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plan nacional de predicación

Mié 23 Mar 2016

[Viernes Santo] Cristo vence al pecado y nos reconcilia con Dios

Las lecturas nos presentan el valor redentor del sacrificio del Siervo de Dios, Jesús, que con su pasión y muerte en cruz cumple la voluntad redentora del Padre: vence el pecado y nos reconcilia definitivamente con Dios. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Isaías 52,13 - 53,12[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 31(30),2+6.12-13.15-16.17+25 (R. 6a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Hebreos 4,14-16; 5,7-9[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 18,1 - 19,42[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La liturgia de la palabra nos introduce en el misterio de la Pasión del Señor. El Siervo del Señor sufriente, despreciado y rechazado por los hombres, es conducido como cordero al matadero. Dios colocó sobre él las culpas de todos nosotros. Cristo muere en el momento en el cual en el templo se sacrifican los corderos necesarios para la celebración de la cena pascual. Es El, el verdadero Cordero, que quita los pecados del mundo. El se ofreció como nuestra Pascua. Cristo murió por todos los hombres. Todo lo que aparece en la primera lectura como promesa, se realiza plenamente en el Evangelio. El Salmo se presenta como esa oración en el momento de la total entrega, que además es invitación para cada uno de nosotros en los momentos difíciles de nuestra vida. Y en la carta a los Hebreos nos presenta a Jesucristo como sacerdote, víctima y altar, que realiza la voluntad plena del Padre eterno. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El hombre de hoy sabe que el Viernes Santo es un día de dolor, de duelo, de soledad. La Cruz es una Ley pareja para todos: todos la llevamos, a través de la limitación humana, los diferentes problemas y preocupaciones. Todos la sufrimos, en las enfermedades, los sufrimientos, las injusticias. Todos la cargamos en la pobreza, las situaciones tensas, en las angustias. Por eso no siempre es aceptada, ni valorada. Ni la consideramos salvadora. La Cruz es señal del cristiano, porque es un gesto de Dios, también del hombre, pero es un gesto comprometedor. La vida de Cristo fue preparación, cumplimiento, y nueva luz para todos nosotros. La Cruz es también camino a la madurez, porque pide disciplina, exige renuncia y fomenta la rectitud. Es el camino que nuestro Señor eligió para salvar, es el camino seguro para vencer el pecado y la muerte. Es el camino iluminado para transformar la maldición en bendición. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Nosotros celebramos el Viernes Santo la exaltación de la Cruz. La Cruz aparece para nosotros como signo de fidelidad, fundada en el amor siempre creciente, transformante, servicial. La Cruz es expresión de amor, porque unifica, cohesiona y anima a todos los que creemos en Cristo. Ella contagia serenidad y contiene felicidad. La Cruz es el momento de salvación. Por eso ante la Cruz contemplación, penetración del misterio y experiencia de salvación. Entonces se expresa en oración, se evidencia en el canto y se descubre en el culto. La alegría se evidencia como fruto de la gracia. La confianza, se muestra como fruto de la amistad. La seguridad, como fruto de la presencia del Señor. Es necesario ubicarse: Todo ha quedado en silencio; el tumulto ha silenciado su voz, porque todo se ha cumplido. Esto nos lleva a aceptar la cruz, vivir en cruz, siempre animados por la cruz. Asumir la Cruz que salva con amor, que transforma con valor y santifica con alegría. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Así como el Domingo de Ramos, para la lectura de la Historia de la Pasión del Señor el sacerdote puede hacerse ayudar de lectores, reservándose siempre lo correspondiente a Cristo (Cf. rúbrica del Misal). Hoy la Oración Universal tiene un carácter especial, por eso su forma es distinta a la forma cotidiana: invitatorio, silencio, oración. El diácono es quien desde el ambón dice el invitatorio que indica la intención por la cual se va a orar; si no hay diácono, un ministro laico, bien preparado, puede hacer estos invitatorios. La Cruz es signo sagrado porque desde ella Jesús nos revela el amor misericordioso que salva. La comunidad cristiana expresa sus sentimientos de contemplación y adoración de la Cruz como principio de la Pascua. Solamente en este día y mañana se hace genuflexión al pasar frente a ella. Hoy se realiza la colecta para los Santos Lugares, la cual sería necesario ambientar y hacer con todo afecto. La difícil situación de la Iglesia en Tierra Santa obliga en caridad a ser solidarios.

Lun 21 Mar 2016

[Jueves Santo] Dios nos bendice con el mandamiento del amor, el sacerdocio y la Eucaristía

Las lecturas de hoy nos enseñan a valorar con exactitud el mandamiento nuevo de amarnos unos a otros. También nos permiten admirar el gran don del sacerdocio, a partir del Sacerdocio de Cristo, del sacerdocio común de los fieles y del sacerdocio ministerial. Finalmente, nos lleva a admirar y agradecer el misterio sublime de la Eucaristía. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Éxodo 12,1-8.11-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 116(115),12-13.15+16bc.17-18[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: 1Corintios 11,23-26[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 13,1-15[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El hombre de hoy debe conocer que el Jueves Santo es la hora de Jesús, en la cual se establece la Ley del Amor. Aquí se establece el misterio de Jesús. “La hora llegó” (Lc. 22,14-16) Jesús la esperó con paciencia, la preparó con dedicación y la cumplió con plenitud. Jesús la acepta porque es la hora del Padre, la vive porque tiene conciencia de su misión y la asume porque sabe que es la hora de la salvación. “La hora se celebra” (Jn. 15,14-17). Hay un ambiente de despedida durante la celebración pascual, ha llegado el momento de la liberación. Junto a la mesa se dialoga, los participantes se conocen y se descubren. “La hora inolvidable” (1 Cor, 11,24) Se trata de una comida cargada de Signos, llena de riquezas, pero sobretodo cargada de Espíritu. Todo es presencia, profundidad y entrega del amor! [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El mensaje para hoy presenta la Pascua como una expresión de amor, como un rito cultual y como una experiencia liberadora. Es el día en que se presenta la fecundidad del amor. El amor nace, crece y madura. Saber admirar: Por eso estamos llamados a valorar lo que vale el amor, lo que hace el amor, lo que renueva el amor. El amor recrea el espíritu, lo renueva; el amor ilumina la vida, la hace clara; el amor capacita al hombre, lo hace audaz. Saber asimilar que el amor revela el Misterio de Dios, la grandeza del Saber agradecer: Reconocer su riqueza, agradecer su grandeza y sentir su eficacia. Es necesario ser humildes para reconocer, sinceros para agradecer, generosos para servir. Debemos considerar a los servidores del Señor. El sacerdote, es presencia de Cristo. Cristo está vivo hoy penetrando, estimulando, clarificando, porque el sacerdote es presencia de Cristo, se identifica con él, se pierde todo en Cristo y se lo juega todo en Cristo. El sacerdote es un don de Cristo y un servidor de Cristo. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En esta fiesta celebramos la perpetuidad del Amor, que se vive, se recuerda y se actualiza. En la intimidad de la Cena Cristo nos descubre un corazón delicado, nos transparenta un corazón equilibrado y consciente. El Memorial hace presente hoy, aquí y ahora el Misterio. No es un simple recuerdo sino la celebración de la Alianza. No es sólo palabra sino la Eucaristía. No es sólo rito: sino Sacrificio. La Eucaristía debe ser preparada, para hacer consciente una presencia. La Eucaristía debe ser participada, para hacer posible una experiencia. La Eucaristía debe ser penetrada, para hacer estable un testimonio. Se celebra el Misterio de Cristo para ser presentado hoy. Se realizan los ritos cultuales que actualizan el misterio hoy. Se consolida la Salvación para quienes han aceptado vivir el misterio hoy. No mirar sino a Cristo, no pretender sino a Cristo, quedarse sólo con Cristo. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Por significado sacramental y eclesial se aconseja hacer la recepción de los Óleos Santos en cada parroquia; puede ser antes de la celebración de la Misa vespertina de la Cena del Señor o en otro tiempo que parezca más oportuno. La Misa de la Cena del Señor está unida con el rito del lavatorio de los pies. Conviene acompañar el gesto con el canto “Donde hay caridad y amor” Es muy significativo en este día, en la procesión de las ofrendas, unir al pan y el vino dones para los pobres. Al final de la Misa se reserva la Eucaristía para la comunión del día siguiente; no es una exposición del Santísimo la que se hace; de ahí que, en nuestros llamados «monumentos», no se debe colocar la custodia ni nada parecido. Más aún, la reserva debería tener lugar en donde habitualmente se hace, aunque adornándose el lugar de una manera más especial, pero siempre con sobriedad artística, evitando excesos, sobre todo en adornos florales. Recordar que, después de medianoche (es decir, ya el Viernes Santo) no está prohibida la adoración; sólo se advierte que se debe hacer sin solemnidad.

Lun 14 Mar 2016

[Domingo de Ramos] Seamos obedientes a Dios

Después de rememorar la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la Palabra de Dios nos ilumina para reconocer en el drama de la Pasión y muerte de Jesús, con toda su carga de injusticia, crueldad y traición, el supremo testimonio de obediencia al Padre. Jesús es el verdadero Siervo de Dios que fue contado entre los malhechores pero que por su obediencia ha sido glorificado. Si nosotros nos unimos a su obediencia, participaremos también de su exaltación en la gloria del Padre. [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 19,28-40[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Isaías 50,4-7[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 22(21),8-9.17-18a.19-20.23-24 (R. 2a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Filipenses 2,6-11[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Los signos y los textos con que inicia la Semana Mayor hablan elocuentemente de la paradoja: se camina hacia un triunfo que sólo se da a través de la humildad, más aún, del anonadamiento y la humillación: la kenosis: Per crucem ad lucem. Se proclama la gloria del “que viene como Rey, en nombre del Señor”, lo ayudan a montar como a un Soberano y alfombran el piso con sus mantos, pero su cabalgadura es un burrito. El siervo de Dios (Isaías 50) acoge la voz del Señor y no rechaza las afrentas pero no se muestra confundido porque sabe que “no quedará en la vergüenza”. Aunque podía permanecer en la gloria de su categoría divina, se sometió a la condición de los siervos y, como cualquier hombre, se sometió a nuestra limitación y por lo mismo a nuestra mortalidad: es más, a muerte afrentosa como si fuera un criminal. Pero Pablo termina el párrafo en una verdadera apoteosis: que “se doble toda rodilla y todos proclamen, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor”. A través de la lectura de la Pasión de San Lucas se presenta el drama cuya proximidad hace temblar a Jesús, pero que acepta: “Hágase tu voluntad, Padre”. Como ráfagas de luz que destellan entre el escenario de sombras, se oye la voz de Jesús cuando el Sumo Sacerdote le conjura en nombre de Dios para que diga si es el Mesías. “Tú lo has dicho… Y desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso sobre las nubes del cielo”. Esa proclamación le merece la muerte (como le sucederá después a Esteban). Su pueblo y sus autoridades piden su condena a muerte. Como dice el evangelio de Juan “Los suyos no lo recibieron”. Sus amigos y discípulos lo abandonaron. En cambio, el comandante del escuadrón de ejecución, pagano pero libre de prejuicios, exclama: “Verdaderamente este hombre era inocente.” Viene a la mente la palabra del Papa Francisco: “Dios no se oculta a aquellos que lo buscan con un corazón sincero, aunque lo hagan a tientas, de manera imprecisa y difusa.” Evangelii gaudium, 71. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El mundo contemporáneo busca afanosamente la comodidad del momento, el éxito fácil y con poco esfuerzo, y rechaza como una maldición insoportable el dolor, el fracaso y la humillación. “En la cultura predominante, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede el lugar a la apariencia. “ Evangelii gaudium, 62 También ahora y aquí hay quienes aclaman a Cristo pero no aceptan su misión redentora y sus consecuencias. Hoy también hay un porcentaje notable de discípulos cobardes. Hay quienes detestan que se siga oyendo el mensaje de Cristo: hay quienes están destruyendo iglesias, arrancando cruces o inventando argumentos ideológicos y leyes para apagar su recuerdo. Pero este es el mundo que hoy debe recibir el anuncio. Debemos descodificar el mensaje redentor al lenguaje de esta sociedad contemporánea. Si la Iglesia de veras es hoy presencia auténtica de Jesucristo, no faltarán los paganos o gentiles que sean capaces de reconocerlo como el ladrón arrepentido o el centurión. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La celebración festiva y solemne del Domingo de Ramos debe suscitar una auténtica renovación de nuestra pertenencia a la comunidad de los discípulos de Jesucristo. El recuerdo de cada uno de los actores en el relato de la Pasión es un cuestionamiento a nuestra propia historia: a qué grupo nos parecemos más? Con cuál personaje nos identificamos? El acontecimiento atroz del Calvario, que para nosotros es “misterio” porque es revelación de amor del Padre, está ocurriendo hoy aquí, por la presencia eterna del Señor resucitado. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Motivar con tiempo la participación de la comunidad en la procesión con los ramos. Tener en cuenta que el verdadero signo de acogida y aclamación de Jesús como Hijo de Dios es con los elementos de la naturaleza (ramos, ramas). Al concluir la procesión, al llegar al altar, se omiten los ritos iniciales y se hace la Oración Colecta. Se sugiere que la proclamación de la Pasión se realice entre tres lectores, teniendo en cuenta la recomendación de la liturgia de reservar la parte propia de Cristo para que la lea el sacerdote. Conviene instruir a las fieles en que lo más importante en este día es la celebración de la Misa y, en ella, la lectura de la Pasión del Señor. Jornada jubilar diocesana de los jóvenes. En el contexto de Año de la Misericordia, en importante que en Semana Santa y en el Tiempo Pascual los pastores muestren la imagen del Padre que ha salvado y sigue salvando. Él ha mostrado misericordia con respecto a Israel, su pueblo, y aún hoy continúa mostrando su rostro misericordioso con respecto a aquellos que acogen el don de la fe en las aguas del manantial.

Lun 7 Mar 2016

El Señor perdona nuestros pecados

El pasaje central de este domingo es el perdón que da Jesús a la mujer adúltera. Todos nosotros somos pecadores: ninguno ha llegado a la meta en el camino de la conversión, pero como dice Pablo, tenemos que correr hacia esa meta, sabiendo que el Señor perdona a quien de veras reconoce su pecado y promete no pecar más. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Isaías 43,16-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Filipenses 3,8-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 8,1-11[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La misericordia y el poder de Dios se manifestaron ayer, se manifiestan hoy y siempre: Hubo maravillas del Señor en el pasado, pero la misma Palabra nos invita a no quedarnos pensando en el pasado, cuando “abrió camino en el mar”, sino a reconocer lo que hoy hace por nosotros. No se manifiesta en una fulgurante intervención sino como una planta que está brotando y va a dar fruto: así Él va haciendo surgir el mundo nuevo. Hoy también el Señor “cambia nuestro llanto en alegría” y la dolorosa expectativa de la siembra se convierte en gozos de cosecha abundante. “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.” Evangelii gaudium n. 1 Renace la alegría cuando el Señor viene al encuentro de nuestra miseria. Se encuentran la miseria y la misericordia, como decía San Agustín. Ese es el mensaje dramático de Jesús y la mujer adúltera. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La sociedad actual tiene una manera muy peculiar de reaccionar frente al pecado. Comienza por negar la culpa: partiendo del rechazo al complejo de culpa se pasa a negar el concepto de culpa y a soslayar la responsabilidad personal. Nadie es culpable o, lo que viene a ser lo mismo, “todos somos culpables”. La simpatía creciente por las creencias orientales acoge con alegría la negación de culpa y pecado, que en esas religiones o filosofías es lógica consecuencia de la negación de la libertad personal, diluida en el concepto del karma. Más de un experto en conducta humana, en sicología, sociología, terapias o coaching se horroriza de que alguien mencione la palabra “culpa” y, peor, la palabra “pecado”. Se acoge así una forma de misericordia que consiste en disculpar con toda clase de teorías sobre el comportamiento. Así se trate de hechos tan graves como el asesinato de un cónyuge o un padre, así se trate del abusador contumaz o el explotador descarado, siempre se encuentran caminos para la inimputabilidad no sólo en lo penal y legal sino en el juicio mismo de la conciencia. Lo que alguna vez se mencionaba como un valor, la “delicadeza de conciencia”, ahora se mira como una aberración o minusvalía en la personalidad. Esta tendencia es un grave escollo para la evangelización auténtica: si no se reconoce que hay culpa, no hay pecado y si no hay pecado, no hay ninguna necesidad de redención: sólo necesitamos autoayudas y terapias. No podemos negar que un lenguaje que califica como pecado cualquier descortesía o infracción (como las malas palabras, las infantiles desobediencias o las rebeldías adolescentes), desvaloriza el concepto de pecado y lo desacredita aún ante los niños y jóvenes. Mucha gente nueva no piensa en serio en el pecado porque se ha banalizado el concepto. La nueva evangelización tiene que hablar del pecado, porque, como dice la Escritura, el juicio del Espíritu Santo parte del juicio sobre un pecado. La Iglesia tiene que actuar como Jesús, que no niega, ni disculpa, ni soslaya que esa mujer es culpable de un pecado. Por eso le dice: “No peques más”. Es más: Jesús, con su desafío a los que la condenan, les hace caer en cuenta de que ellos también son responsables de sus pecados. Pero aquel en quien no hay pecado, ha venido para ser el testigo y mensajero de la misericordia. Por eso expresa Francisco, el Obispo de Roma en su exhortación “Evangelii gaudium”: “sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible. Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades. A todos debe llegar el consuelo y el estímulo del amor salvífico de Dios, que obra misteriosamente en cada persona, más allá de sus defectos y caídas.” Evangelii gaudium n. 44 Y añade en la convocatoria del Jubileo de la Misericordia: “« Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia » Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: « Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón ».Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.” Misericordiæ vultus 4. “Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón”. Misericordiæ vultus, 6. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Hoy, y cada vez que celebramos la Eucaristía, venimos como los animales que buscan ansiosos el agua, con la sed de encontrar en Cristo el agua de la vida y el perdón. Siempre comenzamos por reconocernos pecadores, comenzando por el celebrante. Recibamos conscientemente en nuestro corazón la Palabra de Jesús: Sí, has pecado pero yo no te condeno. Anda y no peques más. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Destacar, en la iniciación, el rito penitencial. Puede aprovecharse el canto “Hoy perdóname”, teniendo en cuenta que no reemplaza la letanía del “Señor, ten piedad”. El pasaje de la adúltera perdonada, invita a todos los bautizados a abrirse al perdón incondicional de Dios que en Cristo renueva todas las cosas. En este domingo se celebra el tercer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 804-805 del Misal Romano. Recordar que esta semana: El sábado 19 de marzo, es la Solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen María (en Colombia no es día de precepto). El próximo domingo 20 de marzo, es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Insistir en la campaña para preservar la naturaleza, por eso advertir el no adquirir ramas de palma de cera, y más bien utilizar en este día plantas o ramas de árboles fácilmente renovables. Sin embargo, no podemos caer en desvirtuar los signos litúrgicos, por eso no está bien invitar a llevar globos, banderas, pañuelos, etc.

Mar 1 Mar 2016

El Evangelio nos transforma

La Palabra que vamos a escuchar nos presenta el dinamismo de la alegría de sentir y de saber que “el Evangelio de la Misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo mejor que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más bello que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y a nuestro mundo a través de la gloria de Dios en su graciosa misericordia”. Escuchemos con fe y esperanza. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Josué 5,9a.10-12[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 34(33),2-3.4-5.6-7 (R. cf. 9a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: 2Corintios 5,17-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En el año jubilar de la Misericordia hagamos una lectura orante de la Liturgia de la Palabra en el dinamismo de la alegría de sentir y de saber que “el Evangelio de la Misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo mejor que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más bello que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y a nuestro mundo a través de la gloria de Dios en su graciosa misericordia”. Esta es la clave de meditación de la Palabra en este Domingo Laetare, día de la alegría por la proximidad de la Pascua. Primera lectura: Josué 5,9a.10-12 El libro de Josué narra la ocupación de la tierra prometida por el pueblo de Israel. Entrar en la tierra significa haber recibido liberación, haber sido reconocido, poder abrirse a una nueva experiencia libre de la esclavitud y alejados del desierto de la injusticia, y experimentar la alegría de saber que Dios no había abandonado a su pueblo elegido y que la Pascua en Egipto que constituyó al pueblo en peregrino del desierto hacia la libertad, llegaba a su final con la celebración de la Pascua en Gilgal que es celebrar la alegría de la llegada. «Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto» El término «Gilgal», que significa «rueda» o «círculo», podría ser un juego con el término «quitado de encima» (cf. Salmos 119:22). Ha habido un poco de discusión en cuanto a qué se refiere aquí: (1) algunos lo ven como que se refiere a la esclavitud en Egipto (cf. Génesis 15:12-21); y (2) otros dicen que se refiere a burlas de los enemigos de Israel, de que YHWH los había liberado de Egipto solo para destruirlos en el desierto (cf. Éxodo 32:12; Números 14:13-16; Deuteronomio 9:28). Más allá de las conjeturas exegéticas, lo que expresa el texto es que el pueblo salió de una realidad de injusticia, de decadencia moral, de conflicto y empezó una vida estable, apacible, comiendo los frutos de una tierra bendecida y que el pueblo empieza a saborear. Para un Israelita, la posesión de la tierra prometida a los padres era el compendio de todos los bienes, de igual manera es para el cristiano signo de alegría saber que Dios cumple su promesa y que en la cercanía de la Pascua podemos iniciar una vida nueva, donde se debe romper con el pasado de conflictos y violencias y apostarle a una sociedad justa, fraterna, reconciliada, capaz de vivir en paz. Salmo 34 Las palabras de este salmo son una réplica del gozo y la alegría que siente el pueblo de Israel y cada persona que lo proclama, cuando contempla la obra de Dios en su vida. Expresiones de júbilo, de gratitud y de alabanza que tienen la fuerza de la constancia, una actitud orante que debe permanecer en medio del pueblo como permanece la obra de Dios en medio de sus realidades. El salmista se alegra en la certeza de saber que clamó al Señor y fue escuchado, lo buscó y lo encontró y esta vivencia hace germinar en el corazón del pueblo los sentimientos de la alabanza y de la bendición de Dios. La oración de alabanza convoca a toda la comunidad, a los marginados, a los pobres, a los que se han alejado, a quienes han obrado mal, a volver su mirada a un Dios que siempre nos mira con misericordia, porque “la misericordia divina constituye el núcleo y la suma de la manifestación de Dios”. El salmo es una renovación de la Alianza. Dios está comprometido con su pueblo y lo escucha y viene en su ayuda (Ex 3,14). Nuestras comunidades viven situaciones de miedo, pánico, angustia, las sombras del mal se hacen sentir con la fuerza del desplazamiento, de las armas, de la explotación, de la corrupción; nuestra gente no está exenta de las pruebas de la vida, pero sabemos que hay un Dios omnipotente, justo y misericordioso que nos acoge, nos enseña el camino del perdón, la reconciliación y la paz: “contémplenlo y quedarán radiantes”. Segunda Lectura: 2 Corintios 5,17-21 El apóstol Pablo al predicar la opción por la persona de Jesucristo resalta que un fruto de esa opción es ser una nueva criatura y que esto deriva de la vinculación con el Señor resucitado. Lo realmente decisivo y transformador es compartir la nueva vida de Jesús después de haber compartido su muerte y de haber hecho morir al hombre viejo, es decir al hombre esclavo del pecado y enemigo de Dios. Esa transformación en nueva criatura es posible porque todo ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo. El trasfondo de la apremiante llamada a la reconciliación que hace Pablo es que él percibe un distanciamiento de la comunidad de Corinto y siente la necesidad de reconciliarse; sin embargo él sabe que solo será posible la reconciliación con la comunidad si los Corintios se reconcilian con Dios. Este llamado a reconciliarnos es válido para el pueblo colombiano, la reconciliación es la creación de un nuevo ser humano. El apóstol nos enseña que la iniciativa de la reconciliación le pertenece a Dios y que el origen de esa nueva creación es el Misterio Pascual de Cristo que transformó las relaciones entre Dios y la humanidad y que la fuerza de esa gracia de reconciliación fue confiada por Cristo a su Iglesia. Encarnar el ministerio de la reconciliación es propio de la misión de la Iglesia que sana y cura. “Es verdad: ¡cuántos heridos hay! ¡Cuánta gente necesita que sus heridas sean curadas! Ésta es la misión de la Iglesia: curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es Padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre”. (Papa Francisco 2 de mayo de 2015). En consecuencia: • La reconciliación es central a la vocación cristiana y es fundamental en la misión de la Iglesia en el mundo. • El ministerio de reconciliación con Dios, y de unos con otros, no conoce fronteras. • En la cruz todas las palabras y acciones se revelan como expresión de la reconciliación final llevada a cabo por el Señor crucificado y resucitado, que hace nueva la obra de la creación cuando todas las relaciones sean justas en Dios. (2 Cor 5,16-20; Ef 2,16) • ¡Sanar los corazones afligidos y vendar sus heridas! (cfr. Salmo 147), será el aporte insustituible de la Iglesia católica a la paz en Colombia. • La Iglesia está llamada a ser solidaria con aquellos que sufren, con esto contribuimos a restablecer las relaciones que han sido rotas. El perdón nos lleva al corazón de la reconciliación que Dios quiere de nosotros. (Cf. Artesanos del perdón, la Reconciliación y la paz, 16-17). Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32 El centro del evangelio de Jesús, -afirma el cardenal Kasper-, lo ocupa el mensaje de Dios como Padre. El evangelista Lucas tiene como columna vertebral la misericordia divina (6,36), para el evangelista pintor del icono de la madre del Hijo de Dios, la misericordia es la perfección de la esencia divina. Dios es fuente inagotable de perdón, da su gracia con una medida generosa. Hoy esa misericordia se hace parábola y revela la grandeza del Padre misericordioso que acoge y devuelve la dignidad perdida al hijo que se había alejado de su gracia y que hace el camino de la conversión para sentir el gozo y la alegría de habitar en la casa del Padre. Entre los múltiples aspectos de la parábola sugerimos resaltar en la meditación dos elementos: 1. El camino de conversión del hijo pródigo que ha de ser nuestro camino 2. La actitud del Padre que restituye la dignidad perdida con acciones concretas 1. El camino de conversión que emprende el hijo menor surge de la experiencia que cuanto más se aleja del Padre, tanto más pierde su identidad que lo lleva a una degradación total. El malgastar sus bienes y sentir que le niegan hasta las algarrobas con la que alimentaban los cerdos refleja que se encuentra en tierra extranjera y cuidar cerdos es el nivel más bajo de humillación. Esta situación lo lleva a entrar en si mismo y emprende el camino de regreso que es camino de conversión y que lo presenta el relato en cinco momentos: a) El hijo que se aleja (vv.11-13) b) La escases en la lejanía (vv.14-16) c) La toma de conciencia de la situación y la decisión de volver (vv.17-20a) d) El encuentro con el Padre (vv. 20-21) e) La celebración de la vida del hijo que regresa arrepentido (vv.15,22-24) El énfasis de la parábola está en la misericordia del Padre que desborda toda la medida esperada. “No se orienta a la justa distribución de bienes materiales, sino a la dignidad filial porque ese es el criterio de su amor”. Aquí reposa el misterio de la reconciliación en su clave pascual. El Padre ama a su hijo perdido y “siente compasión” y por eso es posible correr al encuentro del hijo, echarse a su cuello y reintegrarlo en la dignidad perdida. Enseñaba san Juan Pablo II “la fidelidad del Padre a sí mismo está totalmente centrada en la humanidad de su hijo perdido, en su dignidad” (DV 6). Volver a Dios es reencontrarse con su identidad, con la verdad, la justicia y la paz. En el relato evangélico Jesús nos desvela que la realidad del hijo pródigo es nuestra propia historia y que debemos emprender el camino de la conversión-reconciliación con la certeza que Dios sale a nuestro encuentro y nos devuelve la imagen y semejanza perdida por causa del pecado. 2. La actitud del Padre que restituye la dignidad perdida con acciones concretas La actitud del Padre se resume en “La Misericordia es la fuerza que todo vence, que llena el corazón de amor y que consuela con el perdón” (MV 9). El P. Fidel Oñoro, presenta el comportamiento del Padre misericordioso en actitudes concretas que devuelven la dignidad de hijo a quien regresa arrepentido y lo transforma en testigo de la misericordia: a) El padre que corre al encuentro de su hijo primero “lo abraza” (v.20b): el padre se humilla más que el mismo hijo. No espera sus explicaciones. No le pide purificación previa al que viene con el mal aspecto de la vida disoluta, contaminado en el contacto con paganos y rebajado al máximo en la impureza (legal y física) de los cerdos; el padre rompe las barreras. No hay toma de distancia sino inmensa cercanía con este que está “sucio”, para él es simplemente su hijo. b) Lo “besa” (v.20: “efusivamente”). El beso es la expresión del perdón paterno (como el beso de perdón de David a su hijo Absalón en 2 Samuel 14,33). Nótese que el perdón se ofrece antes de la confesión de arrepentimiento del hijo (v.21). c) Le manda poner “el mejor vestido”. El Padre le restituye su dignidad de hijo y le confirma sus antiguos privilegios. El vestido viejo, su pasado, queda atrás. d) Le manda poner “el anillo” (v.22b). Este anillo es un simple aderezo estético; puesto que en la antigüedad el anillo formaba parte de las insignias reales (ver 1a Macabeos 6,14) y con él se sellaban las grandes transacciones, se trata de un gesto inaudito para con un hijo derrochador de plata (v.13). ¡Qué confianza la que este Padre tiene en la conversión de su hijo!. e) Le manda poner “sandalias” (v.22): este era un privilegio de los hombres libres, incluso en una casa sólo las llevaba el dueño, no los huéspedes. Este gesto es una delicada negativa al hijo que iba a pedir ser tratado como jornalero. f) Hace sacrificar el “novillo cebado” (v.23), el animal que se alimentaba con más cuidado y se reservaba para alguna celebración importante en la casa. g) Convoca una “fiesta” (v.23) con todas las de la ley: la mejor comida, música y danza. La fiesta parece desproporcionada, pero el Padre expone el motivo: el gran valor de la vida del hijo. “La alegría de Dios es perdonar…la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Sólo el amor llena los vacíos, las vorágines negativas que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto, y esta es la alegría de Dios…” (Papa Francisco). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La historia del país ha estado atravesada por distintas formas de violencia, vinculadas en una porción significativa a la confrontación entre grupos armados por el control territorial y poblacional. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la violencia muestra otro rostro menos mediático, pero igual de preocupante: el mapa de la violencia general abarca distintos escenarios que se mueven entre la violencia interpersonal e intrafamiliar, hasta una red con múltiples caras que se entrelazan y retroalimentan. Fenómenos sociales repudiables que rompen la comunión: la corrupción, el narcotráfico, el secuestro, la sombra de desconfianza en la estructura de justicia, en el poder legislativo, la indiferencia frente al sufrimiento de las mayorías, el desplazamiento, el sub empleo que multiplica miseria, la delincuencia organizada, la minería ilegal y la legalizada sin controles para defender la “casa común” que es el medio ambiente, son expresiones del alejamiento de Dios que degrada el tejido social y le rompe sus fundamentos morales y éticos. En la realidad Colombiana se encarna la figura de quien se ha alejado de Dios, de quien ha malgastado los bienes confiados por el Padre, y ha llegado la hora de mirarse y emprender el sendero del perdón, la reconciliación y la paz, único camino capaz de devolver la dignidad perdida a las personas y a la sociedad para que encarnen la alegría que nos trae la actualización de la Pascua. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Este domingo nos hace, desde la antífona de entrada, una invitación a la alegría. Una alegría que se enmarca en el camino cuaresmal caracterizado por un llamado a la conversión y vale la pena motivar esta “alegría de la salvación” a partir de la propia experiencia de la misericordia del Padre y de la reconciliación. La inminencia de la solemnidad de la Pascua nos permite presentar el sacramento de la reconciliación como una experiencia de gratuidad. Cuando el perdón de los pecados se hace experiencia, el escándalo cede su lugar a la admiración. En el sacramento de la reconciliación, la “alegre noticia” sobre el perdón de los pecados se hace realidad, el pecador es alcanzado por la misericordia de Dios y regenerado en una gracia de multiformes connotaciones. (Cf. CEC 1420-1532; 1846). A partir de la Liturgia de la Palabra debemos exhortar y acompañar a las comunidades para que en el año jubilar de la misericordia el pueblo cristiano reflexione y practique las obras de misericordia corporales y espirituales, Ilumina esta sugerencia celebrativa el numeral 15 de Misericordiae Vultus. No olvidemos que la cuaresma es el tiempo privilegiado en el cual la Iglesia está llamada a mostrar de una manera más evidente el rostro misericordioso del Padre que está impreso en el rostro de Cristo vivo y presente en el misterio de la Eucaristía y la reconciliación. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] La parábola del padre misericordioso permite reconocer a Dios como Padre bueno y grande en el perdón que, en el abrazo de su amor, acoge a todos los hijos que regresan a Él con corazón contrito. Idea Fuerza para la predicación: Si el hombre es capaz de Dios, el hombre es capaz de amor. Y si es capaz de amor, es capaz de misericordia. Hoy se sugiere usar ornamento de color rosado, signo del ir dando pasos hacia la fiesta pascual. También, se permite el sonido de los instrumentos musicales y el altar se puede adornar con flores. En este domingo se celebra el segundo escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 803-804 del Misal Romano.

Lun 22 Feb 2016

Seamos obedientes al Señor

Este día las lecturas están centradas en la obediencia a Dios, nos da oportunidad de arrepentirnos, de volver a Él. Tenemos un Padre lleno de amor y de misericordia, escuchemos atentamente. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Éxodo 3,1-8a.13-15[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 103(102),1-2.3-4.6-7.8+11 (R. cf. 6)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: 1Corintios 10,1-6.10-12[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 13,1-9[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Moisés era un pastor como sus antepasados, y un día pastoreaba las ovejas, como años más tarde lo hará con el pueblo liberado de la esclavitud. Llegó hasta el Horeb, el monte de Dios (v. 1) y el Señor se le apareció en forma de llama de fuego en medio de una zarza (v. 2). La expresión "ángel del Señor" se utiliza para designar con respeto y temor la presencia de Dios. El símbolo que lo hace visible es el fuego, una llama de fuego que no se consume en medio de una zarza. El fuego es símbolo del poder transformador de Dios. El fuego todo lo que toca lo transforma en fuego o en una materia distinta de la inicial. Así es Dios: "fuego devorador" (Is 33,14). Moisés se maravilla y se acerca, pero la iniciativa es de Dios: "Moisés, Moisés" (v. 4). Debe quitarse las sandalias, pues la tierra que pisa no le pertenece, "es tierra sagrada" (v. 5). Debe despojarse, presentarse descalzo, desnudo espiritualmente, de puntillas y en silencio, sin alegar ningún derecho y sin imponer a Dios el propio paso. Ahora Moisés escucha al Señor: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Es el Dios de la historia pasada, siempre fiel a sus promesas, delante del cual Moisés se cubre el rostro en gesto de adoración y respeto (v. 7). 2ª lectura: 1 Corintios 10,1-6.10-12 Este midrash es un ejemplo de lectura cristiana del Antiguo Testamento. El "bautismo" del paso de mar, "el alimento espiritual" del maná y la "bebida espiritual" del agua que brotó de la roca, las "murmuraciones" del pueblo de la antigua alianza en el desierto, son imagen y "tipo" de la experiencia de todo creyente. El cristiano, habiendo atravesado las aguas del bautismo, camina en el desierto de la historia, sostenido por el Dios fiel y misericordioso, que lo sacó de una vez para siempre de la esclavitud del pecado y de la muerte. Este evangelio es una llamada urgente de Jesús a la conversión, a través del comentario que él mismo hace a algunos hechos de su tiempo (la represión brutal de la policía romana dentro del Templo y la tragedia de las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé). Para Jesús estas desgracias no son un simple castigo de Dios. Quienes perecieron no eran ni más pecadores, ni más culpables que el resto del pueblo (vv. 1-4). Jesús saca una lección para sus oyentes y para todos los lectores del evangelio: "Si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante" (v. 5). La invitación a la conversión (vv. 1-5) es comentada con la parábola de la higuera plantada en una viña y que no produce fruto. La higuera y la viña son símbolos de Israel en el Antiguo Testamento (Jer 8,13; Os 9,10; Miq 7,1). El texto recuerda las palabras de Jesús: "Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos." (Lc 6,44), aludiendo así a todo hombre que puede realizar obras buenas o malvadas. En la parábola del sembrador, sin embargo, la semilla produce fruto cuando cae en tierra buena (Lc 8,8), tierra que es imagen del discípulo auténtico que conserva la palabra "en un corazón bueno y bien dispuesto", y da "fruto por su constancia" (Lc 8,15). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La primera lectura (Éxodo 3,1-8a. 13-15) nos presenta la escena en la cual el Señor se le revela a Moisés con el nombre de Yahvé, que en hebreo significa Yo soy, y cuya traducción más completa sería Yo soy el que actúa. Ser y hacer son verbos inseparables en el lenguaje bíblico, y por eso los ídolos no “son”, porque no hacen nada. Y la acción de Yahvé es una acción liberadora del Dios único, que se compadece del pueblo de Israel y decide librarlo de la esclavitud que sufre en Egipto. El nombre “Yahvé” afirma así la continuación de la actividad de Dios que cumple su promesa. “El que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga”, les dice el apóstol san Pablo en su primera carta a los cristianos de la ciudad griega de Corinto (1 Corintios 10, 1-6.10-12), a quienes él mismo había evangelizado en uno de sus viajes misioneros. Esta exhortación a reforzar la vigilancia constante para no caer en la tentación, la hace el apóstol evocando la historia del pueblo de Israel después de haber sido liberado de la esclavitud en Egipto, en su camino por el desierto hacia la tierra prometida. Durante ese camino, fueron muchas las tentaciones que experimentaron los hebreos y muchos los que cayeron descuidándose y dejándose seducir por los apetitos desordenados. Pero también hubo un resto de personas que permanecieron fieles a Dios, poniendo toda su confianza en él y esforzándose para no apartarse del camino del bien. La parábola de la higuera que nos presenta el Evangelio (Lucas 13, 1-9), viene precedida de dos referencias a hechos que habían sucedido poco antes de que Jesús los mencionara. Ambos habían sido hechos de muerte, uno por asesinato, proveniente del gobierno de los romanos, y otro por un accidente. Jesús los menciona para indicar que ninguno de estas muertes había ocurrido porque quienes las sufrieron eran pecadores, como si los hechos trágicos o las calamidades fueran consecuencia necesaria del pecado personal o colectivo, una creencia muy difundida en la antigüedad, y que todavía es muy común. Contra esta suposición, Jesús nos dice que la muerte, sea cual fuere su causa, es el destino de todos, y por lo mismo todos debemos estar listos para que no nos sorprenda estando nosotros desprevenidos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La rememoración de la historia del pueblo de Israel tiene un sentido especial para nosotros en este tiempo de Cuaresma: el de invitarnos a renovar, desde la fe, nuestra experiencia de la acción salvadora de Dios, que está siempre dispuesto a librarnos de la mayor esclavitud que puede padecer un ser humano: la esclavitud del pecado, que no es otra que la del egoísmo con todas sus consecuencias. Este mismo Dios liberador viene a nuestro encuentro personalmente en Jesús, cuyo nombre en hebreo –Yahosua– proviene a su vez del término Yahvé y significa Yo soy el que actúa salvando. Aprovechemos este tiempo de Cuaresma para tener una experiencia profunda de Él, para sentir su presencia y su acción liberadora que nos anima y nos impulsa a salir de las situaciones de pecado que nos oprimen. También nosotros, en medio del desierto que tenemos que atravesar durante esta vida terrena, para llegar a la felicidad eterna, que el Señor nos promete, debemos reforzar constantemente nuestra vigilancia a fin de no dejarnos vencer por las tentaciones. ¿Cómo hacerlo? Pues acudiendo al poder liberador de Dios mediante la oración, poniendo cada cual de su parte mediante el autocuidado, y buscando también cada cual la ayuda de otra o de otras personas cuando esté en problemas. Como a la higuera de la parábola, Dios nos concede el tiempo de vida terrena que nos queda para producir el fruto que Él espera de nosotros. Hagamos entonces en esta Cuaresma una revisión de nuestra vida, y dejémonos fertilizar por el Espíritu Santo. Como el labrador de la parábola, Jesús mismo, el Hijo de Dios, intercede por nosotros ante su Padre eterno, que es también Padre nuestro, como Él mismo nos lo reveló, para que nos dé la oportunidad de vivir productivamente durante el tiempo que nos queda en este mundo. Con un examen sincero de nuestra conciencia, podemos ver en qué debemos cambiar y qué debemos hacer para aprovechar esta oportunidad que el Señor nos ofrece. Una manera muy adecuada de hacerlo es acudir al sacramento de la Reconciliación para expresar nuestra intención sincera de conversión, como también para pedir orientación y consejo y recibir, junto con la absolución de nuestros pecados, la gracia de Dios propia de este sacramento. Este tiempo de Cuaresma es especialmente propicio para ello. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se puede resaltar en una cartelera las palabras: liberación, compasión. Misericordia, conversión. Colocar visible esta frase: El que se cree seguro, ¡Cuidado!, no caiga. A través de la parábola de la higuera estéril cada fiel es invitado a superar la dureza de la mente y del corazón, para que, acogiendo la Palabra de Dios y dando espacio al Espíritu, sea capaz de dar frutos de verdadera y continua conversión. Recordar que en este domingo se celebra el primer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de la Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 801-803 del Misal Romano. Jubileo de la Misericordia: Viernes 4 y sábado 5 de marzo: “24 horas para el Señor” con la celebración penitencial. Esta semana es momento oportuno para motivar a la participación en el Sacramento de la Penitencia. Si los sacerdotes de varias parroquias vecinas coordinan y se hacen presentes en grupo en cada una de las parroquias, se facilita a los fieles la confesión, y se da un signo muy valioso de comunión ministerial.

Mar 16 Feb 2016

Señor: ¡Transfórmame!

La Liturgia de la Palabra de este domingo es una invitación clara y directa a hacer la voluntad del Señor, para ser transformados a su imagen. Jesús, como a sus discípulos, también nos muestra de manera anticipada el esplendor de su gloria. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Génesis 15,5-12.17-18[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 27(26),1.7-8.9abc.13-14 (R. 1a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Filipenses 3,17 - 4,1[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 9,28b-36[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El Evangelio del segundo domingo de Cuaresma nos trae el episodio de la Transfiguración. Lucas, en su evangelio, dice también el motivo por el que Jesús aquel día «subió al monte»: lo hizo «para orar». Fue la oración la que hizo su vestido blanco como la nieve y su rostro resplandeciente como el sol. Deseamos partir de este episodio para examinar el lugar que ocupa en toda la vida de Cristo la oración y qué nos dice ésta sobre la identidad profunda de su persona. La clave de lectura y de reflexión de este relato nos la trae San Pablo, que en la segunda lectura nos recuerda que nuestra verdadera patria es el cielo y que Jesús mismo «transfigurará nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo». La Transfiguración de Jesús es un signo y una profecía de aquello que será de nosotros un día en la patria definitiva. Aquello que ha hecho la cabeza debe completarse en el cuerpo: no solo la Pasión, sino también la Transfiguración. Nuestra vida cristiana se desarrolla entre un ser y un llegar a ser: el ya, pero todavía no de nuestra vida cristiana es la transformación en Cristo Jesús; debemos llegar a ser otros cristos, para llegar a ser hombres perfectos, «a la medida del Señor», como lo afirma San Pablo en la carta a los Efesios (4,13), y para ello debemos subir a la montaña, donde de operará de manera definitiva nuestra propia transfiguración. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Aquí nos podemos preguntar: ¿Quién y cómo es el hombre transformado en Cristo? Es uno que tiene como alimento hacer la voluntad del Padre, es alguien que se deja conducir dócilmente por el Espíritu, sea que lo lleve al desierto o a lo alto del monte. El hombre transformado en Cristo es uno que ama a los hermanos hasta dar la vida por ellos (tiempo, afecto, bienes espirituales y materiales). Es alguien que se deja seducir por la pasión por el Reino, y que no antepone nada a él, dispuesto a darlo todo sin esperar nada a cambio, sino solo la amistad con Cristo el Señor. Esta entrega sin medida es justamente el comienzo de la verdadera transfiguración. En tres momentos podemos resumir nuestra entrega generosa a Cristo: conocerlo, imitarlo y comulgarlo. Debemos ser apasionados en el verdadero conocimiento de Cristo, un deseo ardiente de oír hablar de él, y buscar una permanente y efectiva comunicación con Él, en una relación personal, viva y verdadera. Acercarnos a la Palabra de Dios, lo mismo que al Magisterio vivo de la Iglesia, nos da la seguridad de que lo estamos conociendo. Este tal conocimiento de Cristo nos debe llevar necesariamente a imitarlo. El «escucharlo» que nos recuerda el Evangelio, es un imperativo para ser puesto en marcha cuanto antes. La cruz se convierte en la clave de todo, ya que entre ella y la transfiguración hay una relación directa, semejante a la muerte y a la resurrección de Cristo. Debemos llegar hasta tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Cf. Flp 2,5). Lo que nos salva no es nuestra voluntad de ser salvados, sino la voluntad de Dios de salvarnos, o sea su gracia. Es Él quien nos reviste del manto de la salvación. La comunión de vida con Cristo alcanza su máxima expresión en el sacramento de la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia de nuestra transfiguración en Cristo. En la Eucaristía, más que tomarlo a Él, es Él quien nos toma a nosotros y nos convierte en Él. El efecto saludable de la Eucaristía es convertirnos en aquello que comulgamos, como nos los recuerda San León Magno y San Agustín. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Jesús no fue al desierto para ser tentado sino para orar y hacer penitencia, ni subió al monte para transfigurarse sino también para orar: era esta su intención. La Trasfiguración fue en cierta forma el efecto de la oración. Esto es de importancia máxima para nuestra transformación: no hay asimilación a Cristo sin oración, y sin aquel tipo de oración que Jesús nos ha mostrado: con calma, en silencio, en un lugar solitario. Nunca lograremos ser buenos cristianos sin el recurso de la oración. Jesús nos lo repite siempre, «velen y oren»; velar y orar sin cansarnos jamás. La Eucaristía que estamos celebrando es oración de acción de gracias al Señor, por todos los beneficios que a diario nos concede, y en esta acción de gracias Él también nos alimenta con su Cuerpo y con su Sangre. El Padre también nos ha dicho: «Este es mi Hijo, escúchenlo». Y a nosotros que lo hemos escuchado en su Palabra, se nos da también en alimento, para que al final de nuestro peregrinar terreno seamos conformados a su cuerpo glorioso. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] La escucha de la narración de la Transfiguración es invitación a los cristianos a afianzar la fe en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, para adherir en plena fidelidad a la alianza, a la voluntad de Dios, y ser verdaderos discípulos de Cristo. Proponer a los fieles la práctica de las obras de misericordia en este Tiempo de Cuaresma, muy recomendadas por el Papa Francisco para este Año Jubilar. En el marco del Año de la Misericordia, aprovechar el Tiempo de Cuaresma para ganar la indulgencia plenaria. Recordar que mañana lunes 22 de febrero, es la Fiesta de la Cátedra de San Pedro, Apóstol; invitar a orar de manera especial por el Santo Padre el Papa Francisco.

Jue 11 Feb 2016

Acojamos con Fe la Palabra

No solo con el ayuno, sino también con la Palabra de Dios, Jesús logró vencer las insidias del tentador. San Pablo nos recuerda que la Palabra está cerca de nosotros, en nuestros labios y en nuestro corazón. Escuchémosla y hagámosla vida, pues ella es vida y salvación para quienes la acogen con fe. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Deuteronomio 26,4-10[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 91(90),1-2.10-11.12-13.14-15[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Romanos 10,8-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 4,1-13[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En el curso del Año Litúrgico, este es un domingo muy importante: comienza la Cuaresma y con ella nuestra subida a Jerusalén para acompañar a Jesús en su pasión, muerte y resurrección. Por una antigua tradición, el primer domingo de Cuaresma nos trae el relato de «las tentaciones de Jesús en el desierto». El Evangelio de Lucas, que leemos durante este año, fue escrito, como dice él mismo en la introducción, para que el lector creyente se pudiera «dar cuenta de la solidez de las enseñanzas que había recibido». Esta intención es de extraordinaria actualidad. Frente a los ataques desde toda parte a la historicidad de los evangelios y frente a las manipulaciones sin límites de la figura de Cristo, es más importante que nunca que el cristiano, y todo lector honesto del Evangelio, se dé cuenta de la solidez de las enseñanzas y de los relatos en él referidos. Partiendo siempre del Evangelio del domingo, descubrimos quién era verdaderamente Jesús: si un simple profeta y un gran hombre, o algo más y diferente, para vencer nuestra ignorancia y pode salir al paso de concepciones erradas y equivocas sobre el Hijo de Dios, tan recurrentes en estos tiempos. Es un hecho innegable, y entre los más seguros históricamente, que Jesús liberó a muchas personas del poder destructivo de Satanás. Frente a la liberación clamorosa que Jesús había obrado en un endemoniado, sus enemigos, al no poder negar el hecho, dicen: «Expulsa a los demonios en nombre de Belcebú, el príncipe de los demonios» (Lc 11,15). Jesús demuestra que esta explicación es absurda (si Satanás estuviera dividido contra sí mismo, habría acabado desde hace tiempo su dominio; en cambio, prospera). La explicación es otra: Él expulsa los demonios con el dedo de Dios, esto es, con el Espíritu Santo, y esto demuestra que ha llegado a la tierra el Reino de Dios. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Satanás era «el hombre fuerte» que tenía bajo su poder a la humanidad; pero ahora ha venido uno «más fuerte que él» y lo está despojando de su poder. Esto nos dice algo formidable sobre la persona de Cristo. Con su venida ha comenzado para la humanidad una nueva era, un cambio de régimen. Una cosa de este tipo no puede ser obra de un simple hombre; tampoco de un gran profeta. Es importante observar el nombre o el poder con base en el cual Jesús expulsa a los demonios. La fórmula habitual con la que el exorcista se dirige al demonio es: «Te conjuro por... o en nombre de... te ordeno que salgas de esta persona». Apela, por lo tanto, a una autoridad superior, que es la de Dios, que es la de Jesús. No así Jesús: Él dirige al demonio un tajante «te ordeno». «¡Yo te ordeno!» Jesús no necesita apelar a una autoridad superior; Él es la autoridad superior. La derrota del poder del mal y del demonio era parte integrante de la salvación definitiva (escatología) anunciada por los profetas. Jesús invita a sus adversarios a sacar la consecuencia de lo que ven con sus propios ojos: así que ya no hay más que esperar, que mirar adelante; el reino y la salvación está en medio de ellos. El tan mencionado discurso sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo se explica a partir de esto. Atribuir al espíritu del mal, a Belcebú, o a la magia, aquello que era manifiestamente obra del Espíritu Santo de Dios significaba cerrar obstinadamente los ojos ante la verdad, ponerse contra Dios mismo, y por lo tanto privarse solos de la posibilidad de perdón. Una sugerencia práctica del evangelio del día de hoy es que el mal también es fuerte a nuestro alrededor. Asistimos a formas de maldad que van más allá de nuestra capacidad de comprender; nos quedamos abatidos y sin palabras ante ciertos episodios que nos traen los medios de comunicación. El mensaje consolador es que existe en medio de nosotros uno que es «más fuerte» que el mal. La fe no nos sitúa a resguardo del mal y del sufrimiento, pero nos asegura que con Cristo podemos orientar el mal hacia el bien, hacerlo servir para la redención nuestra y del mundo. Algunas personas experimentan en la propia vida o en la propia casa una presencia de mal que les parece de origen directamente diabólico. A veces ciertamente lo es (conocemos la difusión que tienen las sectas y los ritos satánicos en nuestra sociedad, especialmente entre los jóvenes), pero es difícil entender en casos individuales si se trata verdaderamente de Satanás o de perturbaciones de origen patológico. Afortunadamente no es necesario llegar a la certeza sobre las causas. Lo que hay que hacer es adherirse a Cristo con la fe, la invocación de su nombre, la práctica de los sacramentos. Es necesario precisar que el evangelio de hoy no solo nos recuerda que estamos en constante peligro sino, aún más, que podemos vencer y salir victoriosos de la tentación, valiéndonos de dos armas: el ayuno y el recurso de la Palabra de Dios. Ya lo habíamos recordado el miércoles pasado: «Con el ayuno cuaresmal tu vences las pasiones, elevas nuestro espíritu...». [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] El Evangelio de este domingo nos sugiere un medio con vistas a esta lucha, importante para cultivar sobre todo en Tiempo de Cuaresma. Jesús no fue al desierto para ser tentado; su intención era retirarse en el desierto a orar y a escuchar la voz del Padre. En la historia ha habido muchedumbres de hombres y mujeres que han elegido imitar a este Jesús que se retira al desierto. Pero la invitación a seguir a Jesús al desierto no se dirige sólo a monjes y ermitaños. De manera distinta, también se dirige a todos. Monjes y eremitas han elegido un espacio en el desierto; nosotros debemos elegir al menos un tiempo de desierto. Pasar un tiempo de desierto significa hacer un poco de vacío y de silencio en torno a nosotros; reencontrar el camino de nuestro corazón, sustraernos al bullicio y a los apremios externos, a fin de entrar en contacto con las fuentes más profundas de nuestro ser y de nuestro creer. Esta eucaristía que estamos celebrando se puede convertir en un buen comienzo para ello: para entrar en desierto. En ella el Señor nos alimenta, como al profeta Elías, para que con su fuerza podamos recorrer no solo cuarenta días sino muchos más. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Invitar al pueblo de Dios a vivir la cuaresma como camino de conversión eclesial a través de la escucha de la Palabra, la oración y ayuno. Recordar a los fieles que durante la Cuaresma se desarrolla la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes. También que, los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne, que obliga a todos los mayores de catorce años. Recomendar el ejercicio piadoso del santo Viacrucis y el fomento de la oración. Este domingo se celebra el rito «de la elección» o «inscripción del nombre» para los catecúmenos que serán admitidos a los sacramentos de iniciación cristiana en la Vigilia Pascual, empleando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 799-800 del Misal Romano.