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vicario de puerto carreño

Vie 4 Oct 2019

Sínodo debe ir más allá de "discursos verdes"

A tan sólo horas del inicio del Sínodo de la Amazonía, Monseñor Francisco Antonio Ceballos, Vicario Apostólico de Puerto Carreño, en el departamento de Vichada, en el extremo oriental de Colombia, cercano a la frontera sur de Venezuela, es uno de los 15 obispos colombianos que se darán cita en este evento que inicia este 6 de octubre. Son muchas sus expectativas, espera que esta cita sirva para “encontrarnos como hermanos” y “no dar solo discursos verdes”; para él es esencial abordar lo que el papa Francisco propone: una ecología integral, donde las comunidades amazónicas sean las protagonistas. En conversación con Vida Nueva ha dicho que desde su jurisdicción –camino al Sínodo – “hemos hecho varias reuniones con las comunidades, en especial, con los capitanes y gobernadores indígenas para reflexionar sobre Laudato Si’, además, de escuchar sus inquietudes”. Descubrir las semillas del verbo Pese a ser un territorio indígena en más de un 40%, el prelado considera que debe fortalecer esta pastoral, para ello una de las claves será apostar por el laicado. “La evangelización de Puerto Carreño depende mucho de los laicos, podemos llegar más al mundo indígena y a las comunidades colonas si formamos un laicado que responda a estas exigencias”, ha dicho. “No sé si esto sea una frase de cajón, aunque muchos no quieran, el Espíritu Santo ya estaba en las culturas originarias antes de que llegáramos nosotros, es decir, descubrir las semillas del verbo e integrarlas a nuestra espiritualidad occidental me parece que ese es uno de los desafíos más importantes del Sínodo, no para decir quitemos esto y pongamos aquello, sino ver qué hay de bueno en cada Cultura para poder integrarlo”, destacó. También ha aclarado que el papel de la Iglesia es ser referente importante para acompañar a los pueblos originarios en sus luchas, ser aliados, pues hay mucho respeto por la cosmogonía de cada comunidad. Por ello agrega: “los acompañamos en cada proceso ellos mismos dicen que a lo largo del camino van mirando cuál es el compromiso que tienen con la Iglesia”. Iglesia que aprende El prelado ve en la figura del ‘viri probati’ una posibilidad que hay que estudiar, aunque insiste más en los diáconos permanentes, en los catequistas indígenas de la región, porque “encontramos mucha gente con potencialidades que pudiera darle la mano a su comunidad para integrarlos”. Además, es urgente pasar de una Iglesia docente a una Iglesia discente, que aprenda del mundo indígena para entender la espiritualidad que allí hay. “Ellos tienen mucho que enseñarnos, en su cultura existe una gran riqueza”, ha añadido. Un problema de todos A juicio del obispo, “la iglesia colombiana tiene que volcarse hacia la Amazonía, pues es un problema que nos atañe a todos”, porque “muchas veces se piensa que es solo un problema de los vicariatos. Es la casa común y si destruimos moriremos todos”. Aprovechó la ocasión para invitar a sus hermanos obispos “a entender que la Amazonía es un sitio privilegiado de trabajo pastoral”, de hecho, ha mencionado que a través de la Comisión Permanente del Episcopado “tenemos un proyecto que es el de la ‘Hermandad entre las iglesias’, donde proponemos que las jurisdicciones apadrinen a vicariatos y a algunas diócesis mucho más necesitadas”. “De hecho, hemos dependido de Europa y ellos ya no están colaborando”, por tanto “tenemos que ponernos en la tarea de colaborarnos mutuamente, no solo con dinero, sino implicar a toda la Iglesia en el proceso evangelizador y trabajo pastoral”, finalizó. Verdades incómodas En Puerto Carreño la violencia no es la excepción, cuenta que recibió una carta de uno de los líderes indígenas diciendo que lo habían amenazado, “por supuesto, yo saqué un comunicado para pedir a las autoridades asumir las responsabilidades para salvaguardar la vida de nuestros indígenas”. A partir de estas denuncias hechas desde el vicariato ha levantado resquemores por quienes detentan el poder. “Esto no gusta. No le gusta al coronel de la policía, no le gusta al alcalde, no le gusta a nadie porque ellos pretenden tapar muchas cosas, es lo que me parece”. De todo ello saca una conclusión: “El denunciar trae sus problemas, pero la labor nuestra es la labor de la Iglesia, si callan los profetas hablarán las piedras. Esa es la labor del obispo cuidar a su rebaño, estar del lado del pueblo”. Tomado de: Portal web Vida Nueva