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obispo de santa marta

Mar 4 Ago 2020

Obispo de Santa Marta hace un llamado a la caridad en tiempo de Covid-19

“El Señor sigue hablándonos del Reino de los cielos, pero esta vez no con parábolas, sino con el gesto milagroso de la multiplicación de los panes y los peces”, expresó con base en San Mateo 14, 1 – 12, Monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval – Obispo de Santa Marta, en la Eucaristía del pasado domingo en la Catedral Basílica. Esta reflexión se puede contrastar con datos de expertos, quienes opinan que la pandemia ha incrementado el hambre y según la proyección para los tiempos venideros duplicaría las cifras actuales. Así invitó a compartir los bienes materiales que tenemos a la mano para saciar el hambre de la multitud golpeada por el Covid 19, ya que “dando de comer a la multitud, el Señor nos habla de la abundancia de los bienes del Reino de Dios que el Padre ha querido regalarnos. De cinco panes y dos peces, cinco mil hombres sin contar mujeres y niños quedaron satisfechos, y, además, recogieron lo que sobró: doce canastos llenos”, esto significa que a través de nosotros el Señor desea seguir haciendo el milagro de alimentar a los hambrientos. Monseñor llama al encuentro con el amor de Dios para superar las dificultades de todos los fieles de esta diócesis, puesto “que los bienes del Reino de los cielos se consiguen a través del amor, de la solidaridad, de la fraternidad, del compartir como hermanos, de la sensibilidad ante las necesidades de los demás, creando vida comunitaria”. Con esto dejó claro, que el milagro está en la solidaridad de las ovejas que integran las pequeñas comunidades de nuestra Diócesis en Estado Permanente de Misión. Según el Obispo, “Jesús da el ejemplo, nos enseña el camino al no desentenderse del hambre de aquella gente. No es indiferente, no los deja a su suerte, no dice, “este no es nuestro problema, es de ellos, que ellos lo resuelvan como puedan”, sino que se apiada, los comprende, se solidariza, comparte su necesidad, se compromete”. Debido a lo anterior, el Secretariado de Pastoral Social presenta a quienes se sientan tocados por el mensaje de San Mateo 14, 1 – 12, la posibilidad de acompañar las acciones del Banco Diocesano de Alimentos, y pueden conseguir mayor información llamando al 3106007285. Fuente: Oficina de comunicaciones de la diócesis de Santa Marta

Mar 21 Jul 2020

Obispo de Santa Marta: "Lecciones que nos deja el Covid-19"

En medio del ambiente santo e histórico de la Catedral Basílica Menor de Santa Marta, Monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, Obispo de esta Iglesia particular, en la Eucaristía del XVI domingo del tiempo ordinario, dijo que, “el estado de pandemia nos ha dejado lecciones que son como caminos señalados por Dios”. Esto invita a reconocer la fragilidad humana en todas sus vertientes. Tomando la lectura del evangelio San Mateo 13, 24 – 43, dejó claro que, “dicha fragilidad deja ver la limitación, la debilidad, la indefensión, la incapacidad e impotencia para afrontar la adversidad que supera nuestras previsiones y capacidades”. Así entonces, nos llamó a “ser más humildes, menos prepotentes y arrogantes, a dejar de creernos menos dioses y más creaturas”. Recordó que cada uno está en capacidad de aportar a un mundo nuevo, entrando en sintonía con Dios. Según esto, es importante revitalizar la vida comunitaria fortalecer la responsabilidad social y la solidaridad. El prelado fue enfático al hacer un paralelo entre lo biológico y lo social: “Se habla de aplanar la curva de contagios por el coronavirus. Igualmente es necesario aplanar la curva de la pobreza, de la carencia, de las desigualdades sociales, de la inequidad, discriminación, polarización, indiferencia, del daño ambiental causado por la ambición en el uso de los recursos naturales”. Por lo que continuó diciendo que “es urgente repensar el modelo de desarrollo para hablar de una casa común y de una sola familia, como nos lo decía el Papa, para que viajemos en la misma barca”. Como pastor del rebaño diocesano de Santa Marta, pidió a sus ovejas cuidar diligentemente la semilla del Evangelio sembrada, protegerla de la mala hierba que trata de ahogarla, de tal manera que se conserve como una buena espiga de trigo, para ser fermento en el mundo a través de nuestras buenas obras, por más pequeñas e insignificantes que ellas sean. Fuente: Of. de comunicaciones diócesis de Santa Marta

Mar 7 Jul 2020

Tristeza y dolor por accidente en Tasajera

Tras conocerse el lamentable accidente de la explosión de un camión cisterna, dejando un saldo de 7 personas muertas y 49 más heridas, la Iglesia católica en Santa Marta, a través de un mensaje, expresó sus sentimientos de tristeza y dolor por el hecho ocurrido este lunes 06 de julio en Tasajera, corregimiento de Puebloviejo (Magdalena) “El señor obispo de la diócesis de Santa Marta, Luis Adriano Piedrahita Sandoval, el presbiterio y todos los fieles, expresan su cercanía para con todas las personas y sus familias afectadas, como con toda la población de Tasajera, manifestándoles nuestra solidaridad y compañía en medio de este dolor”. Así mismo, manifestaron su cercanía al padre Javier Aguilar, al alcalde, y a todas las familias damnificadas de este desafortunado accidente, de manera especial con aquellas personas que perdieron a sus seres queridos. “A ellas les hacemos llegar nuestro mensaje de esperanza y de consuelo que se fundamenta en la palabra de Jesús que nos ha dicho: ‘Yo soy la resurrección y la vida, todo el que cree y vive en mí no morirá para siempre’”, señala el comunicado. Finalmente, aseguraron elevar una oración a Dios por la pronta recuperación de los sobrevivientes. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 6 Jul 2020

Por un mundo mejor

Por: Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval - El día veinte del mes de julio estamos conmemorando un nuevo aniversario del acontecimiento que marcó los inicios de nuestra vida libre como nación. Una fecha que debe suscitar en el corazón del creyente una plegaria de bendición y acción de gracias al Señor Dios nuestro, en quien, a pesar de las dificultades grandes o pequeñas que hemos podido encontrar en el camino de nuestra historia común, siempre nos hemos de sentir llamados a reconocer su favor hacia nosotros. El que es Dios eterno y de cuya gloria están llenos el cielo y la tierra, con su admirable providencia gobierna el mundo, y en su Hijo Jesucristo, Señor de la historia, nos ha revelado su designio de salvación para todos los pueblos de la tierra. A la manera del pueblo de Israel, llamado a mantenerse en vela por todas las generaciones como aquella noche de su liberación de Egipto, en un recuerdo vivo, como aquella noche Dios había permanecido en vela, vigilante, protegiéndole el camino de la libertad, también nosotros hemos de estar en vela, despiertos, a la escucha, dispuestos a seguirle. Con la misma mirada de fe y de confianza en Dios que nos invita al agradecimiento hemos también de dirigirnos, como peregrinos que somos, para pedirle su mirada favorable para el camino que hemos de seguir recorriendo. Pero también una plegaria de súplica frente a nuestras actuales realidades. Hoy son nuevas las esclavitudes de las que necesitamos ser liberados, no menos opresoras que las cadenas rotas que celebramos en la gesta de la independencia: Necesitamos ser liberados de los sentimientos de odio, de venganza, de violencia, que nos impiden perdonarnos y recorrer el camino de la reconciliación y de la convivencia en paz; necesitamos ser curados del virus del egoísmo humano y de la corrupción, que nos impiden mirar más allá de nuestros intereses particulares y buscar el bien general de la sociedad, el bien común a todos los ciudadanos; necesitamos ser sanados de la ceguera que no nos deja reconocer en todo ser humano la imagen y semejanza de Dios, criatura de Dios, y estar atentos a respetar la dignidad de cada persona, sus derechos y sus obligaciones; necesitamos ser liberados de todo sentimiento de insolidaridad que nos conduce a la insensibilidad ante la necesidad ajena, y que es lo que, en gran parte, nos hace construir una sociedad de grandes desigualdades e inequidades, de carencias para muchos, de miseria, de hambre. Hay que pedirle al Señor nos ayude a todos a asumir el compromiso de hacer en el presente el mundo que Dios quiere. En su visita apostólica a Colombia el Papa Francisco nos recordó algunas de las tareas pendientes que nos corresponde asumir en la construcción de nuestro país: El santo Padre se refirió, en primer lugar, a la tarea de la paz que no da tregua, porque es un trabajo siempre abierto, y que exige el compromiso de todos. “No hay que decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias, y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, colocar en el centro de toda acción política, social y económica a la persona humana, su altísima dignidad y el bien común. Hay que huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses solo particulares y a corto plazo. Hay que reconocer al otro, sanar las heridas, construir puentes, estrechar lazos, ayudarnos mutuamente”. Como dice el lema que lleva nuestro escudo “Libertad y orden”, “los ciudadanos deben ser valorados en su libertad y protegidos por un orden estable. Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado la nación por décadas. Leyes que no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad, sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia. Es necesario luchar contra la inequidad que es la raíz de los males sociales”. “Les animo, nos decía el Papa, a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados”. Y a la base de dichos compromisos, el Santo Padre nos recordaba algo muy importante que tiene que ver con el alma de nuestra nación, la fe cristiana de los colombianos: “Los principios evangélicos constituyen una dimensión significativa del tejido social colombiano, y por eso pueden aportar mucho al crecimiento del país; en especial, el respeto sagrado a la vida humana, sobre todo la más débil e indefensa. Y no se puede desconocer la importancia social de la familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos”. Reciente todavía el Sínodo sobre la Amazonía, y encontrándonos viviendo el año de la “Laudato Sí”, a los cinco años de haber sido publicada dicha Exhortación apostólica, es muy oportuno que recordemos que también el Papa Francisco en su visita a Colombia nos dejó una palabra sobre el compromiso que tenemos de cuidar nuestra casa común: “En este entrono maravilloso, decía en Villavicencio, nos toca nosotros decir sí a la reconciliación concreta; que el sí incluya también a nuestra naturaleza. No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. No podemos, pues, cesar de pedir al Señor para que dé sabiduría a nuestras autoridades, honestidad a los ciudadanos, amor de patria a todos los Colombianos, y así, entre todos, poder direccionar rectamente el camino que transitamos, buscando el bien común por encima de los bienes particulares, trabajando por una cultura que dignifique a la persona y que sea respetuosa con los valores morales y las creencias religiosas, atendiendo las necesidades de los más débiles, esforzándonos por conseguir una vida digna para todos, construyendo el progreso de nuestro país sobre las bases sólidas de la solidaridad, el amor a la verdad, la justicia, el perdón, la fe en Dios, llevando todo con una acción política limpia, honesta, transparente. Así, en medio de la pandemia, entre carencias, sufrimientos e incertidumbres, caminamos acompañados de los anhelos, las esperanzas, las visiones de un mundo mejor. + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de santa Marta

Vie 4 Oct 2019

Camino hacia las próximas elecciones

Por: Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval - El próximo 27 de octubre se celebrará una nueva jornada electoral en Colombia que, como todas las acciones de esta naturaleza, reviste una especial importancia. Al elegir a nuestros gobernantes en las alcaldías y gobernaciones, y a quienes nos representaran en las asambleas departamentales, concejos municipales y miembros de las juntas administradoras locales, los ciudadanos nos hacemos responsables y partícipes o no de la marcha que emprenda nuestra región hacia el desarrollo y la reconciliación que se generan ante todo desde el territorio. Siempre Colombia necesita del aporte de todos por medio del ejercicio democrático del sufragio, pues a pesar de las limitaciones que pueda tener el sistema, éste sigue siendo por ahora el modo legal para conocer el parecer de los ciudadanos. Por eso es un deber de gran importancia el acercarse a votar, pues, de lo contrario, no habría lugar a quejarse de gobernantes o servidores públicos que otros eligieron. Es sano, pues, comprometernos todos a votar con la debida libertad y rectitud de conciencia, reflexionando lo que se hace, no presionados por otros ni por intereses egoístas que pueden ser dañosos a la sociedad, con conocimiento y discernimiento de los programas y de las personas de los candidatos, de tal manera que sean elegidos los más idóneos y capaces, personas que piensen en el bienestar de todos por encima de su interés particular, alejadas de toda clase de corrupción, y que brinden las necesarias garantías de probidad moral, de honestidad y de transparencia en el ejercicio de sus funciones. La política es una tarea honrosa que busca el bien común de la sociedad, y quien se dedica a ella ha de interesarse en verdad por ser un servidor público y no servirse de su cargo o de su rango. En el ejercicio de la política, y hoy particularmente, se necesitan ciudadanos que amen a su patria, que pongan medios concretos para dejarle a las siguientes generaciones un país mejor que el que encontraron, y que tengan la decisión de combatir las causas estructurales que dan origen a las múltiples formas de inequidad, subdesarrollo, corrupción y violencia que, entre otros males, padece nuestra nación. Conscientes de la existencia de una “anticultura política” caracterizada por arraigados y variados vicios electorales, hemos de reconocer el altísimo valor ético que posee la política en sí misma. Tales vicios desaparecerán en el momento en que los candidatos y quienes los respaldan asumen la grandeza de lo que implica el servicio al pueblo que les permite llegar a tener las aspiraciones que ahora tienen. Al próximo gobernador de nuestro departamento del Magdalena, al alcalde de Santa Marta y a los alcaldes de los demás municipios, diputados, concejales y ediles, que serán elegidos, la comunidad entera les reclama no defraudar al pueblo que confía en ustedes. + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de Santa Marta