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Opinión

Mar 27 Nov 2018

El reino de Jesús no es de este mundo

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid: Con la solemnidad de Cristo Rey del Universo se cerró el Año Litúrgico y fue la oportunidad para revisar con fe los acontecimientos del año que hemos recorrido, con el Señor, nuestra vida en la Iglesia. Esta fiesta centró nuestra atención en Jesucristo Señor del tiempo y de la historia. La realeza de Jesús no es como la realeza de este mundo, tantas veces expresada en la sed de gloria o en las vanidades que, de por sí, están conectadas a las coronas humanas, tan volátiles, tan intrascendentes. Jesús es Rey en una altísima dimensión que, para bien nuestro, se expresa en la simplicidad, en la humildad. El Reino de Jesús no es de este mundo, precisamente así lo dirá delante de Pilato en el Evangelio que se leerá el domingo (Juan 18, 33-37). No puede confundirse esta realeza con la que, incluso sus mismos apóstoles, esperaban ver despuntar en Jerusalén. Jesús enseña que su reino y su reinado entran en una dinámica que debe ser también el camino de la Iglesia. Es un Reino en el que es esencial escuchar al Señor no solo para conocerlo sino para hacer de su mensaje tan vivo, tan concreto, tan eficaz, un camino de vida que ilumine a las personas y a las comunidades que creemos en el Señor. Es un Reino que se expande no solo hacia los confines del mundo, sino hacia la vida interior, proponiéndonos un camino en el que hay que convertirse, hay que ser discípulo del Señor de la vida, hay que entrar en el camino del seguimiento de un maestro exigente y a la vez compasivo que nos pide vivir en la entrega amorosa a los demás, en la construcción de comunidades fraternas y generosas, en la proclamación de la esperanza y de la alegría. Es un Reino que transforma la sociedad mediante la acción de una Iglesia que pasa de ser servidora de los órdenes pasajeros de este mundo a la gloriosa tarea de ser servidora de la vida, don de Dios; ser servidora de la Identidad Cristiana que permite reconocer al Señor en los últimos, en los pequeños, en los que más sufren. Cuánto celebro que en esta Iglesia estemos ya comprometidos con la fraternidad que acoge, comparte, ilumina, consuela. Cristo es Rey. Su corona nunca dejará de ser de espinas, porque en el amor del Señor estarán presentes siempre los dolores de su pueblo amado. Nuestro Rey no nos esclaviza, nos libera; no nos empobrece en el resentimiento y la amargura, sino que nos reconstruye desde dentro para que seamos vida y paz para todos. Al vivir en estos días iluminados por la figura del Rey Sacrificado, sintamos que el sigue extendiendo “su reino de salvación”, como cantamos en las fiestas de la Cruz. Que podamos servir con esperanza a causa de la salvación, mirando con confianza al Señor de la Gloria que predicó a los pobres, a los pequeños y a los sencillos, como María, la madre del Hijo de David. El Reino de la Alegría que nadie nos podrá arrebatar; el Reino de la Esperanza que encontrará su meta en la Patria Celeste; el Reino de la Justicia que sana los corazones rotos por el desamor; el Reino de la Verdad que vence las tinieblas de la mentira; el Reino de la Paz que reconcilia y une a los divididos por el pecado; el Reino del Amor que transforma en caridad viva y eficaz las buenas obras; el Reino Eterno que vence los dolores de la historia humana; el Reino Universal en el que todos serán uno en tu Hijo amado. Que, mientras decimos “venga tu Reino”, vivamos en el Evangelio de la Esperanza la gozosa alegría de seguir haciendo presente tu amor y tu paz. Venga la alegría a nosotros el Reino Infinito y a la vez humilde, del que tuvo por trono la cruz y por corona, las espinas. ¡Alabado sea Jesucristo! Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Mar 20 Nov 2018

La Iglesia y los jóvenes

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Recientemente se concluyó el Sínodo de los Obispos que analizó la realidad de los jóvenes en nuestro tiempo. Al terminar las deliberaciones, los obispos suscribieron un documento conclusivo en el que presentan algunos de los temas que trataron; todos llenos de interés y actualidad para nosotros. Probablemente este texto será la base, como ha ocurrido en otras ocasiones, para que el Papa escriba una Exhortación Apostólica; pero resulta interesante recoger desde ya, sintéticamente, algunas de esas reflexiones. 1. Los jóvenes quieren ser escuchados, reconocidos y acompañados a nivel personal y grupal; desean que se les dedique tiempo para acoger su opinión como algo importante en el campo social y eclesial. 2. Ayudar a los jóvenes a hacer discernimientos esenciales es una misión que debe realizar la Iglesia, a fin de acompañarlos en un mundo caracterizado por el pluralismo y una amplia disponibilidad de opciones. En esto es fundamental el sacramento de la Reconciliación. 3. Es irremplazable el papel de los centros educativos y de las parroquias para la formación integral de los jóvenes, para hacerlos capaces de vivir una fe madura y para llevarlos a un compromiso en la transformación del mundo. 4. Las migraciones se presentan hoy como un paradigma de nuestro tiempo, no son algo transitorio sino estructural en nuestra sociedad. Ellas afectan principalmente a los jóvenes con su ímpetu para ir a otros lugares y su necesidad de ser acogidos y ayudados. 5. Es preciso implementar medidas rigurosas, especialmente en la formación de los que tendrán tareas educativas y pastorales, que prevengan y eviten la repetición de abusos de poder, de conciencia y de sexo por parte de clérigos o laicos en contextos eclesiales. 6. Hay que promover la conversión y la solidaridad frente a prácticas como el desempleo, las persecuciones étnicas, las inequidades económicas y las exclusiones religiosas que vulneran a muchos jóvenes como si fueran “descartables” para la sociedad. 7. Los jóvenes pueden aportar mucho para que la Iglesia se sacuda de encima “la pesadez y las lentitudes”. Jesús aparece joven entre los jóvenes y se cuenta con el testimonio de muchas santos jóvenes. Es necesario acoger e integrar la juventud en la Iglesia. 8. Hay necesidad de una mayor valoración de la mujer, porque su ausencia empobrece el camino de la sociedad y de la Iglesia. Debe darse una presencia femenina en todos los organismos eclesiales y una participación femenina en los procesos de toma de decisiones. 9. Darse uno mismo es un camino a la auténtica felicidad. Cada persona debe vivir su propia vocación específica en el campo familiar, profesional y eclesial. Por eso, hay que presentar a los jóvenes la misión como una brújula segura. 10. El mundo digital es como una plaza donde los jóvenes pasan mucho tiempo. Puede ser un medio para formarse o un espacio en que sufren soledad, manipulación, explotación y violencia. Es necesario impregnar el mundo digital de Evangelio. 11. Los jóvenes quieren confrontar explícitamente todas las cuestiones relacionadas con la sexualidad. La Iglesia, con caminos formativos renovados, les debe ofrecer la belleza de la visión cristiana sobre el cuerpo y sobre el sexo. 12. Las diversas vocaciones se encuentran en la única y universal llamada a la santidad. La Iglesia está llamada a renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico a través de la santidad de tantos jóvenes dispuestos a permanecer fieles al Evangelio + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 16 Nov 2018

Gritar, Responder, Liberar; verbos activos, dinámicos, comprometedores

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - El Santo Padre Francisco ha querido crear en la Iglesia la Jornada Mundial de los pobres. Desea que la Iglesia entera dirija su mirada a los pobres, a los que sufren, a los que tienen gran necesidad en sus vidas. Nosotros, en nuestra ciudad tenemos una masiva presencia de personas que tienen gran necesidad, urgencias y afugias en sus vidas. Este es el segundo año que celebramos esta Jornada. En su mensaje, a partir de tres verbos, gritar, responder, liberar, el Papa Francisco ha querido que la Segunda Jornada de los Pobres nos llame la atención y nos permita descubrir el sentido auténtico de nuestra preocupación y de nuestras acciones en favor de los pobres. Desde el mismo comienzo de la vida de la Iglesia, la opción por los pobres fue un hecho claro y evidente. Lejos de una mera expresión que muchas veces se ha usado, mirar al pobre es la forma de concretar la verdad del Evangelio celebrada y vivida en la fe. Gritar. Esta palabra revela una de las acciones más vivas del ser humano. Hoy escuchamos muchos gritos, gritos de euforia, gritos de alegría, gritos de desconsuelo. El verbo gritar implica una acción que puede y debe tener dos sentidos: Escuchar para saber que se vive, actuar para interpretar el grito como una llamada de atención que no se puede quedar en una mera conmoción sino que pasa a una acción en la que siempre se ha ofrecido la dinámica de la caridad que, como bien lo propuso el Señor, es silenciosa, eficaz y luminosa, así no la perciba el mundo. Responder. La respuesta ante el grito de los que sufren siempre ha sido generosa y clara. No se puede ignorar el raudal inmenso de acciones, de obras, de signos de misericordia, tantas veces desconocidos o ignorados a propósito porque la alegría de dar, las saludables iniciativas de servicio y de caridad no son ni deben ser meras expresiones que se vuelven ostentación de las acciones, sino modos concretos de acudir presurosos a las raíces mismas del dolor, de la pobreza, del sufrimiento humano. Nosotros sabemos de humanidad y, concretamente, esta Iglesia que peregrina en Cúcuta, ha sabido salir al encuentro de muchas realidades con unos signos evidentes y concretos que manifiestan que, aún desde las naturales limitaciones, hemos podido dar desde la pobreza con una generosidad ejemplar, activa, gozosa, que trae paz y esperanza, que es capaz de iluminar la vida de tantísimos que han recibido un servicio amoroso hecho desde la fe y la esperanza. Liberar. Esta expresión es también muy usada, ha denominado acciones y tareas que, cuando se viven desde la fe, incluyen la superación del pecado que provoca la esclavitud, el hambre, la muerte, enfrentados con valerosa alegría por acciones simples, concretas, amorosamente realizadas por los que, iluminados por el amor de Jesús, han imitado al que, con su vida, nos libera y nos fortalece. Liberar implica el conocimiento real de la persona, de la cultura, que tantas veces se ve atada, restringida, violentada por acciones humanas que destruyen la obra de Dios. La Iglesia es experta en humanidad y por ello, a pesar de que no se reconozcan con justica sus acciones, ha sabido romper cadenas, desatar el corazón de los que sufren, sanar heridas y llevar a los que necesitan “el vino del consuelo y el aceite de la alegría”, como dice un texto litúrgico que retrata la acción liberadora del Buen Samaritano que es Cristo mismo acudiendo presuroso al corazón necesitado de aliento y fortaleza. Gritar, Responder, Liberar; verbos activos, dinámicos, comprometedores, son acciones constantes entre nosotros que no podremos negar con cuanto amor se ha procedido siempre, con qué alegría espiritual hemos buscado llegar incluso desde nuestras limitaciones, al corazón del que experimenta la pobreza en sus consecuencias más dramáticas: desplazamiento, indigencia, esclavitud. Nos corresponde no solo mirar cuanto hemos hecho con amor, sino también cobrar aliento para seguir escuchando con amor, para seguir llegando al dolor del hermano, para seguirlo liberando de verdad en acciones en las que el amor a Dios se hace concreto cuando se llega al hermano con la misma fuerza del Señor que sigue tendiendo su mano y que sigue recibiendo, con una gratitud que bendice, la buena voluntad con la que seguimos ofreciendo amor y esperanza. Ayudemos a los pobres, interesémonos por sus necesidades, dediquemos a ellos esfuerzos y trabajo, vivamos la caridad de Cristo, oremos por sus necesidades. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de Cúcuta

Mié 14 Nov 2018

Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta

Por: Mons. Froilán Tiberio Casas Ortiz - Vivimos la cultura del despilfarro. Veamos algunas muestras de esta cultura. Usted va a la casa de una familia de estrato uno y encuentra la llave abierta y dos fugas de agua: como su recibo de cobro está subsidiado por los estratos cuatro, cinco y seis, entonces, a malbaratar el agua. Muchos de nuestros coterráneos van a los Estados Unidos de América, allí sí que se vive la cultura del consumismo; como es un país tan extenso y tan rico, se abusa de esa misma riqueza. Vaya usted a Europa y allí es otro cuento. Ellos han sufrido dos guerras seguidas y, además, su territorio es pequeño; entonces, tienen un cuidado enorme con sus recursos naturales y optimizan todos los espacios. Vaya usted a Israel, país pequeño y, además con una enorme escasez de agua. Hay que ver cómo cuidan ese sagrado líquido. Siendo la mayor parte de su territorio desértico, producen comida: cítricos, verduras y trigo de exportación; el manejo hídrico por goteo, ofrece parques y zonas verdes llenas espléndidos jardines. Observe usted a una familia que se ha enriquecido de la noche a la mañana: ¡cómo despilfarran! Esos ricos emergentes son unos consumidores de miedo. Los chicos de estas familias suelen ser exigentes, malcriados y creen que todo lo pueden hacer pues tienen dinero. ¡Ah! El que no ha visto a Dios al verlo se asusta. Esos chicos no tienen el sentido del valor de las cosas: como han sido “criados a toda leche”, gastan y gastan y cuando pueden humillar, lo hacen olímpicamente. ¡Ay, si esos tales especímenes llegan al poder! Son tan arrogantes como pavos reales en su conquista “amorosa”; son atrevidos con los mayores y quienes no son de su artificial rango son tratados con altivez y desprecio. Observemos otros aspectos: ¡cuánto se pierde en las obras públicas! Muchas son obras inconclusas, maquinaria en procesos de herrumbre y descomposición, edificios a mitad de camino. Son bienes mostrencos que no tienen ningún doliente, -sí, pero cuánto dinero se gastó allí proveniente de nuestros impuestos-. ¡Ah, si todos nuestros impuestos se invirtieran! Sencillamente tendríamos excelentes vías, excelentes servicios hospitalarios, excelentes parques y zonas de recreación, excelentes centros educativos. Entonces, ¿cuándo será realidad lo que soñamos los colombianos honestos? Cuando cambie la cultura del robo, del dinero fácil, del amiguismo y de la ley de la ventaja. Por favor, no busquemos atajos, cumplamos la ley y los resultados se verán pronto. Por favor, no más vivienda gratis. Esto es un sofisma de distracción; lo que usted no paga, otro lo ha pagado. Son nuestros impuestos los que financian las mal llamadas “viviendas gratis”. Sacamos a los campesinos, que son productivos de alguna manera y los metemos a unas cajas de bocadillo a hacerlos improductivos y exigentes. Por favor, cambiemos la centenaria política del subsidio a la mendicidad y volvámoslo subsidio a la productividad: no premiemos la pereza, el despilfarro y falta de orden en el vivir; estimulemos al productor, al que hace algo por el país. Con una política de estas acabaremos en el corto tiempo la pobreza y todos saborearemos la paz. + Froilán Tiberio Casas Ortiz Obispo de Neiva

Lun 12 Nov 2018

De la doctrina a la vida: La opción preferencial por los pobres: un imperativo moral

Por Monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro: El próximo 18 de noviembre, XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, tendremos la Segunda Jornada Mundial del Pobre. Jornada que el Santo Padre Francisco instituyó como fruto del Año de la Misericordia, para recuperar en los creyentes el sentido de la caridad y la conciencia de la igual dignidad humana. En su mensaje de este año, el Papa nos dice: «Quisiera que también este año, y en el futuro, estaJornadase celebrara bajo el signo de la alegría de redescubrir el valor de estar juntos. Orar juntos en comunidad y compartir la comida en el domingo. Una experiencia que nos devuelve a la primera comunidad cristiana, que el evangelista Lucas describe en toda su originalidad y sencillez: «Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. [....] Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno». Si todos somos miembros del único cuerpo de Cristo, al que están asociados también aquellos que viven distintas formas de pobreza, no podemos permanecer indiferentes, pues «si un miembro del cuerpo sufre, todos sufren con él» (1Corintios 12,26). Un camino para ir al encuentro de los pobres La presencia de los pobres nos ha de interpelar, pero nos debe movilizar. Casi siempre detrás de las diversas formas de pobreza social se esconden profundas injusticias que las causas y mantienen. Por ello el Papa propone tres movimientos a los cuales debemos estar atentos: Escuchar el grito de los pobres que claman justicia y ser dignificados. El grito de los pobres llega hasta Dios, pero también resuena de muchas maneras en nuestro ser e impacta nuestros sentidos: los vemos, los oímos, los sentimos. Escuchar significa poner atención a las realidades que empobrecen a las personas que nos rodean y permitir que esto no nos deje indiferentes. Precisamente el Papa Francisco nos cuestiona: «¿Cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no consigue llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles? En unaJornadacomo esta, estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia para darnos cuenta de si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres». Responder a este grito, poniendo de nuestra parte todos los talentos que Dios nos ha confiado. Cuando el pobre grita a Dios, éste lo escucha. Nos dice el Santo Padre: «La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a reemprender la vida con dignidad». Se trata de una intervención transformadora y eficaz. Nosotros estamos llamados a responder de la misma manera frente a todos los rostros de pobreza que a diario se nos cruzan por la vida. Sobre este particular el Papa afirma: «La solicitud de los creyentes no puede limitarse a una forma de asistencia —que es necesaria y providencial en un primer momento—, sino que exige esa “atención amante”, que honra al otro como persona y busca su bien». Liberar a los pobres de sus estigmas, de las discriminaciones a los que la misma sociedad los mantiene sometidos, pues les resultan una carga, una molestia. Y es importante dejar hablar al Sumo Pontífice, quien asevera que «la pobreza no es algo buscado, sino que es causada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que afectan a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas». Dios se hace cercano a los pobres y nos invita a serlo también nosotros. «A partir de esta cercanía, concreta y tangible, comienza un genuino itinerario de liberación: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo”». A continuación de este artículo publicamos en su integralidad el mensaje del Papa Francisco para esta II Jornada Mundial del Pobre. Leámoslo, reflexionémoslo en familia, en las pequeñas comunidades, casas católicas, grupos parroquiales, movimientos apostólicos y adoptemos iniciativas en consecuencia con esta llamada. Sería interesante que, tal como se realizó en la primera Jornada, se organicen “mesas comunitarias” en las parroquias y que, atendiendo a la crisis humanitaria de los hermanos venezolanos, que se suman a tantos rostros de la pobreza en nuestras ciudades, invitemos algunos de estos hermanos y los integremos a otros hermanos y hermanas vulnerables, haciéndolos sentir hermanos y hermanas, a quienes tratamos con cercana ternura y dignidad. Servir al Señor en la persona de los pobres no es una opción, es un imperativo moral. DESCARGA EL MENSAJE DE LA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Vie 9 Nov 2018

Tips Pastorales: Las licencias ministeriales de los presbíteros

Por: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez | Noviembre y diciembre son meses durante los cuales muchos fieles reciben el sacramento de la confirmación y otros celebran el sacramento del matrimonio. De manera regular a lo largo de todo el año, también otros fieles solicitan los servicios de sacerdotes para las exequias cristianas y/o la unción de los enfermos. Es muy importante que se tengan en cuenta aspectos claves para la validez de dichos sacramentos. Para la confirmación, el ministro ordinario es el Obispo. A él le corresponde conferir este sacramento. Cuando el Obispo no pueda por alguna justa razón presidir la confirmación, puede delegar a un presbítero para que en su nombre y por su delegación, presida la celebración de las confirmaciones. En Cali son delegados especialmente el Vicario General y los Vicarios episcopales. Para los adultos que se preparan en los arciprestazgos, porque van a contraer matrimonio, están delegados los Arciprestes. Es de anotar, que hay algunas iglesias que aparecen con el rótulo de “una, santa, católica y apostólica”, pero como no están en comunión con el Papa, el sacramento de la confirmación que ofrecen allí no tiene validez para la Iglesia católica romana. Quien busca evadir la preparación y no cumplir los requisitos de la Arquidiócesis de Cali, no sólo se pierde la oportunidad de una adecuada preparación, sino que se ve abocado a recibir un sacramento inexistente, nulo. En cuanto a los matrimonios, los novios deben tener presente que no todos los sacerdotes pueden asistir los matrimonios sacramentales. En razón del Concordato entre el Estado Colombiano y la Santa Sede, los matrimonios celebrados por el rito católico tienen efecto civil. Para ello, se requiere que el sacerdote que actúa en nombre de la Iglesia, pero también en nombre del Estado como si fuera un notario, debe contar con las debidas facultades y estar dentro de la jurisdicción de su competencia. Los novios deben saber quienes pueden asistir válidamente su matrimonio. Pueden hacerlo: los párrocos para sus feligreses y en sus parroquias; todos los sacerdotes y diáconos en otra parroquia que no sea la propia, con delegación explícita del párroco del lugar; los sacerdotes y diáconos que reciban de la Curia la correspondiente delegación. Los sacerdotes deben contar con sus licencias vigentes. En Cali sólo están permitidos algunos templos y lugares distintos a parroquias para la celebración de los matrimonios. En la Curia se tiene la información correspondiente. Si se hace fuera de estos lugares, los matrimonios son nulos. Lo mismo sucede cuando el sacerdote no tiene la delegación, así sea católico romano. Hay otra situación y es la que se refiere a las exequias. Los fieles católicos tienen la obligación de exigir que los sacerdotes que los asistan y acompañen en estos momentos sean realmente sacerdotes en plena comunión con el Papa Francisco. Para ello es recomendable que, al no conocer al sacerdote, se le exija la presentación de las credenciales ministeriales, donde explícitamente se indica su servicio autorizado en la Arquidiócesis de Cali. Lo mismo hay que decir para la unción de los enfermos y la asistencia espiritual en clínicas y hospitales.

Mié 7 Nov 2018

Las “Fake news” o Noticias “falseadas”

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - Es ya un tema de mucha preocupación en los diferentes círculos sociales y culturales, como también en las redes sociales, protagonistas de primer orden, el creciente fenómeno de las “fake news” o noticias falsas o falseadas, como le llaman otros, definidas como “un producto pseudo periodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales cuyo objetivo es la desinformación deliberada o el engaño” (cfr. Enc. Wikipedia). El Papa Francisco, que ha criticado en muchas de sus intervenciones y comentarios, la mentalidad del chisme, por el daño que hace a personas y comunidades, se refirió de manera muy concreta a este fenómeno en la Jornada Mundial de las Comunicaciones del presente año, haciendo ver entre otras cosas, lo que es falso en las noticias falsas, por la desinformación que emiten y su naturaleza mimética, o sea la capacidad de aparecer como plausibles; además por ser capciosas y capturar la atención de los destinatarios, poniendo su acento en prejuicios extendidos y suscitando emociones como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración. Contienen un alto efecto manipulador, con dificultad para desenmascararlas y que al desinformar, llevan a desacreditar al otro o a presentarlo como enemigo. Pero éstas no son nuevas en la historia. El mismo Francisco, dice que la “astuta serpiente” fue quien difundió la primera fake news, con las funestas consecuencias del pecado. Los primeros cristianos fueron perseguidos debido, entre otras razones, a rumores falsos que circulaban en la población. No olvidemos tampoco las acusaciones de Nerón sobre el incendio de Roma, (aún no totalmente esclarecido) del que atribuye su causa a los cristianos. También se podría atribuir a noticias falseadas, la leyenda de El Dorado, en el Nuevo Mundo. Y esto es posible porque detrás de esta “cultura”, aparece generalmente la codicia y el ansia de poder. La respuesta estará siempre en la búsqueda honesta y sincera de la verdad, la justicia y la caridad. “La verdad os hará libres” (Jn 8.32) recuerda el evangelio de Juan. El octavo mandamiento de la ley de Dios se enuncia como “no levantar falso testimonio contra el prójimo ni mentir”. En este sentido podríamos decir, que desde la ética y moral cristiana, es éste el mandamiento más afectado por las “fake news”. La nueva etapa evangelizadora propuesta por la Iglesia, en el coincidente momento de una nueva época de la historia, ha de llevar consigo, y en la práctica cotidiana de los caminos pastorales que la procuran, especialmente en sus animadores y misioneros, la ascética y cuidadosa revisión en el uso pertinente de las redes sociales y tantos medios actuales de difusión e intercambio comunicacional, para que ellos sean un instrumento oportuno para llevar la Buena Nueva, la noticia verdadera, la buena noticia que alegra el corazón, construye la paz como fruto del respeto al otro en su dignidad y en el derecho que tiene, de conocer la verdad para ser libre. Fraternalmente. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Sáb 3 Nov 2018

El ministerio apostólico del Obispo

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - El Espíritu Santo y la Iglesia me conceden la gracia de celebrar 25 años de episcopado el 15 de noviembre de 2018, memoria libre de San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia. Al dar gracias al “Pastor y Obispo de nuestras almas”, Jesucristo, (1Pe2,25), acompañado con la Iglesia de Cali, a la que fui destinado por el Papa, ahora emérito, Benedicto XVI, desde mediados del año 2010, y bendecido con el inmenso apoyo de mis hermanos Obispos Auxiliares, Luis Fernando y Juan Carlos, confieso sinceramente mi alegría, no obstante la inmensa desproporción existente entre el ministerio confiado y mi capacidad humana, limitada por mi condición de pecador y por el peso de mis defectos. Dirijo, por ello, mi mirada a Dios y su gracia, e invito a todos a reconocer la acción del Señor, de quien “somos siervos inútiles”, en deuda del deber ser y del deber hacer que él nos pide (Lc17,10). Él es y será siempre “El Poderoso que hace obras grandes” por quienes, como María, se dejen conducir a la “humildad de su esclava”. Que me incluya siempre yo mismo, y me incluyan ustedes todos, los creyentes, en la oración por mi conversión a la humildad y gratuidad, al amor incondicional y fiel. “Por la gracia de Dios, soy lo que soy”, testimonia San Pablo (1Cor15,10), al considerarse indigno del nombre de apóstol, de enviado del Señor Jesús. “Como el Padre me envió, también yo los envío”, dice el Señor Resucitado a sus discípulos (Jn20,21). “Esta divina misión confiada por Cristo a los apóstoles ha de durar hasta el fin del mundo (Mt28,20), puesto que el Evangelio que ellos deben propagar es el principio de toda vida para la Iglesia. Esta es la razón por la cual los apóstoles se cuidaron de establecer sucesores en esta sociedad jerárquicamente organizada” (Vaticano II, Lumen Gentium,20). Hay, pues, una continuidad ininterrumpida de los apóstoles a los obispos, o mejor, del colegio de los apóstoles y su misión apostólica al colegio episcopal. Es lo que se denomina sucesión apostólica, que lo es, también y siempre, colegial, pues la sucesión es colectiva: cada obispo es sucesor de los apóstoles, pero no lo es de un apóstol determinado, salvo el Obispo de Roma que sí sucede al apóstol Pedro. La sucesión como continuación y herencia sacramental, trasmitida con el sacramento del orden, con el que se recibe la plenitud del sacerdocio, está unida con la “misión y ministerio apostólico” de enseñar, santificar, pastorear, enviar y ser principio y fundamento visible de unidad en su Iglesia local o porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada al Obispo. El Papa Juan Pablo II, hoy santo de la Iglesia, quien me eligió como Obispo y quien había ordenado al arzobispo Paolo Romeo, entonces Nuncio en Colombia y hoy Cardenal emérito de Palermo, Italia, definió al obispo como “servidor del Evangelio para la esperanza del mundo”, y trazó el perfil del obispo ideal con estas palabras: “la figura ideal del obispo es la del pastor que, configurado con Cristo en la santidad de vida, se entrega generosamente por la Iglesia que se le ha encomendado, llevando al mismo tiempo en el corazón la solicitud por todas las Iglesias del mundo” ( “Pastores Gregis”,1). Mirando el recorrido en estos preciosos cinco lustros, debo reconocer que han sido “las gracias de estado”, es decir, la asistencia que Dios da a los hombres para poder cumplir bien su propio deber de estado y santificarse, tanto en lo exterior, creando una situación favorable al cumplimiento del propio deber, como en lo interior, concediéndole las gracias actuales apropiadas, lo que ha enriquecido cada etapa, cada momento y pasaje de este itinerario vivido. Las gracias de estado tienen como efecto ponernos en condiciones de dar a Dios la respuesta que espera de cada uno de nosotros en particular, en su situación concreta. En esta celebración jubilar de “bodas de plata” en la consagración episcopal, no puedo menos que agradecer al Señor y al Padre de la Heredad, ofrendándome con Cristo en el misterio eucarístico y renovando mis compromisos y promesas del día de la ordenación. Con actitud penitente y disponibilidad de corazón, pido perdón al Señor, a la Iglesia y a cada persona a la que le he fallado de palabra, obra y omisión. Confío el resto de mi vida al querer de Dios. Él bendiga y recompense a quienes me concedan su indulgencia y me dé la gracia de poder acompañar, sostener y alentar en la fe, en la misión y en la fidelidad de todos a Cristo, a su Iglesia y a la humanidad y dignidad de cada persona a la que estemos destinados. Mi abrazo y bendición a toda la amada Iglesia arquidiocesana de Cali. Seamos testigos y servidores de la esperanza cristiana, cuando los tiempos y realidades desdicen tanto de la vida, del amor y de la paz. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali