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Opinión

Mar 29 Ene 2019

Nos habló Pedro

Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez: Cuando el Papa Francisco se dirigió por primera vez a los jóvenes en Panamá, recordó sus palabras en la última Jornada Mundial de la Juventud de Polonia, en la que dijo que no sabía si podría venir a Panamá, pero que de todos modos aseguraba, que Pedro iría. Así entonces, de forma tajante, como efectivamente pudo venir personalmente, les dijo: “ahora les habla Pedro”. De igual manera, cuando terminó, en el estadio Olímpico de Ciudad de Panamá, a los más de 23.000 voluntarios, les repitió las mismas palabras, asegurándoles que no sabía si iría a Lisboa en el 2022, pero que de todos modos iría Pedro. La Jornada mundial de la Juventud, como todos y cada uno de los encuentros con el Papa, sea en Roma, como en cada una de sus peregrinaciones a lo largo y ancho del mundo, son un verdadero encuentro con Pedro, que tiene, entre otras cosas, la misión de confirmarnos en la fe. A eso viene Papa a cada país que visita, esa es su tarea en cada discurso u homilía pronunciada. Ahora en Panamá, de nuevo nos habló Pedro. Y lo hizo de manera genérica, en nombre de Jesús, para que cada uno logre descubrir lo que el Señor le está diciendo de acuerdo a su situación puntual, pero también habló directamente a personas, a grupos a instituciones. Cómo no destacar su directo y apremiante mensaje al pueblo colombiano y su sentida oración en sufragio por las almas de los cadetes asesinados en Bogotá. Todo indica que esto es un hecho inédito en el protocolo Vaticano, el que un Papa ore públicamente, con nombre y apellidos, por unos jóvenes asesinados en un país. Se destacan varias cosas. El afecto que tiene por nuestro país, que visitó recientemente y al que invitó a apaciguar los corazones y a ser artesanos de la paz, pero también, su sensibilidad ante las víctimas inocentes y sus familias. Un nuevo llamado a la paz nos hizo, que recuerdo: “jóvenes alumnos de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander” en Colombia, asesinados por el odio terrorista. Estos jóvenes fueron ofrenda en la Misa, y como recuerdo de ellos, me permito en este Ángelus nombrarlos, y cada uno en el corazón, en voz alta en el corazón, diga esa palabra que se suele decir en estos institutos cuando se nombra a un muerto: “presente”. Que estén presentes delante de Dios… Te pedimos Señor que les des su paz y al pueblo colombiano que también le des su paz. Amén”. Aquí hubo un renovado llamado para que cese el odio terrorista, y para que juntos podamos lograr la meta de una sociedad que viva en paz, sin odios, sin rencores, si muertes fratricidas. Nos habló Pedro, como en Colombia, cuando en Villavicencio, ante el Cristo de Bojayá nos dijo. “Colombia, abre tu corazón de Pueblo de Dios, déjate reconciliar… No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios y renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”. Qué bueno fuera que lo escucháramos todos y pusiéramos en práctica su llamado a la paz. Finalmente, un dato que pocos medios destacaron. El Papa Francisco, nuevamente estuvo en Colombia. En efecto, puesto que según las normas internacionales y los artículos 17 y 21 de la Convención Internacional sobre Aviación Civil de 1944, los aviones tienen la nacionalidad del país en el que fueron registrados, es decir, hacen parte del territorio del país que representan con su bandera, al viajar el Papa Francisco en una aerolínea que tenía la bandera colombiana, durante su trayecto, y hasta que no descienda de él, estuvo en territorio colombiano. Qué alegría y que honor.

Vie 25 Ene 2019

Mensajes de Madre Teresa

Escrito por: Mons. Froilán Casas Ortiz - Si hay una mujer que admiro enormemente es a la Madre Teresa de Calcuta, tuve el privilegio de abrazarla cuando todavía no era tan famosa en una audiencia con el papa Pablo VI en mi época de estudiante en Roma; veía en su rostro a una santa: totalmente despojada de arrogancia y vanagloria, es decir, una persona libre. “Pienso que hoy el mundo está de cabeza, y está sufriendo tanto porque hay tan poquito amor en el hogar y en la vida de familia. No tenemos tiempo para nuestros niños, no tenemos tiempo para el otro, no hay tiempo para poder gozar uno con el otro”. Oía por ahí en mis años juveniles un mensaje, palabras más, palabras menos que me decía: Un padre estaba tan ocupado en su trabajo, llegaba tarde a su casa, a altas horas de la noche y salía muy temprano a trabajar; nunca tenía tiempo para dialogar con su esposa, para besar y jugar con sus hijos; siempre la excusa, no tengo tiempo. Un día el niño de ocho años le preguntó al papá, ¿cuánto vale una hora de tu trabajo?, -a duras penas tuvo tiempo el padre de responderle, -$30.000.oo, hijo-. El hijo se propuso conseguir los treinta mil pesos y un día pudo conversar con su padre: mira aquí tienes los treinta mil pesos, por favor, véndeme una hora. ¡Cuántos padres hoy, no tienen tiempo para sus hijos! ¿Cuáles son los referentes de sus hijos? Las redes sociales, la pandilla de amigos y … ¿los padres? Continúa MadreTeresa: “El amor comienza en el hogar, el amor vive en los hogares, y esa es la razón por la cual hay tanto sufrimiento y tanta infelicidad en el mundo de hoy … Todo el mundo hoy en día parece estar en la terrible prisa, ansioso por desarrollos grandiosos y riquezas grandiosas y lo demás, de forma que los niños tienen muy poco tiempo para sus padres. Los padres tienen muy poco tiempo para ellos y, en el hogar empieza el rompimiento de la paz del mundo”. Es verdad que falta el pan material en muchas mesas, pero es verdad, también, que hace falta el pan del amor en muchos corazones. “El amor es la mejor música en la partitura de la vida. Sin él sería un eterno desafinado en el coro de la humanidad” decía Roque Schneider. Vean esta otra píldora de la sabiduría china: “Ámame cuando menos lo merezca, ya que es cuando más lo necesito”. Continuemos con la Madre Teresa: “La más terrible pobreza es la soledad y el sentimiento de no ser amado. La más grande enfermedad hoy, no es la lepra ni la tuberculosis, sino el sentimiento de no ser reconocido”. “Hoy hay más hambre en el mundo por amor y por ser apreciado, que por el pan”. Definitivamente sin amor la vida no tiene sentido. El bienestar no estriba solamente en la satisfacción de las necesidades materiales. Dinamarca resultó el país de la felicidad; allí están satisfechas todas las necesidades materiales; sí, pero a la par, el 47% de la población utiliza antidepresivos. El hombre es un ser integral. + Froilán Casas Ortíz Obispo de Neiva

Lun 21 Ene 2019

Solidarios en la esperanza

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía -Nuevamente el ánimo destructor que mueve a personas y organizaciones criminales golpea nuestros anhelos de vida, verdad y reconciliación. La violencia es el arma del poder enceguecido, idolátrico, que se impone con crudeza, sin parar mientes en los medios y el daño que causa. Convertida en arma de terror y pánico, pretenderá siempre esconder los peores y más inhumanos instintos. Al testimoniar nuestra solidaridad eclesial y ciudadana con las víctimas fatales, los heridos, las familias y la Institución de la Policía Nacional, abogamos por la cordura y la sensatez del pueblo colombiano ante este asalto a sus más legítimas aspiraciones de paz. Nos atenemos al poder supremo del Espíritu Divino, el de Jesucristo y Dios, para que actúe sobre los espíritus de todos nosotros, generación de estos tiempos enrarecidos, iluminando las conciencias y guiando nuestras actuaciones. Las almas de los difuntos encuentren en Dios la paz negada por los humanos. Los cuerpos de los heridos lleguen a la mejor recuperación posible. Las familias hallen consuelo. Y toda la población sea solidaria en la esperanza que nunca debemos perder, porque es la esencia del vivir humano y del futuro de todos. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Lun 14 Ene 2019

El Papa y los jóvenes

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - El año 2019 comienza en la Iglesia con un evento singular. En Ciudad de Panamá, del 22 al 27 de enero, se realizará la XXXIV Jornada mundial de la Juventud, que presidida por el Papa Francisco tendrá como tema la respuesta de María al saludo del Arcángel Gabriel: «He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). La Iglesia es joven, porque Dios es siempre joven, y él, en Cristo Jesús, es la Cabeza de la Iglesia. La juventud es más que un hecho cronológico caracterizado por los pocos años. Es también la actitud frente a la vida, frente a los retos y metas propuestas; por la disposición ante la misión que se tiene en el mundo. El tema elegido es más que oportuno para comenzar el año civil. Y qué interesante que el Papa invite a las nuevas generaciones a pensar en los proyectos de vida que cada uno tiene, puestos delante de Dios, para que de esta forma se pueda pronunciar como María “el hágase”, es decir, el actuar de Dios, que guía e ilumina los pasos de todos. Los jóvenes de nuestro tiempo, y con ellos los adultos, necesitamos volver a lo esencial del actuar humano. Debemos dejar de actuar por instinto, motivados solo por lo externo, las pasiones o intereses individuales; debemos actuar movidos por un querer especial, hacer en nosotros la voluntad de Dios, que quiere la felicidad de todos. El “hágase” de María seguramente no era fácil. Ella, joven, sabía que la vida le habría de cambiar, pero lo aceptó con entusiasmo, con fe, con esperanza y con la confianza puesta en el Señor que a su vez, a través del ángel, le había dicho la palabra clave para el camino incierto: no temas. “No temas, porque has hallado gracia delante Dios” (Lc. 1,30). Y cuánto necesitamos escuchar esta palabra en tiempos tan convulsionados como los que estamos viviendo. Que el entusiasmo de los jóvenes reunidos en Panamá junto al Papa, aliente el inicio de este año 2019, en especial, cuando en la Arquidiócesis de Cali estamos comprometidos con el conocimiento, apropiación e implementación del Plan pastoral 2019 - 2023. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Sáb 29 Dic 2018

Política y Paz

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - El tema de la jornada mundial de la paz 2019 dirigido por el papa Francisco, como es usual el 1.º de enero de cada año, aborda un tema que puede ser recurrente por lo esencial pero como ocurre en el pensamiento social de la Iglesia, busca provocar y conmover el discernimiento hacia la paciente y perseverante construcción de la paz y dar un paso adelante en el compromiso de construirla. Este año el papa, inspirado en el saludo misionero indicado por Jesús a sus enviados, “Paz a esta casa” (Lc 10,5) como modo apropiado de “abrir camino” en el anuncio del Evangelio, propone el tema de la profunda relación que existe entre la paz y el ejercicio de la buena política. La casa a la que llega este anuncio es en primer lugar, cada persona y toda persona, así como también cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente y el mismo planeta que como lo ha mencionado en otras intervenciones, es nuestra “casa común”, con la propia historia y características de cada uno (Cfr. JM, 1). A sabiendas de que es tan frágil la construcción de la paz, advierte Francisco de entrada, que “la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia” lo cual representa la antítesis de la política, diríamos con mayúscula, que busca el bien común lejos de toda corrupción o imperio del individualismo y los intereses personales. La buena política por tanto, como desafío permanente, entendida ésta como servicio, a ejemplo de Jesús, en cuanto forma sublime de realizar la caridad, luchará por defender la vida, la libertad y la dignidad de las personas en busca de un futuro también justo para todos.(Cfr.2) Pero sería difícil construir la paz desde la dimensión política y en favor de los derechos humanos si no está acompañada de otras virtudes que confluyen en la caridad como son “la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.”. Aquí menciona el papa las “bienaventuranzas del político”, citando al cardenal vietnamita Francois-Xavier Nuyen Van Thuan, añadiendo así otras virtudes como la credibilidad, interés por los demás, coherencia, unidad, búsqueda de cambio y capacidad de escuchar y no tener miedo (Cfr. #3). Lamentablemente existen también los vicios de la política, o sea la mala política, a veces por ineptitud de las personas que quieren ejercerla o por la deformación en los ambientes donde se aplica. La corrupción, en sus diversas expresiones y derivados es sin duda, la principal. La ilegalidad, el enriquecimiento ilícito, el poder mediante la fuerza, el racismo, xenofobia y la depredación del medio ambiente, entre otros, la completan. A los vicios se añade la preocupación por la amenaza constante de la guerra, con sus consecuencias de intimidación, miedo y la proliferación incontrolada del armamentismo que, como siempre, victimiza a los más vulnerables. (Cfr.4;6) El Santo Padre no omite su preocupación, por las nuevas generaciones que han de heredar una buena o mala política, a sabiendas que son los jóvenes y los niños los encargados de consolidar auténticos proyectos de paz para el futuro. Si son marginados, obviamente el futuro está en peligro, si ganan en confianza para participar y aplicar sus propios carismas y capacidades, hay una segura esperanza. (Cfr.5) Para construir la paz con responsabilidad política, que se ha de fundar en el derecho y el diálogo sincero entre sus actores, se necesita, por una parte, de un gran proyecto fundado en la “recíproca responsabilidad y la interdependencia de los seres humanos” pero también requiere una conversión del corazón que se expresa en tres dimensiones que no se pueden separar: la paz con nosotros mismos, la paz con el otro y la paz con la creación. Y la política de la paz se inspira también en María, Reina de la paz cuando en el Magníficat canta la misericordia de Dios que “llega a sus fieles de generación en generación” (Lc 1,50). (Cfr.7) Con mi fraterno saludo de paz. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Vie 28 Dic 2018

La familia y su impacto social

Por Monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro: Diciembre es asociado como un tiempo para compartir en familia. Son los días del reencuentro. Son los días en que se reavivan los valores aprendidos al calor del hogar. Definitivamente, es un tipo propicio para recordar que la familia cristiana no es sólo un espacio íntimo sino un semillero de principios y valores cristianos que han de germinar y fructificar no sólo para beneficio de los parientes sino de la sociedad en general. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI, n. 209-210) sostiene que la familia es «el lugar primario de la humanización de la persona y de la sociedad, cuna de la vida y del amor». Allí los hijos «aprenden las primeras y más decisivas lecciones de sabiduría práctica a las que van unidas las virtudes». Así, se comprende cómo es de seria la tarea que los cónyuges asumen cuando reciben de Dios la misión de cuidar a los hijos. Papá y mamá se hacen los más eficaces educadores en humanidad y en la fe de sus hijos. Los conocimientos que adquieran fuera de la casa, nunca tendrán el arraigo de lo que aprendan en casa (no sólo con las palabras sino con el testimonio de sus padres). En el pesebre contemplamos la familia de Nazaret, y allí recordamos que «Jesús nació y vivió en una familia concreta aceptando todas sus características propias y dio así una excelsa dignidad a la institución matrimonial». La Navidad celebra el nacimiento de Jesús, pero también celebra a la familia como lugar privilegiado para encarnar el misterio de la redención humana al interior del hogar pero llegando a todos los ámbitos de la sociedad. La sociedad debe respetar el valor de la familia como célula social; en este sentido el CDSI advierte que «relegar la familia a un papel subalterno y secundario, excluyéndola del lugar que le compete en la sociedad significa causar un grave daño al auténtico crecimiento de todo el cuerpo social». Y justamente por ellos, la familia debe hacer valer su derecho a jugar este rol central que impacta a la comunidad a partir de los valores que allí se siembran en sus integrantes. De este modo, que estos días de la Navidad, alrededor de José, María y Jesús, afiancemos los vínculos de nuestras familias y entendamos que ellas no pueden ser simples espectadoras de una sociedad que decide en su nombre lo que quiere para las personas sino que han de ser protagonistas e influenciadoras en la construcción de aquello que san Juan Pablo II llamó “civilización del amor”. Por: Monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali

Lun 24 Dic 2018

Un balance de pérdidas y ganancias

Por: P. Carlos Arturo Quintero Gómez - Estamos concluyendo este año 2018 y es la oportunidad para hacer un balance en el contexto económico, social, político, religioso, personal y familiar; un balance de pérdidas y ganancias, para reconocer que hemos terminado en saldo rojo, en déficit, o valorar que hemos avanzado, fortaleciendo los valores y afianzando nuestra identidad humana y cristiana. ¿Qué decir de este año 2018 en el Quindío? Hemos vivido una orfandad que se siente en los sectores menos favorecidos; no podemos ignorar que se han hecho avances y que los gobiernos departamental y de cada municipio se han esforzado, pero pasamos un año raspado ya que la corrupción tocó duramente a las puertas de nuestra casa común. El cuestionamiento de muchos de nuestros políticos y gobernantes, así como el deterioro moral de una sociedad que se ha erigido con valores y confianza en Dios, nos sacudió el alma. Fuimos noticia en el contexto regional, nacional y mundial por actos de corrupción, ocupamos por muchos meses el primer lugar en desempleo, violencia intra-familiar y altos índices de suicidios. Se ha incrementado el número de habitantes en situación de calle, el micro tráfico y el turismo sexual. ¡Cómo nos duele ver municipios como Salento y Filandia, en donde muchos de sus habitantes, hoy están al servicio de extranjeros, con sueldos de hambre y cumpliendo horarios que sobrepasan las exigencias de la ley, sin el más mínimo control de las entidades de vigilancia! La migración de hermanos venezolanos y retornados a Colombia es otro flagelo que ha exigido una mirada a la atención humanitaria; la difusión de noticias falsas y la falta de una conciencia real de responsabilidad social en algunos medios de comunicación y sector empresarial, el aumento de la delincuencia organizada, el incremento de niños y niñas en el mundo de las drogas y embarazos en niñas adolescentes; las riñas callejeras, la crisis educativa, el desamparo de nuestros ancianos, el relativismo moral, el desencanto de la vida en muchos corazones, y la pérdida de valores religiosos y espirituales, además de la desesperanza y el avance de las nuevas tecnologías que nos ha sumergido en una inteligencia artificial que nos desborda, como lo menciona Yuval Noah Harari, escritor e historiador israelí, en su libro “21 lecciones del siglo XXI” y que algunos le llaman el profeta de los algoritmos. ¿Y lo bueno? Hay muchas luces, lo bueno de nuestra sociedad quindiana es que tenemos una gente pujante, emprendedora, soñadora y querendona, con deseos de salir de la crisis, viendo en ella una oportunidad. Si bien hay sombras, que oscurecen y hacen sombrío nuestro panorama social, hay que destacar el papel de algunos medios de comunicación social y su deber con la verdad y con la paz; el compromiso de algunos empresarios con la realidad de sus empleados, familias fortalecidas en el amor que intentan sostenerse en medio de los ataques de la sociedad, la defensa de la vida, el trabajo de ONGs y fundaciones sociales que trabajan, muchas veces sin recursos, por defender la dignidad humana; cientos de proyectos sociales promovidos por personas e instituciones aportando a la construcción de la paz; impulso a la cultura ciudadana, favorecimiento de una cultura cristiana, un deseo profundo en muchas personas de volver a Dios, el surgimiento de nuevos voluntariados y nuevas comunidades eclesiales, la riqueza de nuestra tierra con una niñez y juventud creativa y con iniciativa; el tesoro humano de nuestros abuelos, la solidaridad de los quindianos ante la migración de venezolanos y al interior del país, volver la mirada a Dios. Podemos entonces, hacer un balance y darnos cuenta, que a pesar de los problemas, las sombras, las dificultades, hay mucha ilusión y esperanza de levantarnos, trabajando unidos por la recuperación del tejido social, haciendo que esta sociedad quindiana sea más justa y más humana. El gran desafío en esta navidad es que podamos hacerle un regalo a la ciudad y a nuestro departamento: unirnos, levantarnos de nuestras miserias y escombros y volver a soñar la vida. El Príncipe de la Paz, Jesús el niño recién nacido, viene para darnos la paz; Él es la esperanza que no defrauda, el Camino, la Verdad y la Vida. Celebrar la navidad en paz, sin pólvora, sin licor, sin asesinatos, sin violencia intra-familiar, sin peleas entre vecinos, será una muestra del deseo de aportar para que nuestra comunidad se transforme. Todo esto exige una conciencia clara que nuestras fiestas, tienen que transformarse en festivales culturales, gastronómicos y sociales en donde ganen los municipios y el departamento, porque cada fiesta, cada carnaval debiera ser una oda a la vida, al civismo, a la tolerancia y a la paz. “Feliz navidad y próspero año” P. Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo electo de Armenia

Mié 19 Dic 2018

Adviento: Invitación a la esperanza

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Cada etapa, en el año litúrgico de la Iglesia, tiene su índole y su peculiaridad. El Adviento es el tiempo que nos lleva a pensar en las promesas que Dios nos ha hecho en orden al proyecto que está realizando en la historia. El Adviento es, entonces, una ocasión para comprender lo que es y realiza, en la vida de cada uno y de todos nosotros, la esperanza. La esperanza como virtud que conforta y sostiene al ser humano en su camino. Nuestra sociedad está herida en la esperanza. Se percibe en la tristeza de tantos jóvenes, en la mediocridad de tantas personas, en el egoísmo que nos encierra a casi todos. Son signos de que nos falta esperanza la agitación, la amargura, la superficialidad, la inestabilidad. En la sociedad aparece la ausencia de esperanza en la falta de claridad frente al futuro, en la incoherencia que destruye la unidad interior, en la dispersión en múltiples cosas, en la deshonestidad para favorecer cualquier interés personal. Tantas caídas, desilusiones, frustraciones y crisis en la vida familiar, laboral, espiritual o apostólica tienen su origen en la ausencia de esperanza. La falta de esperanza y de fortaleza es el resultado de no tener perspectivas con relación al futuro, que termina por encerrar la persona en sí misma, por hacerle pensar que está terminada y por impedirle la libertad de ver el mañana desde el amor y el poder de Dios. Debemos preguntarnos: ¿Es posible ofrecer a tantas personas, con dolorosas señales de desesperación, manifiesta o escondida, un motivo de esperanza? ¿Se puede dar a este mundo fatigado, desilusionado y hasta enfadado un mensaje vigoroso de esperanza? Estas preguntas hay que hacerlas porque, dentro de algunos años, sólo sobrevivirán los que hayan encontrado, como los santos, motivos para tener esperanza. La esperanza no equivale a indiferencia ni a resignación ni a vivir de una ilusión. La esperanza es aprender a ver el proyecto que Dios va realizando en el mundo para colaborar con él y para animar a otros a tener la alegría de trabajar por un mundo nuevo. La esperanza es la capacidad de no aniquilarse en la rutina, de no perderse ante la incertidumbre del porvenir, de no replegarse ante los grandes proyectos de la historia. Es la fuerza que nos lanza hacia algo más allá de nosotros mismos, es la sabiduría para situarnos en los planes de Dios. La esperanza tiene dos características que el Adviento nos hace presentes. Es dinámica porque anima; hace ver la meta y, por tanto, impulsa hacia ella sin que preocupe tanto el cansancio o la distancia. Viendo la meta se corre hacia ella, como el que, perdido en una selva o en una ciudad, una vez encuentra una señal que lo oriente se apresura para alcanzar el lugar de llegada. La esperanza sostiene e impulsa para proseguir hasta el final a pesar de las dificultades que se presenten. De otra parte, la esperanza es la purificación que corrige y transforma el ser humano. Haciendo ver el objetivo que se busca, señala también aquello que falta a cada uno para poderlo alcanzar. La esperanza es como una levadura en la entraña misma de la persona, es como un acicate interior que empuja para obtener lo que se espera. Si mi esperanza es vivir la misión que he recibido, qué debo hacer todavía. Si Cristo es mi esperanza, qué me falta para alcanzarlo y tener su vida . Es necesario asumir estas dos dimensiones de la esperanza. La fuerza que estimula y hace llegar y la exigencia de cambio que evita caer en la desesperación. Aprendamos a vivir el tiempo de Adviento con los ojos fijos en Cristo que sustenta nuestra esperanza. Que desde él demos sentido a todo lo que somos y hacemos y con él tengamos sabiduría y fortaleza para llegar hasta el final. Sintamos con el salmista: el Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? (Sal 26,1). + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín