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Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez

Lun 10 Jul 2023

Hacia una Iglesia siempre joven

Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez -“Jesús, el eternamente joven, quiere regalarnos un corazón siempre joven. La Palabra de Dios nos pide: eliminen la levadura vieja para ser masa joven (1Cor. 5,7). Al mismo tiempo nos invita a despojarnos del hombre viejo para revestirnos del hombre joven (cf. Col. 3,9.10) … Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida”. Esto lo dice el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica postsinodal Christus vivit, dirigida a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios (CV nn. 13,1).Al cumplir el primer semestre de mi servicio como arzobispo de Cali, lo primero que quiero es hacerles llegar mi sincera gratitud por la forma como me han acogido en este nuevo servicio que el Señor me ha confiado. Soy consciente de las expectativas y de los grandes retos que tenemos por delante y pido al Buen Pastor, que nos siga acompañando, a ustedes y a mí en esta tarea.Quiero seguir insistiendo en los sueños. El texto con el que comienzo este editorial recoge tanto la mente del Papa, como lo que debe animar la vida de la Iglesia de ayer y de hoy. Me sueño con una arquidiócesis de Cali siempre joven, alegre, animada y convencida de que el estancamiento significa retroceder, y en algunos casos, el preludio de una muerte o desaparición, como sucede con grupos apostólicos, movimientos y comunidades religiosas que ante la crisis de fe, de vocaciones y de no leer adecuadamente los signos de los tiempos, están teniendo que cerrar sus casas, o fusionarse con otras.El futuro de la Iglesia de Cali está en nuestras manos y en la forma como seamos capaces de dar respuesta a los innumerables retos sobre los cuales debemos tener conciencia.Necesitamos dejar el desaliento evangelizador. Es un reto para todos, los ministros, los consagrados, pero de una manera muy especial para los laicos, que en su mayoría no han sabido entender que ellos también hacen parte de la Iglesia y que, según sus carismas y estado, están llamados a ser testigos de la Buena Nueva de salvación. La Iglesia agradece a los laicos que han acogido con alegría la misión de ser ministros, servidores y catequistas, pero nos falta, por ejemplo, realizar mejor el ministerio de la conyugalidad en la familia.Necesitamos dejar a un lado la pereza para profundizar nuestras verdades de fe. Es sin duda una de las grandes dificultades que tenemos en la evangelización. Cómo sería de bello que los que piden ser admitidos a los sacramentos de la eucaristía y la confirmación, o quienes se preparan para el matrimonio, entiendan que las catequesis que se proponen no son solo requisitos, sino la ocasión de conocer más y mejor nuestra religión, y así poder, como dice el apóstol Pedro, dar razón de nuestra fe.Animo a los laicos para que acojan con gusto la invitación a las catequesis presacramentales, pero también a quienes las ofrecen para sean espacios bien preparados, didácticos, amenos, que permitan a los asistentes no solo prepararse para celebrar un rito, sino para dar espacio a Jesús en sus vidas, a través de los sacramentos. Estos tiempos han de ser adecuados, limitarlos en el tiempo no es conveniente, porque no se trata de “salir rápido de eso”, como algunos lo piden, Muy pronto, en las Orientaciones pastorales que vamos a publicar en Cali, daremos instrucciones a este respecto.Necesitamos ser positivos y personas de fe. La esperanza es lo último que se puede perder. Los tiempos que estamos viviendo están poniendo a prueba nuestra fe y la actitud positiva y esperanzadora como debemos vivir. Las incertidumbres son muchas, y en algunos campos, los problemas crecen. Con la mirada puesta en el cielo y los pies en la tierra, debemos ser capaces de prepararnos para las realidades no previstas que lleguen. De todos modos, hay que tener presente las palabras del Señor Jesús, que nos dice que no debemos tener miedo, porque “Él ha vencido al mundo”.Por eso mismo, una oración constante, una adecuada preparación y un compromiso evangelizador, han de ser las características de una Iglesia joven que está en salida misionera llegando a todos con el saludo y mensaje de la paz.Una solicitud:Durante este mes de julio y las dos primeras semanas de agosto, los presbíteros de Cali harán sus retiros espirituales. Invito a las comunidades parroquiales para que oren por sus párrocos y los presbíteros en general, para que este tiempo les ayude a ellos tener una experiencia fuerte de encuentro con el Señor que los llamó al ministerio ordenado, recuperen sus energías y renueven sus compromisos sacerdotales.+Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali

Lun 10 Dic 2018

Los arreglos de navidad

Por: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez: Diciembre es un mes en donde todos los sentimientos se encuentran. Para muchos son días de alegría y jolgorio, para otros son días de nostalgia y remembranzas. Por otro lado, en la Iglesia se celebran dos tiempos litúrgicos, el Adviento y la Navidad. Ambos tienen un mensaje común centrado en la esperanza. Es la renovada invitación para que la vida de todos los cristianos esté enmarcada en la esperanza de la vida eterna, de los tiempos nuevos, en los que, como dice el profeta llegarán días en que “de las espadas forjarán arados, de sus lanzas podaderas. No alzará la espada nación contra nación, ni se prepararán más para la guerra. Estirpe de Jacob, venid, caminemos a la luz del Señor” (Isaías, 2, 4 - 5). Esto significa que es necesario prepararnos para acoger a Jesús que quiere nacer de nuevo en los corazones de todos. Espiritualmente nos preparamos con la oración, la penitencia, la caridad. Y en los días previos, los llamados tiempos fuertes, hacemos la novena al Niño Dios. Con esta preparación espiritual, que debe ser la más importante, se ha ido consolidando una tradición que viene de otras culturas, manifestada en la decoración de las casas, calles y templos, con luces de colores y arreglos navideños, inspirados muchas veces en costumbres nórdicas donde el papá Noel es el protagonista. El árbol de navidad y guirnaldas de variadas formas, ocupan los espacios, lastimosamente desplazando los signos religiosos y cristianos como el pesebre y la tradicional imagen de la Sagrada Familia. Qué bueno que sin dejar a un lado las decoraciones navideñas, tan costosas por cierto, los católicos y cristianos demos el lugar que merecen al auténtico y original significado del adviento y la navidad, como momento de encuentro de la familia alrededor del pesebre para que juntos podamos cantar con los ángeles: “Gloria Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama” (Lucas, 2,14). Desde ya para todos, “Feliz Navidad”. Por: +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Vie 9 Nov 2018

Tips Pastorales: Las licencias ministeriales de los presbíteros

Por: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez | Noviembre y diciembre son meses durante los cuales muchos fieles reciben el sacramento de la confirmación y otros celebran el sacramento del matrimonio. De manera regular a lo largo de todo el año, también otros fieles solicitan los servicios de sacerdotes para las exequias cristianas y/o la unción de los enfermos. Es muy importante que se tengan en cuenta aspectos claves para la validez de dichos sacramentos. Para la confirmación, el ministro ordinario es el Obispo. A él le corresponde conferir este sacramento. Cuando el Obispo no pueda por alguna justa razón presidir la confirmación, puede delegar a un presbítero para que en su nombre y por su delegación, presida la celebración de las confirmaciones. En Cali son delegados especialmente el Vicario General y los Vicarios episcopales. Para los adultos que se preparan en los arciprestazgos, porque van a contraer matrimonio, están delegados los Arciprestes. Es de anotar, que hay algunas iglesias que aparecen con el rótulo de “una, santa, católica y apostólica”, pero como no están en comunión con el Papa, el sacramento de la confirmación que ofrecen allí no tiene validez para la Iglesia católica romana. Quien busca evadir la preparación y no cumplir los requisitos de la Arquidiócesis de Cali, no sólo se pierde la oportunidad de una adecuada preparación, sino que se ve abocado a recibir un sacramento inexistente, nulo. En cuanto a los matrimonios, los novios deben tener presente que no todos los sacerdotes pueden asistir los matrimonios sacramentales. En razón del Concordato entre el Estado Colombiano y la Santa Sede, los matrimonios celebrados por el rito católico tienen efecto civil. Para ello, se requiere que el sacerdote que actúa en nombre de la Iglesia, pero también en nombre del Estado como si fuera un notario, debe contar con las debidas facultades y estar dentro de la jurisdicción de su competencia. Los novios deben saber quienes pueden asistir válidamente su matrimonio. Pueden hacerlo: los párrocos para sus feligreses y en sus parroquias; todos los sacerdotes y diáconos en otra parroquia que no sea la propia, con delegación explícita del párroco del lugar; los sacerdotes y diáconos que reciban de la Curia la correspondiente delegación. Los sacerdotes deben contar con sus licencias vigentes. En Cali sólo están permitidos algunos templos y lugares distintos a parroquias para la celebración de los matrimonios. En la Curia se tiene la información correspondiente. Si se hace fuera de estos lugares, los matrimonios son nulos. Lo mismo sucede cuando el sacerdote no tiene la delegación, así sea católico romano. Hay otra situación y es la que se refiere a las exequias. Los fieles católicos tienen la obligación de exigir que los sacerdotes que los asistan y acompañen en estos momentos sean realmente sacerdotes en plena comunión con el Papa Francisco. Para ello es recomendable que, al no conocer al sacerdote, se le exija la presentación de las credenciales ministeriales, donde explícitamente se indica su servicio autorizado en la Arquidiócesis de Cali. Lo mismo hay que decir para la unción de los enfermos y la asistencia espiritual en clínicas y hospitales.

Mar 5 Jun 2018

Tips pastorales

Testigos de santidad Por Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez: Nos dice el Papa Francisco en la reciente Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate (Alegraos y regocijaos, Mt. 5.12), que es necesario en nuestros tiempos, “reconocer que tenemos una nube ingente de testigos que nos alientan a no detenernos en el camino, nos estimulan a seguir caminando hasta la meta” (GE, 3). Este mes de junio, como en general todos los meses del año, la Iglesia nos propone en el calendario litúrgico una serie de celebraciones cristológicas, marianas y de los santos, para que estemos atentos a escuchar lo que cada uno de estos testigos nos dice con su vida y obras. Tenemos tres celebraciones cristológicas de gran significación: Corpus Christi, Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote y el Sagrado Corazón de Jesús. Cristo sacerdote y víctima, recibe alabanza y honor, y nos exhorta amarlo de la misma forma como Él ha sido misericordioso con cada uno de nosotros. Ponemos la mirada en el corazón inmaculado de María e igualmente veneramos santos, apóstoles, mártires, confesores y doctores, que a lo largo de la historia de sus vidas nos enseñaron el camino de la santidad. Santos de ayer y de hoy como San Juan Bautista, San Pedro y San Pablo, San Bernabé de los tiempos de Jesús, pero también, de los primeros tiempos de la Iglesia como San Justino, los santos Marcelino y Pedro y los protomártires de la Iglesia de Roma. Otros más tardíos como San Antonio de Padua y otros más recientes como Santo Tomás Moro y San José María Escribá de Balaguer. Obispos, religiosos, presbíteros diocesanos que nos permiten afirmar con ilusión: ¿si ellos pudieron por qué no yo? Todos estos santos, “mantienen con nosotros lazos de amor y comunión” (GE, 4). Vale la pena leer y meditar la invitación que nos hace el Papa a buscar la santidad en el mundo actual en la Exhortación Gaudete et exsultate. Entre muchas cosas el Papa afirma: “La santidad es el rostro más bello de la Iglesia” (GE, 9). “Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas… Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día” (GE, 14). “En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer en santidad” (GE, 15). “No tengas miedo a la santidad” (GE, 32). Acojamos el llamado apremiante del Papa Francisco que busca “hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió para que fuéramos santos e irreprochables ante él por el amor (Ef. 1,4)” (GE, 2). Por: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar Cali

Mar 14 Mar 2017

Viene el Papa, ¡Qué alegría!

Por Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez: “Y cualquiera que sea vuestra opinión sobre el Pontífice de Roma, conocéis nuestra misión: traemos un mensaje para toda la humanidad... Y así como el mensajero que al término de un largo viaje entrega la carta que le ha sido confiada, así tenemos nosotros conciencia de vivir el instante privilegiado —por breve que sea— en que se cumple un anhelo que llevamos en el corazón desde hace casi veinte siglos. Sí, os acordáis. Hace mucho tiempo que llevamos con nosotros una larga historia; celebramos aquí el epílogo de un laborioso peregrinaje en busca de un coloquio con el mundo entero, desde el día en que nos fue encomendado: «Id, propagad la buena Nueva a todas las naciones» (Mt 28, 19)”. Esto lo dijo el beato Pablo VI en la ONU, el 4 de octubre de 1965, antecedido con una expresión del todo especial: “Os saluda Pedro”. En la presentación de la visita del Papa, el Señor Nuncio Apostólico comenzó diciendo: “hace 31 años no viene el Papa a Colombia”. Sí, porque aunque se llamen de forma distinta, el Papa es uno. El Papa es, como bien lo anota Pablo VI, el sucesor de Pedro, por tanto es Pedro quien nos visita. Por eso estamos alegres, y por eso acogeremos al Papa Francisco, el Pedro de este tiempo, y de este año 2017, con el corazón y los brazos abiertos, con el convencimiento de que él “nos trae un mensaje para toda la humanidad”, y ese mensaje es Cristo mismo. De seguro, en el corazón de todos los colombianos estaba al anhelo de poder contar con la presencia física del Papa en todos los lugares de nuestro territorio. La verdad, era imposible; pero lo que sí es real, es que estará cerquita a nosotros, y muchos, quizás millones de colombianos, lo verán en las celebraciones litúrgicas y encuentros que se programen, y todos los colombianos lo podremos ver a través de los medios de comunicación y sobre todo, escuchar a Pedro, hablando nuestra propia lengua. Pedro, el Papa Francisco, es uno de los nuestros, es latinoamericano, nos conoce, sabe de nuestras angustias, de nuestros logros, de nuestros sueños. Será Pedro quien nos hablará al corazón y nos bendecirá con el alma. Por esto, que nadie se sienta excluido de esta visita. El Papa nos hablará a todos, su mensaje universal nos llegará, y como espada de doble filo, logrará atravesar la dureza de nuestros corazones para ayudarnos a realizar el camino de la conversión, a renovar nuestra fe y a asumir el compromiso de ser verdaderos discípulos misioneros. El Papa viene a confirmarnos en la fe. Es una visita pastoral. Con el Papa Francisco daremos el primer paso hacia la nueva Colombia y la nueva patria que juntos, de la mano del Señor, vamos a seguir construyendo. Nuestra Señora, la Virgen Madre en todas las advocaciones, desde Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá hasta Nuestra Señora de los Remedios en Cali, nos ayudará a disponernos para acoger a quien, como Juan Pablo II, vino a Colombia “como Mensajero de Evangelización que enarbola la cruz de Cristo, deseando que su silueta salvadora se proyecte sobre todas las latitudes de esta tierra bendita” (Discurso de llegada, 1 julio de 1986). +Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali