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sínodo

Mar 7 Sep 2021

Hacia una Iglesia sinodal (2)

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - El Código de Derecho Canónico define la naturaleza de los sínodos de obispos en la Iglesia. Dice así en el canon 342: “El sínodo de obispos es una asamblea de Obispos escogidos de las distintas regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos, y ayudar al Papa con sus consejos para la integridad y mejora de la fe y costumbres y la conservación y fortalecimiento de la disciplina eclesiástica, y estudiar la cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo”. Los Sínodos de Obispos nacieron después del Concilio Vaticano II, aunque desde antiguo se realizan los concilios ecuménicos universales, concilios plenarios territoriales, Sínodos diocesanos, etc. Hasta la fecha se han llevado a cabo 16 asambleas sinodales desde el 1971. Es bueno distinguir entre los Concilios, de los cuales se han realizado 21 entre el año 325 (concilio de Nicea) y el realizado entre 1962 - 1965, el Concilio Vaticano II. Estos son reuniones donde participan todos los obispos del mundo, y los Sínodos, reuniones donde participan algunos obispos que representan las distintas regiones del mundo, unos 215, a los que se agregan sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos expertos, según los temas que se traten. Por eso se habla de la sinodalidad, donde el pueblo de Dios es escuchado y participa activamente en estas reuniones. Ya se han hecho varios sínodos muy interesantes con amplia participación de los laicos, como los sínodos sobre la familia y el sínodo de la juventud. Dentro de las modalidades de los Sínodos, están los ordinarios, que se reúnen cada tres o cuatro años, y los extraordinarios, cuando el Papa lo considere necesario. Los Sínodos, por su naturaleza son de carácter pastoral, es decir, buscan ayudar al Papa y a la Iglesia en general, a dar respuesta a los grandes problemas que hay en el mundo, donde la Iglesia tiene el deber de dar respuestas orientadoras al pueblo de Dios, pues la Iglesia hace historia con su pueblo, y está llamada a orientar, iluminar y brindar soporte a quienes tienen en sus manos la responsabilidad de animar a los creyentes y a los no creyentes, en su peregrinar terreno. Los Sínodos pues, hacen eco de las grandes problemáticas por la que atraviesa la sociedad, y en ambiente de oración, de estudio, de trabajo colegial, ofrece directrices generales para que sirvan de ayuda especialmente a los fieles católicos en la imperante necesidad de dar razón de la esperanza. Como conclusión de cada Sínodo, el Papa publica un documento que denomina “Exhortación Apostólica post sinodal…” que se convierte en guía y soporte para los planes pastorales y demás acciones evangelizadoras de la Iglesia en todo el mundo. Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali Lea Por una Iglesia sinodal (I)[icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Mié 20 Feb 2019

Juventud en Sinodalidad

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - Podría parecer extraño el título, pues a menudo cuando se habla de “sinodalidad”, expresión utilizada ahora tanto por el Santo Padre Francisco, podría pensarse especialmente en el Colegio de los obispos en unión con el Papa, en la tarea de discernir conjuntamente para el bien de la Iglesia y la humanidad. Sin embargo, llama la atención que ahora cuando se ha dado a conocer en edición propia, el documento final de la pasada XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre los jóvenes, la fe y su vocación, aparece una novedad allí expresada: “En este Sínodo hemos experimentado que la colegialidad que une a los obispos cum Petro et sub Petro en la preocupación por el Pueblo de Dios está llamada a articularse y enriquecerse a través de la práctica de la sinodalidad en todos los niveles”(#119). Y en el número siguiente como respuesta por ahora a una pregunta que también hoy nos hacemos, de si vendrá un documento final del Santo Padre, llamado tradicionalmente “Exhortación Postsinodal”, se declara: “El final de los trabajos de la asamblea y el documento que recoge los frutos no cierran el proceso sinodal, sino que constituyen una de sus etapas. Dado que las condiciones concretas, las posibilidades reales y las necesidades urgentes de los jóvenes son muy diferentes entre países y continentes, aún en la comunión de la única fe, invitamos a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a que continúen este camino, comprometiéndose en proceso de discernimiento comunitario que incluyan también a quienes no son obispos en las deliberaciones, como lo hizo este Sínodo….. Esperamos que en estos caminos participen familias, institutos religiosos, asociaciones y, sobre todo, los jóvenes, de manera que la “llama” de lo que hemos experimentado estos días se difunda” (#120). No cabe duda de que, con ocasión de este discernimiento sobre el mundo de los jóvenes que hace hoy la Iglesia universal, se da un paso muy importante en la participación efectiva de todo el Pueblo de Dios, no solamente en las consultas, sino incluido el discernimiento y la toma de decisiones en los diferentes campos del apostolado y actividad misionera “ad intra” y “ad extra” de la Iglesia. Un gran paso inaugurado por el Concilio, pero en retraso para su plena y eficaz aplicación. Por otra parte, hemos podido vivir la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, al final del mes pasado, presidida por el papa Francisco y con la presencia de innumerables jóvenes de todo el mundo. Su preparación y realización ha sido también ya una muestra en la práctica de esta sinodalidad de los jóvenes, dispuestos a hacer propia y caminar juntos la vida de la Iglesia en los nuevos tiempos. A partir de escucharlos, compartir con ellos un mensaje, el de Jesús, en el lenguaje propio y con las expresiones típicas del mundo juvenil; reconociendo que son el “ahora de Dios”, como se lo repitió Francisco, va tomando fuerza un paradigma, cargado de esperanza para la renovación de la Iglesia y la humanidad. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Mar 6 Nov 2018

El Sínodo pide acompañar y escuchar a los jóvenes

El acompañamiento a los jóvenes a través de una escucha permanente, fue la idea que insistentemente marcó las reflexiones de los obispos en el Sínodo que concluyó hace pocos días en Roma y que también quedó en la memoria de monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo, obispo de Florencia y miembro de la Comisión Episcopal de Estado Laical de la Conferencia Episcopal de Colombia. El prelado, quien fue uno de los representantes nacionales que participó en este evento, señaló que el acompañamiento y la escucha a los jóvenes debe hacerse sin prejuicios, orientando, guiando y aprendiendo de ellos. En el documento final se visibilizan diferentes escenarios que son propicios para el acompañamiento y la escucha efectiva. Se puede evidenciar temas como la formación, el fenómeno de las migraciones, la cultura del descarte, las vocaciones y la cultura digital, entre otros. Lee también: Esto es lo que dice el documento final del Sínodo Al referirse a la formación, monseñor Mejía Giraldo explicó que actualmente se debe pensar en procesos integrales generando verdaderos líderes a nivel eclesial y social. “En los jóvenes de hoy está el futuro Papa, los futuros obispos y los políticos que deben infundir en el mundo criterios de evangelio y pensar en el bien común”, señaló. Otro de los temas tratados fue el fenómeno de las migraciones que tiene entre sus raíces la pobreza y el abandono. “Los migrantes también son jóvenes y deben ser objeto del acompañamiento evangélico por parte de la Iglesia”, aseguró. Sobre este punto, recordó que, si bien preocupa las migraciones entre países, no es menos alarmante la realidad de las migraciones internas, que tiene a los jóvenes como víctimas y que requieren de la atención de la Iglesia. Durante el Sínodo, el papa Francisco recordó que el clericalismo está afectando gravemente a la Iglesia, impidiendo el acompañamiento y escucha que se necesita, por ello se invita a construir estructuras que sean cercanas, empáticas y que sobre todo estén enfocadas a buscar la santidad. Monseñor Mejía Giraldo aseguró que se hizo especial énfasis en el tema de la cultura del encuentro que invita a ir hacia los jóvenes sin distinción de ningún tipo e implicándolos en la renovación de la sociedad y de la misma Iglesia. Así también, comentó que el tema de la cultura digital fue reiterativo en las reflexiones. En este punto, la invitación fue a no cerrar los ojos frente a esta realidad, entrar con más fuerza, ver lo positivo que tiene, advertir sobre los peligros que trae y aprovechar todas sus ventajas. Finalmente, aseguró que es importante comprender el documento y entender el espíritu con el que se trabajó, por ello a nivel diocesano se debe aterrizar con una actitud de escucha y pensando en la respuesta que se debe dar a la evangelización y a los jóvenes. Monseñor Mejía Giraldo vivió este evento con agradecimiento, lo califica como una experiencia positiva y asegura que se vivió una “verdadera experiencia sinodal”. Brinda a los jóvenes y a todos los creyentes un mensaje de esperanza, comunión, acompañamiento, discernimiento e unidad para que todos se sientan implicados. Colombia estuvo representada por monseñor José Roberto Ospina Leongómez, Obispo de Buga y presidente de la Comisión Episcopal de Estado Laical, monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo, obispo de Florencia y miembro de la Comisión Episcopal de Estado Laical; y monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, Obispo de Ocaña y presidente de la Comisión Episcopal de Ministerios Ordenados, El Sínodo se desarrolló del 3 al 28 de octubre y contó la presencia de 267 padres sinodales.

Jue 1 Nov 2018

Una traducción no oficial del documento final del Sínodo circula en redes

En las últimas horas ha circulado en redes sociales una traducción al español del documento final del Sínodo de los Jóvenes que no es oficial. La denuncia la hicieron los organizadores del Sínodo de los Obispos desde su cuenta de Facebook. “La traducción del Documento Final en español que está dando vueltas en Internet es falsa”, indicaron este 31 de octubre. El Documento Final fue aprobado los padres sinodales el sábado 27 y hasta el momento solo se ha publicado en italiano. Varios usuarios consultaron a ACI Prensa sobre la autenticidad de la traducción que se ha difundido como un archivo de Google Drive, una plataforma de almacenamiento pública. Hasta el cierre de esta edición el Vaticano no ha anunciado cuándo se publicará la traducción oficial que debería ser divulgada a través de los canales verificados de la Santa Sede. Fuente: ACIPrensa

Lun 29 Oct 2018

Sínodo Jóvenes: es esto lo que dice el Documento Final

Tres partes, doce capítulos, ciento sesenta y siete parágrafos y 60 páginas: así se presenta el Documento final de la XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre el tema “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El texto fue aprobado por los dos tercios del Aula, la tarde del 27 de octubre. El Documento ha sido entregado en las manos del Papa, que luego, ha autorizado su publicación Es el episodio de los discípulos de Emaús, narrado por el evangelista Lucas, el hilo conductor delDocumento Final del Sínodo de los Jóvenes. Leído en el Aula en voces alternas por el Relator General, Card. Sérgio da Rocha, los Secretarios Especiales, Padre Giacomo Costa y Don Rossano Sala, junto con Mons. Bruno Forte, miembro de la Comisión para la Redacción del texto, el Documento es complementario al Instrumentum laboris del Sínodo, del que retoma la división en tres partes. Acogido con aplausos, el texto -dijo el Cardenal da Rocha- es “el resultado de un verdadero trabajo de equipo” de los Padres sinodales, junto con los demás participantes en el Sínodo y “en modo particular con los jóvenes”. El Documento contiene, pues, los 364modos, es decir, las enmiendas, que se han presentado. “La mayoría de ellos -añadió el Relator General- fueron precisos y constructivos”. “Caminaba con ellos” En primer lugar, pues, elDocumento final del Sínodoexamina el contexto en el que viven los jóvenes, destacando sus puntos de fuerza y sus desafíos. Todo comienza con una escucha empática que, con humildad, paciencia y disponibilidad, permita dialogar verdaderamente con la juventud, evitando “respuestas pre confeccionadas y recetas ya preparadas”. Los jóvenes, intactos, quieren ser “escuchados, reconocidos, acompañados” y desean que su voz sea “considerada interesante y útil en el campo social y eclesial”. La Iglesia no siempre ha tenido esta actitud, reconoce el Sínodo: a menudo los sacerdotes y los obispos, sobrecargados por muchos compromisos, tienen dificultad para encontrar tiempo para el servicio de la escucha. De ahí la necesidad de preparar adecuadamente a los laicos, hombres y mujeres, que sean capaces de acompañar a las jóvenes generaciones. Además, ante fenómenos como la globalización y la secularización, los chicos se encaminan hacia un redescubrimiento de Dios y de la espiritualidad, y esto debe ser un estímulo para que la Iglesia recupere la importancia del dinamismo de la fe. La escuela y la parroquia Otra respuesta de la Iglesia a las interpelaciones de los jóvenes proviene del sector educativo: las escuelas, universidades, colegios, oratorios, permiten una formación integral de los chicos, ofreciendo al mismo tiempo un testimonio evangélico de promoción humana. En un mundo donde todo está conectado - familia, trabajo, tecnología, defensa del embrión y del migrante - los obispos definen como irremplazable el papel que desarrollan las escuelas y universidades, en donde los jóvenes transcurren mucho tiempo. En particular, las instituciones educativas católicas están llamadas a afrontar la relación entre la fe y las exigencias del mundo contemporáneo, las diferentes perspectivas antropológicas, los desafíos científicos y técnicos, los cambios en las costumbres sociales y el compromiso por la justicia. La parroquia también tiene su papel: “Iglesia en el territorio”, necesita volver a pensar su vocación misionera, porque a menudo es poco significativa y poco dinámica, especialmente en el ámbito de la catequesis. Los migrantes, paradigma de nuestro tiempo El Documento sinodal se detiene luego en el tema de los migrantes, “el paradigma de nuestro tiempo” como fenómeno estructural y no como emergencia transitoria. Muchos migrantes son jóvenes o menores no acompañados que huyen de la guerra, violencias, persecuciones políticas o religiosas, desastres naturales, pobreza, y terminan siendo víctimas del tráfico, de las drogas, abusos psicológicos y físicos. La preocupación de la Iglesia es sobre todo por ellos -dice el Sínodo- en la perspectiva de una auténtica promoción humana que pase a través de la acogida de los refugiados y prófugos, y sea punto de referencia para los muchos jóvenes separados de sus familias de origen. Pero no sólo: los migrantes -recuerda el Documento- son también una oportunidad de enriquecimiento para las comunidades y sociedades a las que llegan y que pueden ser revitalizadas por ellos. Resuenan pues, los verbos sinodales “acoger, proteger, promover, integrar”, indicados por el Papa Francisco para una cultura que supere la desconfianza y los miedos. Los obispos piden también un compromiso mayor en el garantizar a quien no querría migrar, el derecho efectivo de permanecer en su propio país. La atención del Sínodo se dirige también a las Iglesias que son amenazadas, en su existencia, por las migraciones forzadas y las persecuciones sufridas por los fieles. Compromiso firme contra todo tipo de abuso. Luz en la verdad y pedido de perdón Luego hay una amplia reflexión sobre los “diferentes tipos de abusos” (de poder, económicos, de conciencia, sexuales) cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos: en las víctimas –se lee en el texto- causan un sufrimiento que “puede durar toda la vida y que ningún arrepentimiento puede remediar”. De ahí el llamamiento del Sínodo a “un firme compromiso a la adopción de rigurosas medidas de prevención que eviten su repetición, a comenzar de la selección y la formación de aquellos a quienes se les confiarán tareas de responsabilidad y educación”. Por lo tanto, será necesario erradicar aquellas formas -como la corrupción o el clericalismo- en las que se injertan estos tipos de abusos, contrarrestando también la falta de responsabilidad y transparencia con la que se han gestionado muchos casos. Al mismo tiempo, el Sínodo expresa su gratitud a todos aquellos que “tienen el valor de denunciar inmediatamente el mal”, porque ayudan a la Iglesia “a tomar conciencia de lo que ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión”. “La misericordia, de hecho, exige justicia”. No deben olvidarse, sin embargo, los numerosos laicos, sacerdotes, consagrados y obispos que se dedican cada día, con honestidad, al servicio de los jóvenes, quienes pueden ofrecer realmente “una ayuda preciosa” para una “reforma de envergadura histórica” en este ámbito. La familia “Iglesia doméstica” Otros temas presentes en el Documento tienen que ver con la familia, principal punto de referencia para los jóvenes, primera comunidad de fe, “Iglesia doméstica”: el Sínodo recuerda, en particular, el papel de los abuelos en la educación religiosa y en la transmisión de la fe, y advierte sobre el debilitamiento de la figura paterna y de los adultos que asumen estilos de vida “juveniles”. Además de la familia, para los jóvenes cuenta mucho la amistad con sus coetáneos porque les permite compartir su fe y ayudarse mutuamente en su testimonio. Promoción de la justicia “contra la cultura del descarte” El Sínodo se detiene seguidamente, en algunas formas de vulnerabilidad de los jóvenes en diversos ámbitos: en el trabajo, donde la desocupación juvenil empobrece a las jóvenes generaciones, socavando su capacidad de soñar; las persecuciones hasta la muerte; la exclusión social por razones religiosas, étnicas o económicas; la discapacidad. Frente a esta “cultura del descarte”, la Iglesia debe hacer un llamamiento a la conversión y a la solidaridad, convirtiéndose en una alternativa concreta a las situaciones de malestar. En el lado opuesto, no faltan en cambio los ámbitos en los que el compromiso de los jóvenes se expresa con originalidad y especificidad: por ejemplo, el voluntariado, la atención a los temas ecológicos, el empeño en política para la construcción del bien común, la promoción de la justicia, para lo cual los jóvenes piden a la Iglesia “un compromiso firme y coherente”. Arte, música y deporte, “recursos pastorales” También el mundo del deporte y de la música ofrece a los jóvenes la posibilidad de expresarse lo mejor posible: en el primer caso, la Iglesia les invita a no subestimar las potencialidades educativas, formativas e inclusivas, de la actividad deportiva; en el caso de la música, en cambio, el Sínodo se centra en su ser “un recurso pastoral” que interpela también a una renovación litúrgica, porque los jóvenes tienen el deseo de una “liturgia viva”, auténtica y alegre, un momento de encuentro con Dios y con la comunidad. Los jóvenes aprecian las celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y el compromiso comunitario hablen realmente de Dios”: por tanto, se les debe ayudar a descubrir el valor de la adoración eucarística y a comprender que “la liturgia puramente expresión de sí misma, sino una acción de Cristo y de la Iglesia”. Las jóvenes generaciones, además, quieren ser protagonistas de la vida eclesial, aprovechando sus propios talentos, asumiéndose responsabilidades. Sujetos activos de la acción pastoral, ellos son el presente de la Iglesia, deben ser animados a participar en la vida eclesial, y no obstaculizados con autoritarismo. En una Iglesia capaz de dialogar de una manera menos paternalista y más directa, de hecho, los jóvenes saben ser muy activos en la evangelización de sus semejantes, ejerciendo un verdadero apostolado que debe ser apoyado e integrado en la vida de las comunidades. “Se abrieron los ojos” Dios habla a la Iglesia y al mundo a través de los jóvenes, que son uno de los “lugares teológicos” en los que el Señor se hace presente. Portadora de una sana inquietud que la hace dinámica – se lee en la segunda parte del Documento - la juventud puede estar “más adelantada que los pastores” y por eso debe ser acogida, respetada, acompañada. Gracias a ella, de hecho, la Iglesia puede renovarse, sacudiéndose de encima “la pesadez y lentitudes”. De ahí el llamado del Sínodo al modelo de “Jesús joven entre los jóvenes” y al testimonio de los santos, entre los cuales hay muchos jóvenes, profetas de cambio. Misión y vocación Otra “brújula segura” para la juventud es la misión, don de sí mismo que conduce a una felicidad auténtica y duradera: Jesús, en efecto, no quita la libertad, sino que la libera, porque la verdadera libertad es posible sólo en relación con la verdad y la caridad. Estrechamente ligado al concepto de misión, está el de vocación: cada vida es una vocación en relación con Dios, no es fruto de la casualidad o un bien privado que se gestiona por sí mismo -afirma el Sínodo- y toda vocación bautismal es una llamada a la santidad para todos. Por eso, cada persona debe vivir su propia vocación específica en cada ámbito: profesión, familia, vida consagrada, ministerio ordenado y diaconado permanente, que representa un “recurso” que debe ser desarrollado plenamente aún. El acompañamiento Acompañar es una misión que la Iglesia debe llevar a cabo a nivel personal y de grupo: en un mundo “caracterizado por un pluralismo cada vez más evidente y una disponibilidad de opciones cada vez más amplia”, buscar junto con los jóvenes un recorrido específico para hacer elecciones definitivas es un servicio necesario. Destinatarios son todos los jóvenes: seminaristas, sacerdotes o religiosos en formación, novios y jóvenes esposos. La comunidad eclesial es lugar de relaciones y ámbito en el cual, en la celebración eucarística, uno es tocado, instruido y sanado por el mismo Jesús. El Documento Final destaca la importancia del sacramento de la Reconciliación en la vida de fe y anima a los padres, enseñantes, animadores, sacerdotes y educadores a ayudar a los jóvenes, a través de la Doctrina Social de la Iglesia, a asumir responsabilidades en el campo profesional y socio-político. El desafío en sociedades cada vez más interculturales y multirreligiosas es indicar en la relación con la diversidad, una ocasión de enriquecimiento mutuo y comunión fraterna. No a moralismos y falsas indulgencias, sí a la corrección fraterna El Sínodo promueve, por tanto, un acompañamiento integral centrado en la oración y en el trabajo interior que valora también la aportación de la psicología y de la psicoterapia, en cuando están abiertas a la trascendencia. “El celibato por el Reino” – se exhorta – debe ser entendido como “un don que debe ser reconocido y verificado en la libertad, la alegría, la gratuidad y la humildad”, antes de la elección final. Se busque acompañantes de calidad: personas equilibradas, de escucha, fe y oración, que se han medido con sus propias debilidades y fragilidades y que, por ello sean acogedoras “sin moralismos ni falsas indulgencias”, sabiendo corregir fraternalmente, lejos de actitudes posesivas y manipuladoras. “Este profundo respeto – se lee en el texto – será la mejor garantía contra los riesgos de plagio y abusos de cualquier tipo”. El arte del discernimiento “La Iglesia es el ambiente para discernir y la conciencia – escriben los Padres sinodales – es el lugar donde se capta el fruto del encuentro y de la comunión con Cristo”: el discernimiento, a través de “una confrontación regular con un guía espiritual”, se presenta, por tanto, como un trabajo sincero de conciencia, “sólo puede entenderse como una auténtica forma de oración” y “requiere el valor de comprometerse en la lucha espiritual”. La prueba de las decisiones tomadas es la vida fraterna y el servicio a los pobres. De hecho, los jóvenes son sensibles a la dimensión de la diaconía. “Se fueron sin demora” María Magdalena, primera discípula misionera, sanada de sus heridas, testigo de la Resurrección, es el icono de una Iglesia joven. Los esfuerzos y la fragilidad de los jóvenes “nos ayudan a ser mejores, sus preguntas – se lee – nos desafían, las críticas son necesarias porque muchas veces a través de ellas la voz del Señor nos pide conversión y renovación”. Todos los jóvenes, incluso aquellos con diferentes visiones de vida, sin excepción, están en el corazón de Dios. Los Padres subrayan el dinamismo constitutivo de la sinodalidad, es decir, caminar juntos: el final de la Asamblea y el documento final son sólo una etapa, porque las condiciones concretas y las necesidades urgentes son diferentes entre países y continentes. De ahí la invitación a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a continuar el proceso de discernimiento con el fin de desarrollar soluciones pastorales específicas. Sinodalidad, estilo misionero “La sinodalidad” es un estilo de misión que nos anima a pasar del yo al nosotros y a considerar la multiplicidad de rostros, sensibilidades, proveniencias y culturas. En este horizonte hay que valorar los carismas que el Espíritu dona a todos, evitando el clericalismo que excluye a muchos de los procesos de toma de decisiones y la clericalización de los laicos que frena el impulso misionero. La autoridad – es la esperanza – se vive en una perspectiva de servicio. Sinodal también sea el enfoque del diálogo interreligioso y ecuménico, orientado al conocimiento mutuo y a la ruptura de prejuicios y estereotipos, así como a la renovación de la vida comunitaria y parroquial para acortar la distancia entre los jóvenes-Iglesia y muestre la íntima conexión entre la fe y la experiencia concreta de vida, debe ser también sinodal. Se formalizó la petición reiterada en el Aula de establecer, a nivel de las Conferencias Episcopales, un “Directorio de pastoral juvenil en clave vocacional” que pueda ayudar a los responsables diocesanos y a los agentes locales a cualificar su formación y su acción “con y para los jóvenes”, ayudando a superar una cierta fragmentación de la pastoral de la Iglesia. Reafirmada la importancia de la JMJ, así como la de los centros juveniles y de los oratorios que, sin embargo, deben ser replanteados. El desafío digital Hay algunos desafíos urgentes que la Iglesia está llamada a asumir. El Documento Final del Sínodo trata de la misión en el entorno digital: parte integrante de la realidad cotidiana de los jóvenes, una “plaza” donde pasan mucho tiempo y donde se encuentran fácilmente, un lugar esencial para llegar e involucrar a los jóvenes en las actividades pastorales, la web presenta luces y sombras. Si, por un lado, permite el acceso a la información, activa la participación sociopolítica y la ciudadanía activa, por otro, presenta un lado oscuro – el llamadodark web– en el que se encuentran la soledad, la manipulación, la explotación, la violencia, elcyberbulismoy la pornografía. De ahí la invitación del Sínodo a habitar en el mundo digital, promoviendo las potencialidades comunicativas con vistas al anuncio cristiano, y a “impregnar” de Evangelio sus culturas y dinámicas. Se espera que se creen Oficinas y organismos de cultura y evangelización digital que, además de “fomentar el intercambio y la difusión de buenas prácticas, puedan gestionar sistemas de certificación de los sitios católicos, para contrarrestar la difusión de noticias falsas sobre la Iglesia”, emblema de una cultura que “ha perdido su sentido de la verdad”, fomentando la promoción de “políticas y herramientas para la protección de los menores en la red”. Reconocer y valorar a la mujer en la sociedad y en la Iglesia El documento evidencia también la necesidad de un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, porque su ausencia empobrece el debate y el camino eclesial: hay una urgente necesidad de cambio por parte de todos – se lee – incluso a partir de una reflexión sobre la reciprocidad entre los sexos. Se espera que “haya una presencia femenina en los organismos eclesiales a todos los niveles, incluso en las funciones de responsabilidad” y que “haya una participación femenina en los procesos de toma de decisiones eclesiales con respecto al papel del ministerio ordenado”. “Es un deber de justicia” – afirma el documento – que encuentra su inspiración en Jesús y en la Biblia. Cuerpo, sexualidad y afectividad El Documento se detiene sobre el tema del cuerpo, de la afectividad, de la sexualidad: ante los avances científicos que plantean cuestiones éticas, fenómenos como la pornografía digital, el turismo sexual, la promiscuidad, el exhibicionismo en línea, el Sínodo recuerda a las familias y a las comunidades cristianas la importancia de hacer descubrir a los jóvenes que la sexualidad es un don. A menudo la moral sexual de la Iglesia se percibe como “un espacio de juicio y condena”, mientras que los jóvenes buscan “una palabra clara, humana y empática” y “expresan un deseo explícito de confrontación sobre cuestiones relacionadas con la diferencia entre la identidad masculina y la femenina, la reciprocidad entre hombres y mujeres, la homosexualidad”. Los Obispos reconocen el esfuerzo de la Iglesia por transmitir en el contexto cultural actual “la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad”: es urgente buscar “caminos más apropiados, que se traduzcan concretamente en la elaboración de caminos formativos renovados”. “Es necesario proponer a los jóvenes una antropología de afectividad y sexualidad capaz de dar el justo valor a la castidad” para el crecimiento de la persona, “en todos los estados de vida”. En este sentido, es necesario prestar atención a la formación de agentes pastorales creíbles y maduros desde el punto de vista afectivo-sexual. El Sínodo constata también la existencia de “cuestiones relativas al cuerpo, a la afectividad y a la sexualidad que requieren una elaboración antropológica, teológica y pastoral más profunda, que debe llevarse a cabo de la manera más adecuada y en los niveles más adecuados, desde lo local hasta lo universal”. Entre ellas surgen las relacionadas con la diferencia y la armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales. “Dios ama a cada persona y también a la Iglesia al renovar su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales”. Igualmente – continúa el Documento – el Sínodo “reafirma la importancia antropológica decisiva de la diferencia y de la reciprocidad entre hombre-mujer y considera reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual”. Al mismo tiempo se recomienda “fomentar” los “caminos de acompañamiento en la fe, ya existentes en muchas comunidades cristianas”, de “personas homosexuales”. En estos caminos las personas son ayudadas a leer su propia historia; a adherirse libre y responsablemente a su propia llamada bautismal; a reconocer el deseo de pertenecer y contribuir a la vida de la comunidad; a discernir las mejores formas de alcanzarla. De esta manera ayudamos a cada joven, sin excluir a nadie, a integrar cada vez más la dimensión sexual en su personalidad, creciendo en la calidad de las relaciones y caminando hacia “el don de sí”. Acompañamiento vocacional Entre los otros desafíos señalados por el Sínodo está también el económico: la invitación de los Padres es a invertir tiempo y recursos en los jóvenes con la propuesta de ofrecerles un período destinado a la maduración de la vida cristiana adulta que “debe permitir un alejamiento prolongado de los ambientes y de las relaciones habituales”. Además, mientras esperamos un acompañamiento antes y después del matrimonio, se alienta la creación de equipos educativos, incluyendo figuras femeninas y matrimonios cristianos, para la formación de seminaristas y personas consagradas, también con el fin de superar las tendencias al clericalismo. Se requiere una atención especial en la acogida de los candidatos al sacerdocio, que a veces tiene lugar “sin un conocimiento adecuado y una relectura profunda de su historia”: “la inestabilidad relacional y afectiva, y la falta de raíces eclesiales son signos peligrosos. Descuidar las normas eclesiales a este respecto – escriben los Padres sinodales – constituye un comportamiento irresponsable, que puede tener consecuencias muy graves para la comunidad cristiana”. Llamados a la santidad “Las diversidades vocacionales – concluye el Documento Final del Sínodo de los Jóvenes – están reunidas en la única y universal llamada a la santidad. Lamentablemente, el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia, más que animado por la santidad de sus miembros”, por eso la Iglesia está llamada a “un cambio de perspectiva”: a través de la santidad de tantos jóvenes dispuestos a renunciar a la vida en medio de la persecución para permanecer fieles al Evangelio, puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico. El regalo del Papa a los participantes del Sínodo Finalmente, como recuerdo del Sínodo de los Jóvenes, el Santo Padre ha regalado a todos los participantes una baldosa de bronce en bajorrelieve que representa a Jesús y al joven discípulo amado. Se trata de una obra del artista italiano Gino Giannetti, acuñada por el Estado de la Ciudad del Vaticano, emitida en sólo 460 ejemplares. Fuente: Vatican News

Lun 8 Oct 2018

La Iglesia abre sus puertas y oídos a los jóvenes del mundo

Respondiendo a la invitación del Papa Francisco a ser una Iglesia “que escucha y en camino (…) que se deja interpelar, sin prejuicios ni estereotipos y que logra superar con decisión la plaga del clericalismo”, los 267 obispos provenientes de todas partes del mundo, junto a los jóvenes participantes, avanzan en la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicado al tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. “El encuentro entre generaciones puede ser extremadamente fructífero para generar esperanza”, ha expresado el Papa al tiempo que agradeció a los jóvenes “el haber apostado a favor de que merece la pena sentirse parte de la Iglesia, o entrar en diálogo con ella; vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como casa, como familia y que, a pesar de las debilidades humanas y las dificultades, es capaz de brillar y trasmitir el mensaje imperecedero de Cristo”. En este sentido insistió en que también “vale la pena que nos pongamos en actitud de escucha los unos de los otros; vale la pena nadar contra corriente y vincularse a los valores más grandes: la familia, la fidelidad, el amor, la fe, el sacrificio, el servicio, la vida eterna”. Al iniciar la 3° Sesión de los Círculos Menores este 8 de octubre, Monseñor Heriberto Andrés Bodeant Fernández, obispo de Melo - Uruguay, desatacó “la inquietud de los jóvenes por el cómo hacer para llevar una vida en coherencia con el Evangelio; es decir, cómo vivir en mundo que presenta otros valores, otras propuestas, y vivir de acuerdo a la fe que se profesa de una forma realmente comprometida, no la fe como un espacio, ni como un accesorio, sino como algo que verdaderamente impregne la vida y se manifieste en todas sus dimensiones”. En este Sínodo que finaliza el 28 de octubre participan: 51 cardenales (incluyendo dos patriarcas y tres arzobispos principales); seis patriarcas; un arzobispo mayor; 45 arzobispos; 102 obispos residenciales; 37 auxiliares; 6 vicarios apostólicos y un obispo prelado; 10 religiosos que representan la Unión de Superiores Generales y 10 miembros no honrados de la orden episcopal entre diocesanos y religiosos; 23 expertos seleccionados con base en sus competencias y 49 auditores, entre los cuales 34 son jóvenes de los cinco continentes con edades entre 18 y 29 años. Continúa el #synod2018 en la Santa Sede, los representantes nacionales que participan destacan la universalidad que se presenta, las reflexiones que se realizan e invitan orar por los resultados de este encuentro. pic.twitter.com/LvhESN3P0c — Episcopado Colombia (@episcopadocol) 8 de octubre de 2018

Lun 8 Oct 2018

El Papa a los Jóvenes: “La Iglesia sale con las nuevas generaciones”

“La Iglesia, no sale hacia las nuevas generaciones, sino que sale con las nuevas generaciones, y el Sínodo es fruto de un trabajo en el que vosotros han sido y son protagonistas”, lo dijo el Papa Francisco en el Encuentro con los Jóvenes y los Padres Sinodales con ocasión de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicado al tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, la tarde de este sábado 6 de octubre de 2018. “Nosotros para. Únicos, solidarios y creativos” El Evento organizado y promovido por la Secretaria General del Sínodo de los Obispos y la Congregación para la Educación Católica, bajo el lema “Nosotros para. Únicos, solidarios y creativos”, congregó a centeneras de jóvenes de diversos continentes en el Aula Pablo VI del Vaticano, quienes en medio de cantos y danzas presentaron diversos testimonios que hablan de las dificultades que atraviesan los jóvenes de nuestro tiempo, sus fragilidades y esperanzas, lo difícil que es encontrase a uno mismo y afirmar su identidad. Después de presentar estas experiencias de diversas realidades del mundo juvenil, los jóvenes presentaron una serie de preguntas al Santo Padre y a los Padres Sinodales. El don precioso de la juventud El Papa Francisco agradeció de manera espontánea por haber compartido sus testimonios y aseguró, con respecto a las preguntas de los jóvenes, que "las respuestas se las darán los padres sinodales"; ya que "si yo respondiera anularía el Sínodo"- dijo Francisco- añadiendo que las respuestas "deben venir de parte de todos, de nuestra reflexión, de nuestra discusión, y sobre todo deben ser respuestas hechas sin miedo". “Me impresionan sus historias personales – señaló el Pontífice - llenas de pasión y de dolor, animadas por los deseos, estimuladas por las aspiraciones, marcadas por las caídas, pero también por el deseo de levantarse, para afrontar de manera positiva los desafíos de la vida y correr a los destinos más bellos”. Otra vida es posible Justamente, afirmó el Vicario de Cristo, ustedes piden a la Iglesia que conozca mejor el mundo de los jóvenes, para poder interpretar mejor sus necesidades y promover iniciativas eficaces en su favor. Los Padres Sinodales partirán ciertamente de vuestras aportaciones, que durante la fase de preparación del Sínodo y también hoy han dado con claridad y puntualidad. “Han descrito bien, y experimentado en vuestra piel – puntualizó el Pontífice – las ilusiones del hombre contemporáneo, que cree que puede dominar el mundo y a veces no se da cuenta de que a su vez está dominado por ídolos – dinero, poder, placer.... – y por esto siembra injusticias y corrupción. Pero lo más conmovedor de sus historias es el descubrimiento de que otra vida es posible: Jesús no nos deja solos en nuestra aventura, especialmente en los momentos que nos ponen a prueba”. Jóvenes, presente del mundo y de la Iglesia Estoy seguro de que, a través de vosotros, agregó el Papa Francisco, la Iglesia se encuentra con el mundo de hoy. No sólo son el futuro de la Iglesia, sino también su presente. Y no queremos posponer su participación al futuro, pidiéndoles que esperen su turno. “La Iglesia en salida – precisó el Papa – necesita un dinamismo misionero que sobre todo los jóvenes puedan aportar. Necesita personas que, animadas por la fe, sepan comprometer su vida en la evangelización en un mundo marcado por las transformaciones sociales, culturales, tecnológicas, en un mundo que se ha vuelto más pequeño a causa de la globalización, y más interconectado por el desarrollo de la comunicación”. Protagonistas del cambio Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco señaló que, con sus preguntas los jóvenes expresan su deseo de ser protagonistas del cambio y de participar plenamente en la misión de la Iglesia. “Y la primera manera de ser protagonistas y de participar es precisamente ésta – agregó el Pontífice – hacer preguntas, porque provienen de esa actitud de investigación propia de las nuevas generaciones. Una investigación que no quiere detenerse en la teoría, sino llegar a la práctica, a las opciones de vida, a los comportamientos. En cierto modo, las preguntas son más importantes que las respuestas – o al menos tan importantes – porque nunca tendremos buenas respuestas si no hacemos buenas preguntas”. Vía: Vatican News

Jue 4 Oct 2018

La lglesia y los jóvenes: un intercambio donde ambos se benefician

“El Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, sobre todo entre los que participan en él. Y el primer resultado de este diálogo es que cada uno se abre a lo nuevo, a cambiar de opinión gracias a lo que ha escuchado de los demás”, añadió Francisco subrayando que sentirnos libres para acoger y comprender a los demás, y así cambiar nuestras creencias y posiciones; “es un signo de gran madurez humana y espiritual”. Además, dijo que “Vale la pena sentirse parte de la Iglesia o entrar en diálogo con ella; vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como hogar, como familia, que a pesar de las debilidades y dificultades humanas, es capaz de resplandecer y transmitir el mensaje eterno de Cristo”. Desde Nicaragua, Mons. Herrera Mons. Carlos Enrique Herrera, obispo de Jinotega, Nicaragua, reflexionó sobre la homilía del Papa en la apertura del sínodo, cuando dijo que los jóvenes "piden y reclaman a la Iglesia una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejen solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión, que necesitan dialogar con la Iglesia". Mons. Herrera dijo que en Nicaragua, ante la violencia que sufren los jóvenes, la Iglesia ha recurrido ante las autoridades para que no los atropellen y los obispos expresan a través de sus homilías, en su trabajo pastoral piden por la dignidad de la persona, la libertad de expresión, además tuvo palabras de aliento para la juventud nicaragüense. ESCUCHAR EL AUDIO Desde Cuba, Mons. Beyra Por su parte el obispo de Santísimo Salvador de Bayamo y Manzanillo, Cuba, Mons. Álvaro Beyra Luarca, al mencionar la homilía del Papa del miércoles cuando dijo que lo que cada obispo escuchó de joven, “les hará bien volverlo repasar en el corazón recordando las palabras del poeta: «Que el hombre mantenga lo que de niño prometió» (F. HÖLDERLIN).” Mons. Beyra Luarca, dijo que en este sínodo el primer joven es el Papa, porque ser joven es ver al futuro, y él mira siempre al futuro. Además, el prelado expresó la emoción que por primera vez, va a la JMJ de Panamá una delegación de 400 chicos cubanos. ESCUCHAR EL AUDIO Fuente: Vatican News