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Paz

Mar 6 Dic 2016

Apartadó: Laicos analizan su rol en la Iglesia y en el mundo

Según el papa Francisco, los laicos, “son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo, a los que los pastores están llamados a servir y no a servirse de ellos”. Para hacer realidad este llamado, la diócesis de Apartadó invitó a un taller para reflexionar sobre el rol de los laicos en la iglesia y en el mundo. El evento que se realizó los días 3 y 4 de diciembre, contó con el saludo de bienvenida por parte del obispo de esa jurisdicción, monseñor Hugo Alberto Torres Marín y la presencia del director de la Pastoral Social y director de CORDUPAZ, padre Leónidas Moreno. Este espacio fue aprovechado para conversar con los asistentes sobre los planteamientos de la Doctrina Social de la Iglesia que quedan plasmados en el compendio de la misma y analizar el compromiso político del laico. En otro momento, el asesor de la Comisión de Conciliación Nacional Stephan Miethke, quién sirvió como facilitador del taller, realizó un recuento de la historia de la Doctrina Social de la Iglesia desde el Papa León XIII hasta el Papa Francisco, dejó en claro que la misión como laico requiere acción y remarcó la importancia de los laicos en la construcción de una Colombia reconciliada y en paz. Para contar con bases teológicas, en grupos reflexionaron algunos fundamentos bíblicos de la Doctrina Social. Los 50 laicos que participaron del taller aprovecharon este espacio para preguntar sobre como realizar una labor más activa, que permita acompañar los procesos que adelanta la diócesis de Apartadó. Este evento está enmarcado en el proyecto de "Acciones conscientes. Tu compromiso con el futuro" y cuenta con el apoyo de la Conferencia Episcopal. El mismo forma parte de una serie de talleres que se vienen organizando en diferentes partes del país, con el objetivo de formar a víctimas, sobrevivientes, supervivientes, agentes de pastoral y gestores de paz en herramientas de reconciliación en medio del conflicto. Fuente: Of. comunicaciones Comisión de Conciliación Nacional

Lun 5 Dic 2016

Adviento 2016

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - En medio de la encrucijada por la que está atravesando nuestro país, con las incertidumbres que están generando las controversias entorno de la aprobación e implementación del acuerdo de paz con las FARC, así como las inquietudes relacionadas con el inicio de los diálogos con el ELN y la posibilidad de entablar acercamientos con otros grupos armados, esto sin contar la aprobación y entrada en vigor de la reforma tributaria y la sensación del incremento de la pobreza y la inseguridad en tantos lugares, por mencionar sólo algunos aspectos de la vida ordinaria de los colombianos, puede darse la impresión de que para muchos se esté perdiendo la esperanza y de que la mirada hacia el futuro se esté nublando. En la Iglesia comenzamos el tiempo de Adviento. Es por excelencia el tiempo de la espera, de la llegada del Salvador, del “cielo nuevo y de la tierra nueva” como lo afirma el libro del Apocalipsis (21,1). En el año jubilar que acabamos de terminar, el Papa Francisco afirmó que la “Misericordia: es la vía que une a Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado” (MV, 2). Por eso, “la Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios… Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo” (MV, 25). Ante la suma de incertidumbres, no nos queda sino tener la certeza de la misericordia divina para no perder el sentido de la vida futura, para seguir confiando, para seguir creyendo, para seguir amando. En este sentido, el Adviento que comenzamos litúrgicamente, ha de marcar la vida de todos, pues el nacimiento del Salvador y el cumplimiento de sus promesas, nos alientan a seguir caminando con la mirada puesta en Jesús, dador de todo bien. La fe en Cristo, cuando está arraigada y es madura, hace que la esperanza no se derrumbe. De allí el deber que tenemos los bautizados en la Iglesia católica, de ser los testigos de la esperanza, pues “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mac. 12, 27) y nuestro Dios, por su infinita misericordia, nunca nos abandona. La Iglesia colombiana, en este tiempo de la gozosa espera, ratifica el mensaje del Cristo Jesús: “no tengan miedo, yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 29). Esto hace pensar, además, en que el Adviento es también el tiempo de la confianza filial y del abandono en los brazos del Padre del cielo. Esta es la mejor forma de hacer frente a lo que estamos viviendo y de preparar los corazones para la llegada de la Navidad, para hacer posible que Niño Dios de Belén nazca realmente en los corazones de cada uno y pueda así darse cumplimiento al anuncio del profeta: “Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva… habrá gozo y regocijo por siempre jamás por lo que voy a crear… No habrá allí jamás niño que viva pocos días, o viejo que no llene sus días, pues morir joven será morir a los cien años… Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto… El lobo y el cordero pacerán juntos, el león comerá paja como el buey, y la serpiente se alimentará de polvo, no harán daño ni perjuicio en todo mi monte santo” (Isaías 65, 17.20.25). Que estos sentimientos animen este tiempo de gracia y de bendición, de espera y de confianza en Dios pidiendo en todo momento el don de la paz para nuestros corazones y para nuestros pueblos. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Lun 28 Nov 2016

La pandemia de la corrupción

Por pbro Juan Álvaro Zapata - La paz es un sueño que ha tocado las puertas de todos los colombianos en varias oportunidades, pero por diversas razones la hemos dejado pasar de largo y no se ha podido quedar en nuestros hogares. Por décadas hemos visto cómo algunos compatriotas, por diferentes motivos, han desangrado, enfrentado y aniquilado a cientos de colombianos, sembrando el terror y la desesperanza. ¿Cuántos llantos hemos escuchado a causa de la barbarie de las armas y de los corazones sumidos en el odio y la sed del egoísmo? ¿Cuántos rostros destrozados por la pérdida de un padre, madre, hijos o amigos, han contemplado nuestros ojos a lo largo de estos años de conflicto? ¿Cuántas víctimas han dejado los conflictos violentos en Colombia? y ¿Cuánto retraso se ha gestado en Colombia a causa de la violencia sin sentido? Estas son algunas preguntas que surgen fruto de la realidad violenta que ha vivido nuestro país. Pero no solamente la violencia armada ha sido la causa de tanto dolor y sufrimiento en Colombia, existe otra pandemia todavía más fuerte que ha aniquilado, robado sueños y gestado más injusticias y violencias: la corrupción. Con dolor hay que afirmar que muchos colombianos, a lo largo de la historia de este país, y en particular en este tiempo, han sido verdaderos conquistadores de la corrupción, se han robado el capital de los colombianos, por medio de triquiñuelas y mentiras han duplicado los costos en obras nacionales, han incrementado desmesuradamente los costos de los productos, han vivido como parásitos a costas de los recursos de otros, por medio del chantaje y los cobros adelantados para hacer favores o aprobar contratos, han favorecido a sus más allegados por encima de los verdaderamente necesitados. Estos hechos parecen normales para muchos y se ha convertido en el modus vivendi de un gran grupo de la sociedad, es por eso, que el Papa Francisco dice: “la corrupción se ha vuelto natural, al punto de llegar a constituir un estado personal y social ligado a la costumbre, una práctica habitual en las transacciones comerciales y financieras…es la victoria de la apariencia sobre la realidad y de la desfachatez impúdica sobre la discreción honorable”. Por eso, aquellos que creen que siendo corruptos son más ricos, lo que consiguen es empobrecerse humanamente, arruinar a la sociedad y gestar nuevas violencias porque “la codicia es la raíz de todos los males” (1 Tm 6,10). A la hora de analizar las raíces de estos conquistadores de la corrupción, duele constatar que muchos de ellos son bautizados de familias respetables y han pasado por colegios o universidades prestigiosas. La pregunta que surge es: qué nos está fallando, dónde está el vacío en la formación o por qué el ejemplo no está dejando huella en las nuevas generaciones. Otrora se hablaba de la lealtad a la palabra, se veía cumplimiento en lo pactado, y no se percibía, como ahora, una jauría de lobos que arrasan todo lo que se les ponga por delante. Por lo tanto, si no queremos que estos hechos sigan siendo el pan diario colombiano, hemos de ser conscientes que el logro de la paz no es un globo que cae de la nada y se inserta en los seres humanos, sino que es un don y una tarea. Don porque se ha de pedir insistentemente a Dios, para que sane nuestros corazones heridos. Y tarea, porque debe ser buscada y construida en cada acción y palabra de la vida cotidiana. De la misma forma, dejemos claro que la paz no es simplemente atacada por las armas, sino también por la corrupción galopante inserta en muchas instituciones y personas. Pero también que la paz no se alcanza simplemente firmando documentos o haciendo promesas grandiosas, es necesario erradicar la sed de egoísmo manifestada en esa enfermedad de la corrupción y evitar la tentación del camino fácil y de la ley del menor esfuerzo, que por años ha venido cultivando la sociedad. Se requiere pensar en todos y no en unos solamente, dejando las hegemonías y buscando todo por la legalidad. Formar a las nuevas generaciones en conseguir el bienestar personal por el trabajo duro y honesto, procediendo con justicia, caridad y misericordia para con todos, en especial con quienes viven la limitación y la pobreza. Pero, ante todo, grabar en la mente y en el corazón las palabras de la Sagrada Escritura que nos advierte: “no torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos” (Dt 16,19). Estoy seguro que, si practicamos esto, solo así podremos decir con certeza, ¡Se acerca el fin de la guerra! Padre Juan Álvaro Zapata Torres Secretario adjunto Conferencia Episcopal de Colombia

Vie 25 Nov 2016

Esperar a Jesús que vino y que vendrá: el adviento y la vida creyente

La invitación más recurrente durante este tiempo de adviento, con el que damos inicio al año litúrgico en nuestra Iglesia, es a permanecer vigilantes, a estar preparados (Mt 24, 42). ¿Por qué hemos de permanecer vigilantes? ¿Para qué debemos estar preparados? En el marco de nuestra fe, la respuesta es simple: vigilantes porque esperamos la venida del Señor Jesucristo; preparados para entrar definitivamente en la dinámica de su Reino. En esa medida, el adviento nos dispone espiritualmente para dos sentidos: la Memoria festiva de Jesús que ya vino (encarnación del Hijo de Dios) y la esperanza confiada en Jesús que vendrá (Fin de los tiempos). Hacer memoria de la encarnación es fuente de alegría que se refleja en las festividades propias de la navidad; esperar el fin de los tiempos, en cambio, suele ser motivo de preocupación que se concreta en miedos y alarmismos frente a la “llegada” de la parusía. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar documento[/icon] Pedagogía por la paz Para entender las diferentes fases de un proceso que lleva al perdón, la reconciliación y la paz, la Comisión de Conciliación Nacional de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) propone a obispos, sacerdotes, religiosos(as) y laicos comprometidos la campaña denominada “Pedagogía por la paz”. Esta es una campaña de sensibilización para crear escenarios posibles de discusión para el tema de la paz.

Jue 24 Nov 2016

Regresa ‘Acciones Conscientes’: conoce la iniciativa

Acciones Conscientes es el nombre del proyecto pedagógico para la reconciliación y la paz, liderada por la Conferencia Episcopal de Colombia a través de la Comisión de Conciliación Nacional. La iniciativa busca incentivar a diversos grupos de la población para que, en el marco de la búsqueda la reconciliación y la paz nacional, contribuyan mediante acciones informadas y a conciencia, a la construcción de una cultura enmarcada en el diálogo, la tolerancia, el respeto y el encuentro personal con el ‘otro’. Esto, desde los contextos en los que desarrollan, dejando a un lado el odio y buscando superar las diferencias que por tanto tiempo han alimentado muchos de los conflictos en Colombia. En esta ocasión, algunas de las piezas de audio y video elaboradas para ser difundidas mediante redes sociales, páginas web y medios masivos, tras apelar a casos reales de intolerancia, irrespeto y ausencia de diálogo, buscan hacer un llamado a la reflexión y al cambio, desde acciones concretas que deben empezar por realizarse al interior de familias y comunidades. Del mismo modo, se recolectó una serie de testimonios en diferentes regiones del país en los que se indaga sobre el aporte que cada persona hace diariamente a la consecución de reconciliación y paz. Invitándolos, posteriormente y de forma pedagógica, a contribuir en dicha construcción y a transmitir su importancia a niños y jóvenes mediante el ejemplo y la formación en valores. La Conferencia Episcopal te invita a conocer el contenido, ponerlo en práctica y a compartirlo en sus páginas personales e institucionales y en redes sociales. http://www.comisiondeconciliacion.co/accionesconscientes/

Mié 23 Nov 2016

Iglesia Católica mira con esperanzas nuevo acuerdo

A pocas horas de la firma del nuevo acuerdo para poner fin al conflicto armado entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC-EP, la Iglesia Católica expresó su complacencia y esperanza en su implementación. Así lo manifestó monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, presidente del episcopado luego de sostener una reunión con la directiva de la CEC y los obispos de la provincia eclesiástica de Bogotá, de donde emanó un comunicado a la opinión pública. “Valoramos que estos meses se hayan convertido en un momento de escucha y de diálogo en torno a las expresiones del pueblo colombiano sobre cuanto se pactó en La Habana”, señala el documento. En ese marco, los obispos destacaron la disponibilidad del Gobierno y la guerrilla y recordaron que la implementación del acuerdo requiere el compromiso de gobernantes, legisladores, jueces, organismos de la sociedad civil y de todos los colombianos. Los jerarcas también reiteraron que –en el marco del nuevo acuerdo - para restablecer la dignidad de las personas los procesos de justicia y reparación deben ser integrales con todas las víctimas del conflicto. Así mismo reafirmaron que la paz debe ser cimentada sobre la familia. “Ha sido ella la que ha padecido directamente los rigores de la violencia en todas sus formas”, por ello pidieron que procesos y políticas que contribuyan a su reintegración, superación de la violencia intrafamiliar y el reconocimiento de sus derechos. Finalmente recordaron que el espíritu de servicio de la Iglesia es el de acompañar la implementación del acuerdo Descarga COMUNICADO

Lun 21 Nov 2016

“La educación rural tiene la misión de ser constructora de paz”: Pbro. Jhon Mario Gutérrez

Durante el acto inaugural de apertura del IV Congreso Nacional de Educación Rural que se realiza en instalaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, el padre Jhon Mario Gutiérrez, director de Educación y Culturas del episcopado aseguró que hoy más que nunca el reto de la educación es de ser constructora de paz. “Nunca en la historia del país la educación ha jugado un papel tan importante como el de construir paz”, manifestó el sacerdote a los cerca de 200 delegados de educación rural que todas partes del país han llegado a Bogotá para celebrar este congreso que se realiza del 21 al 23 de noviembre. El padre Gutiérrez recordó que los educadores, estudiantes y padres de familia están llamados para construir una Colombia distinta. “Hoy más que nunca se le pide a la educación que tenga un impacto en el desarrollo rural y un crecimiento integral”, señaló. En esta misma tónica afirmó que la transformación de la educación implica que desde las regiones se hable de paz y que el ecosistema educativo sea constructora de perdón, reconciliación y paz. Este evento tiene como objetivo la construcción de una política pública para la educación rural en Colombia. Sigue en vivo a través de www.youtube.com/c/episcopadocoltv/live Intervención pbro. Jhon Mario Gutiérez

Vie 18 Nov 2016

Iglesia anima procesos de perdón, reconciliación y paz en el sector agrícola

Con el fin de promover el perdón, la reconciliación y la paz a través de procesos de emprendimiento y responsabilidad social, se llevó a cabo en la ciudad de Pasto el seminario denominado “LA PAZ, GERMINA YA”, evento apoyado y convocado por la Fundación Social Germinar. Dicha fundación es liderada por un grupo de laicos católicos que han descubierto en el territorio de Nariño, la necesidad de promover procesos de reconciliación y paz en medio de todos los campesinos, a través de la promoción de métodos de cultivos frutales y en particular del café, una de las fuerzas del departamento. De esa manera resignifican la vida de tantos campesinos que han sido víctimas del conflicto armado. Como conferencista invitado por parte de la iglesia católica asistió el padre Juan Àlvaro Zapata Torres, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia, quién a través de la ponencia: el perdón, la reconciliación y la inclusión, resaltó la importancia de promover estos pilares fundamentales que los obispos de Colombia han reflexionando y elaborando en torno al documento artesanos del perdón, la reconciliación y la paz. “Fue importante mostrar cómo cada persona debe ser constructora de esta nueva realidad del país a través del perdón y de la reconciliación, gestándose como un artesano, que con paciencia, dedicación y entrega puede hacer nuevas cosas. Por eso la presencia nuestra ha sido esa: la de promover el espíritu de que cada uno es responsable de la construcción de esta nueva sociedad, pero que para poderla lograr, hay que dejar de lado todas las raíces de violencia que nos ha fracturado tanto”, señaló el sacerdote. El seminario contó con la presencia de más de 200 personas entre las cuales se encontraban campesinos, víctimas y victimarios del conflicto armado y algunos empresarios que están apostándole al tema del café y la producción agrícola en la región. Asimismo asistieron como invitados una fundación internacional que promueve la comercialización del café en el exterior, particularmente en Barcelona- España y algunos expertos técnicos en los cuidados de los terrenos de cultivos. De esta manera el escenario estuvo compartido por diferentes sectores sociales del departamento que dieron una primera muestra de este proceso de reconciliación y paz que se está gestando en el departamento de Nariño. Escuche entrevista:P. Juan Álvaro Zapata, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal