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covid

Dom 15 Nov 2020

“Velar por el bien común”: Monseñor Mancera a obispos colombianos

En la reciente reunión virtual de los obispos colombianos para discernir sobre la realidad en tiempos de pandemia y el impacto de ésta en la vida social, política, económica y religiosa de los colombianos, uno de los ponentes invitados fue monseñor Jaime Alberto Mancera Casas, quien hizo una remembranza de las conclusiones y los compromisos que dejó la CX Asamblea Plenaria del Episcopado, realizada en el mes de febrero de este año. En su intervención, monseñor Mancera hizo énfasis en acciones específicas de trabajo pastoral, con el fin de examinarlas a la luz de evangelio y ver la manera cómo han ido evolucionado e interpelando el quehacer evangelizador, con un futuro a mediano y largo plazo. “Han pasado ya los primeros ocho meses de esta pandemia, ya hemos vivido el comienzo de una reactivación económica y hemos empezado a vivir en el temor de una segunda ola de contagios fuertes que vuelve a sembrar en nosotros un ambiente de incertidumbre y de muchos interrogantes”, precisó monseñor Mancera. La pastoral, la necesidad de promover y fortalecer la espiritualidad de los fieles y en general de la población colombiana para hacer frente a las consecuencias que ha dejado la pandemia del Covid-19 en el país, fue uno de los primeros temas de abordaje. Ante esto, la Iglesia en Colombia “reconoce el cansancio emocional que esta situación ha dejado en todos, pues no ha sido sencillo cargar con la incertidumbre de todas las decisiones que se deben tomar, la depresión a causa del coronavirus, los nuevos brotes de la enfermedad y el dolor por los seres queridos enfermos y fallecidos”. Monseñor hizo referencia a la angustia y el dolor de quiénes han perdido sus trabajos, de quienes han tenido que cerrar sus negocios sin poder tener lo necesario para asegurar el alimento. Asimismo, llamó la atención sobre los denominados “usureros o prestamistas – gota a gota”, que se aprovechan de la necesidad del otro llegando a convertir estos “favores” en hechos de violencia. “Es un llamado especial a la convivencia social y a vivir en comunión fraterna. Como nos lo enseña el Papa Francisco, a compartir lo poco que tenemos con los demás, a velar por el bien común”, aseveró monseñor Mancera. Durante su intervención también hizo mención de otras problemáticas como el aumento de la violencia intrafamiliar, los asesinatos de líderes y lideresas sociales a causa del control territorial y el reclamo de iniciativas por el respeto de los derechos humanos. La falta de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, entre otras más que afectan seriamente la superación de las comunidades. Destacó cómo durante este tiempo de pandemia la Conferencia Episcopal de Colombia, a través de la pastoral social y gracias a un trabajo articulado con las jurisdicciones eclesiásticas, ha acompañado de manera permanente y desde acciones como la de los bancos de alimentos, las poblaciones que han padecido con más fuerza el impacto de la crisis sanitaria; y resaltó la continuidad de estrategias con el fin de aumentar las labores de ayudas humanitarias. Ante este panorama, la Iglesia en Colombia se ha comprometido a ejercer una espiritualidad más central y desde el corazón, escuchando, reconociendo, despertando y transformando los clamores de la sociedad colombiana, para seguir trabajando desde una articulación diocesana.

Sáb 14 Nov 2020

Obispos reflexionaron sobre los desafíos de la pandemia

La semana finalizó con una reunión virtual de los obispos colombianos, los días 12 y 13 de noviembre, en la que revisaron algunas realidades de la vida eclesial que están bajo la acción de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC). “Sentimos la necesidad de encontrarnos, utilizando los medios virtuales, para poder seguir haciendo lo que nos corresponde: el discernimiento de las realidades que estamos viviendo, para poder proponer los caminos pastorales que necesitamos en este momento preciso de la historia”, expresó monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, obispo electo de Santa Rosa de Osos y secretario general de la CEC. Ese discernimiento evangélico y colegial, al que hace referencia monseñor Álvarez, lo hicieron los obispos desde su realidad de pastores con la intención de abrir horizontes a la acción evangelizadora en el contexto de la pandemia y de la vida social, política, económica y religiosa del país. “Además, necesitamos proyectar algunas etapas que vienen para la CEC, especialmente la asamblea que tendremos pronto, si Dios quiere, de manera presencial, pero sabiendo que necesitamos todavía saber cómo evoluciona el panorama sanitario”, expuso el prelado. Los obispos colombianos coincidieron en la necesidad de reforzar, en este tiempo de pandemia, la acción pastoral de la Iglesia, enfatizando en las pastorales familiar, de medios de comunicación y educativa, entre otras, así como seguir atendiendo el acompañamiento caritativo en las comunidades, especialmente en las más pobres. Sin duda alguna, este tipo de encuentros anima a nuestros pastores a seguir caminando juntos, aprendiendo juntos y sirviendo juntos. “… Dios nos ha prometido que donde nos reunamos en su nombre, él está con nosotros y nos enseña a vivir la unidad para seguir evangelizando y buscando que el reino de Dios sea realidad en este momento”, concluyó el secretario general de la CEC.

Mar 27 Oct 2020

Llamado a la responsabilidad personal y comunitaria: Obispos de la Amazonía

Los obispos del Caquetá y Putumayo, preocupados por el incremento de contagio del Covid-19 en estas zonas del país, a través de un comunicado hicieron un llamado a la comunidad para que ejerzan la responsabilidad personal y comunitaria. “Frente a la situación que vivimos, hacemos un llamado a la comunidad para mantener el autocuidado y la responsabilidad de cuidar al prójimo, al uso responsable y permanente del tapabocas, evitando las aglomeraciones y siendo protectores de nuestra propia vida y la de nuestros hermanos”, expusieron. Igualmente, hicieron evidente factores que pueden estar generando este aumento de los contagiados, tales como la poca toma de muestras, la demora en la entrega de resultados y los casos que no son reportados por las personas. Frente a este panorama los prelados animaron a las autoridades a ejercer un mayor control en las medidas de bioseguridad. “Invitamos a los gobiernos departamentales y locales a intensificar los controles y medidas de contención de aglomeraciones y el cumplimiento de las normas de bioseguridad, a trabajar sin bajar la guardia en el tamizaje y cerco epidemiológico que permita contener el contagio”, expresaron. En el mensaje suscrito por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo, Arzobispo de Florencia; Mons. Francisco Javier Múnera, Obispo Diócesis de San Vicente del Caguán; Mons. Luis Albeiro Maldonado Monsalve, Obispo Diócesis de Mocoa-Sibundoy; y Mons. Joaquín Humberto Pinzón, Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano, los prelados reiteraron su compromiso con las comunidades y expresaron a las autoridades su compromiso para seguir apoyando cualquier iniciativa que esté encaminada en la protección de las comunidades. Finalmente, impartieron su bendición, pidiendo por el fin de la pandemia, por la salud de los enfermos y la protección de todos los pueblos. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 26 Oct 2020

Ecos del Encuentro Nacional de Pastoral Familiar

“En medio del confinamiento han sido muchos los aspectos a resaltar en el caminar de las familias, uno de ellos, en positivo, ha sido el rescatar el papel de la familia como 'iglesia doméstica'”, así lo destacó monseñor Óscar Urbina Ortega, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), durante el Encuentro Nacional de Delegados y Agentes de Pastoral Familiar, que se celebró de manera virtual para conmemorar el 50 aniversario del departamento de matrimonio y familia de la CEC. “El primer fruto, sin duda, durante el confinamiento, ha sido redescubrir la misión de la 'célula fundamental de la sociedad y la Iglesia', espacio de creación y crecimiento de las relaciones interpersonales, refugio y protección ante las adversidades. Pero, aparecieron también los vacíos que existen en ese papel propio de la familia. La violencia intrafamiliar, la incapacidad para superar demandas individuales y comunitarias, también se manifestaron”, expresó. Durante su intervención, advirtió que es en el hogar donde se empieza la transmisión de la fe y se aprende el abecedario del amor, la fraternidad, el perdón, la preocupación efectiva por los pobres y necesitados. “Las familias tienen necesidad de la Iglesia y son necesarias para que ella esté presente en el centro de la vida y en los diversos ambientes existenciales”. También enfatizó cómo en este tiempo la pobreza, que ya existía en el país, se está viendo aumentada por cuenta de la emergencia sanitaria, donde el cierre de actividades productivas ha dejado en evidencia aspectos negativos como el desempleo, la precariedad en las viviendas, la deficiencia en servicios básicos de salud, agua, educación y conectividad para los trabajos tanto de estudiantes como de trabajadores. Si bien destacó que el trabajo realizado por las familias campesinas, indígenas y afrocolombianas dedicadas a las labores agrícolas, ha sido una bendición para que no falte el pan en los hogares, también dijo que “aparecieron las desigualdades y las urgencias por no ser los poseedores de las tierras, y no tener acceso a los mercados”. Además agregó que “muchas familias enfrentan hoy grandes dificultades: los desplazados, los migrantes, los pobres, los desempleados que no pueden llevar una vida digna. Las condiciones económicas y laborales influyen sobre la cohesión y convivencia familiar. La familia sigue siendo el camino normal de la persona como lo ha develado la Pandemia”. El también arzobispo de Villavicencio, se adelantó a decir que después de la pandemia le esperan grandes retos a la Iglesia en materia de ‘pastoral familiar’, entre ellas la de realizar un “reengendramiento” de la familia. “Hemos avanzado en los procesos de preparación al matrimonio, pero es preciso ayudar a las parejas a sanar sus heridas sicológicas, a discernir su misión en un mundo pluricultural que cada día transforma la imagen de familia por la crisis antropológica existente. Que se preparen para vivir el amor conyugal y familiar en lo cotidiano”, afirmó. Finalmente, el prelado agradeció el trabajo de todas las personas que desde su testimonio, talento y profesión le han aportado, a lo largo de estos 50 años, al departamento de matrimonio y familia de la CEC. Monseñor Vicenzo Paglia, invitado internacional Por su parte, monseñor Vicenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida y gran canciller del Pontificio Instituto para la familia Juan Pablo II en Roma, quien intervino virtualmente en el encuentro, dijo que ciertamente el covid-19 ha puesto de relieve, a veces de manera trágica, las fragilidades internas de las familias y las dificultades sociales, pero al mismo tiempo resaltó que las familias han mostrado recursos y potencialidades inimaginables que han permitido a la mayoría de la población superar este grave momento de crisis. “Esto me lleva a decir que, a pesar de todas las crisis por las que estamos pasando, la familia sigue siendo una dimensión decisiva del tejido social. La familia apareció una vez más de manera rotunda como el lugar de cuidado por excelencia, el lugar donde se atiende las necesidades de los demás”, asintió. El prelado dijo que, si bien esta experiencia de la pandemia ha permitido el fortalecimiento en algunos aspectos dentro de la familia, también deja dificultades que se deben enfrentar. “Muchas familias cristianas son hoy un lugar de profunda y verdadera catequesis de testimonios excepcionales para no ceder a la tristeza y la desesperación, pero junto a esta riqueza, sin embargo, no podemos olvidar las muchas dificultades a las que se ven expuestas las familias en un momento tan difícil”. Mencionó aspectos como la crisis económica generada por el Covid-19 y los efectos devastadores en las familias que ya padecen condiciones de pobreza graves; el tema de la violencia doméstica, especialmente contra las mujeres; el aumento de los embarazos entre las mujeres jóvenes; y el abandono de los ancianos. “El covid-19 nos recuerda que, desafortunadamente, nuestras familias pueden ser verdaderos infiernos que no le importan a nadie”. Una teología de la familia es indispensable y urgente Para este obispo, la cultura del ‘hiper individualismo’ que se está viviendo hoy, invita a proponer una fuerte reflexión sobre la familia, su vocación y misión en el mundo contemporáneo que pueden ser guiadas, entre otras, por la exhortación apostólica ‘Amoris laetitia’ (La alegría del amor). “Estamos llamados a emprender nuevas perspectivas teológicas y pastorales, porque desafortunadamente la reflexión que se hace hoy sobre la familia como tal, es débil”. Explicó que desde el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, se está proponiendo elaborar un nuevo plan de estudios donde se pueda rescatar la densidad humana y cristiana de la institución familiar. “Es indispensable iniciar una nueva reflexión teológica si queremos que el trabajo pastoral encuentre un nuevo vigor”. Giro eclesiológico para entender la Iglesia como familia de Dios Explicó que el Papa Francisco, en la exhortación ‘Amoris laetitia’, llama a una profunda renovación de la Iglesia. “Hoy en día las iglesias, todas las iglesias, no pueden llevar a cabo la tarea que Dios les ha asignado en relación con la familia, sin asumir ellas mismas los rasgos de una comunión familiar”. Por lo que insistió que cuando la iglesia habla de familia, en realidad se refiere primero a sí misma, en este sentido, cuando habla de pastoral familiar, significa hacer familiar a toda la iglesia. Afirmó que, si bien las familias tienen la responsabilidad de comunicar al mundo el Evangelio, también ellas requieren de la ayuda y guía de los ministros ordenados. A este respecto dijo que a menudo dentro de la Iglesia se carece de una formación adecuada para hacer frente a los complejos problemas actuales de las familias y pidió que se preste una atención renovada a la formación de los seminaristas. Por último, se refirió a la relación que debe existir entre las familias y las comunidades parroquiales, asintiendo que es importante hacer una reflexión frente al tema. “Hoy, por desgracia, estamos siendo testigos de una brecha a menudo profunda que separa a las familias de la comunidad cristiana” (…) Podríamos decir que las familias no son muy eclesiásticas porque a menudo están encerradas en sí mismas y las comunidades parroquiales no son muy familiares porque a menudo están atrapadas en una burocracia desesperante. Lo que nos llevaría a decir que no se trata de revisar la pastoral familiar, sino de transformar toda la pastoral en una perspectiva familiar”.

Jue 22 Oct 2020

El matrimonio y la familia en clave de comunión de amor

Por: Edgar de Jesús García Gil - La pandemia del covid 19 que estamos sufriendo en todo el mundo ha sacado a flote la riqueza y la belleza de las familias que han podido pasar esta emergencia sanitaria, gracias a la fortaleza de su comunión de amor; pero también ha sacado a flote las debilidades y fracasos de muchos matrimonios y familias, que por no tener la convicción de una fuerte comunión de amor han tenido que separarse o renunciar lamentablemente a su máscara de amor por que nunca fue lo que ellos creyeron vivir con los criterios superficiales de una sociedad de consumo, materialista, hedonista, de usar y botar, como dice Papa Francisco. Iluminemos este hecho con las palabras de la exhortación apostólica post sinodal “La alegría del amor” del papa Francisco: “La Biblia está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares, desde la primera página, donde entra en escena la familia de Adán y Eva con su peso de violencia, pero también con la fuerza de la vida que continúa (cf. Gn 4), hasta la última página donde aparecen las bodas de la Esposa y del Cordero” (cf. Ap 21,2.9). A.L. 8. Leer la historia de la salvación en clave de familia nos permite descubrir una evidente intención de Dios, o también podemos decir, su sueño de salvación, que, siendo Dios Trinidad, es decir, comunión de amor, envía a su Hijo, el Verbo, como primer misionero de la comunión de amor para la humanidad. “Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” Jn. 1,14. Jesús, Dios hecho hombre, sale de su comunión de amor original para hacer su primera misión en medio de su familia humana de Nazaret y mostrarnos con esta evidencia que durante treinta años vivió la experiencia de comunión de amor en la realidad histórica, social y política de su hogar de Nazaret. Cuando observamos la misión de Jesús en medio de su realidad geográfica de Galilea, de Samaría y de Judea descubrimos que todo su ministerio apostólico está enmarcado en medio de dos banquetes nupciales. Las bodas de Caná en Galilea y la última cena en Jerusalén. El evangelista San Juan tiene el cuidado de mostrarnos que la primera manifestación de Jesús como Dios se realizó en las bodas de Caná de Galilea en medio de un banquete nupcial. El vino nuevo de Jesús embriaga el amor de los esposos y hace alegrar el corazón de los invitados. Juan 2, 11 “Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos”. Y al final de su ministerio público, antes de sufrir la muerte y resurrección, Jesús vive con los apóstoles, en la última cena de la tarde del jueves santo otro banquete nupcial. Jesús, el novio, el esposo, se entrega en amor sacrificando a su novia, la esposa, la Iglesia. 1Cor 11, 23 “Porque yo recibí del Señor lo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que será entregado por ustedes; hagan esto en recuerdo mío». 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la beban, háganlo en recuerdo mío»” Tanto en las bodas de Caná como en la última cena Jesús nos enseña que el fundamento de su propuesta de salvación está en vivir a plenitud la comunión de amor que Él vive en el seno de la Trinidad. Y para confirmar lo dicho anteriormente, antes de ascender a los cielos, Jesús reunió a sus apóstoles y discípulos en Galilea y les dijo: Mateo 28, 18 «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.19 Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo». La misión que Jesús les encomendó a todos sus discípulos está marcada evidentemente por la enseñanza y vivencia de la comunión de amor, presente desde el bautismo en nombre de la Trinidad, que a lo largo de nuestras vidas se realiza en la vida del matrimonio, de la familia y de la nueva comunidad, Pueblo de Dios, llamada Iglesia. En medio de las fragilidades que sufren nuestros matrimonios y familias, rescatemos con la verdad de Dios que Jesucristo ha venido a restaurar entre nosotros, la comunión de amor que debemos restaurar, sembrar y enseñar en todas las parejas que le apuntan a vivir en profundidad su amor y su comunión de amor. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira Presidente de la comisión episcopal de matrimonio y familia

Mar 6 Oct 2020

Encuentro Agentes de Pastoral Familiar de América Latina y el Caribe

El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), invita al primer Encuentro Virtual de Agentes de Pastoral Familiar de América Latina y el Caribe, el 10 de octubre, a las 9, hora de Colombia (11 en la Argentina). El encuentro, informa una nota, tiene por objeto "integrar y compartir las experiencias relacionadas con el uso de los medios virtuales en el continente, a fin de facilitar la comprensión y la difusión de las estrategias y metodologías más apropiadas para poner en práctica los procesos de ministerio de la familia en este momento crítico", debido a la pandemia de coronavirus. Cuatro son los ejes temáticos del encuentro virtual: una conferencia titulada "La evangelización y la era digital"; una reflexión sobre las estrategias de la pastoral familiar virtual; una presentación de los resultados de una encuesta realizada sobre la necesidad de la virtualidad; y, por último, una mesa redonda para el intercambio de experiencias y testimonios entre los agentes en el terreno. La actividad se realizará a través de la plataforma Zoom y también se transmitirá en vivo en la página de Facebook y el canal de YouTube del Celam. Cabe recordar que el 2 de octubre finalizó el diplomado en línea de Pastoral Familiar, organizado por el Centro de Pastoral Teológica Bíblica para América Latina y el Caribe (Cebitepal), centro de formación del propio Celam para todos los que trabajan en el campo de la pastoral en América Latina y el Caribe: obispos, sacerdotes, diáconos permanentes, religiosos y laicos y agentes de evangelización en general. El programa, que comenzó el 1 de septiembre, pretendía ofrecer un estudio actualizado de la realidad y los retos de la familia, así como su papel vital y su misión evangelizadora en la vida de la sociedad y de la Iglesia. "En este momento de crisis de nuestra civilización en el ámbito social, económico y sanitario por la pandemia Covid-19 y el distanciamiento que existe en muchos países -dijo el presidente del Celam, monseñor Miguel Cabrejos, el 15 de mayo, Día Internacional de la Familia- se puso de manifiesto que las familias son las que han soportado el peso de la crisis". Por ello, el prelado aseguró a todas las familias la cercanía de la Iglesia: "Me permito entrar en la intimidad de todas las familias de América Latina y el Caribe para abrazaros y deciros que en esta crisis no estáis solos: la Iglesia, que es Madre, os acompaña en vuestra oración y acción solidaria". Le pido -concluyó- que aproveche la oportunidad que ofrece el encierro obligatorio para que la comunicación, el respeto y el afecto crezcan en la vida familiar y para que los padres puedan escuchar a sus hijos, ayudarlos, rezar y jugar con ellos”. Fuente: Agencia católica AICA

Jue 17 Sep 2020

Diócesis de Ocaña, una red de solidaridad

Las jurisdicciones eclesiásticas, siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia, continúan brindado apoyo en estos tiempos de crisis a causa del Covid-19. La Diócesis de Ocaña, por medio de la Pastoral Social, desde hace años viene desarrollando acciones en favor de la dignidad de las personas, siendo la solidaridad, caridad y formación, unos de los pilares más importantes en su accionar. Esta diócesis está compuesta por 18 municipios, ocho de estos se encuentran en el Alto Catatumbo, lo que hace que se vean inmersos en dinámicas de violencia y que requieran un mayor compromiso de la Iglesia católica colombiana. “Antes de la pandemia, realizamos una formación a jóvenes con la estrategia Artesanos de Paz en las instituciones educativas y algunas acciones de formación a las juntas de acción comunal desde varias líneas y aspectos en lo contable, comunicacional y jurídico”, asegura el padre Eduardo Lanciano Jiménez, delegado diocesano de la Pastoral Social de Ocaña. La Pastoral Social también ha trabajado en el acompañamiento a la población rural y campesina, fortaleciendo este sector a través de la formación y granjas ecológicas. Como resultado de esta iniciativa a favor de las economías solidarias, se creó una cooperativa que hoy tiene alrededor de 4.000 asociados. Una de las acciones que se ha fortalecido en medio de la crisis que se vive actualmente, es la atención a la población migrante proveniente de Venezuela que se encuentra en situación de vulnerabilidad, es por ello que, esta jurisdicción eclesiástica les ha brindado acompañamiento espiritual, social y jurídico, donaciones de alimentos, kits de aseo y apoyo en algunos emprendimientos productivos que les ayudan a fortalecer sus capacidades y conocimientos. “Esas actividades se han intensificado un poco más, porque en medio de la pandemia y de la crisis que estamos viviendo, se requiere mucho más acompañamiento y atención. Antes salían a las calles informalmente, vendían alguna cosa, pero el efecto de la pandemia los ha llevado al aislamiento y prácticamente carecen de lo necesario y fundamental para vivir”, asegura el sacerdote. También trabajan con una casa de misericordia, un espacio para la atención a la población desplazada y migrante en donde se les brinda hospedaje, alimentación y cuidados de salud e higiene. Cuentan con un espacio de almacenamiento de alimentos y de ropa para el acompañamiento a las comunidades que más lo necesiten. El objetivo principal es transformar la realidad del otro, no solo con cuidados paliativos, sino acompañando al prójimo en su situación de vulnerabilidad, poder estar a su lado y ser la manifestación de Dios para el que sufre, ya que esta es la esencia de la iglesia, del servir y el Evangelio. “Esto lo desarrollamos desde el llamado de Jesús que nos dice de manera permanente que cuando lo hacemos, lo estamos haciendo con él. De modo que, en el necesitado vemos reflejado el rostro de Jesucristo, el evangelio es vida y el evangelio nos compromete a fijar la mirada en curar las heridas”, afirma el padre Lanciano. Para que todo esto sea posible, la diócesis ha contado con el apoyo internacional de Usaid, la OEA, ONU, Acnur, Cáritas Francia, Cáritas Alemania y Cáritas Italia, además de las parroquias y personas que con sus aportes y cocimientos han permitido llegar con una respuesta concreta a la población que más lo requiere. Asimismo, se han realizado articulaciones con los Comités Parroquiales de Pastoral Social, equipos que lideran proyectos en la diócesis, Alcaldía, Secretaría de Educación, instituciones educativas, Defensoría del Pueblo, Cruz Roja, Personería Municipal y la cooperativa financiera Crediservir. Según comenta el padre Eduardo Lanciano, la diócesis ha tratado de adaptarse al trabajo desde la distancia, lo que implica un esfuerzo mucho más grande, porque es conocer la realidad del otro desde un teléfono. Sin embargo, de esta forma hacen acompañamiento espiritual, enviando mensajes que les permitan fortalecer, animar y acompañar, ponerse al servicio de los demás y que, a pesar de todo, la gente sepa que no está sola. “Yo creo que toda esta experiencia nos ayuda a replantearnos a reformularnos a poner ante todo la confianza en el señor. Yo creo que ha sido una oportunidad para eso, pero también para descubrir la mano amiga de la solidaridad, el acompañamiento, el no sentirme solo. Sigamos trabajando y luchando por construir una red de solidaridad mucho más amplia, en donde el sufrimiento de uno termine tocándonos y comprometiéndonos a todos”, es el mensaje que deja el delegado diocesano de la Pastoral Social de Ocaña. Fuente: Of. de comunicaciones del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS)

Jue 3 Sep 2020

Diócesis de Palmira apoya a comunidades con acciones y palabras de esperanza

Ante la crisis sanitaria que vive el país por cuenta del Covid-19, diferentes jurisdicciones eclesiásticas se han dado a la tarea de brindarle seguridad alimentaria y apoyo psicosocial a las comunidades más vulnerables de su región. De este modo, la Pastoral Social de la Diócesis de Palmira, a lo largo de los últimos seis meses, ha aunado esfuerzos en pro de acompañar a las comunidades más necesitadas que les rodean. De acuerdo con el Padre Arturo Arrieta, director de la Pastoral Social de esta Jurisdicción ha dicho que “se han generado diferentes acciones en torno a la ayuda durante esta pandemia para las poblaciones más vulnerables. Lo primero es la seguridad alimentaria, se han distribuido un poco más de 50.000 raciones de comida a la fecha. También hemos distribuido mercados, kit de aseo, kits de higiene. Todo esto gestionado con empresas locales, pero sobre todo con instituciones internacionales”. Dichos kits de aseo y elementos de bioseguridad han sido entregados a los reclusos de la cárcel de Palmira y a migrantes venezolanos, con el objetivo de evitar contagios de Covid-19. Asimismo, se han focalizado en la población migrante y en quienes históricamente han estado en situación de vulnerabilidad, agravada ahora por las dinámicas de la emergencia sanitaria. El apoyo brindado por la Diócesis no se limita a las ayudas materiales, pues se disponen de dos líneas telefónicas para el apoyo espiritual y psicológico de la comunidad. El Hogar de Paso Papa Francisco, está a disposición “para las personas que se queden sin casa en estos momentos de pandemia, para los migrantes que no tengan para arriendo, poder hospedarlos”, comenta el Padre Arrieta. Allí pueden encontrar un refugio temporal que les ofrece también la alimentación. Además, se destaca la ardua labor en la gestión y entrega, casa por casa, de donaciones de alimentos a las personas más necesitadas. La Iglesia católica ha procurado enviar a la comunidad mensajes de fe y esperanza en estos tiempos difíciles que se viven actualmente. Para el sacerdote Arturo Arrieta, “sólo si estamos unidos, aunque no juntos, haciéndonos cargo de los unos de los otros podemos superar los desafíos. Lo peor que puede pasar en esta pandemia sería desaprovecharla, por eso no desaproveches ese momento tan valioso, no desaproveches este tiempo de aprendizaje. Este signo de los tiempos porque si nos llevamos acompañados uno de otros y obviamente con el señor iluminando cada situación de nuestra vida, vamos a ver salir el arcoíris como en el diluvio”. Fuente: Oficina de comunicaciones Secretariado Nacional de Pastoral Social - Caritas