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Opinión

Lun 27 Feb 2017

Siete consignas del Papa Francisco para la Cuaresma

Por: Monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero: Como es ya usual, el Santo Padre ha entregado a la Iglesia un mensaje para la Cuaresma. El del papa Francisco para este 2017 se titula: “La palabra es un don, el otro es un don”; en él nos propone una reflexión en torno a la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16, 19-31). Conviene que todos leamos y meditemos este mensaje del Papa. Entretanto, quiero compartir las que, a mi modo de ver, son las principales consignas que Su Santidad Francisco nos ha entregado para vivir esta Cuaresma. Vivamos la Cuaresma como un camino que nos lleva a un destino seguro: Este tiempo penitencial es, en primer lugar, un itinerario que nos conduce hacia la noche pascual, esto es, hacia el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor, con el que nos ha sido dada la verdadera libertad y la vida. No nos contentemos con una vida mediocre: ¡Cuán fácil es mantenerse en lo que hoy suele llamarse “zona de confort”! La Cuaresma nos invita, en cambio, a avanzar, a ir más allá, a crecer en la amistad con Jesús, en una palabra, a la conversión. Intensifiquemos la vida espiritual: Lo haremos si nos tomamos en serio las prácticas que la Iglesia tradicionalmente nos recomienda para este tiempo; ellas se resumen en el ayuno, la oración y la limosna. Hay que vivirlas no por apariencia sino con sinceridad, desde el corazón. Reconozcamos en el otro un don de Dios: Es la invitación central, puesto que la Cuaresma nos ha de llevar a abrir nuestro corazón a los hermanos y a darnos cuenta del regalo que Dios nos hace en ellos; se trata de ver en los demás el rostro de Cristo. El Papa se refiere concretamente a la oportunidad de cambiar de vida que se suscita en nosotros por medio del encuentro con el prójimo: Cada vida que encontramos en el camino, particularmente la de los más pobres y débiles, merece acogida, respeto y amor. No nos dejemos cegar por el pecado: Cuando nos apartamos de Dios realmente estamos ciegos. Nos enceguecen la soberbia, la vanidad, la codicia, el egoísmo; también la ira, la división y la violencia. Estas cegueras nos impiden ver el regalo de Dios en el otro y nos llevan a una vida sin consistencia, vacía y sin rumbo. Abramos los oídos y prestemos atención a la Palabra: También la Palabra es un don, nos dice el Papa. Y es necesario dejarnos conducir por ella, ya que es lámpara para nuestros pasos y luz en el sendero. En esta escucha y práctica de los mandamientos divinos tenemos la vía segura para alcanzar las promesas eternas del Señor. En síntesis, “la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo”: Ésta es la senda de la auténtica renovación. No echemos en saco roto la gracia que Dios, Padre bueno y misericordioso, nos ofrece en este tiempo cuaresmal. Compartamos lo que tenemos, sea poco o mucho, como expresión de reconocemos el don que nuestro prójimo significa. Que la indiferencia o insensibilidad no nos hagan frente a las necesidad de quien está a nuestro lado. + Elkin Fernando Álvarez Botero Obispo auxiliar de Medellín