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obispo de cúcuta

Jue 7 Nov 2019

Defendamos la vida humana

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - «Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado» (Jeremías 1, 5). La vida humana es sagrada siempre, toda, en todas partes, para todos. Aparece nuevamente en el horizonte de nuestra comunidad el delicado tema de la VIDA HUMANA. Se ha presentado por parte del Ministerio de Salud y Protección Social, el proyecto de una resolución sobre la “Interrupción Voluntaria del Embarazo” -que no es otra cosa que el aborto- en Colombia, mostrado antes de su firma a la comunidad. También en el Congreso se ha expuesto y aprobado en primer debate, un proyecto de ley que reglamenta la eutanasia, que no es otra cosa que un atentado a la vida humana. Se pone pues ante nuestros ojos un delicadísimo tema, el irrespeto y el ataque a la vida humana desde sus primeros momentos de existencia -la concepción- hasta su término natural con la muerte. La humanidad, sobre todo en las últimas décadas, tiene una rara tendencia al desprecio de la vida. Esta es una constante que ha ido creciendo progresivamente. También entre nosotros, se ha abierto esta puerta con algunas sentencias de la Corte Constitucional, despenalizando el aborto y abriendo la puerta para su realización. Justamente cuando los adelantos de la ciencia han descubierto la admirable maravilla de la vida humana en todas sus facetas, se genera un movimiento que ataca y destruye la grandeza de la existencia humana, que niega el derecho natural a la vida, que atenta contra los que empiezan o contra los que, por una u otra razón, están ante el drama de la muerte, pretendiendo legislar y normativizar acerca de un derecho inalienable e indeclinable como es el de la existencia. Es oportuno que nosotros, como católicos, reflexionemos profundamente sobre este tema, que es fundamental y toca lo más sagrado de la existencia humana. Todos, tendríamos que entrar profundamente en el misterio de la vida, de sus fundamentos y realidades, en la dimensión de profundo valor que posee y, sobre todo, entrar claramente en su defensa. Se está tocando lo más fundamental de cuanto el hombre tiene, como regalo del Creador. La esencia misma de la fe, la misma naturaleza humana nos pide defender la vida en su totalidad. En la Sagrada Escritura encontramos claramente el precepto de Dios: “No matarás” (Éxodo 20, 13). El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Número 2258). Los primeros cristianos, desde los primeros años, entraron claramente a defender la vida humana, respetando este don de Dios. Incluso, en la primera literatura cristiana, al comenzar la predicación del Evangelio, se nos ofrecen ejemplos de esta defensa autorizada de la vida en su origen mismo. En los dos primeros siglos encontramos esta enseñanza: «No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido» (Didajé, 2, 2; cf. Epistula Pseudo Barnabae, 19, 5; Epistula ad Diognetum 5, 5; Tertuliano, Apologeticum, 9, 8). Estas referencias no son únicamente una erudición, nos muestran que la lucha por la vida y su defensa hacen parte de la doctrina misma de los Santos Padres. Nos extraña profundamente que el mismo Estado, en sus autoridades del poder ejecutivo y del legislativo, tome estas decisiones que atentan contra la persona humana. Es claro que nuestra Constitución, respeta claramente la vida (Artículo 11 de la Constitución) el mismo que argumenta ampliamente la defensa de la vida, que en muchísimos apartes de la Constitución se defiende la existencia humana. Es doloroso, y creo que contra el espíritu de la misma y de los constituyentes, que se vaya abriendo la puerta a un verdadero crimen agravado por la plena convicción que dicen tener quienes proponen la destrucción de la vida, argumentando que la vida puede ser interrumpida, tanto en el momento mismo del nacimiento, como terminarla antes de su término natural. La gravedad del deseo de reglamentar lo que en mala hora fue aprobado por personas que, sobrepasando los límites de la autoridad, permitieron la práctica del aborto, instruyendo sin cansancio sobre la necesidad de generar leyes en las que se termina abusando de la propia libertad, de la libertad de los demás, de la libertad de la criatura que se está formando y que está en estado absoluto de indefensión. La Iglesia, Madre solícita, tiene el deber y la obligación de enseñar y actuar, por lo que nos enseña en la ‘Instrucción Donum Vitae’: “Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho [...] El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum Vitae 3). Por ello, los estados no pueden, por principio, negar el común criterio de defensa de la vida, legislando acerca de cómo suprimirla, extinguirla, suspenderla, negarla. Las leyes emanadas en tal sentido, incluso las propuestas que permitirían el Aborto, son intrínsecamente lesivas de la dignidad humana, ya que no pueden destruir lo que dicen defender, ni negar el derecho a vivir especialmente a los más vulnerables. El ABORTO, incluso si le cambian el nombre o definición a esta acción inhumana, es un homicidio en toda su realidad, agravado porque se comete contra quien no se puede defender y porque una legislación que va contra el principio fundamental de la vida, contra la vida misma, no es humana y pierde todo el sentido de su autoridad al propiciar la muerte, el dolor, la negación de la vida misma. La EUTANASIA, el suicidio asistido, es un atentado a la vida humana, una negación del derecho fundamental a la vida, que tiene cada persona y que es inviolable. Con estas decisiones se está destruyendo y atacando algo que es fundamental para los derechos de la persona humana, su derecho fundamental a la vida y a la existencia. No dejemos de pensar en la belleza de la persona humana, en la ternura de un niño, en la bondad y alta carga ética de valor de la vida humana. Somos hoy muy sensibles a los derechos de la persona humana, decimos todos defenderlos y promoverlos. Empeñémonos todos en la defensa de la vida humana en todos los momentos de su existencia. En esta edición de LA VERDAD encontrarán algunos elementos que entran claramente en estos temas, concretamente la Carta que la Conferencia Episcopal de Colombia ha escrito al Señor Ministro de Salud, sobre este delicado argumento. Gritemos y manifestemos claramente nuestra posición, con un ¡SÍ A LA VIDA! + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Jue 31 Oct 2019

Santuario de Cúcuta es elevado a Basílica Menor

Este miércoles 30 de octubre, el Obispo de la Diócesis de Cúcuta, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, anunció en rueda de prensa citada en la parroquia San Luis Gonzaga, que Su Santidad el Papa Francisco ha elevado el templo San Luis Gonzaga a Basílica Menor. Más conocido como el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, ‘La Kacika de Cúcuta’, ahora es la primera Basílica en Norte de Santander. “Es una noticia muy alegre, con la que el Papa Francisco honra a esta parroquia, a sus fieles y a Cúcuta”, expresó el Obispo. Monseñor Víctor Manuel recibió el decreto a través del cual, la Congregación para el Culto Divino y las Disciplina de los Sacramentos, informa que el Papa Francisco ha concedido el “Título y la Dignidad de Basílica Menor con todos los derechos y concesiones litúrgicas que están establecidos en los ritos”.

Mar 22 Oct 2019

El voto de los católicos

Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Estamos a las puertas de un momento muy importante en la vida de nuestra comunidad: Las elecciones a los cargos de las autoridades locales, aquellos que tienen la responsabilidad directa del entorno cercano a nuestras comunidades. Seremos llamados a expresar nuestra elección en los próximos días, y es necesario entrar a reflexionar sobre la gran responsabilidad que tenemos al escoger a quienes tienen que cuidar y gestionar los recursos de la comunidad. Deseo presentar en estas sencillas reflexiones, algunos elementos para los lectores de LA VERDAD, que susciten una profunda lectura de esta realidad social que nos toca. Con las elecciones entramos en el ejercicio de la democracia, el sistema político que hemos elegido para nuestra expresión como estado; por el voto, elegimos a algunos que tienen que administrar y buscar el bien de todos. En nuestra comunidad, los gobernantes deben buscar el desarrollo humano integral, un compromiso con las realidades superiores que animan nuestra sociedad, pero que se concretizan en las necesidades de los hombres y mujeres de nuestra comunidad. Como ciudadanos, pero también como cristianos, seguidores de Jesús y de su Evangelio, tenemos que asumir con mucha responsabilidad este momento decisivo. En la democracia, algunos son encargados por la comunidad de velar por los derechos y los deberes de todos. La democracia es también participación, fortaleciendo formas y modos en los cuales se lleve a que todos los ciudadanos participen con su aporte, y con el cumplimiento de las normas y leyes entregando su valioso aporte a la vida del entorno en el cual vivimos, ayudando a que todos tengan lo necesario y fundamental para su existencia. Esa decisión que tomamos con las elecciones, deben ser libres, garantizando que este proceso elija a los mejores, a aquellos que por sus valores y capacidades respondan a todas las necesidades. No debe ser sólo una elección basada en agrupamiento de ideas o de principios políticos, siguiendo solo una bandera o una persona. Deben manifestarse principios y elementos superiores en esta elección, repasando ideas, propuestas, programas de acción y de gobierno. Esta elección no puede estar marcada por beneficios políticos, por dádivas o cosas que creen una corrupción de la escogencia que hacen los ciudadanos. Tendríamos que superar esta forma de buscar la expresión del voto por los miembros de nuestra comunidad. Debemos extirpar toda forma de pago o de intercambio por el voto, además de ser un delito, rompe con los altos principios éticos de este delicado momento de la comunidad. La elección de los mejores, es el principio, tener claramente marcada la verificación que los ciudadanos deben realizar en el tiempo. Los responsables del Gobierno deben rendir cuentas de forma clara y constante a todos, incluso aquellos que no han votado por ellos. Algunos principios deben estar siempre presentes: quien administra la realidad de los bienes públicos tiene que mostrar que su obrar y acción son correctos y responden a la construcción de un ideal social. Al momento de expresar nuestra voluntad en las urnas, debemos tener en cuenta que la acción de los gobernantes tiene que defender temas y principios que para nosotros los cristianos son fundamentales: • La defensa de la vida humana (desde su concepción en el primer instante de la fecundación, hasta el término natural de su fin), esto comporta claramente un NO al aborto y a la eutanasia, a los experimentos médicos en el campo de la vida humana. • La defensa de la familia humana (constituida por un hombre y una mujer, abierta a la vida, con acceso a los bienes fundamentales para su realización en la vivienda, la justa remuneración, la educación). • La educación y acceso a los bienes que como cristianos defendemos en la doctrina social de la Iglesia, la libertad religiosa y el respeto de los espacios para los que somos creyentes (en todas las condiciones religiosas y de vida espiritual). • Que todos puedan participar de los beneficios de la salud, sus desarrollos y medicamentos; comenzando con los más pobres. • Los gobernantes tienen también que procurar la ejecución de los recursos públicos con total eficiencia y honestidad, buscando el bien común en obras que sirvan a todos y no a unos pocos o a segmentos de una determinada comunidad. • Deben igualmente garantizar que todos los miembros de la comunidad reciban los bienes y beneficios sociales, especialmente los que por razones históricas o los complejos momentos de nuestra Patria, están excluidos de ellos. Es la búsqueda del ejercicio de la justicia social (Números 81, 82). Estos principios y elementos están muy bien expuestos en el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, publicado por mandato de San Juan Pablo II en 2004 (números 408 y siguientes). Es necesaria la participación de todos con una afluencia masiva a las urnas, así garantizamos que exista verdaderamente una representación de todos en la elección de nuestros gobernantes. Un voto necesario, pero que también tiene que ser respetado y acompañado con gran honestidad por las autoridades responsables de su registro y conteo. Nuestro país, Colombia, vive una polarización política desde hace muchos decenios. Es justo que en las elecciones y en la lectura de las realidades políticas (que comporta la lectura de hechos económicos, sociales, de derecho y justicia), se garantice el derecho de la agrupación de ideas y de líneas de acción (partidos políticos), pero debe tenerse en cuenta también la búsqueda del bien común y de la construcción del desarrollo humano integral. Existen bienes superiores que tenemos que buscar con urgencia: el bien de todos, la paz, el orden y la adecuada aplicación de las leyes, la reconciliación y la reparación de los derechos de las víctimas de la violencia, la verdad (en todos los espacios) para construir sólidamente el futuro. Los discursos y las palabras del Papa FRANCISCO en su visita apostólica a Colombia, son un precioso tesoro que tenemos que repasar cada vez más, buscando su profunda enseñanza. El servicio político en el Gobierno y la representación que se ejerce, tiene una importante tarea y horizonte: BUSCAR EL BIEN COMÚN, donde se ayude a todos. San Juan Pablo II, hablando de los fieles laicos, nos dio algunas características para este servicio en la comunidad política: la paciencia, la modestia, la moderación, la caridad, la generosidad (Carta Apostólica Christifidelis laici, n. 42). De frente a nosotros, en nuestra comunidad concreta, tenemos grandes retos y grandes problemas en el horizonte, no podemos alejarnos de ellos y no tenerlos en cuenta a la hora de expresar nuestra voluntad en las urnas: la emigración y retorno de tantos a esta región, la pobreza en nuestras periferias, la falta de empleo y de oportunidades para muchos, la pérdida de valores cristianos y de fe, la corrupción, la violencia e irrespeto de la vida humana -don sagrado de Dios-, la falta de vivienda digna y de oportunidades. A la hora de emitir nuestro voto, pensemos en la alta responsabilidad de todos. Cada voto es importante y necesario, debe ser animado por principios de altos principios del bien común. Un voto que debe ser animado no por intereses de parte o por beneficios materiales debe contribuir al beneficio de todos, y al desarrollo de una comunidad en forma integral. Nos asista Dios, con su Espíritu Santo en esta elección al expresar nuestra voluntad escogiendo los gobernantes que necesitamos. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Mar 3 Sep 2019

Nuncio observa implementación de los Acuerdos de Paz en el Catatumbo

El viernes 30 y sábado 31 de agosto, el Nuncio Apostólico del Papa Francisco en Colombia, Monseñor Luis Mariano Montemayor, estuvo en Norte de Santander, preocupado por el cumplimiento de los Acuerdos de Paz y para alentar la atención migratoria. "Estuve visitando Caño Indio, la sede de los antiguos miembros del Frente 33 de las FARC” (...) Es parte del recorrido que estoy haciendo, para verificar las condiciones de aplicación del Acuerdo de Paz y el estado de ánimo de los ex combatientes”, afirmóMontemayor, durante su visita a esta zona del país, en compañía del Obispo de Tibú, Monseñor Omar Sánchez Cubillos. El Nuncio aseguró que lo que pasó con Iván Márquez “lo veníamos venir”, pero constata que ha estado en cinco Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), donde ninguno de los ex combatientes tiene ganas de volver, “de ahí no va a volver la mayor disidencia”. Finalizado su paso por Tibú, expresó: “venimos a decirles que no están solos, bien sea que se cumplan o no por parte del Estado todos los compromisos”, recalca en que en cualquier circunstancia, acompañarán a quienes dejaron las armas. En el ETCR de Caño Indio, Catatumbo, los ex guerrilleros reafirmaron su responsabilidad para dar cumplimiento a los Acuerdos de Paz, aseguran que seguirán en el proceso de reincorporación a la vida civil. Visita a la Casa de Paso ‘Divina Providencia’ El representante de Su Santidad, aseguró en su visita a Norte de Santander, que no podía dejar de ir a la Casa de Paso, ya que desde que llegó al país a asumir su rol, inmediatamente empezó a preocuparse por la frontera a causa de las migraciones de los venezolanos. El Nuncio manifestó su preocupación por la inestabilidad que vive Venezuela y “el colapso que nos causa a nosotros en Colombia. Ustedes saben que yo no soy Nuncio Apostólico en Venezuela, sino en Colombia, pero hasta la frontera me toca a mí, así que en cuanto ponen un pie aquí, esa es mi responsabilidad”. Destacó la labor del Obispo de la Diócesis de Cúcuta, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, a quien alienta a expandir este servicio, el cual ya ha alcanzado grandes resultados. Monseñor Luis Mariano, testifica que “esta Casa es un milagro”, suceso que desglosa en tres milagros: 1. Nació por una iniciativa espontánea. 2. Hace posible que exista gracias a los voluntarios, sino sería inmanejable y nos permite expandirnos, porque tenemos la seguridad que el servicio lo podemos prestar. 3. No falta el arroz y el aceite, que es lo que pedimos siempre; y hasta ahora el milagro de las vasijas que no se vacían, se cumple. Destaca que llegan los recursos, los cuales no han sobrado, pero tampoco han faltado. Incluso, relata que la Cruz Roja, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), entre otras organizaciones internacionales, “no pueden creer que podamos dar la cantidad de almuerzos completos para desayunos y almuerzos, con poco presupuesto”. “Hay una administración eficiente y eso es un ejemplo a nivel internacional, eso hace que los organismos internacionales y agencias humanitarias quieran colaborar con la Casa de Paso; hasta el Estado Americano quiere trabajar con nosotros y nosotros estamos dispuestos a trabajar con quien quiera verdaderamente ayudar a los venezolanos, esa es nuestra preocupación”. Subraya la colaboración que siempre se ha recibido de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), “ha estado desde el principio y ha seguido, nosotros tenemos que reconocerlo y agradecerlo”. Otra cara de las migraciones es la salud, un tema que el Nuncio ve “marginado” por parte del Estado, y, aunque el campo de la salud no es el de la Iglesia, se han aprovechado los recursos que la caridad provee para dar asistencia sanitaria y pediátrica. “He constatado que hoy vienen muchas más mujeres embarazadas y con niños, que antes”. Mientras tanto, reveló que la Orden de Malta, la cual está conectada con la Santa Sede, está “pensando en hacer un esfuerzo por la salud aquí (…) su especialidad es propia de este campo”. Monseñor es realista con la situación e insiste en que Colombia no debe cerrar fronteras, “una solución a este problema no se resuelve porque se vaya Maduro (presidente de Venezuela), ni en seis meses o un año. Primero deben llevar a cabo elecciones legítimas, reconstruir la economía, y eso lleva a lo menos, una década”. Por esto, lamenta la falta de previsión del Estado colombiano en su sistema de salud, porque “los que más han sufrido son los cucuteños, han dejado de recibir la asistencia correcta” por el colapso en las entidades médicas. A pesar de esto, “admiro la paciencia y tolerancia del pueblo colombiano, en permitir que el venezolano sea asistido”. El mayor impacto del fenómeno migratorio se da en la frontera y desata una crisis, la cual, “no ha sido peor, gracias a la Iglesia colombiana, que ha sido de las primeras instituciones y de las más eficaces en ayudar”. Resalta el Nuncio que el Santo Padre apoya fuertemente el esfuerzo de la Iglesia en Colombia por dar este gesto de solidaridad a los hermanos venezolanos.

Lun 15 Jul 2019

Vivir la caridad en una inmensa crisis

El Señor nos regaló un testamento de amor antes de padecer en la Cruz, “amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 13,34), precisamente vienen a nuestra mente estas palabras del Buen Maestro en el doloroso momento que vivimos en Colombia, especialmente en la frontera con la hermana nación de Venezuela. Desde hace casi cuatro años, hay un flujo creciente de personas, hombres, mujeres y niños que pasan a nuestro País a comprar alimentos, a buscar medicinas y los servicios de salud, también todo lo necesario para llevar adelante sus vidas en los más sencillos detalles. Cada semana llegan a ser 75 mil personas en un día del fin de semana. Un drama que ha venido aumentando progresivamente en los días, ahora, tenemos casi un millón trescientos mil venezolanos en nuestra casa, además de los colombianos que han retornado, ochocientos mil. Las distintas Diócesis de la frontera: Riohacha, Valledupar, Tibú, Nueva Pamplona, Ocaña, Málaga-Soatá, Arauca, los Vicariatos de Puerto Carreño y Vichada.El drama de estos hermanos ha tocado también a las ciudades donde otras comunidades de nuestras Iglesiashan atendido esta gran crisis, ayudando a los hermanos que sufren.Sólo la Diócesis de Cúcuta ha entregado más de ochocientos mil desayunos y más de un millón cuatrocientos mil almuerzos a estos hermanos en condiciones deplorables. Un gran número de laicos voluntarios, religiosas y religiosos, sacerdotes han atendido esta gran emergencia, con caridad, amor y fraternidad. En los últimos días esta situación de necesidad, la falta de alimentos y medicinas ha hecho aumentar el flujo de hermanos que vienen a Colombia y, previsiblemente, tendremos muchos Venezolanos que para poder sobrevivir pasaran la frontera, familias enteras. Nos corresponde orar mucho para que esta nación encuentre un camino que resuelva sus situaciones internas, respetando la libertad, la capacidad de escoger cada nación su destino y, especialmente respetar la dignidad de la persona humana. Al momento, en el horizonte no se ve una solución a este momento político de Venezuela, van llegando muchos hermanos, muchos niños y jóvenes que tenemos que ayudar y acoger con gran responsabilidad social y con fe, en la caridad de Cristo. Como nos ha repetido el Papa FRANCISCO, en el hermano que sufre, podemos ver y besar la “Carne de Cristo que sufre”. Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo y doctor nos enseña que hacer “limosna es un acto de caridad favorecido por la misericordia” (S. Th. II-II, q. 1), pero nuestra ayuda a estos hermanos es algo más, son nuestra familia que sufre, somos el mismo pueblo y con las mismas raíces, pero que nos ha separado la historia. Cada uno de los oyentes de este programa puede empeñarse en ayudar a estos hermanos, con una palabra de aliento, con un trabajo justamente remunerado, facilitando su camino y sobre todo sembrando en ellos esperanza de un futuro mejor.Esta es una gran oportunidad para vivir el amor al prójimo, para cumplir aquello que nos relata el evangelio de San Mateo: “tuve hambre y me disteis de comer… tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis”. (Mt 25, 35-36). Se acerca una gran crisis, el sufrimiento de nuestros hermanos venezolanos crece, oremos intensamente por ellos y ayudémoslos con gran fe.

Mié 27 Mar 2019

San José, justo y custodio

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Hemos celebrado, el pasado 19 de marzo, la Solemnidad de San José, Esposo de la Santísima Virgen María, un día de júbilo y de fiesta en nuestra Iglesia Particular de Cúcuta, ya que no solo veneramos su figura como padre adoptivo de Jesús y modelo de fe en la Iglesia, sino que por él, nuestra Diócesis tiene además un particular cariño, puesto que es el Patrono, de nuestra Ciudad, nuestra Diócesis, el Seminario Mayor, Seminario Menor, y la Catedral. Al poner nuevamente la mirada en San José, debemos descubrir en este hombre sencillo la capacidad que tuvo de asumir en su vida los planes de Dios. Como hombre justo no solo quiso repudiar en secreto a la Virgen María (Mt 1, 19), sino que antes de cumplir una ley humana fue cumplidor de la voluntad divina, como lo afirma San Bernardino de Siena, en uno de sus sermones: “Esa es la actitud justa que admiramos en José, pero es justo no ante la ley de su pueblo, es ante Dios, aceptando totalmente su voluntad, y lo demuestra al alejarse de María en silencio, en secreto. El nos revela el misterio de la concepción virginal del Hijo de Dios en María”. No por ello debemos excluir que humanamente José no siente dudas ante el misterio que está envolviendo su vida y la de su Esposa la Santísima Virgen María, existen dudas sí, pero su amor y su fe en Dios, le llevan a vivir sus dudas en el silencio amoroso de esperar que la obra de Dios se realice en favor de la humanidad y del plan de Salvación que el Padre quiere realizar en su único Hijo. San José como hombre justo (Mt 1, 19), fue elegido por Dios, para que hiciese las veces de padre de Nuestro Señor Jesucristo, y fuese fiel custodio, no solo de la Santísima Virgen María, sino un fiel custodio del Verbo Eterno del Padre, un custodio por amor que desde el momento en que se realiza en la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, la concepción virginal, asume con absoluta fidelidad el encargo de Dios. José trabaja en el oficio de artesano para alimentar y cuidar de su Hijo putativo Jesús y de su esposa María procurándoles todo lo necesario y conveniente para vivir con dignidad. Pero también en el peligro inminente asume su rol de custodio, escucha con fe las palabras del ángel: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2, 13). Al escuchar atento estas palabras del ángel, se levanta y de noche cuida y protege su hogar emprendiendo camino a Egipto. Sin duda que San José es un modelo de virtudes tanto para la Iglesia universal, como para nuestra Iglesia particular de Cúcuta, puesto que el mismo San José revela el gran misterio de la paternidad del Padre Celestial sobre Jesucristo y sobre cada uno de nosotros. San José puede enseñarnos a vivir en el amor al Padre confiando en su bondadosa paternidad. Hoy a muchos padres de familia en esta zona de frontera, San José les muestra el camino para amar, custodiar y cuidar a sus familias, tal como lo afirmó Su Santidad Benedicto XVI: “él, que custodió al Hijo del Hombre. También cada padre recibe de Dios a sus hijos, creados a imagen y a semejanza de Él. San José fue el esposo de María. A cada padre de familia se le confía igualmente, mediante su propia esposa, el misterio de la mujer. Como San José, queridos padres de familia, respetad y amad a vuestra esposa, y guiad a vuestros hijos hacia Dios, hacia donde deben ir (Lc 2, 49), con amor y con vuestra presencia responsable”. Que San José haga de nosotros, hombres y mujeres llenos de Dios, que nos caractericemos por vivir la justicia, asumiendo con fe y amor la voluntad de Dios, para que en el silencio de nuestra oración, en este tiempo de cuaresma, descubramos cuanto nos pide el Padre Celestial, siendo custodios amorosos de los dones, carismas y ministerios, que el mismo Dios nos ha infundido y nos ha confiado. Terminemos esta sencilla reflexión orando a San José con las mismas palabras de San Bernardino de Siena: “Acuérdate, pues, de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tus oraciones ante tu Hijo; haz también que sea propicia a nosotros la santísima Virgen, tu esposa, que es madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos infinitos”. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de Cúcuta

Lun 11 Feb 2019

La dimensión social de la evangelización

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - En estos días hemos estado reunidos los obispos católicos de Colombia para la realización de la 107ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Colombia, en ella nos hemos encontrado los pastores de la Iglesia colombiana para reflexionar y compartir en torno a un gran tema: La dimensión social de la evangelización y el compromiso socio-político del cristiano. Los Arzobispos, Obispos y Vicarios Apostólicos han llegado desde los distintos rincones de Colombia, de las grandes ciudades y de los territorios más alejados, de contextos urbanos o rurales. Como pastores del Pueblo de Dios, nos hemos propuesto reflexionar sobre la situación y compromiso que la Iglesia tiene para afrontar la realidad social de nuestra Patria. El tema afrontado es bien importante, pues la Iglesia realiza su tarea de anuncio del Señor en medio del mundo y, además pastores y fieles viven y están insertos en una realidad social concreta a la cual tienen que aportar necesariamente en su condición de ciudadanos. La fe nos lleva a mirar a Cristo y a responderle con generosidad en hechos concretos de nuestra realidad diaria. Necesariamente la aceptación del mensaje de salvación nos lleva a dar generosamente a otros ese mensaje de vida, mostrando que Cristo es el camino, la verdad y la vida. La tarea de la Iglesia es el anuncio alegre de Cristo, que no es otra cosa que la evangelización, dar razón de la buena noticia del maestro. Esta tarea fue recibida de Cristo: Id al mundo entero y predicad el evangelio (Marcos 16, 15). Es la buena noticia de Dios que se nos manifiesta en Jesús, una nueva perspectiva de lo social y del mundo que está contenida en la Doctrina social de la Iglesia. San Pablo, en la Carta a los Gálatas (1, 16) nos presenta cómo hay que dar razón de esa buena noticia del Señor a todos los hombres. Esta tarea evangelizadora quiere hacer participar del mensaje salvador a los hombres y mujeres de todo el tiempo y en condiciones muy diversas. La evangelización es hacer participar de esta buena noticia, de vida eterna a todos los hombres. La acción evangelizadora se realiza en el mundo, en la historia, en las condiciones concretas de los hombres y mujeres. La aceptación del mensaje de Cristo, comporta también una adecuación de los comportamientos y formas de vida a las enseñanzas del Maestro. El texto del Evangelio de Mateo en el capítulo 28, nos da claridad sobre esto: “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 18-20). Esta invitación es a participar en la misión, con la generosidad para ir a todos los rincones de la tierra, con una verdadera generosidad y esfuerzo, como lo ha hecho la Iglesia y sus misioneros. También el mandato del Maestro comporta el “hacer los discípulos” llevándolos a vivir según este modelo particular de vida. En tercer momento es necesario enseñar a obedecer al Señor, poniendo en la vida, en los hechos y en la acción diaria de los cristianos, sus palabras. El trabajo de nuestra Conferencia Episcopal nos llevó en estos días a poner la atención en la realidad del país, como lo ha hecho siempre en su historia, en las realidades del nuevo contexto social en el cual nos movemos. Un análisis profundo y serio que se refleja en el mensaje que ha sido publicado. Son muy grandes los retos de este momento, para la construcción de la paz, para el análisis de grandes temas que ocupan el panorama nacional: la corrupción, el narcotráfico, el micro-tráfico, la pobreza, la urgencia del fenómeno migratorio de los venezolanos, la crisis educativa. Algunos elementos son parte de nuestro análisis de la realidad social, llevándonos a leer en clave evangelizadora: las referentes a la economía, la evangelización de la política, el cuidado del mundo y del entorno en el cual vivimos. La palabra de la Iglesia quiere iluminar la realidad social con la luz del Evangelio de Cristo, llevando a que la experiencia del Maestro marque profundamente la forma con la cual se analice, cuide y explicite la construcción de un mundo en el cual se cumpla el plan de Dios para la historia humana. Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Mié 31 Ene 2018

Obispo de Cúcuta pide caminos más concretos para ayudar a venezolanos

Este es el llamado que hace el obispo de Cúcuta, monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, al Gobierno Nacional, sin desconocer la presencia que éste ha hecho frente a la emergencia que se vive en la frontera con los migrantes venezolanos. El obispo en un video mensaje afirmó que en las dos últimas semanas se ha duplicado el número de venezolanos que entran por la frontera a territorio colombiano, en busca de alimento, medicina y ayuda humanitaria. “El fenómeno ha crecido en las dos últimas semanas, prácticamente es el doble de los que pasaban hace un mes. Muchos de ellos con necesidades ingentes, con una gran pobreza, con grandes dificultades vienen a buscar alimentos y medicinas (…) Es dramática la presencia de tantos niños y mujeres en embarazo que vienen a Cúcuta para buscar recursos, atención médica y vacunas para sus niños”, afirmó el prelado. Así mismo, recordó que la Iglesia ha respondido a esta problemática, desde hace más de dos años. Primero atendiendo el tema de deportaciones a colombianos y en los últimos tiempos la migración de venezolanos a Cúcuta. Según el informe entregado por esta jurisdicción, son 8 casas de ayuda que se han abierto en las parroquias de las periferias y una casa de paso en la Divina Providencia ubicada en la parroquia de San Pedro a unos 100 metros de la frontera, donde se atienden diariamente unas 1.500 raciones de comida a las personas que allí se acercan. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar informe[/icon] Monseñor Ochoa Cadavid dijo que a pesar de los titulares de prensa que muestran una xenofobia contra los venezolanos, resaltó el compromiso de entrega de los más de 200 agentes pastorales que vienen atendiendo caritativamente los comedores comunitarios. Finalmente, hizo un llamado para que todos los colombianos se comprometan a ofrecer una ayuda a estos hermanos venezolanos, que en algún momento de la historia acogieron en su país a los colombianos. Fuente: Video oficina de comunicaciones diócesis de Cúcuta