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monseñor luis josé rueda

Lun 1 Oct 2018

A un año de la visita del Papa

Por: Mons. Luis José Rueda Aparicio - El año pasado el Papa Francisco nos visitó, para animarnos desde la fe, a buscar los caminos de la paz social tan anhelada en nuestra patria. Quienes tuvimos la oportunidad de vivir el encuentro del Santo Padre con las víctimas del conflicto en Villavicencio, recordamos con emoción cómo las víctimas y los victimarios reconocieron la gran equivocación de la violencia; además pudimos escuchar el testimonio de varias personas que lograron dejar la guerra y dedicarse a reconstruir sus vidas. La paz social requiere que reconstruyamos la vida de las personas, y así, una persona reconstruida en su dignidad es un protagonista de la paz social, no solo porque se desmoviliza y deja las armas, sino porque es luz y motivación para otros que piensan que la guerra es eterna. En Villavicencio el Papa Francisco, después de escuchar a víctimas y victimarios, se inspiró en la Palabra de Dios para llenarnos de esperanza, y esa esperanza no puede morir en nosotros, los Cristianos Católicos misioneros permanentes de la reconciliación, la fraternidad y la paz. Nos dijo el Papa Francisco:“Resulta difícil aceptar el cambio de quienes apelaron a la violencia cruel para promover sus fines, para proteger negocios ilícitos y enriquecerse o para, engañosamente, creer estar defendiendo la vida de sus hermanos. Ciertamente, es un reto para cada uno de nosotros confiar en que se pueda dar un paso adelante por parte de aquellos que infligieron sufrimiento a comunidades y a un país entero. Es cierto que en este enorme campo que es Colombia todavía hay espacio para la cizaña. No nos engañemos. Ustedes estén atentos a los frutos, cuiden el trigo, no pierdan la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24). Aun cuando perduren conflictos, violencia o sentimientos de venganza, no impidamos que la justicia y la misericordia se encuentren en un abrazo que asuma la historia de dolor de Colombia. Sanemos aquel dolor y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los reconoce, se arrepiente y se compromete a reparar, contribuyendo a la construcción del orden nuevo donde brille la justicia y la paz”. Al cumplirse un año de la profética visita del Papa Francisco a Colombia, le suplicó a todos aquellos actores de violencia en los distintos territorios de Colombia, que respeten la vida de las personas, que se dejen amar por Dios Padre, rico en misericordia. Animados por la presencia y el mensaje del Papa Francisco, los colombianos tenemos derecho a esperar un país sin narcotráfico, unas ciudades sin extorsión, unas tierras distribuidas con equidad, unos ciudadanos honrados, unos dirigentes políticos sirviendo al bien común, unos medios de comunicación cultivando los valores humanos, un sector bancario con sentido cooperativo superando toda tentación de usura, una Iglesia en salida misionera comprometida con el desarrollo humano integral, unas Fuerzas Armadas sirviendo al desarrollo social. Tenemos derecho a esperar y tenemos el deber de aportar todos, para que se vean en Colombia “los cielos nuevos y la tierra nueva” (Apocalipsis 21,1). A la luz del mensaje del Papa Francisco podemos formularnos tres preguntas para responderlas en los escenarios personal y social: ¿Somos capaces de promover y aceptar el cambio de quienes apelaron a la violencia? ¿Somos conscientes de que en nuestra propia vida y en la sociedad hay presencia de cizaña? ¿Somos obstáculo con nuestro estilo de vida, para que la justicia y la misericordia se encuentren? Jesucristo nuestro Señor en el llamado sermón de la montaña, nos dejó un verdadero desafío de vida, que sigue siendo muy actual en campos y ciudades de Colombia: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). En el mes de septiembre de cada año los Cristianos Católicos celebramos el mes de la Biblia y también en este mes, celebramos en la Iglesia de Colombia la Semana por la Paz del 9 al 16. La Palabra de Dios nos anima a vivir la paz y la reconciliación, a superar los odios y a dar paso al perdón, a construir una sociedad no violenta. El trabajo por la paz comienza en nuestra propia conciencia cuando somos capaces de superar toda tentación corrupta, vengativa, guerrerista, agresiva, pesimista. El cultivo de la no violencia comienza en nuestra propia interioridad, cuando somos capaces de superar nuestros odios para dar paso a la valoración de la dignidad de todas las personas incluyendo aquellos que piensan diverso a lo nuestro. «El amor y la verdad se encontrarán, la justicia y la paz se abrazarán» (Salmo 85,11) + Luis José Rueda Aparicio Arzobispo de Popayán