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semana santa

Jue 1 Abr 2021

"Dios amó tanto al mundo, que dio su Hijo unigénito"

VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR Abril 2 de 2021 Primera Lectura: Is 52,13 - 53,12 Salmo: 31(30),2+6. 12-13.15-16.17+25 (R. 6a) Segunda Lectura: Hb 4,14-16; 5,7-9 Evangelio: Jn 18,1 - 19,42 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En este día celebramos la muerte de Jesús como paso necesario hacia la resurrección, este recuerdo está lleno de esperanza y de victoria. Es un día centrado en la cruz, pero no con aire de tristeza, sino de celebración, ya que Cristo Jesús, como Sumo Sacerdote, en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvarnos a todos. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Isaías nos anuncia uno de los momentos culmen de la revelación veterotestamentaria: el cuarto cántico del Siervo de Yahveh. Este siervo se presenta ante los demás, en primer lugar, como raíz de tierra árida o flor gris del desierto sin profundidad ni colorido. El Siervo es presentado como despreciado y abandonado por todos. Es condenado a la muerte. Ahora bien, no era culpable, nos dice Isaías. Al contrario, es a causa de nuestras faltas como ha llegado a esta situación. Pero lo que aparecía como un oprobio se ha convertido en una exaltación. Será elevado. Cuando su vida parecía acabar en un fracaso y en soledad, llevaba el pecado de las muchedumbres. Su vida da fruto, verá su descendencia. Será colmado. La vida, muerte y revivificación del Siervo han sido el único modo de aplacar la ira divina, de satisfacer por los pecados de judíos y gentiles conjuntamente. Abandonado en manos de Yahveh, el Siervo ha conseguido lo que no consiguiera ni el Israel histórico con la multitud de sacrificios. Por eso en él se cumplirá la promesa abrahámica de vida perenne expresada en fecundidad. Asimismo, todos los rasgos atribuidos al Siervo de Yahveh, del Israel de la fe, los evangelistas, inspirados por el mismo Dios, lo vieron realizado plenamente en el Jesús histórico de Nazaret. El salmo 31 (30) es un canto individual de acción de gracias en el que se expresa la actitud de quien ha sido liberado de sus aflicciones y alaba a Dios en el templo. En efecto, al inicio del salmo se expresa la súplica de un acusado inocente, de un enfermo, de un moribundo, expuesto a la persecución: es un maldito, excluido de la comunidad, y “que produce miedo en sus amigos”, porque se lo considera como objeto de desecho. Se huye de él como de un apestado. La parte final del salmo es la dulce oración de intimidad de un huésped de Yahveh: a pesar de las acusaciones injustas de que es objeto este moribundo, continúa cantando la felicidad de su vida de intimidad con Dios: “¡Qué grande es tu bondad, Yahvé! La reservas para tus adeptos… ¡Bendito Yahvé que me ha brindado maravillas de amor! ¡Tengan valor, y firme el corazón, ustedes, los que esperan en Yahvé! La carta a los Hebreros nos presenta el sumo Sacerdocio de Cristo como un incentivo más para la perseverancia. La argumentación tiene delante el patrón del Antiguo Testamento. Una vez al año, el gran día de la expiación, el sumo sacerdote judío entraba en el santo de los santos, con la sangre de las víctimas, para llevar a cabo la expiación de los pecados de todo el pueblo. Sobre este patrón familiar a todos los judíos, se describe la función sacerdotal. Allí, ante Dios, ejerce su oficio sacerdotal a favor de todos los hombres. Cristo siendo Hijo de Dios se compadece de nosotros, comprende nuestra fragilidad y asume la condición de sumo sacerdote de forma renovada. Él, desde esta condición, asume nuestra humanidad, menos en el pecado, para enseñarnos el camino a Dios y ofrecernos su salvación. Por ello, la lectura nos invita a acercarnos con confianza al Trono de la Gracia, con la seguridad de encontrar auxilio y misericordia por nuestros pecados y la fortaleza que nos sustenta en la lucha diaria. En el relato completo de la pasión según san Juan, se evidencia una de las características del Jesús joánico durante la pasión: su soberanía. Jesús se presenta como el hombre libre que camina hacia su muerte con plena conciencia. La cruz no lo agarra desprevenido. Habría podido escapar, pero se deja atar porque da su vida para que todos tengan vida (Jn 18,1-19,42). De esta manera, está cumplido el plan de Dios para redimir al hombre. Esta entrega plena de Jesús en la cruz es testimonio de algo sublime, que nos lleva a preguntarnos ¿por qué Dios permitió que su Hijo viviera tantos vejámenes y muriera en cruz, si Él hubiera podido decir una palabra para dar el perdón a todos los hombres? La respuesta a esto solo tiene una razón: el amor. Jesús mismo declaró su libertad de compadecerse de toda la humanidad y de entregar su vida por la redención de todos. Asimismo, este don pleno de su amor es la invitación a que sepamos, creamos y comprendamos, ante pruebas tan absolutas, la inmensidad sin límites de ese amor que nos tienen. Ahora sabemos, en cuanto al Padre, que "Dios amó tanto al mundo, que dio su Hijo unigénito" (3, 16); y en cuanto al Hijo, que "nadie puede tener amor más grande que el dar la vida" (15, 13). En definitiva, el empeño de Dios es el de todo amante: que se conozca la magnitud de su amor, y, al ver las pruebas indudables, se crea que ese amor es verdad, aunque parezca imposible. De ahí que, si Dios entregó a su Hijo como prueba de su amor, el fruto sólo será para los que así lo crean (3, 16, in fine). El que así descubre el más íntimo secreto del Corazón de un Dios amante, ha tocado el fondo mismo de la sabiduría, y su espíritu queda para siempre fijado en el amor (Cfr. Ef. 1, 17). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En este camino del Triduo Pascual llegamos al gran acontecimiento de la salvación por medio de la muerte en cruz de Cristo-Jesús. Por eso, con fe cantamos ¡Victoria, tu reinarás; oh Cruz tú nos salvarás! Esta aclamación recoge la más profunda significación de la Cruz y la misión que adquirimos los discípulos del Maestro. A propósito de esto, el Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda, ante este gran misterio de fe y amor, que “la muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica san Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: "Fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios" (Hch 2, 23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han "entregado a Jesús" (Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios”. (CIC 599) Por lo tanto, al morir Jesús por nuestros pecados entendemos que este designio divino de salvación a través de la muerte del "Siervo, el Justo" (Is 53, 11; Cfr. Hch 3, 14) es misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (Cfr. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (Cfr. Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (Cfr. Mt 20, 28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (Cfr. Lc 24, 25-27), luego a los propios apóstoles (Cfr. Lc 24, 44-45). (Cfr. CIC 601) Entendemos como creyentes que éramos nosotros, la humanidad, la que debía sufrir tantos vejámenes y dolores por habernos negado a obedecer la ley divina. En realidad, todos hemos pecado mucho. Y por nuestros pecados fue tenido por maldito quien no conoció el pecado, para liberarnos de la antigua maldición. Si alguien merecía la cruz era cada ser humano, cada uno de nosotros, porque a pesar de su entrega, muchas veces seguimos repitiendo los actos que nos apartan de su voluntad y de su amor. Actualizar el misterio de la salvación desde la cruz ha de motivarnos, para que de este Triduo Pascual nos comprometamos a emprender con mayor decisión la vida de santidad. No llegaremos efectivamente a la perfección y a la total unión con Dios, sino anteponiendo su amor a la vida terrena y proponiéndonos luchar animosamente por la verdad. Bellamente lo expresó nuestro Señor Jesucristo: “El que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí”. En efecto, tomar la cruz significa, renunciar al mundo y posponer todo aquello que nos aparta de su amor. Por consiguiente, los que seguimos a Cristo estamos también con él crucificados, muriendo a nuestra antigua conducta, somos introducidos en una vida nueva conforme al evangelio. Por eso decía Pablo: “Los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos”. Y nuevamente, como hablando de sí, dice de todos: “Para la ley yo estoy muerto, porque la ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”. Y a los Colosenses les dice: “Si moristeis con Cristo a lo elemental del mundo, ¿por qué os sometéis a reglas como si aún vivierais sujetos al mundo? De hecho, la muerte del elemento mundano que hay en nosotros nos introduce en la conversión y en la vida de Cristo”. En consecuencia, si Cristo en la Cruz es la suprema expresión del amor del Padre, es necesario anunciar a los hermanos que en la Cruz se produce el más auténtico y genuino encuentro con Dios. Que Dios a los que ama los prueba, como un buen Padre que es. Por los sufrimientos, Jesús aprendió a obedecer y encontrarse con la voluntad genuina de Dios. Y eso se produce en sus discípulos. El creyente es un testigo vivo, en medio del mundo, del amor de Dios desde y en la cruz dolorosa y gozosa. Sólo el creyente puede transmitir esta sabiduría y poder del amor de Dios. Y el mundo lo necesita. En este día solemne y de gracia se requiere insistir en el don de la entrega libre y por amor de Cristo en la cruz, para la salvación de toda la humanidad. Es oportuno hacer evidenciar todo aquello que llevó a que el Señor fuera conducido al Gólgota y crucificado, pero además que se reconozca que hoy nuevamente, de muchas formas, llevamos a Cristo a la cruz: cuando destruimos al otro con palabras y obras, cuando atentamos contra la justicia, la verdad, la paz y el cuidado del medio ambiente. En consecuencia, es necesario recordarle a todo el santo pueblo fiel de Dios que para ser discípulo de Cristo hay que renunciar a todo (incluso a sí mismo), tomar su Cruz y seguirle; que para ser discípulos de Jesús es necesario permanecer fieles a su Palabra que es la verdad y que es la única que proporciona la libertad; que la Cruz de Cristo es el valor que subvierte todos los demás valores en los que el hombre cree encontrar su libertad y su felicidad como son el poder, el bienestar, el prestigio, la ciencia humana; que conseguida la liberación, el discípulo descubre que la Cruz es un motivo de gloria, es el único valor que merece realmente su atención. Finalmente, hacer ver que, si es posible conseguir la libertad de los hijos de Dios, porque Cristo en la Cruz es la suprema expresión del amor del Padre en favor de la humanidad esclavizada por lo único que no la deja realizarse: el pecado. Sólo se puede amar al otro de verdad en la dimensión de la Cruz, es decir, cuando se descubre y se experimenta el amor que el Padre nos tiene a todos los hombres. Por eso podemos comprender la fuerza liberadora de la Cruz. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El encuentro con la persona de Cristo transforma la existencia del ser humano. Quien se encuentra íntimamente con el Señor no podrá seguir siendo el mismo, su vida se fundará plenamente en Él y se proyectará buscando dar gloria a su nombre. Por eso, si queremos que este Triduo Pascual nos lance a una misión de evangelización, es necesario recordar las palabras del papa Francisco, en el Ángelus, el 03 Julio de 2016: “la misión del cristiano en el mundo es una misión estupenda y destinada a todos y ninguno está excluido; ella requiere mucha generosidad y sobre todo la mirada y el corazón dirigida a lo alto para invocar la ayuda del Señor. Hay mucha necesidad de cristianos que testimonien con alegría el Evangelio cada día”. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición inicial La muerte de Cristo que hoy celebramos está llena de esperanza y victoria. Es muerte por el amor, es muerte para la vida. Cristo en la cruz, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvar a todos. Contemplamos en ella el árbol que da fruto, el árbol de la victoria. Vivamos con mucha fe y piedad los tres momentos principales de esta celebración: Liturgia de la Palabra, adoración a la santa Cruz y sagrada Comunión. Monición a la postración La postración rostro en tierra es el gesto más completo de humildad que una persona puede hacer ante Dios, rico en misericordia. En este día lo hace el ministro que preside la celebración. Nosotros lo acompañamos poniéndonos de rodillas. Monición a la Liturgia de la Palabra Esta Palabra de Dios proclamada hoy, en un ambiente de sobriedad y silencio, nos invita a reconocer que en Cristo Jesús está reflejada nuestra vida. Como Él mantengámonos firmes en la fe que profesamos y aprendamos a confiar sólo en Dios. Monición a la Oración Universal Cristo en la cruz oró por todos sin distinción alguna. Nosotros, siguiendo su ejemplo, oremos por las necesidades e intenciones de la Iglesia y del mundo entero. (En este día se hace la forma solemne prevista en el Misal). Monición a la Adoración de la santa Cruz La cruz del Señor es el símbolo de nuestra salvación. Nuestra fe en el Crucificado es el fundamento de nuestra esperanza. Al acercarnos procesionalmente a la cruz, reconozcamos a Jesús como nuestro único Salvador y Redentor, y adorémoslo. Monición a la Sagrada Comunión Hoy no celebramos la Eucaristía. Ahora se trae el Pan que fue consagrado en la celebración de ayer y con Él comulgaremos. Al comulgar expresemos y vivamos la unión con Aquel que se entregó por nosotros en la cruz. Monición final Después de haber sido testigos del amor del Padre por nosotros, al entregarnos a su propio Hijo, con la gracia del Espíritu Santo y en compañía de María Santísima, prolonguemos en el silencio de hoy y de mañana la contemplación del Misterio de la Pasión, y preparémonos al gozo de la Resurrección.

Jue 1 Abr 2021

Sermón de las Siete Palabras 2021

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del departamento de Comunicaciones y Tecnología, pone a disposición el Sermón de las Siete Palabras, predicadas por un grupo de obispos de las distintas Jurisdicciones del país, además un subsidio elaborado por el Departamento de Liturgia para el tiempo de Semana Santa 2021. >>SUBSIDIO LITÚRGICO PARA EL TIEMPO DE SEMANA SANTA 2021 EL SERMÓN DE LAS 7 PALABRAS: Primera palabra: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Predica:Mons. Oscar Urbina Ortega, Arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcop Lucas 23, 34 I Cuando llegaron al lugar llamado la calavera, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Primera palabra: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Predica:Mons. Pablo Emiro Salas Anteliz, Arzobispo de Barranquilla Lucas 23, 34 I Cuando llegaron al lugar llamado la calavera, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar reflexión escrita PRIMERA PALABRA[/icon] Segunda palabra: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” Predica:Mons. Gabriel Ángel Villa Vahos, Arzobispo de Tunja Lucas: 23, 39 - 43 I Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿no eres tú el Cristo? ¡sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste, nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. [icon class='fa fa-download fa-2x']Descargar reflexión escrita SEGUNDA PALABRA[/icon] Segunda palabra: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” Predica:Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid, Obispo Castrense de Colombia Lucas: 23, 39 - 43 I Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿no eres tú el Cristo? ¡sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste, nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. Tercera palabra: “Mujer: He ahí a tu hijo” Predica:Mons.Omar de Jesús Mejía Giraldo, Arzobispo de Florencia Juan: 19, 26 - 27 I Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien el amaba, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡he ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar reflexión escrita TERCERA PALABRA[/icon] Tercera palabra: “Mujer: He ahí a tu hijo” Predica:Mons. Elkin Fernando Álvarez Botero /Obispo de Santa Rosa de Osos Juan: 19, 26 - 27 I Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien el amaba, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡he ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa. [icon class='fa fa-download fa-2x']Descargar reflexión escrita TERCERA PALABRA[/icon] Cuarta palabra: “Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Predica:Mons. Orlando Olave Villanoba, Obispo de Tumaco Marcos: 19, 33 - 34 I Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿Lema Sabactani? Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Cuarta palabra: “Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Predica:Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro, Obispo de Pasto Marcos: 19, 33 - 34 I Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿Lema Sabactani? Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?… [icon class='fa fa-download fa-2x']Descargar reflexión escrita CUARTA PALABRA[/icon] Quinta palabra: “Tengo sed” Predica:Mons. Carlos Alberto Correa Martínez, Vicario Apostólico de Guapi Juan: 19, 28 - 29 I Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la escritura, dijo: tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.… Sexta palabra: “Todo… está consumado” Predica:Mons. Rubén Darío Jaramillo Montoya, Obispo de Buenaventura Juan: 19, 30 I Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: ¡todo… está consumado! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. [icon class='fa fa-download fa-2x']Descargar reflexión escrita SEXTA PALABRA[/icon] Séptima palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Predica:Mons. Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lucas: 23, 44 - 46 I A la hora sexta descendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora novena y el sol se eclipsó. El velo del templo se rasgo en dos y Jesús clamando a gran voz dijo: padre en tus manos encomiendo mi espíritu, y diciendo esto expiró. Séptima palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Predica:Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali Lucas: 23, 44 - 46 I A la hora sexta descendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora novena y el sol se eclipsó. El velo del templo se rasgo en dos y Jesús clamando a gran voz dijo: padre en tus manos encomiendo mi espíritu, y diciendo esto expiró. [icon class='fa fa-download fa-2x']Descargar reflexión escrita SÉPTIMA PALABRA[/icon]

Jue 1 Abr 2021

Episcopado colombiano ofrece el Vía Crucis 2021: "El Camino de la Cruz"

En el ejercicio orante de recorrer las estaciones del Vía Crucis para este tiempo especial que vive la humanidad, por cuenta de la pandemia COVID-19, el Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano, con la colaboración de los sacerdotes: Dr. Diego Uribe, miembro de la Comisión Nacional de Liturgia, y Francisco Mejía, director del Departamento de Catequesis de la Conferencia Episcopal, ofrece un recorrido al “Camino de la Cruz”, iluminado por el texto del profeta Isaías 53,5 "Sus heridas nos han curado". Cada año, alrededor de las celebraciones pascuales, especialmente el Viernes Santo de la Pasión del Señor, se tiene el Vía Crucis, como práctica de piedad, iluminada por textos y reflexiones que nos permiten hacer de la dolorosa pasión del Señor un camino de fe y de esperanza que, a su vez, puede recoger las intenciones de la Iglesia, su lectura de la historia, su cercanía con el dolor del mundo que Jesús recoge en su gloriosa pasión. En esta ocasión, cada estación del Vía Crucis tendrá una intención especial por la que se invita a orar: 1. Víctimas de la injusticia 2. Los enfermos Covid19 3. Los servidores de la salud 4. Las madres 5. Los agentes de la caridad 6. Los desaparecidos 7. Los niños enfermos 8. Las personas ancianas. 9. Los desplazados y migrantes 10. Los perseguidos por la fe 11. Los Mártires 12. Las innumerables víctimas de la violencia 13. Las mujeres víctimas de la violencia 14. La vida Contemplativa Es deseo de los autores de este insumo pastoral que el mismo “sea de gran ayuda para el crecimiento, celebración y vivencia del Misterio Pascual de Cristo que da sentido a nuestra vida cristiana”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] DESCARGAR Vía Crucis: "El Camino de la Cruz"[/icon]

Mar 30 Mar 2021

“Hemos visto un redescubrir y despertar en la fe”: Mons. Oscar Urbina

“La esperanza hoy es más necesaria que nunca”. Así lo señala monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, durante una entrevista concedida al diario El Nuevo Siglo. El arzobispo explica cómo funcionarán los templos y la aplicación de los protocolos de bioseguridad en estos días santos, al tiempo que analiza cómo le ha ido a Colombia tras un año de emergencia por la pandemia y las lecciones que la crisis ha dejado. LEA COMPLETA LA ENTREVISTA EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo se vivirá esta Semana Santa? MONSEÑOR ÓSCAR URBINA: Para nosotros la Semana Santa es la celebración más importante de nuestra fe, la Pascua, Cristo murió y resucitó, mostrándonos el gran amor que Dios nos tiene. Los obispos hemos recibido indicaciones de la Santa Sede, las cuales ya se han adoptado en las jurisdicciones eclesiásticas, pues la Iglesia ha implementado rigurosamente el cumplimiento de las medidas de bioseguridad emanadas por los entes gubernamentales. En los templos se guardará el distanciamiento entre las personas establecido por las autoridades, uso del tapabocas durante toda la ceremonia y desinfección de manos al ingreso a estos. No están permitidas las procesiones ni los eventos que generen aglomeraciones fuera de los templos. ENS: ¿Cuál será el mensaje que se le dará a los colombianos? MOU: El Papa Francisco nos invitó al inicio de la Cuaresma, que prepara la celebración de la Pascua, a crecer juntos en la fe, la esperanza y el amor. La fe es ante todo un encuentro y una respuesta a la Palabra de Dios, ello nos permite un renacer de nuestra vida, cambiando lo que vemos se debe superar y comprometiéndonos a amar como Dios nos ha amado. La esperanza hoy es más necesaria que nunca, pues es la fuerza para vivir los momentos difíciles como los que estamos compartiendo. Ahí tenemos una oportunidad para acercarnos a los que sufren y acompañarlos en sus tristezas y desánimos, ayudarlos a encontrar el significado de la Cruz en el plan de Dios. Todas las celebraciones de la Semana Santa nos alimentan la esperanza. El amor, Dios es amor y nos salvó con un exceso de amor manifestado en la Pasión, Muerte, Sepultura y Resurrección del Señor. Por eso, la Pascua nos transforma en personas nuevas, que buscan al Señor, presente en todos nuestros hermanos a quienes acogemos, acompañamos, escuchamos, corregimos y perdonamos. La fraternidad que nace de la Eucaristía, que es síntesis del misterio de la Pascua, es el camino más seguro para transformar nuestra sociedad violenta, inequitativa e injusta a nivel familiar y social, para que se convierta en un espacio amable y fraterno donde todos podamos vivir en paz. ENS: ¿Cómo ha visto el manejo de la pandemia por parte del Gobierno? MOU: Esta pandemia ha sido algo nuevo para todos, hay mucho que aprender, liderar, organizar y articular. Veo que el Gobierno ha asumido como le ha correspondido con responsabilidad y seriedad, y a pesar de que en sus manos tiene todas las posibilidades, existen grandes limitaciones económicas, políticas, ideológicas e históricas. Esto, destapó otras pandemias, la de la corrupción, las limitaciones del sistema de salud -especialmente en las regiones de la Colombia profunda-, en la educación y en el mundo laboral. No es una situación fácil porque la pandemia tocó todas las esferas y dimensiones sociales; cualquier decisión beneficia una y perjudica otra. Es importante resaltar la participación ciudadana en el cuidado del otro. Lecciones de la crisis ENS: Estamos cumpliendo un año de pandemia ¿Qué se ha aprendido en esta época? MOU: Hemos aprendido a ser familia, todos, independientemente de nuestro credo, formación académica, cultura, estrato. Hay un referente común, la casa y la familia. Cuando estuvimos confinados nos tocó volver a ser familia. El campo de la salud está muy delicado, la salud ha estado enferma en nuestro país desde hace muchos años. La tecnología y plataformas digitales son una prolongación de la humanidad, pero nunca reemplazan el corazón. La importancia del trabajo, la salud mental, la economía, el sistema educativo frágil e insuficiente, la pobreza y la marginación. El abandono del campo y de los territorios ancestrales. El cuidado de la creación. Y aprendimos en todos los niveles, familiar, social, político, religioso, que debemos volver a lo fundamental en cada uno de esos campos, y que el corazón de todo lo que se quiera trabajar es la persona humana. Es difícil creer que de algo tan malo y perjudicial, como lo ha sido esta pandemia, salga algo bueno. Pero, podemos decir que el hecho de que nos haya puesto otra vez la mirada en nuestra centralidad de la persona humana es algo muy positivo. Porque estamos corriendo el riesgo de deshumanizar. ENS: ¿La pandemia ha hecho que los feligreses se acerquen más a la Iglesia? MOU: Hemos visto un redescubrir y despertar en la fe de muchas personas, en familia se participa de la oración, de la Santa Misa, del rosario y otros momentos de piedad. Hemos visto que muchas familias se han organizado para hacer un día a la semana o todos el santo rosario o la coronilla de la misericordia. Hemos constatado la solidaridad. Por ejemplo, los bancos de alimentos, administrados por la Iglesia, dan fe de la generosidad de las personas e instituciones. La purificación de las falsas imágenes de Dios que lo han presentado como un juez castigador, y ahora, redescubrir que es un Padre amoroso, que educa, perdona, ama, corrige y acompaña. ENS: ¿Le preocupa que en medio de la pandemia el país esté polarizado? MOU: No solo en la pandemia, sino en cualquier tiempo la polarización nace de una negación del valor de cada uno como persona, como hermano y como constructor solidario de una casa donde todos podemos estar. Vacunación ENS: ¿Cómo ha visto el proceso de vacunación? MOU: Ha dado sus primeros pasos, esperamos que con la implementación que se está haciendo en todos los lugares sea más ágil e invitamos a todos los que pueden recibirla a no tener miedo, pues es la manera de protegernos juntos y de garantizar vida y bienestar para todos. ENS: Usted sufrió de covid ¿Cómo lo superó? MOU: Con profunda confianza en Dios, que fue apoyada por la oración de muchos cristianos en el país. He servido a la Iglesia en Bogotá, Cúcuta y en Villavicencio. Esto me ha permitido conocer muchas personas, y reconocer que cuando uno ora por alguien, Dios Padre escucha las oraciones y construye nuestra vida con las personas que encontramos a lo largo del camino. Agradezco a todo el personal que trabaja en el campo de la salud, pues he experimentado que, junto a la medicina, la compañía, la ternura, el sacrificio de todos ellos, es también una medicina. Esto me conduce, en primera persona, después de haber sufrido esta experiencia, (a señalar que) lo importante es cuidar la propia vida, para que ese cuidado repercuta en la vida de todos, la familia, el trabajo, el vecindario y la comunidad eclesial. Fuente: El Nuevo Siglo

Vie 26 Mar 2021

Protocolos en la Semana Santa

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Se acerca la semana mayor para los cristianos, y en particular para la Iglesia católica. Se me ocurre pensar que aparte de las motivaciones implícitas que animan la celebración anual de la pasión, muerte y resurrección del Señor, este año, cuando podemos al menos parcialmente, hacer posible que los fieles vengan a nuestros templos y capillas, debemos ser conscientes de la realidad que vivimos, que ayuda, sin duda, a darle una especial significación a los días del triduo pascual. Lo primero es lo primero, y es tener presente lo que vamos a conmemorar: un acto de amor, pues “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo, para que todos los que creen en Él tengan vida” (Jn. 3,16). El Concilio Vaticano II resume así estos días de gracia: “La obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo el Señor la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio, con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida” (Sacrosanctum concilium, 5). Por esto, si bien es cierto que acompañamos a Cristo en su dolorosa pasión, también estamos llamados a descubrir su fruto, que radica esencialmente en la vida nueva que nos regala. En Cristo y por Cristo somos hechos criaturas nuevas. Así, el sentimiento que nos debe animar en la semana santa es la alegría de la pascua, el gozo de sabernos amados y salvados en y por Cristo. Una segunda realidad que está latente en el pueblo santo de Dios, es el deseo de tener nuevamente la experiencia del encuentro con el Señor, mediado, por demás, por el encuentro con los demás hermanos en la fe. La pandemia ha sido un obstáculo para los encuentros comunitarios presenciales, y esto lo siente profundamente la comunidad que tiene la necesidad de encontrarse, de compartir no solo las angustias y dolores que la pandemia ha dejado en tantos, sino también la fe que nos une y hace hermanos. Es una magnífica oportunidad para que los sacerdotes y animadores pastorales y servidores de la liturgia, anuncien la buena nueva del Señor en la semana santa 2021, y ayuden a que el encuentro con Él sea realmente transformador. Vamos a celebrar la semana santa en medio de una “nueva normalidad” social, marcada por los protocolos de bioseguridad y la amenaza de nuevos contagios, o el llamado tercer pico de la pandemia. Así, vale la pena recordar nuevamente lo que dijo el Concilio en la Sacrosanctum concilium: “En consecuencia, simplifíquense los ritos, conservando con cuidado la sustancia; suprímanse aquellas cosas menos útiles que con el correr del tiempo se han duplicado o añadido” (n. 50). Aquí está la clave para entender que lo simple, por ser simple, no deja de ser solemne. Por eso mismo, en el fondo, los protocolos ayudan a participar digna, decorosa y alegremente en la liturgia católica. En eso debemos insistir. Más aun, en el silencio orante y contemplativo, en la quietud del cuerpo, cuando no habrá desplazamientos o procesiones, o cantos efusivos que se recomiendan evitar, seguramente va a haber una mejor disposición para poner la mirada en lo esencial, en el Crucificado - Resucitado, que dio su vida para nuestra salvación. Muchos feligreses están sedientos del consuelo divino. Algunos por la pandemia o por la violencia perdieron familiares o amigos; otros pasan dificultades económicas porque se quedaron sin empleo o han visto reducidos fuertemente sus ingresos; otros la pandemia afectó su salud física o psicológica; otros tantos experimentaron el rompimiento de vínculos familiares o amistades, y otros están poniendo en tela de juicio la fe en Dios. En la pascua 2021, considero que más que hablar mucho, hay que orar mucho. “Al orar, no hablen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados” (Mt., 6, 7), y se recuerda además cómo la oración hecha con fe es siempre eficaz: “pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se le abrirá” (Mt. 7, 7). Por eso los mensajes, las homilías, los sermones, deberán ayudar a los ministros y fieles a renovar la confianza en el Señor de la vida, que probado en todo, superó la adversidad, que fue tentado para darnos ejemplo, y que con su muerte venció la muerte. Una sola palabra que llegue al alma de una persona, dicha con la fuerza que viene de lo alto, de seguro que ayudará a traer paz y sosiego a los tristes, a los apesadumbrados, a los que piensan que este mundo se acabó y que no hay nada qué hacer. Esta semana santa será la de la esperanza confiada en Dios, que prometió no abandonar a sus hijos. Pascua 2021, la pascua de la vida nueva, donde estamos llamados a abrir las puertas de nuestros corazones y de nuestras casas al Dios del amor. Será la pascua de la familia. Con María y San José, teniendo como centro a su hijo Jesús, tendremos la oportunidad de celebrar este misterio de redención más plenamente. Muchas personas, por las razones antes dichas de la pandemia, no asistirán a los templos a las ceremonias, pero se unirán a ellas a través de las transmisiones televisivas y por las redes. Esta realidad se convierte en un nuevo reto para los ministros que presidirán las ceremonias y recogerán las experiencias vividas desde hace un año, para hacer de las transmisiones una ocasión para evangelizar, para celebrar y para dejar un mensaje renovador lleno de esperanza al pueblo creyente. El lenguaje mediático requiere simplicidad y contundencia, tal como lo hizo Jesús: ámense los unos a los otros, perdonen y serán perdonados, oren sin descanso, crean… Se ha de tener especial cuidado en el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad, de manera que la disciplina que la Iglesia católica ha tenido, haciendo de los templos lugares seguros, siga siendo lección de vida para la comunidad. Los protocolos para nosotros, son un acto de amor hacia el hermano que debe ser cuidado y hacia cada uno. Finalmente, serán muchas las personas que van a buscar en las celebraciones pascuales de este año el conforto de la misericordia y del amor de Dios. Acojámoslas con la ternura de Dios, y hagámosles llegar en las palabras del Cristo de la cruz, el abrazo de acogida del hijo de Dios que dio su vida para darnos vida: “Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20). Sí, aun en medio de la adversidad y temores que suscita la pandemia, el Señor de la vida está con nosotros animándonos siempre. Felices pascuas, en Cristo resucitado. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Mar 16 Mar 2021

Semana Santa 2021 en Bogotá

En la sede arquidiocesana de Bogotá, este lunes 15 de marzo, el arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda, se reunió con la alcaldesa de Bogotá, doctora Claudia López, para analizar la pertinencia de los actos propios para la celebración de la Semana Santa que se celebrará del 28 de marzo hasta el 4 de abril de 2021. Fruto de este diálogo la arquidiócesis emitió el siguiente comunicado. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 15 Mar 2021

A la Pascua con San José

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - “Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua”. “Cuando tuvo doce años...el niño se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres” (Lucas 2, 41 -43). Al escribir este mensaje editorial, en el año de San José y para el mes de marzo, dedicado a él y centrado en su fiesta del día 19, me viene espontánea esta imagen de la familia de Nazaret, que recorre y corre presurosa este camino de fieles peregrinantes a su “fiesta nacional”, fiesta de las fiestas. Es la imagen que recogen los misterios gozosos del Santo Rosario: “la pérdida y el dichoso reencuentro de María y José, con su hijo adolescente, Jesús” (quinto misterio). Una imagen que nos convoca como Pueblo de Dios a “caminar juntos”, Iglesia y humanidad, en esta hora de la historia. A caminar con Jesús y con María, fijando esta vez los ojos y el alma en la figura de José, el varón justo, descendiente de David, esposo de María, padre legal de Jesús, protector y custodio de la Iglesia que nace con ellos, carpintero de Nazaret. Acostumbrados a esta jornada anual, los padres de Jesús se integraban a la caravana de los hombres y a la de las mujeres, turnándose, al parecer, el llevar consigo al niño Jesús. Pero esta Pascua sería inolvidable para ellos: marcó todo un “crecimiento en la fe” para la Sagrada Familia. Descubrir los alcances de la filiación divina de Jesús; acoger, en diálogo y escucha cuidadosa, la autonomía y la “vocación” de Rabino, de Maestro, sin mengua de la sujeción y obediencia filial de Jesús a ellos; rehacer el camino de la ida y regreso pascual, por el de “angustiados te buscábamos”; superar la costumbre de suponer que Jesús estaba con ellos y ellos con Jesús; tener qué enmarcar ahora su misión de padres en la misión de Jesús, la de “ocuparse de las cosas” de su Padre: toda una “Nueva Evangelización”, diríamos hoy, para unos buenos e inmejorables cristianos convencionales, llamados a un discipulado del Padre a través del Hijo, de su hijo, su adolescente Jesús. Creyentes, esposos, padres e hijos, pastores y religiosos, todos podemos compartir esta Pascua 2021 como una prueba de Dios a nuestra fe quieta, a nuestra religiosidad de mera costumbre rutinaria, a nuestro vacío de diálogo y escucha con Dios, entre pastores y fieles, entre esposos y padres, con los hijos, especialmente los adolescentes y los jóvenes. La Pascua 2021, después del encierro por el coronavirus, que nos privó de la Semana Santa 2020, sea un “comenzar de nuevo”, después del frenazo histórico por la pandemia, nuestra relación más personalizada y cierta con Jesús y entre nosotros. Sea ésta la Pascua que recoge las angustias de una humanidad que busca superar la pandemia con la vacuna y la reactivación económica. La Pascua 2021 nos haga más espirituales, más humildes y fraternos, más unidos en cada casa, en cada parroquia, y en esta Nación y Casa Común, en el planeta Tierra de todos. A San José le encomendamos la gracia de “una buena muerte”, ahora que el virus deja tantos duelos por doquiera. Sobre todo en nuestra Colombia amada, donde “la mala muerte”, la que llega por vía del asesinato, rompiendo la ley de Dios y las leyes de la naturaleza humana, del cuidado que obliga a cada persona, sociedad e institución, con toda vida humana. Morir en los brazos de Jesús y de María; morir en el hogar de la Iglesia y por muerte natural; morir en la voluntad y la gloria de Dios, como obediencia del corazón, sean gracias que imploramos a San José, Custodio, protector e intercesor nuestro, Patrono de la Iglesia Universal. De San José aprendamos la espiritualidad del silencio, de la noche y de los sueños. Es la espiritualidad del discernimiento entre las tinieblas del alma y el amanecer de Dios y de sus planes. Es la “escucha del Ángel” que visita al corazón, cuando se debate en dudas y temores, y le susurra lo que hay qué hacer. Es responder con hechos de obediencia, ahorrándonos las palabras, haciendo de la profesión de fe una proclama de total certeza en Dios. Nos ayude, a servir a Cristo y a salvar unidos la humanidad, este varón silente y justo; este hombre que antepone a sus derechos la dignidad de la mujer y la grandeza inviolable de la vida humana; este esposo que honra a Maria y da ascendencia y ciudadanía a Jesús; este padre solícito y trabajador creativo de la carpintería; este destechado en Belén y migrante en Egipto. Difundamos el rico mensaje Josefino que nos dio el Papa Francisco con su Carta Apostólica “Patris Corde” (“Con corazón de Padre”) y veneremos con devoción y compromiso cristiano al gran San José, vinculado por Dios de manera esplendorosa al misterio de su Encarnación, del Verbo hecho carne, que “habitó entre nosotros”. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Sáb 11 Abr 2020

No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado

Primera lectura: Gn 1,1 - 2,2 Salmo respuesta: Sal 104(103),1-2a.5-6.10+12.13-14ab.24+35c (R. cf. 30) o Sal 33(32),4-5.6-7.12-13.20+22 (R. 5a) Segunda lectura: Gn 22,1-18 Salmo respuesta: Sal 16(15), 5+8.9-10.11 (R. 1) Tercera lectura: Éx 14,15 - 15,1 (nunca se puede omitir) Salmo respuesta: Sal Éx 15,1-2ab.2cd.3-4. 5-6.17-18 (R. 1a) Cuarta lectura: Is 54,5-14 Salmo respuesta: Sal 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Quinta lectura: Is 55,1-11 Salmo respuesta: Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3) Sexta lectura: Ba 3,9-15.32 - 4,4 Salmo respuesta: Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68c) Séptima lectura: Ez 36,16-17a.18-28 Salmo respuesta: Sal 42(41),3. 5bcd; 43(42),3.4 o, cuando se celebra el Bautismo, Sal 51(50), 12-13.14-15.18-19 (R.12a) o Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R.3) Epístola: Rm 6,3-11 Salmo respuesta: Sal 118 (117),1-2.15c+16a+17.22-23 Evangelio: Mt 28,1-10 Introducción Las lecturas de la Vigilia Pascual tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo. “todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”, “y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura”. • El primer grupo de lecturas (Moisés) abarca la creación, el sacrificio de Abraham y el paso del Mar Rojo: la actuación salvadora de Dios para con su pueblo Israel. • Los profetas hacen un llamamiento al amor renovador, a los signos de la alianza, a la fe, y prometen la salvación definitiva. • Los salmos cantan y meditan los temas anteriores, destacando sobre todo el cántico de Moisés en el Mar Rojo y el cántico bautismal de Isaías. • El Evangelio de Mateo nos recoge el anuncio de la resurrección con fuerza y con alegría. No «en la madrugada del sábado», sino «pasado el sábado», en las primeras luces del domingo, es cuando empieza a comunicarse la gran noticia. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. Tanto el A.T. como el N.T., o sea, toda la Biblia, habla de Cristo e ilumina la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (salmos y oraciones). Las diversas lecturas de la Vigilia Pascual nos ayudan a orientarnos en la línea que Dios quiere, apuntando a la nueva vida del Resucitado y a nuestro Bautismo: La admiración agradecida por la creación cósmica y de la familia humana por parte de Dios, obra de su sabiduría, de su poder y de su amor, que ahora nos concede conocer y seguir al nuevo Adán, Cristo Jesús, cabeza de la nueva humanidad. La fidelidad de un hombre creyente como Abrahán, que tendríamos que copiar nosotros incluso cuando nos parece que Dios nos pone a prueba y se nos acumulan las dificultades y los contratiempos. El deseo de que también para nosotros suceda el “paso del Mar Rojo” y la liberación, porque nuestra vida es un continuo éxodo, y con la ayuda de Dios, podemos ir renovando siempre más nuestra libertad interior, venciendo a todos los “faraones” que se nos puedan cruzar en nuestro camino de seguimiento de Cristo, pasando en esa noche pascual y bautismal de la esfera del pecado a la de la gracia. La voz de los profetas, en sus cuatro lecturas –“los reuniré, les daré́ un corazón nuevo, les purificaré, serán mi pueblo, los amaré con misericordia eterna”-, nos anima a confiar en la misericordia y el amor de Dios, que nos es siempre fiel a pesar de nuestros fallos; que nos ofrece su Alianza, renovada ahora en Cristo Jesús; que nos lleva a corrientes de agua fresca para que saciemos nuestra sed de felicidad; que nos hace conocer la verdadera sabiduría, la que proviene de su Palabra; y que nos promete un corazón nuevo y un espíritu nuevo. El apóstol Pablo nos invita a refrescar la gracia que Dios nos hizo el día de nuestro Bautismo, haciéndonos sus hijos; nosotros, esta noche, renovamos nuestras promesas bautismales, con la renuncia al mal y la profesión de fe en Dios. Pero, sobre todo, lo que más nos interpela es el evangelio de la resurrección de Cristo; si somos cristianos es porque Cristo ha resucitado y ha inaugurado un nuevo orden de cosas y nos anima continuamente con su gracia a seguir su camino. No seguimos a un libro, o a una doctrina, sino a una Persona Viviente, Jesús, Cabeza de la nueva humanidad, que ha sido resucitado por la fuerza del Espíritu. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado Esto es lo que les dice el ángel a las mujeres. Y después, Jesús se lo vuelve a repetir: “¡No tengan miedo!” Es éste uno de los grandes mensajes de esta noche. Este es el gran mensaje de Pascua, hoy: “¡No tengan miedo!” ¡Y cuánto bien nos hace escuchar este mensaje! porque en el sepulcro, todo es novedad, todo se transforma, cambia el mundo entero. Las mujeres y los discípulos experimentan la renovación que empieza. Porque Jesús, el crucificado, no ha quedado aprisionado por las cadenas de la muerte, una piedra de sepulcro no ha podido retener la fuerza infinita de amor que se manifestó sin reservas en la cruz. Aquel camino fiel de Jesús, aquella entrega constante de su vida hacia los pobres, aquel combate contra todo mal que ahogara al hombre, aquel amor, ¿cómo podría haber quedado encerrado, muerto allí por siempre? No, no quedó encerrado. La fuerza del amor de Jesús, la fuerza del amor de Dios, vence a la muerte y cambia el mundo. Y por eso el ángel puede decir, y Jesús puede repetir después: “¡No tengan miedo! “ El gran mensaje. Porque, ¿qué es el miedo? El miedo es, al fin y al cabo, pensar que el mal y la muerte pueden vencer sobre el amor, sobre la fraternidad, sobre la justicia, sobre la generosidad. El miedo es pensar que Jesús ha fracasado. El miedo es no ser capaces de creer que Jesús ha resucitado y que, con su resurrección, podemos caminar en paz su mismo camino. El miedo es no creer que, ocurra lo que ocurra, y aunque a veces no lo parezca, el amor vence siempre, el amor -el amor de verdad, el que vivió Jesús- es siempre mucho más valioso, más lleno de vida que cualquiera de los éxitos que a veces lamentablemente valoramos tanto. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia” Cada domingo decimos “esta es nuestra fe”. Esta es la fe que expresábamos cuando, al empezar la celebración de esta noche santa, veníamos hacia aquí, hacia la iglesia, guiados, en medio de la noche, por la claridad de Jesucristo vivo. Esta es la fe que se nos ha proclamado en las lecturas que acabamos de escuchar: la fe que empieza a encenderse con las primeras luces de la creación, la fe de Abrahán, la fe del pueblo liberado de la esclavitud por el Dios que ama a los pobres y a los débiles, la fe de los profetas, la fe del apóstol Pablo. Esta es la fe que fue proclamada en nuestro bautismo y que ahora, (con el bautismo de estos niños y) con la renovación de nuestras promesas bautismales volveremos a hacer presente. Esta es la fe que, como culminación de la celebración de esta noche santa de Pascua, se tornará acción de gracias al Padre por su inmenso amor, y se convertirá en pan y vino que es el cuerpo y la sangre del Señor, alimento que él mismo nos da para estar con nosotros por siempre. Esta es nuestra fe, la que cada domingo, cuando celebramos la Eucaristía, recordamos y reafirmamos. La fe de la confianza, la fe contra el miedo, la fe que nos dice que sí, que el camino de Jesucristo es nuestro camino, el único camino verdaderamente humano, el único camino de vida. Vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea Estas palabras cobran mucho sentido esta noche. Hemos vivido en este año el mes misionero extraordinario y se nos ha dicho reiteradamente que la Iglesia tiene necesidad de anunciar con más audacia y valentía la Palabra del Señor “la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG 15). Que esta noche nos impulse para ir a Galilea, para llegar donde aquellos que no conocen a Jesucristo, para encontrarnos con aquellos que se enfriaron en la vida de la fe y no encuentran el camino correcto para seguir al resucitado. Para llegar a todas las culturas de hoy con un anuncio nuevo, novedoso, que tenga la capacidad y la fuerza de desencadenar caminos de iniciación a la vida de la fe. Jesús, hoy, esta noche santa de Pascua, nos dice a cada uno de nosotros: ¡”No tengan miedo!” vamos con los nuestros, a nuestro trabajo, a nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestra ciudad, allí donde se construye nuestra vida, allí donde son felices y allí donde sufren. Allí, allí me verán. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Decorar el templo para la noche de Pascua: Cirios, flores, telones y todos los elementos que se consideren necesarios, destacando siempre lo esencial. 2. Preparar muy bien las moniciones que van a introducir los cuatro momentos de la Vigilia Pascual. 3. Reunirse con antelación con todas las personas que van a servir en la celebración para que no falte ningún detalle. Se debe cuidar la preparación de cada una de las lecturas de este día. 4. Conviene leer las rúbricas de la celebración, tanto las contenidas en Ordo como en el Misal, para ver todas las opciones celebrativas. 5. Preocuparse por preparar muy bien el canto del Pregón Pascual y todos los cantos de la celebración. 6. El mejor sitio para colocar el cirio pascual es cerca del lugar de la Palabra, pues desde allí se entona el Pregón pascual, que tiene como finalidad, entre otras cosas, cantar todo el simbolismo de este cirio. 7. Es necesario recordar que las luces de la iglesia se encienden al cantar por tercera vez “Luz de Cristo”, de tal manera que no se concibe que el Pregón Pascual y la liturgia de la Palabra se realice en tinieblas. 8. La noche de Pascua es el momento más indicado para los sacramentos de iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal, personal si es el caso de adultos, y de familia si es el caso de niños. El signo de la inmersión, quiere ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida. Si no hay bautismos dentro de la celebración, conviene resaltar la renovación de los compromisos bautismales y la bendición y aspersión del agua. 9. La celebración eucarística es la culminación de toda la Noche Pascual. Es la Eucaristía central de todo el año, más importante que la Navidad o la del Jueves Santo. Cristo el Señor ha resucitado, y nos hace partícipes de su Carne y de su Sangre, como memorial de su Pascua. 10. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima noche”, Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene. 11. La Bendición final de la Misa es solemne, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua. 12. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la oración del Sábado Santo, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas. Se añaden los cánticos y el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para Sábado Santo, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2067 ss.