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Liturgia

Mar 10 Oct 2017

Dios es Padre de toda la humanidad

La liturgia de la Palabra saca fuera de nosotros cualquier idea que subsista en torno a privilegio, elección excluyente, un Dios para unos pocos. El Dios revelado en las escrituras es Padre de toda la humanidad, se interesa por todos y a todos los quiere en el banquete del Reino. Hagamos vida esta Palabra para vestir el traje digno de tan sublime regalo. Primera lectura: Is 25,6-10ª Salmo: Sal 23(22),1-3a.3b-4.5.6 (R. cf. 5a) Segunda lectura: Flp 4,12-14.19-20 Evangelio: Mt 22,1-14 (forma larga) o Mt 22,1-10 (forma breve). Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El don de la salvación prometida por Dios es para todos los pueblos, regalo divino que Israel en tiempos de Jesús no había logrado comprender plenamente a pesar de los anuncios realizados por los profetas. La visión cerrada en algunos miembros del pueblo de la antigua alianza se vio sorprendida por los anuncios hechos por el Hijo del Altísimo, de un banquete en el que los convidados eran “malos y buenos”, llamados todos a la fidelidad a su Señor. La paciencia divina en la construcción del Reino se percibe patentemente en los reiterados envíos de sus servidores (los criados) quienes, convocando al banquete de bodas, apelan a la libertad humana, la misma que hace a los hombres responsables de la situación con que se presentan en la sala de los invitados. El traje, del que habla el evangelista Mateo, no es otro que el de la conducta del hombre, representada en el relato por los intereses que mueven el actuar humano: “uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y lo maltrataron hasta matarlos”. El mismo Cristo fue víctima de esta ceguera y cerrazón del corazón, que hizo al hombre incapaz de contemplar a Dios con rostro humano en medio de ellos. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? No porque nos llamemos cristianos tenemos asegurada la entrada al banquete de bodas o somos invitados con puesto asegurado. Nuestro mundo aqueja de grandes injusticias y males, en lo personal y social. Se percibe la fuerza del mal que esclaviza y pone al hombre al servicio del reino de la tiniebla, de la muerte. Las reiteradas amonestaciones de los profetas, llamando a la obediencia, a seguir los caminos del Señor, fueron también asumidos por Jesús, invitando desde el inicio de su predicación a la conversión, a vivir el espíritu de la ley, a comportarnos como verdaderos hijos de su Padre Dios. Contexto situacional ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Nuestras elecciones, en las que rechazamos la invitación del Señor, para ocuparnos de nuestros propios asuntos, perdiendo el horizonte de eternidad, embebidos en lo terrenal y atados a las ofertas de felicidad de este mundo, solo ocasionan que lleguemos sin el traje apropiado, sin la comunión requerida para vivir eternamente con Dios. Acoger a los mensajeros y el anuncio que se nos hace, es condición para que podamos ser considerados dignos de tan sublime beneficio. Por tanto, no podemos ser indiferentes frente a la misma, no puede ser tomada con ligereza, pues obrando así nos excluimos de “habitar en la casa del Señor por años sin término”, perdemos las bondades con que nos apacienta nuestro “pastor”. El profeta Isaías, al indicar que “el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo”, testimonia el sufrimiento –consecuencias de su obrar equivocado– al que Israel se vio sometido por abandonar a su Señor. Sus males, son los mismos que encontramos hoy en nuestro mundo, cuando el hombre termina por vivir aceptando la muerte de inocentes, la conculcación del derecho de los débiles, la mentira y el engaño, el fraude, la mentira, la falsedad, la infidelidad, la avaricia, la deshonestidad, la violencia. Un hombre vuelto a sí mismo y sin referencia al eterno, termina por destruirse y destruir la obra misma de Dios. Contexto celebrativo ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Venir en este día a la eucaristía no puede reducirse al cumplimiento de un rito por motivos de devoción o piedad. Nuestra presencia debe tornarse en una aceptación a trabajar por hacer cambios en nuestro modo de pensar y actuar, de tal forma que lleguemos a ser cooperadores de los enviados del Señor, es decir todos “discípulos”, amigos de Jesús y colaboradores de su proyecto de salvación de todos los hombres. Una comunidad que no hace esfuerzos por atraer a los lejanos, incluir a todos, por anunciar la buena nueva, por implantar en el mundo los regalos del Mesías, ha desfigurado su propia identidad, ya no es la asamblea del Señor. Pues creyentes y no creyentes reciben a su vez la llamada a la conversión, a transformar el corazón para que Dios esté al centro del mismo. Nos asiste en este empeño la gracia divina, la compañía del Maestro, que no abandona a los que elige, ni deja a la deriva a cuantos le sirven. Recomendaciones prácticas Podría servir para motivar la reflexión de los fieles una cartelera con la siguiente frase: “A todos los que encontréis, convidadlos a la boda”. Se Sugiere el uso del Prefacio Dominical X: "El Día del Señor". Al final de la Misa puede hacerse la fórmula de Bendición solemne: En el Tiempo Ordinario VI, p. 477 del Misal. Resaltar la celebración del sábado 21 en torno Santa Laura Montoya, religiosa misionera de nuestra patria. Tener presente que: El miércoles 18 de octubre, es la fiesta de San Lucas, evangelista. El próximo domingo 22 octubre es la Jornada Mundial de las Misiones.

Lun 25 Sep 2017

"No te dejes vencer por el mal, más bien: vence el mal con el bien..."

Somos pecadores a quienes Dios misericordioso llama a la conversión. Escuchemos su Palabra para que abandonemos los vicios y pecados y logremos mantenernos unánimes y concordes como hermanos que somos en la fe, en el culto y en la caridad. Primera lectura: Ez 18,25-28 Salmo: Sal 25(24),4-5ab.6-7.8-9 (R. cf. 6a) Segunda lectura: Flp 2,1-11 (forma larga) o Flp 2,1-5 (forma breve) Evangelio: Mt 21,28-32. CONTEXTO BÍBLICO ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Profecía de Ezequiel nos enseña la responsabilidad personal del hombre ante Dios. Dios es justo y así juzga por lo que hace cada uno usando de su libertad; pero también es misericordioso y acepta al pecador convertido. En el Evangelio de Mateo el Señor Jesús insiste en la responsabilidad ante lo mandado. Dios premia al que se convierte, y castiga al que no cumple pero cree que no necesita conversión. “La Parábola de los dos hijos, con la sentencia de Jesús acerca de Juan Bautista, tiene lugar cuando la disputa de Jesús y los jefes judíos alcanza el nivel más intenso. Israel es el primer hijo, el que dijo SÍ a la ley pero no aceptó la voluntad de Dios; el otro hijo representa a aquellos pecadores que dicen NO al plan de Dios, pero después se arrepienten y, siguiendo el camino de Dios testimoniado por Juan Bautista, aceptan al Mesías. (Biblia de la Iglesia en América, PPC). Está parábola es propia de Mt y, junto con otra (20, 1-16, los trabajadores de la viña), refleja la situación y los celos de la comunidad cristiana procedente del Judaísmo ante la comunidad procedente del paganismo. CONTEXTO SITUACIONAL ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Los “primeros y los últimos” del texto evangélico, persisten en nuestra Iglesia y sociedad de hoy. El Papa Francisco nos lo expone y nos amonesta a buscarle solución a la injusta y estéril situación. “A los que están heridos por divisiones históricas, les resulta difícil aceptar que los exhortemos al perdón y la reconciliación, ya que interpretan que ignoramos su dolor, o que pretendemos hacerles perder la memoria y los ideales. Pero si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae. Por ello me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?”. Después invoca el Papa la Palabra de Dios: “No te dejes vencer por el mal, más bien: vence el mal con el bien. No nos cansemos de hacer el bien. No nos dejemos robar el amor fraterno” (EG, 101, Rom 12, 21, Gal 6,9). CONTEXTO CELEBRATIVO ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Palabra de Dios nos enfrenta a evaluar la responsabilidad de nuestro pecado personal. En la oración de todos los días aumentemos la fe al decir “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos”. Y en la Misa démosle mayor valor al acto penitencial con el cual la comenzamos. Tomemos la resolución de contribuir a acabar con las divisiones que de hecho aparecen en la propia familia y en el vecindario, en el lugar del trabajo y en las instituciones eclesiásticas. Demos a la Iglesia el consuelo y la alegría de mantenernos unánimes y concordes, humildes y sencillos, como lo pide Pablo en la epístola de hoy (Fil 2, 1-4). Sabemos que nuestra conversión está suscitada y patrocinada por la Misericordia divina; acudamos con la confianza al trono de la gracia (Hb 4,16) pues donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5, 20). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS Comienza el mes de octubre, dedicado a las Misiones y la Propagación de la fe. Preparemos nuestra participación en la colecta mundial del DOMUND el domingo 22 de octubre, y organicemos para estos días la oración por las Misiones. Damos inicio al Mes del Rosario y el próximo sábado es la memoria litúrgica de la Virgen del Rosario. Fomentar la oración del rosario en familia y en las instituciones con intención misionera. Hoy conviene usar el Prefacio Dominical VII: "La Salvación por la obediencia de Cristo", p. 390 del Misal. Imagen tomada de Internet

Mié 20 Sep 2017

Los caminos de Dios son distintos de los caminos del hombre

En la Palabra que escuchamos con fe en cada Misa, el Señor nos traza el Camino que nos conduce a la Verdad y nos brinda la verdadera Vida. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Is 55,6-9[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 145(144),2-3.8-9.17-18 (R. 18a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Flp 1,20c-24.27ª[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Mt 20,1-16.[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Qué dice la Sagrada Escritura? Para este Domingo XXV la Liturgia nos propone una reflexión sería sobre los planes de Dios y los planes de nosotros, sus hijos, “Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos” (Is. 55,8). Así nos dice el Señor en Isaías; y por otra parte, Jesús mismo utiliza una contabilidad, una aritmética que no es la nuestra (Mt 20, 1-15). La razón que ofrece la Palabra para afirmar lo primero es la misma que emplea para lo segundo: “que el malvado regrese al Señor, y Él tendrá piedad” (Is. 55,7); “¿Vas a tener envidia tú, porque yo soy bueno?” (Mt 20,16). Por otra parte, el Señor va más allá de lo que nosotros deseamos o experimentamos; es Él quien mide nuestra capacidad, juzga nuestra labor y nos asigna la tarea. “Si el malvado abandona su camino y regresa al Señor, Él lo perdona (Is. 55,7); “Quiero dar a este último igual que a ti” (Mt 20,14); “Lo importante es que lleves una vida del Evangelio de Cristo (San Pablo a los Filipenses, 1,27). “Mi juez es el Señor” (1 Cor 4,4), “El Señor llegará con fuego y sacará a la luz la obra de cada uno” (1 Cor 3, 13) “Ni siquiera yo mismo me sé juzgar; es el Señor quien juzga. En la alternativa: gozar de Cristo o servir a la comunidad, (cfr. Filipenses 1, 23). Los caminos de Dios son distintos de los caminos del hombre; el tiempo de Dios no es igual, ni corre paralelo al tiempo del hombre. La obra mala del hombre suscita en Dios perdón (Is. 55,6); la obra buena del hombre suscita envidia en otro hombre (Mt 20, 15). La envidia es un pesar del bien ajeno (Astete), Es “vicio capital” es “sentir tristeza por el bien ajeno con inmoderado deseo de hacerlo suyo” (Cat. Igl. Cat, 2539). La envidia comenzó temprano en la Biblia: “Por la envidia del Diablo entró la muerte en el mundo” (Sab. 2, 24). Y se extendió o contagió: a Caín que mató a Abel (Gen 4, 3-8); a Esaú (Gen. 27, 41); a los hermanos de José (Gen 37,4); a Saúl que persiguió a David (1 Sam. 18, 7); hasta llegar al Nuevo Testamento, a los sacerdotes que entregaron a Jesús (Mc. 15,10). Dentro de los apóstoles (los discípulos buenos de Jesús) también se generó la envidia. La escena que en Mt sigue inmediatamente a la que leemos hoy, contrasta radicalmente con ella (Mt. 20, 20): “Los últimos serán primeros y los primeros serán últimos” y enseguida los Zebedeos buscan los primeros puestos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? En tiempo de Nuestro Señor, al igual que en nuestro siglo, los dones de Dios son repartidos en diversa forma a unos y a otros. Queda claro que el Señor da a cada individuo según su capacidad (Mt 25,15). Pero la capacidad no es según lo que nosotros pensemos, sino de acuerdo con la respuesta (la responsabilidad) personal de cada uno. (“Servidor bueno y fiel,” “Siervo malo y perezoso” Mt 25, 23-26). Hoy día también la sociedad es exigente con los que ejercen autoridad. Y cada individuo, dentro de las comunidades humanas (familia, asociación, Iglesia) tiene su modo de exigir y, así, la motivación puede ser injusta y se generan las envidias. Se producen así conductas que son bien conocidas en nuestra tierra, que son antievangélicas y en mucho ilegales: arribismo, corrupción, desigualdad social. Vivimos en una sociedad cada vez más alejada de Jesús y del Evangelio. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Si en algún lugar se aprecia la desigualdad en el intercambio de dones es en la Eucaristía. Nosotros, los convertidos a Cristo, ofrecemos lo mejor que tenemos, “un sacrificio de alabanza, fruto de los labios que confiesan Su nombre” (Hb. 13,15), pero a pesar de nuestra sinceridad, la oblación no es nada junto al Don de Dios, su propio Hijo. Y aunque seamos los más santos ofreciendo a Dios nuestra vida, siempre la recompensa no será proporcional al trabajo realizado; es Dios quien mide y quien se excede, en forma infinita en su donación. Pero el Señor se complace en premiarnos no tanto los méritos sino la actitud de conversión con que nos acogemos a la llamada de Jesús. Lo dice Pablo en la epístola de hoy: “Lo que importa es que llevéis una vida digna del Evangelio” (Fil 1,27). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']RECOMENDACIONES PRÁCTICAS[/icon] Insistir en la expresiones: los planes de Dios no son los planes humanos, "El Señor está cerca de los que lo invocan" Convendría emplear la Plegaria eucarística para diversas circunstancias I: “La iglesia en camino hacia la unidad”, p. 514 del Misal. Al final de la Misa puede hacerse la fórmula de Bendición solemne: En el Tiempo Ordinario V, p. 477 del Misal. Como una actividad de pos visita del Papa Francisco convendría seguir las orientaciones y materiales que estará ofreciendo el Comité encargado de la visita, además de todos los esfuerzos de iniciativas locales al respecto. Recordar que: Hoy 24 para nosotros católicos, es la fiesta de María de las Mercedes y Día Nacional del Recluso. Nuestra oración por todos los que están privados de la libertad y sufren. También es día mundial del turismo. El viernes 29 es la fiesta litúrgica de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. El próximo domingo se inicia el mes de octubre, dedicado especialmente al rezo del Santo Rosario y a oración y ayuda a las Misiones.

Vie 15 Sep 2017

No podemos pretender el perdón del Señor si no perdonamos al hermano

El mensaje de la Palabra hoy es fuerte y nos pide un compromiso decidido: no podemos pretender el perdón del Señor si no estamos dispuestos a perdonar a nuestros hermanos. Así nos lo anuncia el mismo Jesús con una parábola que conocemos bien, pero que en este día debe tocar nuestro corazón e impulsarnos a la reconciliación, al perdón y a la fraternidad. Primera lectura: Sir 27,30 - 28,7 Salmo: Sal 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12 (R. 8a) Segunda lectura: Rm 14,7-9 Evangelio: Mt 18,21-35. 1. Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La parábola que nos propone el Señor en el Evangelio es supremamente clara y elocuente; está inserta, por demás, en el llamado “Discurso Eclesial”, donde el Señor nos revela el modo como debe vivir la comunidad de discípulos, la Iglesia. El desarrollo mismo de la historia conduce a una sola conclusión: es un imperativo el perdón de las ofensas que recibimos de los hermanos como condición para recibir el perdón del Señor por nuestras propias faltas. Así nos ha enseñado el Señor a orar en el Padre Nuestro. Conviene, para comprender mejor el mensaje, resaltar algunos detalles de la parábola: Sorprende la respuesta del Señor a Pedro: perdonar “setenta veces siete”, lo que en la práctica significa “siempre”. El perdón ilimitado es también un antídoto contra la venganza que quiere tomar más de lo que es justo. En la parábola se subraya la enorme diferencia que existe entre la inmensa cantidad que debe el empleado al rey y la pequeñísima suma que le adeuda el compañero al mismo empleado. La compasión del rey es un anuncio de la misericordia de Dios, que va siempre mucho más allá, tanto que el siervo no recibe un plazo para pagar la deuda, sino el perdón de todo. La actitud del siervo con su compañero contrasta fuertemente con la del rey. Se mencionan acciones bastante duras: lo agarró por el cuello, lo ahogaba, lo estrangulaba. También es duro el “no quiso” que se refiere a la no escucha de las súplicas del compañero, que son una copia exacta de las mismas que él presentó al rey. Los “compañeros se entristecieron”: es una alusión de la preocupación fraterna de la comunidad por quien es víctima del maltrato y de la injusticia. La lectura del Eclesiástico nos presenta el mismo mensaje del Evangelio desde la perspectiva sapiencial. Su proclamación invita a una actitud de vida llena de la sabiduría del Señor, que sabe y práctica el perdón a los semejantes como camino seguro para tener el propio perdón. 1.2 ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? El perdón de las ofensas que sufrimos de parte de nuestros hermanos no es tarea fácil, pero la Palabra nos invita a vivir el perdón como camino de encuentro con Dios y con los hermanos, como ideal de la comunidad de los discípulos de Cristo, como signo de reconocimiento de las propias faltas y de la misericordia que el Señor nos prodiga abundantemente. El cristiano no puede vivir en la lógica de la venganza, que es destructiva y termina por ser la mayor injusticia. La lógica del discípulo, su justicia superior, es la del perdón y la reconciliación. La reconciliación es urgente, porque es el camino para alcanzar los bienes mesiánicos o la reconciliación que Cristo nos alcanzó con su muerte en la cruz. Sólo es posible vivir la reconciliación con los demás cuando tenemos conciencia de la misericordia de Dios con nosotros. Esto significa, que el perdón sólo es posible cuando acudimos a motivaciones de fe, esto es, cuando dirigimos nuestra mirada al Señor El perdón está en el corazón de la vida cristiana: me hace hijo del Padre y hermano de mis semejantes, en comunión con Dios y con los hombres. El perdón no niega la realidad del mal, sino que la supone. Pero precisamente en ella se celebra el triunfo del amor gratuito e incondicional. Un amor que no perdona, no es amor. 2. Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Necesitamos escuchar el mensaje del Evangelio de este día y acogerlo con fe, pidiendo al mismo tiempo la fuerza para vivirlo. Es la hora del perdón y de la reconciliación en nuestro país, en nuestros hogares, en nuestras comunidades. Tenemos que pensar en el perdón que el Señor nos regala cada día frente a nuestros propios yerros y dar el paso para perdonar a nuestros semejantes. Necesitamos experimentar la libertad que nos otorga saber perdonar a los demás. Conviene hacer una invitación especial a la reconciliación en el país, que será un don de Dios para todos, después de tanta violencia, destrucción y muerte, cuando estemos dispuestos a dejarnos transformar todos por la lógica del amor que Cristo nos enseñó. 3.Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Eucaristía es el banquete del perdón, porque es el sacrificio que Cristo ofrece al Padre para reconciliarnos con él. En este sagrado banquete tomamos, además, el alimento que nos fortalece para vivir en la dinámica de la reconciliación y del perdón. Recomendaciones prácticas: Puede colocarse en cartelera o lugar visible la frase del Padre Nuestro: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Para el acto penitencial de la Misa se puede seguir el Formulario 3, eligiendo una invocación para el Tiempo Ordinario, p.p. 344 -345 del Misal. Se puede hacer la Plegaria Eucarística "de La Reconciliación" I, p. 501 del Misal. Como actividad de pos visita, conviene recordar en este día algunos de los mensajes que ha dejado el Papa Francisco al pueblo colombiano, especialmente los relacionados con el camino de nuestra nación hacia la paz. Tener presente que: Hoy es el día del Migrante, se recomienda orar por ellos en la Oración de los Fieles. El jueves 21 septiembre, es la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista. El próximo domingo que es día del recluso sería oportuno motivar para que se presenten dones para cubrir necesidades de las familias de los hermanos que se encuentran en las cárceles.

Mié 9 Ago 2017

En Jesús encontramos el refugio y la paz

Las lecturas de hoy nos permiten escuchar el llamado de Dios, para encontrar en Jesús el refugio y la paz que tanto necesitamos en medio de tantas dificultades y tormentas que experimentamos en nuestra vida diaria. Él está aquí, conoce nuestra agitación y confusión ante los problemas de la vida y está dispuesto a recibir nuestras angustias. Lo único que nos pide es que cerremos los ojos del alma para decirle con calma que creemos en él y en él confiamos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: 1R 19,9ª. 11-13ª[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 85(84),9ab+10.11-12.13-14 (R. 8)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Rm 9,1-5[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Mt 14,22-33[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1. Contexto bíblico 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El encuentro con Dios. La primera lectura nos presenta a Elías huyendo de las amenazas de muerte de Jezabel. Y después de ser alimentado con un pan privilegiado y misterioso se pone en camino durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llega al Horeb (Sinaí), que es un lugar privilegiado de la revelación de Dios. Se refugia en una cueva para pasar la noche. Luego experimenta una manifestación de Dios, el cual se le revela no en el fuego, ni en el huracán, ni el terremoto sino en el susurro de una brisa suave. A nosotros nos revela que Dios en medio de las dificultades, de las amenazas, de la persecución, de los problemas de la vida siempre se hace presente en forma discreta, suave, ligera para animarnos a seguir adelante, sin vacilaciones, poniendo toda nuestra confianza en Él. “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”. El salmo es una plegaria comunitaria, a la cual Dios responde anunciado a los suyos la paz, la prosperidad y la bendición. Así que ante la angustia, la agitación y la falta de paz, se nos llama a la confianza y abandono en las manos del Señor. En la carta a los Romanos Pablo repasa todo lo que Israel ha recibido: la gracia de la filiación, la presencia de Dios, la alianza, la Ley dada por Dios en el Sinaí, el culto, las promesas, los patriarcas, y recuerda que Cristo mismo, en su existencia terrenal, histórica, ha nacido del pueblo de Dios. Experimenta sentimientos de dolor por la situación del pueblo de Israel. Desearía ser yo mismo un proscrito, separado de Cristo, si esto fuera útil a sus hermanos, los Israelitas. Qué bueno sería que a nosotros, que formamos parte de la Iglesia, nos conmoviera la situación que viven actualmente nuestros hermanos y estuviéramos dispuestos a dar la vida por la salvación de los alejados, de los indiferentes, de los cristianos de nombre. San Mateo en el evangelio: Después de haber alimentado a la multitud que lo seguía, Jesús manda a sus discípulos que vayan a la otra orilla en la barca, y despide a la gente. Mientras tanto, él se retira a la montaña para orar. Por qué Jesús se retira al monte? Para enseñarnos que el desierto y la soledad son propicios cuando debemos suplicar a Dios. También nosotros deberíamos buscar tanto el tiempo, como un lugar tranquilo para nuestras oraciones. Mientras tanto los discípulos, prácticamente obligados, se encuentran en la barca, azotados por una tempestad violenta, solos y a merced de las olas. Hay una enseñanza para que ellos aprendan a soportar valientemente todo lo que les suceda. A la cuarta vigilia de la noche él se acerca a ellos, caminando sobre el mar. Seguramente quería habituarlos a no buscar inmediatamente ser librados de las dificultades, sino a soportar los acontecimientos con coraje. Cuando parece que están fuera de peligro nuevamente experimentan el terror: Los discípulos, viéndolo caminar sobre el mar, se atemorizaron, pensando que fuera un fantasma; y por el miedo comenzaron a gritar. Junto a la tempestad, la aparición del Señor turba todavía más a los discípulos. Así los induce a ser pacientes y constantes en medio de las pruebas y tribulaciones. Pero Jesús inmediatamente les dirigió la palabra diciendo: “Animo, soy yo; no tengan miedo” Con estas palabras se disipan del todo los temores y les renace la fe. Es posible que nosotros no lo veamos en la oscuridad, pero lo podemos reconocer por la voz. Ahora interviene Pedro: Le respondió: “Si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas”. En esto se manifiesta la fe y el fervor de Pedro. El no solo cree que Jesús es capaz de caminar sobre el agua, sino que también puede hacer caminar a otros. Por eso desea acercarse inmediatamente a él. Y él respondió: “Ven”. Y Pedro, bajando de la barca, se puso a caminar sobre las aguas y llegó junto a Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, tuvo miedo. Y comenzando a hundirse, gritó: “Señor, sálvame”. Inmediatamente Jesús, extendió la mano, la agarró y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?” Este milagro es más extraordinario que aquel de calmar la tempestad. El camina sobre las aguas y concede a otro hacer la misma cosa. Pedro caminaba hacia Jesús, feliz no tanto de caminar sobre las aguas, sino de acercarse a Jesús. Después no logra resistir la violencia del viento, y tiene miedo. No es suficiente estar cerca del Salvador, si no confiamos en Él. Lo que lo hace hundir es la poca fe. Jesús agarra a Pedro y lo sube a la barca. Tan pronto montaron en la barca, el viento cesó. Entonces los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!”. El acento de los textos bíblicos está puesto en la centralidad que debe tener la persona de Jesús en el discípulo y en la comunidad cristiana. Esta presencia es la que infunde paz y confianza para enfrentar las tormentas de la adversidad y las contradicciones de la vida. No olvidemos que esa barca es prefiguración de la Iglesia que tendrá que enfrentar las duras pruebas de la vida. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]

Mié 12 Jul 2017

“…mi oración es judía…”

Es la expresión del Papa Francisco en una entrevista del 12 de junio de 2014, al hablar de la importancia de rezar los salmos y celebrar la Eucaristía diariamente. Orar los salmos en el contexto de la Liturgia de las Horas (LH) debe suscitar en los fieles cristianos y de manera especial en los Obispos, sacerdotes, diáconos y consagrados, una alegría espiritual que va más allá de un simple cumplir una promesa, y que encuentra su mayor expresión cuando el ser orante se apropia, “en el espíritu del resucitado” (Rm 8,11) de una verdad irrefutable predicada por el Papa Benedicto XVI: “todo lo debo esperar de Dios y basar la vida entera en Dios, que en Cristo nos lo ha regalado todo”. Es oportuno recordar algunas razones que sostienen la acción cotidiana de rezar la Liturgia de las Horas o el Oficio divino y contemplar que en ella, Dios se vale de mí para “misericordiar” a su Iglesia y al mundo entero. 1.- Celebramos la liturgia porque actualiza para nosotros la acción salvadora de Cristo y nos permite abrirnos a la esperanza en la que hemos sido salvados (Rm 8,24). Nos enseña el catecismo de la Iglesia “La Liturgia es "acción" del "Cristo total". Los que desde ahora la celebran participan ya, más allá de los signos, de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente comunión y fiesta” (1136). 2.- El Misterio de Cristo, su Encarnación y su Pascua, que celebramos en la Eucaristía, especialmente en la asamblea dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada día mediante la celebración de la Liturgia de las Horas, "el Oficio divino" (SC IV). La Liturgia de las Horas "realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre" (SC 84; CIC 1174). 3.- La Liturgia de las Horas nos fortalece en el ministerio, acrisola nuestra opción de vida, mantiene radiante nuestra identidad porque ella es fuente de vida espiritual y nos permite entender que el ideal de la vida cristiana y sacerdotal consiste en que cada uno se una con Dios íntima y constantemente (SC 86 y 96; PO 5). 4.- La Liturgia de las Horas es el medio privilegiado que favorece que cada jornada sea un constante diálogo con Dios, un sacrificio espiritual que se inspira y apoya en el único y definitivo sacrificio de Cristo con el cual se debe identificar el sacerdote. En la oración de la LH el presbítero se descubre inmerso en el misterio de la filiación divina que se hace entrega a los demás en el servicio pastoral. 5.- La oración es el acto central de la persona de Jesús en cuanto hombre y por lo tanto, un real conocimiento del Dios-Hombre es sólo posible entrando en ese acto de oración. En consecuencia, sintonizar nuestra vida con el misterio de Jesús sólo es posible participando de su mismo sacrificio que se actualiza en la Eucaristía y se prolonga en el tiempo por la Liturgia de las Horas. Cabe recordar que «en el Oficio Divino, los presbíteros, en nombre de la Iglesia, piden a Dios por todo el pueblo a ellos confiado y por todo el mundo» (PO 5). 6.- La LH tiene una profunda dimensión eclesial en la cual brilla, en la Iglesia que reza, el esplendor de la Santísima Trinidad y en la voz de la Iglesia resuena la voz de Cristo. El sacerdote no debe olvidar que toda acción litúrgica es un encuentro entre Cristo y la Iglesia. La Instrucción General para la LH enseña: “la santificación humana y el culto a Dios se dan en la LH de forma tal que se establece un diálogo entre Dios y los hombres, en que Dios habla a su pueblo…y el pueblo responde a Dios con el canto y la oración”. Acojamos la exhortación del Papa Benedicto XVI “celebrad la Liturgia de las Horas dirigiendo la mirada a Dios en la comunión de los santos, de la Iglesia viva de todos los lugares y de todos los tiempos, para que se transforme en expresión de la belleza y de la sublimidad del Dios amigo de los hombres”. Por bondad de una monja de clausura, llegó a mis manos la siguiente oración para ofrecer la celebración del oficio divino: “Abre, Señor, mis labios para que bendiga tu santo nombre; purifica mi corazón; ilumina mi entendimiento, inflama mi voluntad, para que digna, atenta y devotamente pueda cantar este oficio y merezca ser escuchado en la presencia de tu Divina Majestad. Canto el oficio Divino en nombre de la santa Iglesia, porque es tu oración al Padre, unida a aquella divina intención con que Tú mismo, en la tierra tributaste tus alabanzas al Padre, mirándolo con tus divinos ojos, en el Espíritu Santo. Amén. ¡Qué gran cosa es adorar bien a Dios en la Liturgia de las Horas! Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero Conferencia Episcopal de Colombia

Mié 19 Abr 2017

Iglesia colombiana lamenta fallecimiento de reconocido liturgista

La Conferencia Episcopal de Colombia lamenta el fallecimiento del prestigioso liturgista español Mossén Pedro Farnés Scherer, sacerdote reconocido a nivel mundial por sus conocimientos en el campo de la liturgia. La Iglesia colombiana resaltó los aportes recibidos por este ilustre sacerdote liturgo, quien en varias ocasiones fue consultado, recibiendo de él sus enseñanzas y experiencias. Los obispos colombianos hicieron llegar sus sentimientos de pésame a todos los miembros del arzobispado de Barcelona en España, jurisdicción a la que perteneció este reconocido sacerdote español. El Padre Pere Farnés Scherer nació en Barcelona, España, un 16 de agosto del año 1925. Fue autor de numerosas publicaciones, fue uno de los fundadores del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona, del que fue presidente de 1987 a 1990, y fue fundador también de la revista Oración de las Horas, posteriormente llamada Liturgia y Espiritualidad. Con sus conocimientos aportó a la implementación de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II.

Lun 13 Mar 2017

Descarga: Cuaresma. Consideraciones litúrgicas y pastorales

El Departamento de Liturgia del episcopado colombiano pone a disposición de los fieles un insumo con recomendaciones litúrgicas y pastorales para el tiempo de Cuaresma. Este material es suministrado por el padre Diego Uribe, Profesor Titular UPB e integrante de la Comisión Nacional de Liturgia. En el documento se hace un completo recorrido por este tiempo litúrgico. Comienza con una explicación sobre su origen, el sentido de la Cuaresma hoy y finalmente su estructura. [icon class='fa fa-download' link='']DESCARGA EL DOCUMENTO[/icon] Imagen: Internet