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Iglesia

Jue 8 Jul 2021

El perdón y la reconciliación que llevan a la paz

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve - A nivel mundial, particularmente en Colombia y en nuestras fami­lias, el ser humano está pasando por una crisis de convivencia, manifes­tado esto en corazones llenos de odio y resentimiento que generan cada día más violencia y confusión al interno del grupo familiar y de la sociedad. Se escucha desde distintos enfoques que es necesario un proceso de perdón y recon­ciliación para llegar a la paz. Sin embar­go, no se llega a la tan anhelada paz, tan querida por todos, porque en la huma­nidad prevalece el uso de la fuerza y la violencia para resolver sus conflictos, al tiempo que se desea vivir en paz. Al hablar de perdón y reconciliación se está tocando un aspecto central de la fe cristiana. Muchas situaciones persona­les, familiares, sociales, etc., que se viven en conflicto, hacen necesario un proceso de perdón y reconciliación, pero no se concreta quitando a Dios del centro de la vida, de tal manera, que la virtud de la fe es definitiva cuando se quiere hablar de perdón y reconciliación y por eso es que a las comunidades cristianas en Colom­bia, hay que pedirles como primera obra en el trabajo de la reconciliación, que se encuentren para rezar. La oración es el clamor de quien no se resigna a vivir en el odio, el resentimiento, la violencia y la guerra. El perdón y la reconciliación son virtu­des cristianas que brotan de un corazón que está en gracia de Dios, nos permi­te ver la dimensión del don de Dios en nuestras vidas. Nacen estas virtudes de la reconciliación con Dios, mediante el perdón de los pecados que recibimos, cuando arrepentidos nos acercamos al sacramento de la penitencia a implo­rar la misericordia que viene del Padre y que mediante el perdón nos deja re­conciliados con Él. Estar en gracia de Dios, perdonados y reconciliados son características fundamentales de la fe cristiana. El perdón y la reconciliación son gra­cias de Dios y por eso no son fruto de un mero esfuerzo humano, sino que son dones gratuitos de Dios, a los que el cre­yente se abre, con la disposición de reci­birlos, haciéndose el cristiano testigo de la Misericordia del Padre y convirtién­dose en instrumento de la misma, frente a los hermanos. Un cora­zón en paz con Dios, que está en gracia de Dios, es capaz de transmitir este don a los demás, mediante el perdón y la reconciliación en la vi­vencia de las relaciones con los otros. No hay reconciliación y paz sin perdón, y todo tiene su origen en Dios Padre que envió a su Hijo Jesu­cristo, para que nos reconciliara con Él y efectivamente así lo hizo desde la Cruz, cuando nos otorgó su perdón y nos dejó el mandato de perdonar a los hermanos. El origen del perdón es la experiencia que Jesús tiene de lo que es la Misericor­dia infinita del Padre y por eso desde la Cruz lanza esa petición de perdón para toda la humanidad pecadora y necesita­da de reconciliación: “Padre, perdóna­les porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). Es por esto que ninguna ley civil y nin­gún poder humano podrá obligar a nadie a conceder y pedir el perdón. Solo la ley moral lo hace porque tiene su funda­mento en Dios mismo que siembra en nosotros la semilla del perdón y la re­conciliación, en el perdón que Él mismo nos ofrece, del cual somos testigos y por gracia de Dios y desde la fe, somos instrumentos de la misericordia del Padre. Para los creyentes la reconciliación con Dios es condición básica y necesaria para la reconciliación humana. Hemos de estar reconciliados con Dios si que­remos vivir reconciliados entre los seres humanos, así lo decimos en la oración del Padre Nuestro: “Perdónanos nues­tras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6, 12). Como cristianos creemos que el agente principal del perdón y la reconciliación es Dios. Orar por el per­dón y la reconciliación es mostrar que estamos convencidos que esto no es una lucha humana, sino un don de Dios. Esto, no declina nuestra dedicación activa por vivir perdona­dos y reconciliados, sino que nos dispone abrien­do el corazón a esta gracia de Dios. La oración estimula nuestra actividad y creatividad en trabajar por un mundo y una Colombia perdonada y reconcilia­da. Siempre en el mundo los grandes ar­tífices y trabajadores de la paz han sido personas de oración ferviente al Señor, pidiendo constantemente el perdón y la reconciliación que nos lleva a la verda­dera paz. Con Dios al centro de la vida y vivien­do en su gracia y en oración fervien­te, un instrumento fundamental en el proceso del perdón y la reconciliación es el diálogo, tan añorado en estos tiempos de violencia y dificultad en nuestra patria, válido para resolver conflictos familiares, vecinales, socia­les, políticos, etc. El diálogo ha evitado muchos enfrentamientos violentos a lo largo de la historia, en todos los sectores sociales. Dialogar implica escuchar de verdad las razones del adversario y estar dispuestos a modificar nuestra posición. Con la gracia de Dios en el corazón, el diálogo que lleva al perdón y la recon­ciliación se busca como un beneficio para el otro, sin Dios al centro se bus­ca el perdón y la reconciliación como un beneficio egoísta para sí mismo. La paz que nos trae el Señor, no como la que da el mundo sino Dios, implica una búsqueda continua del bien del otro, que lleva finalmente a trabajar de manera incansable por el bien común. Esto es un aprendizaje que se hace desde la fe, dejándonos educar por Dios mismo, que quiere que seamos sus hijos y entre no­sotros verdaderos hermanos. Aparecida expresó esta verdad diciendo: “Es necesario educar y favorecer en nuestros pueblos todos los gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social, de cooperación e integración. La comunión alcanzada en la sangre recon­ciliadora de Cristo nos da fuerza para ser constructores de puentes, anunciadores de verdad, bálsamo para las heridas. La reconciliación está en el corazón de la vida cristiana. Es iniciativa propia de Dios en busca de nuestra amistad, que comporta consigo la necesaria reconci­liación con el hermano. Se trata de una reconciliación que necesitamos en los diversos ámbitos, en todos y entre todos los países. Esta reconciliación fraterna presupone la reconciliación con Dios, fuente única de gracia y de perdón, que alcanza su expresión y realización en el sacramento de la penitencia que Dios nos regala a través de la Iglesia” (DA 535). Que Nuestro Señor Jesucristo, por in­tercesión de la Santísima Virgen María y del glorioso Patriarca san José, nos concedan la gracia de vivir en Colombia perdonados, reconciliados y en paz. En unión de oraciones, reciban mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis Málaga Soatá y Administrador Apostólico de la Diócesis de Cúcuta

Jue 8 Jul 2021

“Caminar juntos”: Invitación de la nueva directiva de la CEC

Al concluir la CXI Asamblea Plenaria del Episcopado, donde se analizó entre otros temas, la realidad del país, los obispos emitieron un mensaje final en el que expresan sus sentimientos de esperanza e invitan a todos los actores a buscar caminos que lleven a dar respuestas asertivas frente a tantas realidades difíciles que viven los colombianos. “Hacemos nuestras todas las voces que claman por un país solidario y justo. Nuestra mirada es esperanzadora aun conociendo los graves problemas que nos aquejan y todos los esfuerzos que debemos realizar para encontrar respuestas eficaces para el futuro de nuestra nación que urge acciones realistas donde todos los actores sociales nos comprometamos”, señala la misiva. Avanzar en un camino de sinodalidad Así mismo, al agradecer al Dios de la Vida el haberles permitido la gracia de reunirse de manera presencial para celebrar esta Asamblea, manifiestan que es un momento para la Iglesia “de caminar juntos, para escucharnos, para participar, para servirnos con amor de hermanos, pues ‘el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio’ (Papa Francisco)” Momentos para la oración Observan que, en cada momento litúrgico vivido a través de la oración y las eucaristías, estaban presentes los rostros de tantas personas que en las diferentes regiones del país padecen los dolores, pero también las esperanzas en un mañana mejor. Su oración, indican, también se dirigió de manera particular por los cientos de miles de fallecidos por la pandemia y sus familias que los lloran. Nuevas directivas de la CEC Al respecto, señalan que, iluminados por el Espíritu Santo, se eligió la nueva junta directiva que animará la acción evangelizadora de la Iglesia para el período del trienio 2021 – 2024. Finalmente, encomiendan este caminar pastoral en las manos de la Santísima Virgen, patrona de los colombianos y al pueblo suplican sus oraciones. El comunicado está firmado por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, presidente de la Conferencia Episcopal; monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, OP., arzobispo de Popayán y vicepresidente de la CEC; y monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá y secretario general de la CEC. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Jue 8 Jul 2021

La Virgen de los colombianos estará presente en los jardines del Vaticano

Este viernes 9 de julio se conmemoran 102 años de la coronación canónica de Nuestra Señora del Rosario Chiquinquirá como reina y patrona de Colombia. Por esta razón los frailes dominicos, custodios del lienzo renovado, han preparado una serie de actos conmemorativos dentro de los cuales se encuentran la realización de una Eucaristía solemne y la entronización de la imagen de la Virgen de Chiquinquirá en los jardines del Vaticano. Dichos actos se realizarán este viernes a partir de las 11:00 a.m. y serán transmitidos por diferentes medios de comunicación nacionales, que se han unido para llevar a todos los hogares de Colombia este importante acontecimiento de la Iglesia. Una vez finalizada la develación del precioso mosaico de la Virgen, en Roma, a las 12:00 m., desde el Santuario Mariano Nacional, donde reposa la imagen original y como es tradición desde hace más de 100 años, se realizará la Eucaristía solemne en honor de esta festividad nacional, la cual será presidida por monseñor Luis José Rueda Aparicio, primado de Colombia y presidente de la Conferencia Episcopal, en compañía del Nuncio Apostólico, monseñor Luis Mariano Montemayor, monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, O.P, arzobispo de Popayán y vicepresidente del episcopado y monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá y nuevo secretario general del episcopado. Aunque la celebración será a puerta cerrada debido al ambiente de pandemia que todavía se vive en país, la Eucaristía contará, no sólo con la presencia de la nueva junta directiva del episcopado, sino con algunos obispos, sacerdotes, religiosas y autoridades civiles, quienes orarán ante los pies de la reina y patrona de Colombia por el bienestar del país.

Jue 8 Jul 2021

Informativo de la Conferencia Episcopal: ‘ASÍ VA LA ASAMBLEA’

La Conferencia Episcopal de Colombia presenta el informativo “Así va la Asamblea”, con los principales hechos de cada día del encuentro de los obispos colombianos. En esta tercera edición, la video revista muestra varios aspectos relacionados con la Misa de clausura, así como los nombramientos o ratificación a cargos directivos de departamentos y de administración. Además, están las declaraciones de algunos arzobispos y obispos quienes presentan un balance y las proyecciones que ha de seguir la Iglesia, en atención al momento histórico que vive el país. Estas fueron las informaciones en “Así va la Asamblea”, de lo que aconteció al finalizar la CXI Asamblea Plenaria del Episcopado, que se celebró de manera presencial del 5 al 7 de julio de 2021.

Mié 7 Jul 2021

Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo

DECIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 11 de 2021 Primera lectura: Am 7,12-15 Salmo: Sal 85(84),9ab+10.11-12.13-14 (R. cf. 9b) Segunda lectura: Ef 1,3-14 (forma larga) o Ef 1, 3-10 (forma breve) Evangelio: Mc 6,7-13 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios en consideración nos presente tres temas que iluminan nuestra oración: • El envío, como parte importante de la vocación, tiene una motivación base: escuchar la voz de Dios y querer anunciarla. • Sentirse enviado es tomar conciencia del compromiso evangelizador que se tiene en favor de los hermanos. • Enviados a todos, sin exclusivismos, así como el Padre desde siempre ha elegido y enviado a su Hijo a toda la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La misión del Hijo se va desarrollando según el querer del Padre y ésta se multiplica por doce en la persona de sus discípulos. Descubramos en este domingo a Jesús como el misionero del Padre que nos llama y envía a todos. Amós, trabajador del campo y pastor de ovejas, inicia su misión profética en un ambiente de rechazo, porque debe hablar a quienes no desean escucharlo. Desde su tierra natal, Técoa, debe ir a profetizar a Betel invitando a cambiar las estructuras, la manera de ver a los pobres, a quienes sufren; así ataca las enormes diferencias sociales, los abusos de poder y la pérdida de fraternidad. En medio de todas las dificultades, donde la justicia y el derecho se ven resquebrajados, el salmista apela a la misericordia de lo alto: Dios anuncia a los suyos la paz. Es una promesa cumplida, es bendición venida del cielo, como lluvia que empapa la tierra. Para san Pablo toda la humanidad, sin distinción alguna, está en Cristo. Por él todos son elegidos, destinados a ser hijos en el Hijo, sentir la misericordia de Dios y caminar como hermanos hacia Cristo, fin de todo el plan divino. El Evangelio de san Marcos presentado el domingo anterior culminaba con la presentación de Jesús predicando en los pueblos de alrededor de Nazaret, su tierra. Hoy, los discípulos, llamados a estar con él, están invitados a asumir el estilo de vida de Jesús. Por ello el punto de partida de este camino es el envío de los doce. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El envío es la esencia de la vocación. Jesús llama a los doce, los envía y les da poder para efectuar la misión. Jesús no pierde la centralidad del relato: él llama hacia él y envía. También hoy, a nosotros, en medio de las circunstancias que vivimos, Jesús nos llama a “estar con él” y “nos envía a predicar”. Hay que tener muy presente y dimensionar lo que significan ambas facetas del seguimiento: se trata de estar con él, es decir, ser sus discípulos, aprender de él, compartir con él, permanecer en él; y, en segunda instancia, se trata de predicarlo, anunciarlo y testimoniarlo. También significa que, como discípulos y enviados no vamos en nombre propio, sino como testigos de una experiencia discipular, como testigos de un anuncio recibido. El mensaje de Aparecida ha querido resaltar para toda la Iglesia latinoamericana esa doble condición que nos hace de verdad cristianos: discípulos y misioneros. Hoy también, escuchando las instrucciones de Jesús para la misión, nos podemos preguntar: ¿qué llevar para el camino? ¿Cómo debe ser la reacción frente al éxito o fracaso misionero? La misión debe ser itinerante, no sedentaria, es decir, deberá estimular a caminar de nuevo, a encontrarse de nuevo, al desapego de los resultados, a la libertad interior y exterior. Ser enviados, es decir, ir de camino, significa que no nos está permitido instalarnos en comodidades. Si el enviado acumula y se llena de seguridades pasajeras, pierde el ritmo del camino, no ve el sentido de éste y puede declinar de su misión. La libertad, manifestada en el texto en no llevar alimentos, ni dinero, ni alforja, supone la total disponibilidad para compartir la experiencia de Cristo. Si el misionero viene en son de paz, desprendido de bienes, encontrará la benévola acogida de quienes lo escuchan; de este modo se acompaña el inicio del camino de fe de quienes acogen al enviado, para que luego estos hermanos divulguen con su palabra y obra, el encuentro que se ha tenido con el maestro. La orden expresa de Jesús: “Al entrar en una casa, quédense allí…” (6,10) lleva a reflexionar en el verdadero sentido del envío que deja, en los destinatarios, al mismo Jesús; es él quien entra, quien permanece, quien debe quedar. Y en esta experiencia sembrada en el corazón de los otros, se funda el verdadero sentido de formar comunidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nuestra plegaria se eleva a Dios para dar gracias porque nos ha llamado a estar con él y porque nos prepara para enviarnos desde la experiencia de encuentro y amor con él. Pero también le pedimos que aparte a sus enviados de los caminos fáciles y acomodados, para que así puedan reconocer en los rostros de los hermanos el rostro de Dios amor. Que el envío que tantos asumen hacia los hermanos haga vida siempre aquello a lo que la oración colecta de este domingo nos ha invitado: que muchos descubran a Jesús, luz verdadera, y vuelvan al camino. Que el testimonio de vida de los discípulos lleve a quienes los escuchan a rechazar todo aquello indigno del ser cristiano y asumir la llamada del Señor a ir a tantos que no lo conocen. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a esta celebración eucarística, hoy en el día del Señor. La Eucaristía, es el centro de la vida cristiana, ella nos nutre y llena de esperanza. En este Domingo, se nos invita a reflexionar acerca de nuestra vocación cristiana, que nos impulsa a llevar la Palabra de Dios, y que nos constituye como profetas y enviados a predicar su Reino a los que están a nuestro alrededor. Que el Espíritu Santo nos llene de gozo para celebrar el nombre del Señor y hablar en su nombre a toda criatura. Participemos con fe y alegría de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios nos ha elegido por pura iniciativa suya para ser sus hijos; por esta razón él nos envía para proclamar su mensaje en medio de nuestros hermanos, los cercanos y lejanos. Escuchemos con atención la palabra de Dios, que es vigor para nuestra misión evangelizadora. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas al Padre del Cielo, que es rico en misericordia, quien en Cristo nos invita a todos a participar en este memorial y en la entrega del Cuerpo y la Sangre de su Hijo como alimento que nos fortalece en la vida divina. Digamos con fe: R. Dios de bondad, escúchanos 1. Por la Iglesia, para que, movida por la fuerza de tu Palabra, siga ayudando a los enfermos, lleve consuelo a los corazones agobiados y, con espíritu profético, sea manifestación de tu Reino entre los hombres. Oremos. 2. Por los gobernantes, para que, inspirados en la justicia y la paz, trabajen incansablemente por el bien de sus hermanos. Oremos. 3. Por los más necesitados, especialmente por aquellos que no conocen la Palabra de Dios y viven sin esperanza, y sin ilusión, para que en este día se sientan abrazados por el amor de Dios y la fraternidad del prójimo. Oremos. 4. Por nosotros, para que iluminados con la Palabra y fortalecidos por el banquete eucarístico, seamos verdaderos discípulos y misioneros, y participemos activamente en la tarea evangelizadora de la Iglesia. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre, nuestras intenciones personales Oración conclusiva ¡Oh Dios! Que nos envías para dar a conocer tu Palabra, escucha bondadoso las plegarias que te presentamos. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

Mié 7 Jul 2021

Criterios de la CEC 2021–2024: “Comunión permanente, verdad y respeto a la vida”

Este martes 06 de julio, en rueda de prensa, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) presentó a la nueva directiva elegida para guiar el caminar pastoral de la Iglesia que comprende el trienio 2021 – 2024. Durante su intervención, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, quien fue elegido para asumir como presidente de esta Institución, agradeció a la junta saliente su servicio de colegialidad episcopal y el aporte que hicieron al país, dejando “un legado de servicio y comunión”. Monseñor Rueda Aparicio mencionó tres criterios que considera marcan las necesidades que tiene hoy no solo la Iglesia, sino también el país; estas, señaló, marcarán la ruta de trabajo para ir avanzando hacia la reconciliación: Camino de comunión permanente, verdad y respeto a la vida. Observó que, entre todos, como miembros de la Iglesia, se tiene la tarea de buscar la verdad y esta, agregó, solo se logra a través del diálogo, de las diversidades, de los distintos puntos de vista que se tienen, del respeto y la escucha, señaló además, que es importante el papel que juega la familia en la construcción de estos escenarios donde los colombianos trabajan y viven. “Le pido al Señor que nosotros, los que hemos sido nombrados para acompañar el caminar de la Iglesia, de la mano de los diferentes actores y en los distintos ambientes, podamos ser servidores de Cristo Jesús que se nos muestra como camino, verdad y vida”, aseveró. La Iglesia no ha dejado nunca de trabajar por la paz Por su parte monseñor Omar Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán y nombrado a ocupar el cargo de vicepresidente de la CEC, al ser interrogado sobre el papel que seguirá realizando la Iglesia durante esta gestión en materia de paz, observó que la Iglesia nunca ha estado ausente de este trabajo y es visible a través de las diferentes acciones que adelantan obispos, párrocos, religiosos, religiosas y laicos a lo largo del territorio nacional, pues “en toda parroquia de esta Colombia hay obreros por la paz”. “Una de las tareas que esta responsabilidad que el Señor nos entrega hoy, a través de la CEC, es pensar el país y ayudarlo a salir de este conflicto que lo aflige en materia de paz. De no resolver el tema de la paz, estaremos estancados en muchos dolores, con muchas fracturas y, finalmente, no veremos el país que nos merecemos”. Un mensaje de cercanía para los jóvenes Monseñor Rueda también se dirigió a los jóvenes, recordándoles que son los protagonistas de este momento histórico que vive el país: “Ustedes son los constructores de la paz, constructores de un país que merece vivir bien, ustedes tienen todos los elementos para poder vivir en unidad, justicia y respeto”. En este sentido también dijo: “Nosotros como Iglesia queremos acompañarlos, los que ya tuvimos una época de juventud, de trabajo y de anhelos los entendemos, queremos estar sirviéndoles a ustedes, en todos los caminos que sean caminos de bien común. Todos los caminos que sean búsquedas honestas para tener regiones en paz, para tener familias en paz, tener un país mejor y donde todos quepamos”. A este respecto, monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá y quien ocupará el cargo de secretario general de la CEC, invitó a los jóvenes a caminar de manera sinodal con la Iglesia, siendo parte activa, dinámica y crítica de ella. Los animó a realizar sus aportes en lo que será la próxima Asamblea Eclesial Latinoamericana que se realizará del 21 al 28 de noviembre en México. “A partir del mes de octubre vamos a iniciar el camino sinodal que nos propone el Papa Francisco; por eso, en estas iniciativas de Iglesia, queremos que los jóvenes nos acompañen, que caminen junto a nosotros y también sean Iglesia con nosotros”. Seguiremos un camino de sinodalidad Monseñor Omar Sánchez explicó que, si quizás el termino sinodalidad no es muy claro para todos, este indica es “un caminar juntos, una capacidad de lectura del otro, de integrar al otro, leer su diferencia y no escandalizarse, estos son elementos que son efectivamente la esencia de la Iglesia”. Igualmente agregó: “Nosotros estaremos al frente para animar la acción pastoral de toda la Iglesia, esta será nuestra responsabilidad, animar a todo el episcopado recogiendo todos los intereses, todas las visiones, todas las preocupaciones y todas las apuestas posibles”. “Así que la sinodalidad por todos los medios será propuesta y promovida por estos años que vienen, pero no como consenso de dos o tres personas, sino que hay un espíritu en la asamblea que quiere realmente renovar la Iglesia colombiana y a partir de esa inspiración, alcanzar esa meta de una sinodalidad encarnada y efectiva que le dé un nuevo matiz de acogida, de encuentro y de participación a todos dentro de la Iglesia”, puntualizó. Cercanía en tiempo de pandemia A este respecto, monseñor Alí Herrera dijo que a la Iglesia le duelen los casi 110.000 fallecidos que ha dejado la pandemia en el país, entre los que se han visto también afectados varios miembros de la Iglesia. “Como todos los colombianos también nosotros hemos tenido pérdidas. Somos conscientes de esta realidad de sufrimiento que se vive. Por ello, queremos ser esa Iglesia que acompaña, que es samaritana, que está muy atenta a las situaciones de dolor de tantas familias”. El prelado agregó que, ante esta situación de dolor, la Iglesia seguirá acompañando, “pero sabiendo que acompañamos a los demás porque somos también ese signo de fragilidad y de vulnerabilidad, como cualquier ser humano”. Seguiremos acompañando un diálogo social Frente a las manifestaciones que se vienen presentando en el país, donde los jóvenes han venido siendo los protagonistas, monseñor Rueda Aparicio, señaló que la Iglesia ha venido y seguirá acompañando, junto con el PNUD, el escenario de diálogo. “Quiero animar a los jóvenes y quiero animar a nuestros gobernantes, animar a los medios de comunicación que juegan un papel muy importante, a las universidades, al PNUD y nosotros como Iglesia nos animamos para seguir acompañando estos diálogos. Creo que cuando somos capaces de mirarnos de frente, de reconocernos, de valorarnos, de no estigmatizar al otro, sino de escucharlo con respeto, siempre vamos encontrando cosas nuevas que nos enriquecen y que nos proponen salidas”, asintió. La sabiduría y la amistad social le hacen falta al país Al referirse a este tema, el arzobispo de Bogotá aseguró que es importante, desde la vida familiar, empezar a cultivar la sabiduría social; considera que es desde el hogar donde se debe compartir y dialogar en las diferencias. “Cuando las distintas generaciones se encuentran y se escuchan, ahí va creciendo esa sabiduría social”. Finalmente, dijo que “la sabiduría social unida a la amistad social son caminos, son herramientas, para ponerlas al servicio del momento histórico de la Iglesia y de la sociedad”.

Mié 7 Jul 2021

Informativo de la Conferencia Episcopal: ‘ASÍ VA LA ASAMBLEA’

La Conferencia Episcopal de Colombia presenta el informativo “Así va la Asamblea”, con los principales hechos de cada día del encuentro de los obispos colombianos. En esta segunda edición, la video revista muestra varios aspectos relacionados con la elección de la nueva junta directiva que el episcopado nombró para guiar el camino pastoral de la Iglesia durante el trienio 2021-2024. Estas son las informaciones en “Así va la Asamblea”, todo lo que acontece durante la CXI Asamblea Plenaria del Episcopado.

Mar 6 Jul 2021

“Es necesario superar las visiones individuales y avanzar todos con el proyecto de Dios”

Insistió monseñor Ricardo Antonio Tobón, arzobispo de Medellín, durante la santa Misa con la que inició el segundo día de Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, desarrollada en Bogotá. Retomando las lecturas del día, el prelado exhortó a los obispos del país a “liberar y purificar el corazón para que no estemos pegados a nuestra visión, a nuestros propósitos a nuestro modo de actuar, sino que tengamos la capacidad de hacer solo y todo lo que Dios quiere”. “Este fue el secreto de la libertad de Jesús”, señaló, precisando que también es “el secreto para nuestra comunión, para nuestra fraternidad. ¡No cada uno, sino todos con el proyecto de Dios!”. Refiriéndose a la primera jornada de trabajo en la Conferencia Episcopal de Colombia, en la que reflexionaron sobre la realidad del país, su complejidad social, cultural, política y económica, monseñor Tobón afirmó que “es preciso, en primer lugar, acrecentar nuestra realidad con Cristo, en palabras de san Pedro, tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús; entonces, vamos a sentir dolor por todos los que están abatidos, especialmente por los más pobres y desamparados; vamos a sufrir por que la mies se pierde; vamos a tener ilusión y fuerza; vamos a tener viento y fuego, para continuar la misión”. Finalmente, pidió la asistencia el Espíritu Santo, “que nos haga capaces de aportar lo que nos corresponde en este mundo (…) Teniendo presente que no tenemos una misión individual, sino que somos el cuerpo del Señor; somos una comunidad apostólica, donde la misión del uno se complementa con la del otro, donde la misión que uno comienza el otro la continua”.