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Plan de Predicación

Lun 11 Abr 2016

Jesús es el Buen Pastor que se sacrifica por su rebaño

En el gozo de la Pascua, hoy venimos como pueblo y ovejas del rebaño de Jesucristo a celebrar el día del Señor, contemplándolo a Él como nuestro buen pastor, que sigue actuando en la persona de los ministros de la Iglesia, el Papa, nuestros obispos y presbíteros, unidos a ellos participemos en esta celebración. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 100(99),1-2.3.5 (R. 3c)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Apocalipsis 7,9.14b-17[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 10,27-30[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La Palabra de Dios en este cuarto domingo de pascua, nos invita a contemplar a Jesús resucitado bajo la figura del buen pastor, imagen tan común al pueblo de Israel. En efecto, el Evangelio presenta a Jesús con las características del Buen Pastor, así la familiaridad y el buen trato del pastor con las ovejas hace que estas distingan el timbre de su voz, lo reconozcan, lo siguán, y es tal su amor por ellas, que está dispuesto a ir hasta el final en su defensa, pues nadie se las quita de su mano por que el Padre se las ha confiado y él permanece con ellas. No es un pastor asalariado, es buen pastor que da la vida eterna a sus ovejas. Según los deseos de Dios y las circunstancias históricas, para que este pastoreo sea universal, corresponde también a sus ministros, en este caso a los apóstoles, concretamente a Pablo y Bernabé(primera lectura), quienes al ser rechazados por parte de los judíos, van ahora a todos los hombres, sin distinción de raza ni idioma, para convocarlos a que acojan a Cristo y así puedan hacer parte de su pueblo y ovejas de su rebaño (Salmo) y de este modo constituir, con todos, el único rebaño, bajo un solo Pastor. Verdad ésta que alcanzará su plenitud en el estado celestial (segunda lectura), que como pueblo de Dios constituido de todas las naciones, razas, y lenguas, y superadas todas las dimensiones de rechazo y persecución, quienes han creído y esperado, se presentaran ante el trono de Dios, guiados por el Cordero que quitó el pecado del mundo y ahora los conducirá como su pastor a las fuentes de agua viva. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Jesús resucitado ha confiado a sus representantes que obran en su nombre, el poder del pastoreo, de la misericordia. De este modo colocó en cabeza de Pedro el poder de “atar y desatar”, que significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia; autoridad que continúa por el ministerio apostólico, ministerio que ejerce hoy su sucesor Francisco, y en unidad con él, todos los obispos. El rebaño de Dios es hoy la Iglesia y el bueno pastor es Jesús que ha dado su vida por las ovejas, y continúa prolongando su presencia mediante aquellos que Él elige para ministros de su Iglesia. Así, el Papa, los obispos y los presbíteros hacen las veces del buen pastor dispuestos a entregarse en el trabajo de cada día, santificando mediante la oración y los sacramentos, enseñando mediante la predicación y la catequesis, y gobernando a través del servicio a todos sus hermanos. La convocación a hacer parte del rebaño es de orden universal, católica, es para todas las razas, lenguas, pueblos y naciones de la tierra, no hay discriminación de personas; todos sus miembros, aunque de diversas maneras, tienen responsabilidad en esta tarea de salir al encuentro, especialmente de los más necesitados. Y para que el apostolado de todos sea fecundo, requiere la unión con Cristo, el pastor supremo, fuente y origen de la misión de la Iglesia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En este cuarto domingo de pascua siempre la Iglesia ha contemplado en la pascua del Señor su figura de buen pastor, y en este año santo de la misericordia lo contemplamos como el pastor misericordioso, que nos invita acercarnos a su mesa ofreciéndose Él mismo como el mejor banquete y dándosenos como el agua que nos quita la sed; es la oportunidad de reconocer su voz y de sentirnos como sus especiales invitados, sigámoslo, entremos en la sala de su banquete y llenémonos de su amor y de su gracia salvífica para que todos sus miembros lo anunciemos con nuestras palabras, con nuestro testimonio y con las obras realizadas en bien de todos los que están necesitados que comparten nuestra historia. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Hoy la homilía tiene como figura protagonista al Buen Pastor: puede elaborarse una cartelera alusiva al pastor colocar en ella imágenes del Papa, los obispos y presbíteros. Durante la homilía según la asamblea, explíquese brevemente las tareas de un pastor de ovejas, hablar también que es un rebaño, que es la Iglesia, su universalidad para acoger todos los hombres y culturas. Los ministros de la Iglesia obran en la persona de Jesús, cuando presiden la Eucaristía o celebran otros sacramentos. Tener presente que estamos en el año de la misericordia. Este domingo, Día del Buen Pastor, es la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales. Conviene tener en cuenta el mensaje del Santo Padre para esta ocasión y orar de manera más especial por las vocaciones al ministerio ordenado; así como por todos los ministros, para que sean fieles al encargo recibido.

Lun 4 Abr 2016

El amor impulsa la misión de la Iglesia

El Señor está presente en su palabra, nos dirige su mensaje. En este domingo III de Pascua una voz resuena: el amor es la fuerza que impulsa a cumplir la misión; nada ni nadie podrá frenar a la Iglesia animada por el Espíritu Santo y el poder de Cristo resucitado. Hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres. Dejémonos tocar por la voz del Señor y abramos nuestra mente y corazón. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5,27-32.40b-41[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Apocalipsis 5,11-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 21,1-19[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En 1983, el Papa San Juan Pablo II al predicar sobre las lecturas de este III domingo de Pascua ponía el acento sobre 3 expresiones de los textos bíblicos que vale la pena retomar hoy: “¡Es el Señor!”, “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” y “sígueme”. En estas tres expresiones bíblicas está contenido un verdadero itinerario pascual: la experiencia de la Resurrección lleva a la comunidad de creyentes a proclamar el Señorío de Jesús, Él ha triunfado sobre la muerte y ahora vive y reina. Tan poderosa y profunda ha sido esta experiencia que hoy se ha convertido en un título fundamental referido a la persona de Jesús. Su victoria sobre lo invencible es la clara manifestación de su condición divina. Necesariamente, al reconocer el señorío de Jesús surge como un valor necesario el considerarlo a Él y sólo a Él como el que determina la vida del discípulo. La voluntad del discípulo se identifica con la voluntad de Jesús. No hay otras voces a las que el discípulo quiera ni deba obedecer, pues en Jesús reconoce el nombre que está sobre todo nombre. En consecuencia, el discípulo que reconoce el señorío de Jesús y somete a Él su voluntad está listo para seguir las huellas del Maestro. El proyecto de vida propuesto por Jesús es el proyecto de vida del discípulo. Ahora el discípulo camina en la vida nueva que ofrece Aquel que venció al pecado y la muerte. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] También para nosotros hoy, los tres momentos que nos sugieren las tres frases que resaltara en su momento san Juan Pablo II, son aspectos que debemos considerar en este itinerario pascual. Como creyentes debemos buscar la experiencia del Cristo Vivo, Resucitado, que nos desmarque de actitudes con las cuales pareciera que Jesús es alguien distante, anclado en el pasado, cuya relación no toca las dimensiones más profundas de nuestro ser. Si tomamos consciencia de que Cristo ha salido vencedor de la muerte, llamarlo “Señor” ya no será una palabra privada de contenido sino que significará el reconocimiento de su poder divino, con el cual todo podremos también vencerlo nosotros. Y si Jesús “es el Señor” de nuestra vida, no podremos asumir comportamientos ambiguos, pues las enseñanzas del Maestro serán nuestra norma suprema de vida y todo lo que en el mundo nos puedan proponer que vaya en dirección contraria no tendrá fuerza moral para nosotros como creyentes: nuestra obediencia sólo será para Él. Esto ha de ser un claro punto de discernimiento en la vida cristiana. El magisterio de Jesús no puede quedarse al ámbito privado, sino que debe impactar la vida del creyente en lo público. Cuando Jesús Resucitado dice a Pedro: “sígueme”, con ello le manifiesta que lo considera listo para iniciar un camino marcado profundamente por Su presencia, por Sus enseñanzas y, así, dedicarse a irradiar al mundo la fuerza de la Resurrección. Este “sígueme” también debe resonar en los oídos de todos nosotros, discípulos del Señor. A nosotros también se nos invita a seguir las huellas de Jesús y a hacerlo presente con nuestras palabras y acciones en los distintos ambientes por donde pasamos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Que la celebración Eucarística de este domingo sea una auténtica fiesta del triunfo de la Vida sobre la muerte, que sea una experiencia intensa del Cristo Resucitado; que la participación en la Asamblea litúrgica, afectiva y efectivamente, sea proclamar su señorío, su centralidad en la vida personal y comunitaria. Que su Palabra encuentre terreno fértil en nuestro corazón para que la hagamos lámpara que alumbra nuestros pasos y nos anime a ser auténticos seguidores del Señor y misioneros de su Resurrección. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Teniendo en cuenta el Catecismo de la Iglesia Católica, hacer una pequeña catequesis sobre “la divina misericordia”, pues como dice el Papa Francisco: “El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra”. Cuidar los signos propios de este Tiempo Pascual: manteles, luces, flores, ornamentos festivos, Recordar que esta semana: el sábado 16 de abril, es el cumpleaños del papa emérito Benedicto XVI; se invita a orar por su vida y ministerio.