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monseñor luis fernando rodríguez

Lun 18 Mar 2019

Plan Pastoral, compromiso de todos

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “Vayan y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 19 - 20). Las Iglesias particulares en general, y nuestra Arquidiócesis de Cali en particular, acogemos con responsabilidad el mandato que el Señor dio a los discípulos, y que se repite una vez más. Por eso, cada una de acuerdo a sus realidades y contextos, está llamada a anunciar con ardor el Evangelio, y a hacer este anuncio, de manera que se logre cumplir el objetivo de que el Reino de Dios crezca en el mundo. Esta misión se lleva a cabo a través de lo que se denomina PLAN PASTORAL, que es una guía orientadora definida por el Arzobispo, como primer responsable del anuncio en la Iglesia particular a su cargo. Todos los fieles, de todas las parroquias son sus ovejas, son sus feligreses. Así, todos los párrocos, con la participación y ayuda de los agentes de pastoral de sus comunidades, están llamados a aplicar el Plan pastoral promulgado por el Arzobispo. Nadie puede sentirse exento de este deber. En comunión con el pastor de la Arquidiócesis, del cual cada sacerdote es su pródigo colaborador, se ha de acoger el plan pastoral y definir las principales acciones según las particularidades y exigencias de cada comunidad. El plan pastoral no es una camisa de fuerza. Es de anotar que puede haber comunidades con un camino evangelizador más avanzado, y otras que apenas comienzan. Algunas tienen ya pequeñas comunidades, algún sistema de evangelización en curso, movimientos o grupos de pastorales y de misión. Pero también puede haber otras más limitadas, por muchas razones. El plan pastoral servirá para animar las comunidades y personas que se encuentran avanzadas en sus procesos de evangelización, pero también ha de servir para hacer el anuncio del Evangelio, en un concepto amplio del kerigma, a los que apenas comienza su camino. Los fieles tienen el derecho de contar con un anuncio del Evangelio de forma organizada y en comunión de mente corazón y acción con la Iglesia particular. Por eso es oportuno que los fieles se motiven para participar en las distintas iniciativas para la implementación del plan pastoral Arquidiocesano 2019 - 2023. Por otra parte, vale la pena recordar que también tienen el derecho y deber de motivar a sus párrocos para que ninguno se sienta solo y aplique el plan pastoral querido por el Arzobispo. Motivación especial para entender la importancia del plan pastoral de Cali, nos hace el Papa Francisco, en la Exhortación apostólica La alegría del Evangelio Evangelii gaudium). Nos dice entre otras cosas que “La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del siempre se ha hecho así. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores en las propias comunidades… Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral” (n. 33). + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Lun 22 Oct 2018

Hipócrates no era católico

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Vuelve y juega. De nuevo es puesto sobre el tapete el tema del aborto en Colombia. Da pena constatar cómo un pensamiento “liberal” quiere ser impuesto en el modo de vivir del pueblo, y cómo, sutilmente se pretende también dar vía libre a la llamada mentalidad eugenésica, en la que de manera egoísta y con argumentos a veces rebuscados, se busca eliminar un ser que dicen ser imperfecto. Si la criatura que viene en el vientre materno trae una malformación que “haga inviable su vida”, la misma naturaleza, que sabe más que nosotros, hará su trabajo. ¿Por qué entonces anticiparnos realizando en la criatura el aborto? El hecho de una malformación o imperfección fetal, nunca podrá ser razón para justificar el aborto. Es doloroso el reciente debate y fallo sobre la definición de los tiempos límite para realizar el aborto en Colombia, frente a lo cual los magistrados “deciden” no establecer tiempo, y permiten que se realice el aborto incluso en avanzado estado de gestación. Es claro que esto llevaría realizar lo que los médicos definen “infanticidio”, que llevó precisamente al nuevo pronunciamiento de los magistrados, prácticamente obligando a los médicos a realizar dicha acción en contra de una vida naciente. Por todo lo anterior, me parece importante recordar algunos pasajes del Magisterio, especialmente de San Juan Pablo II, que permitan dar luces sobre la posición que todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y especialmente, los católicos, debemos tener presente para “saber dar razón de nuestra fe” (1Pe. 3,15). En la encíclica Evangelium vitae, San Juan Pablo II hace una prolongada reflexión sobre la penosa consolidación de una cultura de la muerte, y entre otras cosas afirma: “«Vivid como hijos de la luz... Examinad qué es lo que agrada al Señor, y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas» (Ef 5, 8.10-11). En el contexto social actual, marcado por una lucha dramática entre la «cultura de la vida» y la «cultura de la muerte», debe madurar un fuerte sentido crítico, capaz de discernir los verdaderos valores y las auténticas exigencias (n. 95) (la negrilla es mía). En este orden de ideas, el Papa de la vida, Juan Pablo II, invita a tomar conciencia del profundo significado del quinto mandamiento de la ley de Dios, no matar, y recuerda que “La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento de su existencia, también en el inicial que precede al nacimiento. El hombre, desde el seno materno, pertenece a Dios que lo escruta y conoce todo, que lo forma y lo plasma con sus manos, que lo ve mientras es todavía un pequeño embrión informe y que en él entrevé el adulto de mañana, cuyos días están contados y cuya vocación está ya escrita en el « libro de la vida » (cf. Sal 139 138, 1. 13-16)” (n. 61). Otro aspecto, también de amplia discusión que emerge en este tipo de problemáticas, es lo que tiene que ver con la calidad de las leyes, la fuerza obligante que de ellas deriva, y la postura de quienes las consideran injustas y pueden, amparados también por la ley, apelar a la objeción de conciencia. De nuevo, Juan Pablo II, nos ilumina: “En continuidad con toda la tradición de la Iglesia se encuentra también la doctrina sobre la necesaria conformidad de la ley civil con la ley moral, tal y como se recoge, una vez más, en la citada encíclica de Juan XXIII: «La autoridad es postulada por el orden moral y deriva de Dios. Por lo tanto, si las leyes o preceptos de los gobernantes estuvieran en contradicción con aquel orden y, consiguientemente, en contradicción con la voluntad de Dios, no tendrían fuerza para obligar en conciencia...; más aún, en tal caso, la autoridad dejaría de ser tal y degeneraría en abuso». Esta es una clara enseñanza de santo Tomás de Aquino, que entre otras cosas escribe: «La ley humana es tal en cuanto está conforme con la recta razón y, por tanto, deriva de la ley eterna. En cambio, cuando una ley está en contraste con la razón, se la denomina ley inicua; sin embargo, en este caso deja de ser ley y se convierte más bien en un acto de violencia».Y añade: «Toda ley puesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto deriva de la ley natural. Por el contrario, si contradice en cualquier cosa a la ley natural, entonces no será ley sino corrupción de la ley». La primera y más inmediata aplicación de esta doctrina hace referencia a la ley humana que niega el derecho fundamental y originario a la vida, derecho propio de todo hombre. Así, las leyes que, como el aborto y la eutanasia, legitiman la eliminación directa de seres humanos inocentes están en total e insuperable contradicción con el derecho inviolable a la vida inherente a todos los hombres, y niegan, por tanto, la igualdad de todos ante la ley. Por tanto, las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente no sólo al bien del individuo, sino también al bien común y, por consiguiente, están privadas totalmente de auténtica validez jurídica. En efecto, la negación del derecho a la vida, precisamente porque lleva a eliminar la persona en cuyo servicio tiene la sociedad su razón de existir, es lo que se contrapone más directa e irreparablemente a la posibilidad de realizar el bien común. De esto se sigue que, cuando una ley civil legitima el aborto o la eutanasia deja de ser, por ello mismo, una verdadera ley civil moralmente vinculante” (n. 72). Pero, como este tema va más allá de una posición de carácter religioso o confesional, pues es de derecho natural, no es de fácil comprensión que existan leyes que vayan contra los principios naturales del cuidado y protección de la vida humana que motiva esencialmente la profesión médica. Un médico lo es para salvar vidas y protegerlas, sin discriminación alguna. Por eso, ¿por qué obligar a los médicos a realizar actos inicuos, incluso a aquellos que su conciencia les impide hacerlo?. No creo que existan en el mundo, médicos que en el día de su graduación no hubieran hecho el famoso Juramento Hipocrático, que sigue vigente desde el siglo V antes de Cristo. En dicho juramento, los médicos de hoy dicen públicamente, con su mano en el corazón: “Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura”. E Hipócrates no católico… + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Jue 23 Ago 2018

Pablo VI en Colombia

Por: Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Pablo VI, pontífice entre 1963 y 1978, que será canonizado el próximo mes de octubre, fue el primer Papa que visitó América Latina en el histórico viaje que hizo en 1968 a Bogotá. Dos eventos de carácter internacional hicieron posible su venida a Colombia, el XXXIX Congreso Eucarístico Internacional a celebrarse en Bogotá, y la Segunda Conferencia General del Episcopado latinoamericano, que se realizaría en Medellín. Hace 50 años, Colombia, como lo estuvimos en 1986 con Juan Pablo II y hace poco con el Papa Francisco, estuvo de fiesta, y fue tierra donde el Papa Pablo VI sembró con ilusión la semilla del Evangelio y encomendó a los Obispos de toda América latina la tarea de aplicar de la mejor manera, en primer lugar, las orientaciones emanadas del Concilio Vaticano II, que apenas había concluido en 1965; y en segundo lugar, la acogida de la Encíclica Humanae Vitae, que él mismo acababa de publicar ese año, y para lo cual, invitó a los obispos, y la Iglesia en general, a “comprender bien la importancia de la difícil y delicada posición que, en homenaje a la ley de Dios, hemos creído un deber reafirmar” (Discurso de Pablo VI en la apertura de la segunda conferencia de Medellín). El título de la Conferencia de Obispos de Medellín es sugestivo y nos permite, con la mirada puesta en el Concilio y en esta reunión, evaluar la forma como sus conclusiones han sido o no acogidas. “La Iglesia en la actual transformación de América latina a la luz del Concilio”. Éste fue el título y el objetivo del encuentro continental. Es necesario dar gracias a Dios porque no abandona nunca su Iglesia, y a través de la actividad colegial y sinodal en la Iglesia, nos sigue mostrando la senda para avanzar por el camino de la fe y la humanización de la sociedad. El documento con las Conclusiones de Medellín ha sido histórico. Casi que se puede decir que marca un antes y un después en las reflexiones de la teología y la pastoral del pueblo latinoamericano. Su metodología del ver, juzgar y actuar, todavía vigente, ha sido un instrumento de gran valor, para hacer de la pastoral una trabajo pertinente, que permita entender el concepto amplio de la liberación integral que aparece con contundencia en repetidas páginas de las Conclusiones. Los invito a releer con ánimo constructivo, el Documento de Medellín y cruzar sus Conclusiones con el práctico y actual Magisterio del Papa Francisco. De seguro, que tanto a los clérigos, como a los religiosos y los laicos, su lectura los animará para seguir creyendo en este continente de la esperanza y seguir trabajando para que la luz del Evangelio ilumine todo nuestro actuar. Y pensando en el momento que vivimos actualmente en Colombia, recuerdo lo que dijeron los Obispos hace 50 años, en Medellín: “Queremos también advertir, como un deber de nuestra conciencia, de cara al presente y al futuro de nuestro continente, a aquellos que rigen los destinos del orden público. En sus manos está una gestión administrativa, a la vez liberadora de injusticias y conductora de un orden en función del bien común, que llegue a crear el clima de confianza y acción que los hombres latinoamericanos necesitan para el desarrollo pleno de su vida” (Mensaje a los pueblos de América latina). + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Mar 24 Nov 2015

Celebran matrimonio colectivo en Cali

Este sábado más de 250 parejas de Cali contrajeron el sacramento del matrimonio, en una ceremonia que fue precedida por el obispo auxiliar de esta ciudad, monseñor Luis Fernando Rodríguez. Durante su homilía el obispo recordó a las parejas que “el matrimonio es el sacramento para que el hombre y la mujer construyan senderos y se ayuden entre sí en este nuevo camino”. Así mismo, invitó a aquellos ciudadanos que viven en unión libre para que formalicen su situación ante la Iglesia con el sacramento del matrimonio. Así fue como se cumplió esta novena jornada de uniones matrimoniales colectivas, coordinada por esta Iglesia particular y que contó con el apoyo de radio calidad RCN.