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Liturgia

Mié 5 Sep 2018

Cristo acoge e integra a los excluidos

Primera lectura: Is 35,4-7a Salmo Sal 146(145),7.8-9a.9bc-10 (R. 1) Segunda lectura: St 2,1-5 Evangelio: Mc 7,31-37 Introducción Partiendo del Evangelio que se nos ofrece para nuestra celebración en este domingo, presento tres idas temáticas de reflexión: Con la llegada de Jesús se inicia una nueva creación. Jesús inaugura un nuevo tiempo de Salvación, hace oír a los sordos y hablar a los mudos. Frente a la cultura del descarte Jesús manifiesta una nueva cultura de la acogida y de la integración, restaurando la vida de los excluidos por la enfermedad y el abandono. Jesús, con sus signos de amor y misericordia, capacita al ser humano para ser oyentes del mensaje de salvación, y para anunciar el Evangelio en medio de la mudez insensata del mundo que rechaza la verdad y plenitud de vida en el Señor. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Evangelista San Marcos, relata cómo a Jesús le presentan un sordo que además hablaba con dificultad. Lo presentan no pidiéndole que lo cure, sino que imponga las manos sobre él. Jesús reacciona a la solicitud metiéndole sus dedos en los oídos y tocando la lengua con su saliva. Los gestos de Jesús con el sordo mudo, muestran su deseo de comunicar con alguien que no oye y no puede hablar. Es el lenguaje de los gestos. Se podría pensar que, el sordomudo, representa el mundo pagano: es sordo respecto al proyecto de Dios y mudo porque es incapaz de alabarlo. También para estos llega el poder salvador de Jesús. Nos encontramos con un pasaje exclusivo de Marcos. Con un hecho milagroso situado en un territorio pagano, cerca al lago donde Jesús permanece por algún tiempo, el mar de Galilea, atravesando por la Decápolis, de población pagana, abarcado por la cultura helenista. La multitud reacciona proclamando que Jesús ha venido a inaugurar un tiempo nuevo. En el libro del Génesis (1, 31) al hablar de la creación, se decía “y vio Dios que todo aquello que había hecho era muy bueno” y aquí de nuevo la gente dice: “todo lo ha hecho bien”. Con Jesús estamos al inicio de una nueva Creación. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? En la tradición profética, la sordera o la ceguera eran figura de la resistencia al mensaje de Dios como lo relata el profeta (Isaías 6, 9), pero aquellos que lo padecían no eran conscientes de esto, son otros los que se lamentan del defecto y van donde Jesús. En la primera lectura, el termino sordomudo aparece en Isaías 35, 6, donde se trata del éxodo de Babilonia. En realidad, sordomudos son los discípulos, que no aparecen en la escena, y que no habían comprendido las últimas palabras de Jesús (7, 18). La palabra “balbuciente” indica, en el relato, un individuo que no habla normalmente, en el plano simbólico alude a hablar de los discípulos, que transmiten un mensaje diferente de aquel de Jesús. El obstáculo, que impide a los discípulos aceptar el mensaje de Jesús (sordera) que sugiere el verdadero mensaje (balbuciente) es la ideología nacionalista y exclusiva del judaísmo: creen todavía en la superioridad judía y no quieren aceptar la igualdad de todos los pueblos en relación al Reino. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? El Papa Francisco, continuamente manifiesta su rechazo a la cultura del descarte, proponiendo una actitud incluyente. La liturgia de la Palabra invita a valorar esta dimensión universal de la propuesta salvadora de Cristo. Jesús aprovecha, esta petición de imponer las manos sobre el enfermo, ante la actitud excluyente de los discípulos. Al entrar en contacto con los otros pueblos (la rivera pagana del lago) los discípulos muestran un total rechazo a todo aquello que no es judío. El verbo suplicar, indica una mayor insistencia que el simple “pedir”, y señala el gran interés de los intermediarios por el sordo. No suplican a Jesús que lo cure, sino que le imponga la mano, gesto que es símbolo de la transmisión de la fuerza vital; con esto bastaría para cambiar la situación. En esta curación se resalta la materialidad de la acción de Jesús (signos y contacto material), la clandestinidad con la cual circunda la acción es la expresión de los sentimientos de Jesús. La acción de Jesús es doble, según el doble defecto del hombre: primero le mete los dedos en el oído, indicando que, no obstante, la resistencia que presentan los discípulos, es capaz de hacer llegar a ellos el mensaje del universalismo. Después le toca la lengua con su saliva. El dedo transmite poder; penetra y abre el oído (salmo 40, 7: has hecho el modo que te escuchara). Los antiguos atribuían a la saliva cualidades curativas: la de Jesús es milagrosa. Alzando los ojos al cielo indica “de donde viene la ayuda” (salmo 121,1; 123,1). Marcos expresa la orden de Jesús con el término arameo, indicando con esto, de nuevo, que el hecho o acción es referida a Israel (Mc. 5,41; 7,11, etc.), en este caso al nuevo Israel, representado por los doce. De hecho, el oído se abre y su hablar es ya sin defectos, en el doble sentido, narrativo y figurado. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Todos y cada uno de los bautizados, han recibido la triple misión de ser sacerdote, profeta y rey; lleva en su ADN espiritual la impronta de ser discípulo misionero. Hemos sido creados por Dios y para Dios en la perfección de todo lo creado. El evangelio de hoy termina diciendo “todo lo ha hecho bien”. Los presentes, extraordinariamente impresionados, lanzan una exclamación que recuerda la acción creadora del Génesis 1, y de la profecía de Isaías 35, 5-6 propuesta en la primera lectura. El creador todo lo ha hecho bien, el redentor recrea con su bondad. Jesús prohíbe divulgar el hecho porque sabe que esta apertura no es definitiva (Mc 8,18). Sin embargo, el reiterado aviso de Jesús, los presentes son optimistas, piensan que todo se encuentra en orden. La impresión es enorme. Algunas veces se exagera la importancia que el evangelio de Marcos atribuye a la prohibición de divulgar la curación, como si Jesús tuviera un secreto para esconder. Cuando pide silencio, obtiene el resultado contrario; cuando más lo prohíbe, más la buena noticia se difunde (Mc 1,28.45). El mensaje se va universalizando sin fronteras y sin exclusión de raza, pueblo y nación. El plural “sordos y mudos”, de la frase final, que se refiere a la única curación precedente, se podría pensar que, insinúa de nuevo que el sordo es una figura representativa. El sordomudo es, por lo tanto, una imagen de toda la humanidad, que tiene necesidad de ser curada. Todo el pueblo es sordomudo. El profeta Isaías anunció un tiempo de salvación, cuando “se abrirán los oídos de los sordos y la lengua de los mudos gritarán de júbilo” (Is. 35,5). Jesús es el salvador esperado. Aquello que era anuncio, ahora es realidad. Una realidad, que se realiza en territorio pagano, porque la misericordia de Dios es para todos los hombres y todos los pueblos.

Jue 30 Ago 2018

Conjuguemos la ley y el amor

Primera lectura: Dt 4,1-2.6-8 Salmo Sal 15(14),2-3a.3bc-4ab.5 (R. 1a) Segunda lectura: St 1,17-18.21b-22.27 Evangelio: Mc 7,1-8.14-15. 21-23 Introducción Anotemos tres ideas temáticas que ofrecen las lecturas que se nos ofrecen para esta domínica: Cercanía de Dios a su creatura humana y justicia de la Ley Divina. Escuchar la Palabra de Dios para ponerla en práctica. Saber conjugar la ley y el amor. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas de hoy siguen la línea exhortativa. En la primera, aparece Moisés ejerciendo su liderazgo y exponiendo una serie de leyes y normas que preparan al pueblo para tomar posesión de la tierra que les ha dado Yahvé. Leyes para poner en práctica, crecer en sabiduría y cultivar una sana convivencia que abra caminos para el progreso de la nación, pero, ante todo, leyes y normas para sentir la cercanía permanente de Dios. Se trata, pues, de hacer tomar conciencia al pueblo de que Dios los liberó de la esclavitud de Egipto y los acompaña ahora en su camino hacia una absoluta libertad en una tierra que será propia. Un Dios cercano, justo y fiel. Por su parte, Santiago centra a sus lectores en la necesidad de atender la Palabra de Dios para ponerla en práctica y no contentarse sólo con escucharla. Califica la Palabra de Dios como “ley perfecta de la libertad” que le permite al hombre alcanzar una religiosidad auténtica que agrada a Dios. “Si alguno piensa que se comporta como un hombre religioso y no solo no domina su lengua, sino que conserva pervertido su corazón, su religiosidad es falsa.” Asimismo, en el evangelio de Marcos propuesto para hoy se cuestiona la coherencia religiosa de los discípulos de Jesús, lo que permite al Señor indicar que la salvación del ser humano no tiene su fuente en la observancia legalista, de apariencia externa e hipócrita como la han venido presentando los fariseos con su estilo de vida y práctica de la fe. Propone Jesús, más bien, una observancia al ‘mandamiento de Dios’ desde el corazón del hombre, pues es ahí, en la intimidad de cada ser humano, donde se forman las grandes maldades que manchan al mismo hombre y le impiden ser un instrumento de Dios entre sus semejantes. El corazón humano: fuente de pureza e impureza. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra, contenida en los textos de este domingo, nos anima a descubrir la cercanía de Dios en la cotidianidad de nuestra realidad humana y comunitaria. Las leyes y normas propuestas por Dios como camino de salvación deben comprenderse como el deseo del Padre Bueno de estar cerca de sus hijos para que de los corazones de éstos siempre broten sentimientos y deseos de amor, esperanza, justicia, reconciliación, perdón y paz. Para esto, tenemos que abrirnos a la escucha de la Palabra y llevarla a la práctica en la realidad del día a día. Se trata de una apertura permanente y total que nos conduzca a la conversión para, así, acoger en nuestro corazón la luz del Evangelio. Es en el corazón humano donde nacen la pureza y la impureza. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Vale la pena insistirle a la comunidad en la necesidad de escuchar la Palabra de Dios con actitud propositiva, es decir, siempre dispuestos a nutrirnos de ella para poder ser mensajeros de paz y progreso en nuestras comunidades, líderes de inclusión y defensores de la vida. Ser auténticos y alegres discípulos misioneros del Señor. Es decir, que no basta escuchar la Palabra, comprenderla, reflexionar o predicarla; sino que es “justo y necesario” convertir esa Palabra en estilo de vida, en motor de conversión y en alimento que nutre la esperanza en la vida eterna. Que la Palabra nos conmueva, nos estremezca y hasta nos haga entrar en crisis existencial, para sentirnos necesitados de Dios y, aún más, sentir la necesidad del Señor de querernos cerca de Él. Muy acordes a este tema están las palabras del papa Francisco en su reciente visita a Colombia: “Me dirijo ahora a todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, como quien quiere ser portador de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza. Creemos que Jesús, con su amor y misericordia que permanecen para siempre, ha vencido el mal, el pecado y la muerte. Sólo basta salir a su encuentro. Los invito al compromiso, no al cumplimiento, en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda. Desde este lugar, los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene y alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz.” (Saludo del Santo Padre al pueblo colombiano, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Crecer en conciencia sobre el anhelo del Señor de querer estar siempre cerca a todos y cada uno de nosotros, debe animarnos a retomar el camino de la vida con mayor alegría y espíritu de conquista por un proyecto de vida que se extienda hasta la eternidad.

Vie 24 Ago 2018

Vivamos en la libertad del amor

Primera lectura: Jos 24,1-2a.15-17.18b Salmo Sal 34(33),2-3.16-17.18-19.20-21.22-23 (R. cf. 9a) Segunda lectura: Ef 5,21-32 Evangelio: Jn 6,60-69 Introducción Tres ideas fundamentales que, en este XXI domingo nos presenta la Palabra de Dios y que se nos ofrece para nuestra reflexión y vivencia, son: La libertad para decidir servir a Dios. La libertad para elegir la vida de familia. La libertad para decidir seguir a Cristo. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos presenta la interpelación de Josué al pueblo de Israel acerca de su decisión para servir al Dios del éxodo, al Dios que los liberó de la esclavitud en Egipto. Y ese cuestionamiento, fuerte y hasta incisivo, lleva consigo no solo palabras exhortativas, sino también el testimonio de quien dirige al pueblo en su camino hacia la tierra prometida: “Yo y los míos serviremos al Señor”, expresó Josué. Esta actitud de liderazgo, sin duda alguna, no dará espera en la reacción del pueblo: “También nosotros serviremos a Yahvé, porque él es nuestro Dios”. Por su parte, Pablo, en la carta escrita a los efesios, expresa consejos prácticos para la vida conyugal, presentándola como reflejo del amor de Cristo por su Iglesia. Se muestra así cómo, desde la familia, iglesia doméstica, también se sirve al Señor. El evangelio de Juan nos recrea un encuentro de Jesús con muchos de sus discípulos. Unos, entre los que está Pedro, deciden seguirlo; y, los otros, que no se dan la oportunidad de estar más tiempo con el Maestro para conocerlo mejor, optan por abandonarlo. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Este domingo, la Palabra de Dios nos exhorta a vivir en la libertad del amor para poder tomar decisiones que favorezcan no solo nuestros intereses particulares, sino también los de la comunidad. Se trata, pues, de una libertad que condiciona las decisiones del ser humano ante la verdad y la mentira, ante lo bueno y lo incorrecto, ante la justicia y los abusos, ante la pobreza y la riqueza… ante la elección radical de seguimiento a Dios y el rechazo a los falsos dioses como el poder para oprimir, el dinero para malgastar y las relaciones por simple satisfacción personal. Retumba hoy en nuestros corazones la pregunta de Cristo a Pedro y al grupo de discípulos que lo acompañaba: “¿Acaso también ustedes quieren irse?” La respuesta a esta pregunta, sin duda, parte en dos la historia de quien decide, libremente, seguir al Señor Jesús, pues se trata de abrirse conscientemente a lo infinito del amor de Dios, liberándose de la angustia y la desesperanza que produce el pecado. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Más que bienestar, éxito o fama, el seguimiento a Cristo nos exige valentía para transformar situaciones oscuras con la luz de Cristo y dejar, como bien lo sugiere la Conferencia Episcopal de Colombia en su lema de este trienio (2018 – 2020), que la “misericordia y la verdad se encuentren, la justicia y la paz se abracen” (Salmo 85,11) Cabe aquí recordar la sabia invitación que nos hiciera el Papa Francisco en su reciente visita a Colombia cuando concluyó en Villavicencio el gran encuentro por la reconciliación nacional: “Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar. No temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno.” Se trata, pues, del compromiso que asumen los seguidores de Cristo de sentirse libres, de renunciar a la caducidad de este mundo para poder tomar decisiones que, inspiradas por el mismo Dios, favorezcan siempre la dignidad humana y honren a nuestro Creador. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Esta palabra nos insta a superar las fronteras de la desidia, de acomodarnos a las situaciones adversas y, más bien, nos anima a estar siempre atentos a encontrar el otro camino, la otra opción, aquello que es compatible con Dios: lo justo, lo noble, lo solidario, lo bello, lo alegre…

Jue 16 Ago 2018

Jesús es el alimento, el perdón y el verdadero camino a seguir

Primera lectura: Pr 9,1-6 Salmo Sal 34(33),2-3.10-11.12-13.14-15(R. cf. 9a) Segunda lectura: Ef 5,15-20 Evangelio: Jn 6,51-58 Introducción Existe, en nuestra cultura y en las sociedades de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y son las encuestas y el sondeo de las opiniones. Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito político y comercial. También ante la predicación del Señor Jesús aparece un sondeo de diversas opiniones, con fines educativos y de exhortaciones: estaban entre los que lo oían personas que lo aceptaban y otros que les costaba entenderlo en su discurso del Pan de Vida. En los Proverbios el Señor nos llama a ser sensatos, sabios e inteligentes para que gustemos de su bondadosa presencia. Invitación que nos repite el salmo 33: ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! Igual San Pablo, en su carta a los Efesios, nos recuerda que debemos ser agradecidos y estar atentos para descubrir cuál es la voluntad de Dios y a ser dóciles a su Espíritu que nos conduce por el camino del bien y nos advierte cómo rechazar el mal. Continúa el Señor Jesús el discurso del Pan de Vida y ahora enfatiza que se nos da como pan vivo, su “carne entregada para que el mundo tenga vida.”-cordero-; en lugar del maná, comida que sostuvo temporalmente al pueblo en el desierto. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Nuestro Dios, por su inmenso amor y misericordia, nunca nos abandona, sino que nos cuida siempre y nos da lo que más necesitamos: la vida presente y el alimento para sostenerla; la sabiduría, la inteligencia y la luz del Espíritu que nos permite descubrir su voluntad. Al Señor Jesús, lo celebramos en la Eucaristía, memorial de su entrega, y lo vivimos día a día en la comunión con los otros y con preferencia en la vida fraterna y solidaria cuando compartimos el pan y el amor. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Sagrada Escritura me dice que el pueblo de Dios se vio liberado de la esclavitud del Faraón en Egipto gracias a la sangre y a la carne del cordero que les salvó la vida y les dio fuerzas para iniciar por el desierto el camino de la libertad. El acontecimiento del éxodo dio al pueblo de Dios una vida y libertad limitadas. Ahora el Señor Jesús se hace presente como el liberador y salvador definitivo, por eso se me presenta como el nuevo cordero que da su carne como alimento y su sangre como bebida salvadora para que todo el que lo reciba y tenga vida en plenitud, vida eterna: “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.” El Señor Jesús es el pan que me sostiene en el diario caminar, me comunica la paz y me fortalece en las debilidades y carencias cotidianas. Me motiva a trascender y mirar más allá, a nunca desanimarme en medio de la lucha y a rechazar toda situación de desánimo o depresión, de relativismo e indiferencia donde da igual vivir que morir. Cristo me anima a unirme a Él e imitarlo, a escucharlo y recibirlo porque es Él quien sostiene mi vida histórica y me garantiza vida eterna. En la medida que cada uno recibamos al Señor Jesús y dejemos que se haga vida en nuestra vida, viviremos la alegría de construir comunidades de fe, paz y amor. Cristo nos capacita para esta misión, pues Él mismo nos ha: «Yo soy el pan de la vida… El que cree tiene vida eterna». ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? El Señor Jesús al hacernos parte de su cuerpo y de su sangre salvadora anima nuestra vida, tanto para el tiempo presente, como para el futuro. Por tanto, también Él se hace parte de mis preocupaciones, alegrías y esperanzas, de mis problemas, luchas y logros, a la vez que su voz ilumina toda la realidad de mi historia. Él es el alimento, el perdón y el verdadero camino a seguir. Él es también la voz que nos mueve a rechazar la violencia, el engaño, el aborto y todos los males que atentan contra la vida humana y la casa común, voz de salvación “que debe llegar con fuerza al corazón del hombre para interpelar su libertad, invitándolo a un éxodo permanente desde la propia autoreferencialidad, hacia la comunión con Dios y con los demás hermanos”, como nos lo recuerda el papa Francisco en su vista a Colombia (Encuentro con el Comité Directivo del CELAM, jueves 7 de septiembre de 2017). La violencia es inhumana y todas las actitudes que van contra la persona y la naturaleza nunca construyen y por tanto en nada pueden ser aprobadas por la Iglesia. Al destruir, destruyen el amor, la paz, la fraternidad y, sobre todo, las esperanzas de luchar y mejorar, mientras que la Iglesia debe seguir invitando al bien y predicando los valores del Reino, paz y justicia, vida y verdad, amor y libertad…, sin condenar a nadie. Se puede, aquí, hacer alusión a algunas expresiones de Monseñor Oscar Romero, quien decía: “Cuando se construye así la historia -qué hermoso- coincide con la historia de la salvación; hay paz. Pero esto es muy profundo y no todos lo comprenden, y por eso, dice Cristo, que lo que va a surgir inmediatamente ante esta doctrina es la crítica y la división… una de las cartas más bonitas que llegan en esta semana es aquella que dice: "Lo que más me admira de la Iglesia de estos días es que, a pesar de haber sufrido tantos atropellos y hasta asesinatos, nunca se le ha oído una palabra de odio ni de venganza, sino siempre una palabra de amor y de conversión". ¡Qué bien captan las almas humildes las intenciones de la Iglesia! Y yo me alegro de que así se sienta, mientras que otros siguen tercos en acusar a la Iglesia de violenta y que es causa de los males. Los que escuchan sin perjuicios, sin intereses egoístas, escuchan el verdadero lenguaje de la Iglesia: No a la violencia; un llamamiento a la conversión de los pecadores, como dije aquí el día de las exequias del Padre Grande, "¿Quién sabe si los asesinos de esta víctima me están escuchando por radio? Sepan que no los odiamos, que pedimos a Dios que se arrepientan" y vengan con nosotros un día a recibir el pan que Dios da con un beso de amor, aun a los pecadores, aun a los asesinos. Qué alegría sentiría la Iglesia el día en que todos los que han escrito o pagado escritos o usado armas, a humillar pueblos, o torturando gente con un sentido tan brutal de la vida, se convirtieran, vieran que eso no puede ser y volvieran arrepentidos a pedirle perdón a Dios, que todavía los está esperando. Desde luego que Dios les da vida a los pecadores; es porque está esperando. Ojalá, queridos amigos que me están escuchando (tal vez humillados de lo que han hecho, porque la violencia nunca es un orgullo, y el que golpea a otro hombre siempre siente la vergüenza; él está más humillado que el mismo golpeado) sientan de veras que eso es vergonzoso, sobre todo en un país que se llama civilizado y que si de veras le queremos dar un rostro bello a nuestra patria, lavémosla en la conciencia íntima sobre todo de los que son culpables, causantes, patrocinadores, tolerantes, alcahuetes, de esta situación de muerte que no puede seguir” (Homilía, 14 de agosto de 1977). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El Señor Jesús al dar su vida, comunicó la vida a la humanidad y a todo el mundo y la sigue comunicando. Hoy al hablarme me anima y me fortalece, me pide aceptarlo y recibirlo para tornarse uno conmigo y hacer que le encuentre sentido a mi vida. Su voz de ánimo y fuerza me comunica su vida abundante, vida que sólo Dios da en el tiempo presente y que, al encontrarle gusto a mi vida, al experimentar la libertad y el deseo de ser feliz en plenitud, me lleva a compartir y servir a los demás, y, al mismo tiempo a querer resucitar el último día, ir más allá de la historia: llegar a mi realización humana, a mi felicidad y vida en plenitud.

Sáb 11 Ago 2018

El Santuario, lugar privilegiado para la Nueva Evangelización

Retomando el llamado del Papa Francisco a revalorizar la piedad popular y en este sentido la importancia de los Santuarios como ambientes evangelizadores, del 6 al 9 de agosto se realizó, en las instalaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, el Congreso Nacional de Rectores de Santuarios. En la jornada, convocada por el Departamento de Liturgia, al que pertenece la sección religiosidad popular y Santuarios, participaron 40 rectores, quienes proyectaron las líneas de acción a partir de las que se espera fortalecer FESANCOL (Federación de Santuarios de Colombia) y se eligió el nuevo comité ejecutivo, conformado por: Presidente: Monseñor Gabriel Londoño, rector de Santuario Nuestra Señora de Lourdes (Bogotá). Vicepresidente: Padre Gregorio Ureña, rector del Santuario Divino Niño (Bogotá). Tesorero: Fray Nelson Novoa, rector del Santuario Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (Chiquinquirá). Secretario: Padre Orlando Gonzáles, rector del Santuario del Señor de los Milagros de Buga. Vocal: Padre Jesús Pinzón, rector Santuario de Monserrate De otra parte, se plantearon estrategias para fortalecer la relación entre la Federación de Santuarios y la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC); en este sentido, se propuso: potencializar la relación entre el enlace de la CEC (Comisión Episcopal de Liturgia) y la Federación; además, se estableció realizar congresos de Santuarios en los años pares y en los impares reuniones regionales. Frente a los desafío en el acompañamiento, Mons. Noel Londoño, obispo de Jericó, desatacó la importancia que los Santuarios o lugares de peregrinación sean aprobados a partir de la realidad que se vive en cuanto a expresión de la piedad popular y no creados por decreto. También recordó la necesidad de fortalecer la relación entre los Santuarios y el aprovechamiento de la experiencia que tienen algunos erigidos hace más de 300 años. La relación entre los Santuarios de Colombia y de América Latina, a través del Celam, también fue objeto de reflexión durante el congreso que contó con diversos ponentes nacionales e internacionales. A su turno, Monseñor Octavio Ruíz Arenas, Secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, profundizó sobre los Santuarios como espacio donde se va para lograr un encuentro con la divinidad. “Peregrinar es caminar con fe, es un acontecimiento de gracia”. Dentro de los ejes temáticos abordados en relación a este aspecto, se habló sobre: la piedad popular y la nueva evangelización; la fuerza evangelizadora de los santuarios; pastoral del encuentro en los santuarios; compromiso de amor y de justicia. Finalmente, el padre Jairo Alberto Montoya, director del Departamento de Liturgia del Episcopado colombiano, profundizó sobre el Santuario: memoria, presencia y profecía del Dios Vivo, explicando que “el nombre de santuario designa una iglesia u otro lugar sagrado al que, con aprobación del Ordinario del lugar, acuden en peregrinación números fieles. Retomando al Pontifico Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, señaló que “ en los Santuarios se debe proporcionar a los fieles los medios de salvación, predicando con diligencia la Palabra de Dios y fomentando la vida litúrgica”. Respecto al pasado, agregó, “el Santuario se presenta como memoria de que nuestro origen está en el Señor del cielo y de la tierra (…) por tanto, este lugar se presenta como signo de la presencia divina y se constituye como profecía del mañana de Dios en el hoy del mundo”.

Jue 9 Ago 2018

El Señor Jesús se nos ofrece como “el pan vivo que ha bajado del cielo.”

Primera lectura: 1R 19,4-8 Salmo Sal 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9 (R. cf. 9a) Segunda lectura: Ef 4,30–5,2 Evangelio: Jn 6,41-51 Introducción La vida de fe del cristiano se manifiesta mediante el testimonio de su palabra que acoge y perdona; mediante sus actitudes de bondad, misericordia y compasión y mediante el seguimiento del Señor con espíritu de fidelidad. Las luchas, angustias y dolores, que acompañan a todo ser humano, nos impulsan a confiar más en Dios, quién es el único capaz de vencer el mal y hasta la muerte. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro primero de los reyes nos relata cómo Dios acompaña al profeta Elías en su huida por el desierto y lo sostiene con pan y agua para que reconforte sus fuerzas cuando siente que va a desfallecer y quiere claudicar. San Pablo en carta a los Efesios, nos invita imitar a Dios quien nos perdona, nos salva, nos tolera y nos ama sin medida, hasta entregar a su Hijo en sacrificio por nosotros. En los domingos que hemos transcurrido y en los siguientes venimos escuchando, amasando y gustando el pan del cielo que nos presenta al Señor Jesús y nos comunica felicidad y vida eterna. La afirmación “‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, indica la persona de Jesús que es el centro de la vida histórica y trascendente de todo ser humano. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Al decir el Señor Jesús “Yo soy el pan de la vida…”, nos invita a reconocerlo como centro de nuestra vida toda: presente y futura; de toda vida humana; a ver que en Él están las respuestas a todas nuestras necesidades auténticas, tanto materiales como espirituales, a sentir cómo en el Señor Jesús se cumplen nuestros grandes anhelos y deseos humanos: la felicidad y la paz en plenitud. La mayor misericordia de Dios se manifiesta en el regalo que nos ofrece y que recibimos del Señor Jesús: su propio Cuerpo y Sangre en la Eucaristía donde se nos da como perdón y salvación, como alimento y comunión con Dios y con la comunidad. Por lo que nuestro primer sentimiento es exclamar: ¡Gracias Señor, qué bueno eres! Es maravilloso disfrutar de la misericordia y la bondad de Dios. Él siempre nos da y siempre quiere lo mejor para todos sus hijos: nos creó, nos liberó, nos salvó y se ha quedado con nosotros en el insondable misterio del pan y vino, su Cuerpo y su Sangre, que nos alimenta para la vida y la Vida eterna. Por eso cantamos con regocijo: “Eucaristía milagro de amor, Eucaristía presencia del Señor” 3. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Jesús nos ha hablado ya de los que comieron de los cinco panes y de los dos peces hasta saciarse; ahora nos encamina para que nos encontremos con otro alimento más necesario y valioso: el Pan que da vida eterna a todo el que crea en Él y lo reciba. Es el Señor Jesús quien le da gusto y sentido a nuestra vida y nos fortalece en los momentos de desánimo y de desierto, de desilusión y desencanto. Nuestra vida limitada e histórica, en la que nos asaltan constantemente el dolor, la violencia y la tragedia, cuando buscamos la paz y la justicia, cuando anhelamos compasión y verdad, sólo encuentra con Él y en Él plenitud, Él la convierte en vida definitiva, plena y feliz. Recordemos que el Santo Padre Francisco, en su visita a Colombia, en el Parque Las Malocas, en Villavicencio, hacía alusión a esta realidad, decía: “Estoy conmovido. Son historias de sufrimiento y de amargura, pero también y, sobre todo, historias de amor y perdón que nos hablan de vida y esperanza; no dejar que el odio y, la venganza o el dolor se apoderen de nuestro corazón.” Y mencionaba el salmo 85, enfatizándolo en cuanto oráculo final: “El amor y la verdad se encontrarán, la justicia y la paz se abrazarán…” Siempre hay una esperanza, una humilde y valiente palabra de vida. Si volvemos nuestra mirada a los profetas vemos que anunciaban desgracias, que llegaron; pero también anunciaban una esperanza de vida y salvación. Por tanto vivamos en la presencia de quien nos ha dado la Vida, nos la sostiene y nos promete llevarnos a la vida eterna. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con el Señor Jesucristo me impulsa a disfrutar de la bondad del Señor, a saciarme de su presencia que nos garantiza que está en y con nosotros y que con Él y en Él ya hemos comenzado nuestra vida definitiva: Él es el Pan y es el Camino que nos lleva a “una vida más plena y feliz.”

Jue 19 Jul 2018

En agosto, Congreso Nacional de Rectores de Santuarios de Colombia

La jornada, organizada por la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal (CEC), se realizará del 6 al 9 de agosto en Bogotá. Durante la jornada se abordarán entre diversas temáticas: Los Santuarios y la Nueva Evangelización; significado histórico y religioso de los Santuarios en Colombia; los Santuarios, estatutos y tareas, en el organismo del CELAM, etc. Acompañarán como ponentes: Mons. Octavio Ruíz Arenas, Secretario del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización; Mons. Omar Sánchez Cubillos, obispo de Tibú; Mons. Oscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la CEC; Mons. Gabriel Londoño Sepúlveda; Mons. Noel Londoño, obispo de Jericó y el padre Jairo Montoya Jiménez, Director Departamento de Liturgia de la CEC. El Congreso, que se desarrollará en la Sede de la Conferencia, tiene un costo de 450 mil pesos (incluye: alimentación, hospedaje y materiales, por los 4 días). Los interesados en participar deben diligenciar el formulario disponible en el siguiente enlace: https://evangelizacinyfe.typeform.com/to/yG6Xnz.

Jue 12 Jul 2018

La Palabra nos da tres claves: elección, envío y misión

Primera lectura: Am 7,12-15 Salmo Sal 85(84),9ab+10.11-12.13-14 (R. cf. 9b) Segunda lectura: Ef 1,3-14 (forma larga) o Ef 1, 3-10 (forma breve) Evangelio: Mc 6,7-13 Las ideas temáticas de esta dominica las podemos sintetizar en tres palabras: La elección El envió La misión. En este decimoquinto domingo del Tiempo Ordinario el punto de encuentro de las lecturas que hemos elegido para la lectura orante de la Palabra es la acción misionera. El Evangelio habla de la misión que Jesús da a los Doce: "Comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos". El profeta Amós, en la primera lectura, subraya que profetiza, no por voluntad o iniciativa personal, sino "porque el Señor le agarró y le hizo dejar el rebaño diciendo: ´Ve a profetizar a mi pueblo Israel´". El himno cristológico de la carta a los Efesios (segunda lectura), canta los frutos de la misión en la conciencia de los cristianos: la bendición de Dios Padre, la elección en Cristo, la adopción filial, la redención y el perdón de los pecados, la revelación de los designios de Dios sobre la historia, el bautismo en el Espíritu Santo. Es importante anotar que a partir de hoy, y durante siete domingos, seguiremos, como segunda lectura, la carta de Pablo a los Efesios, una alegre visión global de la Historia de la Salvación, como una gran bendición de Dios, a la que corresponde que nosotros también le dediquemos unos espacios de meditación y oración. En el Evangelio también damos inicio a una nueva etapa en la misión de Jesús. Los domingos 15 y 16 leemos el envió de los doce a predicar y curar por los diversos pueblos y también su vuelta, al parecer, con bastante éxito. Hasta ahora Jesús había predicado él solo, aunque con la presencia de los apóstoles. Ahora son ellos los que son enviados a colaborar con él. Que estás dos anotaciones nos ayuden a darle unidad a las celebraciones de estos dos domingos que nos propone la liturgia de la Iglesia.