y en la creación de la identidad de la actual sociedad humana. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Cristo santifica y da la dignidad sacramental a la unión del hombre y la mujer, retomando y bendiciendo la experiencia ya consagrada en la voluntad del Creador. Ser “una carne” es aprender a sentir en comunión, a vivir en comunión, a dignificar la procreación de la vida, a defender la familia, santuario y realidad no negociable, a prevenir para que no se impongan ideologías que desconocen la voluntad creadora y el original designio de la creación.

Jue 27 Sep 2018

Con varios desafíos concluyó encuentro nacional de liturgia

Con la creación de espacios de formación litúrgica, la reactivación del boletín “Actualidad Litúrgica” y la conformación del grupo “Amigos de la Liturgia en Colombia”, concluyó el Encuentro Nacional de Liturgia que se realizó por estos días en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC). El padre Jairo A. Montoya J., Director del Departamento de Liturgia de la CEC, calificó este evento como muy positivo y destacó que su desarrollo se hizo en un ambiente de oración, estudio y reflexión. Al referirse al proceso de formación inicial, el sacerdote explicó que se pretende llegar hasta los Equipos Parroquiales de Animación Litúrgica (EPAL) para desplegar una capacitación que, con innovación y creatividad, fortalezca la celebración y vivencia delMisterio Pascual de Cristo, que continúa actuando su fuerza salvadora en bien de las comunidades. Esta iniciativa contará con el apoyo de la Comisión Nacional de Liturgia (CONALI). Otra de las acciones, es la de reactivar el boletín "Actualidad Litúrgica" que es realizado por el Departamento de Liturgia de la CEC, tiene un enfoque formativo e informativo y está dirigido a obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y laicos comprometidos en el servicio litúrgico. También, destacó que, como iniciativa de los participantes y de liturgistas del país, se conformó elgrupo llamado "Amigos de la Liturgia en Colombia", que tendrá como meta estudiar y profundizar en una reflexión teológico-litúrgica que fortalezca la reflexión, celebración y vivencia de la Pascua, de nuestro Señor Jesucristo, misterio central de nuestra fe. El tema que centró la atención de los participantes versó sobre “La celebración dominical evangeliza la parroquia”. En este marco, algunos desafíos planteados tienen que ver con lacelebración digna de la liturgia, con atención a sus elementos particulares: belleza, decoro, canto, aspersión, Credo, oración común, homilía, oración universal. riqueza del Misal y catequesis litúrgica; elaborar, divulgar y socializar formación en todos los ambientes litúrgicos; fortalecer la unión de los Amigos de la Liturgia; animar los procesos de misión; promover el domingo como día de profundización de la Palabra, estudio y promoción social; la oración de la Liturgia de la Horas, entre otros. El encuentro contó con la presencia de 45 participantes, entre sacerdotes delegados diocesanos, profesores de liturgia, religiosos y laicos comprometidos de diferentes jurisdicciones del país. Tuvo como objetivo profundizar y reflexionar sobre la evangelización de la parroquia a través de la celebración dominical de la misa, la celebración en ausencia del presbítero y la vivencia de la caridad, para ofrecer elementos que fortalezcan su celebración y vigoricen la comunidad.

Mié 12 Sep 2018

¿Quién dicen que soy yo?

Primera lectura: Is 50,5-9a Salmo Sal 115 (114),1-2.3-4.5-6.8-9 (R. cf. Lc 9,57) Segunda lectura: St 2,14-18 Evangelio: Mc 8,27-35 Introducción El encuentro con la Palabra que vamos reflexionar en esta celebración dominical, entre otras, nos ofrece las siguientes ideas temáticas: Reconocimiento y seguimiento de Jesús en una vida manifestada con la Fe y con las obras. Concientizarnos que para vivir hay que morir para resucitar a una vida nueva; tomar la cruz y seguir a Jesús. Ser discípulo misionero implica ser consecuente con la misión de Jesús para alcanzar la herencia prometida de la resurrección. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La liturgia de la palabra, particularmente el Evangelio presenta una especie de confrontación entre lo que la gente pensaba de Jesús, y lo que pensaban sus discípulos, respecto a lo que El proponía para verdaderamente ser sus discípulos. El Evangelio de hoy muestra la diversidad de prospectivas entre Jesús y Pedro, en las cuales, comúnmente nos encontramos nosotros mismos. Nos dice el evangelista Marcos: “En aquel tiempo Jesús partió con sus discípulos hacia una ciudad en torno a Cesarea de Filipo, y por la vía interrogaba a sus discípulos diciendo: “¿quién dice la gente que soy yo?”. Y ellos respondieron: unos dicen que “Juan el Bautista, otros que Elías y otros uno de los profetas”. Pero ustedes replico: ¿y ustedes quién dicen que yo sea? Pedro le responde: “tú eres el Cristo”. Y les impide a ellos de no hablar ello con ninguno. Da la impresión que Jesús, conociendo los pensamientos y la profundidad del corazón de los suyos, con firmeza los saca de los falsos sueños y de las falsas expectativas que tienen a cerca de Él, sorprendiéndolos con su verdadera visión de Mesías: “Y comenzó a enseñarles que el hijo del hombre debía sufrir mucho, ser condenado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, para luego ser asesinado y a los tres días resucitar”, Jesús pronunciaba abiertamente este discurso. Pedro lo llevo aparte y comenzó a reprenderle. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y reprendió a pedro diciéndole: “apártate de mí satanás, tú piensas como los hombres no como Dios”. No tenía todavía una perspectiva de vida del Maestro: una visión divina, eterna, de grande valentía para difundir el evangelio, sobre todo no podía tener la disposición de poner en riesgo la misma vida terrena, por la vida eterna, como acontecerá después de la venida del Espíritu Santo, en pentecostés. Podemos comprender la perplejidad de los discípulos, que terminará en el miedo y la fuga, el día del arresto de Jesús y durante su pasión y muerte… cómo fueron caídas las esperanzas que habían cultivado. ¿Qué me dice la sagrada Escritura? Será el Espíritu Santo que clarificará el verdadero plan de Dios sobre los discípulos, al punto que, después de pentecostés, serán hombres diversos, de verdad seguidores del Maestro: dejando el miedo, afrontarán todo tipo de obstáculos, de sufrimiento, de persecución, de prueba, hasta el martirio. Tal vez los apóstoles veían en Jesús, que tenía palabras de verdad ligada a la potencia de los milagros, un mañana aquí en la tierra lleno de gloria. Eran de verdad pobres los apóstoles: pescadores sin un mañana… se parecían a tanta gente de hoy que no tenían ni siquiera la fuerza de “soñar”, conscientes de que estos sueños muchas veces son sólo castillos en el aire, golpeados por la fatiga del día a día o, como otros, guiados por un sueño de grandeza humana, sin escrúpulos, marginando la posibilidad de una actitud simple de los apóstoles, que termina siempre en dejar un sin sabor en la boca. Sólo quien ha tenido la fortuna de nacer y vivir en familia, donde la fe estaba en el primer puesto, sin falsas ambiciones, puede entender la belleza de no tener sueños simplemente humanos, sino deseos de la realidad eterna. Hoy la Sagrada Escritura me invita a formular diversas preguntas existenciales para la vida: Aparece la pregunta fundamental que nos podrimos formular personalmente: ¿Quién es Jesús para mí?, ¿cuáles son los tiempos mejores para mí como ser humano? ¿Considero los tiempos en los cuales los sueños terrenos no van más allá de la belleza física, del estar bien y contar humanamente en la sociedad o del tiempo de la simplicidad evangélica, que da espacio a Dios, a las virtudes, a la generosidad en el amor? ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Nos sucede también a nosotros, a veces, de concebir nuestra fe, como una serie de “seguridades” que vienen de Dios, pero como una “garantía” contra las dificultades de la vida. Frente a esta tentación humana, Jesús dice a sus discípulos, y hoy a nosotros: “el que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame”. Sabemos que ningún ser humano puede escapar del sufrimiento y del dolor, o también a momentos de grande angustia, ligados a nuestro ser de creaturas frágiles, sujetos a los límites y a las precariedades de nuestra vida terrena, que se manifiesta de tantos modos. Aparece, en la liturgia de la palabra, el verdadero sentido del “poner a prueba nuestra fe”, confirmar la presencia de Dios en nuestra vida, el amor personal y fiel de cada uno por Jesús. En reiteradas ocasiones Jesús les pedía a sus Discípulos: “Meteos bien esto en la cabeza”. Jesús trata de hacer caer en cuenta a sus discípulos de la novedad de su propuesta de salvación. Debe ser que Jesús sabía bien que sus discípulos eran cabeciduros. O simplemente les pasaba lo que nos puede pasar nosotros, que a veces hay cosas que no nos gusta oír, y que, por lo tanto, no las oímos. Los discípulos, animados por Pedro, habían tomado conciencia de que Jesús es el Mesías, el enviado de Dios para liberar al pueblo de Israel de la opresión y la injusticia. Esto lo sabe Jesús. Como buen maestro y pedagogo sabe que los discípulos han dado un paso al frente. Ahora saben que él es el Mesías, pero no tienen idea de qué tipo de Mesías es Jesús. Más bien tienen muy claro cómo les gustaría a ellos que Jesús fuese Mesías.Cuando Jesús les da esta trágica noticia: “Al hijo del hombre deberá sufrir mucho y ser entregado en manos de los ancianos y morir”, esta afirmación de Jesús les cambia por completo el horizonte. Por eso, sabía Jesús que les iba a costar comprender su peculiar manera de ser Mesías: estar cerca de los pobres y sencillos, siendo testigo del amor de Dios para los marginados y excluidos y encontrándose con los poderosos sin armas, renunciando a toda violencia. Asumiendo que al final las fuerzas del mal podrían ganar la batalla (¡pero no la guerra!). La muerte no tiene la última palabra. Jesús les anuncia también que al tercer día resucitará. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Como es natural, los discípulos no entendían. Tampoco querían entender algo que estaba tan lejos de sus expectativas. Sentían que lo que decía Jesús era verdad, pero les daba miedo asumir esa verdad. A ellos, como tantas veces a nosotros, les costaba entender que la resurrección pasa por la muerte y que no puede ser de otra manera. La invitación de Jesús sigue vigente para nosotros: “El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por causa mía y el Evangelio la salvara”. El Papa Francisco continuamente nos invita a ser discípulos misioneros del Evangelio con alegría y venciendo los miedos y temores que puede suscitar la misión, aunque, si a veces, esto implique correr la misma suerte del maestro.