Vie 2 Jun 2017
Celebremos Pentecostés
Como lo hizo el Espíritu Santo el día de Pentecostés, permitamos también hoy que la Palabra de Dios irrumpa en nuestra vida y así seamos capaces de anunciar las maravillas que Dios hace en nosotros a través de su Espíritu.
Primera lectura: Hch 2, 1-11
Salmo: 104(103), 1ab+24ac.29bc-30.31+34 (R. cf. 30)
Segunda lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 o Rm 8, 8-17
Evangelio: Jn 20, 19-23.
Contexto bíblico
La respuesta del Salmo que nos propone la liturgia de la Palabra de esta solemnidad de Pentecostés es una concreta síntesis de todo el mensaje de esta celebración: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. La vida de los miembros de la Iglesia está bajo el aliento del Espíritu, así lo expresa el salmista confiadamente: “Le retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo. Envías tu aliento y los creas, y renuevas la faz de la tierra” (Salmo 104, 29-30).
Así mismo toda la liturgia de la Palabra de este domingo da testimonio de la renovación y la comunión que viene con el Espíritu, pues ante aquellos que estaban reunidos en el mismo lugar (Hec. 2, 1), sobreviene el Espíritu, bajo dos imágenes, viento y fuego (recordemos que estos elementos son los que acompañan las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento), para unir lo disperso y comprender ahora el lenguaje de Dios. También la segunda lectura nos recuerda que uno de los efectos de la presencia del Espíritu en la Iglesia es la unidad y el servicio en la comunión: “Hay en la Iglesia diversidad de carismas, pero un solo Espíritu” (1 Cor. 12, 4).
El texto evangélico también entra en sintonía con el mensaje de la celebración a partir de tres elementos esenciales: 1. El Resucitado se aparece a sus discípulos el primer día de la semana, sin necesidad de abrir las puertas del lugar donde se encontraban reunidos (Jn. 20, 19), ahora no se necesitan abrir estas puertas, lo que Jesús tratará de abrir con su saludo: “Paz a vosotros” (Jn. 20, 19c) es las puertas de sus corazones, para que puedan recibir el Espíritu. Este saludo, que el texto pone en palabras de Jesús repetidamente, capacitará a los discípulos para recibir el Espíritu. 2. El envío que Jesús hace a sus discípulos tiene un modelo, la encarnación: “como el Padre me envió así os envío yo” (Jn. 20, 21b); la forma como Jesús es enviado al mundo es el prototipo del envío que Él opera para con sus discípulos, que sean capaces de encarnarse en la vida de los hombres, para esto necesitan principalmente el don de la paz, de ahí el saludo de Jesús Resucitado. 3. Con la transmisión del Espíritu Santo que tiene poder en la vida de los discípulos, la Iglesia asume el mandato de perdonar y de retener los pecados, sabiendo que este acto es una obra que Dios hace y no un esfuerzo personal de cada uno, Dios es el que toma la iniciativa, nosotros simplemente respondemos con la fuerza del Espíritu que Él mismo nos ha dado.
2. Contexto situacional
En la historia de la salvación hemos podido constatar que esa venida del Espíritu Santo es frecuente, más aún, necesaria. Todo lo que el Espíritu Santo toca es transformado, el Espíritu Santo toca el caos (desorden) y lo convierte en cosmos (orden), el Espíritu Santo toca el barro y lo transforma en hombre, el Espíritu Santo toca a María y la transforma en la Madre de Dios, el Espíritu Santo toca los discípulos y los convierte en mártires y testigos, el Espíritu Santo toca el pan y el vino y los transforma en el Cuerpo y la Sangre del Señor, el Espíritu Santo toca un hombre y lo convierte en sacerdote, ministro de Dios, el Espíritu Santo toca una comunidad y la transforma en el Cuerpo del Señor.
Esta Solemnidad de Pentecostés es la oportunidad para dejarnos tocar por el Espíritu Santo, para dejar que su poder se muestre en nosotros transformándonos, es un momento celebrativo muy importante para pedir a ese Espíritu que todo lo renueva que toque hoy nuestros corazones, que toque hoy a Colombia y nos permita recibir especialmente la paz que trae el Resucitado para cada uno de nosotros y que hoy anhelamos tanto en nuestro país.
Una persona que ha dejado que su vida sea un templo para el Espíritu Santo no puede más que vivir en paz y comunicarla, porque la paz no es la ausencia de problemas y de guerras, sino la capacidad que me da Dios, a través de su Espíritu, de buscar soluciones ciertas y verdaderas a los problemas que nos acontecen cada día a los hombres. Un bautizado que ha hecho conciencia de lo que el Espíritu está haciendo en él, aprovecha cada momento de su vida para instaurar la paz, donde quiera que vaya y con quien quiera que esté.
3. Contexto celebrativo
Pentecostés es una Solemnidad en la Iglesia porque a través de este acontecimiento Dios la santifica, así comienza precisamente la Oración Colecta para la eucaristía de este día: “Oh, Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia”. El Espíritu Santo sigue obrando hoy en el pueblo que Dios se ha elegido, sigue realizando las maravillas que ha obrado durante la historia de la salvación. El Espíritu Santo, nos lo recuerda la anamnesis del prefacio para este día: “fue el alma de la Iglesia naciente”, por este Espíritu se “infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos”. Este Espíritu sigue ahora obrando con poder en la Iglesia a través del velo de la vida sacramental, para desvelarnos el gran misterio que Dios quiere comunicarnos, el misterio de su gran amor.
En cada celebración eucarística, el sacerdote a través de la epíclesis (invocación del Espíritu Santo), pide nuevamente la presencia del Espíritu Santo, primero sobre las ofrendas del pan y del vino y luego sobre la comunidad reunida en oración. Esto quiere decir que en cada celebración litúrgica somos tocados por el Espíritu, entonces en nosotros deben fructificar cotidianamente los dones de la paz, el perdón, la reconciliación, la fraternidad y el amor. Una comunidad que en cada eucaristía está asistida por la fuerza del Espíritu de Dios, debe ser una comunidad viva, alegre, fraterna, evangelizadora, misionera y caritativa.
Recomendaciones prácticas:
Puede ambientarse el lugar con un candelabro de siete velas representando los siete dones del Espíritu Santo.
Puede ponerse esta frase en la cartelera comunitaria: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”.
Recordar que las lecturas y el formulario de la misa son propios de la solemnidad. Es conveniente seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con el «Reunidos en comunión» propio. Si, en cambio, se hace la Plegaria Eucarística II o III, en el memento (Acuérdate, Señor…) hay un recuerdo propio.
Hoy termina el Tiempo Pascual. Después de la última Misa, en la noche, se apaga el cirio pascual y se retira del presbiterio; conviene colocarlo decorosamente en el bautisterio para que arda durante la celebración del Bautismo y poder encender en él los cirios de los bautizados.
Recordar que esta semana:
En este día se celebra del día del campesino
Es la Semana de Oración por la unidad de los cristianos.
El lunes y el martes siguientes, en las Misas con participación del pueblo, se puede celebrar la Misa del día de Pentecostés o una de las votivas del Espíritu Santo.
El lunes 5de junio, inicia la segunda parte del Tiempo Ordinario, con la semana 9ª. Liturgia de las Horas Tomo III (semana 1ª del salterio).
El próximo domingo 11, es la solemnidad de La Santísima Trinidad.