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Paz

Lun 3 Oct 2016

Educación organiza congreso de educadores y paz

Del 24 al 26 de octubre en instalaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) se realizará el Encuentro Nacional de Educadores que tendrá como tema: "orientaciones pastorales para la educación en Colombia". Este evento está orientado para que los docentes del país puedan se actores en la construcción de escenarios de reconciliación y paz en el país. El evento contará con la presencia de monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y vicepresidente del episcopado colombiano, Padre Mario Leonardo Peresson Tonelli, teólogo y pedagogo salesiano, Sor Cony Arango, representante de la Escuela Católica y el padre Darío Echeverri, director de la Comisión de Conciliación Nacional del episcopado. [icon class='' link='']DESCARGA CARTA DE INVITACIÓN[/icon] [icon class='' link='']FICHA DE INSCRIPCIÓN[/icon]

Mié 28 Sep 2016

Iglesia convoca a jornada de oración por Colombia

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) invitó al pueblo colombiano a celebrar una Jornada de Oración por la paz ante el Santísimo Sacramento el próximo jueves 29 de septiembre en todas las comunidades parroquiales, movimientos apostólicos, seminarios y casas de formación religiosa. En una carta del 20 de septiembre firmada por Mons. Elkin Fernando Álvarez Botero, Secretario General del Episcopado, se informa que la CEC preparó “ayuda litúrgica que incluye textos bíblicos, reflexiones y oraciones que pueden motivar a las comunidades reunidas para la oración delante del Santísimo Sacramento”. Monseñor Álvarez Botero será el encargado de presidir la eucaristía que se celebrará mañana jueves 29 a las 7:00 am en la sede de la Conferencia Episcopal. Luego de este acto litúrgico se realizará a las 8:00 am.la Hora Santa guiada por el padre Jairo Montoya, director del Departamento de Liturgia del Episcopado. Esta jornada de oración será transmitida por el canal católico CRISTOVISIÓN. Descarga esquema de oración Descarga Invitación Descarga temas de los mensajes Descarga Artículo de opinión Mons. Ricardo Tobón Restrepo

Mar 27 Sep 2016

Jornada de oración por Colombia

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - La Conferencia Episcopal nos ha invitado para que, el próximo 29 de septiembre, hagamos en todas las parroquias, en cada una de las instituciones católicas y a nivel personal una Jornada de Oración por Colombia. Pablo VI enseñaba que la oración es un recurso muy valioso para construir la sociedad “por sus maravillosas energías de tonificación moral y de impetración de trascendentes factores divinos, de innovaciones espirituales y políticas; y por la posibilidad que ella ofrece a cada uno para examinarse individualmente y sinceramente acerca de las raíces del rencor y de la violencia que pudieran encontrarse en su corazón” (1.1.1967). El Catecismo de la Iglesia Católica nos indica que la intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús, quien es “capaz de salvar perfectamente a los que por El se llegan Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor” (Hb 7,25). Luego señala que interceder es lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios, porque el que intercede busca “no su propio interés sino el de los demás” (Fil 2,4). Y añade, finalmente, que las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de participación, llamadas a orar “por todos los hombres y por todos los constituidos en autoridad” (Hech 12,5; 1 Tim2,1; CCE 2634 ss). Orar por Colombia es ver a Dios vivo que actúa en las historia de los pueblos y pedirle que venga en nuestra ayuda porque lo necesitamos. Es presentarle nuestras heridas para que las cure y entregarle todo lo que nos agobia para que nos sostenga y alivie. Es decirle que queremos ser una nación libre y justa para que nos ayude a desarrollar nuestra identidad. Es ponernos ante Él para que nos llame desde adentro a la verdad y a la solidaridad. Es permitirle que nos purifique de los pecados que están corrompiendo la personalidad propia que debe tener nuestra patria. Es lograr, con su luz y con su fuerza, acrecentar nuestro compromiso de trabajar decididamente por el bien común. Sin estos elementos la nación no existe. Debemos orar para tener la libertad de los hijos de Dios. Sólo con esa libertad se pueden superar la lucha entre grupos y facciones, la confrontación ideológica que oscurece el horizonte de una nación, la brecha entre ricos y pobres, el egoísmo que clasifica, atropella y excluye a los otros, el odio que genera divisiones, venganzas y muerte. El camino de los hijos de Dios lleva a buscar en todo la verdad y a desterrar el mal. Este es un camino de sabiduría que se debe aprender a recorrer cada día. La señal de que vamos por el camino de Dios es que va desapareciendo el temor, la violencia y la angustia. Por este camino se va llegando a un desarrollo integral para todos y se va renovando la esperanza. El temor y la desesperanza matan a un pueblo. Todas las personas se pueden equivocar, todos los recursos pueden resultar insuficientes, todos los proyectos pueden fallar; el único que no defrauda es Dios. Por eso, debemos apoyarnos totalmente en Él. Un pueblo que ora, es un pueblo que se encuentra con su responsabilidad y su destino, que se convierte y se une para un trabajo en común, que se abre al proyecto de Dios y se compromete a realizarlo. Esta Jornada de Oración implica ponernos a disposición de Dios para que se realice su voluntad sobre nosotros; permitir que él ilumine y dirija nuestra vida para que a través de nosotros haga lo mejor que sea posible en este momento de nuestra patria. Un pueblo sin espíritu nunca será justo, ni libre, ni feliz. Necesitamos a Dios. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 27 Sep 2016

"Colombia debe reencontrarse y reconstruirse": Card. Parolin

Reencuentro y reconstrucción, dos palabrasque utilizó el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, para hacer referencia al proceso que vive nuestro país. Así lo manifestó el purpurado previo a la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias FARC-EP que se realizó en la parroquia San Pedro Claver en Cartagena este lunes. El purpurado, en representación del Papa Francisco, identificó la palabra encuentro como una de las claves para aliviar el dolor que ha causado la guerra a millones de colombianos. "Desde el encuentro Colombia debe aliviar el dolor de tantos habitantes humillados y oprimidos por la violencia. Debe detener el odio y cambiar el rumbo de la historia", afirmó. La segunda clave está enmarcada en la palabra reconstrucción, no sólo de las instituciones, sino sobre todo de la persona humana. En este marco dijo que el mejor método para hacer esta tarea es "acercarse a la persona herida, sin restricciones de tiempo hasta el punto de identificarse con ella". "La paz va más allá de ciertas estructuras o convenciones y se centra en la reconstrucción de las personas.", afirmó el representante del Papa. Cardenal Pietro Parolin recordó que al igual que San Pedro Claver, quien en su tiempo cuidó de los esclavos y mercaderes que llegaban a esta tierra "desarraigados y heridos en la dignidad", hoy millones de colombianos tienen la necesidad de ser "rescatados y amados". Invitó a construir un futuro diverso donde se puede vivir sin masacrarse y en el cual se puede poseer convicciones diversas, en el marco del respeto de las reglas democráticas y la dignidad humana. "Es preciso asumir el riesgo de convertir cada Iglesia y cada parroquia en un hospital de campo donde se puedan reencontrar quienes experimentaron las atrocidades y quienes actuaron desde la orilla de la violencia", aseguró. Manifestó que los colombianos deben ser conscientes de que se está viviendo el fin de una negociación, y que éste es el inicio de un proceso que todavía está abierto al cambio. Subrayó que este proceso requiere del respeto y aporte de todos los colombianos. Finalmente recordó que Dios es la luz para el camino y para las decisiones al calor del respeto, escucha y diálogo de forma libre, informada y a conciencia.

Jue 22 Sep 2016

Cardenal Parolin celebrará Eucaristía en la catedral de Bogotá

El cardenal Pietro Parolin, dentro de los actos programados por su visita a Colombia, presidirá la Eucaristía que se celebrará el próximo 25 de septiembre en la Catedral Primada de Bogotá. La Misa será una acción de gracia por Colombia y realizará desde las 12m. Será concelebrada por el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Ettore Balestrero, junto con los Vicarios Episcopales y los obispos auxiliares de esta Arquidiócesis, según se informa en el sitio web de la Arquidiócesis de Bogotá. El lunes cardenal Pietro Parolín estará en Cartagena presenciando la firma del Acuerdo de Paz.

Mar 20 Sep 2016

La paz es un arte

Por Mons Omar de Jesús Mejía Giraldo - El hoy de nuestra existencia, es trabajar por la paz. La paz si es posible, pero cuando la asumimos como tarea de todos, cuando la construimos paso a paso, cuando somos conscientes que necesitamos que todos, todos, todos… nos sintamos artesanos y no simples receptores o espectadores pasivos y sobre todo, cuando como personas de fe somos conscientes que éste don preciado es un regalo que debemos pedir a Dios con esperanza y confianza. 1.La iglesia diocesana, constructora de paz Desde siempre el ser humano ha necesitado construir una sociedad en paz. Basta sólo observar la historia bíblica y comprobamos que la paz es necesario armarla entre todos y no es responsabilidad, deber o derecho, solo de unos cuantos, no. La paz es tarea de todos. En el paraíso el hombre es desobediente a Dios y pierde su armonía…, Caín asesina a su hermano Abel, es condenado a estar vagabundo purgando su pena… El pueblo de Israel es infiel a Dios y termina siendo esclavo de Egipto y de las grandes potencias del momento… Los profetas tienen la tarea de anunciar al “mensajero de la paz”, al Mesías, al Señor. Miremos lo que anuncia Miqueas 5,5: “Y Él será nuestra paz”. Cuando Jesús, el Señor, mensajero de la Paz, artífice de la Paz, hace su morada entre nosotros, estaba en pleno apogeo el proyecto de “Pax romana”, iniciado por Augusto Cesar (Lc 3,1-6). Con esto, quisiera, desde luego, valorar enormemente el esfuerzo que hacen los gobiernos y la sociedad civil por construir la paz. Todos queremos la paz. La paz es posible. Pero es necesario que entre todos la armemos, que entre todos la construyamos. El Papa Francisco utiliza una expresión oportuna: “Artesanos de la Paz”. De esto se trata, de una paz que se edifique sobre el cimiento de la ética y la moralidad, de la honestidad y el respeto, del perdón y la reconciliación, del amor y la fraternidad. Con mucha frecuencia nos preguntan: ¿Para la iglesia cuál es el proyecto de paz? ¿La iglesia qué opina del proceso de paz? ¿Qué le va a aportar la iglesia a Colombia para la construcción de la paz? Estas y muchas otras preguntas surgen de los periodistas y de la comunidad. Por favor, no se nos olvide que todos los bautizados somos iglesia y por lo tanto, cuando hablamos de iglesia, estamos hablando de una responsabilidad de todos. Además, para la iglesia, es bien claro que con el concilio Vaticano II, se insertó en su corazón, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, donde la iglesia como “Instrumento Universal de Salvación” (LG 1), se quiso poner acorde con las circunstancias de la época, optó por ser más dialógica y así poder convocar a toda la sociedad a un diálogo más abierto, buscando construir una sociedad fraterna y en paz. Es necesario retomar la constitución dogmática “Gaudium et Spes”. El concilio además, con el objetivo que se propicie una mayor fraternidad entre todos, nos invita a abrir las ventanas de la fraternidad y construir entre todos: Católicos, hermanos separados, las grandes religiones, ateos, agnósticos y personas de buena voluntad un ambiente de paz y fraternidad. De igual manera es necesario valorar enormemente todos los aportes de los Pontífices: Juan XXIII, Pacem in Terris; Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, sus mensajes de paz…; Juan Pablo II, todas sus encíclicas sociales, los mensajes de paz de cada año (enero 1), populorum progressio, en fin… De igual manera Benedicto XVI, su primera encíclica, “Deus Caritas est”, es toda una encíclica, donde el Papa, propone la construcción de la Paz, como ejercicio fundamental de la iglesia en la vivencia de la caridad cristiana. El Papa Francisco, con su carisma y entrega es el gran mensajero de la paz en el mundo actual. Durante su pontificado, siempre nos ha hablado e insistido sobre la necesidad de construir un mundo donde reine la paz. Algunos apuntes del Papa sobre la paz: "Es el diálogo el que hace la paz. No se puede tener paz sin diálogo". "El perdón, el diálogo y la reconciliación son las palabras de la paz. A las guerras en enfrentamientos armados se suman guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios también destructivos de la vida, de las familias y de las empresas” (Dic. 12 2013. Primer mensaje de paz). "Hay que derribar los muros de la desconfianza y del odio promoviendo una cultura de reconciliación y solidaridad". "Quien habla de paz y no la hace está en una contradicción. Y quien habla de paz y favorece la guerra con la venta de armas es un hipócrita". 2. El acuerdo paz Se ha firmado un acuerdo de paz entre el gobierno nacional y las farc., ¿se firma realmente la paz? Seguramente que el acuerdo va a significar muchísimo para éste momento histórico de Colombia y en mundo; desde luego que la firma cuenta, pero, ¿será éste el fin del conflicto? Tengamos en cuanta lo siguiente: La paz no depende solo de la voluntad de dos partes... La paz es construcción de todos. La paz es un proyecto a largo plazo. “La paz es un arte”. La paz es un camino. La paz desde la fe es un don de Dios. Todos, todos…, debemos trabajar por la paz… ¿Cuál debe ser entonces el aporte de la iglesia? Evangelizar, anunciar a Jesucristo, el mensajero de la paz. La iglesia posee la enorme tarea de hacer bien lo que le ha encomendado el Señor: “Vayan por todo el mundo, anunciando el evangelio”; es decir, la iglesia debe anunciar buenas noticias, la iglesia tiene que ser constructora de comunidades fraternas y en paz. La iglesia debe preocuparse en todo tiempo y lugar por hacer bien lo que siempre ha hecho y lo que debe saber hacer: “ser fraterna y acogedora…” La iglesia tiene que ser instrumento universal de salvación” (LG 1). La iglesia no puede olvidar la tarea de ser mensajera e instrumento del Señor para ejercer la misericordia, la compasión y la solidaridad. La iglesia es hogar de perdón y reconciliación. Todo lo que la iglesia realiza en bien de la persona humana es y tiene que ser construcción de paz. La iglesia no se puede dar el lujo de ser indiferente frente a la paz, pero tampoco puede enredarse en situaciones políticas y quedarse anclada en proyectos meramente humanos. La iglesia no puede olvidarse que su vocación es eterna, trascendental. La iglesia debe recordar continuamente que su alianza es con el Señor y con Él, la alianza es estable y permanente; desde esa alianza eterna, la iglesia sabe que el compromiso por construir la paz, lo asume porque es su vocación, porque es un mandato, porque es un compromiso con Dios y por lo tanto con el ser humano, con la persona, con el hombre, la creatura que Dios ha amado en sí misma, porque es su “imagen y semejanza”. Por eso, la iglesia sabe que evangelizando está construyendo sociedad y en la medida que edifica comunidades justas y fraternas, le está aportando a la “dignidad de vida” de las personas y por lo tanto, una persona, que siente que su vida es digna vive en paz. La iglesia vive del amor de Dios y desde el amor de Dios ama y sirve a los hermanos. La Madre Teresa de Calcuta solía decir: “El fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. La iglesia es servidora de la verdad y por eso es servidora y constructora de paz. La iglesia sabe que su trabajo por la paz es un proyecto de su vocación a lo eterno; por eso, la iglesia para trabajar por la paz, no puede esperar que sea un “mandato del político de turno”, no. La misión implícita de la iglesia es anunciar a Jesucristo “el Príncipe de la Paz”. 3. En Colombia todos tenemos la tarea de ser “Artesanos de la paz” Ésta expresión del Papa Francisco le ha dado la vuelta al mundo. Es un término que debemos acuñar con todo su imperativo categórico en el Caquetá y en Colombia. Todos conocemos ya sea por información o por vivencia propia lo que ha significado la situación de violencia en nuestra región. Sin embargo, tenemos que decir que éste es un país y un departamento que cuenta con innumerables riquezas, no sólo naturales, sino humanas y culturales. ¡Cómo no valorar el esfuerzo Magno que muchísimas personas a lo largo y ancho de la geografía de nuestra querida Colombia y nuestro querido Caquetá han realizado, para con ello contribuir al desarrollo armónico de ésta bella región del continente americano. “La Paz en el en Colombia, en el Caquetá”. Quisiera sobre todo insistir en que La Paz la construimos entre todos y a través de los pequeños detalles de cada día. Aprovechó la Palabra de Dios para decir algo al respecto, dice Jesús en el evangelio: “El que les dé a beber un vaso de agua, porque siguen al Mesías, les aseguro que no se quedará sin recompensa” ( Mc 9, 41). Ésta tiene que ser nuestra convicción, todo aquel que aporte desde su vocación, profesional o misión algo por construir La Paz no se quedará sin recompensa. ¿Y cuál será la recompensa final de todo aporte en función de construir La Paz? La respuesta está dada, el resultado del aporte generoso de cada día, a través de los pequeños detalles será la misma Paz. Pero bueno ¿y qué es La Paz? Desde la convicción de fe, La Paz es un don, lo dice Jesús en el evangelio: “Mi paz les doy y mi paz les dejo” (Jn 20,19-21), “no la doy como la da el mundo”. La Paz recibida como don termina en una “decisión y convicción ética” que implica responsabilidad social y comunitaria. Por eso, desde la fe, debemos también y con mayor razón aportar en la construcción de paz. Desde la humanidad misma, La Paz es una construcción entre todos, por eso, debemos insistir que aunque, en Colombia y en el Caquetá puedan existir convicciones religiosas diversas, pensamientos diferentes, no podemos estar divididos en la lucha por construir La Paz. Otro elemento fundamental a tener en cuenta es saber también qué La Paz es mucho más que ausencia de guerra. La Paz no es simplemente un fin, La Paz es un camino, que tenemos que recorrer todos unidos, unos y otros pensando y construyendo un mismo ideal: la fraternidad y la hermandad. ¿Y cómo construir La Paz? ¿Qué aportes podemos dar cada uno para vivir en paz? Lo primero, primero..., es creer que La Paz es posible. Aunque La Paz, desde luego, cuenta con las circunstancias de cada momento, por ejemplo, el “instante vital” de hoy: los acuerdos del gobierno y las FARC; es necesario comprender que La Paz va muchísimo más allá que los meros acuerdos. Los acuerdos son insumos necesarios para La Paz, si. Pero es urgente comprender que para construir una nación y un departamento en paz, todos debemos sumar en función del bien común y no restar. Todos debemos trabajar por ser justos y honestos… Todos debemos luchar con atrevimiento por erradicar la corrupción… Vamos todos a aportar herramientas para La Paz, con humildad propongo lo siguiente: Conversión de corazón: Desarmemos los espíritus. Conversión en el lenguaje bíblico es volver a la originalidad con la cual salimos del corazón de Dios: “Desde el principio Dios nos creó hombre y mujer, con el fin de constituir una sola carne” (Cfr Mc 10, 2-16). Conversión es entonces respetar la unidad y la unicidad de cada ser humano y aún más, la unidad y la unicidad de cada criatura. En este sentido podemos entender entonces que para construir La Paz es necesario volver a valorar enormemente, como dice el Papa Francisco, ésta casa común, la creación, la que todos debemos amar y respetar como amamos a nuestras propia madre y hermanos (Cfr Laudato si, 1,2). Para armar la paz es necesario respetar los derechos de los demás y vivir con responsabilidad los deberes de cada ciudadano. Perdonar: Perdonar no es decir borrón y cuenta nueva, ni pensar, aquí no ha pasado nada, no. Perdonar es reconocer la situación que nos ha llevado a herirnos mutuamente. Perdonar es superar la conflictividad entre tú y yo. Perdonar es superar las pequeñas dificultades de cada día. Por ejemplo: el perdón se vive en cada instante y circunstancia de la vida, se logra cuando una pareja de esposos, van a su lecho de descanso en la noche, después de haberse perdonado y reconciliado, por las pequeñas fallas dadas mutuamente durante el día. ¿Y cómo se da cuenta alguien que ya está empezando a perdonar? Cuando ya no se le desea el mal a la otra persona; cuando se tiene la capacidad de hacerle el bien a la persona que causó la herida; cuando la persona herida es capaz de orar por la persona que le causó el mal. El perdón es sobre todo un don de Dios. Decía alguien: “Perdonar es muy difícil”, cierto, aún más, humanamente, perdonar es imposible. Para perdonar se necesita la gracia de Dios. De ahí la gran importancia de la fe. “Porque para Dios nada es imposible” (Lc 1,37). Todo es posible para quien vive desde la fe. Mario Benedetti, poeta uruguayo, decía: “El perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora”. Fe y esperanza: La fe, decía el Papa Francisco, es “mirar la vida con los ojos de Dios”. En la Sagrada Escritura, Dios siempre, siempre..., manifiesta la esperanza en el hombre. La fe y la esperanza, junto con la caridad, son las tres virtudes teologales que no pueden faltar en la construcción de La Paz. Debemos creer en el otro, tenemos que creer que el hermano quiere y puede cambiar. Es necesaria la esperanza, porque sin ésta virtud no tiene sentido la vida, el ser humano tiene que vivir esperanzado en que un mundo mejor y más fraterno siempre será posible. Sin caridad, no hay operatividad de la fe y la esperanza, porque es la caridad la virtud que finalmente engloba todas las virtudes humanas y sociales. Es la caridad, la virtud que hace creíble las demás virtudes humanas, sociales y religiosas. Unidad: Uno de los mayores retos que tenemos en Colombia y en el Caquetá, si queremos vivir en paz es el de creer en el otro y en los otros, creer en todas las instituciones y organizaciones que queremos aportar en la construcción de región. La unidad no es simplemente la suma de esfuerzos, es un inicio, pero no es suficiente. Unidad es capacidad de apostar todos por un mismo ideal. Unidad es interesarnos todos, por un proyecto común. El gran reto que tienen nuestro líderes y gobernantes es precisamente el de luchar por la unidad, para que entre todos construyamos un Caquetá en paz. Inversión social de contexto. Somos Amazonia. No podemos olvidar que la Amazonia es el gran pulmón del mundo y por bondad de Dios, por circunstancias mil y sobre todo por amor e identidad regional estamos en el Caquetá, puerta de entrada a la gran Amazonia, constituida por nueve países. Tenemos una gran responsabilidad histórica, estamos en el norte de la Amazonia y todo lo bueno o malo que hagamos los del norte, repercutirá en los del sur. La responsabilidad es inmensa y desafiante. Tenemos que respetar, amar y trabajar todos unidos por preservar este paraíso Amazónico, así le sumamos todos a La Paz. Oración. “Pidan y se les dará, llamen y se les abrirá, busquen y encontraran”, con ésta sentencia Jesús el Señor, invita a sus discípulos que tengan confianza en el Padre celestial, quien como ser bueno, dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Sin oración no hay vida cristiana auténtica. La oración es para la persona de fe como el aire que respira. La oración es el medio a través del cual hacemos contacto con el Padre misericordioso. Por eso, una de las mayores convicciones que hemos de profesar siempre, siempre…, es la de la oración. Dice la novena de navidad: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Pedir con fe, pedir confiando, pedir con insistencia, pedir con esperanza, esto es lo propio de nosotros. Tenemos que creer en el poder de la oración. Tenemos múltiples caminos pedagógicos para la oración, pensemos por ejemplo: En la Santa Misa, centro y culmen de nuestra vida cristiana. La oración con la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, debe ser nuestro texto de cabecera, allí contemplamos al príncipe de la paz. Si vivimos realmente desde la Palabra y para la Palabra de Dios, construimos paz. Es la Palabra de Dios la mejor herramienta para construir el edificio de la paz. Pensemos simplemente en las bienaventuranzas (Mt 5), “bienaventurados los que trabajan por la paz”. El santo rosario, la historia de amor y devoción a la Santísima Virgen María, es una herramienta maravillosa que muchas personas y culturas han tenido en cuenta en la lucha por la paz. Se trata de un instrumento sumamente sencillo y eficaz. En el santo rosario contemplamos el misterio de la muerte y resurrección del Señor, “príncipe de la paz”. En el santo rosario contemplamos la misión de María, proclama las maravillas que Dios ha hecho en ella. Oremos, oremos con el santo rosario, veremos cuanto bien nos hace y cómo a través de ésta preciosa oración construimos paz y fraternidad. Sanación interior. Si algo se convierte en una exigencia fundamental en éste momento histórico es el trabajo mancomunado por la paz interior o sanación de corazón. En Colombia y específicamente en el Caquetá existe mucho dolor y mucho es mucho. La violencia que se ha sembrado en nuestra región ha hecho que incluso por generaciones se viva sumidos en el dolor. Hay dolor por la desaparición forzada de seres queridos, por desplazamientos forzados, por abusos generalizados de las fuerzas que se han diputado y se siguen disputando el territorio… Con mucho dolor nos encontramos al compartir con las gentes del Caquetá: padres asesinados, madres asesinadas, hijos asesinados y desaparecidos, abusos sexuales, violencia intrafamiliar, violencia entre amigos y vecinos… Discernimiento y diálogo. Ninguno nació aprendido, nadie está hecho. El ser humano es un ser en continua evolución. “Es la vida la que lo forma a uno”. Nadie puede decir que posee un dominio absoluto del mundo, ni siquiera del mundo más próximo. ¡Cuantas veces, un simple mugre en el ojo, nos genera molestia y nos quita la paz!. Discernimiento y diálogo quiere decir, que debemos estar continuamente abiertos a las circunstancias de cada momento histórico, de cada “instante vital” del mundo, de la iglesia, de las comunidades y sobre todo de cada persona. El mejor acompañamiento es el que se hace “cuerpo a cuerpo”. “Nadie es perfecto, pero quien quiere ser nadie”. Absolutamente todos estamos en construcción… Todos aprendemos de todos. Discernimiento y diálogo para leer los signos de los tiempos, para saber cuál es el camino a seguir. Discernimiento y diálogo para descubrir el querer de Dios en el hoy de la existencia. Realmente, realmente, sólo se cuenta con el momento presente. Por eso, debemos vivir el presente con esperanza y optimismo. No podemos ser aves de mal agüero. No podemos ser profetas del pesimismo. Somos agentes evangelizadores y evangelizar es dar buenas noticias. No se nos olvide lo que decía el Papa Pablo VI: “La iglesia existe para evangelizar”. Tenemos que ser constructores de una nueva civilización, la civilización del amor, de la paz, de la cultura ciudadana, de la cultura de la vida. Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Lun 19 Sep 2016

Educación y culturas prepara Encuentro Nacional de Educadores

El Departamento de Educación y Culturas de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) organiza el Encuentro Nacional de Educadores que tiene como tema: "Orientaciones Pastorales para la Educación en Colombia". Este evento se realizará en la sede del episcopado del 24 al 26 de octubre. Durante este evento los participantes podrán reflexionar cómo desde la educación se puede aportar a la construcción de escenarios de reconciliación y paz en el post-dialogo. [icon class='fa fa-download' link='']CARTA DE INVITACIÓN[/icon] [icon class='fa fa-download' link='']FICHA DE INSCRIPCIÓN[/icon] [icon class='fa fa-download' link='']PROGRAMACIÓN ENCUENTRO[/icon]

Lun 19 Sep 2016

Polarización

Por Mons. Ricardo Tobón - La fuerte polarización que está viviendo el país a raíz del próximo plebiscito sobre los acuerdos de La Habana es un problema serio, que amenaza la vida nacional. La sociedad se define, en efecto, como un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por un principio de unidad que supera a cada una de ellas. Es una asamblea que perdura en el tiempo, recoge la herencia del pasado y prepara a cada uno de sus miembros para el porvenir. El ser humano posee la tendencia a asociarse de forma espontánea para alcanzar conjuntamente aquellos objetivos que individualmente exceden su capacidad (Cf CCE, 1880-1882). Se explica que algunos están por el Sí porque la paz es un bien deseable para todos, porque se acepta que el diálogo es el mejor camino para llegar a la paz, porque se sabe que es preciso encontrar la forma de que todos podamos caber en el país, porque hay disposición para perdonar a fin de lograr una mejor convivencia de todos los ciudadanos, porque después de sufrir tanta violencia se vive en la esperanza de que termine o se aminore el conflicto. Otros optan por el No porque hay temor de que no se diga la verdad sobre todo lo que se proponen los acuerdos, porque hay desconfianza en el Presidente y en las FARC, porque se ven signos que coinciden con el proceso seguido por países vecinos en su camino hacia el socialismo, porque el pueblo no ha podido asumir unos compromisos hechos en un gran hermetismo y que no responden a sus criterios y expectativas, porque se piensa que hay un atropello a la justicia o al Estado de derecho. Para superar esta grave polarización es necesario, en primer lugar, que se conozca plenamente la verdad. La mentira, tanto cuando retiene como cuando falsea la información, es un verdadero cáncer de la sociedad; en efecto, tergiversa la realidad, genera desconfianza y es una injusticia que aprovecha la buena fe de los demás en favor de los intereses propios y ocultos. La mentira más temprano que tarde provoca nefastas consecuencias. La polarización desaparece cuando hay una meta, un gran ideal, un propósito común con el que la mayoría está de acuerdo. Cuando se presenta un proyecto que se necesita y que abre horizontes de bienestar para todos, hacia él convergen como de forma natural las voluntades. Por tanto, hay que proponer el bien común tan válidamente que todos estén dispuestos a trabajar juntos y a renunciar por él a algunas cosas. La polarización queda sin consistencia cuando se tiene la seguridad de que lo que se va a hacer cuenta con la aprobación y el aporte de todos sin forzar las cosas con presiones jurídicas o publicitarias. Un pueblo no se compromete con lo que no ha asumido porque antes no lo ha analizado o no tiene la certeza de que se realizará honestamente y sólo en función del bien común. Para que cese la polarización hay que crear las condiciones para el perdón y la reconciliación. No tiene lógica que una propuesta de paz acreciente la violencia. La violencia está en la sociedad porque primero está en el corazón de cada persona. Para romper el círculo vicioso de la confrontación se requiere la lucidez y la generosidad que lleven a los ciudadanos a acogerse, en un acto de benevolencia, los unos a los otros. Es necesario, finalmente, alcanzar de Dios la gracia de que nos abramos todos a su plan sobre Colombia y que así cesen las visiones y los proyectos personales que nos dividen y nos enfrentan. Si seguimos buscando la victoria de un grupo sobre otro por las armas o por la astucia nos quedaremos engendrando nuevas formas de agresividad; entonces, los procesos de paz pasarán por encima de cada uno de nosotros, que seguirá produciendo odio, injusticia y violencia. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín