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migrantes venezolanos

Dom 29 Dic 2019

Pilín León: “Vivo agradecida con Colombia”

“Yo creo que Colombia me regaló no solo la forma de ayudar a otros, sino una fe plena, una alegría dentro del exilio al saber que siempre que lo tengo a Él (Dios) no estoy sola”, afirmó esta venezolana que salió de su patria hace unos diez años para residenciarse en Barranquilla, junto con su esposo y sus tres hijos, buscando un espacio donde poder vivir en paz. Ella es Carmen Josefina León Crespo, mejor conocida como Pilín León, la misma que en 1981 participó en Londres en el concurso de belleza ‘Miss Mundo’ obteniendo el primer lugar para su país. Compartimos con esta especial mujer un ‘encuentro navideño’ en su reciente visita a la Conferencia Episcopal de Colombia, donde nos participó sobre su fe, su servicio parroquial, su trabajo incansable por sus compatriotas migrantes y sus recuerdos navideños. “Al principio, cuando llegué a Colombia, no me encontraba en este país, pero soy una mujer de fe y mi padre siempre nos orientó en ese sentido y nos mantuvo, como familia, muy unidos a la Iglesia (...) Dejé entonces que Dios interviniera en mi vida y me acerqué a la parroquia del sector donde vivo, Santa Laura Montoya”, nos contó con emoción recordando su llegada a tierras colombianas. Allí, en su parroquia, con la guía del padre Edgardo Bernales, esta venezolana de corazón ya colombiano, se ha esforzado por enriquecer su vida espiritual y fortalecer el sentido social que la ha caracterizado desde cuando fue reina hace 38 años. “Junto con varias hermanitas del movimiento Emaús adelantamos obras sociales en la cárcel del Buen Pastor en Barranquilla (…) Colombia me ha dado tanto que no puedo limitar mi ayuda solo a los venezolanos, sino que debo también pensar en la gente necesitada de este país.” Y es que su gente venezolana siempre está presente en su corazón y en sus acciones, especialmente esos migrantes que llegan en alto grado de vulnerabilidad a la capital del Atlántico. Para ellos adelanta gestiones muy importantes como vicepresidente de la “Asociación Venezolanos en Barranquilla”, buscando alimentos, ropa, asistencia médica y techo provisional, mientras estas personas se ubican laboralmente. Pilín, hoy, más que una reina toda una ‘dama de fe’ comprometida con los más necesitados, concluyó su visita pidiendo a Dios bendiciones para Colombia y Venezuela en esta navidad y en el año nuevo, y resaltando la importancia de la oración y el perdón en estos días de fiesta cristiana: “Pedir perdón y perdonar a todos aquellos que nos han hecho daño; orar por nuestros gobernantes, tanto de Colombia como de Venezuela, para que sea Dios quien los guíe en el camino de guiar a sus pueblos hacia la paz, la reconciliación y la prosperidad”.

Lun 15 Jul 2019

Vivir la caridad en una inmensa crisis

El Señor nos regaló un testamento de amor antes de padecer en la Cruz, “amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 13,34), precisamente vienen a nuestra mente estas palabras del Buen Maestro en el doloroso momento que vivimos en Colombia, especialmente en la frontera con la hermana nación de Venezuela. Desde hace casi cuatro años, hay un flujo creciente de personas, hombres, mujeres y niños que pasan a nuestro País a comprar alimentos, a buscar medicinas y los servicios de salud, también todo lo necesario para llevar adelante sus vidas en los más sencillos detalles. Cada semana llegan a ser 75 mil personas en un día del fin de semana. Un drama que ha venido aumentando progresivamente en los días, ahora, tenemos casi un millón trescientos mil venezolanos en nuestra casa, además de los colombianos que han retornado, ochocientos mil. Las distintas Diócesis de la frontera: Riohacha, Valledupar, Tibú, Nueva Pamplona, Ocaña, Málaga-Soatá, Arauca, los Vicariatos de Puerto Carreño y Vichada.El drama de estos hermanos ha tocado también a las ciudades donde otras comunidades de nuestras Iglesiashan atendido esta gran crisis, ayudando a los hermanos que sufren.Sólo la Diócesis de Cúcuta ha entregado más de ochocientos mil desayunos y más de un millón cuatrocientos mil almuerzos a estos hermanos en condiciones deplorables. Un gran número de laicos voluntarios, religiosas y religiosos, sacerdotes han atendido esta gran emergencia, con caridad, amor y fraternidad. En los últimos días esta situación de necesidad, la falta de alimentos y medicinas ha hecho aumentar el flujo de hermanos que vienen a Colombia y, previsiblemente, tendremos muchos Venezolanos que para poder sobrevivir pasaran la frontera, familias enteras. Nos corresponde orar mucho para que esta nación encuentre un camino que resuelva sus situaciones internas, respetando la libertad, la capacidad de escoger cada nación su destino y, especialmente respetar la dignidad de la persona humana. Al momento, en el horizonte no se ve una solución a este momento político de Venezuela, van llegando muchos hermanos, muchos niños y jóvenes que tenemos que ayudar y acoger con gran responsabilidad social y con fe, en la caridad de Cristo. Como nos ha repetido el Papa FRANCISCO, en el hermano que sufre, podemos ver y besar la “Carne de Cristo que sufre”. Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo y doctor nos enseña que hacer “limosna es un acto de caridad favorecido por la misericordia” (S. Th. II-II, q. 1), pero nuestra ayuda a estos hermanos es algo más, son nuestra familia que sufre, somos el mismo pueblo y con las mismas raíces, pero que nos ha separado la historia. Cada uno de los oyentes de este programa puede empeñarse en ayudar a estos hermanos, con una palabra de aliento, con un trabajo justamente remunerado, facilitando su camino y sobre todo sembrando en ellos esperanza de un futuro mejor.Esta es una gran oportunidad para vivir el amor al prójimo, para cumplir aquello que nos relata el evangelio de San Mateo: “tuve hambre y me disteis de comer… tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis”. (Mt 25, 35-36). Se acerca una gran crisis, el sufrimiento de nuestros hermanos venezolanos crece, oremos intensamente por ellos y ayudémoslos con gran fe.

Dom 7 Jul 2019

Crisis migratoria y de gobernabilidad alerta a la Guajira

La Guajira es uno de los departamentos que recibe mayor número de migrantes venezolanos en el país. El impacto de la migración masiva se suma a otros problemas de la región como la corrupción, la falta de gobernabilidad, el hambre y el cambio climático. Según monseñor Héctor Salah Zuleta, obispo de Riohacha, se calcula que hay 160 mil migrantes venezolanos establecidos en la Guajira, donde la respuesta gubernamental es insuficiente pues tanto en la gobernación como en las alcaldías no hay la estructura y estabilidad necesaria para poder hacerle frente a los impactos generados. “Riohacha en este periodo ha tenido 10 alcaldes, esto quiere decir que cada alcalde llega con su programa de gobierno y las iniciativas que se habían emprendido quedan frenadas. Lo mismo sucede con los gobernadores, pues en la Guajira hay 7 gobernadores en línea presos y hemos tenido en este periodo más o menos 6 gobernadores encargados, para un departamento que tiene más de un millón de habitantes sin contar a los hermanos venezolanos. Esto genera unas condiciones de incertidumbre, nadie sabe para dónde va el departamento y la mayoría no está en la capacidad de dar respuesta a estas necesidades tan grandes”. Afirma monseñor Salah que las ayudas prestadas por la Iglesia y la cooperación internacional a la población migrante resultan insuficientes. Por ejemplo, en Maicao, municipio fronterizo con Venezuela, con aproximadamente 200 mil habitantes, en los últimos 6 meses pudieron haber llegado 80 mil venezolanos, lo cual impacta temas sensibles de la región como el acceso a la salud, a servicios públicos, a educación y al empleo, y que hoy no tienen una respuesta eficiente por parte del gobierno. La Diócesis cuenta con hogares de acogida a los migrantes donde se prestan ayudas como alimentación, orientación jurídica, servicio de salud, dormitorios que benefician especialmente a madres cabezas de familia y madres gestantes que van de paso. “Yo creo que se han atendido más de 6 mil personas este año sin contar los comedores en los cuales se suministraba desayuno y almuerzo caliente a aproximadamente 5 mil personas. Pero eso es nada en comparación con la urgencia y necesidad de la gente, eso causa cierta frustración”. Los índices de desempleo de la Guajira, según el prelado, están cerca al 20% y puede seguir incrementándose. “Hay empresarios inescrupulosos que prefieren contratar a mitad del salario y sin prestaciones sociales un venezolano que está calificado. Eso significa una injusticia hacia el trabajador venezolano y el aumento del desempleo para el guajiro”. Situaciones como esta, contribuyen al sentimiento de xenofobia que advierte monseñor Salah, al considerar que se ha ido incrementando pues entre los locales existe la percepción que los migrantes les están quitando oportunidades laborales, y que en un departamento con tantas necesidades básicas insatisfechas se presta mayor atención a la población migrante. Llamado de la Iglesia La crisis de gobernabilidad en la Guajira, según el presbítero, es consecuencia de lo que para él es el peor problema de la Guajira: la corrupción. “Gran parte de la élite política ha aprovechado para su propio beneficio los recursos con los que se había podido haber solucionado los demás problemas. Hasta el año 2013 las regalías llegaron directamente a los bolsillos de gobernadores y alcaldes que hoy tienen a mucha gente presa. Con esos dineros se pudo haber realizado proyectos para el beneficio de la gente, pero tomaron otros rumbos. La corrupción va en contra de la economía para el bien común que es lo que promueve la Iglesia”. Se acercan las próximas elecciones regionales y monseñor cree que muchos han comprendido que hoy están pagando la elección desafortunada que hicieron al vender su voto “el llamado es a la gente, para que estudie concienzudamente por quien vale la pena votar en las próximas elecciones para que se comience a mejorar las condiciones de vida.” Sin embargo, advierte: “creo que puede suceder lo mismo de siempre, hay una especie de nepotismo, las familias intentan continuar en el poder, aunque algunos de sus integrantes se encuentren judicializados”. Por su parte, la Iglesia católica continuará prestando ayudas para acoger, proteger, promover e integrar a los hermanos venezolanos y llamar la atención sobre los cambios políticos y sociales que requiere la región.

Lun 24 Jun 2019

Marisela*: La esperanza que se aferra a la fe

En el marco del Día Internacional del Refugiado, que se celebró el pasado 20 de junio, deseamos ofrecer el testimonio de una refugiada venezolana, que nos ayudará a entender y sensibilizarnos frente a esta problemática que padecen miles de personas en el mundo entero. Las colombianas y colombianos hemos sido migrantes, hemos sido refugiados. Hemos migrado para trabajar, para estudiar, por amor, por soñar un mejor futuro, pero también hemos huido de la violencia, del miedo, de la guerra y atravesado fronteras buscando protección, salvar nuestras familias, tener un futuro donde la vida tenga sentido. Quienes han sido migrantes saben que no es fácil. Nunca se sentirá la identidad plena de la propia tierra, siempre habrá temores asociados a no tener en la práctica los mismos derechos de las ciudadanas y ciudadanos del país donde vamos. Siempre habrá desarraigo, nostalgia, tristeza y dolor por lo que se ha dejado, pero también una mirada nueva sobre la vida, nuevos aprendizajes, otras relaciones, sabores, sonidos, olores nuevos, esperanzas y sueños por construir. Antes fuimos un país expulsor y ahora somos un país receptor. Miles de personas venezolanas están atravesando la frontera y aunque saben que no será fácil, dejan su familia, trabajo, relaciones y bienes, porque la falta de alimentos, muerte de un ser querido por falta de medicinas o el agobio de vivir a oscuras, sin agua, sin dinero, sin transporte público, los lleva a sobrevivir sin ninguna calidad de vida, o como dice Marisela* , la protagonista de esta historia “solo quienes han vivido en carne propia lo puede entender”. Saben que se enfrentan a un fenómeno inédito, la pérdida de las condiciones normales de vida, literalmente no se vive, se sobrevive, es una especie de canibalismo donde todos luchan contra todos. A muchos en el mundo todavía les cuesta creer. "El miedo es el sentimiento que nos hace medir nuestra valentía", dice Marisela y continúa: “la decisión no fue sencilla. Noches eternas de insomnio. Dejar atrás todo para lanzarse a la incertidumbre. Eran inevitables mis lágrimas a medida que se acercaba el día pautado para mi partida hacia un futuro incierto, un comenzar de cero", recuerda. Una muralla de dudas, así describe su drama. De ser funcionaria pública de un ministerio del gobierno chavista se convertiría en una solicitante de refugio más, no tenía más opciones que tragar entero y resistir las vejaciones en su trabajo por pensar distinto o dejar todo atrás. Y llegó el día: "Cerré mis ojos y junto a mi hija emprendí el camino hacia un país que había elegido como destino en busca de una vida más digna y sin extorsiones ideológicas. Al cruzar la frontera miró una bandera junto a un cartel que decía "Bienvenidos a Colombia”. No contuvo las lágrimas y mirando a su hija, se dijo en silencio "Ya estás aquí, debes ser fuerte por ella y por los que se quedaron, ya no hay marcha atrás". 24 horas más tarde, llegó con su hija a Bogotá, "lo primero que hice fue dirigirme a Cancillería para formalizar mi solicitud de asilo, luego busqué alojamiento y sin perder tiempo al día siguiente salí a buscar trabajo. En todas partes me pedían un permiso para trabajar (..) el mundo se me puso un poco pequeño, pero yo no me daría por vencida. En la habitación donde me hospedaba había una pequeña cocina, al día siguiente me levanté a las 5 de la mañana, preparé unas empanadas venezolanas y las mandé a vender con mi hija, ese primer día fue de suerte, se vendieron todas y nos encargaron más para el siguiente día, pero no era suficiente para reunir y cubrir nuestros gastos". Pasados 16 días llegó un email. Era de la Cancillería le informaban que debía pasar a retirar un salvoconducto que le permitiría la estadía en Colombia, mientras se estudiaban su caso. "Me sentí feliz y al día siguiente muy temprano me fui a recibir el salvoconducto, pero mi alegría se esfumó cuando me lo entregaron y en el mismo había una prohibición de ejercer actividades lucrativas. Por primera vez en mi vida me sentí como una indigente y llorando junto a mi hija me dirigí a Cancillería". Allí buscó a la abogada que llevaba su caso, pero un “ángel” para ella se le apareció. "Esa persona conmovida conmigo me envió a Pastoral Social –Caritas Colombiana"."Al llegar a Pastoral Social – Cáritas Colombiana fuimos recibidas con mucha amabilidad, allí sentí que no estaba sola, encontré una mano amiga que me hablaba con sinceridad y en todo momento puso a mi alcance lo que podían como institución ayudarme". Desde entonces Marisela comenzó a comprender muchas cosas de la legislación Colombiana en materia de refugio y asilo. Pastoral Social-Cáritas Colombiana le brindó protección legal y humanitaria, con la cual pudo ser acogida y protegida. Dos años después de dejar su vida en Venezuela, Marisela ha trabajado en varios oficios: camarera en hoteles, ayudante de cocinera, mesera, entre otros. Está en pocas palabras, integrada, "he llorado, me he sentido sin ánimos para continuar, pero hay una palabra incrustada en mi ser que no me ha dejado claudicar". Lleva 9 meses trabajando en un taller de costura y hace 5 meses le otorgaron el tan ansiado refugio. "Fue una alegría muy grande, porque al fin sentí que tenía un lugar donde era reconocida formalmente como ciudadana, estoy realizando un curso de emprendimiento en el SENA, estoy muy entusiasmada porque pronto emprenderé mi empresa de diseño y confección de ropa para niñas y a la vez muy agradecida a Pastoral Social –Cáritas Colombiana y su equipo de trabajo". Marisela es una de las muchas personas migrantes y refugiadas en el mundo y en nuestro país. La solidaridad construye puentes y la fe consiste precisamente en eso, mover montañas y hacer posible lo imposible. Marisela lo sabe. Sus ojos marrones se iluminan y asegura: "Mi fe es muy grande y de ahí se aferran mis esperanzas". (*) Nombre ficticio para proteger la identidad de la persona.

Jue 6 Jun 2019

Cáritas Colombia y de Luxemburgo crean espacios para familias venezolanas en Cúcuta

Despertar la solidaridad, crear nuevas alianzas y formas de ayuda humanitaria para generar espacios seguros a familias migrantes, bajo estos objetivos el Secretariado Nacional de Cáritas, con el apoyo de Cáritas Luxemburgo, Cáritas Cúcuta y la corporación de servicio de pastoral social de la diócesis de Cúcuta en alianza con la fundación pía autónoma Asilo Andresen, han desarrollado el proyecto ‘Ayuda de emergencia población venezolana en condición migratoria’. Con esta apuesta pastoral, los agentes de Cáritas y sus aliados salen al encuentro de los más vulnerables precisamente para desarrollar lo que hasta el momento otras organizaciones no han hecho: sanar heridas y ser hospitales de campaña. Con ello el ente eclesial asume el compromiso de hacer realidad los 4 verbos a los que el Papa Francisco ha invitado: acoger, proteger, promover e integrar. Un plan de trabajo integral Al respecto Dora Lisbeth Gómez, coordinadora del proyecto, ha dicho que “el trabajo en redes fue la clave del éxito, trabajamos tanto con entes públicos como privados”. Este trabajo en redes se lograron importantes alianzas con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (Acnur), Servicio Jesuita para Refugiados (SRJ), centro Scalabrini, fundación Tierra de Hombres, comité internacional de rescate del Consejo Noruego como los proyectos al interior de Cáritas Cúcuta tal es el caso del Programa Mundial de Alimentos y respuesta multisectorial a la crisis migratoria venezolana. Asimismo asegura que con este proyecto “se logró una comunicación cercana que permitió entender la necesidad, pertinencia e impacto del proyecto a población venezolana en condición migrante”. “Nuestra inspiración y principal motivación nacen de los principios de la doctrina social de la Iglesia y del pontificado del Papa Francisco, como también las normas de carácter Internacional y nacional frente a la consolidación de un plan de trabajo integral”, mencionó. Metas superadas Un total de 499 personas fueron atendidas con este proyecto, cuyo desarrollo fue bajo tres dimensiones: orientación jurídica, atención psicosocial y asistencia humanitaria. Se gestionaron un total de 109 procesos jurídicos entre los que se atendieron problemas como niños en situación apátrida, acciones para asegurar salud, afiliación y acceso al SISBEN (Salud pública), orientación para los asuntos de convalidación de título y acceso a educación; así como remisiones a otras organizaciones. Se realizó atención grupal a padres de familia e individual a los nuños, niñas y adolescentes a través de talleres de prevención del abuso sexual para un total de 7 talleres promovidos. Además se hizo la entrega de 8.182 raciones de alimentos entre los meses de marzo y abril, especialmente a niños y niñas en situación de vulnerabilidad. Mapeo de servicios eclesiales Un equipo de profesionales integrado por una trabajadora social, una abogada, una psicóloga, un asistente financiero, cuadrillas de voluntarios y personal de atención a la primera infancia de parroquias e instituciones públicas, acompañaron cada uno de estos procesos. Cabe destacar que junto con la atención de jurídica y de asistencia humanitaria se logró hacer mapeo de las instituciones referenciando la actualización de oferta institucional que se anexa al presente informe. “Se logró hacer una referenciación a través de un libro que permite dar a conocer la oferta de las organizaciones que componen el comité de casos en Norte de Santander con la debida georreferenciación de las mismas”, destacó Gómez. Estos espacios seguros fueron posibles gracias al esfuerzo mancomunado y trabajo voluntario de organizaciones y personas como fundación autónoma Andrés, Uniminuto, Club de Leones, Sena, Protelco, General Santander, Liderar, ex-alumnas del colegio Santa Teresa, las parroquias Señor de los milagros, Jesús Cautivo, Santos Apóstoles, Sagrado Corazón, Cristo Maestro, Jesús de Nazareth, Pablo Benítez, Marcela Méndez, Alejandra Sandoval, Jairo Gamboa.

Vie 26 Abr 2019

Puentes de Solidaridad: la respuesta del papa Francisco ante la crisis venezolana

El directorio del equipo de Puentes de Solidaridad, integrado por representantes de 10 conferencias episcopales de América del sur, se encuentra en Bogotá. A partir del, jueves 25, al 30 de abril sostendrán su II encuentro latinoamericano de cara a los retos de su plan pastoral en favor de los migrantes venezolanos. Cabe recordar que este proyecto fue lanzado desde el Vaticano en mayo de 2018 con el objetivo de promover el desarrollo humano integral especialmente de todos los migrantes venezolanos, en cada una de las etapas migratorias: salida, tránsito, llegada y retorno, por medio de una acción coordinada y sinérgica con diferentes actores eclesiales y sociales. Un poco de historia Más allá de las tensiones políticas respecto al tema venezolano, Puentes de Solidaridad se convierte en la respuesta que el propio papa Francisco da ante el drama de la nación petrolera, de hecho, la idea surge por la gestión de la sección migrantes y refugiados del Dicasterio para el desarrollo humano integral de la Santa Sede, dirigida por el scalabriniano Fabio Baggio y el jesuita Michael Czerny. Es así como en septiembre de 2017 se dio la génesis de este programa, ocasión en la cual la Fundación Católica Argentina de Migraciones, con apoyo la sección de migrantes del Vaticano, reunió en Santiago de Chile a 10 representantes de las conferencias episcopales para buscar soluciones a la crisis migratoria venezolana. Entre los meses de octubre y diciembre de 2017, se trabajó en la recolección de las propuestas de cada conferencia episcopal. Red de trabajo eficaz Ahora cuando la crisis venezolana amenaza con agudizarse, producto de una brutal hiperinflación, prolongadas fallas del servicio eléctrico y pulverización del poder adquisitivo, desde Puentes de Solidaridad se han fijado como principal meta ofrecer servicios de asistencia calificados (sociales y espirituales) a los migrantes con propuestas diversificadas según los distintos contextos geográficos a lo largo del camino que emprenden escapando de la terrible situación. Es de este modo como las conferencias episcopales de Colombia, Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Ecuador, Uruguay y Perú han aunado esfuerzos para constituir una red de trabajo eficaz, coordinada y sinérgica en el ámbito de la pastoral migratoria y capacitar las mismas conferencias al desarrollo de respuestas coordinadas más allá de la coyuntura histórica. Además han incluido en sus servicios a los beneficiarios de las comunidades locales que se encuentran en una situación de vulnerabilidad similar a la de los migrantes venezolanos, por ello también se han incorporado plenamente en el seno de la red de migración, refugio y trata de personas CLAMOR. Alcances en Colombia En el caso de Colombia, desde diciembre de 2018 a lo que va de año, el programa ha incidido en la vida de 335 familias (526 personas) con atención directa en alguno de los siguientes servicios: albergue temporal, atención psicosocial, acompañamiento espiritual, orientación jurídica, asistencia alimentaria y apoyo en movilidad. Todo ello ha sido posible gracias a la articulación que han tenido con aliados estratégicos como la Fundación de atención al migrante (Famig) de la arquidiócesis de Bogotá, Funndación Eudes y las Cáritas diocesanas de Barranquilla, Cúcuta, Arauca y Bogotá. Así lo ha comentado Lina Peña, responsable en Colombia. Ternura en fronteras Otro de los logros –mencionó Peña– es la experiencia piloto de formación de multiplicadores de la ternura en las zonas fronterizas de Cúcuta, Maicao e Ipiales, la cual es una iniciativa surgida al seno de la caminata Huellas de Ternura, que adelantan el Consejo Episcopal Latinoamericano junto con otras organizaciones eclesiales en el continente. Peña ha dicho que consiste “en trabajar la cultura de los cuidados a la que nos ha llamado el Papa con nuestros agentes de pastoral que atienden a población migrante, pues precisamente en los flujos migratorios los más vulnerables son los menores”. Fuente: Portal digital Vida Nueva

Vie 26 Oct 2018

Iglesia católica lideró caminata por la solidaridad con los migrantes

Bajo el lema “Un Millón de Kilómetros por Nuestros Sueños”, la Iglesia Católica adelantó hoy, 26 de octubre, en Bogotá, la caminata en solidaridad con los migrantes venezolanos. Al respecto monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, aseguró que esta fue una jornada que permitió visibilizar la problemática y mostrar la solidaridad tanto de la Iglesia como del pueblo colombiano con la población que padece este flagelo. “Hemos hecho un ejercicio de peregrinación con un grupo de migrantes venezolanos que buscan refugio (…) la jornada ha permitido sensibilizar y mostrar los gestos de hermandad que se han dado por parte de la Iglesia y el pueblo colombiano. Hay que resaltar que aún hay mucho espacio para proteger, acoger, integrar y abrir espacios hacia nuestros hermanos de Venezuela como nos lo recuerda el Papa Francisco”, afirmó. Dijo, además, que la Iglesia a través de la Pastoral Social trabaja en la sensibilización con las comunidades enfatizando la importancia de apoyar a los migrantes. “Dios nos ha entregado la tierra no por pedazos, ha entregado el planeta para que lo habitemos como familia humana y garanticemos los derechos de todos. En este sentido no hay lugar para la xenofobia o la discriminación, aquí lo que se impone es la capacidad de reconocer a los demás como seres humanos, abrirle los brazos y los espacios para la integración”, apuntó, Finalmente, comentó que la caminata que se realizó el por el sendero de Monserrate se realizó atendiendo el llamado del Papa Francisco para acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados. Esta iniciativa fue convocada por el Secretariado Nacional de Pastoral Social/Caritas Colombiana, junto con la Fundación de Atención al Migrante de la Arquidiócesis de Bogotá y miembros de la Comisión de Movilidad Humana. [icon class='fa fa-download fa-2x']Descargue mensaje final[/icon] "El llamando de @Pontifex_es significa solidaridad y apoyo" #migrante #venezolana en caminata en @cerromonserrate en #Bogotá en marco de la campaña mundial compartiendo el viaje #ShareJourney @caritasalc @caritasdevzla. pic.twitter.com/mI5NYRpROf — Cáritas Colombiana (@pastoralsocialc) 26 de octubre de 2018 Compartimos el viaje con #migrantes y #refugiados en #Colombia subiendo el @MonserrateCerro #ShareJourney @caritasalc @episcopadocol pic.twitter.com/MTBXi3OCfL — Cáritas Colombiana (@pastoralsocialc) 26 de octubre de 2018

Mar 28 Ago 2018

Diócesis de Cúcuta ayuda a caminantes venezolanos

Ante la grave situación de los venezolanos que caminan en las carreteras colombianas después de pasar la frontera, la Diócesis de Cúcuta continúa realizando esfuerzos para ayudar a estos miles de migrantes que salen de su país huyendo de la crisis económica, social y la falta de servicios básicos como salud, alimentación y educación. Muchos de ellos buscan llegar a ciudades colombianas o también llegar a otras naciones. Por las principales vías del territorio nacional transitan a diario venezolanos que buscando un mejor futuro, emprenden a pie y con sus pocas cosas, a otras ciudades de Colombia, y a países como Ecuador y Perú. Durante el recorrido se ven expuestos a soportar las bajas y altas temperaturas, hambre, cansancio, fatigas, causándoles quebrantos de salud. Desde hace un mes, debido al creciente número de migrantes que transitan por las carreteras de Colombia, pasando por Cúcuta a otras ciudades, por iniciativa de Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, obispo de esta ciudad, a través de la parroquia San Rafael, la Diócesis de Cúcuta ofrece en las vías una ayuda humanitaria que contiene agua, bocadillo (DULCE DE GUAYABA) un caramelo, sándwich y un jugo, productos básicos para calmar el hambre y tener energías. El padre Nelson Rozo, vicario de la parroquia San Rafael, cuenta que se han dirigido hacía vía Bucaramanga, donde se encuentran con grupos de 5, 10 y hasta 20 personas y les entregan un kit de alimento, el cual reciben agradecidos. “La gente queda agradecida y uno se viene con tristeza de ver adultos mayores, niños pálidos; pero le pedimos misericordia a Dios y aunque no es mucho, en algo se puede contribuir”. A esta campaña de la parroquia también ha contribuido la Casa de Paso, donando panes y agua. Los fieles también han puesto su grano de arena, el padre Nelson Rozo describe que con los recursos obtenidos se pueden preparar sándwich con jamón, queso en forma generosa y mantequilla. El día de hoy, a la entrega de alimentos, en carretera, asistió Cecilia Palacio, ex cónsul de Colombia en San Cristóbal, Venezuela, quien ha observado de primera mano la crisis económica y social de ese país, agradece la labor que ha realizado el Obispo de Cúcuta y la generosidad que siempre ha demostrado con el pueblo venezolano. “Monseñor Víctor ve la necesidad y brinda una colaboración inmensa, es una persona solidaria, de gran corazón”, afirma la ex cónsul. Palacio también manifestó que espera que el gobierno colombiano otorgue mayor atención a esta situación y se establezcan mesas de trabajo para re-direccionar equitativamente los recursos internacionales que llegan para aliviar la crisis. Fuente: Of. de comunicaciones diócesis de Cúcuta