Mié 20 Sep 2017
Los caminos de Dios son distintos de los caminos del hombre
En la Palabra que escuchamos con fe en cada Misa, el Señor nos traza el Camino que nos conduce a la Verdad y nos brinda la verdadera Vida. Escuchemos atentos.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Is 55,6-9[/icon]
[icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 145(144),2-3.8-9.17-18 (R. 18a)[/icon]
[icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Flp 1,20c-24.27ª[/icon]
[icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Mt 20,1-16.[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
Qué dice la Sagrada Escritura?
Para este Domingo XXV la Liturgia nos propone una reflexión sería sobre los planes de Dios y los planes de nosotros, sus hijos, “Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos” (Is. 55,8).
Así nos dice el Señor en Isaías; y por otra parte, Jesús mismo utiliza una contabilidad, una aritmética que no es la nuestra (Mt 20, 1-15). La razón que ofrece la Palabra para afirmar lo primero es la misma que emplea para lo segundo: “que el malvado regrese al Señor, y Él tendrá piedad” (Is. 55,7); “¿Vas a tener envidia tú, porque yo soy bueno?” (Mt 20,16).
Por otra parte, el Señor va más allá de lo que nosotros deseamos o experimentamos; es Él quien mide nuestra capacidad, juzga nuestra labor y nos asigna la tarea. “Si el malvado abandona su camino y regresa al Señor, Él lo perdona (Is. 55,7); “Quiero dar a este último igual que a ti” (Mt 20,14); “Lo importante es que lleves una vida del Evangelio de Cristo (San Pablo a los Filipenses, 1,27).
“Mi juez es el Señor” (1 Cor 4,4), “El Señor llegará con fuego y sacará a la luz la obra de cada uno” (1 Cor 3, 13) “Ni siquiera yo mismo me sé juzgar; es el Señor quien juzga. En la alternativa: gozar de Cristo o servir a la comunidad, (cfr. Filipenses 1, 23).
Los caminos de Dios son distintos de los caminos del hombre; el tiempo de Dios no es igual, ni corre paralelo al tiempo del hombre. La obra mala del hombre suscita en Dios perdón (Is. 55,6); la obra buena del hombre suscita envidia en otro hombre (Mt 20, 15).
La envidia es un pesar del bien ajeno (Astete), Es “vicio capital” es “sentir tristeza por el bien ajeno con inmoderado deseo de hacerlo suyo” (Cat. Igl. Cat, 2539).
La envidia comenzó temprano en la Biblia: “Por la envidia del Diablo entró la muerte en el mundo” (Sab. 2, 24). Y se extendió o contagió: a Caín que mató a Abel (Gen 4, 3-8); a Esaú (Gen. 27, 41); a los hermanos de José (Gen 37,4); a Saúl que persiguió a David (1 Sam. 18, 7); hasta llegar al Nuevo Testamento, a los sacerdotes que entregaron a Jesús (Mc. 15,10). Dentro de los apóstoles (los discípulos buenos de Jesús) también se generó la envidia. La escena que en Mt sigue inmediatamente a la que leemos hoy, contrasta radicalmente con ella (Mt. 20, 20): “Los últimos serán primeros y los primeros serán últimos” y enseguida los Zebedeos buscan los primeros puestos.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO SITUACIONAL[/icon]
¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta?
En tiempo de Nuestro Señor, al igual que en nuestro siglo, los dones de Dios son repartidos en diversa forma a unos y a otros. Queda claro que el Señor da a cada individuo según su capacidad (Mt 25,15).
Pero la capacidad no es según lo que nosotros pensemos, sino de acuerdo con la respuesta (la responsabilidad) personal de cada uno. (“Servidor bueno y fiel,” “Siervo malo y perezoso” Mt 25, 23-26).
Hoy día también la sociedad es exigente con los que ejercen autoridad. Y cada individuo, dentro de las comunidades humanas (familia, asociación, Iglesia) tiene su modo de exigir y, así, la motivación puede ser injusta y se generan las envidias. Se producen así conductas que son bien conocidas en nuestra tierra, que son antievangélicas y en mucho ilegales: arribismo, corrupción, desigualdad social. Vivimos en una sociedad cada vez más alejada de Jesús y del Evangelio.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon]
¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
Si en algún lugar se aprecia la desigualdad en el intercambio de dones es en la Eucaristía. Nosotros, los convertidos a Cristo, ofrecemos lo mejor que tenemos, “un sacrificio de alabanza, fruto de los labios que confiesan Su nombre” (Hb. 13,15), pero a pesar de nuestra sinceridad, la oblación no es nada junto al Don de Dios, su propio Hijo. Y aunque seamos los más santos ofreciendo a Dios nuestra vida, siempre la recompensa no será proporcional al trabajo realizado; es Dios quien mide y quien se excede, en forma infinita en su donación.
Pero el Señor se complace en premiarnos no tanto los méritos sino la actitud de conversión con que nos acogemos a la llamada de Jesús. Lo dice Pablo en la epístola de hoy: “Lo que importa es que llevéis una vida digna del Evangelio” (Fil 1,27).
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']RECOMENDACIONES PRÁCTICAS[/icon]
Insistir en la expresiones: los planes de Dios no son los planes humanos, "El Señor está cerca de los que lo invocan"
Convendría emplear la Plegaria eucarística para diversas circunstancias I: “La iglesia en camino hacia la unidad”, p. 514 del Misal.
Al final de la Misa puede hacerse la fórmula de Bendición solemne: En el Tiempo Ordinario V, p. 477 del Misal.
Como una actividad de pos visita del Papa Francisco convendría seguir las orientaciones y materiales que estará ofreciendo el Comité encargado de la visita, además de todos los esfuerzos de iniciativas locales al respecto.
Recordar que:
Hoy 24 para nosotros católicos, es la fiesta de María de las Mercedes y Día Nacional del Recluso. Nuestra oración por todos los que están privados de la libertad y sufren. También es día mundial del turismo.
El viernes 29 es la fiesta litúrgica de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
El próximo domingo se inicia el mes de octubre, dedicado especialmente al rezo del Santo Rosario y a oración y ayuda a las Misiones.