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Santísima Trinidad

Sáb 21 Mayo 2016

Para orar, meditar y vivir

“El me glorificará” Por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Con está oración, damos gloria a Dios. Está oración la repetimos con frecuencia, pero, ¿sabemos realmente que queremos expresar con ella? Empecemos por conocer qué significa bíblicamente la palabra gloria, miremos: (1)“Honor”, “alabanza”, “estima”; son cualidades que producen honor o provocan admiración. (2) "Brillo" que emana de un ser u objeto radiante y que lo rodea; gloria entonces es "esplendor". Decir gloria al padre…; es sumergirnos en el misterio de Dios, uno y trino. El primer mandamiento de la ley de Dios manda: “Amar a Dios sobre todas las cosas”. En otras palabras está diciendo: “Sólo a Dios adorarás y a Él sólo darás culto”. Sólo a Dios todo “honor”, a Él toda “alabanza”. Sólo en Dios contemplamos todo el “esplendor” de la “belleza”. Él es la plenitud de todo. “Él lo es todo”. A Dios se le da gloria con los labios, pero también con el corazón. A Dios se le glorifica en la intimidad del corazón y la mente, pero también con la vida. El evangelio dice: “El me glorificará” (16,14a). Se trata de la gloria dada por el Padre al Hijo desde la eternidad: “la gloria que tenía a tu lado, antes que el mundo fuese” (17,5b). El “dar gloria” a Jesús resume lo que se había dicho anteriormente sobre el Señorío de Cristo en el mundo, esto quiere decir que, llevando a plenitud la obra de Jesús en el mundo, el Espíritu está anticipando su plenitud final en la historia. Él nos lleva de brazos abiertos ante Dios. ¿Y qué es lo que trae la “gloria”? Pues la misma vida de Dios y sus tesoros inagotables. Jesús dice: “Todo lo que tiene el Padre es mío” (16,15a). Este “mío” o “de mi propiedad” indica hasta dónde es capaz de llegar el amor: hasta compartirlo todo. Cuando dos se aman se entregan mutuamente –con absoluta confianza- todo lo que son y tienen: “Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío” (17,10); “hijo todo lo mío es tuyo” (15,31). La comunidad de amor es también comunidad de bienes (P. Fidel Oñoro). Cuando realmente dos o más personas se aman comparten también sus bienes. Decía Mons. Alfonso Uribe: “La conversión llega a su máxima expresión cuando toca también el bolsillo”. “Dios es amor” y como tal, Dios en su misterio trinitario comparte mutuamente su amor con la humanidad y lo hace a través de su Hijo, quien se hizo hombre para nuestra salvación. Jesucristo es la “plenitud”, es la “belleza” suma, es “Dios con nosotros”. Al igual que al Padre y al Espíritu Santo, a Él todo “honor” y toda “gloria”, por los siglos de lo siglos. Durante el tiempo pascual fuimos comprendiendo paso a paso la acción de Dios en medio nuestro, el mismo Cristo, en los evangelios meditados en los domingos anteriores nos fue mostrando pedagógicamente el rostro amoroso y misericordioso de Dios uno y trino, miremos: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre… Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (14,9.11). “Si alguno me ama, guardará mi Palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (14,23). “El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, lo enseñará todo” (14,26). “Como el Padre me amó, yo también los he amado yo” (15,9). “Que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (17,21). “Subo a mi Padre y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes” (20,17). “Como el Padre me envió, también los envío yo”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo” (20,21b-22). Decía Sor Isabel de la Trinidad: “Sumerjámonos en esta trinidad Santa, en este Dios todo amor. Dejémonos transportar hacia aquellas regiones donde no está sino Él, sólo Él”. Hermanos para conocer a Dios es necesaria la teología como ciencia, sí. Pero es aún más importante la fe y el amor. Sin fe y amor es imposible sumergirnos en Dios. La experiencia de Dios uno y trino es fe y vida, vida y fe. Los primeros cristianos primero vivieron el misterio de la fe y luego la formularon. Lamentablemente hoy, en muchos de nuestros casos, primero formulamos y luego creemos o queremos vivir. Hermanos, lo primero - primero, es vivir, y desde vivir, adorar y contemplar, para luego formular. Debemos tener en cuenta que el verdadero problema de nuestra fe no está únicamente en “saber” explicar el misterio trinitario o en conocer perfectamente las enseñanzas de Jesús. El problema verdadero está en llevar a la práctica la Palabra de Dios y sólo cuando se lleva a la práctica, ésta se comprende plenamente. Es lo propio del conocimiento que se deriva de la fe. Primero se vive en la experiencia cotidiana y luego se pone por escrito. Contemplemos algunas acciones y palabras trinitarias de nuestra vida cotidiana, que debemos profundizar para relacionar estrechamente entre fe, vida y conocimiento: En la Santa Misa: “La gracia nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo este con todos ustedes” (2 Corintios 13,13). “Por Cristo con Él y en Él, a Ti, Dios padre omnipotente…”. La bendición: En el nombre del Padre… Signarnos, persignarnos, santiguarnos. Bendecir los alimentos. Dios te bendiga: Bendecir los hijos; Bendecir los alumnos, los enfermos, los encarcelados… Bendecir, bendecir… Decía San Ignacio de Loyola: “En último término el objetivo de la vida del cristiano es dar gloria a Dios y servir a los hermanos”. Glorificar y servir, he ahí el centro de la vida asumida desde Dios y para Dios. Hermanos, si damos gloria a Dios, la consecuencia lógica debe ser la de servir a los demás, sin mirar la raza, el credo o el estrato social. Y viceversa, si servimos a los demás, allí, debemos descubrir que con ello estamos dando gloria a Dios, porque en cada hermano descubrimos la imagen y semejanza de Dios. “Vengan benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y mi dieron de beber, estuve enfermo y me visitaron...”. Ni un baso de agua se queda sin recompensa si se ofrece con fe y se descubre que cuando se sirve a la persona, se le está sirviendo a Dios. Dice San Juan: ¿Cómo dice que amas a Dios, a quien no ves con los ojos de la carne, si no sirves a tu hermano, a quien si puedes ver con tus ojos físicos? Hermanos volvemos a aterrizar en la caridad como máxima virtud de nuestra vida cristiana. Cuando vivimos la caridad estamos glorificando a Dios y cuando oramos, estamos fortaleciendo el amor a Dios y desde Dios el amor a los demás. La invitación es pues a unir fe y vida, oración y trabajo. Gloria la padre y al Hijo... Tarea Recuperar en nuestra vida cotidiana la oración: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. + Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de la diócesis de Florencia

Jue 19 Mayo 2016

Santísima Trinidad

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Jue 19 Mayo 2016

Dios es uno y trino

Las lecturas nos presentan el retrato vivo del Dios Uno y Trino, no a partir de las definiciones sino de sus acciones a favor nuestro. Primeramente la Sabiduría engendrada antes de la Creación, luego el Amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu y, para completar, el Espíritu nos anuncia lo que el Hijo comparte con el Padre. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Proverbios 8,22-31[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 8,4-5.6-7.8-9 (R. 2a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Romanos 5,1-5[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 16,12-15[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Para el creyente, la Trinidad es Dios. Y Dios aparece presente y actuante en toda la Escritura desde los albores de la Creación hasta la consumación en el Apocalipsis. Por eso, es un error pensar que la Trinidad es como un conjunto de fuerzas, Padre, Hijo y Espíritu que se ayudan mutuamente. La Trinidad es un proceso que se va revelando en la Palabra de Dios tal como Él y cuando Él ha querido revelar el misterio a nosotros, los que creemos por la fe. El Nuevo Testamento nos aclara –hasta donde se puede– ese misterio y nosotros, con mentes limitadas, pero generosas, captamos la presencia de Dios en nosotros y concretamos unas “misiones” que adjudicamos a cada Persona de la Trinidad. Pero, en verdad, en Dios todo se hace en común, en familia, y todo lo hace al tiempo. En Dios no hay un ayer, un mañana, sino un eterno presente: “Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Sal 2, 7. Hch 13,33, Heb 1,5). Sin embargo, para entendernos, decimos: el Padre crea, el Hijo redime, el Espíritu santifica. Puedes adquirir el Plan Nacional de Prediación en la Librería del Episcopado

Jue 19 Mayo 2016

“Estamos en paz con Dios”

Algunos datos aterradores, publicados recientemente por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y tomados de la Unidad de Víctimas, el Centro de Memoria Histórica y la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal, hablan de 7.9 millones de víctimas en los últimos cincuenta años.(...) Delante de estas estadísticas escalofriantes, hay personas que se preguntan ¿dónde estaba Dios cuando sucedieron todas estas tragedias? La crueldad de la guerra que hemos vivido, que deshumaniza a las víctimas tanto como a los victimarios, no puede dejarnos tranquilos ni ahora ni en el próximo futuro.[DESCARGA DOCUMENTO] Pedagogía por la paz Para entender las diferentes fases de un proceso que lleva al perdón, la reconciliación y la paz, la Comisión de Conciliación Nacional de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) propone a obispos, sacerdotes, religiosos(as) y laicos comprometidos la campaña denominada “Pedagogía por la paz”. Esta es una campaña de sensibilización para crear escenarios posibles de discusión para el tema de la paz.