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Opinión

Lun 19 Sep 2022

Protestar desde la Iglesia

“Convirtieron el Rosario en un arma de protesta”, dijo recientemente un prelado, viendo las imágenes de unas personas situadas en la calle para protestar contra algo que no era de su agrado. Y es cierto. Se ha convertido en una especie de hábito el que algunos católicos se agrupen ante instituciones, clínicas, edificios estatales y, camándula en mano, expresen su protesta por una u otra cuestión. Aunque hay que reconocer la valentía de situarse en la calle para levantar la voz de protesta cuando hay ofensas a la religión y a la Iglesia, cabe preguntarse si una oración como la del Rosario fue diseñada para tal fin, pero, sobre todo, si esos plantones generan a la larga algo positivo o una mayor repelencia con la fe y la Iglesia. En lo que estamos de acuerdo unos y otros es que la Iglesia, los fieles bautizados, no podemos permanecer estáticos cuando hay actos que violentan la libertad religiosa y de culto, cuando se ataca a la institución eclesiástica o a sus ministros, a las comunidades, en razón de su fe. La historia milenaria de la Iglesia demuestra una y otra vez que, si no está atenta a los signos negativos de los tiempos, la fe corre peligro de extinguirse, la Iglesia es desplazada, sus instituciones aniquiladas. Hoy en día se ha visto un despertar notable de los laicos para ser la voz de protesta de la Iglesia pues a veces consideran las intervenciones de los pastores muy genéricas y diplomáticas, sin efectos reales sobre ciertos problemas por solucionar. Sin embargo, pareciera que hoy en día la Iglesia tiene que ser la abanderada del diálogo en todo momento, pero sobre todo en cuestiones problemáticas que causan tensiones. Hay que tener cuidado de no fomentar a nivel de la misma Iglesia y en el campo religioso posiciones extremas y polarizantes, pues cualquier persona radicalizada en lo religioso puede convertirse en problema mayúsculo y hasta generadora de violencia. Por eso, insistimos, el diálogo para crear, fortalecer o sanar vínculos de la fe y la sociedad, o la fe y las instituciones, o la fe y el Estado, debe ser la herramienta –no arma- para lograr acuerdos benéficos para que los creyentes puedan vivir su fe en medio de la sociedad sin mayores inconvenientes. La Iglesia toda debe ser consciente de que estamos en un mundo cambiante y que se hace necesario encontrar las formas adecuadas para continuar su misión en todas partes. En Colombia, la Constitución y las leyes admiten y protegen los derechos religiosos de las personas y en ese marco hay que actuar. Las protestas sobre realidades que afecten derechos adquiridos o la misma libertad religiosa, además de manifestaciones públicas válidas y necesarias, deben ir acompañadas de claros soportes teológicos y jurídicos, de manera que se obtengan los resultados esperados. Pero siempre hay que tener presente que ninguna manifestación eclesial debería producir alejamientos de la fe de otras personas, ni cerrar las puertas del diálogo en toda circunstancia. Como quiera que sea, a todas las personas, incluso a quienes no simpaticen con la Iglesia, esta debe llevarles el mensaje salvador de Jesús y por eso siempre se necesitan puentes. Y la oración que siempre siga siendo eso: oración. Fuente: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones de Bogotá

Lun 12 Sep 2022

El estallido de las élites

Por: Mons. Juan Carlos Barreto Barreto - Constatar que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo y que el 39 % de la población colombiana vive en la pobreza, invitan a pensar en las verdaderas causas del empobrecimiento del país y en las soluciones que se deben dar para transformar las condiciones de vida del pueblo colombiano. Es de conocimiento público que los megaempresarios colombianos siempre han estado en contra de reformas tributarias que les toquen el bolsillo y afecten sus abundantes dividendos y sus tradicionales exoneraciones. Recientemente, el presidente de la ANDI ha tenido a su disposición amplios espacios en diversos medios de comunicación, hablando de la catástrofe que significaría que el actual gobierno realice una reforma tributaria en la que se recauden 25 billones de pesos. En este contexto, se puede afirmar que la propuesta de reforma tributaria del año 2021 produjo un estallido social y la actual propuesta de reforma está produciendo un estallido de las élites. El punto de vista aquí presentado no pretende ser un análisis sobre toda la reforma tributaria, sino sobre la posibilidad de aporte de los sectores económicos con mayores posibilidades. Además, bien sabemos que la sola reforma tributaria no es suficiente si no se logran atacar la corrupción, la elusión y evasión. Para un análisis objetivo es absolutamente necesario tener en cuenta los datos de la Superintendencia de Sociedades, la cual ha informado que las mil empresas más grandes del país obtuvieron utilidades por 98 billones de pesos en el año 2021, y que esas mil empresas han obtenido utilidades por 370 billones de pesos en los últimos seis años (la ganancia en billones, según el año, ha sido: 2016: 45, 2017: 45, 2018: 68, 2019: 69, 2020: 45, 2021: 98). Por consiguiente, se quedan sin fundamento las falsas alarmas del sector empresarial, al cual el país no le pide que deje de recibir utilidades. Lo que se requiere del alto empresariado colombiano es que se parezca al empresariado de Europa y de Estados Unidos, en donde hay solidaridad con la ciudadanía y han contribuido a construir sociedades con bienestar para todos. Por pagar impuestos justos, las empresas no se han acabado en Europa ni en Estados Unidos, y no se acabarán en Colombia. En el caso del sector financiero, según la Superintendencia Financiera de Colombia, a cierre de mayo de 2022, los activos del sistema financiero alcanzaron $2.461,5 billones. De este valor $1.221,5 billones (49,6 % del total) corresponden a recursos propios de las entidades vigiladas, mientras que los recursos de terceros, incluyendo activos en custodia, alcanzan los $1.240 billones (50,4 % del total). Respecto a los terratenientes, según un estudio realizado por Oxfam (ONG internacional que trabaja para combatir la desigualdad) con base en las informaciones del DANE correspondientes al censo agropecuario del año 2014 (los datos más actualizados de los que dispone el país), en Colombia el resultado es dramático: el 1% de las explotaciones agrícolas de mayor tamaño ocupa el 81% de la tierra, mientras el 99% ocupa tan solo el 19%. De otra parte, los predios grandes (de más de 500 Ha) ocupaban 5 millones de hectáreas en 1970 y en 2014 pasaron a ocupar 47 millones. En el mismo periodo su tamaño promedio pasó de 1.000 a 5.000 hectáreas. Indudablemente, Colombia es un país de terratenientes. Otros ricos, dentro de los cuales están empresas que no hacen parte de las mil más grandes del país, los grandes comerciantes, los herederos de grandes fortunas, algunos profesionales y otras personas naturales también gozan de generosos beneficios, y podrían hacer un aporte significativo al país. No escribo este artículo como un economista, porque no lo soy, ni como un defensor del gobierno actual, porque como pastor de la Iglesia estoy comprometido con una posición crítica frente a todos los gobiernos, valorando lo positivo y rechazando lo injusto. Estas reflexiones surgen del análisis de los datos oficiales (los cuales son incontrovertibles), de la preocupación por la desinformación que difunden muchos medios de comunicación y sectores políticos y económicos, y ante la tristeza de ver que el país puede seguir generando riquezas solo para los grandes empresarios, los banqueros, los terratenientes y otros ricos. Me inspira el pensamiento del Papa Francisco, quien, dirigiéndose a los jóvenes en el año 2020, les dijo: “Les escribo para invitarlos a una iniciativa que he deseado tanto: un evento que me permita encontrar a quienes hoy se están formando y están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda. Un evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer un “pacto” para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana”. + Juan Carlos Barreto Barreto Obispo de Soacha Publicado en: Diario El Espectador

Vie 9 Sep 2022

Ciudadela y Sínodo sacerdotal

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Recibir de Dios las vocaciones y los pastores que necesita una Iglesia Particular como la de Cali, es una gracia que hoy agradecemos infinitamente al Dueño de la mies, al “Pastor y Obispo de nuestras almas”, Cristo Jesús. Es una bendición inmensa contar con familias, escuelas, parroquias, movimientos apostólicos, congregaciones religiosas, cooperación entre Iglesias y con benefactores que apoyan a los seminaristas, que lo han hecho posible. El Seminario San Pedro Apóstol, el “Seminario Parroquia” de profesionales Santiago Apóstol, y el naciente Propedéutico San Joaquín, ubicado en dicha parroquia, conforman, con sus formadores y docentes, vinculados a la Unicatolica, esta comunidad formativa sacerdotal para el presbiterio de Cali. No solamente de formación básica, con sus tres ciclos, sino con formación permanente, con profesionalización y especializaciones académicas en Cali y en el exterior. Estos procesos están enmarcados, necesariamente, en una búsqueda, que es diferencial en cuanto a sus referentes, de lo que el Papa Francisco llamó LAS CERCANÍAS DEL SACERDOTE, que ampliamos a 5 cercanías: a Dios, al Obispo, a sus hermanos en el Orden sacerdotal, a sus feligreses y, con ellos, al territorio y población en que viven, comparten, sirven y evangelizan. En este “tiempo de Dios” que vive la Iglesia bajo el signo y metáfora del SÍNODO, es decir, del dinamismo comunitario y colectivo para “caminar juntos”, el mismo Señor nos ha permitido transformar un espacio y terreno de la Arquidiócesis en lo que llamaremos “Ciudadela Sacerdotal Santo Toribio de Mogrovejo”, al sur de la ciudad. Será un intento por configurar, entre todos, nuestro proceso de pastoral sacerdotal, con su Vicaría y organismos del presbiterio, en función de las “cercanías” antes referidas, entendiéndolas todas como “proyecto integral de la vida sacerdotal”. Un proyecto que recoge y hace visible y viable la vida entera de un sacerdote, sin aislamientos ni desmedro de su identidad, su estilo de vida y su ejercicio sacerdotal, aún por fuera del cargo y de las condiciones para desempeñar alguno. La Ciudadela Sacerdotal de Cali está siendo una obra concebida en su ubicación, terreno y diseño arquitectónico, en su Templo, sus espacios interiores y externos, para educarnos más en relación a la dignidad, la solidez y la unidad que deberían caracterizar siempre la vida de todo presbiterio. Su proyección al inmediato futuro, sus desarrollos ulteriores y el acceso a su ocupación y uso, buscarán garantizar esos “valores” espirituales y esos objetivos funcionales. ¿Quién es Santo Toribio de Mogrovejo y porqué la elección de dicho nombre como Santo Patrono? Lo diremos en la siguiente entrega de Octubre. Por ahora, refresquemos la actualidad de esta gran figura del Santoral Latinoamericano, quien confirmó a Santa Rosa de Lima y fue contemporáneo también de San Martín de Porres, San Juan Macías y San Francisco Solano. *Santo Toribio de Mogrovejo anticipó en su época, (siglo XVI), el caminar de la IGLESIA EN SALIDA en nuestro continente, y vivió a plenitud el ejercicio sinodal. Dedicó 17 de sus 25 años como Arzobispo de Lima y Metropolitano del Virreinado, a recorrer aproximadamente 40.000 Kilómetros de su jurisdicción eclesiástica, que comprendía gran parte de Centro y SurAmérica, defendiendo los derechos de los indígenas, anunciando el Evangelio en las periferias y consolidando las doctrinas, comunidades y patronatos. El Obispado de Popayán y el territorio de la Cali de entonces, hasta Panamá y Nicaragua, estaban bajo su cayado de Pastor. Así hizo 13 sínodos y convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica. Cada 23 de marzo en el Calendario litúrgico y cada 27 de abril en el del Perú, se celebra su fiesta o memoria, recordándolo como “el Santo Padre de América” y Patrono del Episcopado Latinoamericano. Su mismo nombre, etimológicamente (turbios), significa “vida en movimiento”, persona dinámica, caminante (tour, tur). Toda una profecía de celo misionero, valentía y autonomía proféticas, sentido y consenso desde la fe y la comunión. Sínodo y Ciudadela Sacerdotal convergen plenamente en el ejemplo y legado de santidad de Santo Toribio de Mogrovejo. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mié 31 Ago 2022

¡Abramos juntos Caminos de humanidad!

P. Rafael Castillo Torres - La paz no nacerá, ni nos llegará, espontáneamente de unas actitudes violentas. Una cosa es la paz que se firma… y otra son las paces territoriales. Ambas muy necesarias. Los desaciertos que hemos tenido hasta hoy, sólo han traído enormes retrocesos que han contribuido, en gran manera, al dominio territorial que hoy tienen las estructuras mafiosas y las organizaciones criminales. Organizaciones que nos han mostrado, con su accionar, que sí son capaces de paralizar y de controlar, tanto las pequeñas comunidades de la Colombia de bien adentro, como cualquiera de nuestras principales ciudades capitales. Verbigracia la ciudad de Barranquilla. La paz verdadera requiere un clima social, propicio. ¿Qué actitudes concretas deberíamos asumir en aras de poder superar “la torpeza de la pasionalidad política” que ha acompañado por décadas nuestra Nación? 1. Rechacemos, no solo interiormente, sino también de manera pública, los crímenes de los violentos. Nadie puede identificarse con sus objetivos que hoy golpean cobardemente la vida de soldados y policías. Nuestra conciencia antecede todo. Defendamos, unánimemente, nuestras instituciones, la vida y los derechos fundamentales de la persona. 2. Demostremos a los violentos y a los enemigos de la paz, cuál es la voluntad de esa Colombia profunda, sola y abandonada, que no solo vive en el purgatorio de su pobreza, sino también en el infierno de su miseria. Esos grupos creados para asesinar líderes sociales, al igual que todos los actores armados ilegales y quienes dentro del Estado, de manera equivocada, pretendan reactivar prácticas ignominiosas, deben entender que no pueden seguir actuando contra nuestra voluntad. 3. Tengamos claridad sobre la asignatura que está pendiente: Pasar de un acuerdo firmado, a una paz en permanente construcción. Esta paz es más importante que el gobierno de turno y que el saliente y que la polarización en el Congreso. Es una paz que está por encima de los intereses particulares y de las pretensiones partidistas de aquellos que no se ruborizan ni sienten vergüenza. No es justo impedir la paz, dificultarla o retrasarla. Aprovechemos como conviene los aires los buenos propósitos de dialogo y de reconciliación. 4. Aprendamos de San Oscar Arnulfo Romero, quien siempre buscó resolver los problemas de su pueblo por las vías dignas del ser humano, por caminos de humanidad. Dios no nos creó para vivir en la violencia y en el odio, sino para que nos entendiéramos buscando lo mejor para todos. 5. Apoyemos y defendamos los acercamientos y entendimientos que nos alejen del enfrentamiento destructor. Renunciemos a los extremismos faltos de realismo y que no ayudan. Dejemos de lado las reacciones viscerales y sus consignas de odio y venganza. 6. Persistamos en la búsqueda de la verdad. No la deformemos por intereses partidistas, ni la sacrifiquemos por ninguna estrategia. La mentira impide el entendimiento y la ceguera genera violencia. La paz la transitamos por caminos objetivos procurando esclarecer las razones enfrentadas, lo cual nos exige creer en la justicia transicional, que sí es justicia. 7. Introduzcamos, como nación, nuestra capacidad de perdonar. De la nobleza del perdón, nos llegarán las buenas energías para construir nuestro futuro de nación. Oremos al Dios de la Paz por estas intenciones. Padre Rafael Castillo Torres Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Caritas colombiana

Mié 31 Ago 2022

La XXXV Semana por la Paz: ¡Territorios en Movimiento por la Paz!

Por: P. Rafael Castillo Torres - Del 4 al 11 de septiembre los colombianos celebramos la Semana por la Paz, como un escenario de múltiples encuentros y a múltiples niveles en el que la movilización social territorial hará visible aquellos procesos y esfuerzo de personas, organizaciones y comunidades, que trabajan por el logro de la paz, la resolución pacífica de los conflictos y la construcción de iniciativas que dignifican la vida. No hay duda que Colombia vive momentos de esperanza en medio de las expectativas que se han generado con el nuevo gobierno, siendo nuestra mayor esperanza, en esta transición de la Nación, la generación de condiciones ciertas para la reconciliación y la paz con el concurso de todos los actores que creemos que si bien la Patria es un don… la Nación es una tarea. Los discípulos misioneros, seguidores de Jesús, estamos llamados, durante todo el mes de septiembre y de manera muy especial en el marco de la Semana por la Paz, a celebrar, desde nuestra espiritualidad, identidades culturales, saberes comunitarios y procesos territoriales la cultura del encuentro que nos permita acercar orillas y construir puentes de civilidad que se puedan andar, confiadamente, en ambas direcciones. ¿No será este el camino más acertado de crecer en la sinodalidad como estilo de vida en la búsqueda permanente de la paz y de la reconciliación? En este esfuerzo, de hace ya varias décadas, de celebración de la Semana por la Paz, nuestro propósito no ha sido otro que responder a una pregunta esencial: ¿Cómo vivir bien estando juntos en nuestros territorios y fructificando cada uno, con su familia, allí donde Dios nos sembró? Es en la comunidad donde se sitúan todos los saberes que deben servir a la felicidad personal, comunitaria y social. Esta semana por la paz tiene como lema: “Territorios en movimiento por la paz- reconociendo, resignificando y reivindicando”. Es un lema que nos invita a reconocer que Colombia es un país de regiones en las que, no sólo hay una tierra como espacio geográfico, sino también un territorio que es su geografía humana con todos sus valores compartidos y también unas territorialidades que son ese entramado de relaciones y de acuerdos que enmarcan sus identidades y su ethos cultural. Territorios en movimiento quiere decir fundamentalmente que, desde la palabra que nos congrega vamos a deliberar, entre todos, la región que soñamos y la Colombia que queremos. Será un reflexionar juntos sobre ese conjunto de valores que nos llenan de sentido, pero también sobre aquellas instituciones para la convivencia social y la construcción del bienestar colectivo. Desde la Colombia profunda, la que el Papa Francisco llama periferias existenciales, el mayor clamor que sube hasta el centro de la Nación es el cuidado de su gente. Cuidar su Pueblo es el supremo valor político que todo presidente y su gobierno están llamados a respetar. Es función del Estado cuidar la vida y medios de vida de los ciudadanos, lo cual va más allá de la economía; cuidar también la justicia en estos contextos de corrupción e impunidad, así como la participación y la debida atención a las necesidades de los ciudadanos en las diferentes instancias de su vida personal, comunitaria y social. Movilizar territorios es reconocer que nuestra sociedad colombiana no podrá crecer en humanidad sobre la falta de cuidado, de justicia y de igualdad. Y todo ello porque la justicia y el cuidado han sido bienes escasos de nuestra historia de Nación. Una sociedad no cuidada e injusta será siempre violenta producirá violencia y sufrirá violencia. Nuestra esperanza es que durante esta semana nos demos la oportunidad de reconocer que Colombia necesita generosidad, cooperación y diálogo, comunicación libre. En una palabra, los valores que construyen la amistad y la fraternidad social. (Fratelli Tutti # 66). Valoremos que hoy somos una Nación que respira aires de esperanza. Y lo hace desde sus movimientos sociales de jóvenes y mujeres, de campesinos y artesanos de la vida, desde sus comunicadores populares que cada vez más democratizan la palabra, desde los obreros y desde las empresas que se abren a la nueva genialidad de ser comunidad de personas. Queremos vivir lo social y lo solidario como un nuevo paradigma que nos señale un norte. Sólo nos queda una disyuntiva: reforzar el nuevo paradigma esperanzador o correr el riesgo de que lo peor se haga posible, y lo posible, probable. A quienes profesamos una fe y nos consideramos discípulos y misioneros de Jesús, los invitamos, en el marco de esta Semana por la paz a reconocer que el agua brota con mayor fuerza cuando viene de la profundidad, lo cual significa que todo lo debemos hacer con espiritualidad. Queremos invitar a cada familia, pequeña comunidad, parroquia, Zona o Vicaría de Pastoral, movimiento religioso, congregación religiosa a que, en esta Semana por la Paz, firmemos este manifiesto que les proponemos inspirado en la Palabra de Dios que es luz para nuestros pasos. En primer lugar, lo vamos a reflexionar y a meditar hasta apropiarnos de él. Luego, en un acto simbólico, lo vamos, todos, a firmar como signo de comprimo ante Dios, ante la comunidad y como signo de Esperanza para una Nación creyente que confía y espera en su Señor. Manifiesto por la Paz y la Convivencia 1. Nos alegraremos con los que se alegran y lloraremos con los que lloran. (Rom. 12,15). 2. Nos pondremos de acuerdo para que no haya divisiones entre nosotros y así podamos vivir en perfecta armonía. (1Cor. 1,10). 3. Haremos de nuestras conversaciones un momento agradable y de buen gusto, sabiendo cómo tratar a cada uno (Col. 4,6). 4. No nos vamos a morder ni mucho menos a devorar, para no destruirnos los unos a los otros. (Gál. 5,15). 5. Nos ayudaremos mutuamente a llevar las cargas, así cumpliremos el mandato solidario de Jesús. (Gál. 6,2). 6. Nos vamos a soportar mutuamente con caridad. Tratando de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz. (Ef. 4,2-3). 7. Nos comprometemos a no pronunciar palabras que no edifican. Evitaremos la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad (Ef. 4,29-31). 8. Consideraremos a los demás como superiores a nosotros mismos. No buscaremos nuestro propio interés sino el interés de los demás. (Flp. 2,3-4). 9. Ninguno de nosotros pretenderá devolver mal por mal. Nos esforzaremos por hacer siempre el bien. Estaremos siempre alegres y oraremos sin descanso (1Tes. 5,15-17). 10. Evitaremos las cuestiones carentes de sentido: estamos convencidos de que solo traen grandes altercados. Como servidores de Dios procuraremos ser amables con todos. (2Tim. 2,23-24). Finalizada la proclama del manifiesto y antes de su firma, todos y todas, haremos esta suplica en cada rincón familiar y comunitario: “Señor llévame de la muerte a la vida y de la falsedad a la verdad. Llévame de la desesperación a la esperanza y del miedo a la confianza. Llévame del odio al amor y de la guerra a la paz. Permite, señor, que la paz llene nuestro corazón, nuestras familias, nuestras comunidades y a Colombia entera. Amén. Padre Rafael Castillo Torres Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Caritas colombiana

Lun 29 Ago 2022

¿Pagar Impuestos?

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Por estos días resuena en nuestros oídos y el corazón la propuesta de un grupo de congresistas en relación con el pago de impuestos por parte de las iglesias. Sin embargo, aunque la propuesta ha sido bien recibida por muchos sectores y, desde la Iglesia católica ha habido la buena voluntad de corresponder a la economía nacional, realizando un trabajo transparente en materia tributaria, es importante que nuestros lectores conozcan qué compromiso tiene nuestra Iglesia en este sentido. Es verdad que la Iglesia católica cuenta con un concordato vigente desde 1973 que ha recibido algunas modificaciones a lo largo del tiempo, sin embargo, hemos dado el buen ejemplo en el pago de los impuestos que nos corresponde, aunque es importante aclarar que hoy no es tan fácil el sostenimiento de una parroquia, que implica el pago de empleados, sostenimiento del culto, mantenimiento de los templos, emolumentos eclesiásticos, bienes administrados en nombre de la comunidad, sostenimiento de las obras sociales y las consiguientes exigencias tributarias. Hoy nuestras diócesis sobreviven en medio de dificultades económicas pues no se alcanza a suplir todas las necesidades materiales. Para que nuestros lectores se informen, nuestra diócesis ha ido asumiendo las exigencias contables vigentes como las Normas Internacionales de Información Financiera –NIIF-, está implementando el Sistema de Seguridad en el Trabajo, se ha comprometido con la protección de base de datos, la conservación, cuidado y mantenimiento de los cementerios y la protección del medio ambiente. La diócesis de Armenia como porción del pueblo de Dios está organizada en 56 parroquias; en ella coexisten 24 casas de comunidades religiosas masculinas y femeninas además del Seminario Mayor San Juan Pablo II y el Parque Fundación Jardines de Armenia. Tan sólo la curia diocesana, Jardines de Armenia y las parroquias cuentan con aproximadamente unos 305 empleados –trabajos directos y por prestación de servicios- que hemos cuidado, incluso durante el tiempo de pandemia para lo cual se elaboraron unos planes de contingencia que permitieron hacer una proyección social y económica. Cada parroquia cuenta con un consejo de asuntos económicos que asesora a los párrocos, por lo que se tiene una contabilidad organizada y transparente. Por lo mismo, se cuenta con un colectivo de contadores y un grupo de secretarias auxiliares contables. Nos regimos por las exigencias tributarias y un Estatuto Diocesano de Administración, que marca la ruta de gobierno para nuestra diócesis y las parroquias, en las que los párrocos deben actuar con responsabilidad, sin tomar decisiones arbitrarias, consultando y solicitando permisos y autorizaciones en materia de adecuaciones, construcciones, inversiones, venta o compra de bienes. Desde las parroquias, las comunidades religiosas, el parque cementerio, el centro de servicios de la diócesis, se paga el IVA por los arrendamientos de bienes inmuebles, se contribuye con el cuatro por mil, se paga el impuesto al consumo en las compras, se practica las retenciones de ley, se presenta la información exógena a la DIAN cada año, se cumple con las obligaciones laborales como cualquier entidad legalmente constituida –prestaciones sociales, primas, cesantías, intereses a las cesantías, vacaciones, etc.- se factura electrónicamente, se paga impuestos por vehículos y se certifican las donaciones recibidas enviando los respectivos reportes a la DIAN. Además, se ha ido actualizando el pago de predial en las diferentes comunidades, advirtiendo que las casas curales, los templos y cementerios se hallan exentos de estos impuestos. El sostenimiento de las obras sociales y la administración parroquial se da gracias a algunos proyectos internacionales, a la realización de banquetes, festivales, la venta de empanadas, donaciones, jornadas de amor y el diezmo que nos permite asimismo promover acciones de evangelización, así como las ofrendas y los estipendios de las misas. Lo que ingresa a una parroquia no le pertenece al párroco; lo que ingresa a la diócesis no es para el obispo; se tienen unos emolumentos que no corresponden a un salario ya que los sacerdotes renuncian a acumular bienes, respetando a quienes han ido ahorrando para su vejez. No se tiene una mentalidad mercantilista ni la intención de la Iglesia es capitalizar acumulando bienes, sino la de proveer para los gastos necesarios y coadyuvar en los procesos sociales, cimentando la vida eclesial en la dimensión espiritual. Muchas de las acciones sociales, que, de suyo, le corresponden al gobierno nacional, regional y local, son lideradas e implementadas por nuestras parroquias y desde una pastoral social, orgánica y organizada sin contribuciones de los gobiernos, con la convicción de responder a la llamada de Jesús: ‘denles ustedes de comer’ (Lc 9, 13). De esta manera, con esta breve presentación queremos mostrar el rostro de una Iglesia católica comprometida con la economía nacional. Desde nuestra propia realidad buscamos impulsar una ‘economía de comunión’ que nos permita alcanzar la prosperidad desde el evangelio superando la pobreza y las pobrezas, hacia la dignificación de los seres humanos y la consolidación de una sociedad más justa y más humana. + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Vie 26 Ago 2022

Modos de actuar la sinodalidad: Una Iglesia ministerial

El 24 de agosto de 2022 ha sido publicado oficialmente un mensaje del Papa Francisco (firmado el 15 de agosto) para la conmemoración del aniversario 50 de la Carta Apostólica Ministeria Quaedam (San Pablo VI) por la que se reformó en la Iglesia Latina “la disciplina relativa a la primera tonsura, a las órdenes menores (ostiariado, lectorado, exorcistado y acolitado) y al subdiaconado”. Al pontífice le ha servido la ocasión para lanzar un desafío a la Iglesia Universal pero, particularmente, por ahora, a las Conferencias Episcopales: en el numeral 10 (de 11) expresa que es su deseo, “en los próximos meses, según la modalidad que será definida, emprender un diálogo sobre el tema con las Conferencias Episcopales para poder compartir la riqueza de las experiencias ministeriales que en estos cincuenta años la Iglesia ha vivido, bien sea como ministerios instituidos (lectores, acólitos y, tan solo recientemente, catequistas), bien sea como ministerios extraordinarios y ministerios de facto”. De modo que las Conferencias Episcopales serán la primera instancia para evidenciar que un modo concreto como ha vivido la Iglesia su ser sinodal es la ministerialidad; a la vez, ese diagnóstico a partir de las “experiencias ministeriales” será un aliciente para plantear un desarrollo del tema más localizado y “dinámico, vivaz y flexible como la acción del Espíritu” (n. 4). Localizado y autóctono, en cuanto que el Papa recuerda que San Pablo VI había citado en Ministeria Quaedam el decreto Ad Gentes 15 que proponía para el establecimiento de la Iglesia y desarrollo de la comunidad cristiana la necesidad de varios ministerios que, suscitados por una llamada divina en la asamblea de los fieles, sean diligentemente promovidos y respetados. El Concilio habló de los ministerios ordenados, pero también del ministerio del catequista, del servicio en la Acción Católica y de la oración y acción de la vida religiosa. Regresando a Pablo VI y Ministeria Quaedam, inspirado en Ad Gentes el santo pontífice afirmó que “nada impide que las Conferencias Episcopales pidan a la Sede Apostólica la institución de otros [ministerios] que por razones particulares crean necesarios o muy útiles en la propia región”. Señaló que, por ejemplo, podrían ser los ministerios de ostiario, exorcista y catequista, pero también “otros que se confíen a quienes se ocupan de las obras de caridad, cuando esta función no esté encomendada a los diáconos”. “Ostiario y exorcista” porque eran los que el mismo motu proprio derogaba (quizá dando una solución a la resistencia nostálgica) y “catequista” porque ya para aquel entonces hacía carrera la institución de este como ministerio tras la propuesta de Ad Gentes. Pero el Papa Montini tenía un horizonte más amplio que es el que busca realizar el Papa Bergoglio: ministerios surgidos en las Iglesias locales que responden a necesidades particulares de la propia región; ministerios, además, que se disciernan como necesarios o muy útiles; ministerios instituidos, extraordinarios y de facto; ministerios con proyección en el campo de la liturgia, la caridad, la formación; ministerios, en fin, cuya organización no se comprende desde la funcionalidad sino desde el discernimiento comunitario. Así pues, el Papa Francisco pide en el numeral 8 de este mensaje que las Conferencias Episcopales hagan una reflexión en torno a 8 núcleos temáticos relacionados con los “Ministerios bautismales”. Ellos son: 1. Terminología 2. Fundamentación doctrinal 3. Aspectos jurídicos (canónicos) 4. Distinción y relación entre todos y cada uno de los ministerios 5. Significado vocacional (definición de perfiles) 6. Itinerarios de formación 7. La institución y habilitación para el ejercicio ministerial 8. La dimensión litúrgica de cada ministerio Seguramente que en los próximos meses el deseo del Papa Francisco llegará oficialmente a cada Conferencia Episcopal a modo de solicitud de reflexión, según lo anticipó en el Mensaje que aquí se comenta. Mientras tanto, esta provocación puede suscitar expectativa y panoramas posibles para ir escuchando la voz del Espíritu en el ambiente del camino sinodal de modo que se puedan ir avizorando “indicaciones valiosas para llegar a una visión armónica de la cuestión de los ministerios bautismales y continuar nuestro camino” (n. 10). Departamento de Doctrina el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC)

Mié 24 Ago 2022

Todos son iguales

Momentos muy difíciles está viviendo la Iglesia en Nicaragua. Y no solo la Iglesia, la prensa, las organizaciones no gubernamentales, la oposición política y todo aquel que no esté de acuerdo con el gobierno despótico de la pareja Ortega - Murillo. Cualquiera que levante la voz reclamando libertad, democracia, respeto por los derechos humanos, honestidad en el gobierno, es declarado enemigo del Estado. Y eso se paga con cárcel, destierro, tortura, atropellos de todo tipo. Este dúo que ejerce el poder en Nicaragua ha entrado en esa etapa de los tiranos en que la paranoia se apodera de ellos y ven enemigos por todas partes, tratando a todos como si en realidad lo fueran. La Iglesia, como pocas otras instituciones en Centroamérica, ha sido la vocera desde hace ya varias décadas de los que no tienen voz, de los pobres, de los marginados. Y esta labor profética ha costado la vida de muchos de sus miembros. La Iglesia en Nicaragua está ahora sumando dolor y sangre a esta misión tan difícil, pero tan necesaria. De lo contrario los países centroamericanos pasarían a ser parte de las naciones olvidadas de la humanidad, aunque sus poblaciones sufran toda clase de atropellos y violaciones a sus derechos. Por otra parte, cada vez se suman más voces de solidaridad con la Iglesia en Nicaragua. El Santo Padre ha llamado al diálogo y numerosas conferencias episcopales han expresado todo su apoyo a los obispos, a los sacerdotes y al pueblo nicaragüense. No falta quienes piden que el Papa o las iglesias de otras latitudes se manifiesten duramente contra el régimen totalitario, que lo condenen y lo bloqueen a nivel internacional. Aunque todo esto suena lógico, nunca hay que perder de vista que a quienes tiene a mano la dictadura no son ni al papa ni a los obispos de otros países, sino a los de Nicaragua y a los católicos de allí, sobre los cuales descargarían, como ya lo están haciendo, la furia de los dictadores. Todos los dictadores son iguales y entre más tiempo están en el poder suelen convertirse en seres más sanguinarios y crueles. La Iglesia siempre llamará a que las partes se reconcilien; a que la libertad sea protegida, incluso la libertad religiosa de todos; a que la democracia se conserve, pues la ve como un sistema de gobierno, si no perfecto, el que más ofrece posibilidades de realización de la justicia y la paz. La Iglesia, que ha conocido como pocos el terror de los dictadores y de las dictaduras, sabe que hay caminos para llevarlas a su fin, sin necesidad de acudir a la violencia ni a nada semejante. Con toda seguridad, desde el Vaticano, desde las iglesias de diferentes partes del mundo, se están haciendo gestiones para que Nicaragua pueda tener una luz de esperanza en medio de un momento histórico oscuro y complejo. Puede que la dictadura no caiga mañana, pero de todos modos caerá, como lo enseña la historia. P. D.: No ayudan a esta liberación de Nicaragua el silencio y la ausencia del canciller de Colombia en la sesión de la OEA que, por absoluta mayoría, lanzó una condena contra el régimen sandinista. ¡Estaba en Cuba! Fuente: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones de Bogotá