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Iglesia

Jue 11 Mayo 2017

Fátima: las profecías no son inmutables

Por: P. Raúl Ortiz Toro - 13 de mayo de 1917. Lo que hoy es la gran plaza o explanada frente al templo de Nuestra Señora de Fátima, en la ensenada llamada Cova da Iria – Portugal, era en aquel momento un gran potrero para sacar a pastar las ovejas. Los tres primos pastores, Lucía (10 años), Francisco (9 años) y Jacinta (7 años), habían tenido desde 1916 algunas visiones del Ángel de la Paz, como se le conocería después, que les había enseñado a orar y a ofrecer pequeños sacrificios a Dios. Mientras tanto, Europa se debatía en la Primera Guerra Mundial (1914-1919) y Rusia tendría a finales de 1917 la revolución leninista que derrocó el régimen zarista e instauró el socialismo. El futuro no era nada halagüeño. “Yo vengo del cielo” escucharon los niños que la mujer vestida de blanco les respondió ante la pregunta de Lucía sobre su procedencia. Los niños habían estado rezando el rosario de una manera muy “infantil”; en efecto, Lucía años después en su diario anotaba que eran más bien balbuceos de oración. “Digan el rosario todos los días para traer la paz al mundo y el final de la guerra”, fue la recomendación que la dulce mujer “vestida de sol” les dejó antes de partir. De allí siguieron otras cinco visiones: el 13 de junio ya había un grupo de curiosos; al mes siguiente, 13 de julio, la dulce Señora les reveló un secreto en tres partes que debían guardar hasta que llegara el momento. La primeras dos partes del secreto fueron reveladas en 1941 cuando Lucía, que había entrado al convento para hacerse religiosa, escribió su diario por obediencia al obispo de Leiria. Sus dos primos habían muerto tan solo un par de años después de las apariciones, entre 1919 y 1920, y ella era la guardiana del secreto: la primera parte era la visión del infierno y la segunda era la profecía sobre el papel que jugaría Rusia en el orden mundial antirreligioso y el modo como caería finalmente. La tercera parte del secreto no fue publicada en el diario por la delicadeza del asunto y el obispo prefirió enviársela al Papa Pío XII quien la resguardó en el Vaticano hasta que la reveló el Papa Juan Pablo II a través de su secretario de Estado, el cardenal Angelo Sodano, el 13 de mayo de 2000: en esta parte del secreto se hablaba del terrible asesinato de un obispo vestido de blanco: el Papa. El Papa Wojtyla asumió con seguridad que se trataba de él pues el 13 de mayo de 1994, recordando el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981, afirmó: “fue una mano materna la que guio la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se detuvo en el umbral de la muerte”. Es ya famosa la interpretación que de esa parte del secreto hizo el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, poniendo muy bien en su contexto lo que representa una profecía, quitándole el significado de inmutabilidad. Vale la pena consultar ese texto que aquí no es posible transcribir pero que empieza explicando la diferencia entre revelaciones públicas y privadas, luego presenta una estructura antropológica de las revelaciones privadas y finalmente lanza una interpretación de la tercera parte del secreto para concluir: “Que 'una mano materna' haya desviado la bala mortal [de Ali Agca contra el Papa Juan Pablo II] muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones". Muchas personas aún siguen hablando del secreto de Fátima como si todavía no hubiera salido a la luz y muchos incluso atemorizan a las personas con ello, ignorando que ya fue revelado en su totalidad. Vale la pena documentarnos al respecto y saber que por encima de cualquier anuncio profético siempre estará la mano misericordiosa de Dios; por ello no aceptemos aquellas profecías que ponen a la Virgen como anunciadora de desgracias. Leamos más bien el evangelio de María, que es el silencio de la oración y la escucha de la Palabra. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]

Mié 10 Mayo 2017

Iglesia recuerda que Buenaventura requiere soluciones de impacto social

Monseñor Epalza Quintero invitó a que ningún habitante de Buenaventura se margine del paro, además animó para que las protestas se expresen de manera pacífica. A raíz del paro que está convocado para el 16 de mayo, el obispo de Buenaventura, Monseñor Héctor Epalza Quintero, afirmó que estas acciones recuerdan que se debe “vencer la indiferencia y fortalecer la solidaridad para alcanzar el bien común y no el bienestar de unos cuantos”. Si bien hay un acompañamiento y solidaridad con las exigencias de la población de Buenaventura, el prelado en un comunicado, precisó que esta iniciativa es liderada por organizaciones sociales del territorio. “Ni su Obispo, ni la Pastoral Social, son quienes organizan dicho paro cívico indefinido (…) la Diócesis de Buenaventura acompaña y se solidariza con las justas exigencias del pueblo bonaverense, pues dicho paro cívico indefinido demanda del Gobierno Nacional soluciones de gran impacto social, económico y ambiental”, puntualizó. “El gran problema de Buenaventura es vencer la indolencia y la indiferencia y su gran potencial será el sentido de pertenencia de sus habitantes, su compromiso y solidaridad para alcanzar el bien común como pueblo, no al bienestar de unos pocos” Dentro de los aspectos estructurales que demandan atención, precisa la comunicación, se encuentra: Cobertura en prevención, atención en salud de baja, media y alta complejidad, medicina tradicional. Recuperación y conservación de cuencas y otros ecosistemas estratégicos degradados. Cobertura, calidad y pertinencia de la educación básica, media técnica y universitaria. Fortalecimiento y promoción masiva de las prácticas culturales, recreativas y deportivas. Saneamiento básico e infraestructura, operación pública y comunitaria de los servicios públicos domiciliarios. Acceso a la justicia y reparación a las víctimas individuales y colectivas. Ordenamiento del territorio como hábitat para la vida y el bienestar colectivo, con reparación y nuevas viviendas para las familias. Fortalecimiento de la producción local, regional y otras medidas económicas, jurídicas y políticas que garanticen la generación de empleos y los ingresos requeridos por las familias. [icon class='fa fa-download fa-2x' link='']DESCARGA EL COMUNICADO[/icon]

Vie 5 Mayo 2017

CCN se reunió con equipo negociador del Gobierno para diálogos con ELN

El encuentro coordinado por la Comisión de Conciliación Nacional (CCN), se produjo en la sede del episcopado colombiano y fue un escenario propicio para analizar aspectos concretos de la coyuntura actual del país, y para manifestar inquietudes, puntos de vista y recomendaciones sobre el proceso de diálogo que se adelanta con esta guerrilla. Tras este encuentro, los miembros del Gobierno y los representantes del episcopado se reunieron también con integrantes de la Comisión de Conciliación Nacional, entre los que se encontraban el doctor Julio Roberto Gómez, Secretario General Confederación General de Trabajadores (CGT); Ernesto Borda, politólogo y consultor; Juan Salcedo Lora, General Retirado Ejército de Colombia; el Dr. Gustavo Mutis, del Centro de Liderazgo; Consuelo Corredor, Economista; Juan Mayr, ExMinistro del Ambiente, ExEmbajador en Alemania e integrante del equipo negociador del Gobierno Nacional; Monseñor Elkin, Secretario General CEC; Y el Padre Camilo Bernal Hadad, sacerdote eudista vinculado a la Corporación Minuto de Dios quien, desde el día de ayer, empezó a formar parte de este representativo grupo de comisionados, conformado por laicos y religiosos, de diferentes sectores del país, que participan y apoyan de forma activa las decisiones y posturas de esta organización para la búsqueda de la reconciliación y la paz en Colombia. Durante la reunión, los miembros de la CCN analizaron la coyuntura actual del país, intercambiaron percepciones, y dieron a conocer a los representantes del Gobierno sus dudas, puntos de vista y recomendaciones sobre el proceso de diálogo con el ELN. Ernesto Borda, por su parte, manifestó que ve con preocupación la situación de Venezuela y teme que tenga efectos negativos sobre dichos diálogos. Gustavo Mutis y Consuelo Corredor, hicieron énfasis en la importancia de continuar trabajando en la pedagogía, tanto en el proceso de implementación de los acuerdos entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP, como en los diálogos con el ELN, para “no repetir los errores del pasado”. Bajo este contexto, el General Juan Salcedo Lora afirmó que considera un "obstáculo bravo" para los procesos de paz la forma en la que se están llevando a cabo las campañas políticas con miras al proceso electoral de 2018. En nombre del equipo negociador, su presidente, Juan Camilo Restrepo, exaltó el trabajo que realiza la Comisión de Conciliación Nacional y la Iglesia en la búsqueda de la reconciliación y la paz en Colombia. Destacó también el "buen clima de diálogo" con el ELN y el ambiente de respeto dentro del que se ha enmarcado. Por su parte, Julio Roberto Gómez, Secretario General CGT, fue enfático en que el Gobierno debe mandar un mensaje al país, a través de un aumento en la remuneración mínima vital. "No basta con que no haya más secuestros, extorsión o terrorismo, la gente necesita un ambiente distinto”, puntualizó. Para Gómez, un camino en el que se tenga en cuenta cambios positivos para los colombianos en los aspectos relacionados con pensiones y jornada laboral podría convertirse en una gran "señal para construir nación". Bajo esta misma línea, el Padre Camilo Bernal expresó su preocupación por la forma en la que en Colombia podría empezar a recuperarse la confianza, puesto que, según él, se trata de una "sociedad que está estructuralmente enferma". Manifestó su confianza en que la visita del Santo Padre ayude a despertar consciencia sobre esto y afirmó que en el país se tiene el gran reto de empezar a cambiar esa cultura violenta que lo ha caracterizado por años, por una verdadera cultura de paz, y en eso, para él, la Comisión de Conciliación puede generar grandes contribuciones desde los niveles pedagógico y social. Fuente: Of. comunicaciones Comisión Nacional de Conciliación

Vie 5 Mayo 2017

Fátima: A rescatar la niñez

Por: Darío de Jesús Monsalve Mejía - Han pasado 100 años desde la primera aparición de La Virgen María a los tres pastorcitos de Fátima, el 13 de mayo de 1917. Los 13 de cada mes, hasta octubre, la cita se repitió. Dos niñas, Lucia de 10 años y Jacinta de 7, y un niño, Francisco, de 9 añitos, hermanito de Jacinta, que ahora serán declarados santos por un Papa llamado también Francisco, son la "humanidad" que escoge María para manifestarse a la Iglesia y a una convulsionada población mundial. Tres menores de edad, pobres, campesinos, asustados del mundo en el que estaban viviendo su niñez, azotado por la Primera Guerra Mundial, por la revolución "bolchevique" comunista, por las guerras civiles. "Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna"(Juan 3,16). María se aparece una y otra vez, aquí y allá, a los pequeños e insignificantes de la tierra, para recordarle a las generaciones humanas este amor misericordioso, salvador y liberador de la muerte y de sus trampas, como las guerras. Seis apariciones en cinco (5) meses, que concluyen con una asamblea de más de 40 mil personas, reunidas en torno a los niños videntes, testigos de señales cósmicas, históricas y naturales, como el llamado "milagro del sol", el final de la primera guerra, los "secretos de Fátima", entre otras. Cien años después, el cuadro de la humanidad es de pronóstico reservado: hay ambiente de tercera guerra mundial; la tierra hierve con el cambio climático; la revolución sexual y tecnológica degeneran la cultura en lo inmediato y sin futuro; en fin, los niños y niñas tienen menos oportunidad de existir, de sobrevivir al aborto, a la exclusión social, al abuso, violación y violencias contra ellos. Crímenes horripilantes contra pequeñitos, conductas de pedofilia que destrozan la confianza en clérigos y en adultos que tendrían que proteger a la niñez, son, en estos tiempos nuestros, lo contrario al mensaje de Fátima, a la enseñanza de María sobre la niñez. Porque María, en Fátima de Portugal, escoge a estas almas sencillas, tiernas y unidas en la lúdica de la vida campesina y pastoril, como sus anfitriones en la tierra, sus interlocutores, sus mensajeros, los pregoneros de su afán por la humanidad, por la Iglesia, por los que repudian a Dios, por los que "no creen, no adoran a Dios, no esperan, no aman". Lo infantil es asumido por María para manifestar las cosas más serias, los asuntos más delicados, las llamadas más universales. TENEMOS QUE APRENDER MUCHO DE LOS NIÑOS Y NIÑAS. Tenemos que respetarlos sagradamente, amarlos tiernamente, protegerlos con absoluta garantía, escucharlos con total interés, darle crédito a sus verdades. El misterio de Fátima tendría qué iluminar un camino de recuperación de la niñez por parte de la sociedad, el Estado, la familia y la misma institución eclesial, hoy estigmatizada por la vergüenza irreparable de tantos clérigos pedófilos y disolutos sexuales, corruptores de menores y usurpadores de la potestad religiosa para engañar a quienes depositan en ellos su confianza. Volver a la niñez, de la mano de María, de la mujer en la Iglesia, y a través de los papás y familias, aparece como el camino pastoral a seguir. Cultivar la fe y el testimonio de los niños y niñas, sigue siendo un desafío de confianza y credibilidad, que los Pastores católicos, las familias creyentes, las comunidades parroquiales y las instituciones educativas católicas, debemos asumir en conjunto. Es un camino surcado de espinas, cargado con el costo de crímenes cometidos, de perdón pedido, de acompañamiento humilde a víctimas, de prevención firme y real, constante y efectiva, de ofensa, manipulaciones y linchamiento mediáticos, de demandas y codicias económicas contra la institución eclesiástica. Un camino que la Iglesia empezó a liderar en el mundo y que asumiremos con decisión en Cali, convencidos de que hará a la Iglesia más laical, más de esposos y familias, con más participación apostólica de la mujer, con mayor fuerza del mensaje evangélico sobre la vida y el amor, su expresión en la sexualidad, su obra de paz, de inclusión y de unidad social. La Iglesia de Cali espera en estos CINCO MESES DEL CENTENARIO DE FÁTIMA, de mayo a octubre 2017, cristalizar la obra de respuesta, prevención y acompañamiento a "NIÑOS Y NIÑAS ABUSADOS: COMPROMISO DE EDUCACION Y REHABILITACIÓN" (NACER). Será un espacio para unir fuerzas eclesiales, sociales y de familias, en la lucha por la recuperación de la niñez abusada y de los espacios libres y seguros frente a la pederastia y violencia contra la niñez. El Centenario de Fátima, en su bello Santuario del barrio Granada, tendrá el centro de peregrinación y para lucrar la INDULGENCIA PLENARIA que el Papa Francisco concederá en este Año Jubilar de FÁTIMA. Pediremos a la Santa Sede que nuestro Santuario de Fátima sea elevado a Basílica Menor, convirtiéndolo en referente de esta advocación Mariana y de este compromiso eclesial con LOS PASTORCITOS DE FÁTIMA, con la niñez reivindicada. Como lo enseñó el Ángel de Portugal a los pastorcitos, recemos cada día: "Dios mío, yo creo en Ti, yo Te adoro, yo espero en Ti, yo Te amo. Te pido perdón por los que no creen, no te adoran, no esperan en Ti, no te aman". Sea este un tiempo en el que el mensaje de Fátima, el de María y la niñez, el de la paz del mundo, la conversión de los pecadores, la penitencia y reparación por los daños y crímenes hechos, la oración constante, sobre todo del Santo Rosario, ayuden a Colombia y al mundo a reencontrar la senda del futuro posible y viable, la senda de la esperanza. Amén. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mar 25 Abr 2017

Resucitaremos con ÉL

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Estamos celebrando la Pascua, el acontecimiento fundamental de nuestra fe. Nosotros somos cristianos, es decir discípulos de Jesús, porque él ha resucitado de la muerte. “Si Cristo no hubiera resucitado”, dice San Pablo, “nuestra fe sería vana”. Ser cristiano, finalmente, es creer en la muerte y resurrección de Cristo, que ha cambiado la historia de la humanidad y debe cambiar también nuestra propia vida. Podemos acercarnos al misterio de la Pascua desde varios niveles. En primer lugar, el nivel fenomenológico. La resurrección de Cristo, aunque supera la historia, es un hecho que ocurre en la historia; por eso, se puede documentar desde diversos testimonios. Ninguno ha sido testigo ocular de la resurrección; pero muchos han dado fe del sepulcro vacío, de un encuentro personal con el Resucitado, de un movimiento de fe y de la realidad de la Iglesia que exigen, a la raíz, un hecho histórico extraordinario. La resurrección no es un mito o una hermosa fábula; es un hecho que históricamente no se puede negar. Luego, el nivel de la fe. La resurrección es también un hecho misterioso, humanamente inexplicable. Exige la fe, don de Dios, para ser comprendido y aceptado. El ejemplo clásico es el de Santo Tomás, que no estaba presente cuando Jesús se apareció a los otros apóstoles y no creía que hubiera resucitado. Pero cuando pudo ver a Jesús y tocar las llagas de sus manos y de su costado, entonces aceptó que verdaderamente estaba vivo; luego, del hecho histórico pasa a la fe, reconociendo a Cristo como su Señor y su Dios. Es necesario pedir la fe para no vivir como si Dios no existiera y como si Cristo no estuviera vivo. El tercer nivel de comprensión de la Pascua es el de la identificación con Cristo. No basta saber que resucitó y no basta aceptar que él ofrece un camino de salvación. Es necesario conocer y amar a Cristo, comprometerse con alegría a seguirlo, asumir su proyecto de vida que me llevará a vivir eternamente. La fe se me ha dado para que configure mi vida con la de Cristo y luego sea luz del mundo, sal para las personas con las que comparto, levadura para la sociedad humana. Vivir la Pascua significa encontrar un sentido para la propia vida, tener una meta en la existencia, caminar en la certeza de que resucitaré con él. La resurrección es la gran novedad del Cristianismo. Otras cosas las dicen, más o menos, las demás religiones y los demás libros sagrados; pero la resurrección de la muerte para vivir la vida eterna con Dios es una verdad que solamente Cristo nos ha revelado y nos ha prometido también a nosotros. Es en este nivel donde la Resurrección nos consuela y hace auténtica y feliz nuestra vida. Nuestra esperanza es ésta: Cristo ha resucitado para que nosotros también resucitemos. Así, la fe en la resurrección se vuelve un proceso que comienza ya y nos mantiene el espíritu joven en la conquista de la verdad, de la libertad y del bien. Cristo resucitado es fuente de gozo y de fortaleza, nos da una mirada llena de confianza sobre nuestra vida y sobre el mundo en el que vivimos; es decir, nos hace ver la realidad que nos rodea, no con nuestros ojos, sino con los ojos de Dios. A quien asume la vida en Cristo, a pesar de los sufrimientos y pruebas, no le faltan nunca la paz y la alegría. Qué importante que, en el momento actual cuando hay desorientación sobre las metas y eclipse de valores, cuando se necesitan más que nunca certezas absolutas y horizontes que resistan el paso del tiempo, nosotros seamos capaces de mostrar con nuestra vida y nuestro testimonio que la vida verdadera ya ha comenzado y se encuentra sólo en Cristo. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 21 Abr 2017

“Creyeron en Él por las palabras de la mujer”

Por: Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo - “Los discípulos estaban reunidos” - El evangelio de este segundo domingo de pascua comienza con una sentencia real y coherente con lo que le ha sucedido a su Maestro, dice la Palabra: “Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos”. ¿Para qué se reunieron los discípulos? No es difícil intuir la razón de su reunión. Ellos están llenos de miedo, quieren huir antes que ser condenados también a la muerte. Quizás estaban pensando volver a los oficios de antes. Lo cierto es que tenían miedo y no era para menos. El miedo es aterrador, el miedo encierra, el miedo perturba el ánimo, el miedo genera pánico, el miedo hace que los problemas se vean más grandes de lo normal. El miedo no es buen consejero. El miedo enferma el alma, el espíritu y hasta el cuerpo. El miedo no deja pensar, no deja espacio para la oración (escasamente se reza). El miedo genera relaciones tormentosas y crea desconfianza. En fin, sentir miedo no es conveniente… Lo peor que nos puede pasar es que nuestras relaciones estén basadas en el miedo. ¡Cuidado con el miedo¡. El miedo frustra, deprime, genera resentimiento, odio, deseos de venganza y hasta nos puede llevar a la muerte. El miedo es una amenaza. Popularmente decimos: “al miedo nadie le ha puesto calzones”. El miedo nos impulsa a la ambición, cuando le tenemos miedo al futuro, desconfiamos de todo, de todos y hasta de Dios. Jesús continuamente dice: ¡No tengan miedo¡, y en el evangelio de hoy Jesús, resucitado repite tres veces: “La paz esté con ustedes”. En otras palabras le está diciendo a sus discípulos y a nosotros hoy: ¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo¡ Hermanos, si somos imagen y semejanza de Dios ¿por qué nos tenemos miedo? Si Dios habita en mí, porque vivo con miedo? Jesucristo ha resucitado, resucitemos con Él, dejemos atrás el miedo. El único que nos puede dar la paz verdadera es Jesucristo resucitado, abramos nuestros corazones a Él. Sin apertura al resucitado no habrá paz en nuestras familias, comunidades e instituciones. Escuchemos el mensaje de la Palabra: “Jesús les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor”. Necesitamos ver al Señor. Él se hace presente en la Palabra, en los sacramentos, en los hermanos, en las circunstancias de cada día. Hermanos, Jesús resucitado está presente en el sacramento de la reconciliación, en este sacramento, a través del sacerdote el Señor nos dice: “Reciban el Espíritu Santo”. Cuando el sacerdote nos dice: “Te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre…”, nos está liberando de la esclavitud del pecado, nos está regalando el don de la gracia, nos está dando el don de la Vida Eterna…, nos está resucitando con Cristo, nos restablece la amistad con el resucitado. Todos los días y de una manera especial, la iglesia nos invita a que nos reunamos como discípulos, no por miedo, no; la iglesia nos convoca para que nos reunamos en la Eucaristía, para celebrar el triunfo de la vida sobre la muerte. En la Eucaristía conmemoramos la muerte y resurrección del Señor. Por eso decimos: “Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”. Pongámosle atención al mensaje de la primera lectura (Hech 2,42-47): “Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones”. Hermanos, por favor, no nos cansemos de encontrarnos con fe para celebrar la fe, para profundizar la fe, seamos fieles a la reunión semanal (ningún domingo sin misa). Nos reunimos para crecer en la fe, para dar gloria y alabanza al Señor, nos reunimos para acrecentar nuestra unidad. Si de verdad creemos y queremos tener vida en Jesús, tengamos en cuenta: Nuestras reuniones no son como las de un club de amigos. Nuestros encuentros deben estar inspirados por el resucitado, son para recibir la fuerza del resucitado, para recibir su paz (la paz esté con ustedes). Los cristianos nos reunimos con la fuerza del Espíritu Santo para alegrarnos, para meter nuestra mano en el costado de Jesús resucitado, para meter nuestros dedos en los agujeros de sus manos y para gritar desde lo profundo del alma: “Tú eres mi Señor y mi Dios”. De cada reunión nuestra y sobre todo de cada Eucaristía, debemos salir con más fuerza, debemos salir con el impulso del Espíritu Santo a gritarle al mundo: “Jesucristo ha resucitado , yo lo he experimentado”. De cada Eucaristía debemos salir plenos de alegría y con el deseo inmenso de gritarle a los demás: “!Jesús es mi Señor¡ Nuestras asambleas se deben distinguir porque son reuniones de creyentes que se encuentran por la fe en Cristo, porque son asambleas abiertas y dinámicas, nuestra fe no puede ser un gueto. En la fe nos reunimos, mis hermanos, para crecer en fraternidad y en el espíritu de servicio; nos reunimos en el nombre del Señor, para continuar su obra: pasar por el mundo haciendo el bien… Como creyentes nos encontramos para celebrar la fe y para ayudarnos mutuamente a asumir los sufrimientos de cada día. Nos reunimos, en especial cada domingo, para celebrar nuestra fe y el encuentro con el resucitado. No se nos olvide: “Somos una comunidad sacramental, no un club de amigos”. Finalmente entendamos una cosa fundamental: Toda reunión de los cristianos es para celebrar la salvación que Cristo nos ha traído. Nuestra salvación y la salvación de nuestros hermanos debe ser por último nuestra única y real preocupación. Para iluminar esta realidad meditemos el siguiente poema antiguo: “La ciencia más acabada es que el hombre bien acabe, pues al fin de la jornada aquél que se salva sabe, y el que no, no sabe nada”. (Anónimo) + Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Vie 21 Abr 2017

Misericordia: Dios viene a nuestro encuentro

El segundo domingo de pascua se celebra en la Iglesia la llamada fiesta de la Divina Misericordia. Mons. Elkin Fernando Álvarez Botero, Obispo auxiliar de Medellín y Secretario General de la Conferencia Episcopal, nos entrega algunas pistas para comprender el significado de esta fiesta y para vivirla con profunda actitud de fe. ¿Cuál es el origen de la fiesta de la Divina Misericordia? El Papa Juan Pablo II, en el año 2000, decretó que el segundo domingo de pascua se continuara llamando de la “Divina Misericordia”. Ya lo había anunciado previamente en la ceremonia de canonización de Sor María Faustina Kowalska, quien es llamada “apóstol de la misericordia”. ¿Qué significa para los católicos la Divina Misericordia? Si bien el tema de la eterna misericordia de Dios aparece reiteradamente en los escritos bíblicos, considero que los católicos tuvimos oportunidad de reflexionar bastante sobre ella a partir de la celebración del Año de la Misericordia, que el Papa Francisco regaló a la Iglesia, a partir del 8 de diciembre del 2015 El Santo Padre, en la Bula con la que proclamó este Jubileo extraordinario, consignó una frase que me llamó poderosamente la atención porque resume el significado profundo de la Divina Misericordia: “Es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro; es la vía que une a Dios y al hombre”. Así, pues, la Divina Misericordia es el inmenso amor de Dios para todos, es la entraña misma de Dios, es la revelación de sí mismo. Misericordia significa que Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” (Sal 102, 8-9). Y todavía más: la misericordia es la revelación total de su amor en Cristo; por eso, Jesús es el rostro de la misericordia del Padre. Él fue enviado para mostrarnos el inmenso amor de Dios. ¿Tiene algún significado particular que celebremos la fiesta de la Divina Misericordia en la pascua? A mi modo de ver, el domingo escogido corresponde a una intuición particular de San Juan Pablo II. Y no podemos olvidar que él mismo partió para el cielo un día de la Divina Misericordia. Más allá de estos datos, existe estrechísima relación entre misericordia y misterio pascual, porque Dios nos ha revelado su mayor amor, el amor llevado hasta el extremo, en la pasión, muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo. El apóstol San Pablo atestigua en la carta a los Corintios que el núcleo de la fe es justamente el misterio pascual de Cristo: “que Cristo murió por nuestros pecados, según las escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las escrituras; que se apareció…” (1 Cor 15, 3-5). No se trata para nada de una muerte aparente, ni mucho menos de una resurrección metafórica. Cristo resucitó de verás; es un hecho histórico; no se puede limitar únicamente a una experiencia interior de los discípulos. Si fuera así, ¿habría Pablo insistido con tanta fuerza en el testimonio de Cristo resucitado?: “si Cristo no resucitó, nuestra predicación es vana y vana también su fe” (1Cor 15,13). No creo que aquí el apóstol esté hablando solo de una experiencia interna del resucitado. ¿Cómo sabemos de la misericordia de Dios? Ya he mencionado que Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios, la revelación completa y definitiva de su amor. Así que conocemos la Divina Misericordia en Cristo. Subrayo dos aspectos. En primer lugar, que la Encarnación, esto es, que Cristo, el Hijo de Dios se haya hecho hombre, es de por sí un acto de misericordia. Así lo dice San Juan: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1Jn 4,10). Cristo es Dios con nosotros; es Dios verdadero y es Hombre verdadero. El Hijo de Dios tomó nuestra condición, sin dejar de ser Dios, y puso su “tienda” entre nosotros. Ilumina sobremanera el himno que aparece en la carta a los Filipenses: “Siendo de condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos” (Fil 2,7). En segundo lugar, que toda la vida de Jesús entre nosotros, que nos ha llegado de modo particular por los Evangelios, es un anuncio de la misericordia de Dios. El Evangelio, el anuncio del reino, los milagros y, finalmente, la pasión, muerte y resurrección, como ya lo he dicho, son revelación de la misericordia de Dios. Pero, algunos ponen en duda la historicidad de los Evangelios. Usted, ¿que dice al respecto? Transmito lo que nos dice la Dei Verbum del Concilio Vaticano II: “Nadie ignora que, entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador… La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que fue levantado al cielo” (n. 18-19). El testimonio de los Evangelios sobre la vida de Jesús y el anuncio del reino es muy claro. Es cierto que no podemos entender los Evangelios únicamente bajo el criterio de una crónica histórica al estilo moderno. Con el relato de los acontecimientos también va la confesión de fe. Los relatos bíblicos no nos dicen solamente qué pasó –el hecho y la forma de narrarlo-, sino también por qué pasó –el mensaje para la fe-. De tal manera que los textos de la Sagrada Escritura, especialmente los Evangelios, nos traen el acontecimiento histórico de Jesús de Nazaret con la confesión de fe de la comunidad. ¿Qué tiene que ver María con la Misericordia de Dios? María es Virgen y Madre en el pleno sentido de estas palabras; ella está unida indisolublemente al misterio de la misericordia de Dios. Él la eligió y la llenó de su gracia, justamente en orden al plan salvífico. Por eso, por gracia de Dios, fue preservada del pecado, es Virgen, Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Ella, asunta al cielo, sigue intercediendo por sus hijos, discípulos amados, a quienes recibió en el momento de la cruz. Por todo lo anterior, llamamos a María Madre de misericordia. Así lo confiesa la Iglesia, la comunidad de los discípulos de Cristo, que ve en María su propio modelo. Foto: Tomada de Internet

Jue 20 Abr 2017

Costa caribe se prepara para recibir al Papa Francisco

Tras el anuncio de la visita pastoral del papa Francisco a la ciudad de Cartagena, Vicarios de Pastoral de las Provincias Eclesiásticas de la región Caribe, se reunieron para avanzar en los preparativos del recibimiento de este ilustre visitante a la ciudad amurallada. Al encuentro donde participaron 15 personas entre sacerdotes y laicos, permitió exponer los avances del trabajo realizado hasta la fecha y definir los roles que tendrán que asumir las jurisdicción de Cartagena y Barranquilla en los preparativos de este evento eclesial. Por su parte el sacerdote Rafael Castillo, Vicario de Pastoral de Cartagena, señaló que este encuentro fraterno “se trata de una experiencia colaborativa en la que se busca garantizar la participación de toda la región caribe”.