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Cuaresma

Jue 10 Mar 2016

La justicia de la fe es la misericordia, no la venganza

La reconciliación es manifestación de la acción del Dios en las personas y las comunidades, no es fácil lograr este proceso, implica una actitud esperanzadora, para poder ir más allá de lo jurídico o legal, para lograr una verdadera aceptación de no desear el mismo mal para el agresor y continuar la vida con un corazón más misericordioso. Pedagogía por la paz Para entender las diferentes fases de un proceso que lleva al perdón, la reconciliación y la paz, la Comisión de Conciliación Nacional de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) propone a obispos, sacerdotes, religiosos(as) y laicos comprometidos la campaña denominada “Pedagogía por la paz”. Esta es una campaña de sensibilización para crear escenarios posibles de discusión para el tema de la paz.

Lun 7 Mar 2016

El Señor perdona nuestros pecados

El pasaje central de este domingo es el perdón que da Jesús a la mujer adúltera. Todos nosotros somos pecadores: ninguno ha llegado a la meta en el camino de la conversión, pero como dice Pablo, tenemos que correr hacia esa meta, sabiendo que el Señor perdona a quien de veras reconoce su pecado y promete no pecar más. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Isaías 43,16-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Filipenses 3,8-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 8,1-11[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La misericordia y el poder de Dios se manifestaron ayer, se manifiestan hoy y siempre: Hubo maravillas del Señor en el pasado, pero la misma Palabra nos invita a no quedarnos pensando en el pasado, cuando “abrió camino en el mar”, sino a reconocer lo que hoy hace por nosotros. No se manifiesta en una fulgurante intervención sino como una planta que está brotando y va a dar fruto: así Él va haciendo surgir el mundo nuevo. Hoy también el Señor “cambia nuestro llanto en alegría” y la dolorosa expectativa de la siembra se convierte en gozos de cosecha abundante. “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.” Evangelii gaudium n. 1 Renace la alegría cuando el Señor viene al encuentro de nuestra miseria. Se encuentran la miseria y la misericordia, como decía San Agustín. Ese es el mensaje dramático de Jesús y la mujer adúltera. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La sociedad actual tiene una manera muy peculiar de reaccionar frente al pecado. Comienza por negar la culpa: partiendo del rechazo al complejo de culpa se pasa a negar el concepto de culpa y a soslayar la responsabilidad personal. Nadie es culpable o, lo que viene a ser lo mismo, “todos somos culpables”. La simpatía creciente por las creencias orientales acoge con alegría la negación de culpa y pecado, que en esas religiones o filosofías es lógica consecuencia de la negación de la libertad personal, diluida en el concepto del karma. Más de un experto en conducta humana, en sicología, sociología, terapias o coaching se horroriza de que alguien mencione la palabra “culpa” y, peor, la palabra “pecado”. Se acoge así una forma de misericordia que consiste en disculpar con toda clase de teorías sobre el comportamiento. Así se trate de hechos tan graves como el asesinato de un cónyuge o un padre, así se trate del abusador contumaz o el explotador descarado, siempre se encuentran caminos para la inimputabilidad no sólo en lo penal y legal sino en el juicio mismo de la conciencia. Lo que alguna vez se mencionaba como un valor, la “delicadeza de conciencia”, ahora se mira como una aberración o minusvalía en la personalidad. Esta tendencia es un grave escollo para la evangelización auténtica: si no se reconoce que hay culpa, no hay pecado y si no hay pecado, no hay ninguna necesidad de redención: sólo necesitamos autoayudas y terapias. No podemos negar que un lenguaje que califica como pecado cualquier descortesía o infracción (como las malas palabras, las infantiles desobediencias o las rebeldías adolescentes), desvaloriza el concepto de pecado y lo desacredita aún ante los niños y jóvenes. Mucha gente nueva no piensa en serio en el pecado porque se ha banalizado el concepto. La nueva evangelización tiene que hablar del pecado, porque, como dice la Escritura, el juicio del Espíritu Santo parte del juicio sobre un pecado. La Iglesia tiene que actuar como Jesús, que no niega, ni disculpa, ni soslaya que esa mujer es culpable de un pecado. Por eso le dice: “No peques más”. Es más: Jesús, con su desafío a los que la condenan, les hace caer en cuenta de que ellos también son responsables de sus pecados. Pero aquel en quien no hay pecado, ha venido para ser el testigo y mensajero de la misericordia. Por eso expresa Francisco, el Obispo de Roma en su exhortación “Evangelii gaudium”: “sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible. Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades. A todos debe llegar el consuelo y el estímulo del amor salvífico de Dios, que obra misteriosamente en cada persona, más allá de sus defectos y caídas.” Evangelii gaudium n. 44 Y añade en la convocatoria del Jubileo de la Misericordia: “« Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia » Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: « Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón ».Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.” Misericordiæ vultus 4. “Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón”. Misericordiæ vultus, 6. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Hoy, y cada vez que celebramos la Eucaristía, venimos como los animales que buscan ansiosos el agua, con la sed de encontrar en Cristo el agua de la vida y el perdón. Siempre comenzamos por reconocernos pecadores, comenzando por el celebrante. Recibamos conscientemente en nuestro corazón la Palabra de Jesús: Sí, has pecado pero yo no te condeno. Anda y no peques más. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Destacar, en la iniciación, el rito penitencial. Puede aprovecharse el canto “Hoy perdóname”, teniendo en cuenta que no reemplaza la letanía del “Señor, ten piedad”. El pasaje de la adúltera perdonada, invita a todos los bautizados a abrirse al perdón incondicional de Dios que en Cristo renueva todas las cosas. En este domingo se celebra el tercer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 804-805 del Misal Romano. Recordar que esta semana: El sábado 19 de marzo, es la Solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen María (en Colombia no es día de precepto). El próximo domingo 20 de marzo, es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Insistir en la campaña para preservar la naturaleza, por eso advertir el no adquirir ramas de palma de cera, y más bien utilizar en este día plantas o ramas de árboles fácilmente renovables. Sin embargo, no podemos caer en desvirtuar los signos litúrgicos, por eso no está bien invitar a llevar globos, banderas, pañuelos, etc.

Mar 1 Mar 2016

El Evangelio nos transforma

La Palabra que vamos a escuchar nos presenta el dinamismo de la alegría de sentir y de saber que “el Evangelio de la Misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo mejor que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más bello que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y a nuestro mundo a través de la gloria de Dios en su graciosa misericordia”. Escuchemos con fe y esperanza. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Josué 5,9a.10-12[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 34(33),2-3.4-5.6-7 (R. cf. 9a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: 2Corintios 5,17-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En el año jubilar de la Misericordia hagamos una lectura orante de la Liturgia de la Palabra en el dinamismo de la alegría de sentir y de saber que “el Evangelio de la Misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo mejor que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más bello que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y a nuestro mundo a través de la gloria de Dios en su graciosa misericordia”. Esta es la clave de meditación de la Palabra en este Domingo Laetare, día de la alegría por la proximidad de la Pascua. Primera lectura: Josué 5,9a.10-12 El libro de Josué narra la ocupación de la tierra prometida por el pueblo de Israel. Entrar en la tierra significa haber recibido liberación, haber sido reconocido, poder abrirse a una nueva experiencia libre de la esclavitud y alejados del desierto de la injusticia, y experimentar la alegría de saber que Dios no había abandonado a su pueblo elegido y que la Pascua en Egipto que constituyó al pueblo en peregrino del desierto hacia la libertad, llegaba a su final con la celebración de la Pascua en Gilgal que es celebrar la alegría de la llegada. «Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto» El término «Gilgal», que significa «rueda» o «círculo», podría ser un juego con el término «quitado de encima» (cf. Salmos 119:22). Ha habido un poco de discusión en cuanto a qué se refiere aquí: (1) algunos lo ven como que se refiere a la esclavitud en Egipto (cf. Génesis 15:12-21); y (2) otros dicen que se refiere a burlas de los enemigos de Israel, de que YHWH los había liberado de Egipto solo para destruirlos en el desierto (cf. Éxodo 32:12; Números 14:13-16; Deuteronomio 9:28). Más allá de las conjeturas exegéticas, lo que expresa el texto es que el pueblo salió de una realidad de injusticia, de decadencia moral, de conflicto y empezó una vida estable, apacible, comiendo los frutos de una tierra bendecida y que el pueblo empieza a saborear. Para un Israelita, la posesión de la tierra prometida a los padres era el compendio de todos los bienes, de igual manera es para el cristiano signo de alegría saber que Dios cumple su promesa y que en la cercanía de la Pascua podemos iniciar una vida nueva, donde se debe romper con el pasado de conflictos y violencias y apostarle a una sociedad justa, fraterna, reconciliada, capaz de vivir en paz. Salmo 34 Las palabras de este salmo son una réplica del gozo y la alegría que siente el pueblo de Israel y cada persona que lo proclama, cuando contempla la obra de Dios en su vida. Expresiones de júbilo, de gratitud y de alabanza que tienen la fuerza de la constancia, una actitud orante que debe permanecer en medio del pueblo como permanece la obra de Dios en medio de sus realidades. El salmista se alegra en la certeza de saber que clamó al Señor y fue escuchado, lo buscó y lo encontró y esta vivencia hace germinar en el corazón del pueblo los sentimientos de la alabanza y de la bendición de Dios. La oración de alabanza convoca a toda la comunidad, a los marginados, a los pobres, a los que se han alejado, a quienes han obrado mal, a volver su mirada a un Dios que siempre nos mira con misericordia, porque “la misericordia divina constituye el núcleo y la suma de la manifestación de Dios”. El salmo es una renovación de la Alianza. Dios está comprometido con su pueblo y lo escucha y viene en su ayuda (Ex 3,14). Nuestras comunidades viven situaciones de miedo, pánico, angustia, las sombras del mal se hacen sentir con la fuerza del desplazamiento, de las armas, de la explotación, de la corrupción; nuestra gente no está exenta de las pruebas de la vida, pero sabemos que hay un Dios omnipotente, justo y misericordioso que nos acoge, nos enseña el camino del perdón, la reconciliación y la paz: “contémplenlo y quedarán radiantes”. Segunda Lectura: 2 Corintios 5,17-21 El apóstol Pablo al predicar la opción por la persona de Jesucristo resalta que un fruto de esa opción es ser una nueva criatura y que esto deriva de la vinculación con el Señor resucitado. Lo realmente decisivo y transformador es compartir la nueva vida de Jesús después de haber compartido su muerte y de haber hecho morir al hombre viejo, es decir al hombre esclavo del pecado y enemigo de Dios. Esa transformación en nueva criatura es posible porque todo ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo. El trasfondo de la apremiante llamada a la reconciliación que hace Pablo es que él percibe un distanciamiento de la comunidad de Corinto y siente la necesidad de reconciliarse; sin embargo él sabe que solo será posible la reconciliación con la comunidad si los Corintios se reconcilian con Dios. Este llamado a reconciliarnos es válido para el pueblo colombiano, la reconciliación es la creación de un nuevo ser humano. El apóstol nos enseña que la iniciativa de la reconciliación le pertenece a Dios y que el origen de esa nueva creación es el Misterio Pascual de Cristo que transformó las relaciones entre Dios y la humanidad y que la fuerza de esa gracia de reconciliación fue confiada por Cristo a su Iglesia. Encarnar el ministerio de la reconciliación es propio de la misión de la Iglesia que sana y cura. “Es verdad: ¡cuántos heridos hay! ¡Cuánta gente necesita que sus heridas sean curadas! Ésta es la misión de la Iglesia: curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es Padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre”. (Papa Francisco 2 de mayo de 2015). En consecuencia: • La reconciliación es central a la vocación cristiana y es fundamental en la misión de la Iglesia en el mundo. • El ministerio de reconciliación con Dios, y de unos con otros, no conoce fronteras. • En la cruz todas las palabras y acciones se revelan como expresión de la reconciliación final llevada a cabo por el Señor crucificado y resucitado, que hace nueva la obra de la creación cuando todas las relaciones sean justas en Dios. (2 Cor 5,16-20; Ef 2,16) • ¡Sanar los corazones afligidos y vendar sus heridas! (cfr. Salmo 147), será el aporte insustituible de la Iglesia católica a la paz en Colombia. • La Iglesia está llamada a ser solidaria con aquellos que sufren, con esto contribuimos a restablecer las relaciones que han sido rotas. El perdón nos lleva al corazón de la reconciliación que Dios quiere de nosotros. (Cf. Artesanos del perdón, la Reconciliación y la paz, 16-17). Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32 El centro del evangelio de Jesús, -afirma el cardenal Kasper-, lo ocupa el mensaje de Dios como Padre. El evangelista Lucas tiene como columna vertebral la misericordia divina (6,36), para el evangelista pintor del icono de la madre del Hijo de Dios, la misericordia es la perfección de la esencia divina. Dios es fuente inagotable de perdón, da su gracia con una medida generosa. Hoy esa misericordia se hace parábola y revela la grandeza del Padre misericordioso que acoge y devuelve la dignidad perdida al hijo que se había alejado de su gracia y que hace el camino de la conversión para sentir el gozo y la alegría de habitar en la casa del Padre. Entre los múltiples aspectos de la parábola sugerimos resaltar en la meditación dos elementos: 1. El camino de conversión del hijo pródigo que ha de ser nuestro camino 2. La actitud del Padre que restituye la dignidad perdida con acciones concretas 1. El camino de conversión que emprende el hijo menor surge de la experiencia que cuanto más se aleja del Padre, tanto más pierde su identidad que lo lleva a una degradación total. El malgastar sus bienes y sentir que le niegan hasta las algarrobas con la que alimentaban los cerdos refleja que se encuentra en tierra extranjera y cuidar cerdos es el nivel más bajo de humillación. Esta situación lo lleva a entrar en si mismo y emprende el camino de regreso que es camino de conversión y que lo presenta el relato en cinco momentos: a) El hijo que se aleja (vv.11-13) b) La escases en la lejanía (vv.14-16) c) La toma de conciencia de la situación y la decisión de volver (vv.17-20a) d) El encuentro con el Padre (vv. 20-21) e) La celebración de la vida del hijo que regresa arrepentido (vv.15,22-24) El énfasis de la parábola está en la misericordia del Padre que desborda toda la medida esperada. “No se orienta a la justa distribución de bienes materiales, sino a la dignidad filial porque ese es el criterio de su amor”. Aquí reposa el misterio de la reconciliación en su clave pascual. El Padre ama a su hijo perdido y “siente compasión” y por eso es posible correr al encuentro del hijo, echarse a su cuello y reintegrarlo en la dignidad perdida. Enseñaba san Juan Pablo II “la fidelidad del Padre a sí mismo está totalmente centrada en la humanidad de su hijo perdido, en su dignidad” (DV 6). Volver a Dios es reencontrarse con su identidad, con la verdad, la justicia y la paz. En el relato evangélico Jesús nos desvela que la realidad del hijo pródigo es nuestra propia historia y que debemos emprender el camino de la conversión-reconciliación con la certeza que Dios sale a nuestro encuentro y nos devuelve la imagen y semejanza perdida por causa del pecado. 2. La actitud del Padre que restituye la dignidad perdida con acciones concretas La actitud del Padre se resume en “La Misericordia es la fuerza que todo vence, que llena el corazón de amor y que consuela con el perdón” (MV 9). El P. Fidel Oñoro, presenta el comportamiento del Padre misericordioso en actitudes concretas que devuelven la dignidad de hijo a quien regresa arrepentido y lo transforma en testigo de la misericordia: a) El padre que corre al encuentro de su hijo primero “lo abraza” (v.20b): el padre se humilla más que el mismo hijo. No espera sus explicaciones. No le pide purificación previa al que viene con el mal aspecto de la vida disoluta, contaminado en el contacto con paganos y rebajado al máximo en la impureza (legal y física) de los cerdos; el padre rompe las barreras. No hay toma de distancia sino inmensa cercanía con este que está “sucio”, para él es simplemente su hijo. b) Lo “besa” (v.20: “efusivamente”). El beso es la expresión del perdón paterno (como el beso de perdón de David a su hijo Absalón en 2 Samuel 14,33). Nótese que el perdón se ofrece antes de la confesión de arrepentimiento del hijo (v.21). c) Le manda poner “el mejor vestido”. El Padre le restituye su dignidad de hijo y le confirma sus antiguos privilegios. El vestido viejo, su pasado, queda atrás. d) Le manda poner “el anillo” (v.22b). Este anillo es un simple aderezo estético; puesto que en la antigüedad el anillo formaba parte de las insignias reales (ver 1a Macabeos 6,14) y con él se sellaban las grandes transacciones, se trata de un gesto inaudito para con un hijo derrochador de plata (v.13). ¡Qué confianza la que este Padre tiene en la conversión de su hijo!. e) Le manda poner “sandalias” (v.22): este era un privilegio de los hombres libres, incluso en una casa sólo las llevaba el dueño, no los huéspedes. Este gesto es una delicada negativa al hijo que iba a pedir ser tratado como jornalero. f) Hace sacrificar el “novillo cebado” (v.23), el animal que se alimentaba con más cuidado y se reservaba para alguna celebración importante en la casa. g) Convoca una “fiesta” (v.23) con todas las de la ley: la mejor comida, música y danza. La fiesta parece desproporcionada, pero el Padre expone el motivo: el gran valor de la vida del hijo. “La alegría de Dios es perdonar…la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Sólo el amor llena los vacíos, las vorágines negativas que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto, y esta es la alegría de Dios…” (Papa Francisco). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La historia del país ha estado atravesada por distintas formas de violencia, vinculadas en una porción significativa a la confrontación entre grupos armados por el control territorial y poblacional. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la violencia muestra otro rostro menos mediático, pero igual de preocupante: el mapa de la violencia general abarca distintos escenarios que se mueven entre la violencia interpersonal e intrafamiliar, hasta una red con múltiples caras que se entrelazan y retroalimentan. Fenómenos sociales repudiables que rompen la comunión: la corrupción, el narcotráfico, el secuestro, la sombra de desconfianza en la estructura de justicia, en el poder legislativo, la indiferencia frente al sufrimiento de las mayorías, el desplazamiento, el sub empleo que multiplica miseria, la delincuencia organizada, la minería ilegal y la legalizada sin controles para defender la “casa común” que es el medio ambiente, son expresiones del alejamiento de Dios que degrada el tejido social y le rompe sus fundamentos morales y éticos. En la realidad Colombiana se encarna la figura de quien se ha alejado de Dios, de quien ha malgastado los bienes confiados por el Padre, y ha llegado la hora de mirarse y emprender el sendero del perdón, la reconciliación y la paz, único camino capaz de devolver la dignidad perdida a las personas y a la sociedad para que encarnen la alegría que nos trae la actualización de la Pascua. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Este domingo nos hace, desde la antífona de entrada, una invitación a la alegría. Una alegría que se enmarca en el camino cuaresmal caracterizado por un llamado a la conversión y vale la pena motivar esta “alegría de la salvación” a partir de la propia experiencia de la misericordia del Padre y de la reconciliación. La inminencia de la solemnidad de la Pascua nos permite presentar el sacramento de la reconciliación como una experiencia de gratuidad. Cuando el perdón de los pecados se hace experiencia, el escándalo cede su lugar a la admiración. En el sacramento de la reconciliación, la “alegre noticia” sobre el perdón de los pecados se hace realidad, el pecador es alcanzado por la misericordia de Dios y regenerado en una gracia de multiformes connotaciones. (Cf. CEC 1420-1532; 1846). A partir de la Liturgia de la Palabra debemos exhortar y acompañar a las comunidades para que en el año jubilar de la misericordia el pueblo cristiano reflexione y practique las obras de misericordia corporales y espirituales, Ilumina esta sugerencia celebrativa el numeral 15 de Misericordiae Vultus. No olvidemos que la cuaresma es el tiempo privilegiado en el cual la Iglesia está llamada a mostrar de una manera más evidente el rostro misericordioso del Padre que está impreso en el rostro de Cristo vivo y presente en el misterio de la Eucaristía y la reconciliación. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] La parábola del padre misericordioso permite reconocer a Dios como Padre bueno y grande en el perdón que, en el abrazo de su amor, acoge a todos los hijos que regresan a Él con corazón contrito. Idea Fuerza para la predicación: Si el hombre es capaz de Dios, el hombre es capaz de amor. Y si es capaz de amor, es capaz de misericordia. Hoy se sugiere usar ornamento de color rosado, signo del ir dando pasos hacia la fiesta pascual. También, se permite el sonido de los instrumentos musicales y el altar se puede adornar con flores. En este domingo se celebra el segundo escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 803-804 del Misal Romano.

Lun 29 Feb 2016

En la escuela de la Misericordia en camino hacia la pascua

Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez. Todos los años, los cristianos tenemos la gracia de vivir y celebrar la Cuaresma, como tiempo de gracia, tiempo de conversión, tiempo propicio para volver a Dios, tiempo que nos sirve para prepararnos adecuadamente para la Pascua anual. Pero este año 2016, reviste la Cuaresma un significado del todo particular. Estamos en el Jubileo de la Misericordia, y por esto mismo, hacemos caso del deseo del Santo Padre, el Papa Francisco, cuando en la Bula Misericordiae vultus nos dice que “la cuaresma de este Año Jubilar ha de ser vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios” (MV, 17). Es por esto que en la pedagogía del encuentro, el Santo Padre nos invita a llevar a cabo, en todas las iglesias particulares del mundo, la “iniciativa de las 24 horas para el Señor” (MV, 17), que se propone realizar entre el viernes y el sábado anteriores al IV domingo de Cuaresma, es decir, antes del domingo 6 de marzo de 2016. La Arquidiócesis de Cali se vincula con vivo ardor a esta iniciativa pastoral, y organizada por cada una de las cuatro zonas pastorales, se llevarán a cabo sendas celebraciones penitenciales donde los fieles podrán acercarse al sacramento del perdón, animados también por la presencia de los Obispos y sacerdotes, que como Jesús, y en su nombre, impartiremos el perdón e invitaremos a la reconciliación. Unas jornadas de adoración y de encuentro con el Amor, en la alabanza eucarística, la escucha de la Palabra y la meditación. Será la ocasión, también, de celebrar con profunda esperanza el misterio de la fe, que es la Santa misa, para que cada fiel se una al sacrificio redentor de Cristo. El Santo Padre nos dice algo que es suma importancia: “De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior” (MV, 17). En la escuela de la misericordia, el sacramento del perdón es una ayuda magnífica para aportar a la paz de nuestro mundo, porque no se puede negar que la paz comienza en el corazón de cada persona, cuando descubre que su vocación es a la fraternidad, y no a la venganza ni al odio fratricida. Por esto, “las 24 horas para el Señor”, se hará en todas las parroquias en los tiempos y modalidades que sean más oportunos. Ya hay parroquias en donde grupos de sacerdotes se están organizando para realizar celebraciones penitenciales y colaborarse mutuamente. Pero qué bueno que cada católico, de manera particular el fin de semana del 4 y 5 de marzo, que es viernes penitencial, si no puede asistir a las celebraciones programadas, se proponga dedicarle esas 24 horas al Señor desde su hogar, y haga una obra de misericordia especial. Ese día la Iglesia, en todos los rincones de la tierra, clamará y alabará al Señor “porque es eterna su misericordia” (Sal. 118), pues durante las 24 horas para el Señor, en todo el mundo se escucharán las palabras de los ministros del perdón, cuando a cada penitente haga saber que Dios los ama y que los perdona sin condiciones. Por otro lado, no sólo habrá fiesta en el cielo por un pecador que se convierta, sino por los tantos que movidos por el Espíritu Santo se acercarán en estos días al Amor, para tener la experiencia del abrazo del Padre celestial. Que todos, sacerdotes y fieles, nos dispongamos con humildad para participar en la fiesta del perdón, recordando las palabras de San Juan “Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia” (1Jn, 1,8-9).

Mié 24 Feb 2016

Cambiemos y demos frutos

Para encaminarnos en la conversión que se nos pide en Cuaresma dos cosas debemos hacer: tomar conciencia que somos pecadores y mirarnos a la luz y misericordia de Dios. Así lo explica el cardenal Rubén Salazar Gómez en su habitual reflexión del evangelio del domingo. El purpurado recuerda que el mundo actual relativiza el pecado y lo convierte como algo normal en la vida del ser humano. “La noción del pecado ha desaparecido, el ser humano se ha convertido en un ser profundamente egoísta y ello nos está llevando a la destrucción de la relación con Dios”, explica el arzobispo primado de Colombia. En este contexto, en el Evangelio se nos convoca a una reflexión serena y tranquila para mirarnos en la misericordia de Dios que da un plazo a la higuera para que cambie y de frutos.

Lun 22 Feb 2016

Seamos obedientes al Señor

Este día las lecturas están centradas en la obediencia a Dios, nos da oportunidad de arrepentirnos, de volver a Él. Tenemos un Padre lleno de amor y de misericordia, escuchemos atentamente. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Éxodo 3,1-8a.13-15[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 103(102),1-2.3-4.6-7.8+11 (R. cf. 6)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: 1Corintios 10,1-6.10-12[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 13,1-9[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Moisés era un pastor como sus antepasados, y un día pastoreaba las ovejas, como años más tarde lo hará con el pueblo liberado de la esclavitud. Llegó hasta el Horeb, el monte de Dios (v. 1) y el Señor se le apareció en forma de llama de fuego en medio de una zarza (v. 2). La expresión "ángel del Señor" se utiliza para designar con respeto y temor la presencia de Dios. El símbolo que lo hace visible es el fuego, una llama de fuego que no se consume en medio de una zarza. El fuego es símbolo del poder transformador de Dios. El fuego todo lo que toca lo transforma en fuego o en una materia distinta de la inicial. Así es Dios: "fuego devorador" (Is 33,14). Moisés se maravilla y se acerca, pero la iniciativa es de Dios: "Moisés, Moisés" (v. 4). Debe quitarse las sandalias, pues la tierra que pisa no le pertenece, "es tierra sagrada" (v. 5). Debe despojarse, presentarse descalzo, desnudo espiritualmente, de puntillas y en silencio, sin alegar ningún derecho y sin imponer a Dios el propio paso. Ahora Moisés escucha al Señor: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Es el Dios de la historia pasada, siempre fiel a sus promesas, delante del cual Moisés se cubre el rostro en gesto de adoración y respeto (v. 7). 2ª lectura: 1 Corintios 10,1-6.10-12 Este midrash es un ejemplo de lectura cristiana del Antiguo Testamento. El "bautismo" del paso de mar, "el alimento espiritual" del maná y la "bebida espiritual" del agua que brotó de la roca, las "murmuraciones" del pueblo de la antigua alianza en el desierto, son imagen y "tipo" de la experiencia de todo creyente. El cristiano, habiendo atravesado las aguas del bautismo, camina en el desierto de la historia, sostenido por el Dios fiel y misericordioso, que lo sacó de una vez para siempre de la esclavitud del pecado y de la muerte. Este evangelio es una llamada urgente de Jesús a la conversión, a través del comentario que él mismo hace a algunos hechos de su tiempo (la represión brutal de la policía romana dentro del Templo y la tragedia de las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé). Para Jesús estas desgracias no son un simple castigo de Dios. Quienes perecieron no eran ni más pecadores, ni más culpables que el resto del pueblo (vv. 1-4). Jesús saca una lección para sus oyentes y para todos los lectores del evangelio: "Si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante" (v. 5). La invitación a la conversión (vv. 1-5) es comentada con la parábola de la higuera plantada en una viña y que no produce fruto. La higuera y la viña son símbolos de Israel en el Antiguo Testamento (Jer 8,13; Os 9,10; Miq 7,1). El texto recuerda las palabras de Jesús: "Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos." (Lc 6,44), aludiendo así a todo hombre que puede realizar obras buenas o malvadas. En la parábola del sembrador, sin embargo, la semilla produce fruto cuando cae en tierra buena (Lc 8,8), tierra que es imagen del discípulo auténtico que conserva la palabra "en un corazón bueno y bien dispuesto", y da "fruto por su constancia" (Lc 8,15). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La primera lectura (Éxodo 3,1-8a. 13-15) nos presenta la escena en la cual el Señor se le revela a Moisés con el nombre de Yahvé, que en hebreo significa Yo soy, y cuya traducción más completa sería Yo soy el que actúa. Ser y hacer son verbos inseparables en el lenguaje bíblico, y por eso los ídolos no “son”, porque no hacen nada. Y la acción de Yahvé es una acción liberadora del Dios único, que se compadece del pueblo de Israel y decide librarlo de la esclavitud que sufre en Egipto. El nombre “Yahvé” afirma así la continuación de la actividad de Dios que cumple su promesa. “El que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga”, les dice el apóstol san Pablo en su primera carta a los cristianos de la ciudad griega de Corinto (1 Corintios 10, 1-6.10-12), a quienes él mismo había evangelizado en uno de sus viajes misioneros. Esta exhortación a reforzar la vigilancia constante para no caer en la tentación, la hace el apóstol evocando la historia del pueblo de Israel después de haber sido liberado de la esclavitud en Egipto, en su camino por el desierto hacia la tierra prometida. Durante ese camino, fueron muchas las tentaciones que experimentaron los hebreos y muchos los que cayeron descuidándose y dejándose seducir por los apetitos desordenados. Pero también hubo un resto de personas que permanecieron fieles a Dios, poniendo toda su confianza en él y esforzándose para no apartarse del camino del bien. La parábola de la higuera que nos presenta el Evangelio (Lucas 13, 1-9), viene precedida de dos referencias a hechos que habían sucedido poco antes de que Jesús los mencionara. Ambos habían sido hechos de muerte, uno por asesinato, proveniente del gobierno de los romanos, y otro por un accidente. Jesús los menciona para indicar que ninguno de estas muertes había ocurrido porque quienes las sufrieron eran pecadores, como si los hechos trágicos o las calamidades fueran consecuencia necesaria del pecado personal o colectivo, una creencia muy difundida en la antigüedad, y que todavía es muy común. Contra esta suposición, Jesús nos dice que la muerte, sea cual fuere su causa, es el destino de todos, y por lo mismo todos debemos estar listos para que no nos sorprenda estando nosotros desprevenidos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La rememoración de la historia del pueblo de Israel tiene un sentido especial para nosotros en este tiempo de Cuaresma: el de invitarnos a renovar, desde la fe, nuestra experiencia de la acción salvadora de Dios, que está siempre dispuesto a librarnos de la mayor esclavitud que puede padecer un ser humano: la esclavitud del pecado, que no es otra que la del egoísmo con todas sus consecuencias. Este mismo Dios liberador viene a nuestro encuentro personalmente en Jesús, cuyo nombre en hebreo –Yahosua– proviene a su vez del término Yahvé y significa Yo soy el que actúa salvando. Aprovechemos este tiempo de Cuaresma para tener una experiencia profunda de Él, para sentir su presencia y su acción liberadora que nos anima y nos impulsa a salir de las situaciones de pecado que nos oprimen. También nosotros, en medio del desierto que tenemos que atravesar durante esta vida terrena, para llegar a la felicidad eterna, que el Señor nos promete, debemos reforzar constantemente nuestra vigilancia a fin de no dejarnos vencer por las tentaciones. ¿Cómo hacerlo? Pues acudiendo al poder liberador de Dios mediante la oración, poniendo cada cual de su parte mediante el autocuidado, y buscando también cada cual la ayuda de otra o de otras personas cuando esté en problemas. Como a la higuera de la parábola, Dios nos concede el tiempo de vida terrena que nos queda para producir el fruto que Él espera de nosotros. Hagamos entonces en esta Cuaresma una revisión de nuestra vida, y dejémonos fertilizar por el Espíritu Santo. Como el labrador de la parábola, Jesús mismo, el Hijo de Dios, intercede por nosotros ante su Padre eterno, que es también Padre nuestro, como Él mismo nos lo reveló, para que nos dé la oportunidad de vivir productivamente durante el tiempo que nos queda en este mundo. Con un examen sincero de nuestra conciencia, podemos ver en qué debemos cambiar y qué debemos hacer para aprovechar esta oportunidad que el Señor nos ofrece. Una manera muy adecuada de hacerlo es acudir al sacramento de la Reconciliación para expresar nuestra intención sincera de conversión, como también para pedir orientación y consejo y recibir, junto con la absolución de nuestros pecados, la gracia de Dios propia de este sacramento. Este tiempo de Cuaresma es especialmente propicio para ello. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se puede resaltar en una cartelera las palabras: liberación, compasión. Misericordia, conversión. Colocar visible esta frase: El que se cree seguro, ¡Cuidado!, no caiga. A través de la parábola de la higuera estéril cada fiel es invitado a superar la dureza de la mente y del corazón, para que, acogiendo la Palabra de Dios y dando espacio al Espíritu, sea capaz de dar frutos de verdadera y continua conversión. Recordar que en este domingo se celebra el primer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de la Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 801-803 del Misal Romano. Jubileo de la Misericordia: Viernes 4 y sábado 5 de marzo: “24 horas para el Señor” con la celebración penitencial. Esta semana es momento oportuno para motivar a la participación en el Sacramento de la Penitencia. Si los sacerdotes de varias parroquias vecinas coordinan y se hacen presentes en grupo en cada una de las parroquias, se facilita a los fieles la confesión, y se da un signo muy valioso de comunión ministerial.

Lun 22 Feb 2016

¿Qué son las prácticas cuaresmales? Descúbrelo aquí

Las prácticas cuaresmales son aquellas acciones que nos ayudan a vivir de manera coherente nuestro proceso de reflexión y conversión en Cuaresma. Hay tres tipos de prácticas: el ayuno, la oración y la caridad. Esta última encierra 14 obras de misericordia que el creyente puede realizar durante este tiempo. Finalmente a estas prácticas se suma una cuarta, la reconciliación y penitencia. En la siguiente infografía te explicamos en qué consiste cada una de ellas. [icon class='fa fa-hand-o-right' link='']Visita también nuestro especial Web de Cuaresma[/icon]

Mar 16 Feb 2016

Brillemos con la luz de Cristo

En el segundo domingo de Cuaresma, la Palabra nos plantea la transfiguración del Señor que nos muestra la meta en el caminar de nuestra vida y visualiza la gloria de la resurrección. El cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y presidente del CELAM, nos presenta este escenario en su habitual reflexión de los domingo, en el que puntualiza que antes de pasar por la transfiguración el Señor nos recuerda que hay una camino de pasión. El purpurado, también explica que el medio para transfigurarnos con Cristo es escuchar siempre su Palabra para que poco a poco nuestras vidas se vayan transformando y nos convirtamos en imágenes transparentes del Señor. [icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon]