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eucaristía

Vie 6 Jul 2018

Cardenal Salazar invita a los movimientos eclesiales a la unidad y santidad

El cardenal Rubén Salazar Gómez invitó a los movimientos eclesiales a vivir en unidad y santidad. Así lo manifestó durante la Eucaristía que presidió este jueves en la Catedral Primada de Colombia y que fue concelebrada por los obispos que participan de la CVI Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano. “Formamos todos parte de una misma Iglesia porque todos hemos sido llamados por el Señor”, afirmó el purpurado. Destacó que “toda vocación que fortalezca la unidad y que permita poner nuestros dones, carismas, capacidades al servicio de la comunidad, es un signo claro de que es un don del Señor para su Iglesia”, señaló. Por el contrario, advirtió que cualquier intento de romper esta unidad “es un signo claro de que allí no está presente la voluntad del Señor.” Otro aspecto que resaltó el Arzobispo de Bogotá, fue que esa unidad en la Iglesia debe estar impregnada por la búsqueda de la santidad. “Si hemos sido convocados, es para que seamos santos para que seamos liberados del pecado y llevemos una vida de acuerdo a la voluntad del Señor”. En ese sentido, señaló que la santidad es para dar testimonio de la presencia del Señor en el mundo. “Él nos elige entre todos, nos separa para que llevemos al mundo entero ese testimonio de la Santidad del Señor. Esa santidad está llamada a ser amor y servicio, formadora de solidaridad y fraternidad. Una santidad que debe ser sal de la tierra y luz del mundo. Estamos para servir al mundo.” Finalmente, el cardenal Salazar Gómez invitó para que pidamos al Señor que nos ayude a entender el sentido profundo de nuestra vocación para que actúe en nosotros y en medio de nosotros. A la Eucaristía asistieron representantes de diversos movimientos eclesiales que tiene presencia en nuestro país. DESCARGA MATERIAL MULTIMEDIA: HOMILÍA CARDENAL RUBÉN SALAZAR FOTOGRAFÍAS EUCARISTÍA

Mié 2 Mayo 2018

Transmisión de la Eucaristía en el Primer Día Nacional por la Reconciliación

Este jueves 3 de mayo, vía streaming, transmitiremos la Sagrada Eucaristía con ocasión del Primer Día Nacional por la Reconciliación. La celebración será presidida por monseñor Óscar Urbina Ortega, Arzobispo de Villavicencio y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), y le acompañarán varios obispos de diferentes regiones del país. El Día Nacional por la Reconciliación es una ocasión para orar por la paz y la reconciliación de nuestro país, recordando el encuentro de oración por la reconciliación nacional en Villavicencio el 8 de septiembre de 2017, durante la visita del Papa Francisco a Colombia. DESCARGA INSUMOS PARA EL PRIMER DÍA POR LA RECONCILIACIÓN En la Asamblea Plenaria extraordinaria del Episcopado Colombiano, realizada en noviembre de 2017, los obispos aprobaron que cada 3 de mayo, en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se conmemore el Día Nacional por la Reconciliación. La celebración Eucarística se realizará desde las 8:00 am en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC). La transmisión podrá ser seguida por www.cec.org.co y www.facebook.com/episcopadocol.

Jue 15 Mar 2018

Caminemos a la Pascua con un corazón contrito

Primera lectura: Jr 31,31-34 Salmo Sal 51(50),3-4.12-13.14-15 (R. 12a) Segunda lectura: Hb 5,7-9 Evangelio: Jn 12,20-33 Introducción Ya está cerca la Pascua, el camino que se ha recorrido en esta cuaresma, nos ha preparado para vivir a plenitud el misterio de la Pascua de resurrección del Señor. Isaías nos va a recordar que la nueva alianza del pueblo ya no es con la frialdad de las tablas de la ley escritas en piedra, el pueblo llevará la ley grabada en su corazón, esto lo llevará a ser más misericordioso y a descubrir cómo Dios se sigue revelando a su pueblo tal cual es. La actitud cristiana, en la cuaresma, de mantener un corazón contrito, arrepentido y abierto al perdón, nos dispone a encontrarnos con Jesús y acogerlo como el reparador de los corazones lastimados por el pecado. Estos días son, para el creyente, un espacio para estar alerta a no caer en las tentaciones que se nos presentan en la vida espiritual; los mal llamados dioses de la sociedad nos pueden engañar: la idolatría al mercado, al dinero fácil, al relativismo y a otros distractores que pueden alejar nuestra vida de la fidelidad a Dios y del reconocerlo como el Señor único y verdadero. El corazón del cristiano está llamado a mantenerse en permanente estado de reconocimiento de las bondades de la alianza, para no alejarse del amor de Dios. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Una de las características históricas del pueblo de Israel es su relación con Dios, por medio de las alianzas. Es así como lo vamos a encontrar siendo fiel o faltándole al Señor en su noble propósito de mantenerse firme a sus promesas. La profecía de Jeremías, en su tercera parte -libro de la consolación-, va a detenerse en la importancia de renovar la promesa con Dios, de grabar en su interior y en el corazón el reconocimiento de ser uno para el otro: “… yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”, un juramento inquebrantable, tanto para Dios, como para el pueblo. Esto le lleva a Israel a reconocer al único y verdadero Dios, que para el pueblo de Israel y también hoy para nosotros, se convierte en un llamado constante al discernimiento, al buscar cómo sacar de nuestra mente y del corazón, todo aquello que no nos deja reconocer la primacía del Señor en nuestro camino a la santidad. En consonancia con la aclamación del profeta Jeremías y la fidelidad a Dios, el salmo 51 conocido como “el Miserere”, dispone el corazón a la pureza y a la renovación interior, acción que la misma palabra de Dios hace en la transformación de corazones de piedra a corazones de carne. Pedir en este salmo la pureza de corazón, no es más que disponerse a vivir esa “nueva alianza” que el profeta Isaías nos recordará en la primera lectura. Si con el profeta renovamos el corazón, con el salmista nos disponemos a hacerlo de una manera mucho más efectiva y afectiva. La carta a los Hebreos es una constante evocación de las virtudes de Cristo, como el mesías e Hijo de Dios encarnado en la historia de la salvación. Por ello, va a destacar la manera cómo Jesús se va preparando, para cumplir con la voluntad del Padre. Es, a través de la obediencia que el Hijo va a exaltar la gloria del Padre. Este sermón a los Hebreos, nos evoca el relato de la plegaria de Jesús en el huerto de Los Olivos, lugar en donde Él descubre la voluntad del Padre y se dispone a cumplirla, renunciando a la tentación del poder por la entrega gloriosa en la cruz. La mejor manera de expresar el contenido de esta lectura es afirmando que Cristo aprendió sufriendo a obedecer para entender la voluntad del Padre. En el evangelio de Juan, evocamos un relato en donde se va a reconocer en Jesús el verdadero hijo de Dios, que “ha salido del Padre y vuelve al Padre”. Toda la reflexión teológica del evangelio de Juan está centrada en la glorificación del Padre, a través del Hijo. Jesús, que, en su condición de obediente al Padre, se hace el logos de Dios: “en arkhé en ho logos” prefigura, según el evangelio, la idea fundamental del Dios entre nosotros. Con esto, el evangelista Juan nos introduce a un texto que va a desarrollar en tres pascuas su experiencia divina y cercana con el Padre. Jesús es la palabra del Padre, la manera de expresarse Dios, la forma en que Dios entra en la humanidad, se encarna en los dolores, sufrimientos, alegrías y esperanzas de su pueblo. En la estructura del texto del evangelio de Juan, de este domingo de cuaresma, vamos a encontrar el momento del retorno del Hijo al seno del Padre. Y es, en este texto, con el que meditamos hoy, en el que el anuncio de la glorificación del Hijo de Dios -o el retorno de Jesús a la experiencia del padre-, evidencia la manera cómo Dios le da a su Hijo la potestad sobre todo y en todo. El evangelista Juan, va a señalar una de las paradojas más retadoras para el cristiano, hoy: “quien ama su vida la pierde”. El mensaje del evangelio en este contexto cuaresmal va a marcar una pauta importante, ¿en qué estamos invirtiendo nuestra vida?, ¿cuál es el valor que le damos a ella?, ¿qué estamos dispuestos a perder? En una sociedad, como lo ha denunciado el Papa Francisco, “del descarte”; la vida se ha convertido en vulnerable y frágil. Defenderla es comprender el mensaje del evangelio de la esperanza y del amor para con los más desfavorecidos de la sociedad. La experiencia del evangelio es una vivencia constante, del amor desprendido de Jesús, en el mensaje glorioso de la cruz. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Es necesario que, ante tantos “cúmulos grises”, generados por la insensibilidad a la vida y a la deshumanización del mundo, el cristiano sea un comprometido con la causa de la defensa de una vida diferente, desprendida, arriesgada, audaz y llena de los valores del evangelio. Aferrarse a esta vida es ponerse en función de una sociedad superflua, que necesita recobrar el sentido de su caminar. Contemplar la vida de Cristo, es reconocer que su existencia no está manchada por el pecado, pero que, tampoco, está libre de sentir las necesidades humanas. Es reconocer en él un Dios humano, cercano y que vive en la carne sufriente de los rostros humanos. Es allí, donde el evangelio invita a todos a ser servidores, unos de otros, para la glorificación del Padre por el Hijo. En medio de un mundo que nos quiere robar la vida y la alegría de amar y ser amados, y siguiendo la enseñanza del Papa Francisco, en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, encontramos una invitación, para todos los cristianos, a guardar el tesoro de “la alegría del Evangelio”, pues, en sus palabras, “… llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Y continúa más adelante diciendo: “Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento” (Cfr. EG 1). Contrario al espíritu del mundo, que nos quiere llenar de falsas alegrías. El evangelio es, per se, la alegría desbordante del Hijo en el Padre, que se revela glorificando a Dios, en medio de las necesidades de los miembros del Cuerpo místico de Cristo. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Dejar caer la semilla del evangelio, para que muera, en la tierra fértil del corazón de un cristiano, no es otra cosa que dejar que la alegría del evangelio y la esperanza, no dejen de dar frutos en la construcción de la paz y la reconciliación de nuestro país. “No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, gran encuentro de oración por la reconciliación nacional, Villavicencio, 8 de septiembre de 2017). Cada día estamos llamados a renovar nuestro pacto con Dios, “somos su pueblo”: “Él es nuestro Dios”; responder al llamado de la palabra en este domingo es permitir que todo lo que somos anime nuestro ser a dejar que Dios mismo se haga parte de nuestra historia. Esto nos exige un corazón, dispuesto a acoger el don que el Señor nos quiere dar. Dejar caer el trigo hasta que muera en la tierra de nuestra esperanza y de los frutos abundantes para nuestro camino, no es otra cosa que permitirle a Dios ser el sembrador en nuestra tierra, de manera que podamos preguntarnos, ¿qué tipo de tierra soy, y para qué semilla estoy aportando mi tierra? ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Por medio de tres signos concretos, la palabra de Dios, en este domingo, nos dispone a salir al encuentro con Cristo: El primero es el deseo permanente de querer ver al Señor; “cuando lo hiciste con uno de éstos, -el más pequeño-, lo hiciste conmigo”. El estar con Cristo me anima a salir a encontrarlo en la vida cotidiana, en la fraternidad permanente, en la comunidad que me alienta a reconocerlo. El segundo, nos anima a no tener miedo de perder para ganar a Cristo. Sólo en la medida en que nos dispongamos al servicio, podremos disponer nuestra vida al encuentro con los más frágiles y necesitados; Allí está la ganancia del cristiano. En el tercer signo, Cristo nos anima en su palabra a ser fieles como lo indica el profeta Jeremías. De esta manera daremos Gloria a Dios, dejando que nuestra vida sea agradable a él y, con ella, podamos servirlo en aquellos que hacen parte de las periferias existenciales de nuestra sociedad. En palabras del Papa Francisco, en su Visita Apostólica: “Los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente. Háganlo con humildad, sin la vana pretensión de protagonismo, y con el corazón indiviso, libre de compromisos o servilismos” (Encuentro con los obispos de Colombia, Salón del Palacio Cardenalicio, Bogotá, 7 de septiembre de 2017).

Mié 20 Dic 2017

El Papa explica algunos signos de la Misa para poder “saborear toda su belleza”

En una nueva catequesis sobre la Misa, el Papa Francisco se centró en explicar los ritos de inicio de la misma y recordó que “la Eucaristía hace presente el misterio pascual”. “La Misa se compone de dos partes: la Liturgia de la Palabra y la Liturgia eucarística, que están estrechamente unidos para formar un solo acto de adoración”, explicó ante miles de fieles que los escucharon en el Aula Pablo VI. Francisco señaló que la celebración es introducida “por algunos ritos preparatorios y concluida por otros”, pero “es un solo cuerpo y no se puede separar”. No obstante, “es necesario conocer estos santos signos para vivir plenamente la Misa y saborear toda su belleza”. “Cuando el pueblo está reunido, la celebración se abre con los ritos introductivos, incluidos la entrada, el saludo, el acto penitencial, elKyrie eleison, el himno del Gloria y la oración colecta”. Su tarea es la de que “los fieles, reunidos juntos, formen una comunidad, y se dispongan a escuchar con fe la palabra y a celebrar dignamente la Eucaristía”. Los signos “expresan desde el inicio que la Misa es un encuentro de amor con Cristo”, dijo al recordar como el sacerdote saluda al altar inclinando la cabeza, lo besa y lo inciensa. El Papa se detuvo también en el “signo de la cruz”. “El sacerdote que preside la traza sobre sí mismo y lo hacen todos los miembros de la asamblea, conscientes de que el acto litúrgico se cumple ‘en el nombre del Padre y el Hijo y del Espíritu Santo’”. “Toda la oración se mueve, por así decir, en el espacio de la Santísima Trinidad, que es espacio de comunión infinita; tiene como origen y como fin el amor de Dios Uno y Trino, manifestado y donado a nosotros en la Cruz de Cristo”. “Su misterio pascual es don de la Trinidad, y la Eucaristía viene siempre de su corazón traspasado. Marcándonos con el signo de la cruz, por tanto, no solo hacemos memoria de nuestro Bautismo, sino que afirmamos que la oración litúrgica es el encuentro con Dios en Cristo Jesús, que por nosotros se ha encarnado, ha muerto en la cruz y ha resucitado glorioso”. El Pontífice dijo que la Misa es como una especie de “sinfonía en la que resuenan varias tonalidades de voces, incluido el silencio, en vista de crear el ‘acuerdo’ entre todos los participantes, es decir, reconocerse animados por un único Espíritu y por un mismo fin”. Por último, explicó que “la sinfonía orante que se está creando presenta rápidamente un momento muy ‘tocante’ porque quien preside invita a todos a reconocer sus propios pecados. Es el acto penitencial”. “No se trata solamente de pensar en los pecados cometidos, sino mucho más: es la invitación a confesarse pecadores ante Dios y los hermanos, con humildad y sinceridad, como el publicano en el templo”. “Si verdaderamente la Eucaristía hace presente el misterio pascual, el paso de Cristo de la muerte a la vida, entonces lo primero que debemos hacer es reconocer cuales son nuestras situaciones de muerte para poder resurgir con Él a una vida nueva”, concluyó.

Vie 6 Oct 2017

Tips pastorales católicos

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - No deja de ser significativo constatar cómo la semilla de la religión católica salió a flote cuando recibimos al papa Francisco en Colombia. Hay una serie de elementos constitutivos del catolicismo que, consciente o inconscientemente, aparecen en momentos fuertes de la vida del creyente. Una misma profesión de fe, la acogida y vivencia de todos los sacramentos y el respeto y seguimiento del régimen eclesiástico, hacen que el creyente esté en comunión con la Iglesia católica. Son evidentes y necesarios también, el amor a la Eucaristía, la devoción mariana, el respeto y sentimientos de filiación y afecto al Papa, sea quien sea, en este caso, el Papa Francisco. Fue muy difícil que alguien en Colombia, por convicción o por simple curiosidad, no hubiera seguido algún momento de la visita del Romano Pontífice. Cómo no agradecer aquí a todos los medios de comunicación que lograron finalmente entender el sentimiento religioso de un pueblo, que sin temor alguno, salió a las calles, colmó escenarios y elevó incesantes plegarias a Dios por el buen éxito de la visita del Papa. Lo que viene es más complejo. La emoción de la visita no se puede quedar en un sentimiento que puede resultar pasajero. La visita del Papa tiene que ayudarnos a iniciar algo nuevo. Un antes y un después de la visita, tiene que ser la consecuencia de un esfuerzo tan grande en favor nuestro, como el que hizo Papa, anciano en años (81), pero joven en espíritu y vitalidad. Los católicos, que experimentamos el amor que Dios tiene a su Iglesia, es decir a nosotros, no podemos seguir siendo los mismos. Ser católicos de verdad, animados por el mensaje del Papa, significa que asumamos el reto de vivir con coherencia nuestra fe, que no nos de miedo salir a callejear esa misma fe y que con la fuerza que viene de lo alto, seamos los artesanos de la paz y de la reconciliación en un país que requiere de grandes dosis de esperanza. Si en Cali acogimos al Papa en nuestros corazones, su palabra deberá ser la guía de nuestro caminar. Con orgullo, pero a la vez con humildad, nos sentimos de verdad católicos. Al Papa agradecemos sus orientaciones, sus enseñanzas, sus reclamos, sus signos de cercanía y de amor. Sentimos que el Papa cumplió radicalmente el objetivo de su viaje: “He venido hasta aquí justamente para confirmarlos en la fe y en la esperanza del Evangelio: manténganse firmes y libres en Cristo, firmes y libres en Cristo, porque toda firmeza en Cristo nos da libertad, de modo que lo reflejen en todo lo que hagan. Asuman con todas sus fuerzas el seguimiento de Jesús, conózcanlo, déjense convocar e instruir por Él, búsquenlo en la oración y déjense buscar por él en la oración, anúncienlo con la mayor alegría posible” (Homilía en Medellín). +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Mié 23 Ago 2017

El 26 de agosto se entregará boletería para Eucaristía con el Papa en Bogotá

A partir del próximo 26 de agosto las personas que realizaron de manera anticipada su inscripción, podrán reclamar las boletas en sus respectivas parroquias para asistir a la eucaristía que el Papa Francisco celebrará el jueves 06 de septiembre en el parque Simón Bolívar. En un comunicado los organizadores han señalado que “se realizó todo el proceso de revisión de los distintos listados, verificando principalmente que no se encontraran menores de siete años. Además, que todos los datos estuvieran completos. Se han recibido listados de varias zonas del país y de personas que viven en el exterior”. Quienes por algún motivo no alcanzaron a realizar la inscripción en su parroquia, capellanía o comunidad pueden reclamar la boleta, totalmente gratis, entre el 28 de agosto y el 6 de septiembre, en cualquier punto de Tuboleta en Bogotá. También, se podrá reclamar la boleta el mismo jueves 7 de septiembre en las taquillas ubicadas en las entradas del parque Simón Bolívar. El ingreso al parque se realizará dependiendo la puerta y hora que señale la boleta. Se abrirán puertas desde las 5:00 a.m. hasta las 2:00 p.m. Adicionalmente, en zonascercanas se habilitarán pantallas gigantes y sonido para las personas que no hayan podido ingresar. Desde las 12:30 p.m. iniciará el "Encuentro por la vida" con música, testimonios y varias sorpresas. A las 4:00 p.m. el Santo Padre, llegará al parque para saludar a todos fieles en un recorrido de 30 minutos en papamóvil. La eucaristía iniciará a las 4:30 p.m. y terminará después de las 6:00 p.m. La jornada finalizará, con un concierto de cierre con diferentes artistas colombianos reconocidos internacionalmente. RECOMENDACIONES: · NO se permite el ingreso de menores de siete años ni mujeres embarazadas. · Para ingresar al parque, todas las personas deben presentar su boleta gratuita. · Está permitido el ingreso de alimentos ligeros (sánduches, frutas, empaques y suficiente hidratación). · En el interior del parque se habilitarán zonas de comida. · El ingreso de envases de vidrio está prohibido. · Se recomienda asistir con ropa y zapatos cómodos. · No se permite el ingreso de mascotas. · Los participantes pueden llevar pancartas y banderas. · No se permite el ingreso de sombrillas. Mejor, usar un poncho plástico, para la lluvia, o un sombrero para el sol. · No se permite el ingreso de carpas. · Ponga la basura en su lugar o guárdela hasta encontrar una caneca. Seamos testimonio de limpieza y de cuidado de la casa común. Fuente: Of. comunicaciones arquidiócesis de Bogotá

Mié 12 Jul 2017

“…mi oración es judía…”

Es la expresión del Papa Francisco en una entrevista del 12 de junio de 2014, al hablar de la importancia de rezar los salmos y celebrar la Eucaristía diariamente. Orar los salmos en el contexto de la Liturgia de las Horas (LH) debe suscitar en los fieles cristianos y de manera especial en los Obispos, sacerdotes, diáconos y consagrados, una alegría espiritual que va más allá de un simple cumplir una promesa, y que encuentra su mayor expresión cuando el ser orante se apropia, “en el espíritu del resucitado” (Rm 8,11) de una verdad irrefutable predicada por el Papa Benedicto XVI: “todo lo debo esperar de Dios y basar la vida entera en Dios, que en Cristo nos lo ha regalado todo”. Es oportuno recordar algunas razones que sostienen la acción cotidiana de rezar la Liturgia de las Horas o el Oficio divino y contemplar que en ella, Dios se vale de mí para “misericordiar” a su Iglesia y al mundo entero. 1.- Celebramos la liturgia porque actualiza para nosotros la acción salvadora de Cristo y nos permite abrirnos a la esperanza en la que hemos sido salvados (Rm 8,24). Nos enseña el catecismo de la Iglesia “La Liturgia es "acción" del "Cristo total". Los que desde ahora la celebran participan ya, más allá de los signos, de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente comunión y fiesta” (1136). 2.- El Misterio de Cristo, su Encarnación y su Pascua, que celebramos en la Eucaristía, especialmente en la asamblea dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada día mediante la celebración de la Liturgia de las Horas, "el Oficio divino" (SC IV). La Liturgia de las Horas "realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre" (SC 84; CIC 1174). 3.- La Liturgia de las Horas nos fortalece en el ministerio, acrisola nuestra opción de vida, mantiene radiante nuestra identidad porque ella es fuente de vida espiritual y nos permite entender que el ideal de la vida cristiana y sacerdotal consiste en que cada uno se una con Dios íntima y constantemente (SC 86 y 96; PO 5). 4.- La Liturgia de las Horas es el medio privilegiado que favorece que cada jornada sea un constante diálogo con Dios, un sacrificio espiritual que se inspira y apoya en el único y definitivo sacrificio de Cristo con el cual se debe identificar el sacerdote. En la oración de la LH el presbítero se descubre inmerso en el misterio de la filiación divina que se hace entrega a los demás en el servicio pastoral. 5.- La oración es el acto central de la persona de Jesús en cuanto hombre y por lo tanto, un real conocimiento del Dios-Hombre es sólo posible entrando en ese acto de oración. En consecuencia, sintonizar nuestra vida con el misterio de Jesús sólo es posible participando de su mismo sacrificio que se actualiza en la Eucaristía y se prolonga en el tiempo por la Liturgia de las Horas. Cabe recordar que «en el Oficio Divino, los presbíteros, en nombre de la Iglesia, piden a Dios por todo el pueblo a ellos confiado y por todo el mundo» (PO 5). 6.- La LH tiene una profunda dimensión eclesial en la cual brilla, en la Iglesia que reza, el esplendor de la Santísima Trinidad y en la voz de la Iglesia resuena la voz de Cristo. El sacerdote no debe olvidar que toda acción litúrgica es un encuentro entre Cristo y la Iglesia. La Instrucción General para la LH enseña: “la santificación humana y el culto a Dios se dan en la LH de forma tal que se establece un diálogo entre Dios y los hombres, en que Dios habla a su pueblo…y el pueblo responde a Dios con el canto y la oración”. Acojamos la exhortación del Papa Benedicto XVI “celebrad la Liturgia de las Horas dirigiendo la mirada a Dios en la comunión de los santos, de la Iglesia viva de todos los lugares y de todos los tiempos, para que se transforme en expresión de la belleza y de la sublimidad del Dios amigo de los hombres”. Por bondad de una monja de clausura, llegó a mis manos la siguiente oración para ofrecer la celebración del oficio divino: “Abre, Señor, mis labios para que bendiga tu santo nombre; purifica mi corazón; ilumina mi entendimiento, inflama mi voluntad, para que digna, atenta y devotamente pueda cantar este oficio y merezca ser escuchado en la presencia de tu Divina Majestad. Canto el oficio Divino en nombre de la santa Iglesia, porque es tu oración al Padre, unida a aquella divina intención con que Tú mismo, en la tierra tributaste tus alabanzas al Padre, mirándolo con tus divinos ojos, en el Espíritu Santo. Amén. ¡Qué gran cosa es adorar bien a Dios en la Liturgia de las Horas! Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero Conferencia Episcopal de Colombia

Jue 6 Jul 2017

“No nos dejemos paralizar por el miedo”

El cardenal Rubén Salazar Gómez invitó a los obispos del país a no dejarse paralizar por el miedo y ser instrumentos de esperanza. Así lo manifestó durante la Eucaristía que dio inicio a la cuarta jornada de la CIII Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano. “La Iglesia está llamada a ser instrumento de esperanza, en un momento donde el país tiene desencanto, desesperanza, pérdida del sentido del futuro y por lo tanto parálisis”, manifestó el purpurado. Así mismo, animó a los obispos a ser testigos valientes de la esperanza para poder descubrir el amor y la presencia de Dios. “En todos los momentos y circunstancias debemos ser capaces de conducir a nuestra Iglesia y al pueblo colombiano por senderos de justicia, fraternidad, solidaridad y paz”, aseguró. El también presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), pidió a los obispos que miren la figura de Abraham y que al igual que él, caminen en la fe, librándose de la parálisis de la violencia, el miedo y la injusticia. “Que nuestra Fe nos permite abrir los ojos para contemplar cómo Dios está presente en la vida, en nuestras acciones, nuestros pensamientos y en la historia y vida de la iglesia y también está en la sociedad”, afirmó.