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Cuaresma

Jue 3 Mar 2016

[INTERACTIVO] Cuatro datos que quizás no sabías de los mensajes de Cuaresma

Te presentamos un nuevo Quiz. En esta oportunidad te invitamos a que descubras cuatro datos que quizás no sabías de los mensajes papales para la Cuaresma. Además descarga todos los mensajes para la Cuaresma desde 1973 [INGRESA] [icon class='fa fa-hand-o-right' link='']Visita también nuestro especial Web de Cuaresma[/icon]

Mar 1 Mar 2016

El Evangelio nos transforma

La Palabra que vamos a escuchar nos presenta el dinamismo de la alegría de sentir y de saber que “el Evangelio de la Misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo mejor que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más bello que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y a nuestro mundo a través de la gloria de Dios en su graciosa misericordia”. Escuchemos con fe y esperanza. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Josué 5,9a.10-12[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 34(33),2-3.4-5.6-7 (R. cf. 9a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: 2Corintios 5,17-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En el año jubilar de la Misericordia hagamos una lectura orante de la Liturgia de la Palabra en el dinamismo de la alegría de sentir y de saber que “el Evangelio de la Misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo mejor que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más bello que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y a nuestro mundo a través de la gloria de Dios en su graciosa misericordia”. Esta es la clave de meditación de la Palabra en este Domingo Laetare, día de la alegría por la proximidad de la Pascua. Primera lectura: Josué 5,9a.10-12 El libro de Josué narra la ocupación de la tierra prometida por el pueblo de Israel. Entrar en la tierra significa haber recibido liberación, haber sido reconocido, poder abrirse a una nueva experiencia libre de la esclavitud y alejados del desierto de la injusticia, y experimentar la alegría de saber que Dios no había abandonado a su pueblo elegido y que la Pascua en Egipto que constituyó al pueblo en peregrino del desierto hacia la libertad, llegaba a su final con la celebración de la Pascua en Gilgal que es celebrar la alegría de la llegada. «Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto» El término «Gilgal», que significa «rueda» o «círculo», podría ser un juego con el término «quitado de encima» (cf. Salmos 119:22). Ha habido un poco de discusión en cuanto a qué se refiere aquí: (1) algunos lo ven como que se refiere a la esclavitud en Egipto (cf. Génesis 15:12-21); y (2) otros dicen que se refiere a burlas de los enemigos de Israel, de que YHWH los había liberado de Egipto solo para destruirlos en el desierto (cf. Éxodo 32:12; Números 14:13-16; Deuteronomio 9:28). Más allá de las conjeturas exegéticas, lo que expresa el texto es que el pueblo salió de una realidad de injusticia, de decadencia moral, de conflicto y empezó una vida estable, apacible, comiendo los frutos de una tierra bendecida y que el pueblo empieza a saborear. Para un Israelita, la posesión de la tierra prometida a los padres era el compendio de todos los bienes, de igual manera es para el cristiano signo de alegría saber que Dios cumple su promesa y que en la cercanía de la Pascua podemos iniciar una vida nueva, donde se debe romper con el pasado de conflictos y violencias y apostarle a una sociedad justa, fraterna, reconciliada, capaz de vivir en paz. Salmo 34 Las palabras de este salmo son una réplica del gozo y la alegría que siente el pueblo de Israel y cada persona que lo proclama, cuando contempla la obra de Dios en su vida. Expresiones de júbilo, de gratitud y de alabanza que tienen la fuerza de la constancia, una actitud orante que debe permanecer en medio del pueblo como permanece la obra de Dios en medio de sus realidades. El salmista se alegra en la certeza de saber que clamó al Señor y fue escuchado, lo buscó y lo encontró y esta vivencia hace germinar en el corazón del pueblo los sentimientos de la alabanza y de la bendición de Dios. La oración de alabanza convoca a toda la comunidad, a los marginados, a los pobres, a los que se han alejado, a quienes han obrado mal, a volver su mirada a un Dios que siempre nos mira con misericordia, porque “la misericordia divina constituye el núcleo y la suma de la manifestación de Dios”. El salmo es una renovación de la Alianza. Dios está comprometido con su pueblo y lo escucha y viene en su ayuda (Ex 3,14). Nuestras comunidades viven situaciones de miedo, pánico, angustia, las sombras del mal se hacen sentir con la fuerza del desplazamiento, de las armas, de la explotación, de la corrupción; nuestra gente no está exenta de las pruebas de la vida, pero sabemos que hay un Dios omnipotente, justo y misericordioso que nos acoge, nos enseña el camino del perdón, la reconciliación y la paz: “contémplenlo y quedarán radiantes”. Segunda Lectura: 2 Corintios 5,17-21 El apóstol Pablo al predicar la opción por la persona de Jesucristo resalta que un fruto de esa opción es ser una nueva criatura y que esto deriva de la vinculación con el Señor resucitado. Lo realmente decisivo y transformador es compartir la nueva vida de Jesús después de haber compartido su muerte y de haber hecho morir al hombre viejo, es decir al hombre esclavo del pecado y enemigo de Dios. Esa transformación en nueva criatura es posible porque todo ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo. El trasfondo de la apremiante llamada a la reconciliación que hace Pablo es que él percibe un distanciamiento de la comunidad de Corinto y siente la necesidad de reconciliarse; sin embargo él sabe que solo será posible la reconciliación con la comunidad si los Corintios se reconcilian con Dios. Este llamado a reconciliarnos es válido para el pueblo colombiano, la reconciliación es la creación de un nuevo ser humano. El apóstol nos enseña que la iniciativa de la reconciliación le pertenece a Dios y que el origen de esa nueva creación es el Misterio Pascual de Cristo que transformó las relaciones entre Dios y la humanidad y que la fuerza de esa gracia de reconciliación fue confiada por Cristo a su Iglesia. Encarnar el ministerio de la reconciliación es propio de la misión de la Iglesia que sana y cura. “Es verdad: ¡cuántos heridos hay! ¡Cuánta gente necesita que sus heridas sean curadas! Ésta es la misión de la Iglesia: curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es Padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre”. (Papa Francisco 2 de mayo de 2015). En consecuencia: • La reconciliación es central a la vocación cristiana y es fundamental en la misión de la Iglesia en el mundo. • El ministerio de reconciliación con Dios, y de unos con otros, no conoce fronteras. • En la cruz todas las palabras y acciones se revelan como expresión de la reconciliación final llevada a cabo por el Señor crucificado y resucitado, que hace nueva la obra de la creación cuando todas las relaciones sean justas en Dios. (2 Cor 5,16-20; Ef 2,16) • ¡Sanar los corazones afligidos y vendar sus heridas! (cfr. Salmo 147), será el aporte insustituible de la Iglesia católica a la paz en Colombia. • La Iglesia está llamada a ser solidaria con aquellos que sufren, con esto contribuimos a restablecer las relaciones que han sido rotas. El perdón nos lleva al corazón de la reconciliación que Dios quiere de nosotros. (Cf. Artesanos del perdón, la Reconciliación y la paz, 16-17). Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32 El centro del evangelio de Jesús, -afirma el cardenal Kasper-, lo ocupa el mensaje de Dios como Padre. El evangelista Lucas tiene como columna vertebral la misericordia divina (6,36), para el evangelista pintor del icono de la madre del Hijo de Dios, la misericordia es la perfección de la esencia divina. Dios es fuente inagotable de perdón, da su gracia con una medida generosa. Hoy esa misericordia se hace parábola y revela la grandeza del Padre misericordioso que acoge y devuelve la dignidad perdida al hijo que se había alejado de su gracia y que hace el camino de la conversión para sentir el gozo y la alegría de habitar en la casa del Padre. Entre los múltiples aspectos de la parábola sugerimos resaltar en la meditación dos elementos: 1. El camino de conversión del hijo pródigo que ha de ser nuestro camino 2. La actitud del Padre que restituye la dignidad perdida con acciones concretas 1. El camino de conversión que emprende el hijo menor surge de la experiencia que cuanto más se aleja del Padre, tanto más pierde su identidad que lo lleva a una degradación total. El malgastar sus bienes y sentir que le niegan hasta las algarrobas con la que alimentaban los cerdos refleja que se encuentra en tierra extranjera y cuidar cerdos es el nivel más bajo de humillación. Esta situación lo lleva a entrar en si mismo y emprende el camino de regreso que es camino de conversión y que lo presenta el relato en cinco momentos: a) El hijo que se aleja (vv.11-13) b) La escases en la lejanía (vv.14-16) c) La toma de conciencia de la situación y la decisión de volver (vv.17-20a) d) El encuentro con el Padre (vv. 20-21) e) La celebración de la vida del hijo que regresa arrepentido (vv.15,22-24) El énfasis de la parábola está en la misericordia del Padre que desborda toda la medida esperada. “No se orienta a la justa distribución de bienes materiales, sino a la dignidad filial porque ese es el criterio de su amor”. Aquí reposa el misterio de la reconciliación en su clave pascual. El Padre ama a su hijo perdido y “siente compasión” y por eso es posible correr al encuentro del hijo, echarse a su cuello y reintegrarlo en la dignidad perdida. Enseñaba san Juan Pablo II “la fidelidad del Padre a sí mismo está totalmente centrada en la humanidad de su hijo perdido, en su dignidad” (DV 6). Volver a Dios es reencontrarse con su identidad, con la verdad, la justicia y la paz. En el relato evangélico Jesús nos desvela que la realidad del hijo pródigo es nuestra propia historia y que debemos emprender el camino de la conversión-reconciliación con la certeza que Dios sale a nuestro encuentro y nos devuelve la imagen y semejanza perdida por causa del pecado. 2. La actitud del Padre que restituye la dignidad perdida con acciones concretas La actitud del Padre se resume en “La Misericordia es la fuerza que todo vence, que llena el corazón de amor y que consuela con el perdón” (MV 9). El P. Fidel Oñoro, presenta el comportamiento del Padre misericordioso en actitudes concretas que devuelven la dignidad de hijo a quien regresa arrepentido y lo transforma en testigo de la misericordia: a) El padre que corre al encuentro de su hijo primero “lo abraza” (v.20b): el padre se humilla más que el mismo hijo. No espera sus explicaciones. No le pide purificación previa al que viene con el mal aspecto de la vida disoluta, contaminado en el contacto con paganos y rebajado al máximo en la impureza (legal y física) de los cerdos; el padre rompe las barreras. No hay toma de distancia sino inmensa cercanía con este que está “sucio”, para él es simplemente su hijo. b) Lo “besa” (v.20: “efusivamente”). El beso es la expresión del perdón paterno (como el beso de perdón de David a su hijo Absalón en 2 Samuel 14,33). Nótese que el perdón se ofrece antes de la confesión de arrepentimiento del hijo (v.21). c) Le manda poner “el mejor vestido”. El Padre le restituye su dignidad de hijo y le confirma sus antiguos privilegios. El vestido viejo, su pasado, queda atrás. d) Le manda poner “el anillo” (v.22b). Este anillo es un simple aderezo estético; puesto que en la antigüedad el anillo formaba parte de las insignias reales (ver 1a Macabeos 6,14) y con él se sellaban las grandes transacciones, se trata de un gesto inaudito para con un hijo derrochador de plata (v.13). ¡Qué confianza la que este Padre tiene en la conversión de su hijo!. e) Le manda poner “sandalias” (v.22): este era un privilegio de los hombres libres, incluso en una casa sólo las llevaba el dueño, no los huéspedes. Este gesto es una delicada negativa al hijo que iba a pedir ser tratado como jornalero. f) Hace sacrificar el “novillo cebado” (v.23), el animal que se alimentaba con más cuidado y se reservaba para alguna celebración importante en la casa. g) Convoca una “fiesta” (v.23) con todas las de la ley: la mejor comida, música y danza. La fiesta parece desproporcionada, pero el Padre expone el motivo: el gran valor de la vida del hijo. “La alegría de Dios es perdonar…la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Sólo el amor llena los vacíos, las vorágines negativas que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto, y esta es la alegría de Dios…” (Papa Francisco). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La historia del país ha estado atravesada por distintas formas de violencia, vinculadas en una porción significativa a la confrontación entre grupos armados por el control territorial y poblacional. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la violencia muestra otro rostro menos mediático, pero igual de preocupante: el mapa de la violencia general abarca distintos escenarios que se mueven entre la violencia interpersonal e intrafamiliar, hasta una red con múltiples caras que se entrelazan y retroalimentan. Fenómenos sociales repudiables que rompen la comunión: la corrupción, el narcotráfico, el secuestro, la sombra de desconfianza en la estructura de justicia, en el poder legislativo, la indiferencia frente al sufrimiento de las mayorías, el desplazamiento, el sub empleo que multiplica miseria, la delincuencia organizada, la minería ilegal y la legalizada sin controles para defender la “casa común” que es el medio ambiente, son expresiones del alejamiento de Dios que degrada el tejido social y le rompe sus fundamentos morales y éticos. En la realidad Colombiana se encarna la figura de quien se ha alejado de Dios, de quien ha malgastado los bienes confiados por el Padre, y ha llegado la hora de mirarse y emprender el sendero del perdón, la reconciliación y la paz, único camino capaz de devolver la dignidad perdida a las personas y a la sociedad para que encarnen la alegría que nos trae la actualización de la Pascua. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Este domingo nos hace, desde la antífona de entrada, una invitación a la alegría. Una alegría que se enmarca en el camino cuaresmal caracterizado por un llamado a la conversión y vale la pena motivar esta “alegría de la salvación” a partir de la propia experiencia de la misericordia del Padre y de la reconciliación. La inminencia de la solemnidad de la Pascua nos permite presentar el sacramento de la reconciliación como una experiencia de gratuidad. Cuando el perdón de los pecados se hace experiencia, el escándalo cede su lugar a la admiración. En el sacramento de la reconciliación, la “alegre noticia” sobre el perdón de los pecados se hace realidad, el pecador es alcanzado por la misericordia de Dios y regenerado en una gracia de multiformes connotaciones. (Cf. CEC 1420-1532; 1846). A partir de la Liturgia de la Palabra debemos exhortar y acompañar a las comunidades para que en el año jubilar de la misericordia el pueblo cristiano reflexione y practique las obras de misericordia corporales y espirituales, Ilumina esta sugerencia celebrativa el numeral 15 de Misericordiae Vultus. No olvidemos que la cuaresma es el tiempo privilegiado en el cual la Iglesia está llamada a mostrar de una manera más evidente el rostro misericordioso del Padre que está impreso en el rostro de Cristo vivo y presente en el misterio de la Eucaristía y la reconciliación. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] La parábola del padre misericordioso permite reconocer a Dios como Padre bueno y grande en el perdón que, en el abrazo de su amor, acoge a todos los hijos que regresan a Él con corazón contrito. Idea Fuerza para la predicación: Si el hombre es capaz de Dios, el hombre es capaz de amor. Y si es capaz de amor, es capaz de misericordia. Hoy se sugiere usar ornamento de color rosado, signo del ir dando pasos hacia la fiesta pascual. También, se permite el sonido de los instrumentos musicales y el altar se puede adornar con flores. En este domingo se celebra el segundo escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 803-804 del Misal Romano.

Lun 22 Feb 2016

Seamos obedientes al Señor

Este día las lecturas están centradas en la obediencia a Dios, nos da oportunidad de arrepentirnos, de volver a Él. Tenemos un Padre lleno de amor y de misericordia, escuchemos atentamente. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Éxodo 3,1-8a.13-15[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 103(102),1-2.3-4.6-7.8+11 (R. cf. 6)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: 1Corintios 10,1-6.10-12[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 13,1-9[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Moisés era un pastor como sus antepasados, y un día pastoreaba las ovejas, como años más tarde lo hará con el pueblo liberado de la esclavitud. Llegó hasta el Horeb, el monte de Dios (v. 1) y el Señor se le apareció en forma de llama de fuego en medio de una zarza (v. 2). La expresión "ángel del Señor" se utiliza para designar con respeto y temor la presencia de Dios. El símbolo que lo hace visible es el fuego, una llama de fuego que no se consume en medio de una zarza. El fuego es símbolo del poder transformador de Dios. El fuego todo lo que toca lo transforma en fuego o en una materia distinta de la inicial. Así es Dios: "fuego devorador" (Is 33,14). Moisés se maravilla y se acerca, pero la iniciativa es de Dios: "Moisés, Moisés" (v. 4). Debe quitarse las sandalias, pues la tierra que pisa no le pertenece, "es tierra sagrada" (v. 5). Debe despojarse, presentarse descalzo, desnudo espiritualmente, de puntillas y en silencio, sin alegar ningún derecho y sin imponer a Dios el propio paso. Ahora Moisés escucha al Señor: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Es el Dios de la historia pasada, siempre fiel a sus promesas, delante del cual Moisés se cubre el rostro en gesto de adoración y respeto (v. 7). 2ª lectura: 1 Corintios 10,1-6.10-12 Este midrash es un ejemplo de lectura cristiana del Antiguo Testamento. El "bautismo" del paso de mar, "el alimento espiritual" del maná y la "bebida espiritual" del agua que brotó de la roca, las "murmuraciones" del pueblo de la antigua alianza en el desierto, son imagen y "tipo" de la experiencia de todo creyente. El cristiano, habiendo atravesado las aguas del bautismo, camina en el desierto de la historia, sostenido por el Dios fiel y misericordioso, que lo sacó de una vez para siempre de la esclavitud del pecado y de la muerte. Este evangelio es una llamada urgente de Jesús a la conversión, a través del comentario que él mismo hace a algunos hechos de su tiempo (la represión brutal de la policía romana dentro del Templo y la tragedia de las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé). Para Jesús estas desgracias no son un simple castigo de Dios. Quienes perecieron no eran ni más pecadores, ni más culpables que el resto del pueblo (vv. 1-4). Jesús saca una lección para sus oyentes y para todos los lectores del evangelio: "Si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante" (v. 5). La invitación a la conversión (vv. 1-5) es comentada con la parábola de la higuera plantada en una viña y que no produce fruto. La higuera y la viña son símbolos de Israel en el Antiguo Testamento (Jer 8,13; Os 9,10; Miq 7,1). El texto recuerda las palabras de Jesús: "Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos." (Lc 6,44), aludiendo así a todo hombre que puede realizar obras buenas o malvadas. En la parábola del sembrador, sin embargo, la semilla produce fruto cuando cae en tierra buena (Lc 8,8), tierra que es imagen del discípulo auténtico que conserva la palabra "en un corazón bueno y bien dispuesto", y da "fruto por su constancia" (Lc 8,15). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La primera lectura (Éxodo 3,1-8a. 13-15) nos presenta la escena en la cual el Señor se le revela a Moisés con el nombre de Yahvé, que en hebreo significa Yo soy, y cuya traducción más completa sería Yo soy el que actúa. Ser y hacer son verbos inseparables en el lenguaje bíblico, y por eso los ídolos no “son”, porque no hacen nada. Y la acción de Yahvé es una acción liberadora del Dios único, que se compadece del pueblo de Israel y decide librarlo de la esclavitud que sufre en Egipto. El nombre “Yahvé” afirma así la continuación de la actividad de Dios que cumple su promesa. “El que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga”, les dice el apóstol san Pablo en su primera carta a los cristianos de la ciudad griega de Corinto (1 Corintios 10, 1-6.10-12), a quienes él mismo había evangelizado en uno de sus viajes misioneros. Esta exhortación a reforzar la vigilancia constante para no caer en la tentación, la hace el apóstol evocando la historia del pueblo de Israel después de haber sido liberado de la esclavitud en Egipto, en su camino por el desierto hacia la tierra prometida. Durante ese camino, fueron muchas las tentaciones que experimentaron los hebreos y muchos los que cayeron descuidándose y dejándose seducir por los apetitos desordenados. Pero también hubo un resto de personas que permanecieron fieles a Dios, poniendo toda su confianza en él y esforzándose para no apartarse del camino del bien. La parábola de la higuera que nos presenta el Evangelio (Lucas 13, 1-9), viene precedida de dos referencias a hechos que habían sucedido poco antes de que Jesús los mencionara. Ambos habían sido hechos de muerte, uno por asesinato, proveniente del gobierno de los romanos, y otro por un accidente. Jesús los menciona para indicar que ninguno de estas muertes había ocurrido porque quienes las sufrieron eran pecadores, como si los hechos trágicos o las calamidades fueran consecuencia necesaria del pecado personal o colectivo, una creencia muy difundida en la antigüedad, y que todavía es muy común. Contra esta suposición, Jesús nos dice que la muerte, sea cual fuere su causa, es el destino de todos, y por lo mismo todos debemos estar listos para que no nos sorprenda estando nosotros desprevenidos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La rememoración de la historia del pueblo de Israel tiene un sentido especial para nosotros en este tiempo de Cuaresma: el de invitarnos a renovar, desde la fe, nuestra experiencia de la acción salvadora de Dios, que está siempre dispuesto a librarnos de la mayor esclavitud que puede padecer un ser humano: la esclavitud del pecado, que no es otra que la del egoísmo con todas sus consecuencias. Este mismo Dios liberador viene a nuestro encuentro personalmente en Jesús, cuyo nombre en hebreo –Yahosua– proviene a su vez del término Yahvé y significa Yo soy el que actúa salvando. Aprovechemos este tiempo de Cuaresma para tener una experiencia profunda de Él, para sentir su presencia y su acción liberadora que nos anima y nos impulsa a salir de las situaciones de pecado que nos oprimen. También nosotros, en medio del desierto que tenemos que atravesar durante esta vida terrena, para llegar a la felicidad eterna, que el Señor nos promete, debemos reforzar constantemente nuestra vigilancia a fin de no dejarnos vencer por las tentaciones. ¿Cómo hacerlo? Pues acudiendo al poder liberador de Dios mediante la oración, poniendo cada cual de su parte mediante el autocuidado, y buscando también cada cual la ayuda de otra o de otras personas cuando esté en problemas. Como a la higuera de la parábola, Dios nos concede el tiempo de vida terrena que nos queda para producir el fruto que Él espera de nosotros. Hagamos entonces en esta Cuaresma una revisión de nuestra vida, y dejémonos fertilizar por el Espíritu Santo. Como el labrador de la parábola, Jesús mismo, el Hijo de Dios, intercede por nosotros ante su Padre eterno, que es también Padre nuestro, como Él mismo nos lo reveló, para que nos dé la oportunidad de vivir productivamente durante el tiempo que nos queda en este mundo. Con un examen sincero de nuestra conciencia, podemos ver en qué debemos cambiar y qué debemos hacer para aprovechar esta oportunidad que el Señor nos ofrece. Una manera muy adecuada de hacerlo es acudir al sacramento de la Reconciliación para expresar nuestra intención sincera de conversión, como también para pedir orientación y consejo y recibir, junto con la absolución de nuestros pecados, la gracia de Dios propia de este sacramento. Este tiempo de Cuaresma es especialmente propicio para ello. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se puede resaltar en una cartelera las palabras: liberación, compasión. Misericordia, conversión. Colocar visible esta frase: El que se cree seguro, ¡Cuidado!, no caiga. A través de la parábola de la higuera estéril cada fiel es invitado a superar la dureza de la mente y del corazón, para que, acogiendo la Palabra de Dios y dando espacio al Espíritu, sea capaz de dar frutos de verdadera y continua conversión. Recordar que en este domingo se celebra el primer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de la Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 801-803 del Misal Romano. Jubileo de la Misericordia: Viernes 4 y sábado 5 de marzo: “24 horas para el Señor” con la celebración penitencial. Esta semana es momento oportuno para motivar a la participación en el Sacramento de la Penitencia. Si los sacerdotes de varias parroquias vecinas coordinan y se hacen presentes en grupo en cada una de las parroquias, se facilita a los fieles la confesión, y se da un signo muy valioso de comunión ministerial.

Lun 22 Feb 2016

¿Qué son las prácticas cuaresmales? Descúbrelo aquí

Las prácticas cuaresmales son aquellas acciones que nos ayudan a vivir de manera coherente nuestro proceso de reflexión y conversión en Cuaresma. Hay tres tipos de prácticas: el ayuno, la oración y la caridad. Esta última encierra 14 obras de misericordia que el creyente puede realizar durante este tiempo. Finalmente a estas prácticas se suma una cuarta, la reconciliación y penitencia. En la siguiente infografía te explicamos en qué consiste cada una de ellas. [icon class='fa fa-hand-o-right' link='']Visita también nuestro especial Web de Cuaresma[/icon]

Mar 16 Feb 2016

Señor: ¡Transfórmame!

La Liturgia de la Palabra de este domingo es una invitación clara y directa a hacer la voluntad del Señor, para ser transformados a su imagen. Jesús, como a sus discípulos, también nos muestra de manera anticipada el esplendor de su gloria. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Génesis 15,5-12.17-18[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 27(26),1.7-8.9abc.13-14 (R. 1a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Filipenses 3,17 - 4,1[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 9,28b-36[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El Evangelio del segundo domingo de Cuaresma nos trae el episodio de la Transfiguración. Lucas, en su evangelio, dice también el motivo por el que Jesús aquel día «subió al monte»: lo hizo «para orar». Fue la oración la que hizo su vestido blanco como la nieve y su rostro resplandeciente como el sol. Deseamos partir de este episodio para examinar el lugar que ocupa en toda la vida de Cristo la oración y qué nos dice ésta sobre la identidad profunda de su persona. La clave de lectura y de reflexión de este relato nos la trae San Pablo, que en la segunda lectura nos recuerda que nuestra verdadera patria es el cielo y que Jesús mismo «transfigurará nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo». La Transfiguración de Jesús es un signo y una profecía de aquello que será de nosotros un día en la patria definitiva. Aquello que ha hecho la cabeza debe completarse en el cuerpo: no solo la Pasión, sino también la Transfiguración. Nuestra vida cristiana se desarrolla entre un ser y un llegar a ser: el ya, pero todavía no de nuestra vida cristiana es la transformación en Cristo Jesús; debemos llegar a ser otros cristos, para llegar a ser hombres perfectos, «a la medida del Señor», como lo afirma San Pablo en la carta a los Efesios (4,13), y para ello debemos subir a la montaña, donde de operará de manera definitiva nuestra propia transfiguración. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Aquí nos podemos preguntar: ¿Quién y cómo es el hombre transformado en Cristo? Es uno que tiene como alimento hacer la voluntad del Padre, es alguien que se deja conducir dócilmente por el Espíritu, sea que lo lleve al desierto o a lo alto del monte. El hombre transformado en Cristo es uno que ama a los hermanos hasta dar la vida por ellos (tiempo, afecto, bienes espirituales y materiales). Es alguien que se deja seducir por la pasión por el Reino, y que no antepone nada a él, dispuesto a darlo todo sin esperar nada a cambio, sino solo la amistad con Cristo el Señor. Esta entrega sin medida es justamente el comienzo de la verdadera transfiguración. En tres momentos podemos resumir nuestra entrega generosa a Cristo: conocerlo, imitarlo y comulgarlo. Debemos ser apasionados en el verdadero conocimiento de Cristo, un deseo ardiente de oír hablar de él, y buscar una permanente y efectiva comunicación con Él, en una relación personal, viva y verdadera. Acercarnos a la Palabra de Dios, lo mismo que al Magisterio vivo de la Iglesia, nos da la seguridad de que lo estamos conociendo. Este tal conocimiento de Cristo nos debe llevar necesariamente a imitarlo. El «escucharlo» que nos recuerda el Evangelio, es un imperativo para ser puesto en marcha cuanto antes. La cruz se convierte en la clave de todo, ya que entre ella y la transfiguración hay una relación directa, semejante a la muerte y a la resurrección de Cristo. Debemos llegar hasta tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Cf. Flp 2,5). Lo que nos salva no es nuestra voluntad de ser salvados, sino la voluntad de Dios de salvarnos, o sea su gracia. Es Él quien nos reviste del manto de la salvación. La comunión de vida con Cristo alcanza su máxima expresión en el sacramento de la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia de nuestra transfiguración en Cristo. En la Eucaristía, más que tomarlo a Él, es Él quien nos toma a nosotros y nos convierte en Él. El efecto saludable de la Eucaristía es convertirnos en aquello que comulgamos, como nos los recuerda San León Magno y San Agustín. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Jesús no fue al desierto para ser tentado sino para orar y hacer penitencia, ni subió al monte para transfigurarse sino también para orar: era esta su intención. La Trasfiguración fue en cierta forma el efecto de la oración. Esto es de importancia máxima para nuestra transformación: no hay asimilación a Cristo sin oración, y sin aquel tipo de oración que Jesús nos ha mostrado: con calma, en silencio, en un lugar solitario. Nunca lograremos ser buenos cristianos sin el recurso de la oración. Jesús nos lo repite siempre, «velen y oren»; velar y orar sin cansarnos jamás. La Eucaristía que estamos celebrando es oración de acción de gracias al Señor, por todos los beneficios que a diario nos concede, y en esta acción de gracias Él también nos alimenta con su Cuerpo y con su Sangre. El Padre también nos ha dicho: «Este es mi Hijo, escúchenlo». Y a nosotros que lo hemos escuchado en su Palabra, se nos da también en alimento, para que al final de nuestro peregrinar terreno seamos conformados a su cuerpo glorioso. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] La escucha de la narración de la Transfiguración es invitación a los cristianos a afianzar la fe en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, para adherir en plena fidelidad a la alianza, a la voluntad de Dios, y ser verdaderos discípulos de Cristo. Proponer a los fieles la práctica de las obras de misericordia en este Tiempo de Cuaresma, muy recomendadas por el Papa Francisco para este Año Jubilar. En el marco del Año de la Misericordia, aprovechar el Tiempo de Cuaresma para ganar la indulgencia plenaria. Recordar que mañana lunes 22 de febrero, es la Fiesta de la Cátedra de San Pedro, Apóstol; invitar a orar de manera especial por el Santo Padre el Papa Francisco.

Jue 11 Feb 2016

Descarga el calendario litúrgico para Cuaresma

¿Sabes cuáles son las principales fechas del calendario litúrgico en Cuaresma? Aquí te presentamos con las lecturas y anotaciones especiales tomadas del Ordo de la Iglesia Católica en Colombia. A través de la aplicación calendario de Google, podemos a disposición de los fieles el calendario con la fechas más significativas del Tiempo de Cuaresma. Si tienes cuenta en Google puede añadir este calendario a tu lista de calendario de Google y tener presente cada una de las fechas. Simplemente debes hacer clic en Calendario litúrgico Cuaresma [icon class='fa fa-hand-o-right' link='']Visita también nuestro especial Web de Cuaresma[/icon]

Jue 11 Feb 2016

Acojamos con Fe la Palabra

No solo con el ayuno, sino también con la Palabra de Dios, Jesús logró vencer las insidias del tentador. San Pablo nos recuerda que la Palabra está cerca de nosotros, en nuestros labios y en nuestro corazón. Escuchémosla y hagámosla vida, pues ella es vida y salvación para quienes la acogen con fe. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Deuteronomio 26,4-10[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 91(90),1-2.10-11.12-13.14-15[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Romanos 10,8-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 4,1-13[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En el curso del Año Litúrgico, este es un domingo muy importante: comienza la Cuaresma y con ella nuestra subida a Jerusalén para acompañar a Jesús en su pasión, muerte y resurrección. Por una antigua tradición, el primer domingo de Cuaresma nos trae el relato de «las tentaciones de Jesús en el desierto». El Evangelio de Lucas, que leemos durante este año, fue escrito, como dice él mismo en la introducción, para que el lector creyente se pudiera «dar cuenta de la solidez de las enseñanzas que había recibido». Esta intención es de extraordinaria actualidad. Frente a los ataques desde toda parte a la historicidad de los evangelios y frente a las manipulaciones sin límites de la figura de Cristo, es más importante que nunca que el cristiano, y todo lector honesto del Evangelio, se dé cuenta de la solidez de las enseñanzas y de los relatos en él referidos. Partiendo siempre del Evangelio del domingo, descubrimos quién era verdaderamente Jesús: si un simple profeta y un gran hombre, o algo más y diferente, para vencer nuestra ignorancia y pode salir al paso de concepciones erradas y equivocas sobre el Hijo de Dios, tan recurrentes en estos tiempos. Es un hecho innegable, y entre los más seguros históricamente, que Jesús liberó a muchas personas del poder destructivo de Satanás. Frente a la liberación clamorosa que Jesús había obrado en un endemoniado, sus enemigos, al no poder negar el hecho, dicen: «Expulsa a los demonios en nombre de Belcebú, el príncipe de los demonios» (Lc 11,15). Jesús demuestra que esta explicación es absurda (si Satanás estuviera dividido contra sí mismo, habría acabado desde hace tiempo su dominio; en cambio, prospera). La explicación es otra: Él expulsa los demonios con el dedo de Dios, esto es, con el Espíritu Santo, y esto demuestra que ha llegado a la tierra el Reino de Dios. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Satanás era «el hombre fuerte» que tenía bajo su poder a la humanidad; pero ahora ha venido uno «más fuerte que él» y lo está despojando de su poder. Esto nos dice algo formidable sobre la persona de Cristo. Con su venida ha comenzado para la humanidad una nueva era, un cambio de régimen. Una cosa de este tipo no puede ser obra de un simple hombre; tampoco de un gran profeta. Es importante observar el nombre o el poder con base en el cual Jesús expulsa a los demonios. La fórmula habitual con la que el exorcista se dirige al demonio es: «Te conjuro por... o en nombre de... te ordeno que salgas de esta persona». Apela, por lo tanto, a una autoridad superior, que es la de Dios, que es la de Jesús. No así Jesús: Él dirige al demonio un tajante «te ordeno». «¡Yo te ordeno!» Jesús no necesita apelar a una autoridad superior; Él es la autoridad superior. La derrota del poder del mal y del demonio era parte integrante de la salvación definitiva (escatología) anunciada por los profetas. Jesús invita a sus adversarios a sacar la consecuencia de lo que ven con sus propios ojos: así que ya no hay más que esperar, que mirar adelante; el reino y la salvación está en medio de ellos. El tan mencionado discurso sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo se explica a partir de esto. Atribuir al espíritu del mal, a Belcebú, o a la magia, aquello que era manifiestamente obra del Espíritu Santo de Dios significaba cerrar obstinadamente los ojos ante la verdad, ponerse contra Dios mismo, y por lo tanto privarse solos de la posibilidad de perdón. Una sugerencia práctica del evangelio del día de hoy es que el mal también es fuerte a nuestro alrededor. Asistimos a formas de maldad que van más allá de nuestra capacidad de comprender; nos quedamos abatidos y sin palabras ante ciertos episodios que nos traen los medios de comunicación. El mensaje consolador es que existe en medio de nosotros uno que es «más fuerte» que el mal. La fe no nos sitúa a resguardo del mal y del sufrimiento, pero nos asegura que con Cristo podemos orientar el mal hacia el bien, hacerlo servir para la redención nuestra y del mundo. Algunas personas experimentan en la propia vida o en la propia casa una presencia de mal que les parece de origen directamente diabólico. A veces ciertamente lo es (conocemos la difusión que tienen las sectas y los ritos satánicos en nuestra sociedad, especialmente entre los jóvenes), pero es difícil entender en casos individuales si se trata verdaderamente de Satanás o de perturbaciones de origen patológico. Afortunadamente no es necesario llegar a la certeza sobre las causas. Lo que hay que hacer es adherirse a Cristo con la fe, la invocación de su nombre, la práctica de los sacramentos. Es necesario precisar que el evangelio de hoy no solo nos recuerda que estamos en constante peligro sino, aún más, que podemos vencer y salir victoriosos de la tentación, valiéndonos de dos armas: el ayuno y el recurso de la Palabra de Dios. Ya lo habíamos recordado el miércoles pasado: «Con el ayuno cuaresmal tu vences las pasiones, elevas nuestro espíritu...». [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] El Evangelio de este domingo nos sugiere un medio con vistas a esta lucha, importante para cultivar sobre todo en Tiempo de Cuaresma. Jesús no fue al desierto para ser tentado; su intención era retirarse en el desierto a orar y a escuchar la voz del Padre. En la historia ha habido muchedumbres de hombres y mujeres que han elegido imitar a este Jesús que se retira al desierto. Pero la invitación a seguir a Jesús al desierto no se dirige sólo a monjes y ermitaños. De manera distinta, también se dirige a todos. Monjes y eremitas han elegido un espacio en el desierto; nosotros debemos elegir al menos un tiempo de desierto. Pasar un tiempo de desierto significa hacer un poco de vacío y de silencio en torno a nosotros; reencontrar el camino de nuestro corazón, sustraernos al bullicio y a los apremios externos, a fin de entrar en contacto con las fuentes más profundas de nuestro ser y de nuestro creer. Esta eucaristía que estamos celebrando se puede convertir en un buen comienzo para ello: para entrar en desierto. En ella el Señor nos alimenta, como al profeta Elías, para que con su fuerza podamos recorrer no solo cuarenta días sino muchos más. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Invitar al pueblo de Dios a vivir la cuaresma como camino de conversión eclesial a través de la escucha de la Palabra, la oración y ayuno. Recordar a los fieles que durante la Cuaresma se desarrolla la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes. También que, los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne, que obliga a todos los mayores de catorce años. Recomendar el ejercicio piadoso del santo Viacrucis y el fomento de la oración. Este domingo se celebra el rito «de la elección» o «inscripción del nombre» para los catecúmenos que serán admitidos a los sacramentos de iniciación cristiana en la Vigilia Pascual, empleando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 799-800 del Misal Romano.

Mié 10 Feb 2016

¿Qué es el Miércoles de Ceniza?

La imposición de la ceniza es el gesto simbólico en la frente (fruto de la cremación de los ramos del año pasado) que se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. La Iglesia primitiva la Cuaresma comenzaba 42 días antes de la Pascua. Eran 36 días de ayuno, excluyendo los domingo. En el siglo VII se agregaron 4 días, antes del primer domingo, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto. En Roma era costumbre que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de Cuaresma. Eran salpicados de cenizas, vestidos de sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua. Esta práctica quedó en desuso del siglo VIII al X.* Sagrada Escritura: Primera lectura: Joel 2,12-18 Salmo de respuesta: 51(50),3-4.5-6a.12-13.14+17 (R. cf. 3a) Segunda lectura: 2Corintios 5,20 - 6,2 Evangelio: Mateo 6,1-6.16-18 [icon class='fa fa-hand-o-right' link='']Orientaciones para la Homilía[/icon] [icon class='fa fa-hand-o-right' link='']Celebración de la Palabra de Dios con imposición de la ceniza (P. Diego Uribe)[/icon] [icon class='fa fa-hand-o-right' link='']Visita también nuestro especial Web de Cuaresma[/icon]